ROJOS PENSANTES
Joan Tafalla y Joaquín Miras
Joan Tafalla y Joaquín Miras
La situación política española está marcada, como sabemos, por la conjunción en el tiempo de dos fenómenos históricos: la así llamada crisis económica y la crisis del conjunto de formas de dominación y dirección creadas durante la así llamada Transición.La conjunción de ambos elementos produce fenómenos complejos ante los cuales es difícil orientarse. Sobre todo, y ese es el objeto principal de esta reflexión, si la autoproclamada izquierda se empeña en enfrentarse a ellos desde un pensamiento débil. Extremadamente débil.
“Los partidos nacen y se constituyen en
organización para dirigir la situación
en momentos histórica- mente vitales para su clase;
pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas,
no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales
de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases)
en el país determinado o en el campo internacional...
La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa;
si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo
y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico,
y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social
y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci(1)
en momentos histórica- mente vitales para su clase;
pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas,
no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales
de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases)
en el país determinado o en el campo internacional...
La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa;
si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo
y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico,
y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social
y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci(1)
Primero: los mecanismos de desposesión y expropiación que
llaman crisis.
La llamada crisis económica ha sido producida por el sector
financiero del capitalismo, lanzado a una fase de acumulación de capital basada
en la desposesión de la mayoría de la población. Esta ofensiva de los
expropiadores incluye diversos aspectos:
a.- En el territorio comprendido dentro de la Unión europea, el capital
financiero e industrial alemán, tras una larga marcha, ha conquistado el
espacio vital (Lebesraum) que la geopolítica alemana de los años veinte del
siglo pasado consideraba imprescindible para darle un rol hegemónico en
Eurasia. Una conquista de evidentes características neo-colonizadoras de los
territorios periféricos de la
Unión Europea.
Los autores de este material venimos denunciando desde los
años ochenta del siglo pasado el carácter imperialista de la llamada
construcción europea: nos opusimos a la entrada de España en el Mercado Común,
nos opusimos al tratado de Maastricht, nos opusimos al Tratado constitucional
de la Unión ,
nos opusimos al euro, nos opusimos al fraudulento cambio de la constitución
española en 2011. Teníamos sólidas razones para hacerlo y la realidad ha venido
a demostrarlas. Desde esta perspectiva consideramos que reconocer
analíticamente la situación actual y, proponer, como hace la izquierda, sea el
PSOE o todo lo que se halla a su izquierda, políticas supuestamente favorables
al pueblo trabajador sin poner en cuestión el proceso europeo, es pura
demagogia.
La destrucción de estados y de soberanías por parte de la UE , mediante una larga (casi
cuarenta años) ofensiva institucionalizadora de nuevos mecanismos políticos,
jurídicos y económicos ha hecho entrar en barrena los escasos instrumentos
políticos democráticos existentes que se habían institucionalizado tras la
derrota del fascismo y del nazismo en 1945. Como consecuencia de esa ofensiva,
en el conjunto de Europa toda una civilización se está hundiendo. Las
conquistas acumuladas por las luchas más que centenarias del movimiento obrero,
por la ofensiva frente populista y antifascista y de la Resistencia
antifascista, pero también por la llegada del Ejército Rojo al río Elba, y por
la presencia de fuertes partidos comunistas de masas y de fuertes sindicatos de
clase están en cuestión. La entrada de España en la UE condenó a nuestro país a un
papel periférico para siempre más en la dinámica de desarrollo libre del capitalismo
en el área de la UE. La
industria competitiva se desmanteló2, se entró en la permanente subasta a la
baja de los costes laborales. Las centrales sindicales mayoritarias mostraron a
los trabajadores que la resignación y la sumisión era única vía para poder
trabajar. Ello sin que las minoritarias o las sucesivas y localizadas
escisiones de CCOO pudieran o supieran revertir este proceso. Las condiciones
laborales eran cada vez más similares a la esclavitud a tiempo parcial.
Mientras, los sucesivos gobiernos presentaban como muestra de su sagacidad
política y de su utilidad para los trabajadores la concesión de ingentes
incentivos fiscales e incluso urbanísticos (mediante recalificaciones o
cesiones gratuitas de suelo industrial) para que las multinacionales del
automóvil o de otros sectores de la producción decidieran localizar en España
la producción de unos de sus modelos(3).
Este proceso de recolocación de España en una lugar
periférico dentro de la UE
fue encubierta por la cortina de humo de los ingentes fondos europeos ( cuyo
carácter corruptor masivo de las conciencias debe ser tenido muy en cuenta),
que mantuvo el espejismo de una mejora de las condiciones de vida para toda una
generación. Pan para hoy, hambre para mañana. O actualizando el dicho: pan para
ayer, hambre para hoy.
Los instrumentos para la destrucción de las conquistas
sociales fueron y son amplios y variados. Además de la actual creación del
espacio ultraliberal entre Lisboa y Rusia que es la UE , el capital industrial
europeo, ya tras la crisis de 1973, había iniciado la implementación de una
Nueva División Internacional, cuyo objetivo principal era la destrucción de las
conquistas del movimiento sindical4. Este segundo instrumento, tuvo una
importancia quizás mayor porque cambió la estructura productiva, y liquidó las
anteriores culturas del trabajo que construían y a la vez daban autoconsciencia
a un sujeto subalterno autónomo; le permitían autocomprenderse en sus
expectativas, en sus metas diferenciadas - dignidad del trabajo, reivindicación
de su rol en la sociedad, etc-.
Desaparecidas las causas eficientes del llamado estado del
bienestar, el capitalismo ya desembridado se lanza a la ofensiva final contra
unas conquistas que propiciaron avances ya no sólo salariales y en los derechos
sociales, sino que, incluso, habían generado nuevas perspectivas de ascenso
social como producto del acceso de sectores de los hijos de la clase obrera a
la universidad. Toda una entera civilización y cultura está en trance de
desaparecer.
En su megalómana ofensiva, el capital libre ya de todo
freno que lo someta a las leyes, liquida los derechos del hombre y del
ciudadano, proclamados por la
Ilustración y por la Revolución francesa. El derecho a la existencia,
a la salud, a la instrucción pública, al trabajo o a la vivienda sobran en las
constituciones. La soberanía del pueblo como base del poder político y el
derecho a la insurrección contra la tiranía son negados por los legitimadores
del poder tiránico del capital. No caracterizar la fase actual del capitalismo
como un intento de vuelta a la esclavitud y/o a los mecanismos feudales de
acumulación y desposesión nos parece miopía o simplemente, demagogia.
b.- En la División Internacional
del Trabajo, España está condenada a la desindustrialización, a la especulación
urbanística (cuyo estallido está teniendo tremendas consecuencias sociales), a
participar en la subasta a la baja de las condiciones de trabajo, y a cultivar
el turismo, como únicas salidas.
Las políticas de expropiación de las clases populares se
realizan mediante la transformación de la deuda privada en deuda pública. Se
hizo crecer escandalosamente el déficit público mediante ingentes
transferencias a una banca a la que se debería haber dejado caer en la
bancarrota. Se pretende conseguir el equilibrio fiscal, que debe equilibrar ese
ingente déficit artificial, mediante la reducción drástica del gasto social (no
así el militar, por ejemplo) y por el incremento del ingreso mediante impuestos
indirectos que se imputan al pueblo trabajador y no a quienes más tienen.
Todo ello está acarreando la miserabilización de ingentes
capas de la población. En el doble sentido: hundimiento en la pobreza de
enormes sectores de la población, desposesión de la casi totalidad de la
población y, en resumen, crecimiento desmesurado de la desigualdad entre una
mayoría de la sociedad que incluye a casi el 99 % de la misma y un 1% que se
enriquece de forma igualmente, proporcionalmente, desmesurada. La sociedad de
la desigualdad extrema.
Algunos de estos datos son escalofriantes:
.-5.965.400 parados según la EPA del último trimestre de
2012.
.-La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social
(estrategia Europa 2020) ha pasado del 24,4 % en el año 2004 al 26,8 % en
20125.
.-La tasa de personas que padecen muchas dificultades para
llegar a fin de mes pasó para el mismo periodo de 11,1 % a 13,5 %, mientras que
las que pasan dificultades pasaron de 17,6 % a 17,2 % 6. Más de la tercera
parte de la población tiene problemas para llegar a fin de mes.
.-La evolución de las tasas de carencia aumentó en el
mismo periodo de forma alarmante
Evolución
de las tasas de carencias en España entre 2004 y 2012.
|
||
Conjunto
de España, todas las edades y géneros
|
2004
|
2012
|
No
puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año
|
43,9
|
45,3
|
No
tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos
|
38,2
|
40,1
|
Ha
tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal
(hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) en los últimos 12 meses
|
6,5
|
8,6
|
Carencia
en al menos 3 conceptos de una lista de 7 conceptos7
|
17,4
|
16,4
|
.-El 21,1 % del total de la población española vive por
debajo del umbral de pobreza en 2012.
.-Los ingresos medios anuales de los hogares españoles
alcanzaron los 24.609 euros en 2011, con una disminución del 1,9% respecto al
año anterior. Si lo dividimos por persona, el ingreso medio de una persona que
vive en España es de 9.321 euros, un 1,31% aún más bajo que en 2011.
.-La tasa de pobreza aumenta entre las personas en edad de
trabajar, entre 16 y 64 años, pasando del 19,4% en 2010 al 21,0% en 2012.
.-Uno de cada cuatro menores de 16 años se sitúa por
debajo del umbral de pobreza.
.-El futuro de casi dos generaciones ha sido destruido por
la voracidad desatada del capital financiero. Las cifras del INE son, de nuevo,
horripilantes:
Población de 16 y más
años por relación con la actividad económica, sexo y grupo de edad
Unidades: Miles de personas. Periodo IV trimestre de 2012. Ambos
sexos. Fuente: INE
|
||||||
Total
|
Activos
|
Ocupados
|
Parados
|
Parados que buscan
primer empleo
|
Inactivos
|
|
De
|
1.728,5
|
260,3
|
67,6
|
192,7
|
134,0
|
1.468,2
|
De
|
2.384,2
|
1.427,1
|
689,6
|
737,5
|
188,2
|
957,1
|
Las expectativas de consumo para el conjunto de la
población con excepción de los mayores de 65 años están en crisis. El resultado
de todo ello es que las jóvenes generaciones viven y vivirán peor que las
anteriores.
Un sector de los hijos de las clases subalternas han
estudiado “por encima de sus posibilidades” parafraseando la cínica expresión
de los poderosos. El ascensor social ha sufrido una parada brutal, y ha
generado una brusca decepción de las expectativas. El fenómeno de la nueva
emigración de jóvenes bien preparados adquiere alcances escandalosos que
muestran la inviabilidad del sistema: ya no puede proporcionar a la población
joven un futuro digno, ni tan sólo un futuro. La inversión hecha en España en
relación a la formación de la joven generación será rentabilizada, mediante un
nuevo mecanismo imperialista de desposesión por Alemania y por otras economías
centrales. Al propio tiempo, esta nueva emigración proporciona al sistema una
válvula de escape para sus agudas contradicciones: atenúa las cifras del paro y
exilia a los cerebros mejor preparados de una generación. En España esa
magnífica formación será dilapidada mediante el subempleo de licenciados
universitarios en trabajos que requieren escasa o nula formación, pagados a
precios irrisorios y con horarios esclavistas. La frase: en España no hay
futuro, es una realidad para más de la mitad de los jóvenes españoles (9).
La pregunta pertinente ante la miserabilización creciente,
ante el robo descarado de su futuro para los jóvenes es: ¿por qué motivo no sea
ha producido aún una revolución si los de abajo ya no pueden vivir como vivían
y/o como esperaban vivir? Si el indulgente lector tiene la paciencia de
seguirnos, trataremos de esbozar una respuesta más adelante. Ahora debemos
ocuparnos del segundo fenómeno anunciado en el primer párrafo de este material.
Segundo: la crisis política del régimen de la transición.
“Por
supuesto que no se puede decir que en la URSS no hubiese corrupción.
