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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

8/10/11

JEAN PAUL MARAT ( El árbol republicano del conocimiento)

JEAN PAUL MARAT


Selección de textos extraidos de "Plan de Legislacion Penal" y "Las cadenas de la esclavitud"




Sorprendentes e intensos textos de Jean Paul Marat. Las “ Cadenas de la esclavitud”, escrito en 1780 y “Plan de legislación criminal”  escrito en 1789 , coincidiendo ésa ultima fecha  con el inicio  de su breve  dedicación a la vida política activa que duraría hasta su muerte en 1793.

 
Primera intensidad: La apelación a la igualdad originaria, “la comunidad primitiva de bienes”  que debe restablecerse , es uno de los lemas que recogerá Babeuf.
Es irrelevante  para su reflexión y alcance que ambos creyesen o no  en ella y  si esa igualdad común de propiedades fuese un dato histórico   La  redistribución necesaria de la riqueza  que se derivaba de la exigencia de ser fieles  a la originaria igualdad de todos los seres humanos en materia de propiedad recuerda el radicalismo incondicional de Kant  ante exigencias morales similares que se constatan y se derivan del pacto original , independientemente de su origen histórico o de su fin posible: “ese reparto se hace imposible. Pero ¿es menos justo por ser impracticable” –dice Marat  de la igualdad de riqueza . “Trátase mas bien de una idea de la razón, pero no por ello deja de tener su realidad practica indiscutible, a saber: la de que obliga a todo legislador a redactar sus leyes como si pudieran haber nacido  de la voluntad coaligada de todo un pueblo, como si realmente  hubiera dado su voto”. Para Kant, o para Rousseau , existiese o no pacto o contrato originario , es ,esa idea de la razón y de la voluntad de todos , la medida de la legitimidad de las leyes.

 Primera sorpresa: Para J.P. Marat es la radical idea de la igualdad  en la propiedad  un  patrón de medida de la legitimidad, en este caso, nada menos que de…. ¡ las leyes penales!. 

Segunda intensidad y segunda sorpresa:
No se trata de la simple igualdad ante la ley. La sociedad debe tener a cubierto de necesidad material a cualquiera de sus miembros que lo precise. Es, tempranamente, el “derecho a la existencia”, planteado como necesaria práctica política por  Robespierre. Hasta el extremo que los obligados al hambre no están obligados a obedecer a las leyes y las coacciones e imposiciones penales aplicadas en esta circunstancia, son tiranía. Solamente cuando una sociedad tiene a sus miembros  “a cubierto de las tentaciones de la necesidad,   asegurada  la subsistencia, un  vestido adecuado,  una completa protección,  ayuda en la enfermedad, socorro en la vejez”….pueden ser legítima la coactividad de  las leyes y sin esa calidad  las leyes  penales no son sino violencia bruta. Los llamados crímenes de estado ( los tiranicidios),no  son lógicamente crímenes. 

Tercera intensidad y sorpresa:
La denuncia de los mecanismos de alineación de la razón. Tan antiguos y tan modernos. “La obediencia ciega supone una ignorancia extrema” es heredera de aquellos clásicos “En nada se cree tan firmemente como en aquello que menos se sabe” de Montaigne y “la adhesión es mas fácil cuanto mas débil es el espíritu critico”  de Plutarco
Finalmente Marat , como los clásicos del republicanismo, recuerda de manera indignada e intensa que la  desigualdad  económica es igual a dominación, que el laissez-faire- como habría de decir Robespierre- es el laissez-faire a los  bribones,  y que de todo  ello deriva la indiferencia y corrupción de las conductas y del  pueblo  y la desgracia de las republicas.




PLAN DE LEGISLACION CRIMINAL.-Jean Pierre Marat


Sobre el orden social

…”Por poco que se tenga en ánimo inclinado a la reflexión,  no es casi posible investigar sobre lo que turba el orden social sin examinar antes en qué consiste ese orden. De esta manera, llevados a examinar los lazos de la sociedad hay que dar por admitido absolutamente un convenio entre sus miembros. Iguales derechos,  ventajas reciprocas,  ayuda mutua,  he ahí lo que deben ser sus fundamentos. Libertad, justicia, paz, concordia, felicidad, he ahí lo que deben de ser los resultados…


Sobre la obligación del sometimiento a la ley


..Los hombres se reúnen en un cuerpo social por su interés común. No han hecho las leyes mas que para establecer sus derechos respectivos y no han establecido un gobierno mas que para asegurar el disfrute de esos derechos.

