Por Charles TILLY(*)
Aviso
Si el negocio de la protección representa el crimen organizado en su versión
más sofisticada, entonces la guerra y la construcción del estado – paradigma
del negocio legítimo de la protección – se convierten en su representación más
importante. Sin tener la pretensión de calificar a todos los generales y
estadistas de asesinos o ladrones quiero, no obstante, poner de relieve el
valor de esta analogía. Por lo menos, en el caso europeo de los últimos siglos,
la visión de los war makers y de los constructores del estado como agentes
coercitivos y empresarios egoístas se asemeja más a la realidad que el resto de
posibilidades existentes, como serían:
la idea de un contrato social, la idea de un mercado libre en el cual
los ejércitos y los estados ofrecen servicios a unos consumidores deseosos o la
idea de una sociedad que, compartiendo normas y expectativas comunes, demanda
un determinado tipo de gobierno.
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