ESTAS EN LA PÁGINA : " CALLE MANUEL COSSIO",
O PÁGINA DE LA MEMORIA
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Lema de la página : A aquellos que no les alcanzó la Justicia en vida, que les alcance en su reputación.
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“…………y así, estos hombres fueron en verdad, dignos de su ciudad. Porque para los hombres virtuosos, tumba es la tierra entera y no solo lo señala una inscripción sepulcral en su ciudad sino incluso en los países extraños perviven en recuerdo que aún no ha muerto por estar grabado en el alma de cada uno mas que en algo material “ ( Pericles Oración Fúnebre)
SUMARIO
1.-Daniel Cossio villegas
2.-25 de mjarzo el verdadero dia de extremadura
2.- Las empresas que emplearon presos politicos en el franquismo
2.-Manifiesto 14 de abril 2o15
2.-"Los padres de la Transicion eran unos impresentables"
2.-"Con nosotros" .-Blas de Otero
2.-25 de mjarzo el verdadero dia de extremadura
2.- Las empresas que emplearon presos politicos en el franquismo
2.-Manifiesto 14 de abril 2o15
2.-"Los padres de la Transicion eran unos impresentables"
2.-"Con nosotros" .-Blas de Otero
3.-"Anales".-Jose Maria Alvarez
3.- lA NUEVE
3.- lA NUEVE
4.-Las misiones pedagogicas de la Segunda Republica española
5.-Mary Harris Mother Jones
6.-Teresa Claramunt
7.- Los republicanos españoles de la Novena compañia
8.-HOY COMO AYER , HOY MAS QUE AYER
9.-ASOCIACIÓN DE HIJOS Y NIETOS DEL EXILIO REPUBLICANO
10.-Women Fighter in spain 1939
11.-ENTREVISTA A JOSE LUIS MARTIN RAMOS
A PROPOSITO DE SU LIBRO: " LA RETAGUARDIA EN GUERRA , CATALUÑA 1936-1937
12.-VIRGILIO LERET.-Una vida al servicio de la República
13.- La gesta de los guerrilleros españoles en Francia I
14.- Los maquis espàñoles en Francia
15.-35 aniversario de los últimos asesinatos de Franco
16.- Monarquia. Democracia. Memoria.- Por Cesar Castañon Ares.
17.-Mussolini, Hitler, Pio XII y Juan de Borbon felicitando a Franco
18.-El genocidio franquista
19.-Amado Granell, el heroe valenciano que liberó Paris
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En el ingrato país en que vivimos abundan los homenajes públicos que calles, avenidas, plazas, parques y colegios, se otorgan- poniéndoles el nombre para su recuerdo-a multitud de vírgenes, miríadas repetidas hasta una saciedad intencionada de santos patrones, militares feroces,…cuando no a convictos fascistas, golpistas, represores del pueblo, sanguinarios perseguidores y generalísimos genocidas y sus cómplices. “Se dictan demasiadas leyes, se dan pocos ejemplos” decía Saint Just”. Peor aún es este caso: se dictan abundantes leyes, se dan malos ejemplos y se omiten los de aquellos que en verdad “ fueron dignos de su ciudad” y merecen proponerse a la imitación e todos. El agravio del olvido es tanto mayor cuanto se trata de aquellos cuyo comportamiento supuso un compromiso en beneficio de los nuestros al que no estaban obligados por no ser españoles y , si se obligaron a si mismos, fue por considerar que eran de la patria común de la libertad, igualdad y fraternidad, de la República.
Entre ellos, Daniel Cosio Villegas. No hay plaza, ni calle, ni espacio público, ni placa alguna en España puesta en su honor ni colego o institución que lleve su nombre. Ese blog abre el modesto espacio público virtual de su calle “por razón del sentido común decente que dicta que “ es propio de bien nacidos el ser agradecidos” y para reparar el agravio iniciando con él el capitulo del ejemplo de los excelentes y virtuosos. Es poca cosa. No poseemos los medios que su altura merece.
Daniel Cosio Villegas (Ciudad de Méjico 1898-1976)
Su doctorado fue de Economía Agricola. Gracias a su iniciativa cuando era encargado de negocios de la embajada e Méjico en Lisboa, el Presidente Cárdenas trajo a Méjico gran número de exilados de la guerra civil española, y junto con ellos, fundó la Casa de España. Fueron los exilados más afortunados que en su desgracia e haber perdido la patria pudieron encontrar gracias a Cosio y a Cardenas otra, que generosamente se les ofreció.
Con razón es calificado de hombre sabio, adjetivo que aplicado a él cobra el verdadero significado de la palabra, no solo por la posesión de un saber, sino por su forma de vida comprometida por la cultura, la política, su ciudad y la nuestra.
Como pensador, escritor e historiador es conocido por sus obras: “El estilo político de gobernar” “ La constitución política mejicana” “ La sucesión presidencial” y coeditor de la monumental “ Historia Moderna de Méjico de la que es autor de cinco se lo diez volúmenes de la obra “ Historia General de Méjico” e “Historia de la revolución mejicana”. La postura de sus escritos y de su propio comportamiento público fue la alguien libre, critico sin concesiones de la corrupción, autocrítico honesto y esclarecedor de la historia de Méjico, particularmente riguroso en esta tarea en la que deshizo tabúes de falsedades construidas dolosamente por cada gobernante de turno. Su obra es imprescindible. Su recuerdo entre los españoles es de los qe merecen tenerse “grabado en el alma de una manera mas que material” como reza la famosa oración de Pericles.
No obstante, a nosotros nos toca materialmente hacerlo. Y lo hacemos cambiando el nombre de la centrica estación del metro de Madrid de “Sevilla”, junto a la Puerta del Sol para hacer de ella la estación “ Daniel Cosio Villegas”.
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a
corrupción compulsiva del clan Franco
Mariano
Sánchez Soler, experto en los negocios de la familia de Francisco Franco,
analiza las tramas corruptas del franquismo y desmonta los mitos sobre la
austeridad del militar
Austeridad,
honradez, trabajo... Cuenta la leyenda que durante 36 años hubo una lucecita en
el Pardo que nunca se apagaba. Francisco Franco, decían, trabajaba sin
descanso, no tenía grandes vicios, no le importaba el dinero y era incorruptible.
O el mito revisionista de la baja corrupción del franquismo comparada con la
alta corrupción de la democracia. ¿Es así? Una pregunta pertinente al cumplirse
(mañana) cuarenta años de la muerte del dictador y cuando la corrupción es el
segundo problema del país según el CIS.
Las
investigaciones centradas en la corrupción franquista escaseaban hasta hace
pocos años, cuando llegaron los artículos del periodista Javier Otero y los
libros del historiador Ángel Viñas ('La otra cara del Caudillo', 2015). La
excepción que confirma la regla sobre la falta de investigadores tiene un
nombre, Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954), escritor, periodista y autor de
ensayos de referencia como ''Villaverde, fortuna y caída de la casa Franco'
(1990), 'Ricos por la patria' (2002), 'Los Franco S.A.' (2003) y 'Los banqueros
de Franco' (2005).
La
doble confusión
“El
mito de la austeridad de Franco se sostiene en una doble confusión. Por un
lado, confundir las costumbres alimenticias de Franco con sus prácticas
políticas concretas: el modo en que su familia se enriqueció. El otro error es
creer que la falta de estudios sobre la corrupción franquista significa que no
hubo corrupción franquista”, cuenta Sánchez Soler a El Confidencial.
“Los
Franco estaban convencidos de que su actividad era lícita e incontestable en un
país sumiso como España”, escribió Sánchez Soler en 'Los Franco S.A'. Un
convencimiento en su propia impunidad que no tenía nada de subjetivo: estaba
amparado por la ley. “Durante el franquismo, las conductas de tráfico de
influencias estaban totalmente aceptadas, e incluso institucionalizadas, en la
actuación de las Administraciones Públicas”, asegura en un estudio José Muñoz
Lorente, profesor de Derecho Penal de la Universidad Carlos III. En otras
palabras: si el tráfico de influencias no era delito, ¿por qué iba a ser algo
malo la corrupción? De ese nivel de impunidad hablamos.
No
es que la corrupción fuera importante durante el franquismo es que la
corrupción salvó al franquismo en muchos momentos
En
'Los Franco S.A', Sánchez Soler cifró en medio centenar las empresas y
sociedades anónimas "relacionadas, apadrinadas o presididas" por los
miembros de la familia Franco. Según sus cálculos, el capital social
escriturado del holding de la corte de El Pardo superaba los 100.000 millones
de pesetas a la muerte del dictador. Al cambio actual y teniendo en cuenta la
inflación estaríamos hablando de 6.815 millones de euros.
Buena
parte de ese dinero fue conseguido gracias a la corrupción; es decir, con esa
mezcla de tráfico de influencias, amiguismo y mordidas que acaba en
malversación de caudales públicos. ¿Diferencias con la corrupción actual? Lo
que ahora se hace en secreto para que no te pille un juez, antes se hacía a
pecho descubierto. No es poca diferencia.
Puertas
giratorias, ayer y hoy
Se
ha escrito mucho en los últimos tiempos sobre las puertas giratorias de la
democracia. O cómo los ex ministros se apoltronan en los consejos de
administración de las grandes empresas del IBEX35. Una práctica tan
cuestionable como poco novedosa: las puertas giratorias giraban a tal velocidad
durante el franquismo que era casi imposible diferenciar servicio público de
intereses privados.
El
mito del tardofranquismo habla de un régimen regenerado a golpe de tecnocracia
en los años sesenta, imagen idílica que casa mal con los demoledores datos
sobre puertas giratorias aportados por Amando de Miguel en 'Sociología del
franquismo' (1975). Entre 1961 y 1974, el 77% de los ministros y antiguos
ministros del franquismo ocuparon cargos en los consejos de administración de
las grandes empresas públicas y privadas: de los 83 ministros vivos, 64 habían
pasado por la puerta giratoria; algunos de ellos, ¡tachán!, siendo todavía
ministros (¿Quién dijo Ley de Incompatibilidades?).
“En
el capital financiero español del franquismo, el aparato del Estado, la empresa
privada y la pública constituían los vértices del mismo poder, sin fisuras, tan
unidos como la Iglesia y el Estado… Como una mancha de aceite, la familia
Franco llevó su poder intervencionista a todas las estancias del mundo
financiero español. Las 'doscientas familias' que dominaron la economía
española supieron sentar en sus consejos de administración a ministros, altos
cargos del Movimiento, falangistas de la primera hora y adeptos al caudillaje
personal del general Franco”, concluía Sánchez Soler en 'Los Franco S.A.'.
El
hermanísimo
Otro
de los grandes mitos de la época es que los verdaderos corruptos del régimen no
fueron los Franco, sino los Martínez-Bordiú, o cómo la familia política del
Caudillo mangoneó todo lo que pudo ante la impotencia del dictador. “No es que
Franco hiciera la vista gorda a los negocios de sus familiares, que la hacía,
es que maniobró para impedir que algunos de ellos fueran investigados y
juzgados, lo que da idea de su conocimiento de los negocios del clan”, razona
Sánchez Soler.
Son
tantos los trapicheos de los Franco durante la dictadura que no es fácil
resumirlos en un artículo, pero ahí van unos cuantos que basculan entre lo fino
y lo grueso. La corte de los milagros.
Acabada
la Guerra Civil, Pilar Franco, hermana del dictador, era una simple pensionista
que ganaba 38 duros mensuales en concepto de viudedad, lo que no fue óbice para
que en dos décadas lograra comprar una “residencia valorada en doce millones de
pesetas; un piso para cada uno de sus diez hijos, una 'finquita' en Coruña y
'algunos títulos' en acciones bursátiles”, según enumera Sánchez Soler en 'Los
Franco S.A'. ¿Ejemplo de la buena suerte en los negocios de doña Pilar? En
1957, su apoderado y ahijado le habló de la existencia de una fantasmagórica y
enorme finca madrileña que podía ser inscrita a su nombre. Y lo hicieron. La
finca, situada en la calle Antonio Casero y con 200.000 metros cuadrados, era
en realidad propiedad del Banco Central, de Dragados y Construcciones y de
varios particulares, detalle sin importancia, por lo visto, para los familiares
del Caudillo. El escándalo fue tan gordo que acabó en los tribunales. ¿El
resultado? Pilar Franco acabó siendo indemnizada millonariamente por el Estado
franquista por la expropiación del terreno. Superen eso.
Franco
permitió los negocios de sus familiares y maniobró para que no fueran
investigados
El
hermano del dictador, Nicolás Franco, estaba en varios consejos de
administración; incluido el de Refinerías de Aceites y Grasas (REACE), que en
los últimos años del franquismo se vio envuelto en “uno de los principales
hitos criminales de la historia judicial española”, el caso REACE, o la
misteriosa desaparición de 4 millones de litros de aceite de oliva de la
oficialista Comisaría de Abastecimientos y Transportes depositados en los
tanques de REACE.
Aunque
el caso fue juzgado en 1974, el 'hermanísimo' se libró de pisar los tribunales,
no así sus socios en REACE, algunos de los cuales murieron en circunstancias
sospechosas durante el proceso. “Nicolás Franco apenas fue molestado durante
las cuatro jornadas de juicio. Los intentos del abogado José María Gil-Robles,
antiguo dirigente del derechista CEDA y viejo conocido del Caudillo, resultaron
inútiles. Cada vez que trataba de llevar a declarar al hermano de Franco, el
presidente del Tribunal cortaba de cuajo cualquier alusión a su nombre,
cualquier referencia a tan ilustre apellido”, escribe Sánchez Soler.
Nicolás
Franco recurrió a una “treta” tan “grotesca” como clásica para no comparecer en
los juzgados: hacerse el enfermo/amnésico. Gil-Roblés llegó a mostrar al
tribunal una foto del 'Hola' de esa semana en la que aparecía el amnésico... de
parranda y en aparente plenitud de facultades. “Afortunadamente -dijo el
letrado-, según prueba documental que adjuntamos, la recuperación de don
Nicolás Franco ha sido rápida y ya hace vida ordinaria en el orden social. Si,
por nuestra condición de cristianos, la noticia nos llena de gozo, nuestra
condición de juristas nos obliga a insistir en su presencia aquí”, alegó un
sarcástico Gil-Robles... en vano.
Nicolás
Franco era tan innombrable como intocable, como comprobó en sus propias carnes
el banquero Ramón de Rato, padre de Rodrigo Rato. El fundador del Banco de
Siero era un hombre muy bien relacionado con el Régimen, aunque no tanto como
para lograr que la familia del Caudillo pagara sus deudas: en 1967 ejecutó un
crédito de 4,8 millones de pesetas a Nicolás Franco, cuyos bienes fueron
embargados. Poco después fue el Banco de Siero el que fue embargado, con Ramón
de Rato detenido por evasión fiscal.
Atentos
a la resolución del asunto narrada en 'Los Franco S.A': “No tardó en comprender
Ramón de Rato que procesar a Nicolás Franco por el impago de una letra había
sido el mayor error de su vida. Y se dio por vencido; retiró la denuncia y
envió la susodicha letra a Nicolás Franco, junto a una carta de disculpa en la que
le indicaba que pagara la letra cuando y como quisiera. La respuesta de Nicolás
fue contundente: 'Todos los españoles deben a mi familia gratitud. No pagaré la
letra ni ahora ni nunca. Al hermano del Caudillo de España no se le molesta por
cuatro millones ochocientas mil miserables pesetas'”. Amén.
El
yernísimo
Cristóbal
Martínez-Bordiú, Marques de Villaverde, se casó con la única hija de Franco
(María del Carmen Franco y Polo) en 1950. A Martínez-Bordiú no le fue
precisamente mal con su matrimonio. En las siguientes tres décadas, formó parte
de los consejos de administración de 17 empresas cuyos capitales sociales,
según Sánchez Soler, sumaban más de cuatro mil millones de pesetas. “Todas las
sociedades anónimas que contaron con la presencia del marqués vieron crecer sus
capitales y ganancias”, escribe el periodista.
Aunque
los negocios le iban viento en popa, Cristóbal, popularmente conocido como 'el
yernísimo', no descuidó su profesión de médico, hasta el punto de cobrar más de
dos millones de pesetas mensuales como galeno durante 25 años, un sueldo
superior al que recibía su suegro como jefe del Estado. ¿Cómo era posible? Muy
sencillo: Martínez-Bordiú llegó a ocupar ocho altos cargos médicos
simultáneamente, en lo que podría pasar por un chiste de 'La escopeta
nacional', de no ser porque es cierto.
Para
hacernos una idea del nivel de penetración empresarial de la familia Franco
bastaría con analizar el caso de Construcciones y Contratas (CC), fundada por
el ingeniero alemán Ernesto Koplowitz, que en 1962 murió en un accidente sin
testamento y con hijos sin reconocer. La familia Franco jugó un papel clave en
la lucha por su fortuna -dos mil millones de pesetas-, con Cristóbal
Martínez-Bordiú colocado en el consejo de administración, desde donde ayudó a
“cimentar la fortuna de las niñas Esther y Alicia [Koplowitz]”, como cuenta
Sánchez Soler en 'Los Franco S.A'., donde califica a CC de “juguete en manos
del clan de El Pardo”.
El
nivel de impunidad, no obstante, se mide a veces mejor en la micro trama
costumbrista que en la macro trama empresarial. Mariola Martínez Bordiú, una de
las hijas del matrimonio entre Cristóbal y María del Carmen, se casó en la
capilla de El Pardo en 1974. Nueve años después, al salir a la luz las deudas
de Viajes Marsans, dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI), se
supo que fue el Estado y no Mariola quien pagó las 700.000 pesetas que costó su
viajes de bodas. Y eso que Mariola ha pasado a la historia como la nieta tímida
y discreta del Generalísimo.
La
vidorra fácil
“Lo
que no cuenta el mito del desarrollismo es que el franquismo sobrevivió esos
años gracias a la corrupción, al reparto entre los suyos del dinero generado
por el boom económico. No es que la corrupción fuera importante durante el
franquismo, es que la corrupción salvó al franquismo en muchos momentos”,
cuenta Sánchez Soler a este periódico.
El
historiador y periodista Ramón Garriga, autor de 'La saga de los Franco', lo
explicó así: “Franco cultivaba la corrupción como norma política, partiendo del
principio de que quienes colaboraban con el Régimen serían fieles mientras los
asuntos del bolsillo marcharan viento en popa”.
“No
queremos la vida fácil y cómoda; queremos la vida dura, la vida difícil, la
vida de los pueblos viriles”, exclamó Franco el 17 de julio de 1939. Ahora
sustituyan vida dura por vidorra fácil y tendrán una idea más ajustada a la
realidad de lo que fue el franquismo para el clan Franco. Austeridad, el
musical.
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25
de Marzo, el verdadero Día de Extremadura

