Por Miguel Angel Domenech
Delgado(*)
E.P. Thompson, a la biografía del revolucionario inglés William Morris que había publicado
en 1955 le añadió un epílogo en
1976 cuando ya había roto – como él mismo dice -con
el marxismo ortodoxo. Lo que plantea Thompson en ese epílogo
posterior es una crítica de la tradición marxista de pretensiones
científicas y positivistas que trata
a los “otros” movimientos comunistas y socialistas
con desdén teórico y con desprecio práctico. Lamenta que el comunismo marxista ha entendido al
comunismo y al movimiento popular de inspiración no marxista como contaminado
por idealismo y romanticismo propio de estadios precapitalistas como si fueran
productos de un moralismo utópico. La misma crítica y de manera más demoledora
la reiterará en su Miseria de la teoría dos
años después en 1978.
Esa actitud de la ortodoxia
marxista ha contrastado siempre con la
experiencia que todos hemos tenido en las luchas en que andábamos metidos cotidianamente, de la
complejidad y riqueza que alimentan siempre las voces populares. El rechazo de
toda esa riqueza poniéndola en el saco de lo idealista o superado, es propio de
una cierta filosofía de la historia que propone que la historia es normativa y
que hay movimientos y gentes que son culpables por no saber asumir el estado de
inmadurez que la Historia les ha asignado. Deducen un “sentido
de la Historia” sin ver las historias
mismas y se pasman ante el “espíritu del pueblo” olvidando que hay muchos pueblos en el pueblo .Señala
Thompson que se ha dado tradicionalmente en el marxismo un cierto desprecio
como si fueran “inhibiciones morales”
de esas tradiciones no marxistas que han insistido precisamente en los
contenidos morales de la fundamentación de rebelión y revolución. Señala que
esto ha llevado al comunismo a un estado peor que la confusión. El comunismo
marxista ha fracasado en ser incapaz de confluir con otras perspectivas concretamente,
las de orígenes morales, o de otros análisis. Como si todos ellos fuesen etapas
infantiles, desorganizadas o rebeliones
previas. Esta tozudez del comunismo dogmático
marxista, la estrechez
positivista y la altanería de creerse fundamentados en un orden teórico superior y más profundo ha contaminado con sus ambigüedades la tradición
revolucionaria y ha llevado a
desencantarse del comunismo a muchos movimientos populares
genuinamente comunistas .
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