La había, sobretodo en las repúblicas que
integraban la unión. Pero en
comparación con el desmadre actual, es
como la noche y el día. Debemos
comprender algo muy sencillo: para el
socialismo, la corrupción es como una enfermedad
infantil, mientras que para el
capitalismo, la corrupción es como el esqueleto.
Y a un organismo vivo no le puedes
arrancar el esqueleto”. Leonid Kalashnikov(10)
Junto a la calamitosa situación económica señalada, se
produce además la pérdida de legitimidad, el descrédito y la amenaza de colapso
del conjunto de las instituciones y magistraturas creadas durante la transición
al régimen actual. Entre ellas, la corona, la judicatura, los partidos
políticos y fuerzas sindicales del régimen. La causa de esta pérdida de
legitimación del régimen es la corrupción que lo ha devorado. No existe fuerza
política ni sindical, entre las que han constituido el régimen, que no se
encuentre involucrada hasta la médula en la corrupción.
La corrupción es asunto gravísimo desde larga data. Sin
pretensión de ser exhaustivos recordamos los “casos” Nasseiro, “Flick”/Filesa,
Banca Catalana. También el 0´07 de la masa salarial destinada por la ley a
formación continua de los trabajadores, que se reparte, en amor y compaña entre
la patronal y las dos grandes centrales sindicales11. La morterada ilegal de
dinero sorbida por los partidos mediante la tutela que miembros de sus
organizaciones ejercen en entidades bancarias –cajas de ahorro, etc. -, desde
sus consejos de administración. A lo cual cabe añadir la masa colosal de dinero
negro ingresada en las cajas de los partidos y en las cuentas de militantes y
cuadros, procedente de la corrupción urbanística sin la cual no hubiera sido
posible la burbuja inmobiliaria, o de las adjudicaciones de obras públicas en
las administraciones que controlan el PP, el PSOE o CiU (casos Palau,
Gurtel/Bárcenas, José Blanco o Mercurio y Pretoria). A ello se une el
despilfarro delincuente del dinero público para beneficiar a las empresas
amigas, obteniendo de paso, mordidas, mediante la concesión de construcciones
de vías férreas de AVE que no tienen pasajeros, aeropuertos que no tienen
aviones, ciudades de las artes sin obras de arte, autopistas y demás obras
públicas sin sentido.
Sin embargo, la causa de la corrupción no es el sistema
político, ni la “clase política”. Los vicios de fondo del sistema político y de
la clase política que lo gestiona son la consecuencia de un sistema social cuya
esencia misma es la corrupción. Si se quiere ir a la raíz del problema se hace
necesario señalar, acusar, encausar y encarcelar, no sólo a los corruptos si no
a los corruptores. Para realizar esta tarea se necesitan fuerzas que no sólo se
proclamen de izquierdas, sino que, más allá de las proclamas, muestren una
voluntad creíble, que estén realmente al margen de toda sospecha y que acumulen
la fuerza social suficiente para poder cortar el mal de raíz. Reconocemos que
exigimos unas condiciones muy pesadas para una izquierda acostumbrada a moverse
entre la subalternidad y la cooptación. Pero cualquiera reconocerá que se trata
de condiciones necesarias, aunque insuficientes, para erradicar ese mecanismo
de expropiación de la sociedad por parte de una minoría.
Incluso las instituciones políticas y sindicales del
régimen menos afectadas por la corrupción han contado con el suficiente dinero
contante para pagar a final de mes las nóminas de unas burocracias políticas –
de una clase política y sindical- que ejercía sin chistar los dictados de las
direcciones, y que les ha permitido sostenerse y perpetuarse, a pesar del
hundimiento de las militancias políticas, al margen de las mismas y del
desinterés que la sociedad sentía ante ellas como consecuencia de las políticas
aplicadas. Porque el nivel de corrupción moral que ha conducido al actual
estado de cosas incluye al honesto funcionario sindical o de partido, que
recibía su salario a fin de mes, debido a lo cual, miraba para otro lado, aún a
sabiendas de que los salarios de los permanentes no podían venir de las cuotas
de los afiliados, y que votaba, quizás en contra de sus cada vez más débiles
convicciones, lo que tocaba en cada ocasión, con “brazo de madera”.
Usemos aquí la magnífica metáfora política que nos ofrece
la dimisión de Benedicto XVI. Incluso los papas más proféticos, a pesar estar
iluminados por el Espíritu Santo afirman no haberse enterado de la corrupción
sistémica. Todos ellos pretendieron cabalgar el tigre de una curia corrupta, en
vez de enfrentarse a la lacra, y fueron devorados, en su momento, cuando ya no
fueron útiles, por los leones de su vaticano.
En el caso de IU y de CCOO, el dinero de la corrupción ha
servido para ganar congresos, mediante el expediente de pagar cuotas de
militantes ficticios –“almas muertas” como las de Gogol- que permitían arreglar
mayorías en los congresos etc., y ganar siempre, a la clase política. Como
ejemplos paradigmáticos de estos comportamientos, en el marco de la izquierda
de la que procedemos (IU y CCOO) podemos citar los nombres de José Antonio
Moral Santín y de sus colegas de la federación madrileña de IU, de José María
Fidalgo o de María Jesús Paredes. La lista sería bastante más larga. Los
últimos episodios en esa misma organización son la transformación del
llamamiento electoral a la rebelión en una política de apoyo a la
gobernabilidad de Extremadura por parte del PP y en Andalucía, la aplicación de
los recortes impuestos por la troika eso si, “por imperativo legal”.
Pero… ¿por que no se levantan la masas?
“... Los cambios en el modo de pensar, en
las creencias, en las opiniones, no sobrevienen por rápidas
"explosiones" simultáneas y generalizadas, sino que casi siempre
sobrevienen por "combinaciones sucesivas" según "fórmulas"
disimiles e incontrolables "de autoridad".
La ilusión "explosiva" nace por
falta de espíritu critico.” Antonio Gramsci(12)
Debemos reconocer que el déficit de virtud de la
izquierda, es una de las causas eficientes de la ausencia de una revolución
democrática. Sin embargo éste fenómeno no es la única y principal causa. Ojala
lo fuera por que la solución sería dura, pero fácil hablando en términos de
proceso histórico.
El problema es mayor: si, a pesar del brutal empeoramiento
de las condiciones de vida y de trabajo, y a pesar de la ausencia de futuro
para varias generaciones venideras, no se produce una revolución democrática es
porque el demos no está aún por la labor. La mayoría se refugia aún en la idea
de que los malos días pasarán, que es posible volver a aquella “belle époque”
en que las condiciones económicas permitían un crecimiento que deparaba mucho
más empleo, el aumento “imparable” de las expectativas de consumo, la
posibilidad de que los hijos del obrero fueran a la universidad, y en que el
Estado procuraba por el bienestar, la salud y la educación de todos. Todo el
mundo quiere volver a este pasado. Un pasado que se idealiza, un pasado mítico
del que se olvidan o, simplemente, del que se desconocen las condiciones que
permitieron el “milagro europeo”. La izquierda keynesiana producto social de
esta conciencia general, contribuye a dar discurso al deseo utópico de comer
tortilla sin cascar el huevo.
Las movilizaciones que arrancaron con el movimiento del 15
de Mayo de 2011 supusieron un aliento para la esperanza. Como era lógico, un
movimiento joven sin mayores vinculaciones con la izquierda de la transición y
sin experiencia ninguna, debía cometer errores, mostrar algunas inmadureces e
insuficiencias. No vamos a ser nosotros quienes resaltemos estas
insuficiencias. Nadie tiene la culpa de ser joven y de no poseer experiencia.
Ambas dolencias se curan con el tiempo. Lo que hay que destacar en este repaso
a brocha gorda es, por el contrario, lo más positivo de dicho movimiento: que
levantó la esperanza de que es posible hacer algo, oponerse a una ofensiva que
se auto- proclama como inevitable. Poner en circulación el lema “sí se puede”,
no es poca cosa. Frutos importantes de este espíritu de esperanza que ha
recorrido España entera y en especial a su juventud, han sido el crecimiento de
las protestas contra los desahucios, la certeza de que, ante el banco, la
policía y el juez, es posible que vecinos que casi no se conocen a pesar de
vivir en la misma calle o barrio se puedan oponer y se opongan a los designios
del poder. La consecución de un millón y medio de firmas para conseguir la
dación en pago ha sido la demostración más palpable de que efectivamente, si se
quiere, se puede. Se trata de una creación popular cuya importancia no podemos
ni queremos desmerecer.
Sin embargo, a principios de marzo de 2013, parece que el
proceso de movilización y de lucha no ha rebasado aún la etapa de la protesta
económico-corporativa. El movimiento no ha superado, por el momento, el desafío
que suponía, una vez desalojadas las plazas del Sol o de Catalunya, el objetivo
de implantarse en el tejido social y en el territorio. A consecuencia de de las
impaciencias lógicas en un movimiento joven, y no tan lógicas en sectores de la
vieja izquierda que tratan de influir sobre él, se está lejos de la comprensión
de que no existe aún una voluntad general, una conciencia de clase, un proyecto
de otra sociedad que esté encarnado en las decenas de millones de personas. Los
miembros de las clases subalternas aún se enfrentan a la situación de forma
individual, no organizada, sin una cultura política, sin un ethos, sin una idea
orientativa, elaborable tan solo si se autogenera a partir de la experiencia de
lucha, sobre el tipo de Estado que podría permitir afrontar los problemas
sociales orientándose en la igualdad, en la justicia.
Como se ha dicho, la clase obrera se encuentra sometida a
una permanente subasta a la baja del salario y de sus condiciones de trabajo.
Está sometida a la esclavitud a tiempo parcial. Una esclavitud solicitada,
suplicada. En estas condiciones, sus luchas, cuando se producen, son
simplemente defensivas, subordinadas. No es una crítica a la clase obrera ni un
anuncio de que su papel en la sociedad haya periclitado. Al contrario nos
parece una clase esencial y central, sin la cual no se mantiene la sociedad.
Nos limitamos simplemente a constatar la realidad actual.
Los colectivos que aún luchan en sus puestos de trabajo y
que muestran un perfil combativo suelen ser colectivos que aún no han sido
disueltos en el magma de individualidades dispersas, e indefensas como consecuencia,
precisamente, de su dispersión. Se trata de colectividades o comunidades con
tradición de lucha y cuya cultura aún no se ha diluido: mineros, jornaleros
andaluces, sanitarios, profesores ( desde la primaria a la universidad),
trabajadores de Telefónica. Pero se trata de colectivos con una debilidad de
base muy importante: son colectivos que dependen en su mayoría, del presupuesto
del Estado. Los movimientos de estos sectores, sometidos cada uno de ellos a
dinámicas corporativas, sin elementos que confederalicen sus respectivos
conflictos, que los extiendan y les den apoyo, están condenados a agotarse en
el tiempo y a replegarse a veces en desorden y en medio de la más absoluta
desmoralización colectiva. La responsabilidad de las Confederaciones sindicales
de clase, fósiles heredados de la generación anterior, es inmensa. Han dejado
que las luchas sectoriales se enfrenten aisladas al poder tiránico del capital.
No han propiciado la convergencia entre las luchas, a pesar de ser las únicas
organizaciones que podían hacerlo. Los pequeños sindicatos escindidos de CCOO
en algunas empresas o territorios, como COBAS, la Corriente de Izquierdas
de Asturias, el SAT en Andalucía y la
CGT no han sabido o podido dar esas perspectivas generales a
los movimientos sectoriales. La paradoja existente es que los que pueden no
quieren y que los que quieren, no pueden.
Al propio tiempo, se apunta ya un lento surgimiento de
formas alternativas de socialización y de cooperación, dispersas en el
territorio en forma de Casals, cooperativas, ateneos, candidaturas
municipalistas autónomas; pero este proceso se encuentra aún en una fase
incipiente. Y además, corre el peligro de ser parasitado, depredado y dividido
por la impaciencia institucional de determinadas vanguardias políticas.