Un
grandioso movimiento de labradores sin tierra, yunteros, braceros y jornaleros
de toda condición, viene buscando la aurora, quebrando los albores de una nueva
época. En el aire tiembla la imperecedera utopía campesina, el sueño centenario
de la reforma agraria. “ Evitad los choques con las fuerzas del orden público.
Pero ni un solo paso atrás. Aquí estoy y aquí me quedo” , esa es la consigna.
Burros, azadas, arados, puños en alto, gritos de Viva la República: esas son
sus subversivas armas. Una conmoción atraviesa Extremadura de punta a punta,
como lo hacen el Tajo y el Guadiana. Ese día, ante el asombro de propios y
extraños, está floreciendo en el campo extremeño la semilla sembrada durante
años de explotación, regada con sudor y hambre.
El
25 de marzo ha triunfado. No hay guardia civil suficiente para detener tanto
anhelo de justicia, tanta ansia de redención. Una larga resistencia de siglos
se condensa en esa jornada de liberación. En Extremadura, desde tiempos
inmemoriales, la tierra ha estado concentrada en manos de unos pocos. La
Corona, la Iglesia, las Órdenes Militares, la nobleza, la burguesía, los dueños
absentistas se han ido pasando de mano en mano la propiedad de la tierra al
tiempo que oprimían descarnadamente al campesino, manteniéndolo justo en el
límite de la supervivencia. Ahora, en esta primavera insumisa está cuajando la
repulsa de generaciones de jornaleros al desafuero hecho ley, al despojo de los
bienes comunales, a la mercantilización de la tierra, a la desamortización para
gloria de la burguesía. En este marzo de esperanza resuenan las ocupaciones del
sexenio revolucionario (1868-1874), el bandolerismo social, la asociación
Germinal y el primer Congreso Obrero en la Torre de Miguel Sesmero (1901), los
motines del pan, la represión a los rebusqueros, el caciquismo, Castilblanco,
los 600 jornaleros extremeños encarcelados en junio de 1934, los incontables
muertos, la paciente siembra de otro mundo posible sin explotación donde al fin
puedan hermanarse las palabras Tierra y Libertad.
“
En Extremadura es donde los yunteros se habían convertido en el grupo campesino
más politizado de España ” , escribió Malefakis. O lo que es lo mismo, más
consciente, más organizado, más capaz de representar el interés general de la
sociedad. La clase obrera campesina de Extremadura se hizo pueblo y le dio la
vuelta a la vieja cantinela del extremeño domesticado; como recuerda Víctor
Chamorro, donde ponía “ Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la
tierra (de arriba) ” , el pueblo inscribió
un nuevo rótulo: “ Bienaventurados los bravos que se atrevan a defender su
derecho a la tierra (de abajo), porque de ellos será un trozo de tierra arable,
pisable, con la que combatir el hambre y con la que cambiar la vergüenza del
hambre por la dignidad ” .
¿Cómo
es posible que la inmensa mayoría de los extremeños y extremeñas desconozcan la
mera existencia de esta fecha en la que, además, con toda seguridad
participaron algunos de sus familiares? ¿Cómo se explica que este hito
histórico tan trascendental en la historia de Extremadura y de España no sea
objeto de estudio, al menos, en todos los Institutos de nuestra tierra? La
respuesta está en el presente. El 25 de marzo quema. A pesar de que han pasado
80 años todavía levanta sarpullidos entre las clases dominantes. Y si quema es
porque esa fecha resume la historia de Extremadura pero, sobre todo, porque
interpela a nuestro presente.
Porque,
¿qué pasó después del 25 de marzo? Después vino la venganza de los
señoritos, el golpe militar, la sangre
corriendo a borbotones en la Plaza de Toros de Badajoz, el plan de exterminio
de todos los que habían osado participar en las ocupaciones y asentamientos.
Como ha explicado magistralmente Francisco Espinosa, las ocupaciones
campesinas, lo que él ha llamado la primavera del Frente Popular, son el vaso
que colma los miedos y el afán de represalia de las clases dominantes. Por si
quedaba dudas, Franco se instala en el Palacio cacereño de los Golfines el 26
de agosto de 1936 y es allí aclamado como jefe de Estado.
“
Hay que dar un escarmiento que llegue a la décima generación”, afirman sin
rubor. La alianza de heraldos, caciques, tricornios y bonetes impone una
represión brutal. La nueva situación “ supone tal abismo que sólo puede ser
percibido como la materialización de un nuevo modo de vida creado
específicamente para seres considerados inferiores y carentes de todo derecho ”
. Tras la derrota, vuelven el cortijo,
el “a mandar que para eso estamos”, Azarías y Paco el Bajo, la humillación como
cotidianidad para el campesino.
Y
después del genocidio político, el genocidio social. Represión, colonización y
emigración son las tres palabras que resumen los 40 años de dictadura en
Extremadura. El Plan Badajoz lavaba la cara al régimen pero fortificando los
intereses de los terratenientes. Y al pueblo llano se le condenaba a coger la
maleta. Entre 1950 y 1977 emigraron de Extremadura 645.000 personas, es decir,
el 45% de su población; de esos emigrantes, la mayor parte tenía entre 20 y 40
años. Este éxodo de miles de jóvenes hundió aún más en la pobreza y el
subdesarrollo a nuestra tierra.
La
transición democrática no hizo frente a las injusticias estructurales. El
saqueo de Extremadura continuó por otros medios. Los herederos del orgulloso
terrateniente de la autarquía se convirtieron al neoliberalismo o al
social-liberalismo, pero eso sí, pasando a ser los principales beneficiario de
las subvenciones comunitarias. A pesar
de los conatos de lucha popular (Valdecaballeros, movimiento obrero,
jornaleros), las clases dirigentes pudieron renovar sus élites sin grandes
trastornos. Y el sueño de la reforma agraria se enterraba con paletadas
combinadas de PER, reconversión agraria y “feroces” amagos mediáticos de
expropiación por parte de la Junta. Un nuevo clientelismo político que tomaba
el relevo al veterano caciquismo, acompañaba a la modernización económica que,
en lo fundamental, mantenía intactos los pilares de las relaciones de propiedad
y de dominio.
Justamente
una de las mejores expresiones simbólicas del gatopardismo en Extremadura, del
que todo cambie para que nada cambie,
fue la fecha elegida como Día de Extremadura. “¿Se le ha aparecido al
presidente de la Junta de Extremadura la Virgen de Guadalupe?” preguntó con sorna
el diputado comunista Manuel Parejo ante el anuncio sorpresivo de la fecha
impuesta por Ibarra. Mientras que en Andalucía se entronizaba el 28 de febrero,
momento de afirmación del pueblo andaluz frente al gobierno central o en
Castilla-León se elegía la referencia de los Comuneros de Villalar, en
Extremadura se hacía coincidir el Día de la Comunidad con la tradicional
peregrinación al Monasterio de Guadalupe, mezclando lo religioso y lo político,
seleccionando así uno de los emblemas preferidos de los resignadores y del
nacional-catolicismo.
Y
llegamos a nuestros días. Hace unas semanas se hacía público que el jeque árabe
propietario del Manchester City, Mansour bin Zayed, es el nuevo propietario de
la Rusal, una finca de 8.200 hectáreas en el término municipal de Valencia de
las Torres. Ya se sabe: en Extremadura la tierra sigue siendo “ para las
ovejas, los caballos, las rehalas, los toros de lidia y los cerdos ajenos. Para
el jornalero sólo tierra estrecha y la diáspora de sucesivas extremaduras
trashumantes” (Víctor Chamorro). Y
mientras tanto, una nueva oleada de emigración se inicia en nuestra tierra.
Ante
nosotros, una nueva acumulación de capital basada en el despojo de las clases
populares a la que llaman neoliberalismo o austericidio. Pero ante nosotros
también el despertar del pueblo, la posibilidad de un cambio real, por primera
vez en décadas. Y es ahí donde brilla, como un recuerdo en un instante de
peligro, la memoria del 25 de marzo. Una fecha que nos habla del orgullo, del
empoderamiento y del coraje de un pueblo, que crea identidad extremeña. Que resume la lucha de las generaciones de
Extremadura contra la explotación, la servidumbre y el subdesarrollo. Que nos
dice que ha de cumplirse “la voluntad de la Tierra que da sus frutos para todos”.
El 25 de marzo es la Laguna de Ruidera de la historia de Extremadura, su
momento más alto. Ese día germinó la semilla de la dignidad extremeña, regada
por el esfuerzo diario y el coraje continuo de quienes no forman parte de la
historia “oficial” de Extremadura.
Una
luz cegadora llega hasta nuestros días. No es historia, es presente, es
tiempo-ahora, es pasado de lucha en el que encender la chispa de la esperanza.
Sí, “ existe una cita secreta entre las generaciones del pasado y la nuestra ”
, como decía Walter Benjamin. Y en Extremadura la cita secreta inapelable entre
las generaciones de oprimidos de ayer y de hoy se llama 25 de marzo. Ha llegado
la hora de reclamar que éste sea el nuevo Día de Extremadura.
Eugenio
Romero, diputado de Podemos y Manuel Cañada, excoordinador de IU, ambos militantes
de los Campamentos Dignidad de Extremadura
Fuente.
http://www.eldiario.es/eldiarioex/Marzo-verdadero-Dia-Extremadura_0_496250768.html
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EMPRESAS
QUE EMPLEARON PRESOS POLITICOS DURANTE EL FRANQUISMO

Para
sortear la muerte por hambre o enfermedad, plato diario en las cárceles
franquistas, incluso había detenidos que solicitaban su traslado a batallones
de trabajadores forzados. Banús Hermanos, San Román, Huarte, Agromán o Dragados
y Construcciones. Estas compañías, y otras muchas, aprovecharon la oportunidad
que ofrecía el entramado diseñado a lomos de presidiarios "para alzar sus
imperios económicos durante la dictadura franquista". Unos redimían
condena, otros obtenían réditos de otro modo impensables. Así reza en el marco
de la querella argentina que María Servini de Cubría instruye desde el Federal
1 de Buenos Aires, a denuncia del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la
Historia Social de Andalucía (RMHSA) de CGT. Y en la ley andaluza de memoria,
que plantea hacer a estas y otras muchas empresas "copartícipes" de
la "reparación" de esas víctimas.
"Botín
de guerra" para los golpistas
"Ferroviarias
como Norte, MZA, Renfe, constructoras como Entrecanales, San Román, Huarte o
Banús, mineras como Duro, Babero, transformadoras de metales como Babcock &
Wilcox, Astilleros de Cádiz, La Maquinista Terrestre". Una relación que el
director científico del proyecto Todos (…) los nombres, José Luis Gutiérrez
Molina, completa con "órdenes religiosas, ayuntamientos, confederaciones
hidrográficas y diversas administraciones de Justicia o gubernativas".
"¿Números? Más de 400.000 presos susceptibles de ser utilizados, en
Andalucía más de 100.000", enumera. Los derrotados, "botín de
guerra" para las fuerzas golpistas.

El
anteproyecto de Ley de Memoria Democrática de Andalucía señala (artículo 19):
"Reparación por trabajos forzados. La Administración de la Junta de
Andalucía impulsará actuaciones para hacer copartícipes de las medidas de
reconocimiento y resarcimiento a las organizaciones que pudieron utilizar los trabajos
forzados en su beneficio". El Gobierno autonómico, con el nuevo marco
legal que reconoce la mano de obra esclava en trámite, no desvela aún cómo
motivará la participación de las empresas implicadas.
La
empresa 'Huarte', en el Valle de los Caídos.
Empresas
implicadas que no reconocen el "abuso"
¿Quién
debe responder por esos delitos? "En el caso de Alemania las empresas
pagaron, pusieron la mitad del fondo de indemnizaciones y la otra la puso el
Estado", compara el coordinador de RMHSA, Cecilio Gordillo, que declaró
por videoconferencia en febrero ante la justicia argentina y sugiere
"candidatos a ser convocados por la juez Servini". Caso de
"Florentino Pérez, de Dragados y Construcciones (ACS), José Manuel
Entrecanales, de Entrecanales y Távora (Acciona), Gonzalo Ferre, de
Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), Julio Gómez-Pomar, de Renfe y Juan Miguel
Villar Mir, de Huarte (OHL)". Actuales responsables de empresas, "o
sus antecesoras", señala, que nunca reconocieron el "abuso". Como
publicó Financial Times Magazine en el año 2003.
eldiario.es/andalucia
se ha puesto en contacto con estas empresas, que han declinado hacer
declaraciones al respecto. "No haremos ningún comentario sobre ese
tema", una respuesta repetida que se extendió en la mayoría de los casos
al momento en que, en teoría, la ley andaluza de memoria les conmine a
participar en el reconocimiento a los trabajadores forzados. En ningún caso se
negó la participación de las "antecesoras" de estas compañías e,
incluso, hubo solicitud de información a este periódico "para conocer un
poco más en qué consiste todo eso".
En
sectores como la minería y la construcción, los presos fueron
"imprescindibles". "El número de pantanos inaugurados por
Franco, sin la mano de obra esclava, hubieran sido muchos menos, lo mismo que
las líneas férreas, carreteras o aeropuertos", relata Gordillo. Obras,
también, como el Valle de los Caídos. Para administrar los campos de
concentración convertidos en "empresas de trabajo temporal", el
régimen creó –el 11 de octubre de 1938– el Patronato Central de Redención de
Penas por el Trabajo (PCRPT).
En
su organigrama cabían, describe Gutiérrez Molina, "funcionarios de
prisiones, de prensa y propaganda, un eclesiástico, un contable, varios
ingenieros, auditores generales de los tres ejércitos y de los organismos
públicos que más trabajadores empleaban". Como el Servicio Nacional de
Regiones Devastadas, empresas ferroviarias intervenidas, el Servicio de
Colonias Penitenciarias Militarizadas y la Compañía de Caminos de Hierros del
Norte. Por cada día de trabajo, un preso redimía dos de pena. El Estado, que
cobraba una cantidad a la empresa beneficiaria, pagaba un jornal –"aunque
no siempre cumplía"– del que descontaba la comida y la ropa del recluso.
Empresas
que solicitaron trabajadores forzados
En
Franquismo y trabajo esclavo, una deuda pendiente, el investigador José Luis
Gutiérrez Molina expone una relación de 90 empresas que solicitaron y les
fueron concedidos penados como mano de obra forzada. Una treintena corresponden
a organismos oficiales, once a la iglesia católica, ocho al Ministerio del
Ejército y el resto a compañías privadas y una institución benéfica (Fundación
Elorz).
Instituciones
públicas que usaron presos: Secretaría General del Consejo de Estado,
Astilleros de Cádiz, Consejo Superior de Protección de Menores, Sindicato
Nacional del Espectáculo, Regiones Devastadas de varias provincias, gobiernos
civiles, direcciones generales, ayuntamientos… además, entre otras, de la
Fundación Generalísimo Franco y la Jefatura de FET de las JONS en Lérida.
La
iglesia reclamó trabajadores esclavos para obras en parroquias, conventos y
otros edificios de Madrid, Barcelona, Cuenca, Murcia o Valladolid. Como
empresas privadas, aparecen relacionadas con la metalurgia (Múgica, Arellano y
Cía., Babcock & Wilcox, La Maquinista Terrestre y Marítima, Talleres
Mercier o Industrias Egaña), la minería (Carbones Asturianos, Minera Estaño Silleda,
Duro Felguera, Minería Industrial Pirenaica o Minas de Sillada), la
construcción (Sociedad Constructora Ferroviaria o Ibérica de Construcciones y
Obras Públicas), agricultura, mecánica, zapatería, espartería y fábricas de
muebles, cristal, guantes o alpargatas.
El
propio autor, junto a Dolores Martínez, en El trabajo esclavo de los presos
políticos del franquismo en Andalucía, repasan los campos de concentración y
trabajo instalados en la región, con el número de reclusos que acogieron y las
fechas en que estuvieron activos. Además, establecen un listado con la relación
de obras en que intervinieron prisioneros, presos y penados en Andalucía entre
1936 y 1956. Una lista casi interminable "que no se ha estudiado a
fondo".
Fuente.
http://www.eldiario.es/andalucia/empresas-usaron-esclavos-franquismo_0_251975222.html
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SIN MEMORIA NO HAY JUSTICIA
Por Miguel Angel Domenech

