La
república de la virtud
Por Joaquín Miras
Albarrán
“...l´essence
de la république ou de la démocratie est l´égalité...”Robespierre
Declaración de intenciones
Durante las dos últimas
décadas la derecha ha tratado de refutar el discurso historiográfico que data
el origen de la democracia contemporánea en la Revolución francesa para poder
apoderase también de esta palabra1. Para ello ha dado publicidad a los trabajos
de autores contrarios a la Revolución, desde Burke a las elaboraciones de
algunos partidarios de la posmodernidad, cuya intención era la cancelación de
todos los relatos revolucionarios2. En esta maniobra la obra de Furet 3
desempeñó un papel primordial por su compromiso militante con este objetivo.
Este autor volvió a ser relanzado desde Francia, por su eficacia ideológica,
durante la celebración del bicentenario de la Revolución, por intervención
personalísima del entonces presidente socialdemócrata Mitterand, quien puso en
manos de Furet los medios para sortear a la dirección oficial (Vovelle), y
convirtió así el bicentenario en una plataforma al servicio de la revisión
historiográfica.
Estos intentos se vieron
favorecidos por el corsé intelectual impuesto por el movimiento obrero a las
investigaciones sobre la Revolución, ya desde la época de la Segunda
Internacional, y que fue continuado por el estalinismo.
Esta corriente impuso una
interpretación según la cual la Revolución francesa había sido una revolución
burguesa, en la que las masas populares habían carecido de capacidad para
elaborar un proyecto político propio, o, en los casos documentados de
autonomía, habían desempeñado un papel contrario a la “marcha de la historia”
4.