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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

DEMOCRACIA REPUBLICANA

ESTAS EN LA  PÁGINA "DEMOCRACIA ( directamente)  REPUBLICANA.

 este es el SUMARIO DE ESTA PAGINA:

1.- Tres textos de Cornelius Castoriadis sobre la democracia
2.-El sufragio universal no es siemprwe democrático
3.-¿ Es la democracia representativa realmente democratica?
4.- El sorteo en politica y la democracia deliberativa
5.-El sorteo en politica y la democracia representativa
6.-¿ Que es la democracia?
7.-Republicanismo y democracia representativa
8.-Breve historia del sorteo en politica
9.-El sorteo en democracia
10.-Cuestionando la democracia rfepresentativa

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Tres textos de Cornelius Castoriadis sobre la democracia repesentativa.

  
Uno de los ejes sobre los que siempre ha insistido  el pensamiento republicano ha sido el del autogobierno ciudadano. Necesariamente vinculado a este autogobierno se encuentra el otro de los ejes  del republicanismo: la responsabilidad necesaria de los ciudadanos (la virtus, el vivere civile)  para que exista la ciudad republicana, la polis, la  republica genuina y, en definitva, la política misma. Esta responsabilidad irrenunciable y aquel autogobierno hacen necesariamente plantearse  la institución política que haga viable un autogobierno de cualquier colectivo protagonizado de manera directa por los que lo componen según la visión republicana de organización de lo común.

 Rousseau fue, entre los herederos de la tradición del pensamiento republicano clásico, de los que se dieron cuenta del alcance, en términos de radicalismo democrático, de esta exigencia y de la  inconsecuencia de la contraria, es decir  de    la naciente institución de la  representación política. La democracia liberal representativa, fue en la praxis y sin embargo,  el sistema finalmente triunfante   en concordancia con su propia concepción de la política tan contraria al republicanismo.


 Esta  ideología triunfante  concibió la libertad  política como el gozo privado de derechos y posesiones y no como la construcción  del espacio  propio de lo humano  que surgía de la ciudad autogobernada por todos. La política, entonces, podría limitarse a una actividad propia de unos pocos, ricos, o sabios en quienes delegaban los ciudadanos para poder dedicarse  privadamente al goce de sus riquezas.  Los no poseedores de riquezas

se limitarían a dirigirse a una institución ajena a ellos, un Estado prestador de servicios y compuesto de personal “competente” para que atendiese  sus demandas. El Estado, la actividad política misma , debería estar cercada en  una jaula  como si  de una bestia furiosa se tratase, para que no interviniese en la libre disposición y libre arbitrio del uso de las riquezas por los ricos, incluyendo  entre esas riquezas, a sus servidores dominados.  Los representantes políticos encajaban en esa nueva concepción al ser los que servirían  para que presentasen y se hiciesen eco de las  demandas  planteadas ante esa institución  compuesta por técnicos y  para que fuesen  atendidas de manera experta, dado que el populacho, victima de las pasiones que le eran propias, no podría hacerlo.  Como lo expresaría Benjamin Constant en su notorio texto de la Libertad de los Modernos: los pobres se ocupan ellos mismos de sus propios asuntos, los ricos lo hacen por medio  de administradores, la democracia directa era cosa de pobres, la representativa, cosa de ricos. La democracia liberal representativa  era una ciudad con funcionamiento característico , el del individualismo posesivo, cuyo fin era  proteger el goce de  las posesiones y de la vida privada,…. de quienes poseen. Los no poseedores seguirían en la obediencia civil  de lo que la respetada y sacrosanta  vida privada de sus amos le dictaba.

 
El resto de la historia es conocido y sus avatares  teóricos pasan primeramente para  justificar el sistema de representación, reconociéndolo francamente como un instrumento óptimo  para ser una barrera y límite contra la “cosa mala” que era la democracia .Posteriormente siendo  la justificación ideológica y de mala fe  inoperante y descarada – una vez que de la democracia  no podría sostenerse que  era una  maldición de multitudes incapaces- se apoyo en una presunta  imposibilidad técnica por otras razones que circunstancialmente se iban encontrando. Es ilustrativo  de la mala fe  el seguimiento de la deriva del argumento típico contra la democracia directa en la polémica postconstitucional americana :  sus detractores propugnaban  las ventajas de un estado extenso, porque esto impediría la participación  democrática  e indeseable   de las masas y la obligada delegación en expertos y hombres cultos  dada la envergadura de los problemas. Mas tarde, fue al contrario, se argumentaba que un estado extenso, lamentablemente no podía permitirselo.

La institución de la representación política se vincula   forzosamente con  una concepción  moderna de lo político  puesta por el pensamiento liberal dominante .Para ésta, el Estado, lugar de lo político , está separado de la comunidad, se enfrenta a ella y lo gobierna. Ese Estado, ajeno, instancia superior a la que deben dirigirse las demandas de servicios y derechos tiene el monopolio de la actividad política concebida asi como una actividad propia de expertos y técnicos. El pueblo – cuanto mas apolítico mejor-no gobierna, no gestiona los  asuntos comunes , se limita a la actividad de elección y control. No hay nada mas alejado de la visión republicana donde la actividad politica forma parte de la ética, es decir que es el hombre el autolegislador de sus propias normas y crea asi su mundo moral y político. El espacio político, la res publica,  es por lo tanto el espacio  propio de lo humano donde se gestiona , se acuerda  y gobiernan las conductas y las  normas que nos damos a nosotros mismos y su practica es por tanto la practica de la libertad  y forma parte del desarrollo de nuestra  personalidad moral. La actividad política directa del ciudadano es una actividad de desarrollo de la plenitud personal. Lo  exclusivamente “ privado”-el idion, sitio de  los idiotes-  está privado de humanidad  y de igualdad  y es por lo tanto-  y no solo por su naturaleza  que se deriva de ello , sino por la experiencia de los hechos-  el lugar de la dominación y de las monarquías de todo género.

Es, por lo tanto un debate que el republicanismo trae de manera permanente y que se hace particularmente agudo en la circunstancia de la praxis política contemporánea.

La Cabaña aporta a la reflexión,  como material de interés, tres  textos de C.Castoriadis.(c )


Textos:

1.- Cornelius Castoriadis.-“Democracia y relativismo” .Debate en el MAUSS(1)


 (…) “. Retomo el hilo de su pregunta: ¿ Que posibilidad existe hoy, según usted, de hacer renacer formas de democracia directa y que relación podría tener ésta con el sistema representativo? Para mi , la única democracia es la directa. Una democracia representativa no es democracia, sobre esto estoy de acuerdo, no ya con Marx , sino sencillamente con Rousseau ( que no es por cierto el único que ha mantenido esta posición), que observaba que los ingleses solo eran libres el dia que elegían a sus representantes (1). Y ni siquiera ese dia (2). Porque cuando llega ese dia ya no  hay naa que decidir. La próxima primavera habra elecciones a presidente de la República. ¿ en que va a consistir la libertad de los franceses? En elegir entre Balladur y Chcirac o Chirac y Delosr. Eso es todo. No hay otra libertad. No hay nada más.

El gran argumento contra la democracia directa en las sociedades modernas es la dimensión de estas sociedades. Es un argumento de mala fe. Histórica, concreta y políticamente ¿Porque históricamente? El régimen representativo de Occidente es desconocido en la Antigüedad, había magistrados no representantes Por lo que a mi respecta, estoy de acuerdo en que haya magistrados revocables, etc. pero no estoy de acuerdo en ser representado. Lo considera como un insulto personal. Hay un libro excelente de Yves Barel,  sobre la cuidad medieval (3) que muestra bien el sentido de la evolución de la sociedad medieval . Fue publicado hace ya algún tiempo, pero no creo que las interpretaciones hayan cambiado mucho al respecto. Puede verse el el como aparece el régimen representativo en las ciudades de Occidente que tendían  a autogobernarse en los siglos XI y XII. Estas ciudades  contaban con la décima parte de la población de Atenas del periodo clásico- entre 30.000 y 40.000 ciudadanos activos, de los cuales, la  mitad, se reunían en ekklesia y más quizá cuando había que tomar grandes decisiones. En estas ciudades medievales solo Vivian ente 3.000 y 6.000  personas. Peor no elegían magistrados, elegían representantes. La idea de la representación es una idea moderna, y es evidente ue su raiz se encuentra en la heteronimia y la alineación política. ¿Que son los representantes?¿Porque tiene que haber representes? Con el tiempo el término ha pasado a ser intrasitivo, pero al principio era transitito:  los representantes son representantes de cara al poder. Por lo tanto el hecho de elegir representantes presupone que existe un rey, es el caso clásico de Inglaterra, por ejemplo, un rey ante quien se envía representantes. Y le rey gobierna – King in his parliament- no se trata de la monarquia absoluta, es el rey en su parlamento, son los representantes de los súbditos.

Esto no tiene nada que ver con la dimensión de la población , y la prueba de ello es que se puede plantear la cuestión desde otro ángulo. Suponemos qe en una nación moderna no puede haber democracia directa. ¿ porque no puede haber democracracia directa en una ciudad de 100.000 habitantes, es decir de 50.000 ciudadanos activos? no  es por la dimensión , ya que en Atenas era posible cuando habíea 40.000 habitantes, ciudadanos activos. O establezcamos entonces la democracia directa en las ciudades de 40.000 habiantes activos. Pero no, nadie plantea la cuestión bajo ese ángulo. El argumento de la dimensión , para oponerse ala democracia directa es un  de hecho un sofisma y no creo que se presente con buena fe.

No quiero hacer la critica del rgimen representativo pues ya ha sido hecha cincuenta mil veces, no hay nada que añadir. Pero el verdadero argumento en pro de la democracia representativa- no hay que olvidarlo- es el argumentote Benjamin Constant  en un texto de 1891: De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, ya esbozado ieen Ferguson en Un ensayo sobre la historia de ls sociedad civil (1759). Estos autores no eran  ideólogos ni teóricos de mala fe, eran politicos con los pies en la tierra. ¿ Cual es el argumento?. Es que, en las sociedades modernas, lo que interesa a la gente no son los asuntos comunes, es la protección de de los bienes de que disfrutan (jouissances). Estos son los términos que utiliza Constant, aunque Ferguson decía más o menos lo mismo. Constant añade además que, como la mayoría de la gente en una sociedad moderna trabaja en un oficio manual, en oficios embrutecedores, como los obreros de la industria, es por lo tanto completamente normal que exista un sufragio censitario  y que solo  las personas qe, por su forma de vida, tienen el tiempo disponible para reflexionar en los asuntos públicos y ocuparse de ellos (3).

Queda la cuestión real  de una democracia  directa a escala de las sociedades modernas, de naciones, quizás de continentes, quizás de la humanidad entera. No poseo la  respuesta sobre las formas institucionales para ello. Lo único que digo es que  en la creación de los grandes movimientos políticos y sociales de la época moderna, se puede encontrar todavía gérmenes de formas de regimenes que permiten una democracia directa. Por ejemplo, en la forma de la Comuna de Paris o de los soviets- los verdaderos, antes de que hubieran sido domesticados por los bolcheviques- o de los consejos obreros; con un poder, el mayor posible, de las asambleas generales, es decir, de la democracia directa, en las decisiones ultimas y, subsidiariamente, como se diría ahora, un poder de delegados, pero de delegados elegidos y revocables, revocables en cualquier momento, es decir , sin capacidad para expropiar a la colectividad de su poder para arrogárselo ellos. (4).Sobre esto, repito una vez mas que yo pienso que la democracia solo puede ser democracia directa y que la democracia directa solo puede venir como resultado de un  enorme movimiento popular de la sociedad, e la gran mayoría de la sociedad. Solo la creatividad de la sociedad puede dar respuestas que esten a la altura de un problema como este. Pero si la sociedad no es capaz de encontrar formas de ejercicio del poder que sena verdaderamente democráticas, aquellas que yo he esbozado, u otras, quiza mas eficaces, no habrá nada que hacer, habrá nuevamente un sistema representativo, habrá nuevamente lo que Marx llamo la recaída en el fárrago anterior, es decir, la recaída en la expropiación el poder los representantes, por los reposeen riqueza o por la gente que controla los medios de comunicación como hoy dia,etc


2.- Cornelius Castoriadis.- “Fait et á Faire”.- (5)

“..La primera condición para que exista una sociedad autónoma-una  sociedad democrática- es   que la esfera pública/pública sea una ecclesia y no un objeto de apropiación privada por parte de grupos particulares. Las implicaciones de esta condición son innumerables; afectan tanto a la organización de cualquier poder existente en la sociedad como  a la designación y control de todos los individuos encargados del ejercicio de una parcela cualquiera de ese poder ( podemos llamarlos magistrados); tanto a la producción y difusión de la información ( asunto que en ningún caso  es meramente técnico sino decisivamente político come he escrito en 1957como, a un nivel mas profundo, a la paideia de los individuos (ya volveré sobre esto).  “Constitucionalmente”, que lo público este en efectivamente en la esfera publica implica que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial pertenezcan efectivamente al pueblo y sean ejercidos  por él mismo.

Aquí nos encontramos con la cuestión de la “representación”. Es penoso leer de la pluma de A.Heller que mi oposición a la idea de representación viene de que no era practicada en Atenas. No he cesado de repetir que la democracia ateniense no puede ser para nosotros  nada más que un germen nunca un modelo. Habría que estar locos para pretender que una organización política de 30.000 ciudadanos pueda copiarse para organizar otra de 35 o 15o millones de ciudadanos, (…) A.Heller olvida la critica demoledora de la representación  se ha  hecho en la Edad Moderna, a menos a partir de Rousseau, así como  olvida igualmente las criticas igualmente devastadoras hechas al “mercado” capitalista. Elle que vive en Estados Unidos, ¿ignora que allí, un senador una vez elegido está seguro  de serlo prácticamente para toda la vida (gracias a los fondos de los PAC ( Political Action Commitees que le llegan?.

¿Porque nuestros filósofos políticos no evocan nunca metafísica de la representación  y  dejan desdeñosamente su realidad efectiva a los sociólogos? .Es algo típico de la “filosofía o teoría política” contemporánea. La idea central de la representación  no conoce ninguna reflexión filosófica, y los discursos que sobre ella se tienen no tienen ninguna relación con la realidad.Yo, en tanto que hombre que quiere ser libre, acepto gustosamente obedecer a los magistrados que yo he elegido mientras obren legalmente y no hayan sido revocados según el procedimiento. Pero la idea de que alguien pueda representarme me parece insoportablemente insultante si no fuese por lo que tiene de cómico.

La  “representación” es, tanto en el concepto como en los hechos, una alienación (en el sentido jurídico del termino de transferencia de propiedad) de la soberanía, de los “representados” hacia los “representantes”. En una sociedad democrática, los magistrados cuya función exige alguna competencia particular, deben ser elegidos ( no porque los griegos hayan inventado las elecciones, lo que es cierto, sino porque las elecciones son el único medio razonable de elegir en ese caso) y revocables. Toda irrevocabilidad, incluso “limitada” en el tiempo, tiende lógicamente a “autonomizar” el poder de los electos.

La elección no es el mejor medio de designación de magistrados en los otros casos(los que no exigen alguna competencia particular) por las razones que he explicado ampliamente, y que S.Khilnani resume de manera excelente: por ella se crea una división del trabajo político. La política tiene que ver con el poder y una división de tareas en política no significa ni puede significar otra cosa que  una división entre gobernantes y gobernados, dominantes y dominados. Una democracia aceptará evidentemente una  división de tareas políticas pero no la división del trabajo político, a saber, la división fija y estable de la sociedad política entre dirigentes y ejecutantes, la existencia de una categoría de individuos cuyo papel, cuyo oficio, cuyo interés, es dirigir a los demás.


3.-Cornelius Castoriadis:.-“Lo que hace a Grecia”.-El pensamiento pollitico (6)


No existe espacio publico verdadero mas que en la medida en que existe un interés real de los ciudadanos por ese espacio público, y este interés no existe más que como parte y portador de su interés vital por la cosa publica.- la res publicato koina, opuesto a la idia-la cual a su vez no puede existir mas que en la medida en que ellos pueden algo en cuanto a esta cosa publica. Un espacio publico no es  simplemente  una entidad creada de una vez por todas y que funciona por si  misma un vez que se han otorgado algunas libertades de expresión. No desconozco ,por upuesto , la diferencia que hay entre un régimen  donde esas libertades existen y otro donde se han suprimido. No solo que es preferible vivir en el primero mas que en el segundo, sino que  hay cosas políticamente importantes que son posibles en uno y no en otro. Pero, como lo demuestra la mayoría de las sociedades “democráticas”   contemporáneas, un espacio  publico y formal  pierde su importancia y su significación  en la medida en que los ciudadanos son pasivizados con respecto a la cosa publica por tal o cual proceso o mecanismo y lo son fatalmente en la medida en que creen , con razon, que no pueden hacer nada o no demasiado..En ultima instancia, - instancia que hoy hemos alanzado prácticamente-  el espacio publico, en estas condiciones, solo sirve para la difusión de la pornografía ( hablo de la pornografía política e ideológica). Este pseudo  espacio público y el papel contemporáneo de los medios de comunicación van de la mano. El espacio publico, el agora, tal como existió en Atenas, era sostenido por el  interés activo  de los ciudadanos, indisociable de lo que estos miso ciudadanos iba a tener ue decidir, el da siguiente , sobre tal o cual ley, tal o cual construcción publica, tal o cual  politica extranjera, sobre la paz y la guerra que tendrían que hacer ellos mismos.

Solo por medio de este espacio publico, no gratuito, toman sentido los procedimientos de discusión, de confrontación, de control, y por ultimo, de deliberación. Esta deliberación, que tiene lugar  en la ekklesia, vale porque está el agora y la discusión incesante de los  asuntos comunes. E, inversamente, porque saben que hay deliberación y porque la quieren es por lo que los atenienses discuten seriamente sobre estos asuntos. La condición intermedia aquí, de hecho crucial, es la democracia directa. Los asuntos públicos se discuten con pasión porque uno mismo tendrá que decidir sobre ellos. No hay nada para discutir- con pasión o sin ella si se trata de  “elegir “representantes”, quienes, un vez elegidos, podrán hacer, y hacen regularmente, cualquier cosa. La democracia  “representativa”, es de  hecho, la negación de la democracia, es la gran mistificación política de los tiempos modernos. La democracia “representativa” es una contradicción en los términos que esconde un engaño fundamental (7). Y de la mano de esa mixtificación viene la mistificación de las elecciones. Las elecciones no son una institución o un procedimiento democrático. A Herodoto no se le ocurre decir que las elecciones sean una característica de la democracia, la democracia se define, entre otras cosas, por el sorteo de los magistrados. Los primeros sindicatos ingleses reencuentran esta verdad profunda en el siglo XIX: los puestos que hay que ocupar son cubiertos por rotación, lo cual es lo equivalente. Los atenienses sortean a sus magistrados. Los puestos electivos, en lo esencial, se limitan a los estrategas, donde, por la naturaleza de las cosas (se trata de la conducta de los ejércitos y las operaciones militares) es indispensable una unidad  , colegiada de mando y una pericia y capacidad tienen sentido. Profunda sabiduría, exactamente opuesta a la chochez contemporánea: los puestos son electivos esencialmente para tareas de tecnicidad y pericia. No son los expertos los que deciden quien es experto, es el pueblo el que lo decide, con razón, él los ha visto en acción, ( Hoy conocemos el resultado de la designación de “ expertos” por “ expertos).Pero en los asuntos políticos, por definición, no hay pericia particular. Como sabemos aquí es Platón  quien comienza y funda el engaño mortal de la pericia, de un saber y ciencia particular que habilitaría para gobernar a los humanos. Y lo hace con total conocimiento de causa- como lo muestra el Portagoras, y el mito de Protagras que expresa completamente con un ropaje místico, la filosofía en acto de la democracia.
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(a ) Cornelius Castoriadis.-“Democracia y relativismo”.-Debate en el MAUSS.-trotta  2007.
(b).- Entre otros,: R.Gargarella “ Nos los representantes”.Miño y Davila 2010 .-B.Manin: “ Los principios del gobierno representativo”Alianza 1998.-G.Pisarello “ Un largo termidor”.Trotta 2011.-B.Baylin. “los orígenes ideológicos de la revolución norteamericana”.Paidos 1972.-“Articulos federalistas y antifederalistas”.Alianza 2002.-A.Arblaster.”Democracia”.Alianza  1987
(c).-¿ Castoriadis repubicano?. Es una cuestion a seguir. Apuntamos aquí la similitud de posiciones con otra reflexion, esta si, reconocida como antecedente del republicanismo moderno: Hanna Arendt por las vías de un enfoque  similar. La reflexión sobre el oikos, el agora,la ecclesia, lo privado y lo publico,   la  politeia y la práctica  politica de la democracia griega como germen e ilustración  de una ontología política , la contraposición   de una doxa como constitutivo de lo político frente a una Verdad o una episteme,   la fuerza autónoma  similar al agere arendtiano de del “instituir” politico  de Castoriadis, el subrayado en la virtud activa del ciudadano …
 (1).”…El pueblo ingles cree ser libre, pero se equivoca; solo lo es durante la elección de os miembros del parlamento, una vez elegidos, se convierte en esclavo, no es nada” ( J.J.Rousseau El contrato social III,XV)
(2).-“en el instante en que un pueblo nombre representantes, ya no es libre, ya no existe”( Ibid,)
(3).-Constant en ese mismo texto, añade otro argumento, que pone en evidencia la intención limitativa  y de clase del sistema moderno de representación: Los pobres se ocupan  ellos mismos de sus asuntos, los ricos utilizan administradores. A imagen de la política, la democracia seria cosa de pobres, el sistema de representación – elección de administradores- es cosa propia  de ricos. ( Nota MAD).
(4).-Castoriadis se refirio en el mismo sentido en alguna ocasión a la experiencia e gestión obrera ensayada en el curso de la guerra civil española.
(5).-Cornelius Catsoriadis.” Fait et á faire” Ed. Du Seuil 1997
(6).-C.Castoriadis.-“ Lo que hae a Grecia.-El pensamiento politico.-Seminarios 1982-1983.-FCE 2006.-pp pp 351-353
(7).-Yo mismo escribi: “ decidir sobre quien debe deidir ya o es decidir completamente”.”Sur le ccotenu du socialisme”.-,retomado en  la tad española  “

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EL SUFRAGIO UNIVERSAL NO ES SIEMPRE

DEMOCRÁTICO
Por Jean Paul Jouary (*)


Puede parecer chocante hoy sostener tal afirmación dado que el derecho al voto ha sido difícil de conseguir y nos parece  tan evidente que los pueblos que carecen de él los consideramos como privados de democracia. De hecho no se da democracia sin que el pueblo ejerza su decisión por un sufragio universal.

Sin embargo, nos equivocaríamos si creyésemos por eso  que todo sufragio universal haya de ser democrático. Después de todo, en Francia, por ejemplo, no se elige a los jueces porque se entiende que en ese caso, para resultar electos harían campaña apelando a las pasiones populares del momento ignorando la legitimidad de las leyes. El ejemplo de Estado Unidos está ahí para probarlo a propósito de ciertas sentencias con   pena de muerte. De la misma manera, de nuevo en Francia por ejemplo,  parece normal que no se elija a los miembros de un jurado  sino que se haga por sorteo porque se piensa que elegirlos conduciría también en este caso a que la  aplicación de la justicia dependiera de la percepción apasionada de un determinado suceso  del momento. Cuando se trata de ejecutar una norma decidida por el pueblo y por nadie más, y sobre todo,  cuando no se trata de dar el poder de modificar las normas, el sorteo o el nombramiento administrativo parecen ser más adecuados a la democracia que la elección por sufragio. 

Esto se admite como principio  salvo con la notable excepción del nombramiento de los que gobiernan. ¿Porqué?

Un poco de historia:

Sin embargo hasta finales del XVII no fue  así. Por esa razón Rousseau señala que la democracia siempre se asimilaba al sorteo y no a la elección por sufragio. Considera, en un célebre pasaje, que es incompatible la soberanía popular y la delegación en representante: “No siendo la soberanía más que el ejercicio de la voluntad general, jamás puede enajenarse, y el Soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo (...).¿Qué es, pues, el gobierno? Un cuerpo intermediario establecido entre los súbditos y el Soberano para su mutua correspondencia (...) De suerte que en el instante en que el gobierno usurpa la soberanía, el pacto social queda roto, y todos los simples ciudadanos, vueltos de derecho a su libertad natural, son forzados, pero no obligados, a obedecer. (...)La soberanía no puede estar representada, por la misma razón por la que no puede ser enajenada; consiste esencialmente en la voluntad general, y la voluntad no se representa; es la misma o es otra; no hay término medio. Los diputados del pueblo no son, pues, ni pueden ser sus representantes, no son más que sus mandatarios; no pueden concluir nada definitivamente. Toda ley no ratificada por el pueblo en persona es nula; no es una ley. El pueblo inglés cree ser libre, y se engaña mucho; no lo es sino durante la elección de los miembros del Parlamento; desde el momento en que éstos son elegidos, el pueblo ya es esclavo, no es nada.” (1)

  Al hacer esta reflexión  se identifica con Montesquieu. Este último, en efecto, escribe en su “Espíritu de las Leyes”: “La elección por sorteo es propio de la democracia, la elección por sufragio de la aristocracia. El sorteo es una forma de elegir que no perjudica a andie y proporciona a todo ciudadano la esperanza razonable de serbia a su patria. Pero como en  si mismo, presenta defectos,  los legisladores se han esforzado en regularlo y corregirlo. Solon estableció en Atenas que se nombrase por elección a todos los cargos militares y que los senadores y los jueces lo fuesen por sorteo. Quiso  que fuesen electas las magistraturas civiles que exigiesen  unos mayores gastos y que las restantes se sorteasen. Pero para corregir el sorteo, estableció que no se pudiese elegir que entre aquellos que se presentasen, que el elegido fuese examinado por jueces y qué cualquiera podía acusar al electo de no ser digno del cargo: es decir era al mismo tiempo elección y sorteo. Cuando su magistratura llegaba a término, era necesario llevar a cabo otro juicio acerca de la manera en que se había desempeñado”.(2)

En la antigüedad, donde fue inventada la democracia, Aristóteles decía lo mismo en su Politica: “Se considera que existe democracia  cuando los cargos públicos  se atribuyen  por sorteo y como oligarquía cuando son electivos”. (3)

¿Designar a los gobernantes par sorteo?  Luecosa puede parecer absurda si  la imaginamos en neustra sociedad donde se confunde “ gobernar” y “ dirigir” dado que lejos de obligar a los gobernantes a cumplir con el deber de aplicar lo decidido  por el pueblo, tenemos la costumbre de darles poder de modificar esto último.  Pero durante siglos  se consideró como evidente que únicamente los aristócratas podían preferir que se  procediese a la elección de los gobernantes y que los demócratas se ocupaban de sortearlos. La razón estriba en que el que es designado por sorteo no procede  de ninguna elección que le permita creer que el pueblo le elije por sus ideas y cualidades personales ni puede pretender que se la haya confiado poder alguno ni decidir en nombre del pueblo sino  para cumplir con los deseos de quien le mandata. Al ser elegido  por sorteo , por el contrario, no  puede entender que tenga que decidir en nombre del pueblo o incluso contra él apelando a cualidad alguna personal. Mientras que quien es  designado por elección se siente investido de una confianza que se transforma enseguida en la pretensión de decidir por su cuenta en nombre de otros, lo que es ponerse “en lugar de” el pueblo.

Por esta razón en Atenas, donde se creó la democracia, el sorteo fue practicado durante dos siglos para la designación de seiscientas de entre las setecientas magistraturas públicas, al entenderse que las decisiones esenciales pertenecían al voto directo de la asamblea de los ciudadanos (varios miles  a pesar de excluirse de la ciudadanía  a mujeres, esclavos y extranjeros). La democracia se entendía que consistía en que  el pueblo tomaba las decisiones y dictaba las leyes y no consistía en elegir a personas. Este sistema de sorteo, como bien señala Montesquieu, estaba encuadrado en un conjunto de procedimientos muy severos para las que no eran honrados o inco0mpetentes, pues no  podía salir por sorteo nadie durante más de dos años seguidos dado que se controlaba  el cumplimiento del ejercicio precedente. El sistema de sorteo limitaba en todo caso las consecuencias originadas en ese riesgo de incompetencia puesto que los magistrados no dirigían la Polis, siendo esa función  privilegio de la Asamblea del pueblo ( Ekklesia). A esto se añadía que el carácter democrático del sorteo estaba acompañado de una remuneración que permitiese a todos acceder al cargo.

Con esa misma preocupación de evitar el dar demasiado poder a individuos o grupos de intereses particulares entre los siglos XI y XII los primeros municipios italianos designaban también por sorteo a sus magistrados. En Florencia en los periodos republicanos del Renacimiento, entre los dos periodos de dominio de los Medicis, el sorteo se practicaba habitualmente combinándolo con una S selección de candidatos por votación, así como se establecía la rotación de cargos.