Desde esta perspectiva, el historiador tiene la misma visión que tiene el Angelus Novus de Paul Klee. Un ángel que contempla una catástrofe que amontona incasablemente ruinas tras ruina mientras vuela sin poder detenerse ni recomponer el pasado, hacia el futuro empujado por una tempestad que enreda sus alas y le empuja. El progreso es esa tempestad.
Es la perspectiva de Walter Benjamin cuando propone la tarea de “cepillar la historia a contrapelo” porque “no hay documento de cultura que no sea de barbarie” y la de Catón en “ victrix causa diis palcuit sed victa catoni”.
Desde esa actitud, al conceder derechos a los hombres del pasado, la historia contiene un ethos que rechaza utilizar el pasado para confirmar lo que ha triunfado en el presente impidiendo la emergencia de la filosofía de la historia como progreso o como historia de una providencia. Ninguno está más cercano de un fin de salvación, ninguno puede ser utilizado para salvar a otro. Todos ellos están en función de la expresión de una libertad de la que no pueden separarse. Se trata del rechazo de cualquier afirma ción de progreso. Se acaba con el valor de aquella filosofía que pretende utilizar a los demás para acreditar el privilegio de nuestro presente. Las víctimas del pasado por si mismas, tienen un valor que no es el de su plusvalía significativa para los vivos
Si hay una filosofía de la historia, es esta: la que señala Benjamin también. “hay una cita secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra y sion duda, entonces, hemos sido esperados en la tierra. A nosotros, como cualquier otra generación anterior se nos ha dotado de una “débil fuerza mesiánica a la que el pasado tiene derecho”. Sin memoria de la injusticia, no hay justicia.
Esta perspectiva es la piedra de toque de una actitud verdaderamente categórica y desinteresada del principio de universalización de la moral: La reparación debida a los injustamente vencidos del pasado y la igualdad con ellos porque es la actitud por la que en nada recibimos retribución ni premio alguno. El imperativo categórico viene a imponer también la capacidad de reconocer la humanidad por doquier.

