Éste no es un día de fiesta; éste es un día de recuerdo,
de rememoración. Un día para mirar hacia atrás, más allá y dentro de la frontera
de la patria y rendir un homenaje a todos aquellos que, en distintas latitudes,
cayeron luchando por hacer más digna la vida del hombre y conquistar la
auténtica libertad.
Hoy termina una semana en la que, por mi intermedio, el
Gobierno del pueblo ha dialogado con los más diversos sectores nacionales.
Hemos conversado con los jóvenes de la Unidad Popular ; con
los médicos recién graduados para señalares la responsabilidad que implica el
ejercicio de su profesión; hemos estado en un organismo de la importancia de la CEPAL para llevar el
pensamiento nuestro y destacar la realidad de los países pequeños, en vías de
desarrollo, frente a los países industriales, para señalar, una vez más, la
dura explotación a la que hemos sido y somos sometidos, y para reclamar el
derecho a la autodeterminación y a la no intervención. Y, otra vez, no como
político, pero sí como Generalísimo, título que me otorga la Constitución Política ,
he dialogado con los representantes de las Fuerzas Armadas, en este caso con la
guarnición de Santiago. Junto con reafirmar como respetamos el cometido
profesional de nuestras Fuerzas Armadas y de Carabineros, como son respetuosos
de la Constitución
y la ley, destacamos también que ellos no pueden ser una parcela independiente
al margen del gran proceso de transformaciones que Chile encara en lo
económico, en lo social y en lo cultural, para hacer más digna y justa la vida
del hombre de nuestra tierra. Estuve dialogando, además, con la comunidad
universitaria en la
Universidad Técnica del Estado; con los dirigentes sindicales
de Yarur, y con los trabajadores que vinieron de Panguipulli para contarme el
drama de los que laboran en la madera y en los aserraderos. Hoy con este acto
culmina esta semana; con este 1 de mayo tan distinto a otros primeros de mayo
del pasado.
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