Por Edgar Straehle (1)
1. Arendt la aborda desde
una perspectiva política, no moral (a nivel moral simplemente debe ser evitada
en la medida de lo posible).
2. Arendt no fue pacifista,
y sostuvo que había situaciones extremas en que la violencia podía estar
justificada y podía ser “el único medio de restablecer el equilibrio de la
balanza de la justicia”, pero también defendió que la violencia es intrínsecamente
antipolítica.
3. De hecho,
provocadoramente la asoció a la impotencia, puesto que la violencia es aquello
a lo que se recurre cuando no se tienen otros recursos o cuando no se tiene
poder.
3.1 En este contexto poder
es una palabra positiva para Arendt y debía ser entendido como unión y como una
acción concertada con otras personas. De ahí que anotara que “la extrema forma
de poder es la de Todos contra Uno, la extrema forma de violencia es la de Uno
contra Todos”.