Esa es la labor del historiador contra la historia que propone H. Arendt . Lo que es, como lo que ha sido, no es lo que debe ser, y tras el acontecimiento de la realidad, el historiador averigua la voz de los dominados que propusieron otro acontecimiento que pudo ser. La historia, la voz de los dioses es la de los vencedores, la del historiador, la de Caton. Señala a este respecto, Arendt, que muy significativamente, la palabra historia, en griego quiere decir investigación y que Homero era, en ese sentido, el primer historiador, el que “contaba” historias. Siendo ciego podía permitirse ir contra la autoridad de lo factico que supondría ver. No veía la historia, el invencible acontecimiento, sino que se imponía el “contarla”, verla de otra manera a como parece patente y victoriosa a los sentidos.
Desde la empatía que resulta del imperativo categórico aplicado a los vivos y los muertos, resulta vana “la pretensión de mostrar las cosas tal como realmente son” que denuncia Benjamin . Ateniéndose a los hechos se construye una ilusión de aprehender la realidad cuando la realidad es mas que los hechos, más que la parte exitosa y emergente de la realidad. Esta parte es la victoriosa y que “manda” de la realidad, y “los que en cada momento mandan son los herederos de los que alguna vez triunfaron”
Se trata de denunciar, y renunciar también un interés particular al que deseamos aferrarnos. Al no desear imponer nuestro presente, producimos una ausencia soberbia de suficiencia , ausencia humilde que nos anima a reconocer las formas de lo humano en el pasado, el derecho al recuerdo que tiene el pasado por encima de la arbitrariedad del tiempo y del espacio con la obligación de “ no dar lo humano por perdido”. Sin esa humildad perdemos nuestra humanidad al mismo tiempo.
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Gregorio
Morán: «Los padres de la Transición eran absolutamente impresentables»
Publicado
por Antonio Yelo (*)
Gregorio
Morán escribe desde hace veinticinco años una columna en La Vanguardia,
«Sabatinas Intempestivas», ha trabajado también en Diario 16, Opinión y La
Gaceta del Norte, rotativa de la que fue director. Tiene publicados varios
libros sobre los temas más polémicos de los últimos cuarenta años de la
historia de España de los que destacan las dos biografías sobre el primer
presidente del democracia: Adolfo Suárez: Historia de una ambición (Planeta,
1979) y Adolfo Suárez: Ambición y destino (Debate, 2009). Se le sigue
considerando uno de los más fiables expertos en un tema siempre controvertido:
la Transición política española del franquismo a la democracia.
Me
gustaría comenzar recordándole la dedicatoria de su biografía del primer
presidente de gobierno de la democracia, Suárez. Ambición y destino (Debate,
2009): «A mi generación que empezó luchando contra la mentira que fue el
franquismo y que luego acabó aceptando todas las demás». ¿Realmente toda su
generación luchó contra el franquismo?
Se
trata de un recurso retórico. De otro modo tendría que utilizar «yo y mis
amigos» u otra expresión del estilo. ¿Toda mi generación luchó contra el
franquismo? Pues no. Hubo una parte —no la más importante— que sí lo hizo, pero
no la mayoría. Ahora se ha inventado una forma perfecta de meternos a todos que
es aquello de la «oposición silenciosa». Me parece una fórmula preciosa para
engañarnos a nosotros mismos. Mi abuela se murió sin saber que había
pertenecido a la «oposición silenciosa» porque nunca había dicho absolutamente
nada, ¿me entiende? Esto lo inventó un profesor cuyo comportamiento político y
el de su familia fue el de una muy silenciosa oposición. Pero se puede decir
que en la generación de los sesenta y los setenta era ya insólito encontrarte a
alguien que fuera franquista. A partir del 68 o 69 ya no recuerdo que se dijera
que «fulano es un franquista». Hablo del entorno generacional. Sí había algo
significativo —aunque ahora se niegan a reconocerlo—. Sí había mucho Opus. Opus
«opositor», que te vendía como una maravilla a Gonzalo Fernández de la Mora y
al resto de los pensadores (o supuestos pensadores) del Opus. Luego todos esos
que te querían convencer pasaron al PCE. Tengo, por ejemplo, un amigo, que tuvo
importancia durante un tiempo en la política asturiana e incluso en Madrid, al
que hace poco recordé que en aquellos tiempos, paseando por un parque en
Oviedo, me dijo que estaba en la obra (el Opus) y que había que leer a
Fernández de la Mora. Me lo negó. «¿Yo?, imposible», me dijo.
Conociendo
lo que fue Suárez antes de llegar a presidente del gobierno: su poca formación,
su falta de cultura, su incapacidad para aprobar unas oposiciones… ¿Por qué se
le eligió para ser el primer presidente de la democracia?
Bueno,
ahora resulta que Suárez tiene muchos padrinos. Además al estar mudo, sordo y
ciego —podríamos decirlo así— tiene muchísimos más. Suárez es un sucesivo
descubrimiento para cosas diferentes: Franco lo descubre como gobernador civil,
otro lo descubre para dirigir la televisión, otro como secretario general de
algo… Para la Transición el hombre que lo descubre —no hay discusión posible—
es Torcuato Fernández Miranda. Lo que ocurre es que ya nadie se acuerda de este
señor. El otro día me invitaron a la universidad Pompeu Fabra a hablar de la
Transición y los chicos, nacidos en el 93, no tenían ni idea de quién fue
Torcuato Fernández Miranda. Por eso la única figura que queda es la del Rey. El
Rey como supuesto descubridor de Suárez. Además con esta última galería de
pelotas… ¿Cómo se llama el que le hizo el famoso discurso a Suárez?
Fernando
Ónega.
Fernandito,
si. Conozco demasiado a Fernando Ónega como para leerme su libro, su última
mentira [se refiere a Puedo prometer y prometo; Plaza & Janés, 2013, NdR].
No es que le hiciera ese discurso a Suárez, le hizo todos los discursos. Por
orden siempre de Torcuato Fernández Miranda. Del mismo modo que hacía todos los
editoriales del diario Arriba, de la Falange. Siempre por orden de don
Torcuato. Y si fue cesado para realizar esa tarea, se debió a que un día se le
ocurrió a Ónega publicar un editorial sin consultar con él. Es decir: era
simplemente un plumilla. Un plumilla brillante, aunque también es verdad que no
tenía mucha competencia. Bueno, sí, alguien había: en Arriba también publicaba
Pedrito Rodríguez, otro gallego. Ahora nadie se acuerda de nombres como ese,
pero en su día fue importante. No me imagino las boberías que ahora puede estar
diciendo Fernando Ónega.
¿Y
lo que Suárez hizo por el entonces príncipe Juan Carlos cuando era director de
TVE, o cuando era gobernador de Segovia? ¿Y lo bien que gestionó Adolfo Suárez
lo de la huelga de Vitoria o lo de la tragedia de Los Ángeles de San Rafael?
¿Todos aquellos servicios no influyeron en la decisión del Rey en favor de
Adolfo Suárez?
Para
el Rey aquello no fue significativo porque eran cosas que las hacían también
otros. Quizá no tenían el talento que tenía Adolfo, porque Suárez era un
seductor de serpientes. Ahora, que al Rey le llamaba la atención la
predisposición de Suárez al servicio —para entendernos—, eso es obvio. En
definitiva: el Rey sí sabía quién era Suárez.
Se
ha dicho repetidas veces que el Rey y Torcuato no eligieron a Areilza o a
Fraga, que en principio, y analizando los candidatos de forma objetiva, estaban
más cualificados, porque no hubieran sido tan manipulables como Suárez. ¿Es eso
cierto?
La
decisión se tomó entre el Rey y Torcuato. El Rey no se distingue —y lo ha
demostrado a lo largo de su carrera— por un talento político notable. En una
sociedad normal —esto hay que decirlo así de claro— hubiera sido ya derrocado.
Por todo tipo de motivos: irregularidades económicas, irregularidades
personales, colaboración en el 23-F, etc, etc… Es decir que en su cartilla de
servicios el Rey no puede presumir de sus méritos, no. Sus méritos son
absolutamente para echarlo. Claramente. Por eso necesitó primero una sociedad
española muy transigente y de alguien que le ayudara a orientarse en la
política, algo de lo cual no tenía ni zorra idea. Y ese hombre era Torcuato
Fernández Miranda, un profesional de la política al que conocí mucho, y en el
que todos tienen un interés especial en eliminar de la película. Ónega por
razones obvias, porque las servidumbres que le hizo no le gusta recordarlas. Y
el resto porque los engañó. Torcuato los fue engañando a todos prometiéndoles a
cada uno aquello que querían.
En
su libro he leído que uno de los «utilizados» por Fernández Miranda fue José
María de Areilza.
La
forma en que engañó a Areilza fue magistral. Magistral e inédita en los estilos
políticos que se manejaban entonces en España. Torcuato era un tipo con talento
para el juego político. Se defendía muy bien a pequeña escala pero siempre con
una visión estratégica. Veía más allá del corto y medio plazo.
¿Podríamos
decir que Torcuato Fernández Miranda tenía un estilo británico de hacer
política?
Sí,
pero con un tono italiano, un tono andreottiano. Fue un hombre —también como
Andreotti— que nunca tuvo ninguna preocupación económica. Me refiero a
preocupación por quedarse con dinero. Al punto que me consta que al final de su
vida tuvo que pedir ayuda al Rey porque no le llegaba el sueldo. Esa ayuda la
consiguió de un forma un tanto rarita pero… la verdad es que no le llegaba.
Gregorio
Morán para Jot Down 1
Usted
habló con Fernández Miranda y verificó con él los contenidos de su primera
biografía de Adolfo Suárez que fue publicada en 1979.
En
la primera biografía de Suárez que escribí no cito tanto a Torcuato. En la
segunda la situación había cambiado. La primera y la segunda tienen poco que
ver. En la primera, Adolfo Suárez aún era presidente del Gobierno, acababa de
ganar las elecciones de Marzo del 79 y era el intocable. Cuando hago la segunda
(2009) es a partir de la foto inefable con el Rey (aquella en la que salen los
dos de espaldas y el Rey le pasa un brazo por el hombro a Suárez) que es con lo
que empiezo mi relato en ese libro. Las reacciones al primer libro fueron
brutales. Mucho más brutales desde la izquierda que desde la derecha, lo cual
es sorprendente. Santiago Carrillo llegó a decir que era «pornografía
política». Entonces Carrillo estaba intentando formar la gran coalición para,
de ese modo, entrar en el gobierno; el PSOE estaba muy radicalizado… Adolfo
Suárez, sin embargo, reconoció años después que la biografía más objetiva que
se había hecho de él en aquellos años era la mía. Porque luego, claro, cuando
empezó su decadencia política, lo pusieron a parir.
Hay
dos libros porque hay dos etapas. El hombre sigue siendo el mismo, lo que
cambia son los entornos. Hay personas que me dieron información para la
elaboración del primer libro a los que entonces no podía citar. Algunos de
ellos, treinta años después, en el segundo libro, sí los pude citar con nombre
y apellidos.
Una
de sus aportaciones a la historia reciente de España es la descripción que hace
usted en la biografía de Suárez de la votación —entonces secreta— que el
Consejo del Reino hizo el 3 de julio de 1976 para elegir la terna que debía ser
presentada al Rey para la elección de presidente del Gobierno.
Se
ha dicho que fue Torcuato quien me facilitó esa información y no es cierto.
¿No
va a desvelar, perdone que le interrumpa, cuál fue su fuente? Ya han pasado
treinta y cuatro años.
No,
nunca. Porque se quedaría todo el mundo tan sorprendido que parecería una
charada. Y el tío —la fuente— se moriría del susto.
Perdone
la interrupción. Por favor, continúe con el relato de su entrevista con
Torcuato Fernández Miranda.
Sí,
se lo voy a contar porque periodísticamente es muy bonito. Yo entonces era
joven, audaz y temerario. Más que ahora, claro. En el proceso de comprobación
de los datos que había obtenido, a todo el mundo —los que intervenían en mi
libro— le decía lo mismo: «usted va a leer la parte que le corresponde antes de
que se publique». Con lo que todos encantados. Y yo cumplí estrictamente lo
prometido. Pero, como diría el propio Torcuato Fernández Miranda, era una
trampa saducea. Porque yo les decía que lo iban a leer, no que lo iban a poder
corregir. Ellos pensaban que iban a tener la capacidad de hacer lo que se hacía
en el franquismo —y hoy aún más—, eso de «lo he leído, pero esto no me gusta y
me lo tiene que cambiar y aquello quítemelo que no puede salir». No, no, yo les
respondía que si hubiera errores los quitaría, pero eso no significaba que
ellos pudieran corregir.
Con
Torcuato fue terrible, fue terrible. La escena con Torcuato fue una de las más
hermosas, periodísticamente hablando, de mi vida. Él estaba en su chalet de
Somió, en Gijón. Estamos en verano del 79. Entonces Torcuato seguía siendo
Torcuato. Tenía mucho poder. Además todo el mundo sabía que yo estaba
escribiendo aquel libro. Había mucha tensión. Me presionaban para que enseñara
el libro. Pero tenía claro que si lo enseñaba antes de que se publicase, se
acababa el libro. Lara (el dueño de Planeta, editorial que publicó el libro), a
mí me constaba, lo había dejado leer a algunas personas, pero todos disimulaban
como si no lo hubieran hecho. Lara no quería meterse en más líos de los
necesarios, por eso no permitió que circulase mucho el manuscrito antes de la
edición. No quería verse comprometido a quitar una parte.
Voy
a ver a Torcuato a Gijón, me acuerdo como si fuera ahora. Yo entonces estaba
pasando una muy mala racha económica y la gente lo sabía. Las ofertas eran
suculentas. Hubo un momento en que me decían que podía ganar más dinero
vendiendo el libro que publicándolo.
Jaime
Campmany, en un artículo de ABC de 28 de octubre de 1979 titulado «El parto de
los montes», cuenta que se había leído el libro en una noche gracias al interés
que el ministro Pérez Llorca tenía en que no se publicase. Y habla de ofertas
de millones y muchas presiones.
Ofrecieron
de todo. Le sigo contando mi visita a Torcuato. Entonces mis padres vivían en
Oviedo, me fui a su casa y al día siguiente cogí el autobús y me planté en
Somió, cerca de Gijón. Me había citado a las cuatro. Hay una cosa curiosa sobre
Torcuato: lo vi tropecientas veces; pues nunca me ofreció ni un café. Es una
cosa muy significativa. Yo era como del servicio. Era para él —así me veía—
como lo fue Ónega en la época del diario Arriba. Nunca olvidaré las forma en
que me recibió. Él, a veces, se refería a sí mismo en tercera persona, lo cual
me llamó siempre mucho la atención. Decía: «entonces Torcuato Fernández Miranda
dijo…» Era una cosa fascinante.
[En
este momento Gregorio Morán interpreta delante del entrevistador su escena con
Torcuato Fernández Miranda, como si de una obra de teatro se tratara, haciendo
las dos voces].
—Torcuato:
¿Ya ha terminado el libro?
—
Gregorio: Sí.
—
Torcuato: Ah, muy bien, muy bien. ¿Y cuándo piensa usted sacarlo?
—
Gregorio: Pues pienso sacarlo ahora en otoño.
—
Torcuato: Muy bien, muy bien. ¿Y cuál es la parte que le interesa a Torcuato?
—
Gregorio: Le he traído la parte que le había prometido: lo que tiene que ver
con el Consejo Nacional del Movimiento, con el Consejo del Reino, las
votaciones…
—
Torcuato: Pues déjemelo y hablamos, no sé… Llámeme la próxima semana.
—
Gregorio: No, no, está usted equivocado. Yo se lo traigo para que lo lea y
luego me lo llevo.
Me
miró con aquella mirada que tenía él y me responde con cara de pocos amigos:
—
Torcuato: ¿Quiere usted decir que me voy a tener que leer esto delante de
usted? Pero ¿no se fía usted de mí?
—
Gregorio: Yo me fio de usted, pero el libro no se separa de mí.
Usted,
entonces, sabía que tenía algo muy valioso, ¿verdad?
Sabía
que tenía dinamita. Entonces se puso a leer —con una mala leche de la hostia— y
yo allí enfrente, sin un mísero café. Y llega a la parte de las votaciones en
el Consejo del Reino para lo de la terna y de muy mala hostia me pregunta:
—Torcuato:
¿Quien le ha dado a usted esto?
—Gregorio:
Mire, yo se lo he traído para que lo lea, pero igual que a los otros no les he
contado qué datos me ha dado, tampoco puedo decirle a usted quién ha sido el
que me ha contado esto.
—
Torcuato: De la lectura de este texto se desprende que yo hice trampa, porque
aquí hay un voto que entra y sale.
Entonces
le hice un gesto como diciendo: eso es problema suyo, no mío. Yo, desde luego,
no estaba en aquella reunión del Consejo del Reino.
O
sea, que él se da cuenta de que el texto refleja claramente el truco en la
votación con el objetivo de favorecer a Suárez. Pero no lo reconoce ¿es así?
En
público no, pero delante de mí sí. Yo, entonces le pregunto: «vamos a ver:
¿esto es falso o es cierto?» y él dice: «quién se lo ha dado». En ese momento
comenzamos una conversación absolutamente surrealista en la que yo reitero mi
pregunta «¿es cierto o es falso?», y él repite: «¿quién se lo ha dado?» y así
estamos un rato. Yo le argumentaba que si él afirmaba que era falso tenía que
quitarlo, pero si era cierto lo pensaba dejar en el libro. Y él: «¿Quién se lo
ha dado?».
Pero
él no lo niega en ningún momento.
No
lo niega, no. No lo niega porque además era innegable. Yo tenía el manuscrito.
Alguien de allí sacó los papeles. Él no lo niega, además, porque técnicamente
la operación, la maniobra, era como un elogio para él en el sentido de lo bien
que lo había hecho. Porque era una operación andreottiana, era una maravilla de
operación. Ojo, una inteligentísima operación teniendo en cuenta que el resto
de los presentes en aquella reunión era un personal del todo deleznable. Porque
listos allí había dos o tres y eran en total, creo recordar, dieciséis
consejeros. Los engañó a todos, los embaucó.
¿Realmente
los engaña o los miembros del Consejo del Reino saben de antemano que tienen
que incluir a Suárez en sus votos conscientes del poder de Fernández Miranda y
de que el Rey estaba detrás? Torcuato —según se puede leer en su libro— había
utilizado previamente a Miguel Primo de Rivera para convencer a su suegro, un
Oriol y miembro importante del Consejo del Reino, de la necesidad de incluir a
un político joven en la terna.
No.
Porque tal y como lo había organizado Torcuato se vienen a dar cuenta de la
jugada solo en la tercera votación. Hay uno de los miembros del Consejo que
manifiesta extrañado que el nombre de Suárez sale continuamente en las
votaciones. Pero no es hasta la tercera votación. Es entonces cuando se
mosquean, cuando se comienzan a dar cuenta de que los están llevando al huerto.
Porque además se van eliminando los nombre fundamentales. La trampa la hace
Torcuato y en esencia es sencillísima: Torcuato tiene que conseguir que al
menos uno de los quince miembros del Consejo no incluya en su terna a Federico
Silva Muñoz, que era el más cualificado de entre los treinta y dos candidatos
iniciales. Ahí es donde aparece la trampa. Porque, claro, ¿cómo iban a nombrar
a Suárez si había unanimidad acerca de otro nombre? Tiene que romper esa
unanimidad. Y eso es lo que más trabajo le cuesta. Organiza un cambalache que
le sale perfecto. Por eso todos los miembros del consejo del Reino le odiarán
de por vida. Porque los ha engañado.
Pero
a mí aquella escena con Torcuato Fernández Miranda en su chalet no se me
olvidará en la vida. Lo recuerdo mirándome como si estuviera pensando: «pero, y
este hijo de puta, este pringado que además es de Oviedo…» Y yo le hago luego
aquella crueldad asturiana que hoy la volvería a hacer. Aquello le ofendió
terriblemente. Habíamos estado juntos sin salir de aquella habitación más de
cuatro horas. Terminamos pasadas las ocho de la tarde. Entonces me dijo:
«Bueno, ya estará contento. Este no es el libro que yo hubiera querido». Yo le
respondí que claro, que era yo quien lo había escrito. Porque él pensó que yo
iba a hacer de Ónega. Entonces yo le dije que tendría que llamarme un taxi.
Aquello fue demoledor. «¿Cómo dice?», me preguntó. Pero es que yo no tenía otra
forma de salir de allí, de Somió, en el culo del mundo. Eso de que yo, el
pringado, después de hacerle aquello, le pidiera un taxi a él , el jefe de la
banda… Se me quedó mirando de aquella manera y pocos segundos después le dijo a
su mujer que pidiera un taxi. Se marchó entonces sin despedirse de mí.
En
la mayoría de los libros sobre Adolfo Suárez se le describe como un hombre muy
simpático, con mucho encanto. ¿Usted lo conoció personalmente?
Sí.
La verdad es que era un hombre fascinante. En ese aspecto de las relaciones
personales tenía mucho talento. Era un gran político en lo referente al regate
en corto. En aquellos años se corrió la voz de que era un gran hombre. Cuando
me entrevisté con él, me dijo que no había leído un libro completo en su vida y
que, por ejemplo, sobre literatura no podía discutir con nadie porque no sabía.
Era un hombre demasiado normal.
Gregorio
Morán para Jot Down 2
Entonces,
¿cómo consiguió meterse en el bolsillo a Santiago Carrillo? En una entrevista
que es de 2006 pero Público reprodujo en 2012, poco después de la muerte de
Carrillo, este dijo: «Suárez vivió y actuó como lo que era, porque Suárez era
hijo de los vencidos, no de los vencedores».
Porque
eran iguales. Carrillo tenía una cultura mínima. Menos que mínima, diríamos
ahora. A Carrillo le gustaban las películas de Luis de Funes, con eso se lo
digo todo. Pero la distancia lo presenta de otro modo. Cuando escribió aquello
de Eurocomunismo y Estado la gente decía que era un gran libro, de mucha altura
ideológica. Y yo, cuando lo leí, me quedé turulato. Era una parida, una gran
tontería. La mejor anécdota sobre los políticos de la Transición y la cultura
es aquella en la que están cenando varios de ellos en el Palacio de la
Generalitat invitados por Josep Tarradellas, el President. Entre los comensales
se encuentra Antonio de Senillosa, un político ahora olvidado pero que tuvo
mucho peso en aquella época. En aquel momento Adolfo Suárez era presidente del
gobierno y en la cena se habla de la situación de España. Entonces Senillosa,
que era un hombre muy arrogante, dice, dirigiéndose a Tarradellas: «Pero
President, si tenemos un presidente de España que no ha leído un libro nunca».
Tarradellas le respondió: «Y esa suerte tenemos, porque imagínese si además
lee».
En
el último libro publicado sobre Adolfo Suárez —Puedo prometer y prometo, de
Fernando Ónega (Debate, 2013)—, en su página ciento veintiocho, después de
describir lo bien que se entendieron finalmente Adolfo Suárez y Josep
Tarradellas (entonces presidente de la Generalitat en el exilio), su autor,
refiriéndose a la situación actual en Cataluña, opina: «nunca entenderé por qué
se ha roto aquel entendimiento. Tiendo a pensar que en algún momento España y
Cataluña perdieron aquellos hombres de Estado». ¿Es, a su modo de entender,
real esa diferencia entre los políticos de la Transición y los actuales?
Ese
tema me tiene ya harto. Ahora parece que los padres de la Transición fueron
unos políticos acojonantes. Mire usted: los padres de la Transición eran
absolutamente impresentables. Lo que pasa es que la cosa salió bien. Le pongo
un ejemplo: Miguel Roca Junyent. Este señor consiguió arruinar prácticamente a
todo el mundo que se implicó en la campaña política más derrochadora de la
historia de España, que fue la de la Operación Reformista. Y todo para no
conseguir salir elegido ni él. Solo sacaron un diputado en todo el país.
Cuando
en 1976 Adolfo Suárez, que aún no era presidente del Gobierno, defiende ante
las Cortes franquistas el Proyecto de Asociación política, pronuncia un gran
discurso. En tu libro destacas un trozo que tiene mucho significado: «Pensar, a
la altura de 1976, que la eficacia transformadora del sistema no ha sido capaz
de fundar sólidas bases para acceder a las libertades públicas es, señorías, tanto
como menospreciar la gigantesca obra de ese español irrepetible al que siempre
deberemos homenajes de gratitud y que se llamaba Francisco Franco». ¿Qué
opinión le merece ese fragmento?
Ese
es un texto de Fernando Ónega dictado palabra a palabra por Torcuato Fernández
Miranda. El texto es genial, fruto de la privilegiada mente de Torcuato. Adolfo
Suárez, hasta que se celebra el referéndum sobre la ley para la reforma
política de diciembre de 1976, no es más que una marioneta inteligente en manos
de Torcuato. La ruptura se produce en enero. Cuando gana la consulta popular
Adolfo Suárez decide: «ahora me toca a mí». Ya ha aprendido. Ha, por así decir,
terminado el máster. Entonces es cuando se celebra en el palacio de la Zarzuela
aquella comida del Rey, Suárez y Fernández Miranda en la que este último nota
que está perdiendo pie.
Usted
cuenta en su biografía de Suárez que después de esa comida, a la que había
asistido también la Reina y las esposas de los dos políticos, y acompañados de
la hermana del Rey, doña Margarita, y su esposo, que se incorporaron a los
postres, pasaron a otra sala a ver una película. Entonces, cuando se acababan
de apagar las luces —según su relato—, se oyó la voz de Suárez que decía:
«¿Pero cómo no voy a estar agradecido a Torcuato? Sería entonces un malnacido».
Torcuato
Fernández Miranda se indignó cuando leyó ese relato aquel día que lo visité en
su chalet de Somió. «¿Quién le dijo esto?», me suelta. Y yo le pregunto: «¿Es
mentira?». Y él: «No, no, pero es que yo ni me acordaba de la película. ¿Quién
se lo contó?».
Claro,
pero ocurre que en aquella sala solo había ocho personas. Los cuatro
matrimonios.
Bueno,
y el cámara que proyecta la película.
[Gregorio
Morán se ríe satisfecho por el hecho de mantener sus fuentes en secreto,
después de más de treinta y cinco años, y saber que muchos, entre ellos el
entrevistador, quisieran conocerlas].
¿Qué
significó para Adolfo el general Andrés Casinello en aquellos primeros años de
la Transición?
Casinello
había estado en los servicios secretos del almirante Carrero Blanco y luego a
las órdenes de Arias Navarro. Andrés Casinello fue una figura importante de la
Transición.
Se
ha escrito que Andrés Casinello, en 1974, cuando estaba en los servicios
secretos de Franco, facilitó los pasaportes a los socialistas —entre ellos a un
joven llamado Felipe González— para acudir al congreso de Suresnes (Francia). Y
que influyó sobre ellos para que tuvieran una actitud pacífica y negociadora
durante la Transición.
Eso
no me lo creo. Los servicios secretos de Franco tenían dos obsesiones: el PCE y
Gil Robles. Cualquier conexión democristiana era más peligrosa —para los
servicios secretos— que los socialistas. Al PSOE no le hacían ni puto caso. Es
alucinante cómo se cuenta, pasados unos años, la historia. Mire, le voy a poner
un ejemplo. Hace unos años conocí a unos chicos que iban contando que su padre,
que tenía mi edad, era el encargado durante el franquismo de pasar por el
puerto de Pajares, entre Asturias y León, a Felipe González. Yo me quedé de
piedra. Según estos muchachos su padre facilitaba —como si hubiera en el puerto
de Pajares una frontera muy vigilada por los cuerpos de seguridad— las visitas
a los mineros asturianos de González cuando venía de Madrid. Yo he pasado por
Pajares miles de veces y nunca ha habido allí ni una pareja de la Guardia
Civil. Además, si la hubiera habido, no habrían conocido a Felipe. Pues ahora
la gente va y se inventa la clandestinidad donde no la hubo. Yo asistí como
periodista al XXVII Congreso del PSOE que se celebró en Madrid en diciembre de
1976. El partido aún no era legal. Pero ellos celebraron tranquilamente su
congreso en un hotel madrileño. Allí vi a Olof Palme, a Willy Brandt a
Altamirano, el chileno… Y la policía no entró a detener a nadie.
¿Es
verdad que Andrés Casinello pasaba información sobre Arias Navarro a Suárez?
Se
la pasaba a Torcuato que era el analista, el que sabía manejar los tiempos de
la defenestración de Arias Navarro. El viaje del Rey a EE. UU. lo organiza Torcuato.
¿El
Rey no participaba en toda aquella estrategia para quitarse de en medio a Arias
Navarro?
El
Rey no tenía talento para todo aquello. El Rey tiene un talento borbónico, es
decir: muy limitado. Lo ha demostrado reiteradamente, no es una calumnia.
Además de que históricamente no hubo ningún Borbón con talento. Se les dieron
bien —porque eran reyes— las mujeres, la caza, etc… El dinero incluso. Pero
para la política nunca tuvieron mucho talento.
He
leído en varios libros sobre Suárez la expresión «si Graullera hablara».
José
Luis Graullera se llevó muchos secretos a la tumba. Era el hombre de los
secretos. En aquellos años la impunidad era mayor. Si alguien hubiera insinuado
entonces que Graullera tenía que pasar por los tribunales, seguro que Adolfo
hubiera dicho: pero bueno, y para qué están los tribunales. Acto seguido habría
encargado a Pérez Llorca, «el zorro plateado», que se encargara del asunto.
José
Luis Graullera se vio implicado en el juicio contra Mario Conde.
Lo
que hundió a Conde fue su intención de echar un pulso al Estado. En la escalada
de ambición de este tipo de personaje hay un momento que pierden la noción de
los espacios. Y el Estado es una mierda, sí, pero como enemigo es implacable.
Gregorio
Morán para Jot Down 3
Hay
una famosa carta que usted reproduce íntegra y en castellano en su biografía de
Suárez de 2009. Me refiero a la que presuntamente envió el Rey al Sha de Persia
pidiendo diez millones de dólares para la UCD, el nuevo partido de Adolfo
Suárez. Esta carta aparece citada también en Los que le llamábamos Adolfo, el
libro del periodista Luis Herrero (La esfera de los libros, 2007). ¿Se financió
de este modo la creación de UCD?
Según
Suárez en su partido no entró ni un duro proveniente de esa fuente. Tuve que comprar
el libro —The Sha and I de Asadollah Alam, un antiguo ministro de Reza Pahlevi—
en el que aparece esa carta. lo compré en EE. UU. Y gracias a mi mujer, que
traduce del inglés, realicé la transcripción en castellano.
Pero
hay diferentes versiones sobre las fuentes de financiación de la UCD. Se habla
de Irán, de Arabia Saudí, de los bancos españoles, de la CIA…
Hay
un nombre importante en este asunto, el de Prado y Colón de Carvajal, el amigo
del Rey. Este señor, que era un personaje absolutamente increíble, es otro que
se ha llevado muchos secretos a la tumba. En mi libro cuento que se aprovecha
de que Suárez no habla inglés para confundirlo con los millones y los miles.
Es
muy importante, hablando de la financiación, el dinero que se pone para liquidar
a Suárez. Llega un momento en que la CEOE, y a su cabeza Ferrer Salat, piensa
que Adolfo Suárez es un peligroso izquierdista, que es capaz de pactar con el
PSOE, o peor, con el PCE. Recuerdo haber hablado de este tema con Ferrer Salat
en el 79, cuando preparaba el primer libro sobre Suárez. Entonces estaban muy
amedrentados porque Adolfo Suárez había ganado las elecciones. Ahí se monta la
conspiración para acabar con Suárez desde dentro del partido. Comenzaron a
decir que los iba a llevar a la ruina. Curiosamente se decían entonces de
Suárez cosas parecidas a las que hoy se dicen de Mariano Rajoy. Pero con la
diferencia de que Rajoy tiene mayoría absoluta y es gallego —que eso es
importante— y no les hace ni puto caso.
Entonces
Suárez no dimite, sino que lo hacen dimitir. ¿Es así?
Absolutamente.
Entre la derecha, el ejército y el Rey, se lo cargan.
La
historia de que los generales le ponen a Suárez las pistolas encima de la mesa
¿es verdad o una leyenda?
Es
verdad, pero no literalmente. No hay pistolas. No es exactamente así. Eso de
las pistolas forma parte del guión tipo Hollywood de la Transición. Se celebra
una comida en el Palacio de la Zarzuela. Adolfo Suárez no sabe que se va a
celebrar. El Rey lo invita a última hora y se encuentra allí con la cúpula
militar. Suárez se mosquea mucho. En un momento dado el Rey se levanta y dice:
voy un momento al lavabo. Y los deja solos. A los militares y a Suárez.
Entonces los militares le dicen que no están dispuestos a consentir que la cosa
continúe así. En ese momento sí hay alguno que hace metáforas con la palabra
pistola. Pero no llegan a sacarlas, no era necesario. Hubiera sido algo
absurdo. Hay que decir —haciendo un inciso— que Suárez tiene tropecientos
defectos, pero hay que reconocerle algo que demostró siempre: una valentía
inigualable. Muy superior a la de esos mando militares. Si es algo referente a
la inteligencia o al talento, se le puede cuestionar. Pero la cuestión
testicular la tenía muy bien colocada. Cuando el Rey volvió, el almuerzo continuó.
Pero Suárez tenía ya bastante claro que había llegado a un punto de no retorno.
¿Eran
conscientes el Rey y Torcuato Fernández Miranda de que tenían poco tiempo para
llevar a cabo la Transición? Lo digo porque si se analiza una cronología de
aquel periodo todo transcurre con mucha rapidez.
La
Transición empieza con la muerte de Franco, en noviembre del 75, y termina con
la victoria en la elecciones generales del PSOE de octubre del 82. Es verdad
que, sobre todo en su primera parte, la Transición va bastante rápido. Había
que contentar a los diferentes sectores, principalmente a la izquierda. Una de
las cosas más curiosas que ocurren entonces es lo que podíamos calificar de los
engañadores engañados. Es decir: Adolfo Suárez y la derecha pensaban que el poder
de la izquierda era acojonante. Carrillo tiene el talento de convencer a Suárez
de que él puede poner en la calle a miles y miles de activistas. También le
ofrece —en aquella primera reunión clandestina— que a partir de la
legalización, el PCE será capaz de frenar cualquier movimiento
desestabilizador. Pero, le dice, siempre que ocurra algo tendrás que avisarme a
mí. Fíjese qué astucia la de Carrillo. De ese modo se convierte en un
interlocutor privilegiado. Suárez terminará dándose cuenta de que a la postre
dicho intermediario no le sirve para nada. Porque Carrillo controlaba poca
cosa. Y sobre todo después de las elecciones generales de junio del 77, en las
que el PCE pasa a ser un partido más (veinte diputados y un nueve por ciento de
votos). Entonces todo cambia.
¿En
qué consistió el llamado «El pacto de los editores», ese acuerdo para no
publicar informaciones que podían comprometer o perjudicar al Rey y a la
monarquía que tuvo vigencia durante la Transición? ¿Continúa en vigor ese
pacto?
Yo
no creo que, como parece indicar la expresión, los editores de los medios de
comunicación más importantes de la época se reunieran y acordaran nada.
Sencillamente se produciría en algunos casos una llamada de Zarzuela para decir
a un editor (o dueño de medio de comunicación) lo que tenía que hacer en un
momento determinado. Era obvio que el Rey era una figura intocable. Por lo
tanto no se podían sacar informaciones sobre él. En una medida semejante a lo
que ocurre ahora. Es decir: que si hay un reportaje en el que el Rey aparece en
una situación no decorosa o comprometida, llamaran desde Zarzuela a un
millonario para que simplemente compre esas fotos. Así se arreglan las cosas.
Hablemos
del papel de la prensa y el resto de medios durante la Transición. ¿Hasta qué punto
