EL CIUDADANO REPUBLICANO
Jorge Alvarez Yaguez (1)
El liberal centra su campo de atención en
la esfera en que los individuos
persiguen su interés particular y, confiando en el carácter integrador de éste
y la legaliformidad de esta esfera en su conjunto, solo requería el poder político
su cuidado y aseguramiento, y , si acaso, atención a los inevitables fallos del
mercado. El republicano tiene una visión muy distinta: desconfía del campo de
las actividades particulares , de ese mundo privado movido por intereses e
egoístas, del que mas que aportación
a la integración de la comunidad,
no espera sino que contribuya a su corrupción, a la anteposición del interés
particular sobre el bien común; o a la generación de falsas necesidades que
sumen al individuo en una vida de lujo y ostentación alejada de toda virtud,
como temía Rousseau; o a la perdida el
sentido de la acción por la que el
hombre en el encuentro con otros se
realiza, como apuntaba Hannah Arendt.
No, la integración del todo social y la plenitud del individuo mismo no puede
proceder de la esfera mercantil, sino del espacio político mismo. Pero este ya
no entendido ni al modo hobbesiano como una instancia externa, introductora de
orden donde hasta el momento solo reinaba el conflicto, ni siquiera a la manera
hegeliana como introducción la razón universal
sobre el dominio particularista de la sociedad civil, sino como una armonia que realiza la propia sociedad
cuando la virtud caracteriza al ciudadano,
cuando el bien común prima sobre cualquier interés. Lo político no es
aquí algo externo e instrumental, constituye al mismo individuo, aparece allí
donde se da el actuar comunitario. Todo ello supone, desde luego, una
concepción muy distinta de las relaciones entre individuo y sociedad, y de la
naturaleza de cada uno de ellos.
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