Todo este panorama no permite sino un pronóstico: las
individualidades, los colectivos sociales de base que se han movilizado, que
resisten justamente en defensa de su salario y sus condiciones de trabajo,
contra los desahucios, etc., son un activo que atesora una experiencia y una
actitud indispensable para todo posible resurgimiento, en lo futuro, de la
movilización. Pero estamos aún lejos de la constitución de la voluntad
colectiva que permita la creación y articulación de procesos constituyentes que
incorporen a las decenas de millones de ciudadanos. Una revolución democrática
para serlo, debe ser protagonizada por decenas de millones, como nos advirtiera
hace unos 90 años nuestro amigo Vladimir. Los procesos constituyentes de
laboratorio, elaborados desde revistas de izquierdas o dentro de los locales de
los viejos o nuevos movimientos políticos, sólo son muestra de la sempiterna
impaciencia de las autoproclamadas vanguardias. Desde nuestra modesta y
marginal situación sólo podemos proponer la paciencia como principal virtud de
aquel que realmente quiere cambiar las cosas de raíz. La paciencia unida a la
perseverancia, la coherencia, la persistencia y la audacia… de ser paciente sin
por ello sentarse a esperar.
Las prisas ante un presunto fin de época
Sin embargo, la gravedad de la actual situación ha
generado una sensación, sin duda atenida a la realidad, de final de época. Que
se hayan generado expectativas de fin de régimen y que se hayan levantado voces
que reclaman una “segunda transición” política, y que declaran liquidada la de
los setenta, su régimen y su constitución, o que consideran llegado el momento
de crear nuevos proyectos políticos de carácter institucional. En resumen,
multitud de voces políticas sienten que están ante la “oportunidad” de
articular nuevos proyectos institucionales y políticos como resultado de la
debilitación y vaciamiento del régimen, como resultado de la incapacidad que
muestra para resolver problemas económicos y por la deslegitimación en que se
encuentra.
En consecuencia, en el mundo de la política, de las
fuerzas políticas institucionalizadas, en el mundo de los políticos, se ha
iniciado un notable proceso de movilización que apunta a resituarse en un
posible nuevo escenario político. Han surgido nuevas formaciones políticas, y
se apunta al nacimiento de otras. El discurso de los dirigentes políticos que
encabezan el proceso se radicaliza, y se apunta la tendencia a soltar lastre
para “ganar altura”.
El proceso soberanista catalán debe enmarcarse dentro de esta
tendencia más general. Las diversas fracciones de la burguesía española no
pueden seguir repartiéndose el pastel de un estado español crecientemente
arruinado por la banca, tanto española y catalana, como alemana. El acuerdo, al
que de forma consuetudinaria solían llegar tras un periodo de confrontación, no
parece posible por el momento. Ello comporta el inicio de un proceso falsamente
soberanista que reclama para Catalunya estructuras de Estado dentro de la UE. Dejemos dicho de
entrada que, para los autores de este material no existe soberanía posible
dentro de la UE.
Como reacción ante esta ofensiva de la derecha catalana,
las CUP han decidido abandonar su anterior estrategia de lenta acumulación de
fuerzas desde el municipalismo de base para pasar a jugar un rol en el
parlamento autonómico. Es difícil predecir las consecuencias políticas de este
gesto, tanto para las propias CUP como para el conjunto de la izquierda. Las
naves políticas, una vez botadas, tienen la obligación de navegar con rumbo claro,
sus pilotos no pueden ser recambiados en medio de las tempestades. En opinión
de los autores de este material, las CUP deberán aclarar con su accionar
cotidiano cuál es su Ítaca. Deberán también demostrar que, en el rumbo, en el
cronograma y en la gobernación de la nave son autónomos e independientes del
rumbo y de cronograma de aquella parte de la burguesía catalana que ha
emprendido el camino del soberanismo. Somos lo que hacemos y no lo que
proclamamos. Mientras, harán bien si no ponen en cuestión la incipiente
articulación social popular creada tras largos y pacientes procesos de acción
municipalista de base en diversas localidades de Catalunya. Nos referimos no
sólo a los realizados como CUP, sino, principalmente, a aquellos procesos, más
amplios en número y peso, en los que el independentismo es una componente más
entre otras.
La emergencia de un voto no soberanista como el de
Ciutadans, al que no es posible catalogar de forma reductiva como un voto
simplemente de derechas, configura una situación política nueva en Catalunya:
la irrupción en sede parlamentaria del voto de los ciudadanos de Catalunya que
se sienten identitariamente españoles empieza a jugar un nuevo papel. Un factor
no previsto en los cronogramas y planes del conjunto de la clase política
catalana que contaba con mantener a ese voto cautivo en su papel de ausente.
Esta irrupción está lejos de haber concluido y sus consecuencias son difíciles
de pronosticar. Lo que sí parece claro es que el dilema soberanista puesto en
circulación por CiU ha logrado romper la comunidad nacional en Catalunya.
El intento de creación de una Syriza catalana, la unión de
fuerzas en Galicia, la aparición en el conjunto de España y también en
Catalunya del Frente Cívico Somos Mayoría ( con un pie dentro y otro fuera de
EUiA y de IU), así como el turbio rol de UPyD son otras muestras, en el
conjunto de España, de este mismo fenómeno de surgimiento de nuevas fuerzas que
buscan un lugar al sol en la nueva transición.Lo cierto es que los dirigentes
de la izquierda, los que han abierto el debate sobre el proceso constituyente,
extraen consecuencias esperanzadoras, evalúan la situación como si en ella se
hubiesen comenzado a generar nuevas condiciones de posibilidad para algo
distinto: para un sistema de dominación y de dirección política distinto del
actual.
Y se mezclan en el paquete citado, como ya hemos señalado,
fuerzas políticas nuevas –nuevas verdaderamente, no solo de siglas nuevas- con
otras que, al modo de la Syriza
griega, trufada de cuadros procedentes del Pasok que se resisten a perder su
lugar al sol, son fuerzas, o fracciones de fuerzas, que han participado
activamente, de manera protagónica, en la vida política del régimen, cuyas
instancias de poder y decisión, cuyas instituciones, han usufructuado y administrado,
si bien a veces con discursos de ribetes radicales, pero siempre como fuerzas
institucionales de gestión.
No todas las fuerzas políticas emergentes, ni todas las
voces que encabezan los procesos, apuntadas, en ciernes, proceden del seno de
otras ya existentes. Pero es innegable que un grueso notable de las voces que
se levantan proceden de los aparatos y maquinarias institucionales de las
fuerzas políticas y sindicales, al abrigo de las cuales han ejercido la
profesión política por decenios –y alguna corresponsabilidad, tendrán en
relación con lo acaecido; al menos moral, en la corrupción de la organización
en la que han militado: como brazos de madera, como cargos aquiescentes y
“tacentes”, como...-.
Los diversos procesos que se apuntan tienen todos, sin
embargo, una semejanza: Con independencia de la procedencia previa del personal
que las compone, y de la radicalidad variable de su discurso, todas se
proyectan a sí mismas como fuerzas político institucionales, parlamentarias,
simplemente electorales, y se desempeñan en su desarrollo con “vocación
institucional”.
Todos plantean sus programas ante el Soberano, sin
solicitar su aparición en el escenario político. Es el mismo dilema de siempre
desde la
Revolución Francesa : soberanía nacional y representación de
los ciudadanos pasivos por los activos, que son los aristoi que “saben”, en vez
de soberanía popular, y deliberación y práctica política directa de los
ciudadanos: esto es, Liberalismo contra Democracia. E intentan aprovechar para
su desarrollo la situación de desgaste del régimen político de la Monarquía. Esto
es, la acción política es entendida como juegos de estrategia y racionalidad
estratégica, como ingeniería institucional, en lugar de pensar en impulsar la
transformación del escenario político general ayudando a que aparezca un nuevo
Sujeto social y cultural, el Pueblo Soberano
Un consenso dañino para el pueblo: el mito del “progreso
irreversible” en la “Europa económica”.
Antes de proseguir con el análisis de esta nueva realidad
que amaga por constituirse en la izquierda, queremos aportar ya el elemento de
análisis que nosotros echamos en falta para explicar la historia económica de
la actual situación. Creemos que es una realidad de evidencia incontestable que
la imposibilidad de salir al paso de la crisis económica y la imposibilidad de
frenar su utilización instrumental por parte del capitalismo neo liberal es
consecuencia de la estrategia económica adoptada de forma reiterada, con
acuerdo, explícito y/o tácito, por todas las fuerzas políticas durante los
últimos 35 años: desde la integración de España en la CEE , para lo que se exigió el
primer gran desmantelamiento industrial –recordemos-, a la posterior
liquidación, en 1994, de la autonomía monetaria de la peseta y , por tanto, del
Banco de España como entidad al Servicio de la política soberana del Estado,
con la desaparición consiguiente de la posibilidad de utilizar la política
monetaria al Servicio de las necesidades del Estado –inversión pública, compra
de deuda del Estado, políticas cambiarias, etc.-. La aceptación de los acuerdos
de Maastricht en general, con la subsiguiente incorporación al proyecto de la
moneda única, la aceptación de la disparatada propuesta explicitada a cara de
perro por las instituciones de la
UE para integrarse en esa moneda, cuyo fin por colapso es
irreversible –como bien explica Pedro Montes13; otra cosa es qué alternativas
aparezcan- y la aberrante declaración “de principio” de liberalismo económico
“sin principios”, de la denominada Constitución europea, documento en el que se
proclama la imperiosa obligación –seguida a pies juntillas por las directrices
de la dirección de la UE-
de liquidar toda regulación y constitucionalización del mercado de trabajo,
todo control sobre la circulación de capitales, y toda regulación del uso de la
tierra. La exigencia, en resumen, de que el Estado abandone definitivamente la
organización de toda actividad pública para dar paso al “mercado” y entregarla
al capital privado etc.
Respecto de la última fase de esta descomunal involución,
esto es, la fase de la unidad monetaria en el euro, una moneda sin Estado, la
actitud de la izquierda ha sido clamorosa: sumisa en el momento de la entrada,
escándalo y frenazo a la hora de denunciar actualmente la monstruosidad de sus consecuencias
y la necesidad de abandonar la moneda única
No pretendemos insistir más en este aspecto, pero sí
queremos llamar la atención sobre la extravagante contradicción que se produce
en la gran mayoría de las voces políticas actuales, partidos, sindicatos o
revistas de reflexión política, etc. Todo el mundo se declara enemigo del
neoliberalismo financiero. Es más, se declaran, en principio, enemigos de la
desregulación y partidarios de políticas alternativas. Y aquí es donde crece
nuestro asombro.
Creemos que no es de recibo declararse ahora enemigos del
Liberalismo capitalista, del Neoliberalismo, o como se lo quiera denominar, tal
y como se escucha ahora en el discurso intelectual de fuerzas y personalidades
de la izquierda, y no denunciar las políticas tenazmente desarrolladas durante
decenios, consistentes en desmontar los instrumentos de soberanía financiera,
comercial, monetaria, cambiaria, etc., como la madre de la actual situación de
desarme frente a la crisis y el capitalismo financiero.
Ni revisar los anteriores posicionamientos políticos al
respecto. No es posible que la izquierda en cumplimiento de su papel de
instrumento al servicio del Soberano, no explicite que solo recobrando
soberanía, liquidando y desconectando instrumentos económicos y jurídicos
denominados globalización, podremos salir de esta situación de dominación, de
esclavitud anti republicana, anti-ciudadana, en que nos encontramos postrados.
Que no hay soberanía si la política –si el Estado- no controla su moneda, ni su
comercio. Ni los recursos de la tierra –soberanía alimentaria incluida-
Nos sorprende que en el presente debate salvo escasísimas
y honradísimas voces, a penas nadie diga estas verdades. Nos sorprende que no
se vea el escalofriante paralelismo que se da entre el presente y la situación
político económica que se abre en el decenio de los setenta del siglo XIX, y
que condujo a Europa al marasmo económico y como consecuencia del mismo, a la
primera y a la segunda guerra mundial.