cumplió con su función de control al poder?
Visto
desde la perspectiva de hoy, diciembre de 2013, la prensa de la Transición era
lo más audaz y temerario que uno se puede imaginar. Porque ahora ya no se puede
decir absolutamente nada. En la Transición hay varios periodos. El anterior a
las elecciones de junio del 77 es un periodo interesante. No porque se pudiera
decir de todo, sino porque todo era muy raro. Por ejemplo: a mí me detienen por
aquel asunto del comisario Conesa. Y la detención ocurre en la misma redacción
del periódico, Diario 16. Nunca tuve del todo claro por qué me habían detenido.
Luego supe que el general Milans del Bosch estaba detrás. Me llevaron a la
calle del Reloj número cinco, donde había entonces un famoso sitio de torturas.
Pero no ocurrió nada. Había un policía que me hizo los papeles y allí me quedé.
Luego, delante del juez, pregunté que por qué había tenido que pasar allí la
noche. «Mire, yo no lo sé —me dijo el militar togado— yo lo único que le puedo
decir es que mi general Milans del Bosch me dijo: “quiero a ese chaval (que no
debió decir chaval sino ‘ese hijo de la gran puta’) aquí mañana a las nueve”».
A las nueve del día siguiente firmé y me marché.
Gregorio
Morán para Jot Down 4
En
la página web de la Fundación March se puede consultar el Archivo Linz de la
Transición española. En ese archivo se guarda la noticia que el diario El
Alcázar publicó el 21 de mayo de 1977 sobre su detención. Le leo, por lo
curioso que hoy resulta, el final de la noticia: «El tribunal que entiende el
caso planteado abrió proceso contra Gregorio Morán el pasado 10 de mayo que se
encuentra en estos momentos en libertad condicional, tras haber pagado una
fianza de doscientas mil pesetas. El señor Conesa pide una indemnización de
veinte millones de pesetas, pues estima que la publicación le ha perjudicado
una operación que mantenía con la editorial Planeta». Parece que con su
reportaje en Diario 16 fastidió el negocio de este señor para publicar algo en
Planeta.
Sí,
claro, seguro que tenía ya hablado con la editorial la publicación de un libro.
Puede que para contar la liberación de los generales secuestrados por el GRAPO,
el grupo terrorista. No lo sé. El periodismo durante la Transición no se puede
afirmar de forma categórica que fuera más libre. Sí que fue más caótico. Había
más posibilidades. Por ejemplo me acuerdo de lo que entonces era ser fotógrafo
de prensa. Entonces había una cantera magnífica de fotógrafos. Es verdad que
luego la trayectoria que han seguido algunos de esos fotógrafos fue curiosa.
Por ejemplo yo me acuerdo de que el fotógrafo más audaz —no el mejor
técnicamente, pero sí el más valiente— era Alfonso Rojo. Entonces Alfonso era
mi fotógrafo y además era el representante de la CNT. Vete a recordárselo
ahora. Y nos metimos en unos líos tremendos. Porque entonces investigaba yo las
tramas ultraderechistas y ese es un tema delicado.
¿Eran
los GRAPO un grupo terrorista organizado por la ultraderecha? Se argumenta esta
posibilidad en El zorro Rojo (una biografía de Santiago Carrillo recientemente
publicada por Paul Preston). Dice Preston (Página 298) que tres ministros
(Gutiérrez Mellado, Martín Villa y De la Mata Gorostizaga) estaban convencidos
de ello. Los secuestros de Antonio María de Oriol y Urquijo y de Emilio
Villaescusa, que fueron reivindicados por el GRAPO, serían junto con los
asesinatos de los abogados laboralistas del despacho de la calle Atocha, y
siempre según esa teoría, esfuerzos de la ultraderecha para desbaratar la
Transición.
Hombre,
después de lo de Pio Moa… El que redactaba los comunicados del GRAPO era el hoy
escritor Pio Moa. Hay historias paralelas muy interesantes. ¿Sabía usted que
los archivos del Movimiento Nacional se quemaron? Pues esta es una de esas
cosas interesantes que poca gente sabe. Martín Villa ordenó en 1977 que se
prendiera fuego a todos aquellos papeles. Con lo que, por ejemplo, toda la
información sobre confidentes e infiltrados se la llevaron las llamas. En
Barcelona se conoce la fábrica en la que se quemó todo. Eran mucho kilos de papel.
Yo he trabajado (investigado) en los archivos de la administración que hay en
la calle Alcalá, pero lo más interesante no está allí. Uno de los rasgos más
característicos de la Transición es que se amnistiaron a sí mismos. Yo fui
militante clandestino durante un montón de años. A mí me hubiera gustado saber
qué confidente tenía yo. Yo sabía que había alguien de mi entorno que pasaba
información sobre mí. Si esos archivos no se hubieran quemado, habría sabido
quién fue. Pero siempre me quedaré con la duda. El GRAPO no fue una invención
policial. Lo que si hubo fue lo que podríamos llamar una instrumentalización
del GRAPO. Los integrantes del GRAPO venían de Galicia y eran claramente unos
pringados a los que manipularon.
¿Infiltró
la extrema derecha a alguien en los GRAPO?
No
se podía meter a un agente de extrema derecha en un grupo como aquel. En los
movimientos subversivos se puede infiltrar un agente, pero debe ser alguien que
en apariencia sea más radical que los que ya están dentro. Recuerdo el caso del
Lobo, el famoso infiltrado en ETA. Recuerdo que en aquella época había muchas
detenciones y a mí se me había encargado por el partido que documentara
aquellos arrestos. Hoy lo de ETA parece una leyenda viva, pero las situaciones
que se daban entonces eran para partirse de risa. Al comando en el que estaba
infiltrado el Lobo, después de cometer varios atentados, no se le ocurre otra
genialidad que convocar al infiltrado a una reunión en el Paseo Rosales de
Madrid. Van y le dicen: «Oye, estamos sospechando que tú eres un confidente»,
el Lobo va y responde como ofendido: «¿Cómo? ¿Que sospecháis de mí? Pues a
partir de ahora estoy fuera. Vosotros decidiréis qué vais a hacer conmigo. Yo
con esa sospecha no estoy dispuesto a seguir. Quedo a la espera de vuestra
decisión». Esa noche no quedó ninguno, los detuvieron a todos. La policía se
los llevó a todos ellos a comisaría. Claro. Por gilipollas.
En
el reciente libro del historiador Paul Preston sobre Santiago Carrillo, El
zorro Rojo, su último capítulo lleva el llamativo título de «De enemigo público
número uno a tesoro nacional 1970-2012». Carrillo, en 1974, decía cosas como
que «Juan Carlos es una criatura de Franco…» y que no había más salida que la
República. Entonces decía públicamente que era necesaria la ruptura
democrática. «¿Qué realismo es ese que se imagina el paso de una dictadura
fascista a una democracia sin que medie una verdadera revolución política?» es
otra de sus frases de la época. ¿Cómo cambió tanto en tan poco tiempo para
aceptar la petición de un enviado de Juan Carlos de Borbón (Nicolás Franco) de
mantener la calma cuando se produjera el «hecho sucesorio» y luego para aceptar
la propuesta de Suárez de renunciar a la bandera y a la República a cambio de
la legalización?
Es
una cuestión bastante compleja porque ahí se mezclan, como en todo, elementos
personales. Cuando éramos jóvenes dábamos poca importancia a los elementos
personales y pensábamos que las coyunturas, las crisis, los contextos, etc…
tenían más trascendencia. Vamos a ver: la legalización del PCE es un acuerdo al
que llegan Adolfo Suárez y Santiago Carrillo solos. Sin el Rey y sin Torcuato.
Para entender la legalización del PCE los elementos personales son
fundamentales.
¿Entonces
no es cierto que el Rey habló con Ceaucescu, el Presidente de Rumanía, que
tenía buena relación con Carrillo?
Eso
es verdad, pero había ocurrido mucho antes. Es verdad que el Rey mandó a Prado
y Colón de Carvajal a hablar con Ceaucescu. Lo que el Rey quería durante todo
aquel periodo previo a la legalización era que el PCE aceptara un cambio de
nombre, que se hiciera la legalización a la griega. En Grecia el partido
comunista había participado en la Guerra Civil y se le dejó luego participar en
política, pero con otro nombre. Algo así como Agrupación Democrática de
Izquierdas. Esa fórmula al Rey le gustaba mucho porque de ese modo, quitándose
de encima la palabra comunista, eliminaba la presión de los militares. Además a
los EE. UU. también le hubiera gustado mucho que se hiciera así. Es decir:
había muchas opiniones que coincidían en que había que legalizar el Partido
Comunista pero sin que fuera el Partido Comunista. Ahora —treinta y cinco años
después—, cuando analizo estos asuntos, me doy cuenta de la importancia de los
aspectos personales. Carrillo, entonces, cuando vuelve a España, tenía ya una
edad, casi setenta años. Aquel que pasa por delante de él es el último vagón
del último tren. En mi libro Miseria y grandeza del Partido Comunista de España
cuento que Carrillo, al morir Franco, sabe que ese tren se ha puesto en marcha.
Entonces reúne en París a su cúpula, la del PCE en el exilio —catorce personas—
y les dice: « Todos tenéis que volver a España». Les dice que él también va a
volver. Le sugieren un debate, pero él dice que no hay nada que discutir, que
«a volver todos». Recuerdo que yo tuve que recoger desde dentro de España a
muchos de ellos, modestos funcionarios de la revolución, que venían acojonados.
Treinta o cuarenta años sin pisar España y regresaban con mucho miedo. Entonces
Carrillo fuerza las situaciones. Monta una rueda de prensa en la calle Atocha
de Madrid (noviembre de 1976) con muchos periodistas presentes. Rueda de prensa
con la que busca ser detenido. Quiere que lo detengan porque si eso no ocurre
sabe que va a quedar en ridículo. Si no lo detienen significa que no es
peligroso, que no tiene poder. La detención es pura parodia. Martin Villa,
entonces ministro de Interior («de Gobernación» se llamaba entonces al cargo),
le ofrece un pasaporte para volver a París. Carrillo se niega y, claro, lo
meten en la cárcel. Pero no pasa fin de año en la cárcel. Entonces viene la
negociación con Suárez.
La
negociación se tuvo que realizar en el más absoluto secreto. El Rey no se podía
enterar porque estaba en contra de la legalización tal y como se hizo. No solo
era contrario el Rey, sino todo el gobierno y por supuesto los militares.
Y
Torcuato Fernández Miranda también era contrario a la legalización, ¿no?
Lo
de Torcuato es curioso. Torcuato —me lo dice a mí en las conversaciones que
mantuvimos para la biografía de Suárez— era partidario de la legalización del
Partido Comunista, pero a su ritmo. Y quiere ser él el que se entreviste con
Carrillo en Madrid. Le sentó mal que Suárez se le adelantara. Su argumento era
que un presidente del Gobierno no debe encontrarse con un dirigente de un
partido ilegal, pero que él sí hubiera podido hacerlo. Entonces él era el
presidente de las Cortes, con lo que opino que su argumento era bastante débil,
pues él también era el representante de una institución del Estado. De ahí el
cabreo de Torcuato cuando se entera de la reunión secreta de Suárez con
Carrillo. Aquí entra José Mario Armero como intermediario entre Suárez y
Carrillo. José Mario Armero era un informador de los Estados Unidos.
Se
dijo que José Mario Armero era un agente de la CIA.
No.
Un simple agente de la CIA puede ser un pringado. José Mario Armero era alguien
más importante, informaba directamente al Departamento de Estado de los Estados
unidos.
Vernon
Walters fue entre 1972 y 1976 director adjunto de la CIA y llegó a
entrevistarse con Franco. ¿Tuvo Armero relación con él?
Claro.
José Mario Armero era amigo de Vernon Walters. Armero es el que monta el
encuentro de Carrillo y Suárez. Y visto desde hoy podríamos decir que fue como
una reunión de Anna Magnani con Sophia Loren. Dos actrices soberbias, dos
vedettes. La conversación duró muchas horas. Me contó José Mario Armero que
tuvo que mandar a su mujer a comprar algo para que comieran porque la cosa se
alargaba. Ellos estaban a lo suyo, contándose su vida, sus batallas. Amor a
primera vista.
Gregorio
Morán para Jot Down 4 b
Parece
ser que Suárez, en aquella primera reunión, ejercitando su capacidad de
seducción, le dice a Carrillo: «En España hay dos políticos: usted y yo».
Hay
que decir que pasaron al tuteo a la primera de cambio. Allí nació una amistad.
El pacto fue muy sencillo. Carrillo le dijo a Suárez que no podía cambiar el
nombre del partido, pero que si le legalizaba el PCE, podía aceptar la
monarquía y la bandera y comprometerse a controlarle cualquier movilización o
revuelta callejera. Fíjate si Carrillo cumplió lo pactado con Suárez que
recuerdo un mitin del PCE en la plaza de toros de Las Ventas, durante los
primeros años de la democracia, en que a unos chicos se les ocurrió sacar una
bandera republicana. Pues llegó la seguridad del propio PCE y los forró a
hostias. Había órdenes estrictas.
¿Y
es verdad eso de que Carrillo llegó a decir al resto del Comité Central del PCE
que no les podía contar lo que había hablado con Suárez porque era secreto de
Estado?
Sí,
eso es así. Pero no era la primera vez que actuaba de ese modo. Carrillo le
cuenta la reunión con Suárez solo a dos militantes. Pero se la cuenta a su
manera. Carrillo, veinticuatro horas después de hablar con Suárez, convocó al
Comité Central y les comunicó los cambios (bandera, monarquía…). Aquello fue
una demostración impresionante de poder para Suárez. Carrillo estaba cambiando
cincuenta años de historia del PCE en un día. Con el miedo que se tenía a los
comunistas, Suárez quedó encantado al ver cómo Carrillo manejaba aquello.
Carrillo liquidó en aquel momento el partido, claro, pero eso a Suárez le
importaba un comino. Suárez y Carrillo pactaron hasta las fechas. Buscaron una
fecha idónea, la Semana Santa. Y en ese día pactado, Suárez hace exactamente lo
mismo que Carrillo: no se lo comunican a nadie. Suárez solo avisa, pero sin
desvelar de qué. Pide que el viernes por la noche haya alguien de guardia en
información para que todos los medios de comunicación puedan recibir una
noticia por si acaso ocurre algo. A Martín Villa, como ministro de interior, se
lo cuenta una hora antes. No consulta con nadie. Hace lo mismo que Carrillo.
El
Rey se pilló un cabreo monumental. Porque tampoco sabía nada. A partir de ese
momento comienza la caída de Adolfo Suárez. Fernández Miranda tampoco tenía ni
idea. Y tres años después, cuando me entrevistaba con él para el libro de
Suárez, me hizo gracia que, argumentando a favor de que debía haber sido él
quién se entrevistase con Carrillo, utilizase además el hecho de que Carrillo y
él eran de Gijón. Como si fuera importante para el éxito de la negociación el
que los dos fueran de la misma ciudad. Es curiosa la ingenuidad que a veces
muestran las personas más inteligentes y calculadoras.
En
la página cuatrocientos ochenta de las memorias de Teodulfo Lagunero (Umbriel)
cuenta que él concertaba los contactos de Carrillo con políticos del
franquismo. Fue Lagunero quien le presentó a José Mario Armero en París.
Carrillo le pidió a Lagunero que en un viaje a Londres contactara con Fraga
Iribarne, que entonces era embajador allí (lo fue en el periodo 73-75). Parece
ser que Fernando Morán, que luego fue ministro de exteriores con Felipe
González y entonces era cónsul en la misma embajada de Londres, le quitó la
idea de la cabeza. Le dijo que Fraga quería ser quien liderase —dentro del
respeto a las ideas franquistas— el proceso «democratizador» después de Franco
y que no estaría interesado en ver a Carrillo. ¿Sería este un buen ejemplo del
poco interés que los líderes del franquismo reformista tenían entonces, al
principio, de escuchar a los líderes de la oposición demócrata?
Yo
del inefable Lagunero me lo tomaría todo entre comillas. El papel de Lagunero
fue absolutamente residual. No fue él quien puso en contacto a Carrillo con
José Mario Armero. Si este último se entera de que el primero lo fue contando,
se levanta de la tumba y lo mata. Lagunero era un señor del sur que ganó mucho
dinero. Carrillo lo utilizó para la intendencia. La casa donde veraneaba
Lagunero en Cannes era un sitio idóneo para celebrar reuniones al más alto
nivel. Lagunero, políticamente hablando, no hace absolutamente nada más que
servir de palanganero. Fraga no quiso ver a Carrillo porque le daba miedo.
Pero, mucho antes, en el periodo de Arias Navarro como presidente del Gobierno,
se celebró una reunión entre la gente de Fraga y algunos representantes del
PCE. Se celebra esa reunión en la librería Turner, en la calle Génova.
Representando al PCE acuden Armando López Salinas y otro que no recuerdo. Y por
parte de lo que empezaba a ser Alianza Popular estuvo presente Pérez Escolar
entre otros.
En
referencia a Fernando Morán hay que decir que el que quería ser la gran figura
era él mismo. La ambición de Fernando Morán era ilimitada.
Y
el problema de Fraga era el concepto tan alto que tenía de sí mismo. Igual que
Suárez tenía un concepto muy pobre de su persona, Fraga era lo contrario. Fraga
era Fraga. Yo nunca conseguí hablar con Fraga sobre Suárez. No quería. Suárez
(como presidente de Gobierno) era una humillación para Fraga. Que no lo
hubieran escogido a él y sí a Suárez —al que despreciaba intelectual y
profesionalmente— era algo que no podía soportar.
[En
un momento de la entrevista Gregorio Morán apunta un nombre en mayúsculas sobre
una servilleta. Pasada casi una hora interrumpe al entrevistador].
Hace
un rato he apuntado un nombre que me parece clave para entender la Transición.
Me refiero a Navalón, Antonio Navalón.
¿Por
qué le parece que Antonio Navalón es un personaje clave de la Transición?
Yo
tengo el único libro que escribió Antonio Navalón de verdad. Me refiero al
primero, que es una especie de homenaje a Suárez publicado cuando es
presidente. Es un libro alucinante. Debió vender tres ejemplares y uno de ellos
es el que tengo en casa. Navalón es clave porque estuvo en todo. Estuvo primero
con Suárez. Es luego el hombre clave de Boyer en la liquidación de Rumasa.
Además —tome nota— trabajaba para Ruiz Mateos cuando aquello se produce. Es
pieza clave de aquella expropiación. Navalón entra luego como subsecretario en
el BOE cuando Solchaga es ministro de Economía. Es el hombre de Mario Conde en
algunos asuntos muy polémicos. Ahora es el representante del grupo PRISA en
México. Y lo último que ha descubierto es que es judío. Lo que le faltaba a
Navalón acaba de ocurrir: ¡ahora ha descubierto que es judío! La verdad es que
Navalón es un apellido judío. Resulta que su hermano es un rabino influyente en
la comunidad judía de Nueva York. Navalón ha estado en todo: la UCD, el PSOE,
el PP. Navalón es puro sistema.
Gregorio
Morán para Jot Down 5
En
1984, en Toledo, en un lugar llamado San Juan de la Penitencia y promovido por
la Fundación José Ortega y Gasset, la clase política y algunos historiadores se
reunieron para definir —según dices en un artículo— cómo debía pasar a la
historia la Transición. En 2007 se funda la Asociación para la defensa de la
Transición que comienza presidiendo el teniente general Andrés Casinello. Los
firmantes de la escritura fundacional son Andrés Cassinello, Rafael Ansón,
Aurelio Delgado, Ignacio García López, José Luis Graullera, Ernesto Jiménez
Astorga, Eduardo Navarro y Manuel Ortiz, los más cercanos a Suárez. En 2000
(veinticinco aniversario), el congreso concedió cuatrocientos millones de
pesetas y se creó una comisión para estudiar históricamente la Transición. ¿Por
qué hace falta defender tanto la Transición?
Hombre,
porque la Transición fue un negocio fabuloso. Lo que pasa ahora es que la
empresa ha quebrado, pero entonces fue un gran negocio. La Transición es una
operación que se realiza entre muy pocas personas. Y todos ganan. Unos ganan
más que otros, pero todos ganan. Ganan todos los que participaron, no me
refiero a la población. Y ganan mucho. Por ejemplo Carrillo. En sus últimos
años Carrillo parece un senador romano. La gente iba a verle como si fuera a
ver a san Pablo. Todos se quedaban admirados ante él: «qué señor, qué bien se
expresa, que humildad, que sencillez». Eso exclamaban al verlo. Cuando en los
últimos años veía a Carrillo se me revolvían las tripas. Ver a un señor que
conoces muy bien, que sabes que es capaz de lo peor y verlo convertido en un
abuelo encantador. Pues imagínese lo que pasaba por mi cabeza.
¿Por
qué siempre que se ha intentado debatir sobre la Transición a lo largo de estos
años se ha acabado en los insultos? Por ejemplo Javier Tusell y Javier Pradera
contra Viçenc Navarro en El País y en Claves de la Razón Práctica en 2010. O
Fernando Savater en su artículo «¿El final de la cordura?» de 3 de noviembre de
2008, en El País, donde termina escribiendo: «Ahora veo derribar la cárcel de
Carabanchel, en la que hace cuarenta años pasé una breve y no diré que feliz
temporada. La despido sin tanta nostalgia como muestran por ella los que no la
conocieron por dentro. Y así me gustaría ver irse también al olvido a los hunos
y los otros, como diría don Miguel, a quienes no olvidan porque su memoria
viene de la ideología y no de la experiencia. Son el peor cáncer de la España
actual, la de la crisis, el paro y la hostilidad centrífuga».
Esto
se debe a su propia mala conciencia. Yo ahora publicaré un libro, un folleto de
unas ochocientas páginas o cosa así, en el cual cuento la Transición
exclusivamente desde el punto de vista de los intelectuales. Es un libro que abarca
desde el 62 hasta el 96. Ahí aparecerán muchas de estas manifestaciones. Todos
estos eran más que radicales al comienzo y durante la Transición. Es el golpe
de estado del 23 de febrero de 1981 lo que los conmociona y los convierte a
todos en simpatizantes del PSOE. No se quiere revisar ese periodo histórico, lo
que se llamaría el tardofranquismo, los últimos años de Franco y los primeros
de la democracia, porque las cosas que se dijeron eran una bestialidad.
Bestialidad en el sentido de que, por ejemplo, había algunos que eran
partidarios de la lucha armada. Todo eso hasta que llega el 23-F. Después del
golpe se les baja la adrenalina, todos se acojonan e ingresan en masa en el
PSOE. Pero es que revisar la Transición, para muchos, es revisar su propia vida.
Ahí tienes a Martín Villa. Acaba de entrar en la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas un tipo que es un fascista.
De
ese asunto quería yo también preguntarle. El discurso de entrada de Rodolfo
Martín Villa en la citada Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, que
fue pronunciado el 26 de noviembre de 2013, y que se puede leer en internet ,
tuvo como título «Claves de la Transición, El cambio de la sociedad, la reforma
en la política y la reconciliación entre los españoles». En ese discurso
utiliza Martín Villa un párrafo del libro de Raymond Carr y Juan Pablo Fusi,
España, de la dictadura a la democracia, para definirse a él mismo y a los que
como él trajeron la democracia: «El factor generacional fue un componente
decididamente importante del aperturismo. Se trataba de jóvenes procedentes del
falangismo universitario, de la ACNP, o del monarquismo, nacidos hacia
1930-1940 y que por tanto no habían luchado en la Guerra Civil… Era una
generación liberal, dialogante y europeísta, convencida de que la nueva y
modernizada sociedad española de los sesenta exigía un sistema político
igualmente moderno y nuevo equiparable a las democracias occidentales. Esto no
era obstáculo para que muchos de ellos ocupasen cargos públicos, aceptasen la
legalidad del sistema y, en suma, asumiesen las responsabilidades que se
derivaban de su integración política en el Régimen. Creían en la reforma desde
dentro, no en la revolución desde fuera». ¿Qué opina de esto?
Esto
es un olvido absoluto de un fascista medular. Me afecta a las neuronas. Si eso
es así, si ellos eran demócratas ya en el franquismo, entonces los demás, los
que vivíamos en la clandestinidad, éramos gilipollas integrales. Porque según
eso lo que teníamos que haber hecho era hacernos de Falange y esperar. Claro.
Es que esto que dice Martín Villa es una auténtica ofensa generacional. Porque
es verdad que les salió bien y por eso pueden seguir escribiendo estas cosas.
Pero esto sigue siendo una mentira absoluta y escandalosa.
¿Les
salió bien? No todo el mundo está de acuerdo en que les saliera bien la
Transición. En el año 1991 se emitió un debate especial en el programa La Clave
(dirigido por el periodista José Luis Balbín) que entonces se podía ver en
Antena 3. Se tituló «500 claves de la transición» y en él se contiene una muy
valiosa intervención de Antonio García Trevijano, que a la afirmación de José
Mario Armero en el sentido de que en España sí hay democracia, argumenta que en
España lo que hay son libertades pero no una democracia auténtica y completa.
Apoya su afirmación en dos realidades: primero, el elector (por haber en España
un sistema electoral proporcional en lugar de mayoritario) no elige realmente
al representante que él quiere. «El sistema proporcional termina
inevitablemente en el gobierno de una oligarquía» dice García Trevijano. Y
segundo porque «igual que con Franco, hay un solo poder, que es el ejecutivo,
que es el que manda sobre el judicial y el legislativo». Concluye García
Trevijano manifestando que «la Transición fue un pacto y de algo así solo puede
derivar corrupción».
Les
ha salido bien a los que les ha salido bien. Les ha salido bien a los bancos y
a aquellos que capitanearon la Transición. Incluso a aquellos que tenían serias
dudas de que la Transición fuera a funcionar y temían por sus intereses. A esos
les salió que ni bordado. Fue la operación perfecta. El PSOE de la primera
etapa, por ejemplo. ¿Cómo Solchaga no va a decir que la Transición fue
modélica? Si cuando yo lo conocí era asesor de la UGT en Bilbao donde ganaba
una mierda de dinero y ahora es multimillonario. Les ha salido como Dios. Lo
que ocurre ahora con la infanta y con Urdangarin es una herencia de la
Transición. En el comienzo de la Transición hubo cosas como estas, pero no se
sabían. Vamos, las sabían solo los que las sabían, punto.
Se
publica en 2013 La Transición contada a nuestros padres de Juan Carlos Monedero
(Editorial Catarata). Según Monedero, la corrupción que sufrimos en España
viene de la Transición porque seguimos teniendo una sociedad franquista. No
hemos tenido el «antifascismo» que según Monedero «es una reclamación radical
del republicanismo democrático caracterizado por virtudes públicas que hacen,
por ejemplo, que los políticos dimitan cuando se ven inmersos en casos de
corrupción». Según Monedero ese antifascismo opera en Alemania, pero no en
Italia y en España ¿Está de acuerdo con esa visión de la Transición?
Si,
si, por supuesto. En Alemania hay una expresión acerca del nazismo que generó
mucha polémica: «El pasado que no quiere pasar». Aquí, el pasado, no es que no
quiera pasar, es que ni ha pasado. Se ha borrado incluso de la historia. Se ha
quemado.
Fuente.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178811
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MANIFIESTO 14 DE ABRIL DE 2015 DE LA ASOCIACION DE CIUDADANOS POR LA REPUBLICA DE CUENCA
El 14 de abril fue hace 84 años- y sigue siéndolo hoy con la misma fuerza, -. la reivindicación , la reclamación y la expresión de la misma esperanza de cumplimiento de un orden social, económico, político y constitucional republicano frente a todas las monarquías. El 14 de abril de 1931 fue la fiesta de una nación que comenzaba a encaminarse por la vía de la equidad, la igualdad, la fraternidad y el gobierno del pueblo.
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Hoy, 14 de abril, celebramos nuevamente el aniversario de la proclamación de la Segunda República española. Es para nosotros, en Cuenca, el octavo año consecutivo que nos reunimos los movimientos sociales en torno a esta fecha.
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Esa inmensa esperanza solo fue frustrada por las fuerzas de las oligarquías, de las potencias del capital y los intereses de los poderosos. Todos ellos creían que basta un sangriento genocidio para acabar con el viento del pueblo. No lo han conseguido. Esta inmensa esperanza tampoco pudo frustrarse con engaños de pactos y maniobras en torno a inventadas transiciones llamadas hipócritamente ejemplares cuando no eran sino acuerdos de camarillas, ejemplares sí, pero para sus privilegios. La reclamación de la dignidad de las clases trabajadoras no podrá nunca apagarse por muy protegida que esté la injusticia y la indignidad con una desinformacion sistemática y por muchas restauraciones que se disfracen de modernidad. La reclamación de Republica siempre se levantara frente el orden explotador que siempre sufre la clase trabajadora
Ni ochenta y cuatro años han podido borrar la aspiración popular, ni ninguna otra falsificación, ni otra cara en ese trono creado por Franco y las oligarquías de los poderes fácticos lo lograran nunca. Constantemente, cualquier nuevo acontecimiento, cualquier nueva crisis vuelve a sacar a la luz la necesidad del orden republicano que reclamábamos. Al contrario, el capitalismo saca cada vez de manera mas franca su odioso rostro de explotación, y las oligarquías sus odiosos manejos de corruptos. Todos ellos muestran su incapacidad por resolver los problemas si no es añadiendo sufrimiento a sufrimiento y privilegio a privilegio hasta límites que ya son dramáticos e indecentes. Necesitan, cada vez con mayor descaro e intensidad, sin ningún disimulo ya, servirse de explotación y corrupción. El símbolo por excelencia de ese sistema desigual y privilegiado – y en muchos casos no solamente símbolo sino también realidad sórdida- es la Corona. En estas circunstancias sociales agravadas hoy día, en España , burla macabra, tenemos dos reyes, por si uno solo no hubiera sido suficiente.
Compañeras y compañeros, mujeres y hombres republicanas y republicaoas, frente al privilegio y la desigualdad, hoy volvemos a salir a la calle y tenazmente volvemos a conmemorar a los que siempre han estado en esta lucha, y con tantos y tantos que perdieron la vida en el empeño continuamos con orgullo su justa aspiración y su esperanza
Viva la República.
Con nosotros
Blas de Otero
Se sentaba don Antonio
Machado.
Silencioso
y misterioso, se incorporó
al pueblo,
blandió la pluma,
sacudió,
la ceniza,
y se fue…
Anales
Jose Maria Alvarez
Juzgado, si su cuerpo
No puede ser colgado en las murallas
Como advertencia,
Invicta
Esa espantosa Sombra habrá de perseguirnos.
Para poder vvir el hombre sometiera
El liberó con su gobierno, celebrando
Corrupción y crueldad, bellaquería,
Ignorancia. Y la vileza
De su mundo, es y será la nuestra.
Pues cuanto más noble hubo en nosotros
Secó hasta la raiz, substituyendo
La fuerza bruta de sus partidarios.
Su abyección e incultura, a la Ley y norma
Y esos abismos
Del Mal, no mueren con su muerte.
Habrán de perseguirnos largos años
Como una dolorosa, una terrible
Expiación
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ver vídeo en enlace:
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LA NUEVE
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=RBDxOePswng
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Mary Harris Mother Jones
La fotografía de la viejecita de
cabello de nieve y rostro angelical se contradice con la descripción que hizo
de ella un fiscal norteamericano que, en 1902, la tildó de ser “la mujer más
peligrosa en Estados Unidos”. Las exageraciones del letrado, faldero de los
patrones mineros que prohibían las reuniones sindicales, remiten a la vida
plena de jornadas heroicas y trágicas que transformaron a la maestra irlandesa
Mary Harris en Mother (Madre) Jones, llamada también por el Senado de
USA “ la abuela de todos los
agitadores”
Mary nació en 1830, en un hogar de
militantes irlandeses; conoció el exilio muy joven, cuando su familia huyó al
Canadá, donde obtuvo su título de maestra. Ya en Estados Unidos, luego de unos
pocos meses de trabajo, renuncia al estricto convento donde dictaba clases,
porque “prefería zurcir que mandonear a niños pequeños” y se mudó a Chicago,
donde trabajó como costurera. En 1861 se casó con George Jones, un obrero
fundidor, con quien tuvo cuatro hijos. Junto a su compañero dará sus primeros
pasos en la lucha proletaria. Pero seis años después, su marido y sus hijos
mueren en una epidemia de fiebre amarilla y, en 1871, un incendio destruye su
casa y la fábrica donde trabajaba. Esta tragedia, sin embargo, no hizo más que
seguir moldeando su aguerrida personalidad: Mother Jones, organizadora
sindical, oradora electrizante y, como la describió la socialista Elizabeth
Gurley Flynn, “la mejor agitadora de nuestra época”.
Mother Jones se incorpora a la
organización semiclandestina Caballeros del Trabajo, que reunía a los sectores
más explotados del movimiento obrero -entre ellos mujeres, negros e
inmigrantes. A partir de 1890, se suma a los esfuerzos de los mineros para
fundar su propio sindicato. En 1904, ingresó al Partido Socialista y, al año
siguiente, sería la única mujer entre los veintisiete firmantes del manifiesto
fundador de la
Industrial Workers of the World (IWW), que llamaba a
organizar a todos los obreros y obreras industriales.
Los cambios sociales y económicos
que sufría EE.UU. alentaban la lucha obrera. Los empresarios se llevaban
millones de dólares a costa de la explotación más descarnada de hombres,
mujeres y niños. Las condiciones laborales imponían mutilaciones, enfermedades
crónicas y muerte. La voz de Mother Jones repicaba en las minas y las fábricas,
se amplificaba en las luchas por la jornada de ocho horas. Cuando le
preguntaban dónde vivía, decía “en cualquier parte, allí donde haya una pelea”.
Solía compartir las precarias viviendas con los trabajadores, las carpas cerca
de las minas, sin contar las estadías en comisarías, juzgados y cárceles.
Mother Jones fue una gran
admiradora de la
Revolución Mexicana de 1910 y, desde entonces, una de sus
principales actividades fue la recaudación de fondos para esa lucha y la
defensa de los revolucionarios mexicanos arrestados en EE.UU. En 1912, en medio
de una violenta huelga minera, organizó un gran movimiento solidario, que
incluía movilizaciones de esposas, hijos e hijas de los huelguistas, para rodear
y presionar a los carneros. Luego de ser arrestada, en 1913, por denunciar las
duras condiciones de trabajo en las minas, fue sentenciada a veinte años de
cárcel por conspiración. Pero su firmeza hizo que el senado del estado de West
Virginia investigara las condiciones de las minas. Finalmente, fue liberada y
absuelta para evitar mayores repercusiones. Mother Jones murió a los 100 años.
Su último pedido fue que su cuerpo fuera enterrado en el cementerio del
sindicato minero, al que le dedicó su apasionada vida de militancia obrera. El
revolucionario León Trotsky, cuando leyó su autobiografía expresó: “¡Qué
indefectible devoción hacia los trabajadores, y qué elemental desprecio hacia
los traidores y arribistas que se encuentran entre los ‘jefes’ obreros!”.
TERESA CLARAMUNT