No es de extrañar que Rousseau haya prestado una atención especial al problema porque está intimamete ligado  al de la pretensión de algunos  de representar al pueblo, es decir, gobernar en su lugar. Esto es exactamente lo que, según él,  constituye un obstáculo a toda legitimidad política aunque generalmente y habitualmente   se  perciba como propio de una democracia legitima

Los argumentos  de los “demócratas” contra la democracia

 No faltan argumentos contra  esta teoría y  no son menospreciables.

El sorteo  supone que es el pueblo quien decide  prácticamente de todo lo que le concierne. Esto era concebible en Atenas donde  solamente unos miles  de personas constituían la ciudadanía y el tamaño de la Ciudad permitía reunirse periódicamente en el lugar mismo de la toma de decisiones (la famosa Agora al principio y posteriormente ,  un lugar  más abierto), y  donde la esclavitud dejaba el ocio a una buena parte de los ciudadanos para  ocuparse exclusivamente de su actividad cívica. No pue   uno imaginarse que un pueblo como Francia ( y menos de Chinas) que se reuniese en sui totalidad o en gran parte regularmente para debatir todas las cuestiones que les concierne. Desde el siglo XVIII este argumento se utiliza para descalificar la teoría de la democracia directa y el sistema de sorteo. ¿Pero la informática e internet no  haría que  hoy dia  pueda contemplarse algo parecido? El argumento entonces no es tan válido y merece que sea reflexionado  por la ciudadanía. Se dice también que para gobernar hay que tener unas competencias que no posee el común de los ciudadanos. Pero este argumento ¿no es el más antidemocrática que existe? En ese caso ¿no se da a esos mismos “incompetentes” el derecho de voto de manera exclusiva? De hecho, no es raro que gobiernos electos cuándo se encuentran en contradicción evidente con las aspiraciones de su pueblo, rehúsen organizar  ni siquiera un referéndum argumentando de manera explícita que en ese caso el pueblo podría responder negativamente o equivocarse. Lo que se discute por lo tanto no es el  sorteo o la democracia directa sino la de la democracia misma.  ¿Estamos dispuestos a admitir, el principio mismo  que fundamenta  la democracia con todas sus consecuencias o no? Esa, pues, otro tema que  proponer a la reflexión de la ciudadanía.

La democracia, comporta el riesgo de que el pueblo pueda estar influido por la demagogia de uno u otro orador con  carisma mistificador, como sabemos desde Platón.  La historia de las democracias nos muestra los peligros a los que está expuesta. Pero ese peligro  y aquel riesgo  ¿es  mayor que el que por sufragio universal se delegue el poder a unos pocos? En Atenas el cara a cara físico entre electores y oradores daba a la retórica uh poder muy particular. En las democracias que surgieron desde el XIX, es cierto que el sufragio está  más bien determinado por las ideas, los principios, las referencias del partido, que por la fuerza persuasiva del orador. Pero la televisión ha  multiplicado  esa fuerza y el orador, hoy,  entra en  nuestros hogares.

Basten estás simples notas para ayudar a darse cuenta que las ideas de Rousseau sobre el significado del sufragio  y la imposibilidad de una representación del pueblo  soberano pueden servir de estímulo para los ciudadanos actuales y para el futuro de la política. Sin embargo  el sorteo de diputados (incluso del presidente), se da por  superado demasiado deprisa de manera definitiva aunque en si no sea absurdo.

(*).-Jean Paul Jouary.-“ Rousseau citoyen du futur”.-Le libre de Poche.-2013
Jean-Paul Jouary (né en 1948) est un philosophe et essayiste français, longtemps proche du Parti communiste français.Il est actuellement professeur en classe préparatoire au Lycée Claude-Monet et à l'Ecole Nationale de Commerce à Paris. Jadis membre du PCF qu'il a quitté en 2000, il a été pendant dix ans rédacteur en chef de l'hebdomadaire Révolution. De 1981 à 1984, il est conseiller dans le cabinet du ministre Charles Fiterman.Il a été professeur au lycée de Saint-Denis, chargé de cours à l'Université de Picardie. Auteur de plusieurs essais se réclamant du marxisme avec le journaliste et philosophe Arnaud Spire, il a également fait paraître une anthologie de Diderot. Ses publications actuelles concernent la philosophie des sciences, la philosophie politique, l'art paléolithique et l'initiation aux démarches philosophiques, mais aussi l'art de la préhistoire et la gastronomie...
(¡).- J.J. Rousseau .”El contrato social.-Lib III, cap 15
(2).-Montesquieu.-“El espíritu de las leyes”.
(23.-Aristoteles.-Politica

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¿ ES LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA RFEALMENTE DEMOCRATRICA?
-  Entrevista a Bernard Manin y Nadia Urbinati 
Por Elena Landemore (*)

La representación, ¿traiciona o cumple la idea de la democracia? En  el fondo ¿es más bien una desviación de la soberanía  popular llevado a cabo por las elites  o por el contrario permitiría la emergencia de una verdadera voluntad democrática? Nadia urbanati y Bernard Manin debaten sobre este asunto en la entrevista realizada por Elena Landemore  en Nueva York en abril de 2007, que reproducimos.

1.- Origen de la democracia representativa:

Hélène Landemore : Bernard Manin y  Nadia Urbinati,  ambos han escrito libros con parecidos títulos. Respectivamente: “ los priincipio0s del gobierno representativo” y  “Democracia representativa; Principios y genealogía “ , pero ni la representación es forzosamente democrática no la democracia necesariamente representativa., ¿Como se ha producido , desde el punto de vista histórico, el encuentro de estos dos conceptos? ¿Cuándo aparece por vez primera la democracia representativa?

Nadia  Urbinati : Según Gordon Wood, la expresión fue utilizada por primera vez por Alexandre Hamilton  en 1777 en una carta al gobernador Morris. La Revolcón americana, al contrario que la revolución Francesa, no experimentó un conflicto dramático entre soberanía popular y representación y ha producido sin duda el primer esfuerzo para disociar la democracia de los modernos de la de los antiguos, es decir la democracia “representativa” de la “democracia pura”. Con el fin de marcar  la diferencia y evitar cualquier confusión,. Los líderes americanos prefirieron emplear la palabra “republicano” para caracterizar su gobierno popular, En todo caso, el término “ democracia representativa” se utilizaba de manera más sistemática a principios de los años 1790 por Paine, Condorcet y Sièyes. En sus “Bases del Orden Social” ( 1794) Sièyes opera una distinción interesante entre dos  interpretaciones del gobierno representativo de las que una sola es democrática aunque las dos se fundamente  en el principio de elecciones.  Las dos interpretaciones se aplican a territorios extensos y densamente poblados, pero la primera consiste en  facilitar “encuentros parciales en diversas localidades” mientras que la segunda consiste únicamente en “nombrar diputados para una asamblea central”. Así, según Sièyes, la primera no es resultado de una volunt6ad  general única dado que presta voz a ciudadanos que viven en localidades, pareciéndose en esto al modelo de Condorcet. Lo que nos interesa es que Sièyes comprende bien la diferencia entre ambas formas de gobierno representativo.

H.L. : ¿Podría decirse, Sr. Bernard Manin, que la diferencia  consiste en el hecho de que la democracia representativa es auténticamente democrática mientras el gobierno representativo es , en el fondo, aristocrático.
Bernard  Manin : No, no es eso lo que yo sostengo. La representación comporta muchos elementos democráticos, en particular la posibilidad para todos los ciudadanos de pedir cuentas a los representantes al final de su mandato y de despedirles si su labor en el poder no se juzga satisfactoria. Estos aspectos democráticos son reales e importantes. Mi tesis es que la representación no comporta únicamente elementos democráticos. La representación es también el gobierno de elites que no están estrictamente obligadas a realizar los deseos de sus mandatarios. Así, el gobierno representativo combina elementos democráticos y no democráticos.  Es por ello por lo que yo la caracterizo como una forma de gobierno “mixta” inspirándome en la idea de la constitución  mixta de los antiguos que remonta a Aristóteles y Polibio. Describir las democracias representativas modernas uni9cammnete como sistemas en los que el pueblo es “soberano” o se autogobierna   e manera “indirecta”, es oscurece r la naturaleza mixta de estos sistemas.

H.L. : ¿Quiere decir que los antiguos no conocían  ninguna forma de representación?
B. Manin : Si, diría eso. No creo que pueda contemplarse el consejo ateniense, la Boule como un cuerpo representativo, las fuentes identifican la asamblea como • el pueblo de Atenas”, pero no identifican Boule y demos. Debe destacarse  que el Consejo no era apercibido como el representante  del pueblo,. La Boule era simplemente una magistratura colegial.
N. Urbinati : Estoy de acuerdo. El lugar de la representación política es aquel donde se hacen las leyes. En este sentido , los eruditos y líderes políticos del siglo XVIII reconocen que los modernos habían introducido algo que los antiguos no conocían, Quizá la revolución co0nsrtitucional inglesa del XVII  ha sido una etapa importante en la construcción  del gobierno representativo, El tránsito de la selección a la elección, o de la institución de una competición abierta para ocupar  los puestos legislativos ha supuesto un vuelco especial en la creación  de la constitución  de la representación política. El gobierno representativo exige estar vinculado a la institución de las elecciones y tratarse poder legislativo[E1] .  Ambos elementos combinados nos llevarían a concluir que el gobierno representativo es el gobierno de los modernos.

H.L. : ¿Cuando surge el concepto de representación?
N. Urbinati : Es u na larga historia. Los historiadores no0s dicen que comienza en la Edad Media en el seno de la Iglesia. También en este caso la cuestión era la de resolver el problema entre centro yu periferia. La Iglesia buscaba representar ña comunidad de toda la cristi9andad y la representación se utilizaba como una manera de unificar al pueblo o de ligar al vasto pueblo de los creyentes. En la edad Media  se inició la figura del contrato en la ley pública. Las comunidades religiosas y laicas aceptaron ambas la decisión referida a que el nombramiento en el poder fuese reglado por una ley pública y, como escribe Otto Gierke, este nombrami9ento implicaba qué todo poder de naturaleza política debía de “representar” a la comunidad entera. Sin embargo Scipione Maffei escribe en un estudio comparativo e histórico sobre las formas republicanas de gobierno  fechado  1736 que los romanos ya ‘practicaban la repre4smnetacioopnm con el fin de dar voz a las numerosas naciones que componían el imperio y hace referencia a Tacito, que en su germanía, describe las formas de representación  y de instituciones parlamentarias utilizadas por las tribus germánicas para presentar sus reivindicaciones ante el Senado romano.

Las comunidades religiosas  y laicas aceptaron ambas que  la decisión que versaba sobre los nombrami8entos al poder fuesen regulados por una ley publica y, como es cribe Otto Gierke,  este nombramiento implicaba que el poder de tipo  político debía “representar”  a la comunidad  entera. Sin embargo Scipione Maffei, escribe en un estudio  datado en  1736 comparativo e histórico sobre las formas republicanas de gobierno   que los romanos practicaban ya la representación  con el fin de dar voz a las diferentes naciones del imperio y hace referencia a Tácito, quien en su Germania, describe formas de representación  e instituciones utilizadas por las tribus germánicas con el fin de expresar sus reivindicaciones ente el Senado romano. La representación era en ese caso una forma de ligar las diferentes partes de un vástago territorio de la república con una necesidad de sistema federal.

B.Manin: Sin duda alguna  los orígenes de la representación hay que buscarlas en la edad media, en el marco de la iglesia y en el de las ciudades en sus relaciones con el rey o el emperador. La idea era la de enviar delegados que estaban ligados a los que les enviaban, Ahí se encuentra el origen del sistema representativo. Una comunidad determinada delegaba  en miembros  que tenían el poder de ligar a los que representaban. Es el corazón mismo de la noción de representación. Después la técnica fue transferida a otros contextos y utilizada con otros fines

N. Urbinati : También se daban en la práctica de ciertas instituciones privadas como entre abogados y juristas.

H. L.: ¿Cuál es el papel de Hobbes en esta historia?

N. Urbinati : Hobbes ha utilizado la estrategia de la representación  de un  manera novedosa e impo9rtantge con el fin de crear el estado soberano. La representación es para él un medio de legitimar al soberano absoluto retirando el poder al pueblo que es el sujeto del mismo. Es un manera interesante de legitimar la autoridad política qui9tando el pode al pueblo. La representación es un a noción que crea el soberano absoluto.

B. Manin : Hobbes articula quizás  con un rigor particular la idea de una autoridad soberana que obra y opera en sustitución de los súbditos. No obstante el hecho de que la teoría de Hobbes es particularmente  notable para nosotros no es la prueba de que haya tenido tal impacto en el desarrollo histórico real. Como Nadia y yo acabamos de señalar, las instituciones y practicas representativas son anterio0res a Hobbes. Señalamos asimismo que Hobbes no menciona en absoluto las elecciones como método de designación de la autoridad soberana. Por lo que respecta a la representación, es cierto que Sieyes había leído a Hobbes y que lo utiliza para justificar alginas de sus ideas sobre gobierno.  Pero no creo que se pueda tal apelación a Hobbes en el discurso de los Padres Fundadores americanos. Buscar ideas hobbesianas en los revolucionarios americanos y en los fundadores de la Cosmntitucio0nm americana parece un empeño cuanto menos complicado.

N. Urbinati : Skiner insiste en el papel de Hobbes en la creación del sistema representativo como función anti-republicana. Sin embargo Hobbes no utiliza la reprfe4setntacion  como una institución política o como una manera de crear un gobierno que esté ligado a la opinión del pueblo uy que este, en este sentido, imitado o restringido. Debemos separa la representación política de esa tradición que era una manera de otorgar al soberano un poder absoluto, y  no  de un gobierno basado en el consentimiento del pueblo. El siglo0 XVIII interesa porque pueden observarse las diferentes vías emprendidas por esa idea de democracia representativa. Pienso que el caso americano es de gran interés. Los fundadores americanos organizaron la rfepr4esmetacion en la práctica más que en la teoría.

2.-Principios de la democracia representativa:

H. L.: Vds. describen  los diferentes principios que caracterizan respectivamente al gobierno representativo y a la democracia representativa. ¿Cuáles son esos principios?  ¿En qué y porque son diferentes?

B. Manin : Mi libro trata esencialmente sobre la cuestión de los consensos institucionales concretos. Llamo arreglos institucionales principios porque  ha probado ser estables en el  transcurso del tiempo, Pero no entiendo los  principios  como  proposiciones abstractas y menos aún como ideales o valores. Mi enfoque es de naturaleza analítica y positiva.   Admito que esta esta perspectiva tiene sus límites, la adopto por el interés que tiene su utilización.
Yo identifico cuatro consensos institucionales que continúan sin cambiar desde la implantación de los sistemas representativos.
1/ Los que gobiernan son elegidos en elecciones que tienen lugar en intervalos regulares. No es simplemente el hecho de que los gobernantes sean electos lo que caracteriza el gobierno representativo sino el hecho de que las elecciones se repiten a intervalos regulares. En su célebre definición de    democracia  Schumpeter olvida mencionar el carácter recurrente de las competiciones electorales (1).  Sin embargo el hecho de que las elecciones se repitan tiene consecuencias capitales. Mientras están en el poder, los gobernantes están incitados a anticipar el juicio retrospectivo que los electores van a hacer sobre su gestión al final del mandato. De esta manera las elecciones seleccionan no solamente a los que gobiernan, afectan también a lo que hacen  mientras están en el poder. Al termiono0 de sui  mandato, los representantes públicos deben de rendir cuentas a  ciudadanos ordinarios. Es notable que en su definición, Schumpeter no haga ninguna mención a la obligación de rendir cuentas (acccountability). Se pude observar de  una manera particularmente clara la combinación de elementos democráticos y no democráticos.
2).- Los que están en el poder disponen de un cierto grado de independencia en la toma de decisiones políticas mientras dura su mandato. Ni los deseos de sus mandatarios ni los programas que les propusieron les obligan de manera estricta. Señalemos que este consenso permite  que los deseos de los electores tengan una cierta influencia sobre  la actividad de los representantes electos pero no obliga a una correspondencia rigurosa obligada entre ambas.
3.- El tercer  principio es lo que yo llamo la “libertad de opinión”. Aunque los representantes tengan  una cierta libertad de, maniobra en su actividad, el pueblo o una parte de él  conserva por su parte el derecho a expresar sus opinión es y quejas  y de hacer valer en cualquier momento sus reivindicaciones ante el representante en funciones. Incluso Burke, uno de los oponentes más fervientes del principio del mandato imperativo, insiste, en su tercera carta  sobre una paz regicida ( 1796-1797), en la idea de que le pueblo conserva en todo momento el derecho a expresar sus puntos de vista y deseos “ sin autoridad absoluta pero si con cierto peso”  ( withour absolue authority but with weight ) . La misma idea se encuentra  en la última cláusula de la primera enmienda de la Constitución americana. Esta cláusula consagra el “derecho de los ciudadanos a reunirse pacíficamente y dirigir peticiones al gobierno para  atender a sus demandas”. El gobierno representativo nunca ha sido un sistema en el que los ciudadanos elijen a sus representantes a intervalos regulares y después se mantienen al margen durante el intervalo. Es un punto que Schumpeter y sus seguidores no vieron (2)
4).- El ultimo principio es que las decisiones públicas se someten a la “prueba de la discusión”. Decir que las decisiones públicas se someten a la prueba de la discusión  no equivale,  insisto en ello, a caracterizar al gobierno representativo como el gobierno de la discusión. La discusión no es un procedimiento de decisión. Es un método para poner a ‘prueba, examinar, valorar las decisiones públicas.
Esos son los cuatro principios del gobierno representativo.

N. Urbinati: A esos cuatro principios expuestos por Manin, que acepto,  yo añadiría otros. Pienso que la democracia (o mejor dicho, la transformación democrática por el sufragio universal  de Las instituciones representativas)  introduce algo interesante. Por democracia quiero decir aquí el sufragio universal, incluyendo los adultos, hombres y mujeres, y también la especialización y pluralismo de la sociedad civil, - todo lo que hoy dia llamamos la sociedad democrática- La democracia introduce en ese amplio sentido dos elementos esenciales. Uno es la ocasión de la  alegación (advocacy), que tiene que ver co0mn el tercer y cuatro puntos de Manin.  El otro es el de la representatividad. En lo que concierne la oportunidad de la alegación, la representación necesita estar en correlación con la sociedad civil a través d las formas asociativas de la política como los partidos o las asociaciones políticas, es decir con formas agregativas capaces de expresar sus reivindicaciones y de sondear la dimensión institucional manteniéndose en contacto con el público. Se entiende que la alegación es una forma política informal, una política hecha de influencias y de juicios público más que una voluntad oficial. Pero es un aspecto muy importante que señala el hecho de que  la representación no es simplemente una simple  especie de voto de los  ciudadanos por candidatos individuales. Es también una forma de dar voz a los electores. Los partidos y asociaciones hacen posible esta alegación.
 El otro elemento es la representatividad de la representación. La representación no es una sustitución sino una manera de identificarse, Cuando voto,  estoy haciendo dos cosas en realidad: selecciona a alguien para enviarle a la asamblea (para formar una mayoría) pero  también expreso una preferencia por alguien cuyos valores o ideas  o propuestas son  próximas a las mías. No elijo  a un burócrata competente o un experto, porque el oficio de legislador no es como el de un burócrata competente o un experto, Porque el oficio de legislador no es como el de un magistrado. Es un oficio que  no es imparcial ni neutral, aunque hacer leyes implique plantearse criterios de interés general como premisa de partida). 
Elijo a alguien próximo a mis ideas propias porque  tengo ideas sobre la manera  en que pueden mejorarse  o cambiarse las leyes o sobre la pirita que debe seguirse. Esta representatividad, la llamo vecindad de ideas o de ideología. La representatividad también es importante  por lo que hace en el interior de una  asamblea donde  los legisladores deben de obrar en tanto que miembros de un espacio deliberativo aun cuando estén en contacto con el exterior del parlamento. Sin esa diferencia de ideas entre representantes,  pluralismo ideológico, la Asamblea reflejaría únicamente puntos de vista personales  de los legisladores sin relación con la sociedad civil. Lo representantes no se representarían más que a ellos mismos. Tal asamblea sería un imitación de la democracia directa (con la diferencia crucial  que es este caso, la formarían un pequeño número de electos).
 
Pero la representación no es la democracia directa. La existencia  de los partidos y de las asociaciones es importante, yo diría incluso esencial, para el gobierno representativo. La asamblea no es una lista de delegados individuales sino un cuerpo colectivo de representantes, es decir, de individuos sujetos a separaciones/alianzas ideológicas que participan en la toma de decisiones  publicas. Por esta razón la representación política es una violación completa que contiene  el concepto de  representación privada. El representante no es elegido por mi como una persona privada, sino que lo es por mi como parte igual del demos,. Es decir, como ciudadano.  La representación política es en realidad una violación de la representación porque excluye el mandato imperativo: no puedo despedir al representante como yo quisiera aunque  diga o haga cosas que yo desapruebe personalmente. Pero los partidos y el interés general están ligados en  la asamblea legislativa de una manera particular y pueden ejercer cierto control (informal)  con el fin  de hacer posible el mandato político.  Llegados aquí seria necesario un análisis de los partidos políticos. Digamos solamente que un partido no es lo mismo que una facción, para utilizar la expresión que  Maquiavelo fue el primero en formular cuidadosamente. Los partidos son la forma de conectar el interés particular con el interés general, mientras que las facciones no buscan más que apropiarse del interés general para satisfacer intereses privados y reemplazar aquellos por estos.

HL. ¿Diría Vd. , entonces,  que la representación no es  una alternativa inferior ( second best ) a la democracia directa.?

B.Manin: Exactamente. Sobre este punto Nadia y yo estamos completamente de acuerdo. La democracia representativa no es la democracia directa en menos bien. Es un sistema diferente,. Según veo, la democracia, directa, es una forma de gobierno simple mientras que la democracia representativa es una forma mixta que implica una pluralidad de elementos.

3,.Es elitista la democracia representativa ?

H.L.: Sr. Manin, Vd.  muestra en su libro un proceso de democratización del gobierno representativo. Se pasa  de esta manera y según Vd., de la democracia parlamentaria del XVIII a la democracia de partidos del siglo XIX y a  principios del XX a la democracia del público actual. Pero  a fin de cuentas el gobierno representativo., incluso democratizado, es siempre un régimen parcialmente elitista. Es un régimen mixto. Para Vd., Nadia Urbinati, el modelo representativo de la democracia  no implica ese elemento elitista. En ese sentido  la democracia representativa puede oponerse al modelo democracia “electoral”,  que tiene, según Vd. una dimensión elitista. ¿ Es así?

N. Urbinati (riéndose ) : Bernard es más elitista que yo.

B. Manin : Para mí,  las elites juegan un papel importante en el gobierno representativo. Esto es así porque las elecciones seleccionan necesariamente a individuos dotados de unas características poco comunes que son  valoradas positivamente por los electores. Un candidato que no se distinguiese por ciertos rasgos juzgados favorablemente no podría ganar una competición electoral. Dicho esto, el método electivo no determina el contenido particular de las características distintivas o juzgadas positivamente que hacen que los candidatos resulten electos. . Tales características son determinadas pro las preferencias de los electores, es decir, por lo  ciudadanos ordinarios, Los electores eligen las cualidades distintivas que quieren hallar en sus representantes. Estas cualidades pueden consistir en una cantidad de cosas diferentes, incluyendo una capacidad excepcional para expresar y difundir una opinión política determinada. En ese caso nos encontramos con elites, en el sentido de personas que son excepcionalmente capaces de defender opiniones y que poseen un talento que no  tiene  la mayoría de la gente que comparte esa opinión. Eso significa para mí el término “elite”.
Sin embargo,  no creo que los argumentos que acabo de exponer equivalgan a una postura elitista. El elitismo en tanto que postura normativa afirma que es deseable que la gente que sea objetivamente superior a otros los que ocupen los cargos superiores. Mi teoría no implica tal posicionamiento.  En primer lugar, yo no defiendo la idea de que las elecciones selecciones a los candidatos objetivamente superiores a sus electores. El argumento que propongo es que las elecciones seleccionan a candidatos dotados de características subjetivamente valoradas, con razón o sin ella, por sus electores. En segundo lugar, no presento argumentos sobre la cuestión de saber si es deseable o no que los puestos de poder las desempeñen personas que apoyasen esos rasgos distintivos valorados por los electores. Yo planteo  principalmente que tal resultado es un rasgo que se da necesariamente  en los sistemas representativos. Es cierto que sostengo la idea de que dichos sistemas son coherentes con el principio  normativo según el cual el poder político debe provenir del consentimiento libre de aquellos sobre los que se ejerce. Esto  mientras  los  electores tengan la posibilidad efectiva de elegir los rasgos distintivos de sus electos. Peor no voy más allá de ese argumento limitado. Una  perspectiva normativa más ambic[E2] iosa hubiera requerido un argumento más extenso y completo dado la mescla de dimensiones igualitarias y no-igualitarias de la representación. Ese argumentario estaría  más allá de los límites de mis capacidades y de mi proyecto.  En resumen, mi argumento sobre las elites es positivo no normativo. Se puede perfectamente reconocer la importancia de hecho de las elites sin pretender tomar partido por el elitismo como valor.

H. L. : Suponiendo que B.Manin tenga razón sobre el hecho de que el gobierno representativo desde un punto de vista descriptivo y objetivo, es siempre parcialmente elitista, incluso hoy, y  suponiendo que Nadia Urbinati tiene razón sobre el hecho de que desde un punto de vista normativo, no debería ser así, ¿ Hemos experimentado lo que es la verdadera democracia representativa?

N. Urbinati : No exactamente. Cuando se lee el último capítulo del libro de B.Manin, dice que no se puede hablar de una crisis de representación porque la representación ha sido instituida con el fin de retener más que para realizar la democracia. ¿ Cómo podríamos exigir de nuestros gobernantes que obren de una manera determinada ( democrática)  si no han sido concebidos para ese fin?. En este sentido es ocioso hablar de una “crisis de representación”. Sin embargo hay momentos en los que sentimos una desconexión entre nosotros y los representantes, ¿es acaso que la tensión forma parte del significado del gobierno representativo? Es un hecho que hay momentos en que pensamos, sentimos o escribirnos  que esta desconexión existe. ¿Porque? Incluso si no puede ser medida o cuantificada, ese sentimiento de desconexión, o de violación., o de falta de representatividad, es muy real. Lo que me interesa es la democracidad  ( sic) de la representación. Si es verdad que la democracia representativa tiene algo que ver con la opinión del pueblo más que con la voluntad del pueblo, entonces con el fin de tener un gobierno más democrático necesitamos tener algo más que simples sistemas electorales y de partidos. Lo que es seguro es que se tiene necesidad de estar atentos a la calidad de los sistemas de información (porque la opinión es lo que caracteriza la presencia del pueblo en el gobierno indirecto o representativo). La información es muy importante en un sistema en el que el aspecto indirecto y mediado es tan crucial, en el que recibimos los datos bajo la forma de informaciones pre-digeridas y  donde nada es de primera mano ni cara a cara. No tenemos medios para prescindir  de un  criterio competente independientemente de los media. Por lo tanto es bien cierto que los problemas del dinero privado en  las campañas electorales, de la  independencia de los media, del pluralismo,…son problemas muy reales porque pueden llevar a una violación de la igualdad de participación en el sistema y hay muchas reformas que aplicar sobre este asunto si queremos ser partidarios del sistema representativo.
La democracia representativa no es menos democrática que la democracia directa. Paine tenía razón al decir que la democracia representativa sobrepasa a la democracia directa. En democracia directa, cada ciudadano esta ahí solamente por sí mismo y es difícil de crear un lazo  entre individuos e instituciones. Pero en un gobierno representativo, el Parlamento las institución es están siempre conectadas al pueblo de manera mediada. . La segunda cosa que la representación hace posible es la estabilidad de la democracia. Paine decía que la democracia representativa es superior a la democracia directa también por este aspecto.  En una democracia directa las asambleas son el lugar de confrontación  directa entre ciudadanos individuales. Esto da lugar rápidamente a conflictos o situaciones donde la mayoría dirige sin condiciones, o bien a situaciones en las cuales las facciones y los fuertes dominan. La mediación es un buen remedio, pero exige estar bien regulada.
Me gustaría añadir  una última cosa sobre el carácter democrático de la representación. La representación denota a la vez un poder positivo y actualizador y un poder negativo, de control. Asegura que  todos ls ciudadanos pueden contar sobre un punto de apoyo a la vez para hacer avanzar sus reivindicaciones y para  resistir  a las tendencias del poder constituido. En tanto que institucuo0n que lleva  cabo una función legislativa (que hace las leyes que deben obedecerse),la representación en democracia moderna esta intrínsecamente enlazada con la voz ( voice) como medio para ejercer el poder y controlarlo ( la voz d e los ciudadanos y de sus representantes electos),
A la inversa, en democracia representativa, la exclusión política para un individuo se traduce simplemente en el hecho de no ser escuchado porque su voz no está contabilizada de manera proporcional o  porque  el individuo no es suficientemente fuerte para ser escuchado. Es por esto par lo que en una democracia representativa la inclusión  en el demos no es una garantía suficiente para que los incluidos en él tengan igual influencia policita. La razón de esto es  que en democracia la participación., directa o indirecta, es estructuralmente  voluntaria. Esto da cuenta del hecho de que los  representantes son deliberadores políticos que, al contrario de los jueces,  no son imparciales  ni están obligados a escuchar a las partes. En efecto,  pueden  atender  o ignorar  la voz de otros en la asamblea  aunque esto suponga una desaprobación moral.

