Retrato
conceptual y actualidad del republicanismo
Por JavierGallardo(*)
Introducción
¿Qué puede aportar el
republicanismo a la teoría y la práctica de la democracia? O mejor dicho, ¿qué
tan democráticas son las nuevas lecturas académicas del pensamiento
republicano? El objeto de este artículo es dar una respuesta sumaria a estas
preguntas, poniendo especial énfasis en la actualidad de las ideas republicanas
en el contexto de las democracias pluralistas contemporáneas. Dicho objetivo
implica, por un lado, distinguir lo que diferencia al republicanismo de otras
familias de ideas políticas, y por otro, realizar algún aterrizaje político de
las ideas republicanas en el mundo actual. Lo primero supone evitar algunos
cortes o solapamientos conceptuales que dificulten una clara comprensión del
republicanismo, y lo segundo exige un pacífico rescate de lo aún vigente o
fecundo en el viejo ideario de las repúblicas. En consecuencia, para dar cuenta
de ambos aspectos, en la primera sección de este artículo presentamos una breve
caracterización del pensamiento republicano, y en el segundo tramo abordamos,
en términos expeditivos, la cuestión de su eventual influencia en una agenda de
profundización o de renovación de las democracias contemporáneas. Cabe
precisar, in limine, que nuestra discusión conceptual del republicanismo y la
consideración de su eventual vigencia en los contextos democráticos
contemporáneos, no supone ingresar en el plano de la validez de sus fundamentos
filosóficos o de sus prescripciones normativas. No es nuestra intención motivar
una aceptabilidad racional de las bondades del republicanismo, a la luz de un
contraste sistemático con otras perspectivas rivales. Antes bien, nuestro
propósito es trazar un inventario descriptivo de algunos rasgos centrales del
republicanismo, con vistas a extraer, de su especial compromiso con la vida política
y ciudadana, algunos lineamientos actuales del pensamiento republicano,
internos, por así decirlo, a sus premisas conceptuales y a sus orientaciones
prácticas fundamentales. Ciertamente, el republicanismo contiene un sustrato
normativo, intrínseco a cualquier caracterización conceptual del mismo, del
cual se desprenden un conjunto de prescripciones políticas, algunas de ellas
constitutivas de una genuina política republicana y otras de carácter más
contingente o circunstancial. De hecho, en base a nuestra breve descripción del
ideario republicano, a lo largo del texto nos permitimos formular algunas
conjeturas sobre su adaptación al contexto pluralista de los sistemas políticos
modernos y sobre sus posibles evoluciones futuras. No obstante, dejamos de lado
la justificación de su deseabilidad o de su eventual superioridad frente a
otras teorías políticas contemporáneas, cuestión que nos llevaría a transitar
por un terreno de contrastes y juicios normativos que escapan al propósito de
este trabajo.
1. Breve bosquejo de la
tradición republicana
Dada la variedad de notas
distintivas que se han venido incorporando al viejo ideario republicano, en
función, no pocas veces, de preocupaciones políticas inmediatas o de variados
apremios ideológicos, algunas de sus reconstrucciones conceptuales y narrativas
parecen situarse en el mundo enigmático de las ficciones teóricas. Algo que no
debería sorprendernos, ya que el pasaje por el republicanismo se ha
constituido, en los últimos tiempos, en una suerte de imperativo teórico para
pensadores e investigadores de las más diversas geografías políticas y
académicas, algunos de ellos disconformes con las actuales realidades
democráticas, otros desencantados con las corrientes centrales del pensamiento
político contemporáneo y otros preocupados, en fin, ante el hegemonismo liberal
en los principales centros de reflexión política.1 En todo caso, cualquier
caracterización del republicanismo debe partir del hecho de su pluralidad
constitutiva, pues, al igual que el liberalismo, no constituye una doctrina
política unificada, sino, más bien, una familia de principios e ideas
generales, de la que han ido surgiendo, en distintas épocas y circunstancias,
diversas recreaciones históricas y variadas trayectorias institucionales. Basta
dar una rápida ojeada a la tradición de las repúblicas para comprobar las
diferencias existentes entre el republicanismo antiguo, clásico y moderno
(Audier, 2004), entre una idea de república identificada con la armonía y la
concordia cívica, a la manera de Cicerón o Harrington, y otra centrada en la fecundidad política de
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