Intervención de Florence
Gauthier en el Instituto Hanna
Arendt de Buenos Aires el 18 de septiembre de 2006.
El objeto del que voy a hablar esta mañana, es una
cuestión de la que todavía nunca he hablado, así que se puede considerar como
una especie de estreno mundial. Porque es una cuestión de la que Francia se
resiste a escuchar, no es audible en Francia.
Todos ustedes conocen este cuadro de Delacroix, estoy
segura. Hablaré de esta Marianne, que es un jesuita español del S. XVII. En un
país como Francia, no es posible decir esto ni siquiera hoy. Es un escándalo.
Yo hablaré de este escándalo, e intentaré hacer entender por qué resulta tan
escandaloso el vínculo entre Juan de Mariana y la Marianne de la república
francesa.
Desde hace mucho tiempo estoy interesada en una palabra de
los siglos XVI y XVII. Es la palabra “derecho natural”. Esta palabra está en el
centro de lo que ocurre en los siglos XVI y XVII. Y es precisamente
investigando sobre esta palabra, que me remonté hasta la Ilustración y las
Revoluciones Inglesa y Holandesa del S. XVII, y luego fui a parar a España.
Henos aquí con el Renacimiento español, en medio de él, y el desarrollo de la Escuela de Salamanca. Esa
escuela ha renovado completamente la noción de “derecho natural”, y ha
inaugurado la Escuela
de Derecho Natural moderno.
Para inventar una cosa tan nueva, fue preciso un
acontecimiento histórico terrible, que fue el descubrimiento de América, lo que
Bartolomé de las Casas llamó “la destrucción de los indios”. Esa noción de
derecho natural moderno nació entre las dos orillas del Atlántico. Y la Escuela de Salamanca
concentró todas las críticas de esas violencias inauditas que se han
desarrollado en la Escuela
del Derecho Natural moderno. La
Escuela de Salamanca redefinió el concepto de humanidad. Ya
no se trataba de pertenecer a una religión, o a una historia particular, o a
cualquier tradición local. La humanidad fue definida de modo universal, y tal
como se daba la experiencia en el mundo. Y el único criterio que cuenta aquí es
la pertenencia al género humano.Esa pertenencia ha aglutinado los derechos nuevos. Primer
derecho: nacer libre y no esclavo. Segundo derecho: seguir siendo libre. Y para
ponerlo por obra, a ese derecho, no bastaba una pura definición filosófica,
sino que era necesario también una definición política.
Leer más...