El
origen de la expresión “revolucionario” está referido a los movimientos, las
evoluciones de los astros en el
firmamento. De ahí lo tomó la literatura política . Su aplicación a la esfera
de lo social no es por lo tanto
inicialmente, por el carácter de
cambio sustancial en las
condiciones que ha adquirido hoy la
expresión, ni por la carga “de izquierdas” que ha tomado la expresión de manera
que su horizonte de praxis es siempre un horizonte de emancipación de las
clases inferiores o de subversión del orden de las clases dominantes, sino por su referencia a la enormidad del
movimiento. En este sentido puede decirse que la propuesta de
la reflexión de Kant en materia de ética es profundamente revolucionaria. Lo
seria aunque solo fuese por las ideas centrales de su filosofía de la
moralidad: las de la autonomía y
libertad. La manera en que las introduce en el panorama filosófico consiste, en efecto, en la apertura de todo
un mundo nuevo.
Ser libre o esclavo, obedecer y hacer obedecer
son situaciones contradictorias. La tradición cristiana y estoica tradicional
insistía en que el hombre es esclavo cuando esa dominado por sus emociones e
impulsos animales de los que debe liberarse. Tales éticas se apoyaban en el seguimiento y obediencia las leyes de la
naturaleza, (que eran dictadas por una Providencia), de Dios, o las leyes de
los gobernantes. (Puestos por Dios también) .
Kant rompió con esto. Le pareció que liberar
al hombre de sus instintos para someterle a una legislación que se le imponía
desde fuera de él mismo no es liberarlo del todo porque seguía sujeto a la
voluntad de otro legislador. Cuando un hombre, ser racional y libre, se le
somete a una voluntad impuesta desde afuera, (heteronomia: de hetero, otro,
nomos , norma) ya no es ni racional ni
libre. Por el contrario, el proyecto ético de Kan consiste en presentar al
hombre como su propio legislador que es autónomo (de auto: uno mismo, nomos,
norma). El hombre es hombre porque se legisla a si mismo y en eso consiste
nuestra dignidad y nuestra libertad. La fuerza de gravedad del edificio de Kant
es la afirmación de que la moralidad se genera en la ley que los humanos nos
damos a nosotros mismos y de esa manera creamos nuestro orden moral esencial.
Es mas, somos libres únicamente cuando y porque actuamos como personas morales.
Sin esa moralidad - que nosotros mismos creamos- no hay libertad. Nada menos.
Seguía
en esto el cauce revolucionario abierto por Rousseau: “la obediencia a
la ley ue uno mismo se ha prescrito es libertad”. Al convenir con sus
semejantes el acatamiento a la voluntad general, el hombre resulta ser
legislador de si mismo, dueño de si mismo. Libre. “Nosotros en verdad somos
miembros legisladores e nuestro propio reino ético…” . Esa libertad es tan
soberana que se opone a lo que la naturaleza hace del hombre, pues es un ser
que en tanto que dotado de libre actividad puede hacerse a si mismo gracias a
su razón y su libertad. La causa que determina al hombre ya no es la naturaleza
sino su propia razon y su voluntad libre. (En la “Fundamentación…..” llega a
formular su máxima diciendo que “ la máxima de tu acción deba tomarse como ley universal ….¡ de la
naturaleza!) Lo que le hombre hace `posible no le era dado antes. No existe
antes por asi decir. Por eso la ética (la razón práctica, para usar los
términos de Kant) habla de lo que es posible por la libertad y por eso no puede
existir un saber científico para solucionar problemas morales.
Estas simples reflexiones y su desarrollo no solo inauguran el pensamiento de la
modernidad sino que además tienen ya una carga revolucionaria enorme. No es de
extrañar dada la propia sensibilidad de Kant hacia “los acontecimiento que
recientemente se producen” ( la Revolución Francesa), que suscitaban su
entusiasmo y del espectador sensible y que aunque fuesen vencidos o desviados
seguirían siendo una inspiración optimista acerca de lo que puede la dignidad
humana ( en sus famosas líneas sobre la Revolución Francesa de “El
conflicto de las facultades”
Lo que Kant plantea, así, su afirmación de lo que es el ser humano ,
puede calificarse como prescriptivo (
qué debemos ser ) o descriptivo ( que somos
) o como desiderativo( qué queremos
ser). Precisamente esas eran las tres preguntas que inspiran la reflexión de Kant: ¿qué puedo conocer, qué
debo hacer, qué me cabe esperar?.
Probablemente es todo a la vez para los
pensamos que el paisaje de lo humano es todo eso al mismo tiempo: somos lo que
nos han dado, lo que debemos ser y lo que deseamos. De ahí, en lugar de fiarnos
de una ética parcial que contemple solo
uno de esos aspectos,, debemos inspirarnos mas de una ética y una política dialéctica, una ética de tensiones permanente una política de
conflicto, en la que nuestra
conducta y nuestras conductas están
solicitadas por demandas contradictorias,
que no tenemos ninguna seguridad de lo que somos o debamos hacer porque
no se produce el hombre tal y como una naturaleza o un dios le hayan prescrito
una esencia. Lo que debe producirse no existe en absoluto o casi no existe.
(Estamos ante el abismo de la Nada y el Caos, decía Castoriadis) Ahí se sitúa
la nunca definitiva labor de nuestra libertad y de nuestra razón, un incesante
crearnos a nosotros mismos y conjuntamente entre los semejantes, crear nuestro
propio mundo. Solo podemos fiarnos de lo que acordamos entre nosotros. De ahí
la exigencia importantísima de que” lo que acordamos” sea absolutamente
democrático. En cuanto no sea asi se introduce nuevamente la heteronomia.
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