Si renuncian  ejercer la venganza por su propia mano es para confiarla al brazo publico. Si renuncian  a la libertad natural es para adquirir libertad civil. Si  renuncian a la comunidad primitiva de bienes es para poseer como propio alguna parte.

A la generación que suscribió el pacto social le sucede la generación que lo confirma; pero el número de miembros del Estado cambia sus cesar. Además,  cuando no se toma ninguna medida para prevenir el aumento de las fortunas privadas,  dejado su libre curso a la ambición, a la industria, a las capacidades, una parte de los individuos se enriquece siempre a expensas de los otros, y por la imposibilidad  de disponer de los bienes a favor de los extraños cuando no existen herederos naturales, pronto la riqueza se va acumulando en un numero reducido de familias. Al final  se encuentran en el Estado una multitud de indigentes que dejarán a su posteridad en la miseria.

Sobre un tierra cubierta por doquier de posesiones de otro y de la que no pueden apropiarse, quedan reducidos a morir de hambre. De manera  que si no obtienen de la sociedad mas que desventajas,  ¿están obligados a respetar la leyes? No, sin duda. Si la sociedad les  abandona, vuelven al estado de naturaleza y cuando reivindican entonces por la fuerza los derechos a los renunciaron  para asegurarse  una  ventaja mayor, toda la autoridad que se oponga a ellos es tiránica y el juez que les condene a muerte no es mas que un cobarde asesino.

Si es preciso que para mantener la sociedad les fuerce de respetar el  orden establecido, ante todo, esa sociedad debe tenerlos a cubierto de las tentaciones de la necesidad. Les debe por lo tanto  asegurar la subsistencia, un  vestido adecuado,  una completa protección,  ayuda en la enfermedad, socorro en la vejez, puesto que no pueden renunciar a sus derechos naturales mas que en tanto que la sociedad les ofrezca una condición preferible al estado de naturaleza. De manera que  solamente tras haber cumplido sus obligaciones hacia todos sus miembros,  la sociedad tiene el derecho de castigar a los que violan las leyes…..

El  robo supone el derecho de propiedad, pero, ¿de donde deriva este derecho?

El usurpador le fundamenta sobre el derecho del  mas fuerte, como si la violencia pudiese establecer algún titulo sagrado.

El poseedor lo hace fundar sobre el derecho del primer ocupante, como si una cosa  fuese adquirida con mayor justicia por haberle  puesto antes la mano encima.

El heredero lo fundamenta sobre el derecho a  testar como si se pudiese disponer a favor de otro algo que no es propio.

El  agricultor lo fundamenta en su trabajo. Sin duda el fruto de vuestro trabajo os pertenece pero su cultivo exige un suelo, y,   ¿En virtud de  que titulo os apropiáis de un trozo de  esa tierra que fue dada en común a todos sus habitantes? (1) . No os dais cuenta que no es sino después de un igual reparto de todo , cuando  se os puede asignar una parte alícuota? E incluso, después de realizado ese reparto, ¿no tendríais derecho sobre la parte que cultiváis mas que en cuanto que es absolutamente necesario para vuestra existencia?

Diréis que puesto que  el número de habitantes de la tierra cambia sin cesar, ese reparto se hace imposible. Pero ¿es menos justo por ser impracticable?. El derecho de poseer deriva del de vivir: así, todo lo que es indispensable para nuestra existencia es nuestro y nada superfluo  puede pertenecer legítimamente a unos  mientras  que  otros adolecen de lo necesario. Este es el fundamento legitimo de toda propiedad, tanto en el estado de naturaleza, como en el estado de sociedad,….