Teresa Claramunt Creus (Sabadell, 1862 - Barcelona, 1931)
fue una dirigente anarcosindicalista catalana. Era una trabajadora del ramo
textil y fundó un grupo anarquista en Sabadell influida por Fernando Tarrida
del Mármol, con quien participó en la
Huelga de las Siete Semanas de 1883, en la que se
reivindicaba la jornada de 8 horas. En octubre de 1884 fue una de las
fundadoras de la Sección
Varia de Trabajadores Anarco-colectivistas de Sabadell, con
Ángeles López de Ayala y Amàlia Domingo impulsó en 1892 la primera sociedad
feminista española, la
Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona.
Fue detenida después de la explosión de unas bombas en el
Liceo de Barcelona en 1893, y de nuevo fue arrestada durante la represión del
Proceso de Montjuic (1896), durante el cual fue golpeada brutalmente, lo que le
dejará secuelas para el resto de su vida. A pesar de no ser condenada por
ningún delito, después del juicio fue desterrada en Inglaterra hasta el año
1898. Fundó la revista El Productor (1901) y participó activamente en las
reivindicaciones sociales de principios del siglo XX. Colaboró en La Tramuntana , en La Revista Blanca y
dirigió el diario El Rebelde durante 1907-1908.

En 1902 tomó parte en los mítings en solidaridad con los
huelguistas del metal y con los de la huelga general de febrero de 1902. Fue
nuevamente detenida después de los sucesos de la Semana Trágica de
Barcelona en agosto de 1909 y confinada en Zaragoza, donde en 1911 impulsaría
la adhesión de los sindicatos locales a la CNT y también la huelga general de 1911, lo que
le supuso un nuevo encarcelamiento. Ya muy enferma, la policía registró su piso
tras el atentado contra el Cardenal Juan Soldevila y Romero en Zaragoza, obra
de Los Solidarios, el 4 de junio de 1923, buscando pruebas que la
comprometiesen. En 1924 regresó a Barcelona, pero la parálisis progresiva la
alejó de las actividades públicas. La madrugada del 11 de abril de 1931, un día
antes de que ciudadanos de toda España acudieran a las urnas para elegir nuevos
representantes municipales, fallece Teresa Claramunt. Fue enterrada el mismo 14
de abril, el día de la proclamación de la República.
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Los republicanos españoles de la Novena compañia
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Homenaje en el Ayuntamiento de Paris a los luchadores republicanos españoles contra el nazismo : la Noivena Compañia |
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Nª 167.- Women Fighter in spain 1939
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ENTREVISTA A JOSE LUIS MARTIN RAMOS
A PROPOSITO DE SU LIBRO: " LA RETAGUARDIA EN GUERRA , CATALUÑA 1936-1937