Ese mundo económico desregulado y globalizado, la
mercantilización de la moneda mediante el patrón oro, la conversión de la
fuerza de trabajo en mercancía mediante la creación de un mercado de trabajo, y
la creación del mercado de la tierra –aún no existía el mercado de futuros, ni
la consiguiente cotización en bolsa de los derechos sobre los bienes
alimenticios y demás de recursos futuros de la tierra-; estos elementos, tan
completamente análogos a los del presente, que fueron explicados y denunciados
en los años cuarenta del siglo XX por el gran Karl Polanyi14, tan citado con
razón entre quienes, sin razón, trataban de combatir a Marx, son ahora
olvidados, porque incomodan; incomodan tanto como la globalidad de su
prodigioso análisis, que incluye las trágicas consecuencias que tuvo ese orden
desordenado, e incomoda su propuesta política: liquidar la mundialización
desregulada, volver a la política, a la soberanía política estatal.
Que quienes se proclaman indignados con el neoliberalismo
no asuman la contraparte intelectual, y declaren ineluctable el conjunto
central de medidas políticas en el que éste se fundamenta, no puede ser
explicado más que como consecuencia del profundísimo grado de penetración de la
hegemonía capitalista en las ideologías políticas e intelectuales de la
izquierda. Sólo eso permite entender esta nueva naturalización ideológica del
mundo económico actual. Por lo demás, la izquierda europea no siempre ignoró
todo esto(15).
Creemos, en consecuencia, muy importante destacar que ha
habido toda una continuada y reiterada adaptación voluntaria, constante,
consciente... y desatinada a esta estrategia económica de fondo promovida por
el capitalismo. Que en consecuencia se han elaborado y aplicado reiteradamente,
con obstinación, medidas políticas de estrategia que nos han entregado inermes
al capitalismo en su nueva oleada de desenfreno que se inicia como consecuencia
de la liquidación de la URSS
y el denominado “bloque del este”. Medidas que nos han dejado sin recursos
políticos de mínima soberanía económica desde los que poder enfrentar la
crisis. Creemos que toda esa estrategia adoptada, ha tenido y tiene
consecuencias calamitosas, y debe ser evaluada como una catástrofe política que
ha llevado a nuestra sociedad a una situación sin salida, dado que la actual
situación es precisamente la consecuencia buscada por quienes impulsaban estas
estrategias y resultado premeditado de las mismas. Creemos, por consiguiente,
que esta política debe ser denunciada y rechazada sin paliativos,
contundentemente, por parte de la izquierda, y que debemos proponer la salida
inmediata de nuestra sociedad de esta situación.
Lo contrario, evaluar la “cosa” de forma más modesta,
considerar la situación económica en la que hemos dado, como la herencia de un
proceso económico óptimo, de más de 35 años, al que debemos seguir valorando
hoy, nuevamente, y como siempre hasta el presente, como la cumbre de toda buena
fortuna; proceso que, tan solo, pasa por un mal paso carente de relación con la
historia económica anterior, y que, en consecuencia, y una vez resueltos
ciertos incidents de parcours, accidentales, negligéables, debe seguir siendo
considerado como intocable por estar cargado de posibilidades de futuro,
grávido de un potencial que puede permitir a unos nuevos padres fundadores la
constitución sobre esa base de un nuevo macroestado social keynesiano –es lo
que se vende tácitamente-: todo eso es lo mismo que asumir que, gracias a todo
ese pasado, hemos llegado a un estadio cuyo debilitamiento o desaparición sería
de veras una pérdida para los habitantes – que no ciudadanos- de la UE. Es decir, que tras
decenios de travesía del desierto, por fin vivimos ya en el futuro y este es ya
“el radiante porvenir”, que ya vivimos, ya estamos de hoz y coz, en les
lendemains qui chantent, en el mañana radiante.
No hay cambio real de sociedad sin cambio radical de
cultura.
Otra cuestión que echamos en falta, hace referencia la
particular gravedad adquirida por el “problema ecológico”, que no es, por
cierto, un pretexto electoral para políticos que se fotografían en bicicleta.
No solo por la elevación en curso de la temperatura de la atmósfera, cuyas
consecuencias no son una amenaza futura, sino una realidad presente. También
por el agotamiento inminente de los recursos, en primer lugar, y tal como nos
informan los estudiosos del peak oil, de los recursos energéticos
imprescindibles para sostener la tecnología sobre la que se sustenta nuestra
civilización. Esta cuestión por sí sola, exige que nos planteemos la necesidad,
desde el presente, de un cambio de civilización. Este cambio exige alternativas
tecnológicas nuevas, pero, ante todo, el cambio de la forma de vida, a comenzar
por la vida cotidiana de cada individuo(16.)
Este tipo de cambio civilizatorio no puede ser
protagonizado por especialistas que realicen la habitual ingeniería social
desde las instituciones políticas especializadas de la administración de los
estados, al margen y por encima de la sociedad. Una cultura civilización en
crisis exige que sea la gente la que protagonice, desde su praxis habitual, en
la vida cotidiana, la creación colectiva de nuevas pautas de vivir, nuevos
usos, nuevas costumbres de vida, alternativas, sobrias. Que frente a la
expectativa de un consumo de “lujo de masas” marginal y excepcional –fin de
semana, vacaciones anuales- basado en la ostentación de masas como compensación
frente a la frustración de la vida cotidiana, se elaboren expectativas de vida
que promuevan una vida cotidiana compensatoria en sí misma. Una reforma de
costumbres de vida que reestructure el vivir cotidiano; una reforma de los usos
y costumbres, de las mores. Una reforma moral e intelectual, imprescindible
para una nueva cultura civilización, esto es para un orden nuevo, o Estado
nuevo, no puede ser generada por minorías, por elites políticas.
Una crisis de civilización incluye también el fin o
agotamiento de las instituciones políticas y de la práctica política tal como
las hemos conocido hasta el presente, y el de los agentes políticos en la
sociedad civil, tal como han existido hasta ahora, tal como quedaron
conformados al final de la Revolución Francesa , tras la derrota en el curso
de la misma, de las fuerzas democráticas. Esto es, nos afecta, nos atañe
también a nosotros, la izquierda. Una crisis de civilización de esta índole, si
pretendemos que la humanidad le dé respuesta, y que ésta sea una respuesta no
genocida, exige que se constituya un Soberano activo, bien informado, capaz de
ser protagonista de la actividad política como vía para poder serlo del
desarrollo de una nueva forma de vida cotidiana. Exige que la soberanía no
radique en “la nación” o parlamento, sino, verdaderamente, en el Pueblo, como
sujeto organizado, activo y operante, con capacidad de decisión sobre sí mismo
y su creatividad cultural.
Frente a estos dilemas, la clase política, mira para otro
lado. Porque el abrir estos debates al público es atemorizador y haría perder
votos electorales y puestos de trabajo y sueldos entre los profesionales de la
política. Y porque los recursos políticos institucionales de que dispone,
recortados drásticamente, encima, por la pérdida de soberanía real que ha
acarreado la UE ,
etc., se le revelan incapaces para poder asumir desde ellos estos retos.
Estamos ante un verdadero fin de época, que exige la creación de una nueva
cultura de vida y de una nueva cultura política, basada en la creación de una
nueva Voluntad, de un nuevo Soberano, un Sujeto social organizado cuya potencia
de creación práctica es la única que puede abordar la nueva exigencia histórica
de replantearse su vivir colectivo, su cultura material de vida, las
expectativas culturales subjetivas, antropológicas, que lo fundamentan
Tratar de evitar el debate sobre el euro, y sobre la
necesidad de abandonar la
Unión Europea para recobrar soberanía económica. Tratar de
obviar el debate sobre la crisis de civilización a la que aboca el choque con
la naturaleza. Tratar de evitar el debate sobre el nuevo modo de hacer
política. Evitar plantear estos asuntos, abiertamente, a la deliberación
pública. Este rechazo a coger el toro por los cuernos, y decir la verdad,
obedece tan solo al deseo de no meneallo todo en exceso, no vaya a ser que
impida anhelados acuerdos y pactos con sectores políticos y económicos, que de
decir la verdad, estarían enfrente. Obedece a la confianza, el deseo, el anhelo
iluso de que aun con esos apaños sea posible crear una alternativa política
mínima que posibilite una utópica política económica de salvación. Esta es la
base de esa posición. El pragmatismo es siempre la posición menos realista, y
por ello, es en consecuencia, la más irreal.
¿Un Proceso Constituyente al margen del Soberano?
Pero queremos dejar de lado este asunto para poder
reflexionar sobre el discurso que se articula aquí y allá, en diversas fuerzas
políticas españolas , que no incluyen en su reflexión el tema del euro y de la Unión Europea como
problemas, esto es, como instituciones cuyo abandono es condición indispensable
para salir de la crisis de forma lo menos lesiva posible para las clases
subalternas. Fuerzas que, sin embargo, sí fundamentan su discurso en los dos
pilares que hemos indicado: la crisis económica y la destrucción de tejido
productivo y social, el paro, etc., más la corrupción hasta la medula de la
clase política española, como causas que crean condiciones para proponernos una
segunda transición política(17).
Estamos de acuerdo con la real gravedad de los dos
problemas señalados. Crisis económica y deslegitimación política del régimen,
quiebra del actual Estado. Pero sin embargo, estamos muy lejos de compartir la
consecuencia inmediata que se extrae: la posibilidad de construir en lo
inmediato un nuevo régimen menos reaccionario y elitista que el actual.
Probablemente, la situación actual hace inviable el
sostenimiento del statu quo tal como lo hemos vivido. Pero eso no es más que
una condición necesaria para la transición hacia un nuevo régimen político de
carácter democrático popular. Se trata, sin embargo, de una condición
absolutamente insuficiente.
Por nuestra parte compartimos la percepción de que estamos
ante una situación de crisis institucional de régimen. Una crisis que afecta a
las instituciones políticas, a las magistraturas, a los partidos, etc. Pero un
régimen –un Estado- es, además, fundamentalmente, una entidad cultural y civil,
articulada, que incluye la totalidad de la sociedad. Bajo el temblor que afecta
a estas instituciones, se extiende una colosal red de trincheras y casamatas
orgánicas de ese mundo existente. Y aunque las bases sociales de ese régimen se
estén trastocando no adivinamos, más allá de la explicable rebelión y protesta
social, a la que nos hemos referido ya brevemente, una acumulación de
experiencias suficientemente larga como para que se dé la creación de cultura
alternativa, constituyente fundamental de un nuevo Estado, de un nuevo orden
social, una correlación social de fuerzas distinta, basada y posible a partir
de la creación de una nueva cultura material de vida.
La crisis institucional del régimen está propiciando una
gran inquietud y movilidad entre los políticos profesionales. Pero creemos que,
nuevamente, se vuelve a incurrir en el error político de confundir la propia
hiperactividad con el movimiento real de la sociedad.
En todas las proclamas, propuestas y proyectos, más acá y
más allá de esta u otra elaboración escrita, hay un factor común: el Soberano
brilla clamorosamente por su ausencia. No percibimos la existencia de ninguna
fuerza que tenga como propósito fundamental emplear sus recursos en ayudar a la
organización paciente, estable, capilar, de la ciudadanía. Que tenga como
propósito fundamental, permanente, dotar a los individuos de posibilidades
organizativas que permitan su deliberación política, el control colectivo sobre
su vida cotidiana, la acción pública soberana. En una palabra, que ayude a
convertir en ciudadanos a individuos ahora aislados, atomizados, y por tanto,
sometidos, no ciudadanos.
Ningún proyecto hay que anime a la ciudadanía a
convertirse en Soberano, esto es en Voluntad, voluntad organizada,
autogeneradora de actividad auto protagonizada, capaz de crear nuevas formas de
hacer y ser; a protagonizar la creación de una nueva cultura de vida, un ethos
nuevo, a crear un nuevo orden político, una nueva comunidad sustantivamente
democrática, en la que sea el Soberano, no sus servidores, quien decida. El
menosprecio al Soberano alcanza entre nosotros, en Catalunya, niveles
tragi-cómicos: el denominado proceso soberanista se realiza tan a la espalda y
tan despreocupadamente de lo que opine el Soberano, que en el afán de crear un
Estado político nuevo, están rompiendo la Comunidad social.