(1)Cualquiera que sea el objeto de la posesión, las consecuencias son las mismas: puesto que los hombres están sujetos por naturaleza a las mismas necesidades y modelados  del mismo barro, tienen todos en este mundo los mismos derechos. De los bienes de la tierra cada uno no puede apropiarse mas que de una parte alícuota.


Sobre los falsos crímenes de Estado

Desde que los que tienen las riendas del gobierno se consideran como amos absolutos de los pueblos,  ¡cuantos pretendidos crímenes de Estado que no tienen por objeto el Estado existen!.

No hay de que sorprenderse: hombres que querían destruir la libertad temían todo lo que la podía mantener, y para deshacerse de los que tienen la valentía de oponerse a ese negro designio, era necesario considerarles culpables y de inmediato convirtieron en  un crimen el amor a la patria.

Destruida la libertad, temieron todo lo que podía recordársela en el ánimo y erigieron  en crímenes la desobediencia a leyes injustas, la reclamación de derechos del hombre, las quejas de los desgraciados  oprimidos.

Llegados  a no contarse mas que ellos en el Estado, calificaron con el nombre de crimen todo lo que les hiciese sombra  y la tiranía cavó abismos por doquier  bajo los pies de los ciudadanos.

Cuando el príncipe se hubo amparado  del poder supremo, los aduladores le prodigaron los títulos pomposos de rey de reyes, emperador augusto, sagrada majestad,  y erigieron en crímenes de lesa majestad,  en crimen de Estado, todo los que les molestaba.


Desesperado por encontrar  siempre resistencia a sus deseos, cansado de sus propias crueldades,  carcomido por la inquietud, y victima del pánico, todo  déspota corre  tras  una tranquilidad que sin cesar  se le escapa, se da cuenta que no puede conseguirlo mas que con ayuda de la superstición n.

Siempre una ciega obediencia supone una ignorancia extrema. Así , después de haber obrado para envilecer los corazones, se dedica a embrutecer el espíritu.  Para poder ceñir sobre las frentes la cinta del error ¿ que hace el déspota? . Pretende saber todo con una ciencia cierta, derivar su autoridad del cielo, no dar cuenta de sus actos mas  que a los dioses. Luego,  trata de culpable  a todo aquel  que ose poner en duda esta grosera impostura, poner su mirada sobre los asuntos de gobierno o controlar su conducta.

Durante demasiado tiempo esos odiosos tiranos han desolado la tierra. Su reino va a terminar. Ya la antorcha de la filosofía ha disipado las espesas  tinieblas  en donde  habían hundido a los pueblos. Atrevámonos por tanto a acercarnos al recinto sagrado donde se retranquea el poder arbitrario, atrevámonos a desgarrar el velo sombrío con el que cubre sus atentados, atrevámonos  a arrancarle esas armas temibles y  siempre funestas para la virtud y la inocencia. Que ante estas palabras de estúpidos esclavos  palidezcan de espanto. No han de herir los oídos de los hombres libres: felices los pueblos que habéis roto el duro yugo bajo el que gemíais, es gracias a nuestra noble atrevimiento a lo  que debéis vuestra felicidad.

Comencemos por restablecer la verdadera noción de las cosas.


Nada es mas  indignante que las falsas ideas que leguleyos infradotados han dado sobre los crímenes de Estado. Han incluido bajo esta denominación todo lo que se hacía contra el príncipe y , cuando quisieron añadir más, la sustituyeron por la de crímenes de lesa majestad a las diferentes autoridades.

Dando al príncipe el titulo de majestad cualquier  delito que se cometía contra él  es crimen de lesa majestad, sin duda, pero los crímenes de lesa majestad no son crímenes de Estado.

Dando al soberano (2) el titulo de majestad que no pertenece sino a él , es evidente que todos los crímenes de lesa majestad son crímenes de Estado, pero los delitos contra un príncipe no son delitos de lesa majestad. 


