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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

3/3/14

El árbol republicano: Republicanismo y democracia representativa

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Alexandre Dorna ( *)

La claridad de un discurso es el precio que s, e paga por su éxito pero no impide las amalgamas y los malentendidos. La doctrina republicana ha tenido una implantación fuerte en las generaciones precedentes. Hoy nadie discute sus principios pero la mayoría los apaña a su manera. De aquí se derivan los sinsentidos, las amalgamas, a veces intencionadas, a veces accidentales. Ya   va siendo hora de reexaminar las ideas recibidas sobre los fundamentos epistemológicos del republicanismo tras más de un siglo de desconocimiento y de desconfianza,  lo que trataré  de hacer  por medio de varios  comisarios sin perjuicio  de otra  reflexión que haya de hacerse más amplia y profunda.

Primer comentario: El republicanismo sería la versión francesa del liberalismo filosófico. Una buena parte de los historiadores se han  alineado sobre esta versión.  A veces incluso hombres políticos de izquierda (tanto de ayer como de hoy) han justificado su política de alianzas apelando a ese malentendido. Pero seguramente es la obra de Elie Halevy la que ha reforzado el equívoco.  Aunque con mayor precisión debería decirse que ha sido la imagen que de la obra han dado los periodistas la que ha travestido el asunto.  Le Monde del 5 de abril de 1996 consagró dos páginas enteras a Halevy con un largo artículo sobre Elie Halevy que es presentado como  historiador de un radicalismo muy impregnado por  filosofía inglesa.  Pero, si  bien es cierto que Halevy tiende una mirada erudita sobre el liberalismo utilitarista, no hace ninguna referencia directa al republicanismo y  menos aún  a la sensibilidad radical a la francesa. Es ahí donde la cuestión de la renovación del republicanismo se hace más pertinente.

En el fondo  el  republicanismo no es soluble en el líquido liberal. Ni siquiera cuando este último se declara equitativo y socialmente correcto.  ¿Podemos olvidar que los liberales de 1789 se aliaron al cambio republicano rechazando la soberanía popular para declararse posteriormente partidarios de una democracia representativa, que la restauración y el orleanismo  gestionaron con amplitud? ¿Es necesario recordar que la concepción de los radicales con la libertad no es  la de contemplarla pura y simplemente una reivindicación individual sino que plantean la cuestión de la dominación? ¿Quién puede creerse que la posición de los prepublciano9s a propósito del papel del Estado es la del liberalismo? ¿Es necesario repetir además, que, si el liberalismo se basa en una concepción individualista de la naturaleza  humana y de la libertad, el republicanismo piensa que un individuo aislado es una abstracción ilusoria?  Su el hombre aspira a ser libre, no puede serlo sin los demás. Sobre esto se ha desarrollado un amplio debate o a partir de de investigaciones recientes de historiadores ingleses cuyas ideas han hecho suyas algunos investigadores franceses y que comienzan a aportar una nueva luz. Se trata de los  trabajos de Q.Skinner (11990). Petit (1991), Pockoc ( 1975),B.Manin ( 1995).J,D. Spitz ( 1995), y algunos otros.

Segundo comentario: el republicanismo es el heredero más consecuente de la Revolución Francesa. ¿Quién lo discute? Nadie.  Pero, al contrario de las formulas tantas veces repetidas,  el republicanismo radical no es acrítico ante ella. Y aunque algunos declaran compartir la herencia revolucionaria en bloque, según la fórmula de Clemencia,  no se adhiere enteramente a la doctrina republicana radical. Son frecuentes las voces de los republicanos críticos radicales. Algunos se reconocen bastante  en la sensibilidad jacobina a pesar de renegar de Robespierre mientras que hay otros no esconden sus simpatías hacia Danton. Pero lo que es cierto es su rechazo radical de toda especie de tiranía censitaria: ni rey ni emperador. La historia no  se ha terminado. Si 1789 establece el marco, su sentido esta pore edificar. El republicanismo radical saca de ahí varias lecciones. Probamente una moderación en los actos y el peso de las palabras. La revolución se hace contra la aristocracia y los privilegiados, por la libertad  de opinión y la igualdad de derechos ante la ley. Es la noción misma de ciudadanía la que marca la voluntad igualitaria, lo que está en juego es universal. Esa es la cuestión política esencial. De ahí el rechazo a utilizar la retórica de la lucha de clases.  (…)