Cuando expresamos nuestra convicción de que se debe crear
un Soberano, estamos planteando, desde luego, una convicción normativa, moral.
Nadie sino el Pueblo puede hablar en nombre del Pueblo. En este principio se
basa la Democracia. Y
el Pueblo, el Soberano, o existe como realidad organizada, deliberante y
activa, o es un recurso literario para justificar opciones políticas
particulares. Pero además estamos tratando sobre la existencia –y sobre la
imperiosa necesidad de crearlo, en caso de que no exista- de una Causa
Eficiente, de una Fuerza que sea la Condición de Posibilidad, que tenga la capacidad
de poner en obra y llevar a término los objetivos y proyectos políticos que el
mismo Pueblo Soberano se proponga. De un poder, esto es, de un Poder Hacer, que
sea capaz de ejecutar lo que se plantee la Voluntad. Soberanía
es poder real, poder sustantivo que posibilita que quien desea un objetivo
político, un fin, un proyecto, tiene, a la par de la Voluntad de desearlo, la
fuerza para realizarlo.
Esa fuerza que dé eficacia a la Voluntad del Pueblo solo
puede proceder de la propia organización del Pueblo como agente activo para
desarrollar su praxis y crear y controlar desde su vida cotidiana, la actividad
que produce y reproduce la sociedad. La Voluntad de Sujeto Soberano, deliberante, solo
podrá realizarse si el mismo Sujeto se autoconstruye como Bloque organizado,
como movimiento de masas objetivo, microorganizado, estable, capilar, que
elabora e impone un cambio ya en la vida social con su presencia y actividad.
Es más sólo se construye y existe Voluntad Subjetiva colectiva, capacidad de
desear fines nuevos, en la medida en que se construye, y si existe, un
movimiento democrático articulado Objetivo, de cuya experiencia se concluya
para todo el mundo el interés de opinar, la importancia de organizarse para
deliberar y actuar, el interés de imaginar proyectos que orienten la propia
praxis, de imaginar proyectos que sin esa experiencia de praxis que los hace
verosímiles como expectativa, y posibles como realidad en potencia, no son de
recibo, y con razón, para el sentido común de cualquier persona sensata.
Solo un poder sustantivo sobre la sociedad puede
fundamentar sustantivamente una Democracia. A su vez, una democracia
sustantiva, posibilita, entre otras actividades políticas y una vez se ha
alcanzado un grado muy grande de poder sobre la realidad social, por un lado,
la votación de las leyes por parte del Soberano, previa deliberación colectiva,
y por otra, la elección de agentes mandatados para aplicarlas; elección que no
tiene que ser forzosamente, exclusivamente, mediante votación también, sino que
puede ser por sorteo, como en la antigüedad clásica, o como en la elección de
magistrados para tribunales jurados y para mesas electorales, en el presente.
Pero no son las votaciones, el procedimiento, tal como sostiene el
Procedimentalismo Político, lo que garantiza la existencia y poder de la Democracia. Y para
muestra a contrario, nos basta el botón de la actual realidad.
Es el poder sustantivo del Soberano organizado sobre la
realidad el que impone y el que puede garantizar la Democracia y la
eficacia de las votaciones, entre otras cosas; y lo hace tan solo en la medida
en que existe como poder real sobre la realidad social y cultural. Porque si el
Pueblo se constituye, realmente, en Soberano con Voluntad activa y operante, y
desarrolla como Sujeto organizado su acción de creación de una realidad nueva,
-él mismo lo es ya en sí mismo, por ser un nuevo Sujeto operante-, y de una
cultura nueva, en la sociedad, esa cultura nueva, que incluye su activismo
protagonista, y que está constituida por las nuevas prácticas, los nuevos usos
de vivir y hacer, las nuevas mores, esto es, la nueva Reforma Moral, el nuevo
ethos, es ya en sí misma una constitución nueva, que hará quebrar a la antigua
constitución de vida y con la constitución escrita vieja, y exigirá que el
proceso culmine en la redacción de una nueva constitución escrita.
La experiencia española: tres revoluciones pasivas con un
genocidio intercalado.
“La ciudad en rebelión quedó sola,
rodeada por la incomprensión
y la indiferencia del campo, y la
reacción clerical y
capitalista se apoyó sólidamente sobre el
campo”. Antonio Gramsci(18).
Sabemos, por experiencia propia, y también por la
historia, a dónde llevan todos estos procesos políticos que, como el que amaga
actualmente, de nuevo, en toda España, son emprendidos, sin embargo, de
espaldas a la intervención democrática popular.
En los últimos ciento cincuenta años de historia de
España, desde 1868, se ha producido en cuatro ocasiones una situación que aúne
el doblete de la crisis económica al de la deslegitimación política del régimen
por corrupción, por escándalo financiero: a, la previa a la Revolución del 68; b,
la que conduce a la
Segunda República ; c, el periodo que termina con el
advenimiento del régimen neofranquista hoy en crisis, y, d, el momento actual.
De los tres periodos anteriores cabe señalar que no
faltaron, en ninguno de ellos, las ideologías, las estrategias y las
previsiones, las personalidades, los acuerdos. Todos ellos se caracterizaron
también por el común denominador de la debilidad de participación de las clases
subalternas. Mucho “palacio” poco mundo ciudadano, poca “plaza”. Mucho relieve
personal, escasa movilización. Tanta mirada perdida en el horizonte, tanta
genialidad y pronóstico quedaron en lo que era: Cabildeo.
Queremos aquí referirnos al periodo en que la movilización
fue más fuerte, la
Segunda República. Porque el advenimiento del nuevo régimen
fue, desde luego, resultado del previo trabajo anónimo desarrollado durante los
cincuenta años anteriores por gentes de diversas ideologías que articularon
cultura popular y promovieron organización de base. Un trabajo paciente y al
margen de estrategias. Casas del pueblo, ateneos, sindicatos, organizaciones de
base de los partidos. Junto a otros cientos de círculos informales que se
desarrollaron en la ciudades, tertulias, etc. Este tejido articuló y movilizó
sectores urbanos, obreros y de clases medias –intelectuales, profesionales,
comerciantes-; también, a sectores de los jornaleros del campo. Este tejido
articulado es el que derrota en las ciudades a la monarquía, el que constituye
los comités republicanos que izan las banderas el 14 de abril de 1931 en los
ayuntamientos ciudadanos.
Pero por encima y por debajo de todo este entramado
meritorio se produce la desmovilización del campesinado en casi toda España,
con la excepción de Catalunya, donde estaba articulado y constituyó la base del
flamante partido que emerge de la confederación de un tejido social existente
que aúna campesinos, obreros manuales y sus representantes orgánicos,
menestrales y clases medias: Esquerra Republicana de Catalunya. Precisamente la
articulación de este bloque social republicano en Catalunya, hará que ésta,
organizada ya en autonomía, sea considerada por don Manuel Azaña, en el
discurso en las cortes de 25 de junio de 1934 –discurso in angustiis- como él
“único poder republicano” que quedaba en España para defender la república
durante el bienio negro(19).
La desorganización y pasividad, expectante en principio,
de la mayoría del campesinado, esto es, de la mayoría de la población española,
el control de esa población por los viejos instrumentos organizativos,
-iglesia, caciques, etc- posibilitó que el nuevo régimen no desarrollase desde
el seno de la sociedad una nueva intelectualidad política orgánica de la misma.
La vieja clase política corrupta tuvo la posibilidad de reinventarse y operar
desde nuevos partidos en el régimen de la república, en lo que fue una clara
operación de transformismo, para usar la aguda categoría hermenéutica elaborada
por Antonio Gramsci.
Queremos dejar claro aquí que, al igual que no creemos que
los destinos de un proyecto histórico dependan de las luces de personalidades
providenciales, o de sus “errores”, tampoco creemos que las condiciones que
posibilitaron este transformismo político –todos los transformismos políticos
habidos- fuera consecuencia de un particular, “mañoso”, “astuto”, saber hacer
de una clase política corrupta. Fue consecuencia de las posibilidades abiertas
por la falta de trabajo político cultural paciente, en el seno del campesinado,
por parte de las fuerzas progresistas, políticas y culturales de izquierdas
–obreras, republicanas- que inveteradamente habían sido presa de prejuicios
hacia esta clase social y operaron solo, en consecuencia, entre las clases
medias urbanas, los obreros y los jornaleros.
El campesinado sería la plataforma inmediata para la
consecución por parte de las fuerzas antirrepublicanas, procedentes del régimen
de la Restauración ,
de escaños y resortes de poder desde los cuales frenar la nueva situación. Y
sería la base social que posibilitó posteriormente crear una fuerza política
con organización y arrastre de masas, la CEDA. Gracias a
esto, la derecha tuvo base social y supo protegerla: tuvo recursos y poder para
paralizar los proyectos republicanos que hubiesen convertido al campesinado en
una clase social comprometida con la república: en primer lugar la Reforma Agraria.
También impusieron al nuevo ordenamiento constitucional republicano
características “contramayoritarias”, esto es liberales, a base de convertir la
república en un régimen político estrictamente representativo, delegativo,
abierto en consecuencia, al cabildeo entre los únicos, verdaderos, ciudadanos
activos: los representantes elegidos; en el que la democracia, la voluntad
popular, encontraba fuertes limitaciones para expresarse en la república.
Para decirlo con palabras del propio Manuel Azaña, quien
se pronunciaba valientemente por la necesidad de reformar la constitución, en
el discurso de Lasesarre (Baracaldo) de 14 de julio de 1935, durante la campaña
electoral que dio el triunfo al Frente Popular. Una reforma constitucional: que
permitiera fundar la política “sobre la roca viva de la voluntad popular, no en
combinaciones escondidas de gabinetes políticos (.) la presencia directa,
física, clamorosa de las muchedumbres es más útil más necesaria y más urgente”
“para hacer efectiva, permanente, tenaz e indestructible la presencia de la
voluntad de la democracia en el régimen y en la dirección de los destinos del
país (.) y cuando la democracia republicana lleve a las urnas su victoria
tendrá que crearse los instrumentos propios de su gobierno y de su dirección. ¿Cuáles
serán? No lo sé. Probablemente, una mayor amplitud en el horizonte elegido y un
procedimiento más estricto en la aplicación de los métodos de gobierno y de la
disciplina. Pero esto, allá los triunfadores y los que tengan la
responsabilidad de ordenarlo sabrán lo que tienen que proponer…”(20).
Pero todo esto llegaba tarde. No porque los “errores” de
los prohombres de gobierno republicanos no lo hubieran hecho posible. Lo
imposibilitó la cultura política de las fuerzas progresistas, imbuida de
prejuicios, que les había hecho incapaces e impotentes, durante los decenios
anteriores, para trabajar en el seno del campesinado. La radical carencia de
empatía cultural, por parte de los organizadores potenciales de un nuevo
proyecto de cultura material de vida, civil, y de cultura política, hacia el
campesinado y sus culturas de vida, aspiraciones y expectativas. Salvo honrosas
y minoritarias excepciones, que no lograron impedir con su trabajo el abandono
en que quedaba el campesinado.
Por poner dos casos, el desprecio ante la demanda de la
propiedad de la tierra, o el inocentón anticlericalismo militante, que, por
ejemplo despreciaba la “idolatría católica” de los cultos locales, en lugar de
percatarse de las diferencias locales y culturales, reales, que esto expresaba.
De que detrás de cada virgen, de cada santo patrón, había una comunidad
organizada; esto es, en potencia, una comuna municipal, un poder local. Una red
comunitaria a la que se podía dar respaldo y a la vez expresividad alternativa,
política, democrática, articulando una organización política del Estado
inspirada en el tradicional federalismo republicano esto es, el genuino
federalismo que se fundamenta en el poder local, democrático y en la
intervención soberana de la ciudadanía en la comunidad, como alternativa al
modelo burocrático, napoleónico, que se basa en el modelo de una república
centralizada, con reconocimiento, eso, sí de centralidades burocráticas
autonómicas, etc. Sin que esto sea crítica del acierto de la república que supo
dar salida a las aspiraciones de las nacionalidades mediante estatutos.