(2) Entiendo siempre bajo el termino “soberano” la nación misma reunida en cuerpo por si misma o por sus representantes


LAS CADENAS DE LA ESCLAVITUD

………………Cuando la educación no ha cultivado  las almas y los gobiernos no fomentan el desprecio por el oro, la pobreza deprime los corazones y  los somete a dependencia, lo que lleva inevitablemente  a la servidumbre. ¿Cuantos hombres envilecidos por su miseria pueden alcanzar el amor a la libertad? ¿Cómo podrían tener la osadía de resistirse a la opresión, y derribar  el impero de los poderosos ante el  que se mantienen arrodillados?

Cuando el amor a la frugalidad es fomentado por las instituciones sociales, es otra cosa.

Mientras las riquezas del  estado se encuentren limitadas a su territorio y la tierra se reparte aproximadamente de manera igual entre sus habitantes, todos tienen las mismas necesidades y los mismos medios para satisfacerlas; por lo tanto, los ciudadanos, teniendo entre ellos las mismas relaciones, dependen unos de otros. Es la posición mas propicia  para gozar de toda la libertad  que un gobierno es susceptible de ofrecer.

Pero cuando, por una serie de rapiñas y de bandidaje, por la avaricia de unos y prodigalidad de otros, la tierra pasa a caer en pocas manos, esas relaciones necesariamente se alteran. las riqueza, esa escondida  vía para conseguir poder, se convierte infaliblemente en servidumbre; mientras se desvanece la clase de  ciudadanos independientes, el Estado no se compone  mas que de amos y súbditos.

Los ricos buscando gozar, y los pobres subsistir, las  artes  se toman por necesidades mutuas, y los indigentes no son mas que instrumentos para el lujo de los privilegiados.

Debilitados por profesionales sedentarios y por el lujo de las ciudades, los artistas, artesanos y mercaderes, ávidos de beneficio, se convierten en viles intrigantes cuya  única intención   es la de encender las pasiones de los ricos, mentir, engañar, y, como pueden gozar por doquier de los frutos de su actividad, no tienen patria alguna.

El primer golpe que los príncipes asestan a la libertad no es violar atrevidamente las leyes, sino hacerlas olvidar. Para encadenar al pueblo se comienza por adormecerle

Mientras los hombres   mantienen la cabeza caliente  por la idea de la libertad y que la imagen sangrienta de la tiranía esta aún presente en todos los ánimos, detestan el despotismo y  vigilan con ojo avizor  la gestión del gobierno. Entonces, el príncipe temeroso se guarda  mucho de comprometerse en  aventura alguna . Al contrario, aparenta ser el padre de sus súbditos y su reino parece ser un reino de justicia. En un primer momento, la administración es tan suave que parece que contempla incluso  el aumento de la libertad, lejos de querer destruirla.

No teniendo nada que debatir, ni sobre sus derechos, que no se discuten, ni sobre su libertad, que nadie ataca, los ciuadanos no se preocupan ya de atender a la conducta de su jefe. Poco a poco dejan de estar  vigilantes y se desprender finalmente de toda preocupación para vivir con tranquiliad.

Asi, de esta manera, a media que se aleja la epoca tormentosa en que tuvo lugar el nacimiento de su constitución, se pierde de vista  paulatinamente, la libertad. Para adormecer los espíritus, no hay mas que dejar las cosas desenvolverse por si mismas. Sin embargo no hay que fiarse solo del  transcurso del tiempo para esto.



Es necesario que los diferentes pueblos comercien entre ellos. El deseo de ser bienvenidos unos e otros los hace sociables, suaviza las costumbres y les cura de la opinión demasiado aventajada que tienen de si mismos, de los prejuicios ridiculos del amor propio.

Al procurarse  cada uno los productos  de diferentes origenes, aparecen nuevas necesidades, al darseles nuevos placeres, al ablandarles por la afición a lo superfluo, al corromperles con placeres de lujo.


Un auténtico mercader es un ciudadano le mundo. Ávido de riquezas, recorre la tierra entera para acumularlas, se apega al pais qe le orezca mas recursos y su patria sera siempre aquella donde hace mejores negocios. Sin cesar de ocuparse de sus eneficios, su  cabeza no se amuebla sino con objetos de comercio, especulaciones lucrativas, cálculo,  medios para amontonar oro y para despojar a los demás. Todo el resto le es extraño, su corazón se ierra a los afectos más nobles y el amor a la libertad se extingue junto con el amor a la patria.

