Verdades irrefutables
contra falsedades evidentes sobre Venezuela
Pablo Pascual González(*)
El martes 7 de octubre de
2014 el diario El País publicó, en sus páginas de Opinión, una tribuna sobre la
República Bolivariana de Venezuela, firmada por un tal Diego Arria, de quien
dicho periódico simplemente nos dice que “fue embajador de Venezuela ante la
ONU y asesor especial del secretario general Kofi Annan”.
En él habla de “la tiranía
comunista venezolana que es conocida por proporcionar pasaportes a terroristas
de Hezbolá y por su cooperación con los narcoterroristas de las FARC”
(gravísimas acusaciones que el autor no considera necesario fundamentar,
seguramente porque es imposible: lo único que Venezuela ha mandado a Palestina,
arrasada una vez más, son 80 toneladas de ayuda humanitaria, alimentos y
medicinas; en cuanto al conflicto colombiano, el señor Arria yerra el tiro,
pues no es el Gobierno venezolano el que se está sentando con las FARC sino el
propio gobierno colombiano, cuyo Presidente Juan Manuel Santos estaría, según
el sagaz articulista, “apoyando al régimen de Maduro”).
A continuación califica de
delincuentes a los gobernantes bolivarianos democráticamente elegidos y habla
del “colapso de la democracia y del Estado de derecho, del linchamiento
judicial, tortura y persecución contra los disidentes, de la inexistencia de la
libertad de expresión, del récord olímpico de violaciones a los derechos
humanos, debidamente documentadas —según él— por la ONU”, la cual también
sabría que “el régimen está controlado por el Gobierno cubano”. Alega como
única prueba de todo esto que la “dictadura venezolana rompió relaciones con
Israel y lo calificó de Estado genocida, apoyó a los palestinos y se declaró
enemigo del Estado sionista y de los Estados Unidos”… lo cual a ciencia cierta
debe de ser la única verdad en todo el libelo.
De sus palabras habría que
deducir que los castro-comunistas-chavistas se han hecho con el control de la
ONU, ya que sólo así se explicaría que la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO) haya decidido que su Plan de Acción
para la Erradicación del Hambre y la Pobreza lleve por nombre “Hugo Chávez
Frías”. O que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconozca a Venezuela como el quinto país con
mayor matrícula universitaria del mundo y segundo en Latinoamérica (sólo por
detrás de… sí, de Cuba).
Actualmente, uno de cada
tres habitantes de Venezuela bolivariana está estudiando, para lo que el Estado
ha tenido que construir miles de centros de enseñanza primaria, secundaria y
por cierto, 22 universidades públicas y más de 1500 Aldeas Universitarias
(importantísima misión por la que se consigue llevar las clases universitarias
a los lugares más remotos del país). La educación es completamente gratuita en
todos los niveles —gratuita de verdad, no como en España—, incluyendo los
libros de texto y el transporte, las tres comidas diarias y también los
ordenadores portátiles o tablets para el alumnado (más de tres millones y medio
han entregado ya) y los viajes vacacionales, que por sexto año consecutivo
disfrutaron gratuitamente más de dos millones y medio de niños y niñas.