Miguel Angel Domenech
“Hay en cuadro de Paul Klee llamado Angelus Novus. En ese
cuadro se representa un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que
mira fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, tiene la boca abierta y además
las alas desplegadas. Pues este aspecto deberá tener el ángel de la historia.
El ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena
de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras
ruina y se las va arrojando a los `pies. Bien le gustaría detenerse, despertar
a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, una
tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede
cerrarlas. Esta tempestad lo empuja inconteniblemente hacia el futuro, al cual
vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el
cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad.”(1)
1.-Lo primero que
remueve ese estremecedor ángel de
Benajamin es una niebla del espeso mito
que nos ciega: la idea de un progreso histórico
que justificaría- de manea atroz si fuese cierto- el sometimiento del presente
como un momento de racionalidad más extenso.
2.-Lo segundo que siento
que remueven sus alas es un desvelamiento:
el de la presencia de las vidas dañadas y,
ante todo, el pasado sufrimiento de la
gente comun , victimas ya desaparecidas que ningún consenso actual ni emancipación futura conseguirá que
deje de ser irreparable. Es un batir de alas que obliga a pensar en una solidaridad ineficaz pero no obstante imperativa para nuestros compromisos emancipatorios habituales: la solidaridad
con las generaciones pasadas y de las presentes con ellas y con las del futuro. El vivir mejor juntos y en una sociedad justa y de iguales apela inexcusablemente a que se nos hagan presentes los que
la buscaron y no podrán ya
vivirla. Esta solidaridad es la mas
generosa exigencia de la ética y su prácica es la muestra de la autenticidad de
su ejercicio. Porque hacer un hueco para
albergar la defensa de las causas perdidas y de las victimas de aquellas causas
es un rechazo de toda ética de éxito. Murieron y sufrieron injustamente, nada
puede repararlo. Ni siquiera su recuerdo y homenaje es una reparación. La defensa y solidaridad con aquellos es por lo tanto el paradigma del comportamiento ético por excelencia, la de las actitudes y
conductas que se emprenden sencillamente porque son justas y con independencia
de toda consideración de utilidad. Vivimos
juntos, y juntos estamos obligados incluso
con aquellos que murieron. Igualmente
con los que hayan de nacer. El Vivir juntos con éstos y aquellos no es razon de precio, ni precio de satisfacción de
necesidades de mercado, ni precio de afecto, sino un valor interno, esto es,
dignidad. Esa es nuestra moralidad y es nuestra condicion de humanidad (2) Non emoluento aliquo sed ipsis honestitatis decore (3).
Es esta la única
manera de que el ángel de Klee, del que habla Walter Benjamin vuelva su rostro y pueda a mirar sin ojos espantados. Mirar y ver
la dignidad , ya fuese entre las ruinas, ya sea en el paraiso.
(1) W.Benjamin.” Sobre el concepto de
historia”
(2) I.Kant “Fundamentación de la metafísica
de las costumbres”
(3) Ciceron “ Sobe los deberes”
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