Pero, volviendo al asunto: Una incomprensión de cultura a
cultura. No se podía, en ese momento, lograr poner en común lo que uniera a
todos, porque no se había hecho antes. La hegemonía, la creación de esa “área
común” –por volver sobre el discurso de Azaña- de aspiraciones e intereses que
se expresara a través de la república, había sido abortada mucho antes.
Recordemos lo que nos explica Gramsci en su reflexión
sobre una situación política análoga de constitución de régimen: la política
previa a la unificación italiana elaborada como proyecto a cuya cabeza estaba
Cavour. Una política que se basó en la creación previa, paciente, de una nueva
cultura material de vida, un nuevo proyecto, a partir de la fusión de fuerzas
sociales en un solo bloque social que recogía y expresaba sus diversas
expectativas y aspiraciones, sus necesidades –las de la clase dominante en
primer lugar- , y convertía a los diferentes sectores antes solo económico
corporativos, en un Sujeto con Voluntad y capacidad de crear Estado –creación
de una Hegemonía- Por el contrario, no se puede llegar a ser exitoso como
Cavour si se ha trabajado políticamente como Mazzini, cuyo hacer consistía en
la épica politicista, “blanquista” –hoy sería inspirada por el positivismo
cientifista y su concepción de la política como hacer en manos de elites- del
manifiesto insurreccional elaborado por una elite iluminada, providencial,
inmediatamente previo a la acción política definitiva, “aprovechando”
instrumentalmente las movilizaciones civiles: “programa y bandera”. Política
como guerra de movimientos en lugar de política como guerra de posiciones, tal
y como expresaba aforísticamente el mismo Gramsci.
Podemos volver ahora a la república española. Como
consecuencia de las carencias de la actividad política previamente organizada,
del abandono del campesinado español que constituía la mayoría de la sociedad
española, por parte de las fuerzas de la democracia española; como consecuencia
de esa falta de trabajo cultural organizativo, previo, la guerra civil española
sería una contienda entre dos ejércitos campesinos, como dijera Joaquín
Maurín21. El resultado final fue el exterminio de la izquierda social durante
la guerra civil y la postguerra. El fascismo segó bien a ran de suelo el tejido
social popular. Ese genocidio programado consta en los órdenes del día del
ejército franquista durante toda la guerra. Se trata de lo que Santiago Alba ha
llamado la pedagogía del millón de muertos. Las consecuencias de todo ello aún
perviven en las actitudes de sectores consistentes de la sociedad española.
Pensamos que Antonio Gramsci no hubiera descartado, de
entrada al menos, estas reflexiones nuestras que toman en serio el clásico
aforismo marxista de que el ser social determina – se expresa a través
de/mediante- la consciencia social. Que consideran todo periodo o momento
histórico como un continuum en proceso, un transformar preservando. Incluidas
las revoluciones, tanto las revoluciones de la igual libertad, como las
revoluciones pasivas, que podrían ser estudiadas, respectivamente según la
noción heurística, sin duda a manejar con cautela, es decir, en concreto,
atenida a cada caso, del transformar preservando y del preservar transformando,
lejos de toda fantasía infantil sobre el genio creador ex nihilo, de la tabula
rasa.
Dejamos aquí nuestra reflexión sobre la segunda república,
como caso que permite arrojar luz sobre el momento presente. El lector sabrá
disculpar nuestras eventuales esquematizaciones y nuestra imaginación
futurible, que ponemos exclusivamente al servicio de la exposición de lo que
pretendemos.
El duro dilema: entre el rudo trabajo de Sísifo o bailar
al compás del tango Cambalache.
“Para formar los dirigentes es
fundamental partir de la siguiente premisa:
¿Se quiere que existan siempre gobernados
y gobernantes o, por el contrario,
se desea crear las condiciones bajo las
cuales desaparezca la necesidad
de que exista tal división?”. Antonio Gramsc(22)
La política entendida como iluminación de minorías que se
muestran intolerantes ante la díscola realidad de la gente, de lo que piensan y
opinan, de su forma de autocomprenderse y autoexpresarse. Esto es algo que
ahora vuelve a darse, lo único que se vuelve a dar; porque en el presente falta
la organización de masas estable que permita la movilización democrática.
No creemos que el momento presente, en ausencia del
Soberano, pueda dar otros resultados que el de las syrizas: cabildeos entre
clases políticas que han protagonizado el régimen ahora en crisis durante casi
cuarenta años, y posibilidad de rescatarse a sí mismas para proseguir adelante
con lo suyo, como siempre. Así se da en Grecia, en ausencia de la acción
fundadora del Soberano. Así se dio, en ocasiones anteriores, en 1868, en la transición
del franquismo, durante el 76/ 78, y en su continuidad, en Catalunya, durante
el 82/83, con la gran sublevación de la base comunista de Catalunya, y en los
años subsiguientes, cuando se percibió la imposibilidad de hacer, cuando ya el
movimiento de masas había sido liquidado -que también de novis fabula narratur-
.
Sabemos por experiencia que solo la organización social,
la capacidad autónoma, da posibilidad de resistir, de afianzarse, de
desarrollar un proyecto. Que en ausencia de este movimiento democrático de
masas arraigado y dotado de una cultura de vida autónoma que le libre de la
hegemonía capitalista, no caben otras opciones que el trabajo silencioso,
anónimo y paciente de ayuda a la creación del nuevo Sujeto, del Soberano, o la
entrega al arrimo de las instituciones, a la negociación y pacto entre
fracciones de la clase política y al mecenazgo del capital.
Y esto es lo que se produce en las actuales condiciones de
desmovilización social y de cultura política creada por el régimen, basada en
la teoría de elites que halaga narcisistamente al político y le hace creerse el
origen de toda salvación. Veremos cómo las fuerzas políticas, en ausencia de un
Soberano que les diga cómo hacer y a quién servir, que cree con su hacer
organizado la fuerza real sin la cual no se pude imponer ningún cambio,
actuarán del mismo modo: en unos casos, por consciencia plena de la maniobra
que ellos impulsan; en otros porque llegado el momento, lo van a descubrir: en
ausencia de un movimiento de masas organizado, “no hay más cera que la que arde
y todo el pescao está vendido”. Todo lo que no es servicio al Soberano y, en su
defecto, paciencia anónima en el trabajo modesto de ayudar a crearlo, se baila
siempre al compás del tango Cambalache.
Una izquierda que no comprende esto, acaba formando parte
del problema y no de la solución. Se corromperá en el laberinto que se abre y
se integrará en la nueva componenda, en el Palazzo nuovo; o resistirá unos años
más y morirá con dignidad apache, pero incapacitada para comprender, una vez
pericliten las biologías de los individuos que expresan esa actitud.
Llegados a este punto cabe extraer simplemente las
conclusiones de lo que hemos escrito. Que son no otra cosa que las conclusiones
que nos dicta nuestra experiencia biográfica en la que hemos buscado siempre
“inspiración heurística” para pensar los sucesivos presentes y reordenar
explicativamente el modesto saber que tenemos del pasado histórico y de la
filosofía. Algo que es infrecuente sin embargo.
Deseamos comenzar el resumen por el pretérito
pluscuamperfecto de subjuntivo. Este momento actual hubiera sido “el momento”,
nuestro momento, el de los comunistas y demás fuerzas de veras democráticas,
populares, si éstas, nosotros, como colectividad, hubiéramos hecho lo que debíamos
tras la derrota del 78. Pero unos se integraron en las instituciones como leal
–hoy corrupta- ala izquierda subalterna, y recambio de los dos partidos
turnantes, del régimen de su majestad. Otros vacacionaron por decenios; huyeron
de la bronca cotidiana en las trincheras, que es cierto, produce mucha malaria.
Pequeños y dignos sectores tratamos de animar la lucha social y cultural
democrática y social, pero metidos hasta el corvejón en el barro, la sangre y
la mierda de las trincheras de la sociedad, no supimos o no pudimos construir
una cultura y unas formas de vida alternativas de masas.
Lo que no se hizo entonces no puede ser sustituido hoy por
el ingenio, por la discursividad teórica, ni por la angustia lúcida. La Voluntad no puede ser
suplida por la Razón ,
no en política. O si se quiere decir de otra manera, la razón práctica,
orientadora de toda praxis nueva, creadora, sus consecuencias, la objetivación
de un nuevo Soberano, de un nuevo Sujeto colectivo dotado de capacidad de
deliberación y decisión: todo esto, no puede ser suplido por el discurso
teorético, la ingeniería política elaborada por una elites políticas que
conciben el hacer político según la más estrecha división social del trabajo:
nosotros hacemos porque sabemos lo que os conviene; vosotros nos votáis y
hacéis caso. Precisamente porque esas propuestas de transformación, de cambio o
de reforma real en favor de los explotados, elaboradas por las elites
políticas, por modestas que sean, son vanas pues carecen del Sujeto cuyo Poder
Hacer las haga verosímiles y realizables. Ahora no es ya el tiempo de la Administración ,
sino el de la Política.
El actual estado de cosas, el actual régimen político, tal
como lo conocemos, es insostenible y será cambiado. Se producirán depuraciones
y nuevas personas, nuevas fuerzas políticas, quizá, dirigirán la escena. No son
descartables, incluso, cambios constitucionales de mayor o menor entidad según
el desarrollo del conflicto en el interior de las clases dominantes. Pero la
situación de derrota histórica en que se encuentran las clases subalternas
europeas, no será paliada, subsanada, por estas variaciones de personal
político ni por esos cambios institucionales. Sobre todo si, como en la
transición del 78, el nuevo régimen está conformado y liderado por criterios
emanados desde las clases dirigentes del nuevo centro imperialista llamado
Unión Europea. Porque ese tipo de cambios habrá ignorado el cambio fundamental,
condición de cualquier otro, el verdadero y único Cambio Constituyente : la Constitución de los
individuos atomizados en verdaderos ciudadanos activos a través de la Constitución de un
nuevo Sujeto Social activo constituido por las clases subalternas: por el
Demos. El Movimiento de la Democracia. Porque la Democracia es un
Movimiento organizado que tiene consciencia de que debe constituirse en orden
nuevo, en Estado, tal y como nos recordaba Arthur Rosenberg (23); tal y como
reza El manifiesto Comunista(24).
El trabajo que hay que hacer para crear una alternativa
sigue en espera. Y es importante que en este momento de optimismo, de repuntes
de euforia, de preparativos para la carrera, de cuentos de la lechera, todas
las personas sensatas de la izquierda evitemos caer en el despropósito de la
liquidación de lo poco que hay hecho.
Nuestra tarea ha de ser constituirnos en voluntad previa
–con minúsculas-, interina, que promueva la creación de la Voluntad –la política es
voluntad- creadora. Una Voluntad política colectiva, capaz de imponer la praxis
deliberada en su seno. Una verdadera Volonté Géneral, un Soberano. Debemos
tratar de ser el paciente “motor de arranque” generador del impulso que trate
de hacer la invitación, la amonestación, la parénesis para la creación de ese
nuevo Soberano organizado, convocando a la organización colectiva, no urdiendo
la “sustitución” de la misma. Una voluntad previa que, dado lo modesto de su
tarea, existe y en suficiente número – disiecta membra, aquí y allá- porque
muchos somos los demócratas portadores de la consciencia, de la cultura, de la
historia y de la memoria, de una tradición milenaria de luchas de clases por la
igualdad y la libertad. Y entre ellos, nosotros, los comunistas, como los que
más.
Debemos decir siempre la verdad, sin otra prioridad
táctica que convertir el conocimiento, el del presente y sus incógnitas
terribles, y el del pasado con las conclusiones extraídas de las derrotas, en
conocimiento práctico moral, en argumento; y debemos hacer esto en todos los
ámbitos: en los debates públicos, en los folletos, en las conversaciones, en
los twiters, en los artículos, en las webs, en los libros, con la esperanza no
infundada de que tras experiencias nuevas, nuevas luchas, nuevas y numerosas
creaciones organizativas y cooperativas, y sucesivos y largos debates se puede
constituir la opinión pública de un nuevo Soberano articulado, dotado de poder
práctico, de capacidad de creación social y cultural.