Demostenes pensaba que era cierto que los ciudadanos democráticos en general, y se quejaba, de que uno de los principales problemas de la deliberación política estaba en que los atenienses  porque “no escuchan a los otros en la asamblea”. Y Stuart Mill reconocía de forma explícita en sus discursos parlamentarios el foso existente entre la vox política (el sufragio) y la influencia política ( la capacidad de e ser escuchado) de manera que, en su defensa del sufragio político para las clases obreras, reconocía que  no les ayudaría demasiado tener abogados de su causa en las asambleas si esos abogados eran en número reducido. Por esta razón, veía necesario para las clases obreras  que tuviesen, además del sufragio, una voz influyente y  muchas voces,  y si fuese posible, no dispersas ni aisladas. 


Helene Landemore, antigua alumna de la Escuela Normal Superior  (Ulm) y de Ciencias Políticas (Paris). Es diplomada en  Ciencias Políticas de la Universidad. Ha publicado en francés:  Hume : Probabilista et Choix Raisonnable, Paris, PUF, 2004)  y dos artículos en ingles  ( sobre la teoría de la elección racional y el derecho de los animales) . Es ayudante de investigación  de John Elster en el Colege de France desde septiembre del 2007 Postdoctorado en Universidad de Brown en septiembre de 2008
 Fuente: http://www.laviedesidees.fr/La-democratie-representative-est.html




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EL SORTEO EN POLITICA Y LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA
Por Yves Sintomer (*)



El sorteo parece  volver en las experiencias políticas tras haberse eclipsado durante siglos (1)., La experiencia islandesa es emblemática desde este punto de vista. Tras la crisis económica del 2008 que llevó al país casi a la ruina, la voluntad de cambiar al equipo de gobierno y las regles del juego politico se expresó en enormes manifestaciones callejeras. Las elecciones anticipadas de abril de 2009  llevaron al poder a una coalición de socialdemócratas y verdes y comenzó el proceso del ex primer ministro en marzo del 2012, Paralelamente una Asamblea ciudadana de mil personas, sacadas por sorteo de  entre algunos centenares de personalidades cualificadas  se reunió a iniciativa de asociaciones cívicas para  definir los valores  sobre los que debería refundarse el país.

La experiencia se reiteró en noviembre de 2012, esta vez con apoyo del Estado con el objetivo de aprobar una nueva constitución . La tarea de esta segunda asamblea ciudadana es la de determinar, apoyándose en los resultados de la primera, los grandes principios de la futura Ley Fundamental. Poco después un “Consejo Constituyente” fue elegido por la población. Está compuesto de veinticinco ciudadanos  “ordinarios”. Las 523 candidaturas en competencia son puramente individuales., los parlamentarios no pueden presentarse y la campaña electoral  se reduce legalmente un mínimo, alejándose así de las prácticas habituales de una clase política muy desacreditada. Este Consejo trabajó sobre un nuevo texto constitucional en la primavera  y el verano de 2011. Entre las principales novedades del proyecto  merecen subrayarse: una profunda reforma del equilibrio de poderes, una mayor trasparencia en los procedimientos de toma de decisiones,  una expansión del mecanismo de democracia participativa y de democracia directa así como una  mayor consideración de las cuestiones ecológicas.


Los artículos  del proyecto constitucional  son expuestos en la red a medida de su redacción y el público puede hacer  comentarios o sugerencias a través de páginas de Facebook, Twiter o Flickr del Consejo Constituyente.  El proyecto de constitución se transmitió al Parlamente en el verano del 2012 y fue  sometido a referéndum  en 2012. Se trata del tercer referéndum en pocos años. En los dos anteriores los islandeses rechazaron  en dos ocasiones (marzo de 2010 y abril 2012) los proyectos gubernamentales de pago de la deuda que había dejado la quiebra de los bancos. Se preserva en lo esencial el estado Social y se da una nueva orientación el modelo económico.

Esta experiencia no es más que  una avanzadilla de los centenares, incluso miles de otras en las que interviene la selección aleatoria. Por no citar más que ejemplos franceses, el grupo de Metz de Europa -Ecología-Los Verdes designó por sorteo a sus candidatos a las elecciones regionales y las legislativas. La Fundación por La Innovación Política, próxima al UMP, ha propuesto designar al  10% de los consejeros municipales por sorteo (2).El Institutito Montaigne, centrista, propone llevar a cabo una conferencia ciudadana para debatir sobre la financiación de la seguridad social.  La Fundación Jean Jaures, ligada al Partido Socialista, resta deliberando sobre los jurados ciudadanos (3). La fundación Hulot reclama por su parte la creación de una tercera cámara elegida por sorteo (4) y los dirigentes de Attac, cercanos a la izquierda critica, hablan de reemplazar el Senado por una Cámara  constituida de la misma manera. A nivel internacional, el sorteo suscita un interés creciente en la teoría política.   
        
¿Porque razón había desaparecido el sorteo en las democracias modernas tras las revoluciones del XVII? ¿Porque vuelve hoy? ¿Cuáles son las potencialidades legítimas que podrían justificar un recurso significativo a este procedimiento en las democracias contemporáneas?

La desaparición del sorteo en las modernas democracias:
La experiencias democráticas y republicanas raramente  se han basado en un único procedimiento y la polarización moderna en torno a la elección es más bien una excepción histórica. La cuestión de saber porque el sorteo despareció de la escena política con las revoluciones modernas fue estudiado por primera vez por Bernard Manin (5). Su respuesta se fundamentaba en dos aspectos: por una parte, los padres fundadores de las republicas modernas querían una aristocracia electiva, y por tano era lógico que rechazasen el sorteo, que desde tiempos de  Platón y Aristóteles  se asimilaba a democracia. Por otra parte la teoría del consentimiento estaba fuertemente arraigada en las teorías del derecho natural y es había difundido hasta tal punto que era difícil legitimar una autoridad político que no fuese formalmente aprobada por los ciudadanos.Estos argumentos, siendo importantes, no agotan toda la explicación.

Concretamente no permiten entender porque las corrientes radicales mino0ritarioas pero consecuentes que militaban por una representación descriptiva (en la que el cuerpo de representantes  se asemejase por sus características a la totalidad del pueblo), no reivindicaron el uso del sorteo en política, cuyo  significado democrática aún se evocaba por Montesquieu y Rousseau.  Para explicar este enigma habría que abandonar el cielo de las ideas políticas “puras”  e interesarse en la manera  en que esas ideas se materializaban a través de las técnicas de gobierno, sus instrumentos y dispositivos. El concepto de muestra representativa  nos es familiar a los lectores del siglo XXI sensibilizados por decenios del recurso intensivo a estadísticas y sondeos de opinión. Sin embargo, no fue inventada hasta finales del XIX. Anteriormente no se podía relacio0nar sorteo y representación descriptiva puesto  que la idea de que la selección aleatoria lleva estadísticamente a una muestra que posee las mismas características que el conjunto de la población no estaba científicamente disponible (6)

La imposibilidad de recurrir al concepto estadístico de neustra representativa, cuando ya el cálculo de posibilidades estaba muy desarrollado en el momento de las revoluciones francesa y americana, constituye un elemento determinante para comprender porque el sorteo político parecía condenado en las democracias modernas: si dimensión- como repetían hasta la saciedad  la casi la totalidad de los autores de la época- hacía imposible un autogobierno similar al de las democracias griegas. En ese mundo conceptual, el sorteo significaba dar arbitrariamente el poder a algunos. En ausencia de la noción de muestra representativa, los partidarios de una representación descriptiva estuvieron obligados a elegir otros mecanismos para hacer progresar sus ideales.

Los mini-públicos representativos:
A la inversa, el significado actual de la vuelta al sorteo en múltiples experiencias se explica sobre todo por  la difusión de la noción de muestra representativa que había previamente ganado una cierta legitimidad política a través de los sondeos de opinión. Las experiencia contemporáneas se distinguen  en que piensan que el sorteo es un medio de seleccionar  una muestra representativa (o al menos diversificadas) de la opinión, una especie de microcosmos de la ciudad, un mini-publico que puede opinar, evaluar, juzgar y , eventualmente , decidir  en nombre de la colectividad, allí donde todos no pueden  tomar parte en la deliberación y donde la heterogeneidad social prohíbe creer que todos los individuos son intercambiables.

Filósofos e historiadores der las ciencias han descrito como una “domesticación” del zar ha permitido el cálculo de probabilidades a partir del momento en que los actores se  han progresivamente apoderado de él para utilizarlo como instrumento en sus prácticas científicas, administrativas y comerciales (7). Es muy posible extender este razonamiento a la política y afirmare que el cálculo de posibilidades, o mas exactamente, su manifestación  en la noción de muestra representativa y ha permitido a partir  de los años 1970 domesticar el azar bajo la forma de mini-púbicos.

Algunos de los ideales caldaicos tales como  la igualdad de todos los ciudadanos ante la selección aleatoria o la idea de que todos pueden contribuir útilmente a la solución  de problemas colectivos vuelve a encontrar una segunda juventud con las experimentaciones actuales.  Sin embargo en ciudades como fue la antigua  Atenas o la Florencia medieval o renacentista, se practicaba el sorteo con  la idea de  cada uno de los que pertenecía al grupo dentro del que se sacaba a sorteo, podía ser asa   alternativamente gobernante y gobernado.  Bajo esta forma, la rotación rápida de mandatos o de cargos públicos y la selección aleatoria permitían un autogobierno difícilmente concebible a escala nacional en las democracias modernas. La democracia deliberativa reposa sobre otra lógica ( 8). Se funda en los mini-públicos que hagan posible la constitución de una opinión pública contrafactual que se diferencia de los representantes electos peor también de la opinión pública del mayor número. . John Adams podía reclamar que  los representantes “piensen, razones y obren  como el pueblo mismo” (9). Para los teóricos de la democracia deliberativa, la similitud estadística entre los representantes “descriptivos” y le pueblo  no es más que un punto de partida. El minipublico, una vez que ha deliberado, se supone que es susceptible de haber cambiado de opinión. Tal cambio es  incuso expresivo de la una deliberación de calidad. Esto es perceptible cuando James Fishkin presenta la lógica del “sondeo deliberativo”, un instrumento que él  ha inventado. Se toma una muestra nacional representativa del electorado y se reúne a esas personas traídas de todo el país en un mismo lugar. Se plantea a esa muestra un asunto determinado con un material informativo cuidadosamente equilibrado, en discusiones intensas de pequeños grupos, con la psoiubioi8dad de ser oidos a expertos y a responsables políticos que tengan opiniones opuestas. Tras varias jornadas de trabajo cara a cara, se pregunta a los participantes de manera detallada,. La respuesta ofrece una representación del juicio ilustrado del público.

El objetivo es desmarcarse de la lógica epistemológica y  política de los sondeos celiaco. Mientras que estos no presentan mas que “un agregado estadístico de impresiones vagas formadas la mayor parte de las veces sin conocimiento de opiniones contradictorias que compitan”, los sondeos deliberativos permiten saber “lo que el público pensaría si hubiese tenido verdaderamente la oportunidad de estudiar el asunto a debatir “( 10)

La legitimidad política del sorteo:
Mientras que las formas hibridas abundan, varios dispositivos estandarizados se experimentan al dia de hoy. El más antiguo, inventado simultáneamente en Alemania y en Estados  Unidos en los años 1970, es el de los jurados ciudadanos. Derivado de los tribunales populares, permite a un grupo de personas (de 12 a varias decenas) sacados por sorteo, deliberar en unas  condiciones procedimentales optimas, alternando durante un fin de semana o dos discusiones internas y audición de expertos que defienden posiciones contradictorias. Estos últimos se seleccionan a veces, en colaboración con el jurado si éste último dura varias sesiones.,  por los instructores del procedimeitno que deben de ser independientes de la autoridad que ha incoado el proceso. El objeto del jurado es de someter a la opinión pública el tema de actividad pública sobre el que ha sido convocado (12). Las conferencias de ciudadanos (o de consensos) se parecen bastante a esto. Nacieron en Dinamarca a finales de 1980 y trataban sobre cuestiones científicas y técnicas (12). Los sondeos deliberativos, experimentados por Fiskhin a finales de los años 1970 se distinguen por su dimensión (varios centenares de ciudadanos sacados por sorteo se reúnen), pero también por no desembocan en una opinión única sino en  un sondeo de opinión ilustrada por debates contradictorios de calidad. A la inversa, las asambleas ciudadanas del modelo islandés, que ha tenido lugar por primera vez en la Columbia británica (Canadá)  en 204 (13), son tan importante por su dimensión  como los sondeos deliberativos pero tienen competencia para la  toma de decisiones o al menos para permitir plantear proyectos a referéndum ante la totalidad del pueblo,

¿Cuál es la fuente de legitimación sobre la que son susceptibles de fundamentarse estas experiencias? Los mini-públicos  por sorteo no pueden, evidentemente, sustentarse en la  legitimidad del número, ni sobre la del saber experto. Sin embargo, la experiencia histórica y la reflexión fuilosofica nos enseña que son varios las razones de legitimación  que pueden invocarse,

Una política más deliberativa:
El postulado que subyace en los dispositivos contemporáneos, a saber que una deliberación de ciudadanos “ordinarios” conducida en buenas condiciones puede llevar a resultados razonables, está ampliamente corroborada por las encuestas empíricas de ciencias sociales que han llevado a cabo observadores externos a los dispositivos que se analizan. En esta medida, la opinión de los minipublicos tiende a ser más “razonable” que la de las  masas, a la que puede influenciar a su vez su encuentra eco en los media. En un contexto en el cual la insatisfacción por el  sistema político esta ampliamente compartida, esto puede compensar la política espectáculo y la autonomización de la clase política contribuyendo a ésta se haga más responsable ante los ciudadanos. El objetivo es  promover una mejor comunicación entre decisores y ciudadanos así como una deliberación  de calidad que  implique a estos últimos.

Diversidad de experiencias sociales:
Además, los dispositivos de deliberación que reúnen a los ciudadanos ordinarios pueden  tener ventajas epistemológicas en  comparación con el gobierno representativo y con los comités de expertos, una buena deliberación incluye necesariamente puntos de vista diversos de manera  que la gama de argumentos que se contempla se ensancha y la discusión es más inclusiva (14). Desde esta perspectiva los  mini-púbicos elegidos por sorteo tiene la ventaja de ser socialmente- y por tanto epistemológicamente- más ricos que los comités que se formasen con expertos o responsables políticos, pero también más que un público participante formado sobre la base de un voluntariado i9mplicando solamente la sociedad civil organizada. Su aportación se hace cada vez más interesante en un mundo progresivamente más complejo.

Un sustitutivo de la democracia radical:
El tercer argumento se inscribe en la perspectiva de la democracia radical. Algunos defensores del gobierno representativo reconocen a veces que el mejor sistema político sería sin duda un verdadero ·” gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” pero como ese sistema es imposible en los Estados de masas, el gobierno representativo representa la opción menos mala disponible. Es sin embargo posible sostener que , en las democracias modernas, la solución menos mala es la de sustituir a un pueblo que se autogobierne, o al menos apoyarle, por mini-públicos elegidos por sorteo. Tales mecanismos afirman un valor democrático fundamental, el de la igualdad dado que todo ciudadano tiene igual oportunidad d participar en las decisiones y que su composición social refleja la de ña totalidad del pueblo.

La imparcialidad:
Un cuarto argumento en favor de los mini-públicos elegidos por sorteo, mas consensual y que se deduce de una amplia experiencia histórica, se refiere a su imparcialidad. Los electos, los expertos y los intereses organizados son muy propensos a defender intereses particulares. Por el contrario, la selección aleatoria tiende a reclutar personas no partidarias y sin intereses corporativos  que defender  y las reglas deliberativas de procedimiento estimulan a formular juicios inclinados al interés general. Esta característica es particularmente apreciable cuando se trata de abordar asuntos a largo plazo, como la protección de equilibrios ecológicos y condiciones de vida de las generaciones futuras ( 15)

Los desafíos de la democracia deliberativa:
El mecanismo de sorteo se enfrenta no obstante a una seria de desafíos:

La deliberación y las desigualdades sociales:
¿Cómo prevenir el reparto igualitario de la palabra en un grupo socialmente y culturalmente jhetegoreneo donde algunos miembros estarán más acostumbrados que otros a hablar en público, cuando el capital cultural tiene a disipar las inhibiciones y a estimular la confianza en sí, y cuando los expertos acostumbrados a  ser  escuchados y los profesionales que gestionan el dispositivo pueden influir de manera importante en los debates? La calidad procedimental de lo mecanismos tiende a minimizar las asimetrías.  Basta con haber visto como  personas que se mantenían  mudas habitualmente  se animan en las sesiones de grupos reducidos y alcanzan a conseguir una capacidad mayor a tomar la palabra para darse cuenta de las potencialidades del sistema. Aunque la igualdad nos es nunca perfecta.   

El efecto de la deliberación sobre los  individuos:
¿Cuáles son los efectos de la deliberación sobre  los individuos que participan en esos mini-públicos? Los teóricos de la democracia deliberativa sostienen con frecuencia que al discutir de una manera informal los ciudadanos están inclinados a convencerse mutuamente apelando a la fuerza del mejor argumento sin coacciones. Esta hipótesis es difícilmente demostrable sin embargo y lo que realmente pasa en Las deliberaciones constituye  una auténtica”· caja negra”. Incluso hay  psicólogos que  apuntan que la discusión en grupos pequeños desemboca en polarización de posturas preexistentes y en  hacer más difícil la búsqueda de compromisos. Si  esta lógica observada en laboratorio no parece que se encuentre en la práctica real de los minipublicos es preciso convenir por tanto que los efectos precisos de la deliberación sobre los individuos está por demostrar, aunque la literatura sobre este tema va en aumento (16)

La cuestión de la responsabilidad
Se plantea el problema de la responsabilidad de los ciudadanos sorteados. En la época de Atenas, los que se hacían miembros de las magistraturas colegiadas debían rendir cuentas de su actividad. Aunque estén lejos de respetar las promesas electorales, los electos son responsables ante la ley cuando ocupoan cargos ejecutivos y ante sus electores cuando se presentan a la reelección. ¿Ante quienes podrán los jurados rendir cuentas?

La deliberación versus publicidad:
Los sondeos deliberativos son publicaos pero este no es el caso de los jurados populares que se desarrollan enteramente a puerta cerrada aunque la opinión  final sea hecha publica. En otro contexto, Jhon Elster ha sugerido que las sesione publicas estimulan a los participantes a hacer más rígidas sus posiciones y a desplegar argumentos teóricos (17). Otros añaden  que convendría preservar a los jurados de interferencias de los lobbys. Desde una perspectiva habermasiana o kantina la publicidad es una de las cualidades de la discusión dado que empuja a los individuos a contemplar el interés general o al menos a intentar demostrara que sus argumentos son compatibles con él. Además la presión de la publicidad hace más difícil las componendas de las sesiones a puerta cerrada. En cualquier caso, la falta de publicidad de los debates presenta el inconveniente mayor de hacer que no  se implique el gran público.

Deliberación de mini-públicos versus deliberación masiva:
Los mini-públicos deliberativos, por definición, pretenden  de encarnar una opinión  contrafactica ( lo que la opinión publica podría ser ), mejor informada, que se beneficie de un marco  bastante satisfactoria para forjarse pero que puede ser divergente de la opinión de las masas. La forma en que fueron rechazadas las propuestas de los jurados  en muchas experiencias piloto muestra  muy bien que ese riesgo no es mera especulación.

El problema de la transformación social:
¿Cómo podrían tener una real incidencia sobre la gente los mini públicos? Los ciudadanos sacados por sorteo son desprendidos de sus lazos sociales previos y puestos en presencia de otros de manera artificial. Mientras su convocatoria dependa de la buena voluntad los poderes no es probable que puedan alterar realmente las estructuras de poder. Para imponer transformaciones positivas en un mundo donde la resistencia estructural de intereses dominantes es enorme ¿no es más eficaz que las discusiones razonables de grupos restringidos? la apelación a la indignación y al levantami9ento en masa contralas injusticias y los peligros que amenazan el planeta?.

Las mutaciones de la representación democrática:
A pesar de estos desafíos, La ola actual de experimentaciones que recurre al sorteo es significativa de un intento de enriquecimiento de la democracia. Da fe de ello, por ejemplo,  la Asamblea Ciudadana de Columbia Británica de 2004. Se le confió la misión  de proponer una reforma del modo de escrutinio de esta provincia canadiense. Sus organizadores estimaban que era preferible no confiar a los partidos  la reforma de una ley electoral, tema sobre el que  se daba una especie de conflicto de intereses. Tras un año de trabajo, La Asamblea ciudadana propuso terminar con el escrutinio uninomjnal de una sola vuelta, que lamina  a las minorías para introducir  una lógica más proporcional., El proyecto de ley  que s proponía fue objeto de ratificación   por los ciudadanos en  un referéndum en mayo 2005, Gordon Guibnson, consejero del Primer ministro de Columbia Británica y creador de la Asamblea de Ciudadanos justifico la innovación de la manera siguiente:

“Estamos introduciendo (…) nuevos elementos distintos a los de la democracia representativa y la democracia directa (…) Actualmente las  vías de toma de decisiones están profundamente influenciadas, incluso dominadas, por intereses particulares o por expertos. La idea de una democracia deliberativa es esencial para que pueda prevalecer el interés público encarnado en  grupos de ciudadanos elegidos por sorteo. Los representantes que tradicionalmente elegimos son seleccionados por un consenso mayoritario, por un periodo largo de tiempo,  como profesionales,  y con una autoridad legal sin límites para que actúen en nuestro nombre. El nuevo tipo de representantes de los que hablamos será elegidos al azar, por un breve periodo, como ciudadanos ordinarios y para tareas específicas y limitadas (18)

Para medir el alcance de este discurso hay que recordar que la experiencia democrática moderna nunca se ha limitado al mero gobierno representativo, es decir a la elección regular de representantes que monopolicen la toma de decisiones en nombre de sus mandatarios. La institución de una justicia independiente, la actividad de comités de expertos, la democracia social participada  o los elementos de ede3mocfracia directa que suponían  los referéndums o la iniciativas populares  también formaron parte del panorama, Actualmente, en tiempos de redes sociales y con unos partidos de masas en decadencia, son perceptibles nuevas vías de  legitimidad democrática.

En el futuro sería deseable que el sorteo se añada nuevamente al sistema de elecciones como lo fue en la mayoría de las experiencias democráticas y republicanas de la historia. Para que esta innovación tenga realmente sentido debería institucionalizarse legalmente y no sustentarse solamente en la voluntad política de responsables circunstanciales. La idea no es suprimir las elecciones sino enriquecer la dinámica democrática haciendo intervenir este elemento novedoso a una escala significativa. La experiencia islandesa muestra las potencialidades de democratización de la democracia que de ella se derivan: ¡ Que contraste con Grecia que ha emprendido un camino de reforma desde arriba dejando sin tocar el sistema institucional!,

Sería en todo caso ingenuo pensar que la política en el siglo XXI no hará más que prolongar con modificaciones marginales la del siglo precedente. Ante la amplitud de la crisis del capitalismo financiero y el callejón sin salida creciente al que no lleva el, modelo productivista seguido hasta hoy, ante el inmenso descrédito que experimenta la política  institucional hoy día un statu quo no parece ni realista ni satisfactorio.

(*) Yves Sintomer , es profesor del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Paris  e investigador invitado de la Universidad de Neuchâtel. Sus trabajos de investigación versan sobre la teoría de la democracia y las mutaciones contemporáneas de las sociedades democráticas. Ha publicado, entre otras obras: “El poder del pueblo, jurados populares, sorteo y democracia participativa “.- Paris La decourverte 2007.
(* )Fuente, Notas y bibliografia : Yves Sintomer, « Tirage au sort et démocratie délibérative. Une piste pour renouveler la politique au XXIe siècle ? », La Vie des idées, 5 juin 2012. ISSN : 2105-3030. URL : http://www.laviedesidees.fr/Tirage-au-sort-et-democratie.html

Mas sobre este tema: Historia del sorteo en politica http://republicadelosiguales.blogspot.com.es/p/temas-republicanos.html

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EL SORTEO EN POLITICA Y LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

 Por Yves Sintomer (a)


En 1439, el humanista Leonardo Bruni (1370-1444), Canciller de la República de Florencia y sin duda el intelectual europeo más célebre de su tiempo,publicó un breve tratado en griego: La Constitución de Florencia (1). Florencia estaba en la cúspide de su esplendor y poder: durante este período, no solo se había producido la invención de la perspectiva en el arte, sino que se había presenciado también el desarrollo de nuevas técnicas en la fabricación de textiles y de la banca y, lo más importante para nuestro propósito, el acrecentamiento del humanismo cívico. En este ensayo, Bruni valora positivamente Florencia, en un sentido aristotélico, como una constitución mixta. La composición social de sus ciudadanos, según él, es el resultado de dos principios de la exclusión: las familias nobles (los magnates) están excluidos de los cargos más importantes (esto es el principio de lucha contra la aristocracia), y los menestrales están excluidos de la vida política (esto es el principio antidemocrático). Otros tres elementos principales sostienen la dimensión democrática: el ideal de libertad (vivere libero, vivere civile, politico vivere) está en el centro de sus instituciones y del sistema político; los cargos se mantienen por períodos cortos, generalmente de dos a cuatro meses, incluido el más importante de ellos, la Signoria; los que desempeñan los cargos son elegidos a través de selección aleatoria (se llamaba en esta época tratta en italiano, insaculación en castellano y insaculació en catalán). El ejecutivo, los consejos legislativos y parte del poder judicial son elegidos de esta manera.


El 11 de diciembre de 2004, después de casi 12 meses de deliberaciones, la Asamblea Ciudadana, seleccionada por sorteo entre los ciudadanos de la Columbia Británica en Canadá, presentó su informe final sobre el Cambio Electoral a la Cámara Legislativa. Se propuso la modificación del sistema electoral mediante la introducción de la proporcionalidad (en sustitución del actual sistema electoral, parecido al inglés, el llamado first-past-the-post, con un nuevo sistema más proporcional(2) .. Esta recomendación fue sometida a los electores en un referéndum celebrado simultáneamente con las elecciones de 2005 de la provincia. Gordon Gibson, el creador de los ciudadanos de la Columbia Británica de la Asamblea y consejero del Primer Ministro, justificó la iniciativa de la siguiente manera:We are... adding new elements to both representative and direct democracy. These new elements differ in detail but all share one thing in common. They add to the mix a new set of representatives, different from those we elect. As things stand now, both streams of decision-making are highly influenced — almost captured — by experts and special interests. The idea of deliberative democracy is essentially to import the public interest, as represented by random panels, as a muscular third force. The traditional representatives we elect are chosen by majority consensus, for an extended period, as professionals, with unlimited jurisdiction to act in our name. The new kinds we are talking about are chosen at random, for a short period, as ordinary citizens for specified and limited purposes (3)

La decisión parece haber sido solo el preludio de una oleada más grande de experimentos similares. Ontario, el más poblado de los estados del Canadá, siguió el ejemplo de la Columbia Británica en 2005. En el 2009 y en el 2010, Islandia, sumida en una terrible crisis financiera y económica, decide confiar a una Asamblea ciudadana de 1.000 personas el papel de proponer unas modificaciones en la Constitución, antes de elegir un jurado ciudadano de 25 ciudadanos de a pie para elaborar una nueva constitución a partir de este material.


Otros ejemplos se pueden mencionar. El 4 de junio de 2006, por la noche, 131 ciudadanos elegidos por sorteo, votaron por el candidato socialista en las elecciones del ayuntamiento en Marousi, una ciudad de tamaño medio, cerca de Atenas. A lo largo del día, se había escuchado a los que querían ser candidatos, y, con los facilitadores a fin de tener la mejor posible la deliberación, que había examinado la idoneidad de los candidatos en una asamblea general y en grupos pequeños. Al final del día, la persona que recibió más votos fue en realidad la menos conocida por los ciudadanos. La sección local del partido socialista (PASOK) organizó este proceso a raíz de una propuesta formulada por Georges Papandreu (que era el líder del PASOK nacional y el presidente de la Internacional Socialista en aquel momento)(4)

 En otoño de 2006, la campaña presidencial francesa estuvo agitada durante algunas semanas por una propuesta de Ségolène Royal, la candidata socialista a la Presidencia que quería establecer jurados ciudadanos para evaluar las acciones de los políticos. Ella misma había prometido que, si era elegida, reformaría la Constitución francesa a través de un proceso en el que la Asamblea Legislativa y un conjunto de ciudadanos seleccionados por sorteo trabajarían juntos para preparar un texto revisado que luego sería sometido a referéndum. Es sorprendente ver la cantidad de dispositivos participativos y deliberativos distintos que se han creado en las últimas dos décadas, en contextos muy diferentes(5) y donde la selección al azar juega un papel importante.