Tercer  comentario: El republicanismo es un racionalismo científico que deriva sus raíces del positivismo. Esto es una caricatura. La exaltación de la razón no es un pensamiento republicano. ¿Qué hay de más racional que Napoleón? El racionalismo del que se reclaman los republicanos es razonablemente crítico. En una palabra: discutible. Es necesario  señalar que aunque hay muchas  figuras políticas e intelectuales que se dicen  positivistas  al alba de la III república, como Littre, Ferry, Gambeta y otros, se trata de un positivismo ilustrado que no  legitima los excesos de Comte no sus prejuicios.  Mucho menos la idea de una sociedad (inspirada en Platón) , dirigida por sabios.  Es cierto,  que la ciencia se presenta  como un modelo y un método, pero abierto a la crítica, nunca como un sistema cerrado. ¿ Es preciso recordar que la lucha es precisamente contra las creencias dogmáticas y anticlericales de la época?. Algunos republicanos son bastante críticos hacia toda reducción cientificista. El intento de hacer una moral de la ciencia desemboca en una nueva religión. Los últimos trabajos de Comte dan fe de ello.  No hay dogma para la doctrina republicana. Es el significado mismo de la noción de laicidad., que se asimila demasiada a la simple separación de  Iglesia y Estado exclusivamente.  En el fondo la actitud espiritual republicana radical no lleva  al ateísmo sino a la libertad de conciencia. De ahí la necesidad de  que la pedagogía esté libre de todo ortodoxia. Buisson lo dice claramente: “la educación republicana no cree en verdades absolutas, inmutables, intangibles. No acepta ni la doctrina del Estado ni la de la Iglesia, es la expresión perfecta de la perfecta libertad”, El republicanismo radical no es un “estado de espíritu” como algunos consideran al citar la letra sin asimilar el contenido, sino una orientación del espíritu, una manera de reflexionar, un conjunto de principios que guían los actos y los métodos que son útiles para el hombre. Cuarto comentario:  El republicanismo a la francesa acentúa el compromiso ciudadano, del que la virtud constituye un elemento esencial. La virtud no es ninguna forma de  moral o de ética a la  que el individuo se consagra por la gracia de Dios sino un aprendizaje social derivado de las normas de convivencia las cuales son a su vez un producto de experiencias colectivas., de dialogo y de intercambio. La virtud representa la capacidad social de los ciudadanos para hacer prevalecer el interés general sobre el interés propio una manera de estar atentos, de no resignarse a un orden privado para que los hombres s e mantengan libres y amos de su destino.
(…)

Quinto comentario: Aquí es donde el debate republicano encuentra toda su expresiónSe3xto comentaruiio:  . Se trata de  discutir el discurso elitista (liberal o socialista) sobre la democracia representativa. La victoria aplastante de la democracia representativa de inspiración liberal sobre otras formas de gobierno ha trastocado  los datos de los intelectuales de izquierda. Si ayer., eran severos  hacia la democracia liberal, hoy la postura liberal democrática les parece a pesar de unas pocas reticencias, una realidad Intelectual tan potente y tan indiscutible que es inútil combatirla. Es el discurso socio-liberal actual de los intelectuales de izquierda en el gobierno tales como Furet, Julliard. Rosanvalllon y otros. Aquí la posición republicana no liberal contrasta enormemente.

Sexto comentario las democracias representativas contemporáneas (B.Manin 1995) han surgido como una forma de gobierno que sus propios fundadores oponían a la democracia de origen griego. Es cierto que en Francia se mantuvo una referencia obligada a esta última, pero cada vez menos viva.  La verdadera referencia es, hoy, la democracia norteamericana.  No hay de extrañar, pues, que un peritos francés recientemente se haya permitido declarar que “todos somos americanos”.  De esta manera la democracia representativa se aleja no solamente de la idea republicana sino que además  v se vacía de su esencia primera: la participación de todos en los asuntos públicos. Las huellas de esta desviación se encuentran  en las toma s de posición de hombres de reconocida influencia: de un lado Sieyes y de otro el americano Madison.  Los dos y muchos otros se encargaron  de asimilar democracia representativa a una forma moderna y nueva de república de inspiración filosofa liberal. El norteamericano james Madison (1751-1836), presidente de Estados Unidos