Desconocemos cómo será ese nuevo, hipotético, Soberano,
cuáles serán sus capacidades nuevas, qué programa posibilitarán éstas; qué
proyecto, en consecuencia irá desarrollando como resultado de su propia
existencia, de sus éxitos y derrotas, de lo que éstas sugieran e inspiren a la
imaginación creadora, nueva, que reflexione sobre su propia experiencia, de lo
que inspiren a la deliberación pública, de lo que ésta concluya al reflexionar
sobre la experiencia colectiva que genere su nueva, propia, capacidad de hacer,
la que surja de su Voluntad organizada.
Sabemos que debemos proponerle ser fundador de Estados,
creador de un nuevo orden moral e intelectual, no ser simple fuerza de
protesta, rogatoria. En el bien entendido de que Estado es ethos, nueva cultura
material de vida auto protagonizada; que quien crea esto, crea la nueva
Hegemonía cultural, la verdadera Constitución de una sociedad, de la que la
posterior constitución escrita es una sanción. No sabemos qué tipo de orden
nuevo puede ser capaz de alumbrar. Sabemos que estas tareas duran decenios
–poco tiempo en realidad, pero excesivo si lo medimos desde el tiempo vital de
una individuo que “quiere verlo”-. Los procesos más sólidos alumbrados en la América Latina
comportaron 20 años largos de proceso, y luchan por afianzarse, por no morir,
incluso por no morir de éxito, a modo de nueva cooptación sistémica de las
clases políticas emergentes y substituistas.
Sabemos que solo partiendo de la vida cotidiana, de la
organización inmediata, de la actividad autónoma, autogenerada ya ahora,
podemos llegar a construir ese sujeto Soberano. Ante lo no he hecho, no caben
los atajos, nunca los hubo; tampoco ahora. La tarea de una nueva cultura de
vida cotidiana, se convierte en un fin inmediato porque el nuevo Soberano, una
vez se vaya formando, debe dejar atrás la mera protesta, debe aspirar a crear
un Estado, y esto se hace en concreto, ya desde el presente, creando nueva
cotidianidad, nuevo control capilar, micro-fundamentado, sobre la actividad
cotidiana de vida, generando nuevas formas comunes de vivir libre ya.
Sabemos que hemos de ser tan solo una voluntad previa,
destinada a disolverse en el conjunto de la Voluntad General ,
una vez ésta se haya constituido en movimiento democrático. Destinada a
integrarse en ese Pueblo/Movimiento verdadero, que es tal precisamente por ser
realidad efectiva, organizada, construida, autoprotagonista de sí misma,
deliberante y práxica; no entidad especulada en nombre de la cual se habla o a
la cual se quiere dirigir. Gramsci insiste con rotundidad en esto en uno de sus
más célebres cuadernos. Al reflexionar sobre el Príncipe de Maquiavelo, tras
explicar que el Príncipe actual debería ser colectivo, y no puede ser una
individualidad, Gramsci recalca que la tarea del mismo es previa a la
existencia del Sujeto colectivo organizado. Y que una vez existe éste, el
Príncipe: “…se hace pueblo, se confunde con el pueblo, pero no con un pueblo "genéricamente"
entendido, sino con el pueblo al que Maquiavelo [Gramsci asocia aquí la figura
del Príncipe y la de Maquiavelo] ha convencido con su tratado precedente,[para
que se organice y protagonice su hacer] del que él se vuelve y se siente conciencia
y expresión, se siente idéntico: parece que todo el trabajo "lógico"
no es más que una autorreflexión del pueblo, un razonamiento interno, que se
hace en la conciencia popular y que tiene su conclusión en un grito apasionado,
inmediato. La pasión, de racionamiento sobre sí misma, se reconvierte en
“afecto” fiebre, fanatismo de acción. He ahí porqué el epílogo del Príncipe no
es algo extrínseco, “pegado” desde fuera, retórico, sino que debe ser explicado
como elemento necesario de la obra, incluso como el elemento que refleja su
verdadera luz sobre la obra y hace de ella como un "manifiesto
político"(25).
Así pues, nuestro “programa” –si hemos de usar una palabra
que permite entendernos- no es prescribir qué debe hacer el Soberano, una vez
exista; mucho menos prescribir lo que vamos a hacer desde las instituciones una
vez se nos vote. Nuestro programa solo puede ser ayudar al nacimiento de un
Pueblo real, una Voluntad Soberana, práxica, existente, que en la medida que
exista hace innecesario ningún motor de arranque.
A partir de la existencia del movimiento, nuestro
propósito es, solamente, ser consciencia del hacer, filosofar sobre la praxis,
donde “de la praxis” es genitivo subjetivo, no fruto de la división el trabajo
entre quien reflexiona y dirige y quien actúa. Porque los comunistas, y todos
los demás demócratas que son conscientes de la diferencia que existe entre
democracia y liberalismo, “no forman un partido aparte, opuesto a los demás
partidos obreros. Sus ideas no se basan en ideas o principios inventados o
descubiertos por tal o cual reformador del mundo. Solo son expresiones
generales de los hechos reales de una lucha de clases existente, de un
movimiento histórico, que, [precisamente por ser empírico, y en la medida en
que existe y se desarrolla,] transcurre ante nuestra vista”(26).
Porque el partido debe dejar de ser un colectivo exento
respecto del cuerpo del movimiento social organizado, formalmente constituido y
jerarquizado. Antes de que exista el nuevo Sujeto la izquierda no tiene
Potencia, no es Causa Eficiente, no tiene Fuerza. Una vez exista el movimiento
que crea con su desarrollo un nuevo Sujeto, la deliberación colectiva del
propio Sujeto, a partir de su experiencia y del saber cultural poseído entre la
totalidad de sus miembros, es, en primer lugar, el saber de la izquierda. Y, en
segundo lugar, y si queremos caracterizar al intelectual colectivo orgánico de
ese Sujeto nuevo de forma más concreta, “Partido” será el nombre que le
convenga como denominación al conjunto de los muchos miles de individuos que,
estén en cada momento, según su situación personal, en condiciones de dedicar
tiempo a impulsar cada una de la miríada de las comunidades de base organizadas
que deben constituir ese Sujeto nuevo, y a servir de mediadores que entran en
contacto con los de las demás comunidades. Partido, si ha de ser denominación
de algo, ha de ser la denominación del sistema nervioso que constituya al nuevo
Bloque Social democrático, algo interno en integrado en el mismo.
La política no puede ser, en adelante, una más de las
honestas profesiones en las que trabajar, porque el político profesional, como
todo trabajador, debe llegar a final de mes, y no desea, además, quedar en
paro, ni perder el estatus social que le confiere su papel, entre otras muchas
cosas que acaban generando más bien pronto que tarde, una casta con intereses
diferentes a los de aquellos a quienes dice servir. Esta supresión de la
política como profesión es posible porque el hacer político no es ni una
ciencia ni un saber tecnológico que necesiten una formación académica
especializada. La medicina lo exige, pero es que la enfermedad no se delibera,
porque no depende de nuestra Voluntad. Si la política fuese una Ciencia -
Ciencia… Política-, la democracia sería un imposible.
Tampoco es el hacer de gestión técnica, porque la praxis
política ha de ser, en primer lugar, praxis actuada por los propios ciudadanos
organizados. Ha de ser, si es que la política llega a existir nuevamente,
Voluntad operante del Demos, llevada a praxis por él mismo. La política ha de
ser saber que surja de la propia experiencia de praxis, alimentada previamente
por el saber intelectual colectivamente poseído, tanto el teorético como el
saber trasmitido por tradición, aportado por todas las tradiciones democráticas
que poseamos entre todos. Saber teorético, incluido el que aportan las ciencias
y saber de tradiciones democráticas y revolucionarias: Saberes poseídos por
muchos y entre muchos, porque, nadie los posee por entero. Praxis a su vez
reflexionada desde la nueva experiencia y desde ese saber colectivo poseído, y
que se enriquecen en el proceso. Pero ese tipo de reflexión para la orientación
de la actividad creadora colectiva, ese tipo de reflexión no sobre la razón
teórica, sino sobre el hacer de la Razón Práctica , ni es pronosticable e
institucionable como saber codificado previo, a priori, ni consiste en el
pronóstico de futuro de la dinámica social, ni se adquiere mediante
cualificación escolar. Y si bien puede exigir que en alguna fase de su
aplicación haya técnicos asalariados que lo ejecuten, estos no tienen por qué
poseer un estatuto distinto al del funcionario, o al del administrador al
servicio del capitalista. Al servicio, en este caso, esto es, de la Voluntad del Demos.
Una Voluntad, un Pueblo cuyas condiciones históricas de
construcción están dadas por la terrible situación en la que nos encontramos
las individualidades de las diferentes fracciones y colectivos de las clases
subalternas y por el pavoroso reto civilizatorio que se nos plantea como humanidad.
Política es Voluntad práctica en acto que con su propia aparición y desarrollo
establece las nuevas condiciones de realización de metas nuevas a ir
deliberando. No Razón escrutadora de las entrañas del mundo existente en el que
estamos atomizados.
Nos encontramos ahora en el momento de la inquietud
eufórica de los políticos y de los pensadores, provocada por los barruntos ante
el momento de crisis de legitimación del régimen. Dejan volar su imaginación y
se proponen nuevos “debes”, nuevos momentos constituyentes. Luego, ante los
resultados inanes de sus previsiones, se declararán, como siempre, “realistas”
y los irán rebajando. Pero “Realismo” no es ajustar las expectativas que el
político posee a las posibilidades de la realidad, de una realidad en la que
los subalternos no somos nada y que exige deformarlas hasta ser caricatura.
Tampoco es sostenerse en sus trece respecto de un ideal especulado y
pronosticado como “debe” ante el “es” presente contra toda razón, porque es
contra toda realidad. Es más ese debe muestra su falta de verdad en el hecho de
que no existe condición de posibilidad para su realización, y es por ello un
perenne “debe”.
Realismo es tratar de crear una nueva realidad activa, un
nuevo movimiento operante ya desde el seno del presente. Es intentar actuar
como fuerza en el momento genético, como agente que ayuda a generar un nuevo
Sujeto. Nueva realidad que es el Sujeto Soberano organizado, hoy no existente,
desconocido por lo tanto en sus capacidades. Cuyas capacidades y potencia práxica
no podemos aventurar por adelantado; que solo demostrará lo que es haciéndolo y
en la medida en que lo haga. Sujeto objetivamente existente, una vez se cree, -
sujeto objetivo, no es una paradoja, sujeto y objeto idénticos-, nueva realidad
activa, organizada, generada, creadora a su vez de nueva praxis, cuyo ser
activo es ya nueva praxis y cuya acción es precisamente la que realmente va
cambiando dinámicamente el orden existente.
Sujeto respecto del cual, una vez existe, el filosofar
debe ser realista, esto es, debe consistir en la reflexión sobre los nuevos
problemas y debates que van surgiendo en el seno de ese nuevo Sujeto,
consecuencia de su dinámica activa y de los cambios que autoproduce en sí mismo
y en el resto de la sociedad, ayudando a abrir y desarrollar la deliberación
pública en su seno. Filosofar praxeológico, interno a la propia praxis, tarea
del intelectual orgánico, que no es capacidad privada de este o aquel grupo,
sino capacidad pertinente, inherente al pensar, de todo individuo que
reflexione sobre el hacer del propio movimiento desde la praxis del mismo.
Filosofar que trata de hacer entender al Sujeto Nuevo la novedad de su praxis,
la novedad de su ser, y que su existencia solo puede ser garantizada si se
constituye en Fundador de Estado, solo puede autogarantizársela él mismo si
como Movimiento subalterno de la
Democracia , deja de ser subalterno y pasa a constituirse en
Estado. Idea que puede o no prender, idea que no intenta definir a priori los
atributos de ese nuevo Estado, pues no se pueden definir a priori los atributos
práxicos, aún por desarrollar, del nuevo Sujeto, del nuevo Soberano, del
movimiento político cultural de la Democracia.