Sería ridículo comparar estrictamente la renacentista Florencia y la Columbia Británica: su contexto, las instituciones y las culturas políticas son completamente diferentes. Sin embargo, surgen dos cuestiones importantes. ¿Podemos afirmar que el reciente interés en la selección al azar marca el resurgimiento de  una tradición democrática que se inventó en Atenas durante el período clásico y que fue reinventada en las ciudades-estado italianas? ¿Qué hace que este paralelismo nos enseñe acerca de la deliberación, la participación y la representación? En lo que sigue, voy a proceder en dos pasos. En primer lugar me referiré brevemente a los modelos republicanos de autogobierno basados en la selección al azar que caracterizó a la República de Florencia y explorar el papel ambiguo que la deliberación jugó en ella. Luego, diferenciar de este sistema de gobierno los experimentos actuales de la democracia deliberativa sobre la base de selección al azar de «mini-públicos», es decir, de pequeños grupos de ciudadanos, y discutir lo que esto revela acerca de la deliberación, la participación y la toma de decisiones.Selección aleatoria y autogobierno republicanoen el Renacimiento florentino temprano.

Como sabemos por las obras de Barón(6), Pocock(7), Skinner(8) y Hankins(9),la noción de libertas de Florencia ha sido decisiva en la formación del pensamiento político moderno. Nicolai Rubinstein10 ha mostrado que el ideal del «vivere libero» incluía no solo la independencia de las potencias extranjeras, el Estado de Derecho, la igualdad política entre los ciudadanos (o al menos entre aquellos que fueron ciudadanos de pleno derecho) y el derecho a tomar parte activa en asuntos públicos, sino también el derecho a participar directamente en el gobierno de la República.Selección aleatoria de los titulares de cargos públicosDe hecho, la mayoría de los magistrados eran seleccionados al azar y manteníansus cargos por solo unos meses. Esta característica ha sido bien documentada por los historiadores(11) y recientemente ha aumentado el interés en la teoría .

 Desde 1282 en adelante, la Señoría, que fue similar a lo que hoy llamaríamos un ejecutivo, era la fuerza más importante de la ciudad. Sus miembros representan a los diferentes gremios (arti) a través de un complejo sistema de cuotas. Era el encargado de la política exterior, supervisor de los órganos de administración y tenía el derecho de instruir las leyes de la Republica. Hasta 1494 , cuando fue creado un Gran Consejo, siguiendo el modelo veneciano, la Señoría decidía cuándo los dos consejos legislativos debían cumplir. A pesar de que este sistema institucional estaba en continua evolución, sus características básicas se mantuvieron igual hasta el final del siglo xv. Durante este período, algunos de los debates políticos más importantes de la ciudad giraron en torno al reparto de posiciones políticas y administrativas entre las diversas corporaciones y el papel del sorteo en ese proceso. Desde 1328 en adelante, la mayoría de los puestos oficiales fueron atribuidos por sorteo (que se llamaba la tratta). Los nombres de los candidatos fueron «insaculados», es decir, puestos en bolsas, y se sorteó siempre aquellos que estarían a cargo durante un período determinado. Los miembros de la Signoria se seleccionaron por sorteo, y, durante el período republicano, la mayoría de los cargos políticos y administrativos se atribuirá de acuerdo con un proceso similar. El proceso de selección implicaba cuatro pasos(13).  En el primero, los comités de selección en cada barrio elegían a aquellos ciudadanos que se consideraban lo suficientemente preparados para ocupar el cargo, según estrictos criterios personales y políticos. Durante la segunda fase, la lista de los que habían sido escogidos (llamados nominati) eran examinados por una comisión de la ciudad compuesta por ciudadanos prominentes (los arroti). Los nombres de los que lograban una mayoría cualificada (dos tercios de los votos, en un proceso llamado squittino) estaban insaculados (imborsati) en bolsas de cuero. Para los cargos que se atribuían a través de cuotas, había bolsas diferentes para los mayores y los gremios menores. El sorteo se llevaba a cabo solo en el tercer paso, cuando los nombres eran extraídos de las bolsas. Funcionarios ad hoc (los accopiatori) tenían a su cargo este momento crucial. Los nombres de los que no habían sido seleccionados se quedaban en las bolsas para el sorteo siguiente. Después de un evento político o inusual importante (tales como una revolución o un cambio drástico en el régimen) se producía una nueva insaculación sin esperar que las bolsas previas estuvieran vacías. (4) El último paso consistía en la eliminación de los nombres de los que habían sido seleccionados pero que no se ajustan a los criterios necesarios para el cargo (el procedimiento denominado de los divieti.) Si alguno de los elegidos adeudaba impuestos, había servido en un cargo similar en el pasado reciente, había sido condenado en relación con determinados delitos, tenía unos familiares en una situación similar o que ya habían mantenido un importante cargo, no se le permitiría ocupar ese puesto. 

¿Cuál fue la relación entre el sorteo, la elección y la deliberación en la República de Florencia? Era muy peculiar y muy diferente tanto respecto a cómo funcionaba en Atenas, como con la forma en que se utiliza en las democracias contemporáneas. En la ciudad-estado ática, los cargos eran asignados bien por selección al azar o, para el 10% más importante, por elección(14). En el modelo florentino, elección y sorteo se combinaron. Además, tenemos que ser conscientes de los diferentes valores políticos denotados por el término elección en diferentes períodos históricos y culturas políticas. Los electores modernos ven las elecciones como un proceso mediante el cual las bases seleccionan a aquellos que les representan. Los atenienses antiguos habrían tenido un entendimiento similar. Por el contrario, las elecciones fueron un proceso de arriba a abajo en Florencia, una especie de cooptación de los ciudadanos dignos de la élite polí-tica o «círculo estrecho», donde se concentró el poder político del Estado. Esto solo cambió con la formación del Gran Consejo en 1494.


El significado de la palabra deliberación también varía con respecto al lenguaje y el contexto en el que se utiliza. En inglés, por lo general, implica una discusión cuidadosa de todas las partes sobre una pregunta. Es con referencia a este sentido que el concepto de «democracia deliberativa» fue creado, y es solo en contextos específicos que la deliberación lleva necesariamente a una decisión —sobre todo con el jurado del juicio—. A principios de la Italia del Renacimiento, la palabra tenía un significado muy diferente. Implicaba la decisión de un órgano colegiado, pero no necesariamente una discusión colectiva15. Francesco Guicciardini, un conocido intelectual y político que fue contemporáneo de Maquiavelo y uno de los primeros teóricos del gobierno representativo, escribió por ejemplo en 1512: «... puedo aceptar que las leyes se deciden en el Selección aleatoria, autogobierno republicano y democracia deliberativa consejo (che la Deliberación ne sia en Consiglio), porque son algo muy universal y tocan a los intereses de todo los ciudadanos, pero me gusta el hecho de quees imposible hablar de ellos públicamente, o solo siguiendo las órdenes de la Signoria y en favor de lo que propone, porque si alguien se permitió la libertad de persuadir o disuadir a otros, esto llevaría a una gran confusión»(16).

Las discusiones sobre los asuntos públicos fueron muy animadas y muy importantes para el proceso de toma de decisiones en la Comuna de Florencia. ¿Dónde se producían? (A) No había discusiones políticas en lugares no públicos, por ejemplo, en los palacios grandes, que pertenecían a las familias más importantes de la ciudad. Estos debates también se llevaban a cabo en espacios intermedios entre lo privado y la esfera pública: las reuniones públicas de una facción se organizaban regularmente en los bancos que existían en la parte inferior de los palacios y en las tiendas abiertas y la loggie delante de ellas. En este sentido, el centro de la ciudad de Florencia fue de alguna manera similar a la del ágora ateniense o del foro romano. (B) La asamblea general del pueblo, llamado el parlamento, nunca tuvo el papel que había jugado en Atenas. No tenía reuniones periódicas,no era una institución en la que se podía deliberar, y por lo general tenía una función plebiscitaria. (C) Muchos de los debates tuvieron lugar en los gremios (arti), que fueron una característica básica del sistema republicano medieval. Los gremios podían tomar decisiones por sí mismos, había instituciones específicas, y en parte podían designar candidatos para los cargos. Sus reuniones eran abiertas solo a sus miembros. En el Renacimiento temprano, su importancia disminuyó fuertemente, cosa que dio lugar a una comunidad política más unificada. (D) Las discusiones que conducen a decisiones también se llevaban a cabo en las comisiones electorales entre numerosos seleccionados, aquellos cuyos nombres se iban a poner en las bolsas. No se trataba de dividir los asuntos públicos, como se ha señalado anteriormente, excepto durante el breve período a finales del siglo xv y principios del xvi, cuando el Gran Consejo estaba funcionando. (E) La mayoría de los cargos —en particular el más importante, la Signoria— eran colegiados. Esto significaba que, si bien había discusión, de nuevo, no era en público. Se tomaron las decisiones ejecutivas en estas oficinas. (F) Los dos consejos legislativos, seleccionados por sorteo dentro de listas más grandes que las que se utilizaba para la Signoria, tenían el poder para aprobar o rechazar los proyectos de ley propuestos por el Ejecutivo, pero que no podían proponer cualquier proyecto de ley por sí mismos y les estaba prohibido criticar las propuestas. Los discursos solo se les permitían si eran para mostrarse a favor de la medida, y es este acuerdo que Guicciardini abogó en la cita anterior. Además, las sesiones de los consejos legislativos no eran públicas, es decir, abiertas a todos los ciudadanos. (G) Un análisis mucho más profundo se llevaba a cabo en los órganos consultivos llamados pratiche, que la Señoría podía llamar a su antojo y que estaban seleccionados por los líderes políticos más importantes. La calidad de la discusión era alta en estos organismos, que servían para iluminar la mente del público y forjar un consenso de la mayoría, pero no podían adoptar ninguna decisión y no estaban abiertos al público17. Su papel fue un factor crucial en la pérdida progresiva de la autonomía de las instituciones republicanas florentinas en el principio del Renacimiento, que coincidió con el surgimiento de una clase política que se dedicó a la política a tiempo completo, que era hegemónica en las comisiones electorales y cuyos miembros regularmente podían pasar de un cargo público a otro.

En este complejo sistema, la deliberación, en el sentido del debate público que se utiliza en la mayoría de las teorías de la democracia deliberativa, es una dimensión esencial. A pesar de que no eran democracias, es por eso que podemos afirmar que la República de Florencia, junto con las otras comunas italianas que han desarrollado sistemas similares, «reinventan la política». Y como sugieren Moisés I. Finley(18), Cornelius Castoriadis(19) y Christian Meier(20)la política es algo muy peculiar y no ha existido en todas las sociedades y en todo momento: implica no solo la lucha por el poder del Estado, que tiene lugar en todas las sociedades con Estado, sino también la existencia de una esfera pública(21). La articulación de la deliberación y la toma de decisiones en Florencia, sin embargo, fue muy peculiar, y muy diferente de lo que encontramos en las democracias modernas. Los órganos de toma de decisiones no estaban abiertos al público, las instituciones deliberativas que fueron más abiertas al público no tomaron ninguna decisión. El legislador seleccionado al azar podía tomar decisiones, pero no podía discutir los proyectos de ley en cuestión, la asamblea general popular podía debatir, y el organismo en el que la discusión fue muy animada, las pratiche, fue cooptado por el círculo estrecho y no era ni abierto al público, ni disponía de derecho a tomar decisiones...(22). El sorteo, en este contexto, tenía una relación ambigua con la deliberación. De hecho, su función principal era asegurar una resolución imparcial de los conflictos entre las diferentes facciones que dividían profundamente a la República(23).

Sin embargo, este no fue su único valor. También jugó un papel crucial en el establecimiento del autogobierno republicano. Debido a la selección al azar y la rápida rotación de los cargos (por lo general de dos a seis meses), casi todos los que tenían la ciudadanía plena podían, en teoría, tener acceso regular a los cargos públicos. La ciudadanía se definía fundamentalmente a través de ser miembro de uno de los veintiún gremios reconocidos oficialmente. A principios del siglo xiv estaba comprendida entre 7.000 y 8.000 personas de una población de cerca de 90.000 personas. En 1343, tres cuartas partes de la ciudadanía fueron nominadas para participar en el squittino de la Signoria, alrededor de 800 pasaron la prueba y fueron insaculados —y estaban destinados por tanto a ejercer uno de los principales cargos en los años posteriores a la votación—. En 1411, en el momento del nacimiento del humanismo cívico, de más de 5.000 ciudadanos, fueron nominati e insaculados más de 1.000. En el Gran Consejo creado en 1494, había alrededor de 3.000 miembros. Aparte de los más altos cargos ejecutivos había un cúmulo de otros distintos cargos que utilizaban el sorteo como medio de selección durante este período. La regla era clara: cuanto más importante era el cargo, más difícil era su obtención(24)
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La ciudadanía florentina fue claramente limitada a una minoría de la población. La proporción de ciudadanos de pleno derecho de la población fue mayor que la de Venecia durante el mismo período(25), menor que la de la Atenas clásica26, y comparable con la proporción de ciudadanos de pleno derecho de la población de Gran Bretaña a finales del siglo xviii (27). Florencia no era una democracia en el sentido que actualmente se da al término. No era el gobierno de todos y, como hemos visto anteriormente, una gran parte del poder tiende a estar de facto en manos de los del círculo estrecho durante gran parte de este período. A pesar de esto, en comparación con otros regímenes de su época, encarnaba el ideal de autogobierno de los muchos—governo largo—. La discrepancia entre el ideal constitucional y la práctica política en esta materia, por otra parte, probablemente no era mayor que en una democracia moderna. El ideal del vivere libero, que fue al menos parcialmente realizado en la vida real de la República de Florencia, contó con la participación amplia de los ciudadanos de pleno en la vida pública —y real oportunidad de tener un cargo público—. Este ideal se realizó a través de selección aleatoria y la rápida rotación de los cargos —técnicas que se utili zaron con el fin de evitar o limitar cualquier división entre el poder del Estado y la ciudadanía—. Esta política fue, pues, muy diferente de los regí-menes absolutistas que estaban surgiendo en los países europeos al mismo tiempo, pero también muy diferente de las democracias representativas que aparecieron dos o tres siglos más tarde. No era una democracia, sino que fue el régimen mixto, como Leonardo Bruni, con razón, concluyó. El debate entre las dimensiones «democrática» y «aristocrática» fue explícito, y lo encontramos tanto en los archivos como en un gran número de obras contemporáneas de análisis de este período. A finales del siglo xv, la vieja oposición aristotélica entre elecciones, consideradas como básicamente aristocráticas, y sorteo, que fue visto como una herramienta democrática, parecía revivir en la política florentina28, y se sintetizó así en un diálogo de Francesco Guicciardini29. La principal ciudad toscana era una República, en el sentido de que había una ciudadanía en gran medida autogobernada, y el ideal republicano que fue elaborado en esta ciudad-estado ayudó a establecer una tradición radical de autogobierno que se puede encontrar en toda la historia moderna.

La variante aragonesa del autogobierno municipal: Sea a través de la influencia italiana, sea una invención autóctona, muchas ciudades españolas introdujeron la insaculación durante el siglo xv. El sistema insaculatorio fue más difundido en la Corona de Aragón: ya hacia 1442-1443 se había introducido en Zaragoza extendiéndose por todo el reino30. Las Cortes de Barcelona lo adoptaron en 1493. Fue también conocido en Castilla y en Navarra (particularmente en Extremadura, Murcia y La Mancha). La metodología insaculatoria era tan compleja en Aragón como en Florencia. A mediados del siglo xv, en Huerta, el procedimiento era el siguiente: los representantes de los barrios se reunían en asamblea general, los nombres de los candidatos eran escritos en pequeños trozos de pergamino y estos se envolvían en cera, formando bolas (llamados redolinos). Al introducir los redolinos en las bolsas correspondientes se daba a conocer el nombre de los candidatos; posteriormente, la extracción era efectuada por un niño de siete anos que, con su brazo derecho desnudo, introducía la mano en un bacín medio lleno de agua y tapado con una toalla. Efectuada la extracción, el redolino era colocado en un estante a la vista de los asistentes(31)


Las personas seleccionadas, llamadas los electores, formaban una comisión electoral que tenía que elegir los que iban a ocupar los cargos públicos. Este sistema, más parecido al de Venecia que a la tratta florentina, representó, cuando fue introducido, una modernización del sistema político: su objetivo era limitar las peleas por el poder, pero significaba también una confirmación de la autonomía de los municipios frente al Rey. De hecho, en un contexto de poder estatal que se hacía cada vez más absolutista, la insaculación no se oponía a la elección, sino a la captación por parte de las élites o a la nominación directa de las autoridades por el Rey. En unos lugares, la insaculación fue extendida a la designación directa de los cargos. En el municipio de Igualada (provincia de Barcelona), por ejemplo, el poder municipal se organizaba alrededor de un sistema de consejos en los cuales estaban representados los diversos grupos de ciudadanos.El govern de la población recoria bàsicamenten trenta-quatre persones «dels mes intelligents i aucthoritzats del poble», les quas compondiren el consell secret del municipi, i serien insaculades en les bosses dels qutre càrrecs de consellers. Existiria després una segona instancia de poder formada pels diversos càrrecs intrumentals del munici —síndic ordinari, arxiver, racional, oïdor de comptes i mostassaf—, per a l’ellecciódels quals exitirien també diverses bosses amb un total de trenta personas insaculades. Finalment, existiria emcara una tercera instància de poder, el consell general, dels membres del qual es nodriria el consell secret, i que esdevindrien el primer graó d’accés al municipi a partir dels diversos grups socials en presencia a la población(32)
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En esta forma «florentina», la insaculación fue también hasta cierto punto un instrumento, un modo arreglado de compartir el poder entre grupos e individuos, y de impedir la monopolización de los cargos públicos por las élites tradicionales. Desde el principio, el Rey se reservó un arbitraje y la facultad de inscribir, de acuerdo con los concelleres, a los individuos insaculados.

Fernando el Católico aprovechó para asegurar a la gran burguesía una participación importante en los municipios, pues asignó también con fijeza los correspondientes a las clases mercantil y artesana. Fue solo en un periodo ulterior que las posibilidades de manipulación de las listas de los «insaculados» por parte del Rey o de sus representantes se materializaron. El sistema permaneció vigente hasta el principio del siglo xviii, cuando fue suprimido por la dinastía borbónica de Felipe V (33)
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Durante el Renacimiento, Florencia fue comparada frecuentemente con Atenas, y ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la tradición Nuestro análisis de su sistema político proporciona un punto de vista valioso para comprender las características de la democracia moderna de deliberación y los desafíos a los cuales podrían tener que enfrentarse. Según la mayoría de los partidarios de los instrumentos de participación basados en la selección al azar, el regreso de esta técnica en la política, después de siglos de eclipse, implica que algunos de los ideales de las democracias antiguas están de vuelta. Un buen ejemplo de esto se puede encontrar en los escritos de Lyn Carson y de Martin Brian, dos de los promotores más coherentes de la selección al azar. Ellos escriben: “The assumption behind random selection in politics is that just about anyone who wishes to be involved in decision making is capable of making a useful contribution, and that the fairest way to ensure that everyone has such an opportunity is to give them an equal chance to be involved. Random selection worked in ancient Athens. It works today to select juries and has proved, through many practical experiments, that it can work well to deal with policy issues... For democracy... to be strong, it must contain the essential element of citizen participation, not just by a self-selected few but by ordinary people who rightly can determine their own futures. Given the difficulty of involving everyone in such a deliberative process, we argue that random selection is an ideal means by which a cross section of the population can be involved”(35)
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Por supuesto, hay diferencias evidentes y enormes en los contextos sociales, políticos, económicos e institucionales de las democracias modernas, por una parte, y de las repúblicas de Atenas o de Florencia, por otro. Sin embargo, ¿podemos hablar de un resurgimiento parcial del ideal de autogobierno que tendría lugar en los experimentos contemporáneos en la democracia deliberativa? Estos experimentos también pueden ser signos de una nueva tendencia democrática en el siglo xxi, que podrá evolucionar o puede quedar atrapada en una fosa. Los experimentos representan una crítica más amplia de las tradiciones paternalistas que tienden a reducir la democracia a un gobierno representativo. Sus partidarios consideran que la participación ciudadana en la política es crucial para la buena salud de nuestro sistema político. Expresan la igualdad política de todos los ciudadanos en el debate público y, en algunos casos, en la toma de decisiones. Piensan que la legitimidad democrática está estrechamente ligada a la expansión de la deliberación en el sentido del debate público: cuanto más una decisión provenga de un debate público animado y bien organizado, mayor será su legitimidad, tanto por las normas, como empí-ricamente(36).

Esta línea de pensamiento es claramente una respuesta a la creciente desconfianza del sistema político de la ciudadanía, que es una tendencia actual y significativa, al menos en Europa. En el corpus de la democracia deliberativa, el sorteo dispone de un espacio de visibilidad(37). Sin embargo, es importante hacer hincapié en las diferencias obvias entre Florencia y experimentos como el de la Asamblea Ciudadana de la Columbia Británica. En Canadá, como en otros países occidentales, casi todos los adultos son ciudadanos de pleno derecho. La técnica de la selección al azar no es una rutina, ni parte del dispositivo constitucional normal, sino que se utiliza únicamente en determinados momentos, cuando la autoridad pública libremente decide organizar una asamblea ciudadana, un jurado ciudadano, una conferencia de consenso o de otro tipo de deliberación. Hasta 2010, ninguna ley ha hecho el sorteo obligatorio más allá del ámbito judicial. Los experimentos políticos basados en sorteo por lo general operan al margen de la política, y el experimento de la Columbia Británica es la excepción y no la norma.Muestra representativa y la representación descriptiva Se refiere a una diferencia de más, menos evidente pero muy importante: el significado de la selección al azar. En Florencia, como en Atenas, el sorteo y una rápida rotación de los cargos permite a los ciudadanos gobernar y ser gobernados a su vez. Por esta razón se puede hablar de autonomía, y es por eso que, en el pensamiento clásico político de Aristóteles a Guicciardini, la selección aleatoria se había asociado con la democracia y las elecciones con la aristocracia38. El uso contemporáneo de la selección al azar es muy diferente. La posibilidad real de ser seleccionado en la Asamblea Ciudadana de la Columbia Británica o en cualquier otro mecanismo de este tipo es muy baja. La idea, claramente expresada por Lyn Carson y Martin Brian, es el uso de sorteo para seleccionar un microcosmos de la ciudadanía, un grupo que tiene las mismas características y la diversidad misma que la ciudadanía, pero a una escala más pequeña. Esto constituiría una «minipopulus», como dijo Robert A. Dahl(39) en un principio, o un «minipúblico», que ahora es el término más común. Esta posibilidad es estadísticamente plausible cuando se toma una muestra representativa de la ciudadanía. Una muestra representativa de la gente que tiende, a pequeña escala, a ser similar a la población en general. El concepto de muestra representativa es familiar para el lector del siglo xxi—después de décadas de su uso intensivo en las estadísticas y sondeos de opinión—. Es por esto que parece «bastante racional ver el sorteo como un medio para la finalidad de la representación descriptiva»40. Sin embargo, la muestra representativa es un invento tardío del siglo xix. No puede haber ninguna relación entre la selección al azar y la representación descriptiva en Atenas y en Florencia, donde la idea de que la selección aleatoria estadísticamente lleva a una sección representativa de la población no era científicamente útil. En ese momento, la suerte aún no había sido «domesticada» en la esfera política(41)


El razonamiento «microcósmico» que implica que los representantes políticos tienen que ser el espejo social o cultural del pueblo llegó a ser importante durante la época de las revoluciones, tanto la francesa como la norteamericana. Por ejemplo, John Adams escribió que el legislador «debe ser un retrato exacto, en miniatura, del pueblo en general»42. Sin embargo, debido a que era imposible confiar en la noción de una muestra representativa, sus promotores ignoraron el sorteo y presentaron otras soluciones técnicas(43). Los antifederalistas proponían circunscripciones pequeñas con el fin de favorecer la clase media baja —una solución que no era muy convincente y que fue criticada con éxito por los federalistas—(44).

Otra opción que se proponía, en la Francia de la revolución, era la representación por separado de los diferentes grupos sociales a través de métodos corporativistas —una propuesta que era demasiado estrechamente identificada con el Antiguo Régimen para convencer a los demócratas radicales—. Un grupo de mujeres decía, durante el periodo preparatorio a los États généraux del 1789, que “de même qu’un noble ne peut représenter un plébéien et que ce dernier ne peut représenter un noble, de même un homme, tout honnête qu’il soit, ne peut représenter une femme. Entre les représntants et les représentés, il doit y avoir une identité d’intérêt absolue” (45).Mirabeau decía un poco antes en un discurso delante de los États de Provence en enero de 1789 que la Asamblea tiene que ser « pour la nation ce qu’est une carte réduite pour son étendue physique; soit en partie, soit en grand, la copie doit toujours avoir les mêmes proportions que l’original»(46)
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En el siglo xix, la hegemonía de facto de las clases más altas entre los representantes llevan regularmente a la idea de la representación específica de los grupos subordinados, y en particular de la clase obrera(47), a través de candidatos específicos o, más tarde, de los partidos obreros. La muestra representativa fue introducida por primera vez en la política con las encuestas de opinión en la mitad del siglo xx (48), y solo se convirtió en el instrumento para la selección de los jurados de los ensayos [de la esfera judicial] y de varios jurados y comités políticos a finales de la década de los años sesenta y en la década de los setenta(49)
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Bernard Manin fue el primero en preguntar por qué la selección por sorteo desapareció de la escena política con las revoluciones modernas. Su respuesta se basa en dos elementos. Por un lado, los padres fundadores de las repúblicas modernas querían una aristocracia electiva en lugar de una democracia; por lo que era lógico el rechazo de la selección al azar. Por otro lado, la teoría del consentimiento, profundamente enraizada en las concepciones modernas del derecho natural, había ganado tanto terreno que parecía difícil de legitimar una autoridad política no formalmente aprobada por los ciudadanos del Estado(50). Estos dos argumentos son importantes, pero no pueden explicarlo todo. En particular, no explican por qué las corrientes radicales minoritarias no exigieron el uso de la selección por sorteo en la política, a pesar de que se hizo campaña por una representación similar a un espejo en el que el órgano de representación se asemejaría a la gente en su totalidad. Para entender esta evolución, hay que apuntar a otros factores. Tenemos que abandonar el reino de la «pureza» de las ideas políticas y ver la manera en que toman forma material a través de técnicas, de instrumentos del Estado y diversos mecanismos. (En este sentido, la historia de las ideas políticas se beneficiaría mucho de las lecciones de la historia social de la ciencia como se ha desarrollado en las últimas décadas.) La falta de un concepto estadístico de muestra representativa, en el momento de las revoluciones francesa y americana, cuando el cálculo de probabilidades ya estaba bien desarrollado, es una razón decisiva para entender por qué la política de selección por sorteo parecía condenada en las democracias modernas, con su gran población —y los que mantuvieron una concepción descriptiva de la representación, inevitablemente, tenían que elegir otras herramientas para el avance de sus ideales. por el contrario, la cuestión del regreso de la actualidad de la selección al azar en un número creciente de experiencias también parece abierto a una respuesta en gran parte centrada en la muestra representativa. La selección al azar como se practica en la política actual está indisolublemente ligada a ese concepto. En la democracia moderna, la deliberación de una sección transversal de la gente no es lo mismo que el autogobierno del pueblo. Se da a todos la misma oportunidad de ser seleccionados, pero esta oportunidad es muy pequeña; no permite que todos los ciudadanos ocupen cargos públicos. Esto lleva a la opinión de un minipúblico que es representativa de lo que la opinión del público en general podría ser. John Adams escribió que la representación microcósmica que estaba reclamando «debe pensar, sentir, razonar y actuar» como la gente (51). Para la política contemporánea de la «presencia»52, la similitud estadística entre «descriptivos» representantes y el pueblo es solo un punto de partida. El minipúblico se parece al pueblo sociológicamente. Al principio, piensa como él. Pero en el proceso de deliberación, cambia de opinión. Comienza a pensar de manera diferente, y este es precisamente el valor añadido de la deliberación. Esto es muy claro cuando leemos a James Fishkin, quien inventó la encuesta deliberativa, una de las técnicas de la democracia deliberativa que utiliza la selección al azar: Take a national random sample of the electorate and transport those people from all over the country to a single place. Immerse the sample in the issues, with carefully balanced briefing materials, with intensive discussions in small groups, and with the chance to question competing experts and politicians. At the end of several days of working through the issues face to face, poll the participants in detail. The resulting survey offers a representation of the considered judgments of the public”(53)
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Cuando las encuestas tradicionales consisten solo en una «agregación estadística de impresiones vagas formadas en su mayoría en la ignorancia de la fuerte competencia de argumentos» las encuestas deliberativas nos permiten conocer «lo que el público podría pensar, había una mejor oportunidad de examinar las cuestiones en litigio»(54)
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Otra diferencia entre la República de Florencia con organismos contemporáneos seleccionados al azar es la relación entre la deliberación y la toma de decisiones. Los esquemas modernos basados en la selección al azar tienden a mostrar una dinámica más amplia de la democracia deliberativa. En este artículo no voy a hablar de los órganos más tradicionales, como los tribunales supremos o comi. tés administrativos. Me centraré en la deliberación de minipúblicos. Planes de este tipo ofrecen una serie de promesas, tales como limitar la distancia entre la clase política y la ciudadanía y promover una mejor comunicación entre ellos. Al mismo tiempo, sin embargo, se enfrentan a tres conjuntos de problemas.