Incluso entre los hombres más honrados, el espíritu mercantil envilece el alma, destruye el amor por la independencia.  A base de someter todo a calculo, el comerciante llega a valoarar cada cosa por su precio, para él todo es venal  y con oro se pagan igual servicios, actos heroicos, talentos, virtudes, que salarios de trabajo, productos de la tierra u obras de arte.

Calculando sin cesar sus intereses rigurosamente, adquiere un carácter de estricta equidad, o mejor dicho, de avaricia, se hace enemigo de todo sentimiento de generosidad, de toda nobleza, de todo inspiración elevada, sublimes cualidades que brotan del sacrificio que hace el hombre de sus intereses personales en pro de la felicidad de sus semejantes y de la dignidad de su ser.

El espiritu mercantil hace que se contemple l riqueza como el bien supremo, la sed de oro entra en el corazón y cuando fallan los medios de adquisición honrados, cualquier bajeza es bien recibida. Estas consecuencias son patentes a o ojos de os menos clarividentes, pero hay otras que no se muestran mas que a los ojos mas experimentados.

Especulaciones de todo tipo llevan necesariamente a la creación de compañias privilegiadas en ciertas ramas del comercio exclusivo: compañías  que se forman siempre en perjucicio  del  propio comercio  de los particulares,  sean  manufacturas, artesanía o mano de obra, porque destruyen la competencia. De esta manera, las riquezas que hubieran fluido por mil canales diversos para fecundar el Estado, se concentran en manos e unas asociaciones que devoran la sustancia del  pueblo y engordan con su sudor.  Con estas compañías privilegiadas nacen los monopolios de toda clase, la acaparación de obras de arte, de los productos de la naturaleza, y sobre todo de los recursos de primera necesidad. Acaparamiento que hacen precaria la subsistencia el pueblo, y lo dejan a la merced de los ministros, que son los jefes normales de todos los acaparadores.

Respecto de las relaciones políticas, esa  horda de especuladores, de hecho en todos los países, las compañías de negocios, de financieros, tratantes, acaparadores, agentes de cambio, especuladores, agiotistas vampiros y sanguijuelas publicas, todos ellos son  aliados de los gobiernos, son sus mas celosos apoyos.

En las naciones comerciantes, los capitalistas y rentistas al hacer  causa común  con los tratantes, los financieros y los especuladores, hacen que en las grandes ciudades no existan mas que dos clases de ciudadanos, la de los que vegetan en la miseria y la de los que les desborda lo superfluo. Así, en las repúblicas, la extrema desigualdad de fortunas pone al pueblo entero bajo el yugo de un puñado de individuos.  Es lo que se ve en Venecia, en Genova o en Florencia cuando el comercio ha hecho traer las riquezas de Asia. Y es lo que se ve hoy dia en las Provincias Unidas donde opulentos ciudadanos son los amos de las republicas mientras que a la multitud  le falta el pan.

…………………De esta manera el comercio metamorfosea a los ciudadanos opulentos e indigentes haciendo de ellos respectivamente instrumentos de opresión y de servidumbre.

Desde el momento en que la riqueza es el precio e todo lo que debe considerarse, ocupan el lugar del talento, del merito, la virtud. Cada cual lo busca como si fuese el bien supremo, la  codicia sopla en los corazones como un veneno mortal  para tener oro no temen cubrirse de infamia.

Por estos medios, se divierte al pueblo, se le impide reflexionar sobre su situación y apercibirse de las trampas que se le esta tendiendo

…………..De esta manera la mayor desgracia que puede ocurrir en un Estado libre, donde el príncipe es poderoso y emprendedor, es que no haya discusión pública, ni efervescencia, ni partidos. Todo está perdido cuando el pueblo se hace indiferente  y, sin inquietarse por conservar sus derechos, no toma parte en los asuntos públicos……………..”

1 comentario:

Simone dijo...

Después de más de 200 años aún las palabras de Marat resuenan profundo en la conciencia, 200 años bajo el mismo yugo, bajo los mismos parámetros de injusticia y adoctrinamiento social.