Codirector de la
revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història
del Socialisme de la
Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia
Contemporánea en la
Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se
ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su
investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en
Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por el
inolvidable historiador Manuel Tuñón de Lara (redactó el volumen cuarto) y
publicó igualmente una Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008).
Sobre la historia del
PSUC ha publicado hasta el momento, además del libro comentado en esta
entrevista, Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra
Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002).
Su publicación más
reciente, de 2011, es Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937).
Nuestra conversación,
como se señaló, se centra básicamente en su última publicación: La reraguarda
en guerra. Catalunya, 1936-1937, La retaguardia en guerra, casi 500 páginas de
densa prosa publicadas por la editorial L’Avenç, Barcelona, 2012.
P: Déjeme
felicitarle en primer lugar por su magnífico y, ciertamente, voluminoso ensayo
(¡462 páginas de densa y documentada prosa!). Carles Santacana señalaba en un
“Quadern” de El País que, aunque pareciese imposible, un período tan atractivo
y clave como los primeres meses de la guerra civil en Catalunya no disponían
todavía de un libro que sintetizase los hechos, las interpretaciones más
fundamentales”. ¿Su libro, “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937” , pretende llenar ese
vacío? ¿Este ha sido el objetivo fundamental de su trabajo?

Nunca me lo había
planteado así. En realidad yo pretendía responder a la reiteración de tópicos e
interpretaciones sesgadas que dominan en el discurso mediático sobre la guerra
civil y también, aunque parezca mentira, en el discurso historiográfico. Más que
a un vacío yo siempre quise enfrentarme a un espacio repleto de basura
cultural. Los tópicos de Bollotten, que se parecen mucho a los tópicos que ya
escribiera Brasillach sobre la supuesta traición de los comunistas a la
verdadera revolución; los tópicos de Payne; el tópico nacionalista de “la
guerra contra Cataluña”. Y quería enfrentarme a él con la mayor cantidad que
pudiera de, por así decirlo, “argumentos de archivo”.
P:¿Y cuáles son los
tópicos de Payne?
En esencia no son diferentes a los de Bolloten, el papel
satánico y taimado del comunismo en España. No querría darles demasiada
publicidad. Ya lo hacen otros.
P:¿Podía resumir los
nudos básicos del tópico nacionalista sobre la guerra contra Cataluña?

La tesis básica es
que en Cataluña no se producía la fractura social y política que en el resto de
España. Que los catalanes habrían resuelto pacíficamente sus diferencias, si
los hubieran dejado. Que en Cataluña no había fascismo ni fascistas, de importancia.
Y que la guerra civil fue impuesta a Cataluña. Porque era una guerra contra
Cataluña como nación. Y en este punto hay un cierto desdoblamiento. Guerra
contra Cataluña desencadenada desde luego por la reacción española, por los
rebeldes, por Franco, uno de cuyos primeros objetivos habría sido precisamente
ese: la liquidación de nuestra identidad nacional. Pero guerra impuesta a
Cataluña y también en parte contra Cataluña, contra la identidad nacional, por
parte del Gobierno de la
República , de Negrín en particular. Así Carles Pi i Sunyer,
alcalde de Barcelona y luego Conseller de Cultura, en sus memorias reflexiona
sobre los errores de las batallas de Teruel y del Ebro y por qué habrían
atraído sobre Cataluña, de manera directa, las invasiones rebeldes! Marià Rubió
i Tudurí, diputado de ERC en las Cortes españolas, clamará en 1937 que aún
ganando la República
la guerra, Cataluña la puede haber perdido, etc, etc. De manera que en 1939 la
derrotada fue toda Cataluña; si claro, también la de Valls i Taberner, la de la
patronal textil, la del “Vichy catalán”….
P:Por lo demás, si
me permite una pregunta casi de primero de ESO, ¿cuándo una interpretación
histórica es un tópico desteñido e infundado?