La primera es que la opinión de contraste puede diferir de la opinión real de la gente. Cuando la propuesta de la Asamblea Ciudadana de la Columbia Británica se planteó al electorado en un referéndum en 2005, no logró pasar la prueba: debido a que era considerada como una cuestión constitucional, la aprobación del referéndum requiere un 60% de los votos y las mayorías simples un 60% de los distritos para poder pasar. Los resultados finales indican que el referéndum logró solo el 57,7% de votos a favor, a pesar de que tenía un apoyo mayoritario en 77 de los 79 distritos electorales. Cuando la propuesta se puso a votación de nuevo en un referéndum en mayo de 2009, la diferencia era aún mayor: solo el 38,7% de los votos válidos y 7 de 85 distritos electorales a favor de la propuesta. En Ontario, la propuesta de la Asamblea Ciudadana convenció solo a una minoría de los votantes y no habrá segunda oportunidad. En Europa, el candidato del PASOK seleccionado por una muestra representativa de los ciudadanos de Marousi no fue el que ganó las elecciones unos meses más tarde.

La tensión entre la deliberación de los minipúblicos y el debate público en general parece ser inherente a la democracia deliberativa, en la medida que es necesaria una forma institucional; pero no ha sido suficientemente debatida en la teoría política(55). Esta tensión aparece en varias dimensiones: 1º.- El proceso de aprendizaje. Cuanto más aprenden los miembros de una muestra representativa en una Asamblea Ciudadana, en mayor grado difieren su conocimiento y su opinión de la opinión pública en general. Los esquemas más interesantes, que conducen a un empoderamiento real de los participantes, tienden a diferir más de la opinión pública que el promedio de los dispositivos. 2º.-Cantidad. Cuando el número de participantes crece, la calidad deliberativa de los debates tiende a disminuir. 3º.- Publicidad. Jon Elster(56) y otros han demostrado que la publicidad de los debates no necesariamente conduce a una mejor discusión. Al menos en algunos contextos, una discusión a puerta cerrada será de mejor calidad. La mayoría de los jurados ciudadanos debaten sin ningún tipo de audiencia. En este contexto, es más difícil hacer participar al público en general y aumentar su comprensión del asunto en cuestión. Así, las reuniones tienden a ser escuelas de democracia para unos pocos, no para la mayoría. 4º.- El aprendizaje mediante el debate o por la acción. Los mecanismos de deliberación se conciben con el fin de fomentar y mejorar la educación política. Sin embargo, por lo general permiten a los participantes reunirse únicamente «por un período corto, como ciudadanos de a pie, para fines concretos y limitados», como dice Gordon Gibson (57). En los movimientos sociales o en organizaciones no gubernamentales, la calidad deliberativa es probablemente menor, pero la intensidad y el compromiso emocional de los participantes es mucho mayor. En algunos casos, la ambición personal, más que el deseo de progreso democrático, podría incluso convertirse en el principal factor motivador.

 La democracia deliberativa también tiene que encarar otra serie de desafíos.Porque se centra en la regla (deliberativa) del juego, a menudo se tiende a olvidar o por lo menos a subestimar las relaciones de poder y la relación entre los regímenes de deliberación y de la transformación democrática más amplia de la sociedad en general. Los mecanismos de participación que seleccionan individuos por sectores, sin ningún vínculo entre ellos, constituyen un instrumento que no está incrustado en las relaciones sociales reales. Por lo tanto, si se reúnen solo cuando lo requiere la autoridad política que les convoca, hace difícil que estos mecanismos puedan cambiar las estructuras de poder. Esto induce a graves dificultades:1º.- El poder en la propia deliberación. Uno de los problemas más discutidos es la influencia del poder en el proceso deliberativo en sí. Procedimientos formalmente iguales pueden conducir a resultados desiguales si son ciegos a las diferencias en capital social, económicas o culturales que influyen fuertemente en el lado de la entrada del proceso. Esto ha sido ampliamente discutido y han surgido técnicas con el fin de reducir las desigualdades sociales en la deliberación, como la sucesión de la sesión plenaria y discusiones en grupos pequeños. 2º.- Desde arriba vs. desde abajo. Además, la mayoría de deliberaciones de minipúblicos son procesos desde arriba hacia abajo. Por ello no es muy probable que tengan lugar cambios radicales que desafíen al poder de aquellos que han puesto en marcha estos instrumentos.3º.- La individualidad vs. la ciudadanía organizada. Una gran cantidad de diseños de deliberación, especialmente aquellos que emplean una selección al azar, valoran a los ciudadanos. Consideran los intereses organizados, incluidas las ONG y la organización comunitaria con cierta timidez, ya que se supone que defienden intereses particulares. Estos instrumentos de deliberación se pueden utilizar incluso en contra de la sociedad civil organizada, sin la cual cualquier cambio cívico progresivo es difícilmente concebible. 4º.- El consenso y el disenso. En conferencias de consenso, los jurados ciudadanos y otros dispositivos (aunque no en las encuestas deliberativas), la democracia deliberativa se supone que debe conducir a un consenso. Pero, ¿los cambios reales vienen generalmente a través de argumentos de consenso? Históricamente, el progreso de la justicia y la democracia se ha impuesto a través de grandes luchas sociales, no a través de discusiones razonables consensuales. Los dispositivos de deliberación a menudo tienden a ser inhóspitos para la politización. Según lo sugerido por Jürgen Habermas(58), se considera que una buena deliberación estará guiada por la fuerza del mejor argumento. Sin embargo, con el fin de hacer transformaciones reales en un mundo en el que las resistencias estructurales son enormes, las pasiones parecen necesarias, y tales transformaciones son apenas el producto de la mera argumentación racional. La retórica y las emociones son cruciales. Con el fin de ser lo suficientemente fuerte para regular los mercados mundiales, la política tiene que hacer soñar con un mundo distinto. En este proceso, argumentar es solo un aspecto entre otros. 6º.- La democracia deliberativa y la justicia social. La relación entre la democracia deliberativa y la justicia social sigue siendo opaca. La mayoría de los instrumentos que la teoría deliberativa ha analizado no están vinculados con los movimientos de emancipación de las clases subordinadas, o de grupos externos. Los experimentos basados en la selección al azar pocas veces se utilizan en la crítica de las nuevas formas de desigualdad que se producen por el capitalismo contemporáneo. Esta crítica ha sido llevada a cabo sobre todo con otros instrumentos de participación, como el presupuesto participativo en Porto Alegre(59).7º.-Toma de decisiones ilustradas frente al contrapoder. Por último, para resumir estos puntos, la democracia deliberativa basada en minipúblicos a menudo tiende a ser una manera de producir una toma de decisiones y un consentimiento más iluminados. Esto es importante, pero apenas suficiente —y si no contribuye al desarrollo de contrapoderes60, el interés en la democracia deliberativa comenzará a disminuir.

Hay una aparente disyuntiva entre la deliberación en el sentido inglés del término (buena discusión) y la deliberación en el sentido de los idiomas latinos (la decisión de un órgano colegiado). Los órganos deliberativos abiertos a los. ciudadanos no suelen tener derecho a tomar decisiones. Entre los órganos colegiados que los teóricos tienden a presentar como «buenas prácticas» de democracia deliberativa, los que tienen derecho a tomar decisiones, o cuyo consejo está integrado directamente en los órganos de decisión, son en su mayoría comisiones de expertos, tales como los tribunales supremos, los comités de ética o organismos neocorporativistas. Entre los que están abiertos a los ciudadanos de a pie, la gran mayoría son solo consultivos ¿Por qué es este «públicos débiles/flacos»(61)? ¿Es solo un fenómeno contingente? ¿Podemos esperar que la situación cambie en un futuro próximo?

Las repúblicas clásicas ateniense o florentina —y también, en parte, los municipios autónomos del Aragón fernandino— se basaron en los principios de la capacidad individual (para los cargos públicos electivos), el imperio de la ley, la imparcialidad y hasta cierto punto el auto-gobierno. La democracia representativa se basa en otro principio, en el consentimiento del pueblo expresado a través de elecciones (articulado con el estado de derecho y los derechos humanos). Ambos se apoyan vigorosamente en la legitimidad del número, y sobre todo en el principio de la mayoría. Sin embargo, una característica importante de nuestros regímenes políticos es que muchas decisiones se toman a través de comités de expertos. En algunos casos, estos comités aplican el principio de la mayoría, y otros funcionan por consenso. Su legitimidad tiene una dimensión epistémica fuerte: se basa en el conocimiento de expertos y sobre los procedimientos bien diseñados que favorecen la buena (no pública) deliberación.

Los minipúblicos formados por ciudadanos seleccionados al azar no pueden basarse en la legitimidad de número ni en la legitimidad del conocimiento experto. Esta es la razón por la que no suelen tener derecho a tomar decisiones. Sin embargo, tienen su propio tipo de legitimidad. En primer lugar, los dispositivos actuales de participación se emplean a menudo con el fin de permitir una opinión «ilustrada». Una de sus premisas básicas es que una cuidadosa deliberación conducirá a resultados razonables —y las investigaciones empíricas demuestran que se hace de verdad—. Esta es la razón por la que la opinión del minipúblico tiende a ser más razonable que el debate público más amplio. De hecho, la calidad epistémica de los dispositivos de deliberación sobre la base de una selección al azar es importante. Además, los dispositivos de deliberación participativa pueden tener algunas ventajas epistémicas en comparación con representantes del gobierno o comités de expertos. La mayoría de los demócratas deliberativos se basan en un argumento negativo, bien expresado por John Dewey: «Una clase de expertos está, inevitablemente, tan alejada de los intereses comunes como para convertirse en una clase con intereses privados y un conocimiento privado, que en materia social no es conocimiento en absoluto»(62). Esta afirmación se puede extender a  la clase política. Se pueden también proponer argumentos más positivos. Uno de los más comunes es que una buena deliberación debe incluir varios puntos de vista, por lo que el abanico de argumentos puede ser ampliado, y las razones más equilibradas. En esta línea de pensamiento, los minipúblicos seleccionados al azar tienden a ser mejores que los dispositivos de participación basados en la presencia voluntaria o de la sociedad civil organizada, porque se basan en una muestra representativa de la población y pueden maximizar la diversidad epistémica de sus deliberaciones. Esta es la razón por la que puede aportar algo valioso a lo que es, de hecho, un contexto de creciente complejidad.

Un tercer argumento a favor de los dispositivos de participación deliberativa es político. Su promesa viene del hecho de que el descontento es cada vez mayor en contra del funcionamiento real de las democracias representativas. Se percibe la necesidad de contrarrestar la tendencia a reducir la política a la muestra retórica, para limitar la autonomía de la clase política y para que sea más responsable ante la ciudadanía. Los dispositivos de deliberación participativa son instrumentos que promueven una mejor comunicación entre la clase política y la ciudadanía. Los que se basan en una muestra representativa de la población permiten la comunicación política que tendrá lugar entre la gente común y no solo entre «ciudadanos profesionales».

El cuarto argumento es también político, pero es más radical que el tercero. Los demócratas que están a favor del gobierno representativo (en oposición a sus defensores elitistas) a menudo reconocen que el mejor sistema democrático sería el autogobierno, además de añadir que, dado que es imposible en las grandes comunidades típicas de la democracia moderna, la segunda mejor solución es el gobierno representativo. Sin embargo, cabría argumentar que: dado que el mejor sistema democrático es el autogobierno, y porque es imposible en las grandes comunidades típicas de la democracia moderna, la segunda mejor solución es en realidad la de dar una voz a los minipúblicos seleccionados al azar. Al menos ofrecen a los ciudadanos las mismas oportunidades de participar en la toma de decisiones.

El quinto argumento a favor de dispositivos participativos basados en una muestra representativa de la población es la imparcialidad. Los representantes electos, expertos, y los intereses organizados tienden a ser movidos por intereses particulares y no por la noción del bien común. Por el contrario, la selección aleatoria asegura que la gran mayoría (o casi todo el mundo, debido a la posibilidad de recusación de un jurado en el juicio) juzgará de acuerdo a lo que consideran lo mejor para todos, sin tomar una postura partidista en cualquier controversia. Ya Benjamin Constant, quien no era un demócrata, decía en el siglo xix: “Certes, si on me proposait d’être à mon choix jugé par douze artisans sans connaissance aucune, ne sachant, si l’on veut, ni lire, ni écrire, mais tirés au sort, et ne recevant d’ordres que de leur conscience, ou par douze académiciens les mieux façonnés à l’élégance, par douze hommes de lettres les plus exercés dans les finesses du style, mais nommés par l’autorité, qui tiendrait suspendus sur leurs têtes les cordons, les titres et les salaires, je préférerais les douze Artisans (63)

Esta ventaja de la imparcialidad puede ser reforzada cuando el consejo o la decisión han de tomarse por mayoría cualificada o alcanzada a través del consenso. Asesorar, controlar, juzgar, decidir Teniendo en cuenta estos cinco tipos de legitimidad que los dispositivos de participación basados en la selección al azar pueden reclamar, ¿qué puede decirse sobre el potencial de estos experimentos contemporáneos? Cuando el imperativo de imparcialidad es alto con respecto a un tema en particular, la selección aleatoria ofrece un buen método para seleccionar a aquellos que deliberan. Una distinción importante tiene que ser hecha, sin embargo. Es interesante notar como Hegel defiende la institución del jurado del juicio integrado por ciudadanos. Su participación se justifica, escribe, en la medida, y solo en la medida, en que lo que está en juego no es el universal, el derecho o la ley, sino un juicio concreto y subjetivo sobre un caso en particular(64). Uno puede ser menos estricto, pero hay que reconocer que no es lo mismo deliberar sobre casos particulares y concretos o promulgar una ley. Cuando se trata de temas especiales, los instrumentos de participación basados en la selección al azar no solo tienen legitimidad suficiente como para aconsejar, sino también, al menos en algunos contextos, para controlar65, para juzgar, como en los jurados del juicio(66), o incluso decidir —este ha sido el caso en los jurados ciudadanos de Berlín que, en 17 barrios, han decidido la atribución de medio millón de euros cada uno para sostener los proyectos locales en el marco de la política de renovación urbana—(67). Esto podría desarrollarse mucho más. Por otra parte, en los casos en que la imparcialidad es crucial, pero cuando una ley que está en juego, como en la Columbia Británica, parece prometedor acoplar la propuesta de una Asamblea Ciudadana con un referéndum, tal como se hizo en las provincias de Canadá; es decir, articular el minipúblico con el pueblo en su conjunto.

Es innegable que los comités de expertos tienen un papel importante que desempeñar en los casos en que se apoyan en cuestiones muy técnicas. Para garantizar la imparcialidad, sin embargo, sería necesario incluir a los ciudadanos de a pie en la toma de decisiones, por ejemplo, en momentos particulares en el procedimiento, tal como las conferencias de consenso sobre cuestiones científicas inventadas en Dinamarca.

En los casos en que los asuntos políticos generales están en juego, los dispositivos de participación basados en la selección al azar no tienen legitimidad suficiente para tomar la decisión: la opinión de los minipúblicos no es un verdadero autogobierno. Dos opciones podrían ser consideradas. La primera es dar a estos dispositivos una función meramente consultiva y luego dejar que los representantes elegidos decidan. La idea es producir un consentimiento más ilustrado y un gobierno más ilustrado. Esta es la opción principal, y probablemente vamos a ver muchas experiencias de este tipo en las próximas décadas.

Una alternativa sería combinar los minipúblicos con mayores procesos de participación. Esto sería un movimiento en la dirección de una democracia participativa, que combinaría el gobierno representativo y la democracia deliberativa con formas de democracia directa. Podría valer la pena hacer algunos pasos hacia adelante en esta dirección. Porque, ¿quién podría afirmar que la situación actual es satisfactoria?

La idea de la democracia deliberativa es una importante contribución a la renovación de la política y podría mejorar la eficiencia y la legitimidad de las políticas públicas. Es precisamente porque vivimos en un mundo complejo que se necesita aumentar la deliberación pública. La democracia deliberativa es una buena contra-tendencia frente a las tendencias populistas, y a la dominación de los líderes carismáticos. Debido a sus tensiones inherentes, la democracia deliberativa no puede estar sola y tiene que ser combinada con la democracia participativa, que es diferente y que tiene algo que ver con el principio republicano del autogobierno de Florencia. La democracia participativa implica la participación real de una gran parte de la ciudadanía en la política, y, en particular, la participación de los grupos dominados. No solo se basa en los dispositivos institucionales, sino también en los movimientos sociales. La deliberación de los minipúblicos tiene que estar vinculada a un mejor debate en la esfera pública. 

El ejemplo de la Columbia Brirtanicaque acopla una Asamblea Ciudadana con un referéndum, indica un camino que podría seguirse si tuviéramos que ir en esta dirección. La democracia deliberativa y la democracia participativa, incluso en conjunto, no pueden estar solas. Son parte de una evolución más amplia, que modifica el sentido de la representación política, y son dimensiones en el desarrollo de la gobernanza multinivel. La división clásica de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el poder judicial siempre ha sido un proceso abierto, en lugar de un equilibrio estable. Al abordar los límites del gobierno representativo, algunos esquemas de la democracia deliberativa y participativa pueden modificar este equilibrio con la introducción de un cuarto poder en la ecuación. Si bien esto hace que la situación sea más compleja, y un buen equilibrio no es fácil de encontrar, este es un camino prometedor.

 La selección al azar tiene un papel que desempeñar en este proceso. Junto con la rápida rotación de los oficios, ha sido fundamental en la Florencia del Renacimiento, donde se permitió un autogobierno limitado pero real. El regreso de la selección aleatoria en los regímenes contemporáneos se basa en el concepto de muestra representativa, que no estaba disponible antes de finales del siglo xix. Los minipúblicos representan una opinión ilustrada —lo que el público en general podría pensar si realmente pudiera deliberar con información, organización de la toma de palabra y tiempo adecuados—. Por lo tanto, están estrechamente vinculados con el ideal de la democracia deliberativa, que es algo muy diferente del vivere libero florentino. Ofrecen fuentes de legitimidad que tienen que ser articuladas, y no opuestas, a la legitimidad del gobierno representativo o de la democracia directa.
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 (a) Yves Sintomer es profesor de Ciencia Política en la Universidad de París 8, e investigador
invitado de la Universidad de Neuchâtel. Se doctoró en Ciencia Política en el Instituto Universitario Europeo de Florencia; y obtuvo su Habilitation (HDR) en la Universidad de París 5.
Ha realizado estancias de investigación en las universidades de Frankfurt del Main y de Harvard.
Ha sido director del Centro Marc Bloch de Berlín y ha impartido docencia en numerosos
países. Entre sus publicaciones destacan Porto Alegre, La esperanza de otra democracia (con
M. Gret). Madrid: Debate, 2003, y Los presupuestos participativos en Europa (con E. Ganuza). Ámsterdam: TNI, 2011. Sus escritos han sido traducidos a más de doce idioma
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En Venecia, la ciudadanía fue reservada a los miembros del Gran Consejo, es decir, a unas 1.100 personas en tiempo de Bruni (con una población de 90.000 personas) y a 2.600 personas antes de la plaga de 1575 (con una población de 250.000 personas), lAne, F.C.Storia di Venezia. Turín: Einaudi, 1978, p. 120, 295-297 y 372./26. Entre 30.000 y 50.000 ciudadanos en un pueblo de 250.000 o 300.000 personas. En ambas ciudades, las mujeres quedaron excluidas, pero además, en Florencia, los campesinos y los trabajadores humildes de la ciudad no podían conseguir acceso a la ciudadanía. Durante la revolución de los Ciompi (los trabajadores de la lana) en 1373, 13.000 personas pudieron conseguir la ciudadanía durante unos meses, pero se acabó con la revolución./27. 338.000 personas en un pueblo de 8,5 millones (Gueniffey, 1993, p. 97). Ver también plumb, J.H. «The Growth of the Electorate in Enland from 1600 to 1715», Past and Present, 45, 1969/28. CAdoni, G. «Genesi e implicazioni dello scontro tra i fautori della “tratta” e i fautori delle “pi`u fave” 1495-1499».29. guiCCiArdini, L. «Del modo di eleggere gli uffici nel consiglio grande», en Dialogo e discorsi del reggimento di Firenze. pAlmAroCChi, Roberto (ed.). 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La «fair cross section of the /community» es una noción que utilizó la Corte Suprema de los EE.UU. cuando decidióimponer una reforma de los jurados al final de los años 1960 para que fueran compuestos através de una selección aleatoria a partir del conjunto de los ciudadanos y no solo de unosgrupos considerados más «dignos» que otros —con el objetivo de una mejor representatividad («The Jury Selection and Service Act», 28 U.S.C., secs 1861-69, en AbrAmson, J. We the Jury. The Jury System and the Ideal of Democracy.Cambridge: Harvard University Press, 2003, p. 100./36. mAnin, B. Op. cit.; hAbermAs, J. Between Facts and Norms, Contributions to a Discourse Theory of Law and Democracy. Cambridge: MIT Press, 1996; The Structural Transformation of the Public Sphere; dryzek, John S. Discursive Democracy. Politics, Policy and Political Science. CambridgeCambridge University Press, 1990; elster, J. Arguing and Bargaining in the Federal Convention and the Assemblée Constituante. 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Oxford: Clarendon Press, 1995.53. fishkin, J. The Voice of the People, 162./54. Ibidem, p. 89 y 162/55. goodin, R.E. y dryzeCk, J. «Deliberative Impacts, The Macro-Political Uptake of MiniPublics», en Politics and Society, 34, 2006, p. 219-244; ArChon, F. «Minipublics, Deliberative Designs and their Consequences», en rosenberg, Shawn W. (dir.). Deliberation, Participation and Democracy, Can the People Govern? Londres: Palgrave, 2008; «Rhetoric and the Public Sphere, Has Deliberative Democracy Abandoned Mass Democracy?», Political Theory, vol. 37, 3, junio de 2009./56. elster, J. Arguing and Bargaining in the Federal Convention and the Assemblée Constituante./57. gibson. «Deliberative Democracy and the B.C. Citizens’ Assembly»./58. hAbermAs, J. Structural Transformation of the Public Sphere; Between Facts and Norms./59. Abers, R. Inventing Local Democracy, Grassroots Politics in Brazil. Londres: Lynne Rienner Publishers, 2000; Avritzer, L. 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¿QUE ES LA DEMOCRACIA?


Por Cornelius Castoriadiws

Democracia significa etimológicamente la dominación de las masas. Pero no tomemos el término dominación en un sentido formal. El dominio real no puede ser confundido con el voto: el voto, incluso el que se emite libremente, puede ser y lo es frecuentemente, la farsa de la democracia. La democracia no es el voto relativo a las cuestiones secundarias ni la designación de personas que decidan ellas mismas, fuera de cualquier control efectivo, sobre las cuestiones esenciales. La democracia no consiste tampoco en llamar a las personas a pronunciarse sobre cuestiones incomprensibles o que carecen de sentido para ellas. El dominio real es decidir  por si mismo sobre cuestiones esenciales y hacerlo con conocimiento de causa .Estas cuatro palabras: conocimiento de causa se encuentra todo el problema de la democracia. No tiene ningún sentido llamar a las personas a que se pronuncien sobre determinados asuntos si no pueden hacerlo con conocimiento de causa. Esta cuestión viene siendo señalada  desde hace mucho tiempo por los críticos reaccionarios o fascistas de la democracia burguesa, y a veces se la vuelve a encontrar en la argumentación privada de los estalinistas mas cínicos. Es evidente  que la democracia burguesa es una comedia. Esta es razón suficiente para que nadie en la sociedad capitalista pueda pronunciarse con conocimiento de causa y menos que nadie las masas, a quines se les oculta sistemáticamente la realidad económica y política, así como el sentido de las cuestiones planteadas. La conclusión que se desprende no es confiar el poder a una casta de burócratas incompetentes e incontrolables sino transformar la realidad  social, de forma que los datos esenciales y los problemas fundamentales sean asequibles para los individuos, y que estos puedan decidir con conocimiento de causa




 (Cornelius Castoriaidis.- Le contenu du socialisme 1957)

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REPUBLICANISMO Y DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Alexandre Dorna ( *)

*)


La claridad de un discurso es el precio que s, e paga por su éxito pero no impide las amalgamas y los malentendidos. La doctrina republicana ha tenido una implantación fuerte en las generaciones precedentes. Hoy nadie discute sus principios pero la mayoría los apaña a su manera. De aquí se derivan los sinsentidos, las amalgamas, a veces intencionadas, a veces accidentales. Ya   va siendo hora de reexaminar las ideas recibidas sobre los fundamentos epistemológicos del republicanismo tras más de un siglo de desconocimiento y de desconfianza,  lo que trataré  de hacer  por medio de varios  comisarios sin perjuicio  de otra  reflexión que haya de hacerse más amplia y profunda.

Primer comentario: El republicanismo sería la versión francesa del liberalismo filosófico. Una buena parte de los historiadores se han  alineado sobre esta versión.  A veces incluso hombres políticos de izquierda (tanto de ayer como de hoy) han justificado su política de alianzas apelando a ese malentendido. Pero seguramente es la obra de Elie Halevy la que ha reforzado el equívoco.  Aunque con mayor precisión debería decirse que ha sido la imagen que de la obra han dado los periodistas la que ha travestido el asunto.  Le Monde del 5 de abril de 1996 consagró dos páginas enteras a Halevy con un largo artículo sobre Elie Halevy que es presentado como  historiador de un radicalismo muy impregnado por  filosofía inglesa.  Pero, si  bien es cierto que Halevy tiende una mirada erudita sobre el liberalismo utilitarista, no hace ninguna referencia directa al republicanismo y  menos aún  a la sensibilidad radical a la francesa. Es ahí donde la cuestión de la renovación del republicanismo se hace más pertinente.

En el fondo  el  republicanismo no es soluble en el líquido liberal. Ni siquiera cuando este último se declara equitativo y socialmente correcto.  ¿Podemos olvidar que los liberales de 1789 se aliaron al cambio republicano rechazando la soberanía popular para declararse posteriormente partidarios de una democracia representativa, que la restauración y el orleanismo  gestionaron con amplitud? ¿Es necesario recordar que la concepción de los radicales con la libertad no es  la de contemplarla pura y simplemente una reivindicación individual sino que plantean la cuestión de la dominación? ¿Quién puede creerse que la posición de los prepublciano9s a propósito del papel del Estado es la del liberalismo? ¿Es necesario repetir además, que, si el liberalismo se basa en una concepción individualista de la naturaleza  humana y de la libertad, el republicanismo piensa que un individuo aislado es una abstracción ilusoria?  Su el hombre aspira a ser libre, no puede serlo sin los demás. Sobre esto se ha desarrollado un amplio debate o a partir de de investigaciones recientes de historiadores ingleses cuyas ideas han hecho suyas algunos investigadores franceses y que comienzan a aportar una nueva luz. Se trata de los  trabajos de Q.Skinner (11990). Petit (1991), Pockoc ( 1975),B.Manin ( 1995).J,D. Spitz ( 1995), y algunos otros.