Por lo tanto, filosofar interior al movimiento que evita
volver a proponerle un “debe”, y debe reflexionar sobre sus reales problemas
existentes que surgen de la lucha, de la dinámica nueva que genera el Sujeto
con su ser y hacer. Solo el proyecto de ayudar a crear un Sujeto es real, en
tanto que real proyecto que está en la mente de quienes –pocos o muchos- lo
pretendemos, en tanto que el que pronostica se pone a tratar de realizar
aquello que pronostica, como motor de arranque propositivo de soberanía real,
de auto gobierno de la propia praxis cotidiana organizada. Y también es real la
existencia de sectores que son susceptibles de ser organizados, y dirigidos,
por tanto, a tal acción o desviados de la misma. Esta forma sobria de entender
la “previsión” nada tiene que ver con la habitual, que suple la carencia de
medios que otorguen fuerza para realizar el proyecto fantaseado, presuponiendo
la determinación de leyes de regularidad del tipo de las de las ciencias
naturales , en las cuales se confía como mecánica y ya existente “causa
incausata”, y que al tratar de la sociedad no tienen en cuenta las voluntades
de los demás, su opinión, su pesimismo, su excepticismo, la de los individuos
de las clases subalternas a causa de su desconocimiento, aún no existente, de
la capacidad práxica que surge de la organización, y que solo al nacer se
conocerá(27).
Ser realista es ayudar a crear, modestamente, ya ahora, la Fuerza social de los
subalternos, interviniendo en ello a partir de la propia acción, en lugar de
tratar de crear en la imaginación un Proyecto Constituyente para el Futuro, sin
tener motor que lo asuma. Ser realista es tener consciencia de nuestra
capacidad real, inmediata, de acción -ahora poca, mínima- y de emplearla en
ayudar a concitar un nuevo agente social. Ser realista no es fantasear un
futuro. Ni Alma sin Cuerpo ni Cuerpo sin Alma. Ni Pensamiento orientativo sin
Deseo y Fuerza, ni Fuerza y Deseo sin Pensamiento orientativo. La división
social del trabajo sólo es posible cuando el que piensa, además, tiene el
dinero, y el que hace se ve constreñido a dar su Fuerza a cambio de dinero para
poder vivir. En toda otra situación la respuesta que recibe el que manda, el
mandarín con su mandanga, es “que lo haga Rita”. Y está bien que sea así y no
haya más amos que los justos -“...ni tribunos…”-.
Todo esto se enfrenta a las impaciencias, a los deseos de
respuesta inmediata, inminente, que puede encarnarse en tal o cual personalidad
o grupo de políticos profesionales, grupo de gentes quizá ejemplares, no
corrompidas en el anterior ciclo político inmediato. Pero una acción inmediata
de tal género no puede ser de vasto aliento y de carácter orgánico: será del
tipo restauración y reorganización, del tipo Revolución pasiva, protagonizada
por las clases dominantes, que absorbe las energías de la parte activa del
movimiento que existe para la protesta, coopta a los dirigentes de la oposición
e integra todo esto en su nuevo proyecto, y no del tipo inherente a la
fundación de nuevos estados y nuevas estructuras sociales y culturales.
Pretenda lo que pretenda el colectivo político, objetivamente, y al margen de
su intencionalidad desiderativa, subjetiva, su actividad será objetivamente de
tipo defensivo y no creativo original; ayudará a la voluntad colectiva de las
clases dominantes, ahora existente, aunque esté debilitada, dispersa, por la
actual deslegitimación, a robustecerla al dotarla de nuevo prestigio y librarla
de las excrecencias corruptas. Bloqueará la posible creación ex novo de una
voluntad colectiva que, al desarrollarse, liquida el viejo sistema de
relaciones intelectuales y morales, el viejo orden de mores, de formas de vida.
Tal como nos explica Antonio Gramsci desde las primeras páginas de su Cuaderno
13 sobre Maquiavelo y parafraseamos aquí.
Y esto, el bloqueo de toda posibilidad de este tipo, va
unido a las prisas, a los protagonismos personales, al institucionalismo, al
deseo de ser representante, de ser Tribuno de la Plebe. También en
los anteriores periodos de nuestra historia acaecieron estas prisas; entre los
apresurados había hombres y mujeres de buena intención. No por ello dejaron de
convertirse objetivamente en farsantes, a la vez relleno o farsa, y luego,
mentira, en la medida en que se percataban de su papelón de una comedia que
des-medulaba la posibilidad de crear una Voluntad.
Llegados aquí, no podemos decir nada más. Nuestra forma de
comprender la política precisamente incluye la imposibilidad de prever lo que
un Sujeto aún no existente pueda llegar a ser, a decidir, a imponer.
A esto que hemos expuesto, se le puede responder: si
aceptamos las ideas a las que vosotros os adscribís, resulta que, después de
tantos años, todo está aún por hacer y, sin embargo, los problemas que
afrontamos son terribles, dramáticos, inminentes. Nuestra respuesta es: Sí, es
cierto. Y se puede entonces argumentar ante nuestra respuesta: Esto es muy desmoralizador.
No, en nuestra modesta opinión; o lo es menos, menos, bastante menos aún que
seguir aceptando como buenas las ideas que han inspirado la política hasta el
presente, con sus promesas de atajo, para experimentar luego, ¡nuevamente!, a
la vuelta de 35 años, cómo las gentes, la buena gente, la gente con sentido
común, vuelve la espalda a esta nueva reedición de lo ya visto. Y, cómo
nuestras previsiones imaginarias se convierten, también nuevamente, en tierra,
en humo, en polvo, en sombra, en nada.
1.-
GRAMSCI, Antonio, Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de los
partidos políticos en los períodos de crisis orgánica, en Cuaderno 13 (XXX)
Notas sobre la política de Maquiavelo, in Quaderni del Carcere, edizione
critica a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi editore, 1975, p. 1604.
En la edición castellana de Ediciones Era, Tomo 5, p. 51.-(2).- El caso más
flagrante de esta rendición ante la siderurgia alemana y francesa fue el
desmantelamiento de Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto..-(3) El último y
escandaloso caso es el de Nissan. La voz de su amo, o sea La vanguardia lo
presentaba como un caso ejemplar:
http://www.lavanguardia.com/opinion/editorial/20130130/54362533197/un-acuerdo-ejemplar-en-nissan.html.
La historia en los últimos treinta años, de SEAT, Renault, Citroën, General
Motors, Opel… está llena de estos ejemplos. La disolución de la Federación del Metal de
CCOO en 1984, fue uno de los servicios que la CONC prestó a este proceso de subordinación a las
multinacionales, mediante la liquidación de la protesta obrera y de la época y
la posterior cooptación de parte del sector crítico en la gobernabilidad del
sindicato..-(4 )Fenómeno analizado desde los inicios por diversos autores, pero
despreciado olímpicamente por la izquierda política y sindical, tanto la
oficial como la “radical”. Cifra: FRÖBEL, Folker, HEINRICHS, Jürgen, KREYE,
Otto, La Nueva División
del Trabajo Paro estructural en los países industrializados e industrialización
de los países en desarrollo, Madrid, Siglo veintiuno de España Editores, 1980.
Primera edición en alemán 1977. PIORE, Michael, SABEL Charles, La segunda
ruptura industrial, M. Alianza Editorial, 1990. Primera edición en inglés 1984.-(5
)http://www.ine.es/jaxi/tabla.do.-(6) Loc. cit..-(7) Según el INE, carencia en
al menos 3 conceptos de una lista de 7 conceptos: 1.No puede permitirse ir de
vacaciones al menos una semana al año; 2.No puede permitirse una comida de
carne, pollo o pescado al menos cada dos días;3.No puede permitirse mantener la
vivienda con una temperatura adecuada; 4.No tiene capacidad para afrontar
gastos imprevistos; 5. Ha
tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal
(hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) en los últimos 12 meses; 6.
No puede permitirse disponer de un automóvil; 7.No puede permitirse disponer de
un ordenador personal..-(8)- INE. Encuesta de condiciones de vida 2012.
http://www.ine.es/jaxi/tabla.do.-(9)Este es el sentido de la campaña “No nos
vamos, nos echan”, véase:
http://www.publico.es/451496/espana-no-es-pais-para-jovenes.-(10) Leonid
Kalashnikov, secretario general del Partido Comunista de Rusia,
http://www.politrussia.ru/life/56948.html. Texto reproducido en Rebelión, de
donde l hemos tomado. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94304.-(11) La
intervención de Joan Rosell en el 10 congreso de CCOO es reveladora de la
complementariedad corporativa entre la patronal y los sindicatos del régimen.
El saqueo conjunto de los fondos de formación continua y ocupacional durante
casi dos décadas ha alimentado inmensas estructuras burocráticas cuya misión
conjunta ha sido tutelar el mundo del trabajo en el periodo de la
contrarrevolución de los derechos laborales. La responsabilidad de los
liberados de los sindicatos del régimen es inmensa, incluso en los casos de la
mayor honestidad. Esta honestidad de muchos liberados que los autores
reconocen, pero que no dejan de ser un alibi para la corrupción sistémica de
ambas Confederaciones…-(12) Gramsci, Antonio, Los intelectuales y la
organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión, 2009, p. 161. Quaderni
del carcere, ob. cit., Cuaderno 24 (XXVII), p. 2269..-(13) MONTES, Pedro, La
historia inacabada del euro, Madrid, Editorial Trotta, 2001. AAVV ( GUTIERREZ,
Eduardo, AYALA, Iván, ALBARRACIN, Daniel y MONTES, Pedro) Qué hacemos con el
euro, Madrid, Akal, 2012..-(14) POLANYI, Karl, La gran transformación. Crítica
del liberalismo económico. Madrid, Ediciones La Piqueta , 1989. Puede
descargarse de: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=448.-(15)
Léase: Ilías Katsulis “Grecia y la tercera vía al socialismo”,
http://www.nuso.org/upload/articulos/1174_1.pdf. Otro ejemplo, las posiciones
defendidas desde el PCC antes de su mutación pragmática. Unas posiciones imposibles
de encontrar en la actualidad ni en su política ni en su página web..-(16) Se
pueden leer interesantes apuntes en la sección de Carlos Valmaseda en la página
de Espai Marx o en el blog de Enrique Turiel..-(17) Dejemos de lado, qué papel
han desempeñado esas voces en el anterior periodo político, si formaron o no
parte de la clase política del régimen de la Restauración del 78,
y hasta cuándo..-(18) GRAMSCI, Antonio, Obreros y campesinos, edición turinesa
de Avanti!, 20 de febrero de 1920,
in La cuestión meridional, Madrid, Dédalo ediciones,
1978, p.31..-(19) “El Gobierno de la República y la ley catalana de Cultivos”
reproducido íntegramente en los apéndices de Mi Rebelión en Barcelona, Madrid,
Ed Espasa Calpe, 1935. Ver por ejemplo, Pág. 239.-(20) Manuel Azaña, Discursos
en Campo abierto, Madrid, Ed Espasa Calpe, 1936, pp. 148, 172 y 185..-(21)
MAURIN, Joaquín, Revolución y contrarevolución en España, Paris Ediciones Ruedo
Ibérico, 1966..-(22) GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, edizione a cura di
Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975, Cuaderno 15 (II), p. 1752..-(23)
ROSENBERG, Arthur, Democracia y socialismo. Historia política de los últimos
ciento cincuenta años (1789 – 1937). México, Cuadernos de Pasado y Presente,
1981 (1938). Todo el libro, pero señaladamente, pp. 335- 336.-(24)MARX, Karl,
ENGELS, Friedrich, Proletarios y comunistas, cap. 2º de El Manifiesto del
Partido Comunista, varias ediciones, en la edición OME, Barcelona, Ed. Crítica,
1978, vol. 9, pág. 150.-(25) GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, edizione a
cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975, Cuaderno 13 (XXX), p. 1557.
En español: Ediciones Era, tomo V, p. 14..-(26) MARX, Karl, ENGELS, Freidrich,
Proletarios y comunistas, ob. cit..-(27)GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere,
edizione a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975, p. 1811
FUENTE.
http://www.espai-marx.net/ca?id=7807
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