 Veía en él un sistema político superior.  Las decisiones venidas de los representantes tenían que3 ser forzosamente  más razonables, menos parciales y apasionadas que las emanadas directamente de los ciudadanos. El francés Emmanuel Sieyes (1748-1836), lo justificaba asi: Los ciudadanos no disponen de tiempo para ocuparse de los asuntos públicos. Llega por lo tanto a la conclusión, hoy  conocida,  que para gobernar es preciso tener una “profesión particular”, sin preocuparse demasiado por las consecuencias.  Por el contrario,  la verdadera tradición republicana es la de una democracia ni liberal ni representativa que recuerda la de Grecia antigua y la de la práctica política de las ciudades italianas del Renacimiento. Fue en la republica de Venecia  hasta su caída ( 1797) donde el sistema de sorteo estaba más  extendido. Venecia, la serenísima república  eligió así a su primer mandatario el  Dogo  desde  el año 697. Hubo cerca de dos mil años de democracia republicana directa o casi directa. También  en Florencia, la ciudad de Maquiavelo,  el renacimiento republicano instituyó el sorteo para designar a sus magistrados.  ¿ Cuáles han sido , por tanto , las razones, para construir una democracia representativa?.

En relamidas la opción  por una “república democrática representativa” no fue solamente el resultado  de un razonamiento “técnico” a propósito del número de habitante en  las ciudades  modernas. Por supuesto que si fue racional pero porque  la verdadera razón fue de orden político: el miedo a la “canalla” del pueblo incontrolable, de los incultos y de la gente sin propiedades. Así, el rechazo a reconocer la igualdad política potencial se sitúa  en el ámbito de la aristocracia. La toma de decisiones  de gobierno es asunto de una elite, y todo ello al mismo tiempo que se felicita de haber conseguido la libertad para el mayor número. Republica oligárquica, por lo tanto, El verdadero debate fue escamoteado y sigue siéndolo. El republicanismo no liberal se había pronunciado desde hacía ya mucho tiempo denunciando las perversiones posibles de una forma representativa de gobierno. El argumento central fue que el gobierno representativo comporta elementos democráticos pero la elección de los representantes reduce progresivamente el papel de los ciudadanos a  una actividad de  meros espectadores de forma que son  otros los que toman las decisiones en su nombre.  Es por esto por lo que el inglés Harrington expresaba su nostalgia del pasado y Rousseau su preferencia por las antiguas prácticas políticas. . A este respecto B.Manin ( 1995) ha escrito muy oportunamente: “Nada, sino una proyección de neustra propia cultura sobre el pasado , autoriza a pensar que Harr5ington, Rousseau o Montesquieu estuviesen considerados como marginales con sus observaciones sobre el sorteo en las elecciones· Y añade¨” las elite4s cultivadas que establecieron el gobierno representativo, lo sabían “ Y si Montesquieu  comenta  que si bien él considera que el sorteo es defectuoso, manifiesta una gran lucidez cuando escribe: “ El sufragio por sorteo es propio de la democracia, el sufragio por elección de la aristocracia. El sorteo es una forma  de elección  que no menosprecia  a nadie, deja a todo ciudadano la esperanza razonable de servir a su patria”. Los revolucionarios del 89,  enfrentaron ambas  propuestas, que después se superpusieron: la de los neoatenienses y la de los espartanos. Así, el debate sobre el sorteo durante la revolución fue abordado antes de nacerá. Y curiosamente,  no ha vuelto  a la pluma de los intelectuales ni a la palabra de los hombres políticos.  ¡Bonito consenso del pensamiento único sobre una cuestión ardiente ¡ Mas tarde,  Tocqueville, autor celebrado hoy por todos ( incluyendo a los socialistas), haciendo con gran agudeza el retrato de los americanos, al tiempo que se declara entusiasta de su dinamismo, se  inquieta sobre las consecuencias a largo plazo. Pero  claro, Tocqueville está  demasiado seducido  por la visión liberal para considerar la querella  quien se producía con los republicanos. La ideología prevalece  entonces  sobre la observación empírica. No obstante, el tiempo se ha encargado de mostrar la oportunidad de la crítica republicana no liberal y la necesidad de reconsiderar  la experiencia. Porque, curiosamente, la democracia representativa  roza la oligarquía incluso la dictadura por masa interpuesta.


 (*)Alexandre Dorna  es  Vice Présidente de l’Observatoire de la Démocratie,Profesor  d’Université en psychologie sociale et politique. . Pisocsociologo frajnces de origen chileno cuyos trabajos se especializan entorno a la psicosocilohgia po0litica. S profesor de histortia en la Universidad de Caen.


 Fuente: http://www.observatoiredemocratie.com/article-2940037.html


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