Segundo comentario: el republicanismo es el heredero más consecuente de la Revolución Francesa. ¿Quién lo discute? Nadie.  Pero, al contrario de las formulas tantas veces repetidas,  el republicanismo radical no es acrítico ante ella. Y aunque algunos declaran compartir la herencia revolucionaria en bloque, según la fórmula de Clemencia,  no se adhiere enteramente a la doctrina republicana radical. Son frecuentes las voces de los republicanos críticos radicales. Algunos se reconocen bastante  en la sensibilidad jacobina a pesar de renegar de Robespierre mientras que hay otros no esconden sus simpatías hacia Danton. Pero lo que es cierto es su rechazo radical de toda especie de tiranía censitaria: ni rey ni emperador. La historia no  se ha terminado. Si 1789 establece el marco, su sentido esta pore edificar. El republicanismo radical saca de ahí varias lecciones. Probamente una moderación en los actos y el peso de las palabras. La revolución se hace contra la aristocracia y los privilegiados, por la libertad  de opinión y la igualdad de derechos ante la ley. Es la noción misma de ciudadanía la que marca la voluntad igualitaria, lo que está en juego es universal. Esa es la cuestión política esencial. De ahí el rechazo a utilizar la retórica de la lucha de clases.  (…)

Tercer  comentario: El republicanismo es un racionalismo científico que deriva sus raíces del positivismo. Esto es una caricatura. La exaltación de la razón no es un pensamiento republicano. ¿Qué hay de más racional que Napoleón? El racionalismo del que se reclaman los republicanos es razonablemente crítico. En una palabra: discutible. Es necesario  señalar que aunque hay muchas  figuras políticas e intelectuales que se dicen  positivistas  al alba de la III república, como Littre, Ferry, Gambeta y otros, se trata de un positivismo ilustrado que no  legitima los excesos de Comte no sus prejuicios.  Mucho menos la idea de una sociedad (inspirada en Platón) , dirigida por sabios.  Es cierto,  que la ciencia se presenta  como un modelo y un método, pero abierto a la crítica, nunca como un sistema cerrado. ¿ Es preciso recordar que la lucha es precisamente contra las creencias dogmáticas y anticlericales de la época?. Algunos republicanos son bastante críticos hacia toda reducción cientificista. El intento de hacer una moral de la ciencia desemboca en una nueva religión. Los últimos trabajos de Comte dan fe de ello.  No hay dogma para la doctrina republicana. Es el significado mismo de la noción de laicidad., que se asimila demasiada a la simple separación de  Iglesia y Estado exclusivamente.  En el fondo la actitud espiritual republicana radical no lleva  al ateísmo sino a la libertad de conciencia. De ahí la necesidad de  que la pedagogía esté libre de todo ortodoxia. Buisson lo dice claramente: “la educación republicana no cree en verdades absolutas, inmutables, intangibles. No acepta ni la doctrina del Estado ni la de la Iglesia, es la expresión perfecta de la perfecta libertad”, El republicanismo radical no es un “estado de espíritu” como algunos consideran al citar la letra sin asimilar el contenido, sino una orientación del espíritu, una manera de reflexionar, un conjunto de principios que guían los actos y los métodos que son útiles para el hombre. Cuarto comentario:  El republicanismo a la francesa acentúa el compromiso ciudadano, del que la virtud constituye un elemento esencial. La virtud no es ninguna forma de  moral o de ética a la  que el individuo se consagra por la gracia de Dios sino un aprendizaje social derivado de las normas de convivencia las cuales son a su vez un producto de experiencias colectivas., de dialogo y de intercambio. La virtud representa la capacidad social de los ciudadanos para hacer prevalecer el interés general sobre el interés propio una manera de estar atentos, de no resignarse a un orden privado para que los hombres s e mantengan libres y amos de su destino.
(…)

Quinto comentario: Aquí es donde el debate republicano encuentra toda su expresiónSe3xto comentaruiio:  . Se trata de  discutir el discurso elitista (liberal o socialista) sobre la democracia representativa. La victoria aplastante de la democracia representativa de inspiración liberal sobre otras formas de gobierno ha trastocado  los datos de los intelectuales de izquierda. Si ayer., eran severos  hacia la democracia liberal, hoy la postura liberal democrática les parece a pesar de unas pocas reticencias, una realidad Intelectual tan potente y tan indiscutible que es inútil combatirla. Es el discurso socio-liberal actual de los intelectuales de izquierda en el gobierno tales como Furet, Julliard. Rosanvalllon y otros. Aquí la posición republicana no liberal contrasta enormemente.

Sexto comentario las democracias representativas contemporáneas (B.Manin 1995) han surgido como una forma de gobierno que sus propios fundadores oponían a la democracia de origen griego. Es cierto que en Francia se mantuvo una referencia obligada a esta última, pero cada vez menos viva.  La verdadera referencia es, hoy, la democracia norteamericana.  No hay de extrañar, pues, que un peritos francés recientemente se haya permitido declarar que “todos somos americanos”.  De esta manera la democracia representativa se aleja no solamente de la idea republicana sino que además  v se vacía de su esencia primera: la participación de todos en los asuntos públicos. Las huellas de esta desviación se encuentran  en las toma s de posición de hombres de reconocida influencia: de un lado Sieyes y de otro el americano Madison.  Los dos y muchos otros se encargaron  de asimilar democracia representativa a una forma moderna y nueva de república de inspiración filosofa liberal. El norteamericano james Madison (1751-1836), presidente de Estados Unidos

 Veía en él un sistema político superior.  Las decisiones venidas de los representantes tenían que3 ser forzosamente  más razonables, menos parciales y apasionadas que las emanadas directamente de los ciudadanos. El francés Emmanuel Sieyes (1748-1836), lo justificaba asi: Los ciudadanos no disponen de tiempo para ocuparse de los asuntos públicos. Llega por lo tanto a la conclusión, hoy  conocida,  que para gobernar es preciso tener una “profesión particular”, sin preocuparse demasiado por las consecuencias.  Por el contrario,  la verdadera tradición republicana es la de una democracia ni liberal ni representativa que recuerda la de Grecia antigua y la de la práctica política de las ciudades italianas del Renacimiento. Fue en la republica de Venecia  hasta su caída ( 1797) donde el sistema de sorteo estaba más  extendido. Venecia, la serenísima república  eligió así a su primer mandatario el  Dogo  desde  el año 697. Hubo cerca de dos mil años de democracia republicana directa o casi directa. También  en Florencia, la ciudad de Maquiavelo,  el renacimiento republicano instituyó el sorteo para designar a sus magistrados.  ¿ Cuáles han sido , por tanto , las razones, para construir una democracia representativa?.

En relamidas la opción  por una “república democrática representativa” no fue solamente el resultado  de un razonamiento “técnico” a propósito del número de habitante en  las ciudades  modernas. Por supuesto que si fue racional pero porque  la verdadera razón fue de orden político: el miedo a la “canalla” del pueblo incontrolable, de los incultos y de la gente sin propiedades. Así, el rechazo a reconocer la igualdad política potencial se sitúa  en el ámbito de la aristocracia. La toma de decisiones  de gobierno es asunto de una elite, y todo ello al mismo tiempo que se felicita de haber conseguido la libertad para el mayor número. Republica oligárquica, por lo tanto, El verdadero debate fue escamoteado y sigue siéndolo. El republicanismo no liberal se había pronunciado desde hacía ya mucho tiempo denunciando las perversiones posibles de una forma representativa de gobierno. El argumento central fue que el gobierno representativo comporta elementos democráticos pero la elección de los representantes reduce progresivamente el papel de los ciudadanos a  una actividad de  meros espectadores de forma que son  otros los que toman las decisiones en su nombre.  Es por esto por lo que el inglés Harrington expresaba su nostalgia del pasado y Rousseau su preferencia por las antiguas prácticas políticas. . A este respecto B.Manin ( 1995) ha escrito muy oportunamente: “Nada, sino una proyección de neustra propia cultura sobre el pasado , autoriza a pensar que Harr5ington, Rousseau o Montesquieu estuviesen considerados como marginales con sus observaciones sobre el sorteo en las elecciones· Y añade¨” las elite4s cultivadas que establecieron el gobierno representativo, lo sabían “ Y si Montesquieu  comenta  que si bien él considera que el sorteo es defectuoso, manifiesta una gran lucidez cuando escribe: “ El sufragio por sorteo es propio de la democracia, el sufragio por elección de la aristocracia. El sorteo es una forma  de elección  que no menosprecia  a nadie, deja a todo ciudadano la esperanza razonable de servir a su patria”. Los revolucionarios del 89,  enfrentaron ambas  propuestas, que después se superpusieron: la de los neoatenienses y la de los espartanos. Así, el debate sobre el sorteo durante la revolución fue abordado antes de nacerá. Y curiosamente,  no ha vuelto  a la pluma de los intelectuales ni a la palabra de los hombres políticos.  ¡Bonito consenso del pensamiento único sobre una cuestión ardiente ¡ Mas tarde,  Tocqueville, autor celebrado hoy por todos ( incluyendo a los socialistas), haciendo con gran agudeza el retrato de los americanos, al tiempo que se declara entusiasta de su dinamismo, se  inquieta sobre las consecuencias a largo plazo. Pero  claro, Tocqueville está  demasiado seducido  por la visión liberal para considerar la querella  quien se producía con los republicanos. La ideología prevalece  entonces  sobre la observación empírica. No obstante, el tiempo se ha encargado de mostrar la oportunidad de la crítica republicana no liberal y la necesidad de reconsiderar  la experiencia. Porque, curiosamente, la democracia representativa  roza la oligarquía incluso la dictadura por masa interpuesta.


 (*)Alexandre Dorna  es  Vice Présidente de l’Observatoire de la Démocratie,Profesor  d’Université en psychologie sociale et politique. . Pisocsociologo frajnces de origen chileno cuyos trabajos se especializan entorno a la psicosocilohgia po0litica. S profesor de histortia en la Universidad de Caen.





 Fuente: http://www.observatoiredemocratie.com/artic
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BREVE HISTORIA DEL SORTEO EN POLITICA

De Atenas a la Revolución Francesa

Por Yves Santonnier (*)

En Francia existe la costumbre de “sortear los reyes” en epifanía. Los orígenes de esta costumbre remontan al menos  a las Saturnales, la principal fiesta romana. De carácter carnavalesco, tenía lugar aproximadamente en el solsticio de invierno, en las 12 horas intercaladas entre el ciclo solar y el lunar. Abundaban con aquella  ocasión banquetes y orgias. Se suspendían las normas sociales. Especialmente se permitía divertirse  en juegos de azar como los dados, que era una práctica normalmente prohibida. Los esclavos comían  en la mesa de sus señores, e incluso se hacían servir por ellos. .Los hombres liebres echaban a surtes el Rey de las Saturnales (Saturnalicius prínceps) que podía dar órdenes burlescas  a sus súbditos (2). Algunas versiones de las Saturnales presentaban sin embargo un aspecto trágico. Algunas fuentes griegas posteriores, encontradas por Franz Curnot (3) y comentadas particularmente por el antropólogo James G. Frazer, nos informan que los soldados acantonados en el Danubio para proteger al imperio  de los barbaros tenían la costumbre  de celebrar la fiesta de la manera siguiente: : treinta días antes de las Saturnales sorteaban un hermoso joven. Revestido con ornamentos reales, representaba a Saturno, se paseaba en público y podía satisfacer sus pasiones, incluso las consideradas más viles. Su reino era de corta duración: “una vez terminada la fiesta, se cortaba la garganta sobre el altar del dios al que representaba. En el año 303 de nuestra era, la suerte le toco al soldado cristiano Dasius, quien rehusó jugar el papel de dios pagano y  mancillar sus últimos días con ese desenfreno. Las amenazas y argumentos de sus jefes no sirvieron para quebrantar su determinación y fue decapitado como el martirologio cristiano lo cuenta con una precisión minuciosa, en Durasrtorum, por el soldado Jean, el viernes 20 de noviembre, el día lunar veinticuatro de la cuarta luna (4).


 Antropólogos e historiadores han debatido extensamente sobre este relato que es atribuible más bien al mito que a la realidad histórica (5). Se han ocupado de la invención carnavalesca de las relaciones sociales y sobre el sacrificio  del pseudo-rey pero no han prestado atención  a la forma en la que éste era designado y a la corta duración de su reinado. Tras la elección a intervalos  regulares de los gobernantes, el par de instituciones: la  del sorteo y la de la  rotación rápida de los mandatos ha constituido sin embargo uno de los modos de selección de dirigentes más extendidos en la historia democrática y republicana de occidente. Bajo el aspecto de una parodia las Saturnales romanas donde se elegían a los reyes son un rastro conservado de aquello.

En el momento en que el sorteo parece volver tras un eclipse de centenares e incluso de millares de experiencias políticas (6), es interesante preguntarse  sobre la forma en que este procedimiento ha sido utilizado en el pasado. ¿Cuáles han sido los recursos políticos del sorteo en política? ¿ Cuáles han sido las experiencias más destacables? Más allá de las monografías, bastante numerosas, las primeras historias sintéticas del sorteo fueron redactados por políticos, estimulados particularmente por la obra seminal de Bernard Manin (7) más que por los historiadores. Quisiéramos aquí dar cuenta a grandes rasgos de su historia.

Los antiguos orígenes:

Si bien los pasajes que hacen mención al sorteo son muy escasos en el Muevo testamento, son por el contrario muy numerosos en el Antiguo Testamento, atestiguando de un uso bastante frecuente del procedimiento entre las tribus judías. Lo mismo ocurría en rodo el Medio Oriente, en los pueblos germanos y en la alta antigüedad griega. La mantica, es decir, las practicas adivinatorias, y el reparto de bienes, sobre todo en las herencias y en los botines de guerra ganados en conquistas parece que implicaban de manera muy precoz esta práctica. El término griego de “kleros” designa además “la suerte” pero también  “el lote” o “la porción”, en particular en el marco de los reglamentos sucesorios como en los adivinatorios (8). Esta etimología se vuelve a encontrar en el término tardío de · lotería”, o en el inglés selection by lot (selección aleatoria). En ciertos casos, la práctica del sorteo se extendió de la magia y el reparto de bienes hasta la selección de los dirigentes políticos.

Se hacían los sorteos de dos maneras. En una primera, se inscribían sobre tabletas llamadas en latino “suertes”, nombres, signos o palabras, antes de sortear a ciegas. La etimología de la palabra viene de ahí (lo mismo sucede con el mismo término en hebreo). Se utilizaban   también con frecuencia habas u objetos del mismo tipo en lugar de tabletas. También podía recurrirse a dados o huesecillos. Aquí también la etimología es significativa: la “suerte” viene del latín  “cadentia” que significa originariamente la manera en que caían los dados; el “azar” viene del árabe “aza-zahar”, que era un juego de dados, igual que en latín  el alea, de donde deriva la frase: “alea jacta est”·, “los dados han sido echados” de  Cesar cuando franqueó el Rubicon. Hasta la aparición  de técnicas específicas, el recurso al método aleatorio en política se hizo más bien  por sorteo que por dados.

Grecia clásica y helenística: resolución imparcial de conflictos y democracia:

Fue en la época clásica, y particularmente en Atenas donde el sorteo de cargos públicos se hizo sistemático y donde su utilización política se emancipó de sus significados religiosos y sobrenaturales ( 9). El procedimiento se hizo habitual y los griegos inventaron un instrumento utilizado, según creo, únicamente para decidir los asuntos  de la ciudad,  el   “kleroterion”, literalmente: “ la maquina para sortear”. Se trataba de una estela de mármol de la altura de un hombre con cinco columnas provistas de ranuras que permitían colocar en ellas las tablillas en las que estaban grabados los nombres de aquellos entre los que se iba a  proceder a una elección aleatoria. Se servían de bolas negras y blancas introducidas en un tubo paralelo para decidir los nombres que iban a retenerse y los que iban a ser rechazados.

Las prácticas políticas atenienses han sido ampliamente discutidas y disponemos de numerosos análisis en francés. Contentémonos de recordar los rasgos principales. En los  siglos V  y IV a.C. el sistema político ateniense reposaba sobre tres pilares: la asamblea de ciudadanos (Ecclesia), que se reunía periódicamente y poseía el poder supremo; la elección de los magistrados por esta Asamblea y el sorteo.  Este último intervenía en varios dominios. Las magistraturas que  no se proveían por elección (nueve de cada diez aproximadamente) eran objeto de una selección aleatoria entre ciudadanos voluntarios. Los miembros del Consejo de los 500, la Bulé, cuyas tareas eran a la vez legislativas y ejecutivas  , eran seleccionados de la misma forma, así como los de los tribunales ( Helie), que eran jurados populares compuestas por ciudadanos no profesionales. Además, el sorteo era también  utilizado para asuntos secundarios como para elegir al presidente de la sesión, el reparto de tareas en el seno de los órganos colegiados, la rotación de las responsabilidades en el interior de los consejos y magistraturas (10).

El sorteo de los cargos públicos no desapareció con la ocupación de Atenas por los macedonios en el 323 a.C . No fue sino hasta el 103-102  a.c cuando fue defectivamente abolido, por la presión de los romanos. Atenas había favorecido su difusión entre las constituciones de  otras ciudades bajo su dominio  y no era por lo tanto la única a utilizar este sistema.  El procedimiento fue ampliamente usado en el mundo helenístico. No obstante perdió una parte de su substancia al tiempo que lla política entendida como debate público de los asuntos de la ciudad, tendió igualmente a perder la importancia que tenía. En el curso de ese periodo se acudió al sorteo más bien  para resolver  otras cuestiones que para la elección de cargos. Ciertos cargos litúrgicos continuaron a seleccionarse de esa manera, a partir de una lista de ciudadanos cualificados. Es por  esta razón que de la palabra “kleros” se forjó progresivamente la palabra “clero”. (11)

En el mundo clásico, y en particular en Platón y Aristóteles,. El sorteo era considerado una característica de la democracia mientras que la elección  era vista como lo propio de un procedimiento aristocrático. Esta interpretación ha dado lugar a un vivo debate del que se pueden extraer algunas  conclusiones. No hubo una coincidencia absoluta  sorteo/democracia. El análisis de Aristóteles  se matizaba contemplando algunos casos de la institución y considerando que las elecciones también podían ser más o menos democráticas. Además el sorteo fue utilizado en contextos no democráticos: los oligarcas  que desmantelaron    la democracia en el 411 lo utilizaron por ejemplo cuando tuvieron que designare en su seno quienes iban a ejercer las funciones ejecutivas. De una manera global, el sorteo favorecía la imparcialidad en la toma de decisiones (los jurados, se sorteaban cada mañana y así no podían ser susceptibles de influencias previas).  Y disminuía la competencia por el poder. En contextos no democráticos, sin embargo, se usaba en procedimientos de menor importancia como para la presidencia de la sesión o el orden de rotación de los cargos públicos.

El desarrollo del recurso a la selección aleatoria de los cargos públicos siguió muy de cerca al propio desarrollo de la democracia. De manera significativa, con los golpes oligárquicos de los Cuatrocientos (en el 411) y  de los  Treinta Tiranos (en el 404), el sorteo de magistrados fue suprimido. Inversamente, todas las ciudades en las que el sorteo conoció una expansión fuerte eran democráticas (12). El recurso masivo del sorteo para la designación de magistraturas radicalizaba el ideal de igualdad entre ciudadanos e iba parejo  de los cambios sociales, jurídicos y militares de importancia

La igualdad político-jurídica que instituta compensaba en parte las diferencias socioeconómicas que persistían. Asociado a la rotación rápida de los cargos públicos (las rotaciones sucedían entre un mes y un año), a  la prohibición de la acumulación de mandatos, (no se podía ocupar semitamente varios cargos ni tampoco se podía ser  miembro de la Boule mas de dos veces en la vida), y la colegialidad de todas las magistraturas, el sorteo permitía limitar al máximo la cooptación del poder político y su monopolio por cualquier facción de ciudadanos. El poder (arche) no se concentraba en “un personaje único en la cumbre de la organización social”. Siguiendo un ciclo regular, pasaba de unos a otros “de manera que mandar y obedecer, en lugar de oponerse como contrarios absolutos, se hacían términos inseparables de una misma relación reversible” (13)
Como escribe Moses I. Finley, platearse esto representa un reflexión saludable para nosotros, los modernos que demasiado rápidamente tenemos tendencia a quedarnos en la ecuación: “ democracia = elecciones) (14). La edad de oro de la polis ateniense—y de Grecia- corresponde a la máxima expansión de la institución del sorteo en política. Esto reposaba sobre una epistemología política que resume muy bien Tucidides al reproducir el discurso de Creón: “¿Vamos a olvidar (…) que en general , las ciudades están mejor gobernadas por la gente ordinaria que por hombres de espíritu más sutil? Estos últimos quieren siempre parecer más inteligentes que las leyes (…) La gente común, por el contrario (…) no pretende tener un discernimiento mayor que las leyes. Menos hábiles para criticar la argumentación de un orador elocuente, se dejan guiar, cuando juzgar sobre los asuntos públicos, por el sentido común y  no por el espíritu de competición. Es por esto que su política da  generalmente resultados felices  “(15)

Roma, un procedimiento de consenso sancionado por la religión:
Aunque en menor medida,  en la república romana se aplicaron   igualmente  procedimientos de sorteo como uno de los múltiples modos de escrutinio y elección que practicaba.  No tuvieron la importancia de los de Atenas, sin duda porque Roma no fue nunca una democracia , al menos comparándola con Gracia. El procedimiento  presentaba cuatro formas principales.

El recurso al sorteo intervenía en la determinación del orden en que los Comicios Centuriales, la más importante de las asambleas romanas. Las “centurias” de la clase superior votaban las primeras, después venían las de las tres clases intermedias, después los miembros de la clase inferior.  La suerte era la que decidía la sucesión de los votos en el interior de la clase superior, particularmente de la centuria que votaba en primer lugar (centuria praerogativa), Los votos eran escrutados y el resultado se iba proclamando una centuria tras otra. Cada centuria contaba por un voto, las clases superiores contaban con un mayor número de centurias aunque las centurias populares tuviesen muchos mas miembros. Además solo se tenía en cuenta en el seno de una centuria la posición mayoritaria. En este sistema censitario la centuria prerrogativa tenía el predominio. Cuando se alcanzaba la mayoría, se detenía la votación. De esta manera era raro que las centurias populares pudiesen expresarse; no ocurría  más que cuando  desacuerdos graves dividían a las clases superiores. El recurso al sorteo favorécela formación de un consenso en el seno de las clases dominantes, dándoles además una unción religiosa puesto que se efectuaba bajo auspicios divinos (16). Para que hubiese tenido un sentido democrático hubiera sido necesario que se aplicase en las centurias de todas las clases censales. Parece que Cayo Graco lo propuso en su tribunado (17) pero no fue adoptada ninguna ley en este sentido.

El sorteo servía también para determinar el orden de voto en los comicios tribales. Se sacaba a suertes entre todas las “tribus” de pertenencia y conllevaba  por  lo tanto una lógica igualitaria. Pero esto era relativizado por el peso proporcionalmente más débil de las clases populares en las tribus y era  por lo tanto simbolice ya que los comicios tribales tenían un peso proporcionalmente restringido (18). El sorteo se usaba también en la designación de ciertos cargos secundarios, administrativos o litúrgicos y para elegir a los jurados populares. Finalmemte se utilizaba en las magistraturas colegiadas como el consulado para distribución de competencias en el tiempo y en el espacio o para instaurar una cierta división del trabajo, sirviendo igualmente para determinar el orden en que debían marchar las legiones y en otra serie de decisiones militares (19)

Aunque la elección fue con mucho el método político más empleado en la república romana, el sorteo no dejaba de ser run procedimiento bastante  habitual. Revestía un significado religioso no desdeñable pues tenía a los ojos de sus actores una apariencia con las técnicas adivinatorias que estaban muy reconocidas en la época. Igual que la elección, desapareció  en el Imperio en beneficio  del nombramiento desde arriba a medida que la política romana se transformó en  un teatro ficticio y  se consolidaba el monopolio del emperador en el poder. Durante un periodo transitorio fue empleado incluso por el emperador contra el Senado: en lugar de reunirlo en sesión plenaria, se sorteaba a un grupo de senadores para las deliberaciones y este grupo restringido tenía así menos peso que la asamblea en su totalidad para oponerse al emperador. Pero aun así esto era demasiado y se terminó por designar directamente a aquellos  senadores.

El renacimiento del sorteo en las comunas italianas:

Con la caída del imperio  romano el sorteo en política resulta tan olvidado como las elecciones o el voto. Uno de los escasos testimonios del uso de la elección  aleatoria para designar titulares de algún cargo público se refiere a la elección del obispo de Orleans en el siglo V. El sorteo parece haber sido practicado de forma esporádica en el seno de la Iglesia como da fe el sínodo de Barcelona en el 599 ( 20)

Fuera del círculo de la realeza, la primera instancia política que reaparece en la alta Edad Media fue la asamblea general de ciudadanos (cives) que fueron llamadas universitos o parlamentos. Su origen parece ser más cristiano que romano pues la comunidad de fieles tuvo de manera temprana la costumbre de reunirse en el atrio de las iglesias. Durante mucho tiempo la asamblea ratificaba tanto los titulares de los cargos políticos como eclesiásticos, ambos dominios no se diferenciaban claramente. Las decisiones se tomaban por unanimidad aparentemente, por aclamación. Lo más frecuente es que se tratase de dar consentimiento popular a una opción ya tomada  previamente por la elite. Fue sin embargo con  el ascenso de poder de los parlamentos cuando  nació la institución comunal (21).

El historiador católico, Leo Moulin ha sostenido que las técnicas deliberativas modernas tienen su origen en las prácticas religiosas de la edad Media, la extensión no llego más que posteriormente con las Comunas (22).Esta tesis merece  matizarse. El verdadero nacimiento de las técnicas electorales y de las maneras de escrutinio en el seno de la Iglesia y las ordenes monásticas datan como mucho del siglo XII y no se afirman plenamente más que a partir del XIII. Es, precisamente desde el siglo XIII, en particular en numerosas comunas de Italia del Norte y del Centro donde se pusieron en marcha los procedimientos modernos de decisión, en particular el escrutinio mayoritario, el voto secreto y el voto  en varios turnos (23). Es en el   conjunto de estas experiencias políticas donde reapareció el sorteo (la llamada electio ad sortem o ad brevia), y esto a una escala que no había tenido lugar desde Atenas. La experiencia municipal, que se prolongó bajo otra forma hasta el principio del siglo XVI en Florencia y en Venecia hasta la época de la Revolcón Francesa, representa un momento capital de la historia política de occidente, muy subestimado en Francia. Las  diferentes maneras de escrutinio fueron  entonces objeto, de una reflexión montable. Así, en 1292, en Florencia, fueron discutidos no menos de 24 sistemas electorales para la elección del  presidente. Si las primeras experiencias del sorteo en política datan del siglo XII, el procedimiento se generalizó en el XIII, en el momento mismo  en que la Iglesia lo prohibía definitivamente en su seno  ( en 1223). Fue la edad de época de las Comunas. Las ciudades italianas, situadas en la región más rica  del mundo occidental se contaban además  entre las más pobladas de Europa. Los lazos de la aristocracia feudal se relajaban poco a poco mientras que se  reforzaban los de una “burguesía”  artesanal y comercial estructurada en corporaciones. En un primer momento, las Comunas tuvieron concentrado lo esencial del poder en manos de  unos pocos dirigentes: cónsules primero, podetsa y consejeros restringidos después. El papel efectivo de la asamblea de los ciudadanos se limitaba a pocas cosas. No obstante las luchas por el poder entre familias y grupos sociales fueron tan virulentos que a partir del siglo XIII, las Comunas buscaron métodos para calmar las pasiones suscitadas por las elecciones. El “voto de compromiso” contemplaba confirmar el nombramiento de magistrados a electores considerados como prudentes y más propensos a pronunciarse  por bien común que por atender a intereses particulares. Se trataba por tanto de afirmar, en teoría al menos, la unidad de una ciudad amenazada por luchas de facciones. Esta unidad imaginada de la comunidad tenía sin duda orígenes religiosos (24), pero las concepciones puramente laicas prevalecieron. Las comunas multiplicaron  los sistemas para conseguir  identificar los “buenos “electores: turnos de escrutinio, voto por mayoría calificada, escrutinio secreto, etc. En el marció de esta dinámica el sorteo se impuso como un momento particularmente valioso. Asi partir de 1268 y hasta 797 Venecia llevo esta lógica a su perfección.  Es testigo de ello el ejemplo de Lorenzo Tiepolo. El 23 de julio de 1268 fue nombrado Dogo de la serenísima república.  Tal y como estaba previsto  por  la, ley cuando  el cargo quedaba  vacante, el Gran Consejo (que contaba cerca de 500 miembros en esa época) se reunió solemnemente. El consejero más joven sale de la sala de reuniones y  vuelve a entrar con el primer niño cuya edad esta comprendida entre  8 y 10 años que encuentra en la calle. En el centro de la sala se coloca una bolsa grande  que contiene tantas  bolitas  de madera ( belote) como consejeros..

En treinta de ellas figura la palabra “elector”. Los consejeros desfilan en silencio ante la urna  la urna  y el “ballotin”, es decir el niño saca una bolita y la va dando a cada uno. Los 30 consejeros que reciben  una bolita electoral se quedan en la sala que es abandona de inmediato por los restantes. Los consejeros  presentes no pueden pertenecer a la misma familia o tener relaciones de consanguinidad con otros. Si se da este caso, renuncian a su cargo y son reemplazadas con  el mismo sistema por otros consejeros. En un segundo tiempo, estos  30 consejeros  restantes se reducen a nueve con el mismo sistema. En un tercer tiempo, los nueve seleccionados elijen a 40 personas entre los miembros del Gran Consejo por voto de mayoría de mayoría cualificada. En un cuarto tiempo, los 40 electos de esta manera se reducen a 12 por nuevo sorteo, en un quinto  eligen a 25 personas entre consejero que a su vez en un sexta etapa esos 35  se reducen a 9, en la séptima  etapa… (…) y así  hasta nueve etapas en la que 41 últimos elegidos  eligen al Dogo por mayoría de 25 votos al menos.

