“ El sistema no ha cambiado, habrá otro colapso
económico dentro de tres o cuatro años“
El sociólogo Richard Sennett(Chicago, 1943) reúne
méritos profesionales suficientes para ser uno de los galardonados que el
pasado viernes recogían los premios “Príncipe de Asturias” en el teatro
Campoamor de Oviedo. Sin embargo, en esta ocasión le tocó el papel de
acompañante de su mujer, la también socióloga Saskia Sassen, ganadora del
premio de Ciencias Sociales. Ambos reparten su tiempo entre Estados Unidos y
Gran Bretaña. Sennett es profesor emérito de Sociología en London School of
Economics e imparte clases también en la New York University.
Autor de libros como ”La
corrosión del carácter” y “El artesano”, es un analista de la forma en que la
economía y el trabajo configuran a las personas y las relaciones sociales.
Trabaja desde la perspectiva de una corriente netamente anglosajona como es el
pragmatismo, ”la búsqueda de los problemas filosóficos insertos en la vida
cotidiana”, según su propia definición. Este observador nada complaciente del
mundo al que nos ha abocado el capitalismo financiero alerta de la posibilidad
de una nueva crisis ante la constatación de que la actual no ha servido para
superar los males que socavan el sistema. Con un comedimiento verbal que
contrasta con la dureza de su diagnóstico y sus previsiones, Richard Sennett
muestra su preocupación por el paro de los jóvenes, algo que, a su juicio,
debiera ser prioritario en la agenda política y que, sin embargo, se ha
convertido en un asunto secundario mientras los fondos públicos para crear
empleo se destinan al rescate de los bancos.
Usted
que indaga sobre cómo el trabajo nos moldea como personas, ¿existe alguna forma
de disociar lo que somos de los que hacemos para evitar, por ejemplo, que la
pérdida de empleo nos deje sin discurso vital?
Richard
Sennet: Yo soy muy protestante y
creo que eso es cierto. Ahí está la crisis ahora para los jóvenes. Si no
encontramos alguna manera de proporcionarles puestos de trabajo, entonces
faltará algo, tendrán una carencia a nivel psicológico y esto es algo que no se
puede reparar fácilmente. Cuando un país tiene el 50 por ciento de desempleo
entre los jóvenes, tiene una generación dañada. Pero esto no es algo que
parezca preocuparles mucho a los políticos. Les inquieta, pero no lo
suficiente, como si no fuera una circunstancia crítica frente a la que hay que
reaccionar, les parece casi normal, como si fuera simplemente una consecuencia
de la situación económica y del mercado. Desde mi perspectiva de estudioso del
mundo del trabajo, el desempleo juvenil es mucho más importante que pagar las
deudas de Goldman y Sachs. Me siento muy frustrado con esta situación, de que
se considere el desempleo como una consecuencia de otra cosa que hay arreglar
antes. No es así.
-¿Pertenece
usted al grupo de los que consideran que esta hecatombe económica era
previsible o al de los sorprendidos por la quiebra del sistema?