A partir de finales del siglo XIII, se desarrolla otro uso del sorteo, de forma paralela. Consistía en seleccionar aleatoriamente, ya no a los electores sino a los magistrados mismos. Sin embargo, al contrario de Atenas, este sorteo no era efectuado entre ciudadanos voluntarios sino entre ciudadanos previamente seleccionados de una lista. Florencia encarna como nadie y durante  más tiempo esta lógica. A partir de 1329, fecha en la que el procedimiento se fija, la mayor parte de los cargos de gobierno y de funciones administrativas (hasta la Signoria, equivalente a nuestro ejecutivo), así como los puestos de los dos consejos legislativos y una buena parte de las funciones judiciales, se distribuyen efectivamente por un método aleatorio (la trata, en el lenguaje de la época). Los nombres de los candidatos se desatiban previamente en una bolsa  (borsa) de las que se sacaba a suertes, a medida de la rotacion de los mandatos, Los procesos de designación se desarrollaban en cuatro etapas. En una primera, los comités seleccionaban las personas consideradas como aptas en función de criterios políticos y personales a la vez, en cada barrio de la ciudad. Los  ciudadanías seleccionados (noiminatti) eran a continuación examinados por  comisiones electorales compuestas por personalidades nombradas (los arrti). Los que obtenían una mayoría cualificada de dos tercios en ese primer escrutinio (squitinno), se inscribían entonces en  trozos de papel que se depositaban en las bolsas de cuero (los imborsatti). . Para los cargos sujetos a cuotas, los nombres se colocaban  en bolsas de cuero diferentes según su pertenencia a las corporaciones superiores o inferiores .En esta tercera etapa intervenía el sorteo de magistrados realizado por personas nombradas al efecto (los accopiatori). Finalmente, la cuarta etapa consistía en eliminar l0s nombres de aquellos que no respetaban  los criterios en vigor (los devieti). Era preciso, por ejemplo, estar al corriente en los impuestos, no haber sido sentenciado por una causa penal, no haber ejercido el cargo similar recientemente , no acumular cargos importantes, no tener parientes en puestos similares, etc. ( 26)

Según las épocas, la lista de los imborsati fue más o menos grande  y ujna parte importante de los conflictos entre los partidarios de un governo stretto y los de un governo largo giraban en torno a su mayor o menor amplitud. La elección  que era acompañada de sorteo carecia,  no obstante , del significado que  adoptaría con los Modernos. Nosotros entendemos por “ elección” un proceso en el por el cual la base designa por un voto a sus representantes. Para los florentinos, al contrario, las elecciones era un procedimiento de cooptación por el que la elite que monopolizaba ampliamente el poder de hecho  elegía a los que juzgaba dignos de participar en la gestión   de los asuntos públicos.  Esta lógica no se modificó más que con la creación del Gran Consejo a finales del siglo XVI: el conjunto de sus  miembros ( más que las comisiones electorales restringidas) terminaron por participar en el voto y todos los miembros del Gran Consejo serian automáticamente elegibles.  Aunque la tendencia popular consiguió en varias ocasiones imponerse en el curso de la historia de la Comuna., Florencia no fue nunca una democracia en el  sentido ateniense. Asociado a la rotación rápida de los cargos, la selección aleatoria de los magistrados hizo de ella  sin embargo una república donde una buena parte de la población podía, como en Atenas, gobernar y ser gobernada alternativamente. (27)
 
Los jurados:

Otras experiencias se inspiraron frecuentemente en estos ejemplos del sistema de sorteo a lo largo de los siglos XIV al XVIII, en particular en la Corona de Aragon donde la insaculación, cuyo significado es literalmente: “introducción en la bolsa”, constituye un procedimiento empleado  masivamente como en las Comunas italianas. (28.
Sería demasiado largo hacer una lista exhaustiva. Basta con mencionar el ultimo ámbito  donde floreció el sorteo: el de los jurados  o tribunales populares, conocidos en Francia bajo la forma de “ assises”.Se puede bosquejar una genealogía de las idas y venidas de la institución del sorteo entre la esfera política y la jurídica. A finales de república florentina  en 1530, Venecia parce retomar la antorcha del republicanismo inventado  orillas del Arno. El gran teórico ingles James Harrington (1611-167) examinó detalladamente  la constitución veneciana y  las ideas republicanas de la ciudad del Adriático que parecía conocer personalmente (29). Su influencia sobre los revolucionarios ingleses y americanos fue de importancia y numerosos proyectos de constitución de las colonias americanas, propuestas pro ejemplo por Willian Penn ( 1644-1718) o TYhomas Paine ( 1737-1809), incluían el uso del sorteo inspirándose de los modelos veneciano y florentino. Las propuestas fracasaron en la esfera política pero se concretaron en los jurados populares que habían sido importados de Inglaterra. En Carolina del Suer y Pensilvania se adoptó también la selección aleatoria para determinar una parte delo miembros de sus jurados al principio de los años 1680. El sorteo fue después reexportado a Inglaterra donde la selección de jurados conforme a esta técnica fue instituida en 1730. Numerosos estados norteamericanos siguieron su ejemplo a lo largo del siglo XVIII  (30)
La revolución Francesa, inspirándose en los modelos inglés y americano, generalizo lo  tribunales populares  (asisses) seleccionándolos por sorteo a partir de una lista de ciudadanos cooptados. , con un procedimiento que se aproximaba al sistema florentino de unos siglos antes. La variante francesa de los tribunales populares se extendió  por todo el continente. Al principio de los años 1970, en Estados Unidos y después en numerosos países entre ellos Francia, el sorteo de jurados se efectuó directamente entre todos los ciudadanos  y no a partir de algina lista elegida previamente por la autoridad. Recientemente los politólogos, el alemán Peter Dienel y americano Ned Crossby inspirándose en  los jurados  franceses, propusieron  el sorteo a partir  de un  censo de ciudadanos para que debatan los asunto públicos.
Significado del sorteo en política:
Sorteo, democracia y autogobierno republicano. Toda un alinea de pensamiento ha seguido la tesis de Aristóteles que puede parecer contra-intuitiva para nuestra manera de pensar contemporánea. “Se considera como democrático que los magistrados sean atribuidas `por sorteo y oligárquico que sean elegidas “(31).  Esta interpretación fue recogida durante el primer renacimiento por Leonardo Bruni, canciller de la republica de Florencia, por Giucardini en tiempo de Maquiavelo y por Harriongton casi  un siglo más parte,  y por Montesquieu y por Rousseau antes de la Revolución Francesa. En nuestros días ha sido ampliamente defendida pro filósofos  como Jacques Ranciere o Bernard Manin (32)
Sin embargo, aunque el sorteo en po9litica introduce una lógica de igualdad radical entre aquellos entre los que se practica  no es democrático sino en la medida en que el grupo incluya la totalidad de los ciudadanos o al menos una gran mayoría de ellos. De manera más precisa, habría que decir que en el interior de un grupo determinado, el sorteo  asociado a la rápida rotación de cargos es un procedimiento que favorece el autogobierno de todos y para todos donde todos son a la vez gobernantes y gobernados. Todos tienen de esta manera las mismas oportunidades de acceso al a las funciones de deliberación y a las de decisión, Esto era central en Atenas y en la misma medida está presente en las ciudades -estado de la republica florentina.
(…)En los jurados populares interviene otra lógica. Hegel es quien lo teoriza mejor ( 41). En el juicio penal, el jurado toma “conocimiento del caso en la singularidad de sus términos” y constituye, según él, “ un concomimiento que está al alcance cualquier hombre cultivado”, particularmente en la medida “ en que  no versa sobre objetos abstractos alcanzables por el razonamiento o el entendimiento sino únicamente sobre particularidades, circunstancias y objetos que resultan de la intuición sensible y de la certeza subjetiva”. Esto es accesible a los profanos. Dado que se apoya menos sobre lógicas rigurosas que  sobre la “convicción subjetiva y la conciencia”, la calificación de un acto y la constatación del hecho no deriva de  la universalidad. La participación de los jurados permite a los miembros de una sociedad civil conocer el derecho, de practicarlo, reclamarse de él y de ser juzgado por sus iguales en lugar de estar “ bajo la tutela de un  cuerpo de jueces y reducidos a una especie de servidumbre respecto a ellos”. Pero se descarta que los profanos tomen decisiones en el plan objetivo,  en el de la ley, lo que los republicanos franceses llamaban el interés general. El sorteo permite así garantizar que el poder de todos es asumido por todos y cada uno, es decir por individuos intercambiables que recurren al sentido común. (…)
Fuera de su utilización en los jurados, el sorteo desapareció completamente en las democracias modernas. Ha sido necesario esperar a experiencias de democracia deliberativa de finales del siglo XX para verlo reaparecer nuevamente apoyándose, esta vez,  en la técnica del muestreo significativo (desconocida hasta entonces) y que supone una lógica muy diferente de las que acabamos de describir (42).
En la historia republicana y democrática occidental el sorteo y elecciones han sido como dos polos en tensión, el sorteo encarnaba una lógica más democrática y la elección una lógica más aristocrática. No obstante se han desarrollado en el mismo campo, el de la afirmación  de lo político concebido en  el sentido de lucha por el poder del Estado, pero también de la institucionalización de un debate público sobre los asuntos de la ciudad. En el   proceso de racionalización política que caracterizaba  a Grecia jugó un papel sobre la toma de decisiones y al mismo tiempo  para la elección de los cargos públicos aleatoriamente (43). Lo mismo, en diferentes grados, en la republica romana, en  las ciudades-estado  italianas o en las villas de la Corona de Aragón. El siglo que empieza ¿sabrá sacar las consecuencias?

•Fuente: Yves Sintomer, « Tirage au sort et démocratie délibérative. Une piste pour renouveler la politique au XXIe siècle ? », La Vie des idées, 5 juin 2012. ISSN : 2105-3030. URL : http://www.laviedesidees.fr/Tirage-au-sort-et-democratie.html
•Notas y bibliografía: http://www.laviedesidees.fr/Petite-histoire-du-tirage-au-sort.html
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CENTRALIDAD DEL SORTEO EN LA DEMOCRACIA



Por Etienne Chouard (*)


La actual catástrofe financiera y monetaria demuestra diariamente que los peores canallas, mientras sean ricos, no tienen nada que temer de los políticos. Lo repito: cada día encontramos pruebas por todas partes de que los canallas ricos no tienen nada que temer de los políticos.

Estos son los hechos. Y hay que ser ciego para no verlo.

En primer lugar, he de señalar que los ricos y otros aristócratas lo saben desde hace mucho tiempo: ya a principios del siglo XIX, se le atribuye a Alexis de Tocqueville la siguiente afirmación: "Yo no temo al sufragio universal; la gente votará como se le diga". ¿No es increíble? Lo saben desde hace mucho, naturalmente.

Sin embargo, inocente de mí, como novato en política (pues hace sólo seis años que me enfrento a los abusos de poder) estaba atónito ante el apego visceral de mis mejores amigos -de izquierda. Declaro, a todos los efectos, que no soy fascista-; apego casi religioso, al sufragio universal, a pesar de todas las decepciones, a despecho de todas las traiciones.

El sufragio universal es como un MITO, como una vaca sagrada que se ha convertido en absolutamente intocable en virtud de un dogma indiscutible, mientras que, DE HECHO, hace posible -e incluso le da un marchamo de durabilidad- la impotencia política de la mayoría, siempre y en todas partes.

Os propongo dedicar una hora a leer sobre una idea alternativa desconocida, pero de un enorme poder: el sorteo de los servidores políticos. No soltéis la presa hasta el final: cuanto más leáis sobre ello, más libremente pensaréis, comprenderéis mejor que no habíais reflexionado lo suficiente al confiar en la elección. Estaríamos mucho mejor protegidos por unas instituciones (democráticas) organizadas en torno al sorteo que por unas instituciones (oligárquicas) basadas en la elección.

La raíz principal de nuestros problemas políticos modernos es que
LLAMAMOS DEMOCRACIA A SU ESTRICTO CONTRARIO
La elección es aristocrática por definición: se elige al mejor (=aristos).

Y, sin embargo, los fundadores de nuestros regímenes -cuyo verdadero nombre es, de hecho, “gobierno representativo”- no tenían intención, en absoluto, de instituir una democracia; al contrario. Sieyés, en Francia, y Madison, en Estados Unidos, por diferentes razones, intentaban apartar al pueblo de las decisiones políticas y no lo ocultaban lo más mínimo (conviene leer, al respecto, el libro, breve, pero formidable, de Bernard Manin, “Principios del gobierno representativo”).

Debido a un curioso giro semántico (muy bien descrito por Pierre Rosanvallon en 1993), desde principios del siglo XIX, la palabra democracia se utilizó para designar un régimen que la despreciaba explícitamente desde su origen.

Hoy día, el hecho de llamar democracia a su estricto contrario nos encierra en una trampa intelectual que nos impide formular una alternativa seria: No logramos designar al enemigo porque éste ha tomado el nombre del amigo, EL NOMBRE del que lo destruiría. Ocupando este lugar estratégico, el enemigo nos impide apoderarnos de él.

¿Qué es, pues, una verdadera democracia?

El ejemplo de Atenas, hace 2500 años, es completamente apasionante. Para comprender la lógica de las instituciones atenienses y para percibir lo esencial de lo que le da coherencia, os propongo un esquema.



ESQUEMA
Mantener a la vista el esquema mientras continuáis leyendo.

Para comprender lo que da su coherencia a la democracia ateniense, hay que recordar que los atenienses tenían como principal objetivo (en el centro (A), no olvidarlo nunca) poner fin a varios siglos de tiranía. Estaban armados y, para protegerse de los tiranos, decidieron imponer una verdadera igualdad política, siendo bien conscientes de que era imposible (e inútil) imponer una igualdad general (física, económica, social, mental, etc.); estamos hablando de igualdad POLÍTICA.

El derecho a la palabra pública y la iniciativa popular

Un primer pilar, en las instituciones de la democracia, era la isegoría (B), derecho de palabra para todos en cualquier momento y sobre cualquier asunto. Los atenienses consideraban este derecho de palabra como una medida higiénica básica que permitía a la democracia protegerse a sí misma haciendo de CADA CIUDADANO UN CENTINELA apto para denunciar eventuales derivas oligárquicas y para proteger la democracia, como si miles de pares de ojos vigilaran permanentemente que todo marche como es debido, algo parecido a los glóbulos blancos. Esta igualdad de derecho a la palabra es a la vez una consecuencia y una condición de la igualdad política. Esta igualdad es indisociable de la democracia; los atenienses la estimaban más que a cualquier otra institución. Hoy, en plena oligarquía, Internet nos ofrece (un poco) la isegoría que los políticos nos vienen robando desde hace 200 años. La isegoría hacía posible unos ciudadanos activos (C) y, a la inversa, los ciudadanos activos daban vida a la isegoría. Los dos se apoyan mutuamente, van unidos.

Ciudadanos armados.

No debemos olvidar que los ciudadanos atenienses estaban armados (D). Con esto está dicho todo salvo un detalle: en 1791, en el momento de crear las instituciones protectoras contra los abusos de poder, de levantar murallas sólidas contra la tiranía, Robespierre escribió un importante discurso sobre los Guardias Nacionales, explicando que era una locura desarmar al pueblo dejando subsistir en su seno un cuerpo armado. Para él, era un camino garantizado hacia la tiranía. Aparentemente, en efecto, es el punto en que nos encontramos. Podemos señalar que los suizos están todos armados y que su servicio militar dura toda la vida.

Amateurismo político y rotación de los cargos; así, pues, elección por sorteo.

Para alcanzar este objetivo central de igualdad política, tras constatar que el poder corrompe y, deduciendo lógicamente que hay que evitar dar tiempo a que el poder corrompa a los actores, los atenienses establecieron que se debía garantizar plenamente, DE FORMA ABSOLUTAMENTE PRIORITARIA, EL AMATEURISMO POLÍTICO (E), y, por tanto, LA ROTACIÓN DE LOS CARGOS (F) gracias a los MANDATOS CORTOS Y NO RENOVABLES (H).

NOTA: Todo esto es muy lógico. No se puede suprimir una institución sin correr el riesgo de crear una incoherencia. EL ÚNICO MEDIO para designar la los representantes haciendo girar rápidamente los cargos (mandatos cortos y no renovables) ERA EL SORTEO (G), igualitario e incorruptible. En efecto; lo que conduce a una elección conduce mecánicamente, tarde o temprano, a una reelección (y, por tanto, a una estabilización del personal político). La elección conduce progresiva e indefectiblemente a la formación de una corporación de políticos profesionales radicalmente contradictoria con el objetivo central de la igualdad política real.

ASÍ, PUES, si reemplazamos el sorteo por la elección en este esquema, echamos todo por tierra, perdemos la democracia. Es preciso comprender la coherencia del conjunto y el aspecto decisivo del procedimiento del sorteo en relación con los objetivos fundamentales de la Polis y en relación con las demás instituciones (que apuntan todas a los mismos objetivos).

No tenemos elección: NO HAY DEMOCRACIA SIN SORTEO

DESINCRONIZACIÓN del poder político y del poder económico.

Es muy importante,realmente muy importante, observar un efecto fundamental del sorteo que consiste en la DESINCRONIZACIÓN ENTRE EL PODER ECONÓMICO Y EL PODER POLÍTICO (I).

Los ricos a veces estaban privados de todo poder político porque ni siquiera eran ciudadanos (llamaban “metecos” a los extranjeros, a menudo ricos y acogidos por su riqueza, que se dedicaban a sus negocios y vivían confortablemente sin apenas ser molestados, aparentemente, por su impotencia política), mientras que LA MAYORÍA DE LOS CIUDADANOS (RICOS, POR ELLO, POLÍTICAMENTE) ERAN POBRES (ECONÓMICAMENTE).

Dicho de otra manera, y creo que es algo fundamental, DURANTE 200 AÑOS DE EXPERIENCIA DE SORTEO, LOS RICOS NUNCA GOBERNARON Y SIEMPRE LO HICIERON LOS POBRES.

No debería ser indiferente para los militantes de izquierda, hoy, el constatar que , POR EL CONTRARIO, 200 AÑOS DE EXPERIENCIA DE ELECCIÓN HAN PERMITIDO QUE LOS RICOS GOBIERNEN SIEMPRE Y LOS POBRES NUNCA. (J)

Es interesante buscar y entender la causa de las causas de estos hechos.

La diferencia fundamental es que
la elección reposa sobre la CONFIANZA en nuestra VOLUNTAD individual (como tal no se la podía engañar), mientras que el sorteo cultiva la DESCONFIANZA para, en cierto modo, protegernos contra nuestra VOLUNTAD colectiva (siempre amenazada de ENGAÑO).

UN MÓVIL DEL CRIMEN (de engaño), ausente a escala individual, pero que aparece siempre a escala colectiva.

¿Por qué creemos todos que lo que deseamos dará mejores resultados que el azar?
Porque generalizamos de forma colectiva lo que observamos de forma individual. Cuando soy el único en querer, constato cada día que mejoro mi suerte por mi voluntad; lógicamente, deduzco de ello que colectivamente las cosas irán igual. PERO lo que no veo en esta inferencia errónea es que, a nivel individual, a falta de móvil, nadie viene a engañar a mi voluntad (nadie está interesado en ello), mientras que, a nivel colectivo, aparecen móviles poderosos, motivaciones particulares irresistibles, contrarios al interés general, que impulsan a ciertos actores a falsear la voluntad general, a engañar a los electores.

La impresión fuerte que todos tenemos de superioridad de la elección sobre el azar es ENGAÑOSA; esta superioridad, efectiva a nivel individual, no se verifica a nivel colectivo.
A nivel colectivo, aparecen engañadores de opinión porque entonces hay UN MÓVIL, una motivación para engañar a la opinión (que no existe a nivel individual).

Podría decirse que, por la preferencia por la elección, los humanos damos frueba de pretensión (si elijo yo, es mejor) mientras que la elección destruye el equilibrio que surge naturalmente del azar: por todas partes, en la naturaleza, el azar juega un gran papel, al mismo tiempo en la supervivencia de una especie u en su no proliferación tóxica.

Volvamos a nuestros 400 años de experiencia política de los dos procedimientos y tratemos de buscar la causa de las causas. POR DEFINICIÓN (y por eso pasa así, siempre y en todas partes de la misma manera), EL RICO TIENE LOS MEDIOS PARA AYUDAR a un candidato a ser elegido (es inútil desarrollarlo, por evidente), incluso si este candidato es poco virtuoso en relación al interés general.

Así, pues, por definición, el económicamente rico puede hacerse indispensable para que otro devenga políticamente rico (elegido) y, por tanto, para exigir a continuación una política pública conforme a sus intereses privados. Y lo hace porque tiene interés en ello.

La elección es LA CAUSA que permite a los negociantes colonizar la Polis.

Somos muchos los que nos quejamos de la colonización de nuestro imaginario por los negociantes (es decir, in fine, por los banqueros, los negociantes que siempre se enriquecen más). Progresivamente, los negociantes llegan a hacernos creer esa patraña de que todo lo que tiene un precio tiene valor y que todo lo que no tiene precio no tiene valor, mientras que, por el contrario, todo lo que cuenta de verdad (el amor, el sosiego, la felicidad, la paz, el ardor, la plenitud, la alegría, el honor, …) no tiene precio y aquello que lo tiene a menudo tiene poco o ningún valor verdadero.

Pero el núcleo cardial de esta colonización de nuestro imaginario y de nuestras instituciones por los negociantes es la elección, pues la elección permite a los ricos ayudar al elegido a serlo y, así, hacer al elegido DEPENDIENTE del rico, ENDEUDADO por así decir.

En cierto modo, LA ELECCIÓN permite generalizar al mundo político los modos en que opera la SERVIDUMBRE POR DEUDAS, establecida por los prestamistas para hacer trabajar a los demás en su lugar.

Por el mecanismo de la elección, los negociantes ponen a sus vicarios un poco por todas partes en el cuerpo social en posición de influir a su favor en las elecciones públicas.

Pero EL ESLABÓN DÉBIL de esta colonización de la política por la economía ES LA ELECCIÓN.

Y este talón de Aquiles de los ricos está al alcance de los pobres, pero a condición de que los pobres dejen de estar tan orgullosos, creyendo estúpidamente (y a despecho de todos los hechos que lo contradicen) que su voluntad colectiva (sin embargo, fácil de engañar) es mejor que el azar (sin embargo, incorruptible) en la designación de los servidores políticos de la Polis.

Sería fácil y sensato reemplazar la elección por el azar, árbitro habitual del juego en la naturaleza), y -por experiencia- respetuoso de los equilibrios y de la supervivencia de todos.
Por pretensión, olvidamos que EL AZAR HACE BIEN LAS COSAS: el azar es una probabilidad que no está sujeta a nuestra voluntad, (frágil ante las patrañas y fácil de engañar); EL AZAR ES INCORRUPTIBLE.

La elección, idealismo que supone la confianza (antes de abandonar la idea de gobernar), frente al sorteo, realismo que supone la desconfianza (antes de organizarse para gobernar).

Es necesario comprender una paradoja (o un contrasentido): contrariamente a las apariencias, la elección descansa sobre la confianza, mientras que el sorteo reposa sobre la desconfianza. La elección se funda sobre un ideal (en mi opinión completamente inasequible y rayano a la estafa) según el cual un elegido sería virtuoso por el solo hecho de ser elegido y lo seguiría siendo indefinidamente gracias a la misma elección (que se considera que también permite una sanción por no reelección), ya que se supone que el pueblo es apto para elegir bien a sus amos... lo que es extravagante, un verdadero mito, completamente irrealista.

Mientras que, por el contrario, los atenienses, muy pragmáticos, se conocían muy bien a sí mismos, desconfiaban los unos de los otros y levantaron unas instituciones que tenían en cuenta la realidad de sus imperfecciones y se basaban en la desconfianza, en unos controles permanentes de los magistrados que no eran amos de nadie; unas instituciones que suponían la puesta en escena de los conflictos, sobre la argumentación contradictoria, con ocasión de los debates públicos, en los que no podía tomarse ninguna decisión sin que todos se vieran obligados a escuchar y refutar públicamente los argumentos de los peores adversarios.

La elección es un abandono político, una renuncia, un gesto de confianza antes de consentir a obedecer durante varios años; es una organización política que sólo deja a los hombres el derecho de elegir unos amos.

Mientras que el sorteo es el corazón de una organización política que materializa una voluntad de todos los hombres de conservar el poder político y de nombrar únicamente a unos ejecutantes serviles en representación suya.

No hay que olvidar que, en democracia, no son los elegidos por sorteo los que tienen el poder (se les llamaba “magistrados”), es la Asamblea del pueblo la que ejerce la plenitud del poder político. Los elegidos por sorteo sólo sirven para ejecutar las tareas que la asamblea no puede asumir por sí misma: por ejemplo, la preparación y la publicación del orden del día, la ejecución de las decisiones de la Asamblea, la organización material del sorteo, de la rendición de cuentas, etc,

OBJECIONES y REFUTACIÓN DE LAS OBJECIONES :

En esta segunda parte, propongo recapitular las objeciones formuladas con más frecuencia al procedimiento del sorteo en política, así como las refutaciones posibles a esas objeciones. A día de hoy, no conozco ninguna objeción irrebatible.

1. CON EL SORTEO PODRÍAMOS PONER AL MANDO A GENTE ESPANTOSA

Sin duda, la primera objeción al sorteo se refiere, con frecuencia, al temor de que salgan del sorteo personajes indeseables o incluso peligrosos.

En primer lugar, no se trata de poner a alguien “a los mandos”: en democracia, no son los representantes los que deciden, es el propio pueblo reunido en asamblea.

Pero, también y sobre todo, los atenienses, igual que nosotros, tenían mucho miedo a que salieran elegidos incapaces, deshonestos, estúpidos, sinvergüenzas, … Y, sin embargo, llamo vuestra atención sobre el hecho de que, a pesar de este miedo, practicaron el sorteo durante doscientos años con éxito. Podemos pensar, por tanto, que habían encontrado instituciones complementarias capaces de apaciguar esos temores.

Efectivamente, entre las instituciones atenienses encontramos toda una serie de ellas, de carácter protector, que servían para “cercar el sistema” e impedir los abusos de poder (ver la parte inferior derecha del esquema (K)):

Las seis instituciones complementarias que protegen las debilidades del azar.

Antes del mandato, el voluntariado (L), en primer lugar, permitía una forma de autocensura, ya que los que no se consideraban a sí mismos capaces se excluían ellos mismos. Este punto, en mi opinión, hoy día es discutible: sería bueno incitar a todo el mundo a participar (incluidas, sobre todo, las personas justas que no se preocupan de gobernar, Alain dixit) con la posibilidad de rehusar, naturalmente.

En segundo lugar, la docimasia (M), una especie de examen de aptitud (pero no de competencias, ya que la igualdad política era el principio rector) que permitía eliminar a los bandidos y a los locos, era otra barrera contra los indeseables antes del mandato.

Y, finalmente, el ostracismo (N) (importante institución que, en su época no tenía connotación peyorativa, al contrario) permitía inhabilitar (temporalmente) a un ciudadano considerado como peligroso (sin matarlo, sin arruinarlo ni siquiera deshonrarlo): cada ciudadano podía grabar el nombre de un personaje considerado peligroso sobre un ostracon (fragmento de cerámica), y el más citado era alejado de la vida política durante diez años.

Durante el mandato,
los sorteados eran revocables (O) en todo momento por un voto de la Asamblea.

Al final del mandato,
los sorteados debían rendir cuentas (P) y esta rendición de cuentas era seguida de recompensas (honoríficas) o de sanciones eventualmente severas. Montesquieu subrayaba al respecto que la combinación de riesgo de sanciones y voluntariado permitía filtrar eficazmente a los ciudadanos designados y hacía el sorteo interesante para el bien común. Gracias al riesgo de sanciones, había menos voluntarios fantoches o peligrosos.

Después del mandato,
incluso, dos procedimientos de acusación pública ex post (Q) permitían encausar a posteriori a actores eventualmente culpables: el graphe para nomon y la Eisangelia, uno para reexaminar una decisión de la Asamblea (y eventualmente castigar a un ciudadano que hubiera inducido con sus argumentos a la asamblea a adoptar un proyecto que resultara perjudicial), el otro para permitir acusar a un magistrado.

Todo esto es infinitamente más protector que un sistema de instituciones basado en la elección que simula que puede contar con la virtud de algunos actores mejores que otros.

El sorteo se halla en el centro de unas instituciones que asumen los conflictos y las imperfecciones individuales apoyándose sobre la desconfianza y previendo controles en todas las etapas.

No olvidar que
el sorteo no designa jefes, sino servidores.

2. EL SORTEO SE ADAPTABA A LAS CIUDADES PEQUEÑAS, PERO NO SE ADAPTARÍA A NUESTRAS GRANDES SOCIEDADES MODERNAS

A menudo oiréis denunciar el disparate que supondría proyectar reglas de una pequeña ciudad de 30.000 ciudadanos sobre un estado de 40 millones de electores.

Desde este punto de vista, contrariamente a las ideas recibidas, un sistema basado en la elección no puede funcionar más que a pequeña escala, ya que supone que los gobernados CONOCEN a la vez a los gobiernos y sus acciones (lo que es literalmente imposible a gran escala: ¿quién puede saber lo que hacen todos los días nuestros políticos a nivel europeo?). Por el contrario, un sistema basado en el sorteo está mucho mejor adaptado a estados de gran tamaño, ya que lleva consigo CONTROLES PERMANENTES EN TODAS LOS PLANOS POLÍTICOS.

Lo esencial en democracia es que cada ciudadano guarde la iniciativa. La palabra iniciativa es fundamental y está correlacionado con la isegoría. Es una herramienta poderosa contra toda deriva oligárquica.

Así, sobre el modelo de la federación -magníficamente defendido por Proudhon, al que todos deberíamos releer y actualizar-, la democracia local podría coordinarse con las otras designando representantes a Asambleas regionales que, a su vez, delegarían mandatarios a la Asamblea nacional, todos esos mandatarios rindiendo cuentas y quedando bajo el control permanente de las asambleas locales, puesto que la idea rectora de las instituciones fundadas en el sorteo, realista más bien que idealista, es que la virtud no es natural y que sólo unos controles permanentes -por buenas instituciones- impulsan a los actores a la virtud y garantizan a todos los ciudadanos contra los abusos de poder.

3. CON EL SORTEO, DESIGNARÍAMOS A UNOS INCOMPETENTES.
Otra objeción corriente: el mundo es cada vez más complejo y los designados por sorteo no serían tan COMPETENTES como los elegidos.

¿Porque os parece que, por todo el mundo y a través de la historia de los hechos, los elegidos son “competentes”?

¿Es una broma?

¿Sabéis cuantas bombas atómicas han hecho explotar en la atmósfera, al aire libre o bajo el agua, los sedicentes elegidos competentes, desde 1945? Más de 2000. En vez de competencia, locura furiosa, sí. ¿Y cuántas guerras? ¿Y cuántos miles de billones de dólares despilfarrados en ejércitos superequipados -que se neutralizan mutuamente- mientras miles de millones de hombres se mueren de hambre? ¿Y cuántos escándalos de corrupción probada? ¿Y cuántos casos de colusión abjecta con los ricos que han permitido elegir a los elegidos? ¿Y cuántas traiciones al bien común?

Un abogado, un hombre de negocios o un profesor que acaba de ser elegido es completamente incompetente en el dominio nuclear o climático o médico u otro y su trabajo con los informes es lo que le va a hacer competente. Otro tanto podríamos decir de cualquier voluntario designado por sorteo que se va a volver competente trabajando en sus informes. Las experiencias muy numerosas de asambleas elegidas por sorteo sobre asuntos técnicos complejos muestran una extraordinaria competencia colectiva y un formidable desinterés en relación con los lobbys. La honestidad y la ausencia de conflicto de intereses son características mucho más importantes para el bien común que la (pretendida) competencia, ya que un realismo elemental conduce a constatar que ningún ser humano puede pretender dominar a priori un saber enciclopédico.

4. CON EL SORTEO, ESTARÍAMOS CAMBIANDO DE OPINIÓN CONSTANTEMENTE.

Otra objeción corriente contra el sorteo es que la rotación de los cargos impediría mantener una línea política coherente en el tiempo: unos magistrados con mandatos cortos y no renovables serían incapaces de perseguir estrategias coherentes a largo plazo. Pero, una vez más, es hacer como si los designados por sorteo tuviesen el mismo poder que los elegidos modernos, lo que no es el caso en absoluto. En un sistema organizado en torno al sorteo, es la asamblea la que tiene el poder, y esta asamblea es completamente estable. Los atenienses no tenían ningún problema en este aspecto, al menos ninguno más grave que las incoherencias ligadas a las elecciones contradictorias, también posibles, evidentemente.

5. EL RÉGIMEN ATENIENSE ERA ESCLAVISTA, FALÓCRATA Y XENÓFOBO.

Otra objeción frecuente: se nos recuerda amablemente, como si no lo supéramos, que los atenienses eran esclavistas, falócratas y xenófobos.

Efectivamente, en esa época, las mujeres no formaban parte del pueblo y los esclavos y los extranjeros tampoco. Pero juzgar esos hechos antiguos con los valores de hoy es un anacronismo, una injusticia, un absurdo; es tan estúpido como reprochar a los atenienses que no volaran en avión (la imagen es de Jaqueline de Romilly).

Cuando uno se interesa por las instituciones atenienses, no está defendiendo el esclavismo ni la misoginia ni la xenofobia, evidentemente. Simplemente se usa el sentido del discernimiento, separando el grano de la paja sin caer en un tonto maniqueísmo: la democracia NO funciona gracias al esclavismo NI gracias a la falocracia NI gracias a la xenofobia.

Dicho de otra manera, desembarazadas de estos caracteres infamantes, las instituciones atenienses habrían producido los mismos resultados benéficos en términos de igualdad política y de protección contra los oligarcas.

Dicho de otra manera, esta objeción deshonesta consiste en destacar (exagerar la importancia) de caracteres sin ninguna relación con el asunto central de la democracia: Cómo organizar la Polis para que ningún cuerpo oprima a los demás. No hay que dejarse distraer ni desviar de lo esencial, y ver cómo el pueblo de la época, definido como podía serlo en la época, CON SUS RICOS Y SUS POBRES (ESTO ES ESENCIAL), ver cómo este pueblo se protegió contra los oligarcas, contra la tendencia de los ricos a cogerlo todo para ellos, siempre más. Como dice Castoriadis, Atenas no es un modelo sino un germen.

Sin duda, puede decirse, en cierto modo, que el esclavismo y el trabajo de las mujeres en la casa liberaban tiempo para los hombres y, de esa manera, les permitían ir a la Asamblea, lo que es cierto. Pero, la situación actual del mundo moderno, con máquinas movidas por el petróleo que hacen por nosotros mucho más trabajo que los esclavos antiguos, esta presencia de esclavos de hierro en lugar de esclavos de carne permite imaginar que hoy podríamos muy bien liberar tiempo para que todos los humanos pudiesen ejercer una actividad política.

Se trata pues de un juicio equivocado, casi siempre promovido por gente (elegidos y/o ricos) que tienen un interés personal en desacreditar la democracia (puesto que el sorteo dejaría en el paro a los elegidos y privaría a los ricos de sus preciosas correas de transmisión políticas).

Por una amalgama calumniosa, los elegidos (y sus padrinos) intentan inducirnos a arrojar un hermoso bebé democrático junto con el agua sucia de su baño esclavista de una época pasada.

6. ¿PERO, LOS ATENIENSES UTILIZABAN TAMBIÉN LA ELECCIÓN, NO?

A veces se oye objetar que los atenienses también utilizaban la elección. Es cierto, pero marginalmente: se prefería la elección solamente en el caso en que era necesaria una competencia, es decir, esencialmente en materias militares y financieras. Así, los jefes del ejército y los contables públicos eran elegidos, pero ahí acababa todo. en Atenas, el sorteo de los representantes políticos fue, aunque parezca imposible, la regla general durante doscientos años.

Podríamos muy bien, en nuestro caso, combinar los dos, en función de nuestros objetivos. Sin embargo, no corresponde a los elegidos decidirlo, pues, evidentemente, van a hacer trampa y a preferir siempre la elección en su propio interés, contra el interés general.

7. SI LA DEMOCRACIA DESAPARECIÓ Y NO HA VUELTO A REAPARECER, ES BUENA PRUEBA DE QUE EL SISTEMA ERE MALO.

Otra objeción contra el sorteo y la democracia: si la democracia desapareció y no ha vuelto a reaparecer, es buena prueba de que el sistema era malo.

En absoluto. La democracia desapareció a causa de una guerra perdida. Es decir, una causa contingente, no necesaria, accidental, y no a causa de vicios propios.

Y los ladrones de poder que siguieron aprendieron bien la lección. El sorteo de los representantes da mecánicamente el poder a la mayoría en lugar de dejar gobernar a los ricos. Este procedimiento aleatorio, equitativo e incorruptible, inmediatamente fue desacreditado de forma metódica por todos los notables y privilegiados a través de los siglos, pero por razones que no tienen, evidentemente, nada que ver con el interés general, y sin ningún debate público sobre la opción estratégica para la sociedad: elección o sorteo.

8. ¿Y SI YO QUIERO ELEGIR A MIS REPRESENTANTES?

Algunos objetan con vehemencia que tienen todo el derecho a elegir a sus representantes, una parte preciosa de su soberanía de la que se les priva con el sorteo y que nadie se la quitará sin luchar con uñas y dientes.

A mi juicio, estos gritos vienen a menudo de personas más bien favorecidas que no tienen nada que temer de la elección, ya que son precisamente aquellos a quienes los políticos nunca molestan.

No estoy seguro de que sea útil intentar convencerlos, pues es posible que los anime un interés personal contrario al interés general, en cuyo caso la discusión es un simulacro y no lleva a ninguna parte.

Por el contrario, entre las personas desfavorecidas, este argumento es realmente sorprendente. Tras doscientos años de traiciones repetidas, de promesas incumplidas continuar aferrándose a algo que es -de hecho- una pura mentira, es volver al pensamiento mágico, como ciertas creencias conducen a proteger a una vaca sagrada.

¿Se puede argumentar contra una creencia? Quizá. Estoy pensando, por ejemplo, en una vía intermedia (¿transitoria?): una asamblea que combinaría las dos formas, una parte elegida (para los que quieran elegir) y otra parte sorteada (para los que han comprendido que la elección es mentirosa). El resultado sería ya mucho mejor para el interés general que una elección al cien por cien.

También podría proponerse elegir el procedimiento por referéndum. Por ejemplo, después de un debate público honesto, abierto a todas las opiniones disidentes, se propondría la pregunta al pueblo: ¿desea usted que la próxima Asamblea constituyente sea 1) íntegramente escogida por sorteo, 2) íntegramente elegida, 3) una mitad escogida por sorteo y otra mitad elegida, 4) constituida por todos los ciudadanos voluntarios?

Pero hoy día, sin duda,
AL PRIVARNOS DE LA INICIATIVA (tanto de los candidatos como de las preguntas),
EL SUFRAGIO UNIVERSAL NOS PRESENTA SÓLO
FALSAS OPCIONES

9. LOS ESCOGIDOS POR SORTEO SON IGUAL DE MANIPULABLES Y CORRUPTIBLES, INCLUSO MÁS, PUES SON POLÍTICOS PRINCIPIANTES Y, POR TANTO, INGENUOS.

A veces, se objeta también que nada protege a los escogidos por sorteo contra las manipulaciones ni contra la corrupción; se subraya, incluso, que unos eternos principiantes estarán particularmente expuestos a las influencias de los funcionarios, ellos, sí, inamovibles.

En primer lugar, una vez más, se presupone que los escogidos por sorteo tienen el poder, cuando no es el caso. Para corromper o manipular la voluntad común, habría que corromper a toda la Asamblea popular, ya que, en democracia, es ella quien conserva el poder. Y los procedimientos de acusación a posteriori, como el Graphe para nomon, permiten, precisamente, castigar a un hábil orador que hubiera logrado embaucar a la asamblea y conducirla a votar decisiones equivocadas.

Por otra parte, En lo que respecta a los escogidos por sorteo, no es cierto que sea tan sencillo corromper a un aficionado como a un profesional. La corrupción y la manipulación llevan tiempo. Y, mientras tanto, basta un incorruptible en una asamblea para hacer sonar la alarma y alertar a todos los ciudadanos de las eventuales intrigas. Por último, aunque imperfecto, el sorteo sigue siendo mejor para el interés general que la elección en muchos aspectos. El hecho de que el sorteo sea (evidentemente) imperfecto no es suficiente para renunciar a él.

10. LA DEMOCRACIA ATENIENSE NO RESPETABA LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y PRACTICABA, POR EJEMPLO, LA PENA DE MUERTE

A veces se oye decir que un régimen capaz de condenar a Sócrates a morir no puede ser un buen régimen.

Van mal encaminados quienes creen en la buena fe de este argumento. La muerte de Sócrates fue un error, un drama, sin duda, pero no se puede juzgar un régimen que duró siglos por un detalle microscópico, un suceso, sin duda destacado de forma poco honesta.

Si los que sacan a relucir la muerte de Sócrates son consecuentes, ¿estarán dispuestos a colocar también en la balanza los cientos de millones de muertos y de torturados en el haber de los elegidos desde hace doscientos años?

Con más razón, se oye decir que la democracia no respetaba los derechos humanos.

Es totalmente cierto, pero reprochárselo es, ante todo un verdadero anacronismo: es profundamente injusto reprochar a un pueblo de hace dos mil quinientos años no haber respetado nuestros valores actuales.

Además, hacer de ello un escollo innegociable es una exageración, pues nada nos impediría, hoy, mejorar el sistema en el sentido respetar esos derechos fundamentales.

Evidentemente, no hay ningún motivo para echar el proyecto entero por la borda.

11. DEMOCRACIA, DEMOCRACIA, … BASTA YA DE DARNOS LA LATA CON LAS REFERENCIAS GRIEGAS. OCCIDENTE NO ES LO ÚNICO EN EL MUNDO.

Algunos interlocutores objetan que la referencia insistente a la democracia en los países desarrollados raya en la obsesión religiosa y se olvida de muchas otras experiencias políticas ricas y antiguas, en Egipto y China, especialmente.

Es cierto que, para los que se contentan con las apariencias y aceptan llamar democracia a su estricto contrario, la comparación con la religión es interesante.

Pero, en cambio, hablar de religión no es adecuado para quienes intentan comprender -y no temen mejorar- una verdadera democracia. Éstos llevan a cabo una búsqueda para proteger eficazmente a todo el mundo de los abusos de poder, más allá de los mitos, precisamente. Naturalmente, esta búsqueda sigue abierta a todas las sugerencias útiles.

En cuanto a las otras historias de las que echar mano para pensar la Polis hoy en día, me quedo, de momento, con la experiencia china, en cuanto a la importancia que daban a los CONCURSOS para el acceso a los cargos públicos. Este procedimiento permite (teóricamente) acceder a una meritocracia auténtica (donde los aristócratas ponen a prueba constantemente que son, claro está, los mejores, sin ningún privilegio, de nacimiento u otro cualquiera). Sin duda, hay otras ideas útiles en la historia china; hablemos de ellas, si quieren, ¿por qué no?

También se evocan, a veces, los atractivos de la experiencia egipcia, mucho más antigua que la griega. Pero, de momento, he de decir que las aportaciones egipcias a la ciencia política que permitirían resistir hoy a los abusos de poder son para mí desconocidas.

Naturalmente, estoy abierto a cualquier sugerencia creíble.

Por ahora, observo (y señalo) el germen político demostrado (y probado) en Atenas porque me parece lógico, robusto y perfectamente adaptado para salir por fin de la mayoría de nuestros atolladeros sociales, A CONDICIÓN DE DEJAR DE CONFIAR EN LOS PARTIDOS LA ESCRITURA DE NUESTRAS CONSTITUCIONES (ya que preferirán siempre la elección, naturalmente, conducidos por su interés personal).

12. ¿TAMBIÉN USTED TIENE OBJECIONES O TEMORES QUE FORMULAR?

Hágalo aquí y aprovechemos para hablar de ellas.

Finalmente, para evaluar y COMPARAR elección y sorteo, ¿QUÉ DICEN LOS HECHOS?

Advertencia importante: a la hora de sacar conclusiones, es, sobre todo, el estudio de los hechos, lo que permite dudar de la pertinencia de los mitos repetidos hoy con machaconería. Sin duda, la vaca sagrada del sufragio universal no mantiene sus promesas. NUNCA.

La elección da el poder a los ricos, el sorteo da el poder a los pobres.
¿Durante cuánto tiempo seguirán los pobres defendiendo la elección?

Disponemos de doscientos años de experiencia y de resultados fehacientes para cada uno de los dos procedimientos: el sorteo fue probado durante doscientos años, del siglo V al IV a C, y la elección ha sido probada durante otros doscientos años, más o menos; desde finales del siglo XVIII.

¿Cuáles son los hechos interesantes que destacan de estas dos experiencias de larga duración? Pues bien, durante doscientos años de sorteo diario, los ricos no gobernaron nunca, demasiado pocos para ser mayoritarios, y LOS POBRES, SIEMPRE.

Por el contrario, durante doscientos años de elección, los ricos han gobernado siempre, a pesar de su escaso número, y LOS POBRES, NUNCA.

No es sorprendente que el sufragio universal sea defendido obstinadamente por todos los MEDEF, GOLDMAN SACHS, UPM, PS y otros MONSANTO del mundo.

Sin embargo, me parece muy sorprendente que TODOS los militantes de izquierda, humanistas, socialistas, comunistas, anarquistas, ecologistas, todos ellos preocupados por el progreso social real, sostengan también el sufragio universal como quien defiende una vaca sagrada, mientras todo indica que este mito es falso, una verdadera estafa política.

Para mí, es incomprensible. En cuanto a los elegidos (y a sus amos ricos), yo los comprendo: esta gente aborrece naturalmente una idea que les arrebataría su poder, de acuerdo. Pero, en cuanto a los que no lo son, el apego a la elección y el rechazo del sorteo, negándose a aceptar unos hechos patentes durante cuatrocientos años, es auténticamente incomprensible.

Por definición, la elección es aristocrática y conduce mecánicamente a la oligarquía, y los hechos confirman el análisis teórico: siempre y en todas partes, LA ELECCIÓN PERMITE A LOS RICOS COMPRAR EL PODER POLÍTICO como se compra un coche, y LA SALIDA LÓGICA, MECÁNICA, DE LA ELECCIÓN ES EL GOBIERNO DE LOS MÁS RICOS, ES DECIR, DE LOS BANCOS. Véase la influencia de Goldman Sachs, Morgan, Rockefeller, Rothschild y otros conglomerados sobre todos los gobiernos del mundo.

De ahí el lazo indisociable entre la elección y la creación de dinero, que es el medio supremo para los ricos de hacerse infinitamente ricos y seguirlo siendo, al tiempo que avasallan a todos los demás actores económicos, Estados incluidos, por la dependencia del dinero escaso, el dinero-deuda.

Este es otro frente de resistencia a atender de forma prioritaria.

Étienne Chouard 22 de abril de 2011 (9 de mayo de 2011)

http://etienne.chouard.free.fr/Europe/forum/index.php?2011/04/27/123-centralite-du-tirage-au-sort-en-democratie

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CUESTIONANDO LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA


 Por José Manuel Pérez Rivera



El pasado día 26 de septiembre,  ( 2012) un periodista de “El Faro de Ceuta” preguntó al Sr. Francisco Márquez, diputado nacional del PP por Ceuta, sobre los hechos que tuvieron lugar en los alrededores del Congreso de los Diputados, en lo que ha venido a denominarse “25S-Ocupa el Congreso”. Al hilo de esta pregunta el Sr. Márquez comentó que, en su opinión, “la democracia es el sistema político del que nos hemos dotado los españoles al entender que es el mejor que existe para la representación de la soberanía popular, pero cuando a la democracia se le añaden algunos calificativos como orgánica, popular o asamblea, desde luego, es cuando menos tiene de pura capacidad de decisión del pueblo".

Nos sorprendió este comentario despectivo sobre la propia esencia de la democracia, es decir, su carácter asambleario. Aunque si somos sinceros no fue tanto sorpresa como indignación lo que sentimos cuando leímos estas declaraciones. Estamos acostumbrados a las perlas del Sr. Márquez, como la que recogieron este verano los medios de comunicación locales y nacionales, en la que saliendo al paso del escándalo sobre el cobro de dietas por alojamiento que perciben más de sesenta congresistas (entre los que se incluye, claro está, el Sr. Márquez), -a pesar de contar con casa propia en Madrid-, declaró que era una polémica “interesada” promovida “por grupos antisistema que saben muy poco del funcionamiento de las cortes”. Puede que los ciudadanos no sepan, en su mayoría, cual es el funcionamiento de las cortes, pero lo que sí le podemos asegurar es que son cada día más los españoles que tienen claro que el sistema político vigente en nuestro país dista mucho de ser democrático.

En este artículo vamos a hacer un ejercicio que, según la editorial de “El País” (27/09/2012), “nadie sensato” haría: “descalificar la democracia representativa”. Y lo vamos a hacer con argumentos para que quienes se molesten en leerlo puedan extraer sus propias conclusiones. Comencemos reflexionando sobre el significado de democracia. Todo el mundo habla de ella, pero pocos la conocen. Este término, tal y como comenta Takis Fotopoulos en su obra “Crisis multidimensional y democracia inclusiva” (disponible desde este verano en internet gracias al esfuerzo del Grupo de Acción de Democracia Inclusiva (GADI) de Catalunya), ha sido tergiversado principalmente por parte de académicos y políticos liberales, “confundiendo el sistema oligárquico actualmente dominante de la democracia representativa con la democracia”. En la misma línea, el no menos lúcido y brillante intelectual Cornelius Castoriadis, comentó en una conferencia pronunciada en 1993, titulada “la cuestión de la democracia. Posibilidades de una sociedad autónoma”, que “si miramos, no la letra de las constituciones, sino el funcionamiento real de las sociedades políticas, comprobamos inmediatamente que son regímenes de oligarquías liberales. A ningún filósofo político del pasado digno de ese nombre se le habría ocurrido jamás llamar a estos sistemas “democracia”. Inmediatamente hubiera encontrado que había allí una oligarquía que está obligada a aceptar algunos límites a sus poderes, dejando algunas libertades al ciudadano”.

Para encontrar el verdadero significado de la democracia tenemos que retroceder veinticinco siglos en la historia de la humanidad hasta conocer la concepción ateniense de este término. A pesar de sus limitaciones y parcialidades, ya que existen graves desigualdades económicas y políticas, al excluir de la sociedad a las mujeres, los inmigrantes y los esclavos, fue el primer ejemplo histórico, según Hannah Arendt, de “la identificación del soberano con aquellos que ejercen la soberanía”. No obstante, los griegos se dieron cuenta pronto de la imposibilidad de anular algún tipo de poder explícito y así establecieron que “ningún ciudadano debe estar sometido al poder y, si esto no fuera posible, que el poder se distribuyera equitativamente entre los ciudadanos” (Aristóteles, en Política). A este principio del reparto equitativo del poder, añadieron otros dos de vital importancia: la isonomía (la igualdad de todos los ciudadanos) y la isegoría (el poder de la palabra). El ejercicio de estos principios hizo posible un nivel de actividad política que no tiene parangón en la historia de la humanidad por cantidad, frecuencia y grado de participación. A las asambleas, -que tan poco le gustan al Sr. Márquez y al resto de integrantes de la oligarquía política y económica española-, asistían normalmente 6.000 ciudadanos (de los 30.000 ciudadanos por derecho a hacerlo) y podían tomar la palabra entre 200 a 300 personas o más. La justicia también se ejercía por los ciudadanos, tanto que en un día de tribunal normal se sorteaban unos 2.000 puestos como miembros del jurado popular. Y lo que es más importante si lo comparamos con la situación actual es que no existían los partidos políticos, es más los llamados (hetaireiai), antecedentes claros de nuestros partidos políticos, eran perseguidos con toda su fuerza. Los partidos políticos sólo comenzaron a tener sentido cuando la inmensa mayoría de la ciudadanía empezó a desinteresarse de la política.

La democracia clásica, a pesar de su comentada parcialidad en lo económico y lo político, demuestra la posibilidad de organizar y hacer funcionar la sociedad actual según los principios de la democracia directa, aunque para ello sea necesario un esfuerzo colectivo consciente por ampliar y profundizar la democracia política y económica. La relajación de este esfuerzo fue lo que explica el declive de la democracia como forma de organización política en la propia Grecia y luego en tiempos posteriores en Roma y tras su decadencia en el periodo medieval. Sin embargo, no llegó a desaparecer del todo. La historia parece darle la razón a Bakunin cuando indicó que “el instinto de libertad” es un elemento esencial de la naturaleza humana. En la denostada y vapuleada época medieval, en la misma España, se dieron durante los siglos XI y XIV auténticas formas de gobierno democrático, periodo que coincide con el pleno auge del llamado Concejo Abierto. Durante el desarrollo de los concejos o concilium abiertos, los vecinos de las ciudades y pueblos de la repoblación eran considerados hombres libres e iguales que se reunían en asambleas para debatir y acordar por consenso la política en sus respectivos territorios. Poco a poco fueron perdiendo este poder a favor de los monarcas y sus secuaces. Entre los siglos XVI y XVIII, la concentración del poder alcanzó su cenit de mano de las “monarquías absolutas”. Aún bajo este régimen, el instinto de libertad no pudo ser del todo erradicado. Para combatirlo los monarcas, siguiendo a pie de la letra las obras maquiavélicas, introdujeron en el léxico político el concepto de la representación, con el objetivo inicial de relajar las luchas de poder en el seno de las inestables monarquías europeas. Un paso en esta estrategia fue el establecimiento de la soberanía parlamentaria en el siglo XVII.

Todo este proceso culminó en la acuñación literal del término de la “democracia representativa” por parte de los Padres Fundadores de la constitución de los EE.UU. Sobre este hecho histórico, tanto Takis Fotopoulos como Noam Chomsky coinciden en su diagnóstico de que los ideólogos de la también llamada democracia moderna sentían un claro desprecio por las clases populares y no estaban por la labor de permitir que el “`populacho” pudiera ejercer el poder de manera directa, tal y como se practicaba en la Grecia clásica. John Jay, uno de los “Padres Fundadores”, declaró que “quienes son los dueños del país deben ser sus gobernantes”. La intención era clara: anular el principio de la isegoria, la igualdad de expresión; y transferir el poder político de la ciudadanía, a través de las elecciones, a una élite política y económica.

El advenimiento de la “democracia representativa” supuso equiparar este concepto al del gobierno representativo, es decir, el gobierno del pueblo por sus representantes. Se instituyó así un sistema político que separaba del concepto genuino de democracia, donde el poder era ejercido directamente por los ciudadanos o por delegados que eran designados por sorteo y por un periodo corto. Unos tiempos en los que la elección por votación se consideraba aristocrática y se autorizaba sólo en circunstancias especiales.

La democracia representativa presupone la separación del Estado y la sociedad y el ejercicio de la soberanía por un cuerpo de representantes separados. Esto ha dado lugar, tal y como comentó en cierta ocasión Jesús Ibáñez (“Nada para el pueblo, pero sin el pueblo”, en Archipiélago, nº 9, 1992), que los que “mandan representan a los mandados y sólo hay que representar a lo que es impresentable” y, desde luego, los españoles no los somos. Opiniones como estas en contra de la representación política, basada en elecciones cada determinado número de años, surgieron casi al mismo tiempo que se fundó este sistema. El propio Rousseau, en “El contrato social”, llegó a decir que “los ingleses creen que son libres, pero la verdad es que son libres un solo día cada cinco años”. Hoy día, como bien criticó Cornelius Castoriadis, ni siquiera los electores son libres cada cuatro años, ya que “los candidatos son designados por la cúpula del aparato del partido” y se presentan con unos programas plagados de mentiras y falsas promesas. Unos partidos políticos que forman un conglomerado con el poder privado que les impone límites estrechos a su acción política. Siguen de esta manera a pie juntillas la idea de Adam Smith, el padre del liberalismo económico, para quien la tarea principal del gobierno era la defensa de los ricos contra los pobres. Noam Chomsky ha conseguido resumir en una sola frase lo que ocurre en su país y en la mayoría de los países occidentales en los que se ha impuesto el bipartidismo: “hay básicamente un solo partido político, el de los negocios, con dos facciones”.

A nadie debería de extrañarle que todos los políticos de nuestro país, sin excepción, recelen de la democracia directa o en su forma más elaborada de la democracia inclusiva propuesta por Takis Fotopoulos. El miedo que sienten al escuchar hablar de esta palabra es comprensible. De llevarse a la práctica supondría acabar con los privilegios que ostentan los integrantes de la oligarquía liberal que domina el complejo entramado de poder en nuestro país. No obstante, coincido con Noam Chomsky, en que “el instinto de libertad puede ser apaciguado, pero no asesinado. El coraje y la dedicación de la gente que lucha por su libertad, su voluntad de confrontar el extremo terror del Estado y su violencia, son frecuentemente asombrosos”. Guiados por este instinto, y sobre todo en épocas de crisis como la que estamos viviendo, surgen de manera espontánea tentativas de reinstaurar la democracia directa que funcionó en la Atenas clásica. Como nos recuerda Cornelius Castoriadis esto ha sucedido “cada vez que hubo un verdadero movimiento popular democrático: tanto en América del norte en 1776, como en la revolución francesa, como en las primeras formas organizativas del movimiento obrero, en la Cataluña de la CNT y también en el 56 con la revolución húngara”. Casi todos estos movimientos fueron reprimidos con dureza por los detentadores del poder y en tiempos más recientes ha sido la obsesión de las élites occidentales, principalmente de EE.UU, acabar con cualquier iniciativa de este tipo por los medios que sean. Ahora, como resultado de la profunda crisis multidimensional que llevamos padeciendo desde hace cuatro años, vuelven a resurgir tentativas de devolver el poder del pueblo a sus legítimos poseedores. Las sofisticadas técnicas de fabricación del consenso (Noam Chomsky) y de adoctrinamiento están fallando estrepitosamente. Cada día hay más gente que empiezan a ver la realidad por sus propios ojos y comienzan a desprenderse del miedo que les infunden los potentes mecanismos de control social. Aún quedan dos obstáculos importantes que superar: romper el aislamiento y el individualismo; y desprenderse de la apatía general y la frivolidad existencial que nos ha inculcado el consumismo desaforado. Nuestra vida tiene que tomar otro sentido: “la creación de seres humanos que amen la sabiduría, que amen la belleza y que amen el bien común”.(Corneluis Castoriadis, dixit).

Fuente. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=156789

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