A mis alumnos les
digo que un tópico lo es cuando se trata de una idea, una tesis, que se
mantiene por reiteración sin ningún argumento demostrativo objetivable y por
ello también criticable. En el caso de la historia, cuando se mantiene por la
fuerza de las hegemonías culturales y no por su sustento documental.
P:¿Qué nuevas
fuentes ha usado para realizar su investigación? ¿Qué importancia tienen estas
nuevas fuentes?
He utilizado las
fuentes que están al alcance de todos. Las que están en los archivos españoles:
el Archivo Histórico Nacional, el Centro de la Memoria Histórica
de Salamanca, el Archivo Histórico Militar de Ávila; el del Partido Comunista
de España, y otros. Los de Cataluña, entre otros el Arxiu Nacional de
Catalunya, el Arxiu Montserrat Tarradellas Macià. Los Archives Nationales de
Paris. El Instituto de Historial Social de Amsterdam. No sé ruso y no he podido
consultar los archivos de la antigua Unión Soviética, pero he podido aprovechar
los trabajos de Llibert Ferri y Josep Puigsech. He utilizado también
historiografía local. No es que haya encontrado exactamente una nueva fuente,
si no que he intentado trabajar a partir de la consulta directa de todos los
archivos fundamentales, que están disponibles para el investigador. Con eso ya
hay material suficiente para impugnar y superar el relato tópico. Un caso
singular es el del Instituto de Historia Social de Amsterdam; en él están los
archivos de la CNT ,
que casi nadie utiliza. Es más cómodo leerse a Federica Montseny, a Abad de
Santillán, a Borkenau, y repetir cansinamente sus argumentos. En las historias
de la guerra civil en Cataluña hay un exceso de utilización de “memorias” –
muchas veces desmemorias o simples textos de polémica ideológica – y un déficit
clamoroso de trabajo de archivo.
P:¿Y por qué cree que
es así o que ha sido así hasta el momento? ¿Por qué no se consultan apenas,
como usted mismo dice, los archivos de la CNT que están ubicados en el Instituto de
Historia Social de Ámsterdam? ¿Pereza, comodidad, son “explicaciones”
suficientes?

No se por qué no se
consultan. No hay ningún problema para hacerlo. Lo único que puedo es aventurar
algunas interpretaciones: no se consultan por que, en un tema histórico tan
abultado de escritos polémicos y de memorias, resulta más cómodo no hacer el
trabajo de archivo, que siempre es más fatigoso; y además obliga a replantearte
conocimientos incompletos, ideas preconcebidas… En nuestro país es más potente
la divulgación histórica que la investigación histórica y eso también se
refleja en una menor inversión en el trabajo de archivo.
P:Por curiosidad
laboral e intelectual, ¿cuánto tiempo le ha llevado su investigación y la
escritura del libro?
En el trabajo previo
– investigación y maduración del análisis– he trabajado desde que acabé “Rojos
contra Franco”, unos diez años; en la redacción final de esta primera parte año
y medio largo. Durante ese tiempo he ido publicando algún artículo, sobre las
patrullas del control, el frentepopulismo del PSUC, la política de Esquerra
republicana, que me han servido como “trabajos sonda”. Y un elemento
fundamental para contrastar lo que estaba haciendo y las conclusiones a que iba
llegando han sido mis alumnos de la licenciatura de Historia, de la asignatura
de Movimientos Sociales, a los que vengo explicando –en una parte del programa,
que representa una cuarta del total– la guerra civil.
P:¿Y a sus alumnos de
Historia, de la asignatura de movimientos sociales, les interesa sus
indagaciones sobre la retaguardia en Cataluña en 1936-1939? Curiosos y
singulares alumnos los suyos. ¿De dónde han salido?
Son los alumnos de
segundo ciclo de la licenciatura de Historia de la UAB. Nuestra
universidad es la única que ha tenido y mantenido, desde prácticamente su
fundación, un ciclo de asignaturas de Historia del Movimiento Obrero, que por
razones formales fue rebautizada como Historia de los Movimientos Sociales. La
asignatura, que vengo impartiendo desde hace una veintena de años es la
correspondiente a la primera mitad del siglo XX y en ella es evidente que tiene
una presencia importante la guerra de España.
P:El ensayo lleva un
subtítulo “Catalunya, 1936-1937” .
Pero la guerra, no le hablo ya de la dramática y criminal posguerra, finalizó
dos años después. ¿Prepara otro volumen acaso? ¿Qué nos va a contar en él?

Si. Mi proyecto es
sobre toda la guerra civil. Por razones logísticas decidí –fue un gran consejo
de Giaime Pala– dividirlo en dos volúmenes. El segundo, hasta la caída de
Catalunya, en febrero de 1939, espero tenerlo listo en 2013; estoy ya en su
fase de redacción. Es la etapa en la que la guerra “entra” definitivamente en
Cataluña, primero con las movilizaciones de las levas, los bombardeos, el
agravamiento de la escasez, el “retorno” de los muertos en el frente y,
finalmente, la invasión del territorio por los rebeldes; la etapa de la
instalación del Gobierno de la
República en Barcelona; la etapa de la disyuntiva entre la
persecución de una salida negociada, imposible, a la guerra y la resistencia;
de las conspiraciones políticas, también.
P:Componen el libro
un prólogo y trece capítulos (mal número aparentemente, como recordó Andreu
Mayayo el día de la presentación del libro en Barcelona). Déjeme preguntarle
por algún tema de filosofía de la historia que usted apunta en la presentación:
la historia, afirma, es un proceso de reconstrucción constante para el que
siempre hay una perspectiva nueva. Así, pues, ¿nada puede ser dicho de forma
definitiva en asuntos históricos? ¿Qué alimenta esas nuevas perspectivas?
No hago una
afirmación de relativismo histórico. Hay algunas cuestiones que si van siendo
definitivas, de la misma manera que una reconstrucción no es una creación. Pero
para mí el historiador es, siempre, incluso aunque se encerrase en una torre,
un hombre de su tiempo y por tanto su mirada a la historia es una mirada de su
tiempo; es la mirada de su ideología. El historiador no reproduce la historia,
eso es obviamente imposible; la construye, la reconstruye, la representa, con
sus conocimientos, o la selección de sus conocimientos, con su pensamiento, con
sus identidad social, incluso, en el sentido más amplio de esa identidad.
P: ¿Por qué cree que
sigue teniendo tanto interés y para tantas personas, y no sólo para los
expertos, lo sucedido en la guerra civil española?
Es el gran tema de la
historia contemporánea de España. El período de máxima aceleración histórica,
que ilumina cien años anteriores y cuyo desenlace condiciona no sé si cien años
posteriores. Como la guerra de Secesión de los Estados Unidos, el Rissorgimento
italiano o la Revolución
francesa. Fue el gran movimiento sísmico de la onda larga de la historia
española reciente. Y, para más abundancia, buena parte de sus secuelas humanas,
culturales, morales y políticas no se han superado todavía. Y como muestra un
Garzón.
P:Un Garzón es una
muestra pero sólo una muestra. ¿No hay más pruebas de esa afirmación gruesa que
acaba de trazar? ¿Tan hacia atrás estamos?

Hay muestras a
diario. El desprecio hacia las políticas de memoria; por ejemplo el manifestado
por el actual Gobierno de la
Generalitat. La exagerada importancia que se les ha dado a
publicistas mentirosos como Pío Moa, el autor que más libros ha vendido sobre
la guerra civil. Pero también y para no hacer el trazo tan grueso, el error –
en mi opinión – de la mayoría de las políticas de memoria, que se han centrado
sobre todo en la memoria del trauma, quizás por mimesis con las políticas de
memoria del Holocausto; en la memoria de la violencia, de las víctimas y de los
victimarios. Las políticas de memoria habrían de incidir mucho más en el
recuerdo de la aportación republicana a las transformaciones sociales y
culturales. No sólo hemos de recordar nuestros muertos; les haremos un mayor
homenaje si recordamos la reforma del magisterio, el CENU, las políticas
asistenciales y sanitarias… No se si estamos muy atrás, o es que todavía no
arrancamos para adelante.
P¿Se puede hacer una
historia de Cataluña durante la guerra civil, separada de la historia de España
en su conjunto?
Categóricamente, no.
Pero se puede hacer la historia de la guerra civil, de la guerra de España, en
Cataluña.
P:Discute usted
algunos de los lugares más asentados en la historiografía de aquellos años. Le
pregunto por algunos de ellos. ¿Hubo una revolución y una contrarrevolución
como a veces se ha afirmado?
Hubo una
contrarrevolución: la que empieza el 17 de julio en Marruecos, la de la
sublevación, que fue mucho más que una militarada. La sublevación que catalizó
al fascismo español. Sólo esa. Contra ella no se produjo exactamente una
revolución sino la eclosión de diversos discursos, que todos ellos se
consideraron revolucionarios, que quisieron responder a la grave
desestabilización del estado republicano y, al mismo tiempo, a la defensa ante
la sublevación. Profundizar más en esta cuestión nos llevaría a un debate sobre
el concepto y el hecho de la revolución; un concepto que es siempre polisémico
y un hecho que es siempre singular – y por tanto difícilmente preconcebido-. Y
al análisis del proceso histórico concreto, que es lo que explico en el libro y
que yo no me atrevería a resumir/simplificar. Lo que sí quiero precisar es que
resulta una sandez, por decirlo suave, considerar que sólo había un discurso
“verdadero” de la revolución y que, en todo caso, el discurso, la política del
PSUC era “contrarrevolucionario, porque no coincidía con aquel supuestamente
“verdadero” discurso de la revolución.
P:¿ Y quiénes han
mantenido eso que usted ha llamado sandez?
No me hagas dar
nombres de colegas. Es algo demasiado extendido en la literatura histórica como
para señalar a alguien de manera individualmente. Si me lo permites, para irme
del gremio citaré la novela que pretende escribir Lluís Llach.
P:¿Hubo o no en
Cataluña una situación revolucionaria de doble poder?

Nunca hubo una situación
de doble poder. Desde Pierre Broué ese doble poder se identificó en la supuesta
confrontación antagónica entre el Gobierno de la Generalitat y el
Comité Central de Milicias Antifascistas. En primer lugar el Comité fue el
producto de un pacto político ofrecido a las organizaciones obreras, y no solo
a la CNT , por el
Presidente de la
Generalitat , Lluís Companys; significó, precisamente, la
alternativa a la “revolución social” que pretendieron proclamar muy contados
dirigentes de la CNT ,
García Oliver y casi nadie más. A partir de ese pacto se produjo una dualidad
de funciones. Lo que si sucedió es que en el ejercicio de esa dualidad
funcional hubo invasiones parciales de territorio y tensiones, sobre todo en el
control de la violencia; y también, y sobre todo, una creciente incapacidad de
ambos organismos, por razones diferentes que explico en el libro, por controlar
sus propios ámbitos. Por ello, finalmente, desde finales de agosto ya se
empieza a plantear la renovación del pacto político mediante la formación de un
nuevo Gobierno de la
Generalitat , integrado por todos los que formaban parte del
Comité, y la disolución de éste. No creo que ese sea el proceso lógico de una
situación de doble poder.
P: Un tema
controvertido: la violencia en la retaguardia republicana en los primeros
momentos de la guerra. Te pregunto a continuación sobre ello. ¿De acuerdo?
De acuerdo, el tema
fue y sigue siendo muy importante.
(1).-Fuente: http://www.kaosenlared.net/especiales/item/21317-entrevista-a-jos%C3%A9-luis-mart%C3%ADn-ramos-sobre-%E2%80%9Cla-retaguardia-en-guerra-catalunya-1936-1937%E2%80%B3.html
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VIRGILIO LERET
Una vida al servicio de la República

Pero Leret no fue solo un oficial ejemplar, leal a la República , de talante
progresista y carácter abierto y familiar: además de escribir novelas, que
firmaba con el pseudónimo “El Caballero del Azul”, también fue el inventor del
primer motor a reacción, un avance que después revolucionaría la aeronáutica y
que él no pudo desarrollar, pues estaba a punto de hacerlo –su motor había
interesado al propio Azaña– cuando se produjo el golpe de estado. Su ejecución
dio al traste con el proyecto, aunque su esposa logró conservar los planos y
hacerlos llegar al gobierno inglés; a partir de ahí se perdió su rastro, si
bien no puede ignorarse que Gran Bretaña logró el motor a reacción en 1941. Tal
vez los planos de Leret ayudaron a ello.
Tras el fusilamiento de Leret su esposa Carlota O’Neill,
que había desarrollado su trayectoria feminista como dramaturga y como
directora del periódico Nosotras, fue detenida y separada de sus hijas, Carlota
y Mariela. Fue juzgada por un tribunal militar dieciocho meses después de su
detención y condenada a seis años de prisión, por saber ruso, por subversiva y
por su responsabilidad en los actos de su marido. Finalmente, al salir de la
cárcel, la esposa y las hijas de Leret consiguieron partir hacia su exilio.
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LA GESTA DE LOS GUERRILLEROS ESPAÑOLES EN FRANCIA:
VER TEXTO INTEGRO DE JEAN ORTIZ EN EL SIGUIENTE ENLACE:
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Los guerrilleros españoles en Francia: (* )
Los chantiers de preguerra
y Vichy: Solidaridad y conscripción (1939-1941).
Tras la caída de Cataluña, en enero de 1939,
miles de combatientes españoles fueron internados en los campos de
concentración del sur de Francia. Durante los meses de la primavera y el
verano, y ante los problemas derivados de la saturación de las instalaciones,
las autoridades francesas ofrecieron a los internos la posibilidad de salir de
ellas para emplearse como jornaleros en las explotaciones agrícolas vecinas[1].

Los trabajadores asignados
a las CTE tenían estipulado un salario de 0,50 francos diarios y unas
condiciones laborales reguladas por el Ministerio de Trabajo, pero no siempre
se cumplía la reglamentación al respecto. Una veces, porque los contingentes
eran considerados “comandos de trabajo” bajo vigilancia, en aplicación de la
legislación vigente sobre “extranjeros indeseables”, como ocurría, según relata
Victorio Vicuña, con los trabajadores recluidos en el campo de Vernet[3];
otras, porque los empresarios imponían sus propias condiciones[4].
Entre los destinos a los
que fueron adscritos los refugiados españoles destacaron los chantiers, lugares
donde se llevaban a cabo obras de construcción, demolición o minería, y que
abarcaban actividades que iban desde la tala de bosques para la venta de madera
y la fabricación de carbón vegetal hasta la construcción de pequeñas centrales
hidroeléctricas, pasando por la explotación de canteras.
Hubo chantiers que fueron
creados por militantes o simpatizantes del Partido Comunista Francés (PCF) para
prestar acogida a sus camaradas españoles y, en algunos casos, para contribuir
solidariamente a la financiación de las actividades del Partido Comunista de
España (PCE): En Manjou, en el departamento de Aude, funcionó una explotación
cuyo titular, el doctor Delteil, pagaba de su bolsillo los salarios de los españoles
empleados, a los que cedió el producto de la venta de todo el carbón que
pudieran fabricar a fin de que lo destinaran al sostenimiento del aparato del
PCE y, posteriormente, del XIV Cuerpo de guerrilleros. En Varilhes (Ariége), un
propietario de bosques llamado Benazet cedió a los españoles el uso de una
pequeña explotación y de un garaje. En otros casos, ciudadanos franceses, como
un tal Valisou, aceptaron figurar nominalmente como titulares de explotaciones
que, en realidad, pertenecían a comunistas españoles[5]. Estos fueron
haciéndose progresivamente con el control de un mayor número de enclaves, cuyos
réditos se destinaban, en su mayoría, al sostenimiento de los gastos del
partido. Los chantiers fueron adquiridos en unos casos con la reinversión de los
beneficios obtenidos en los ya existentes, y en otros mediante el producto de
operaciones –eufemísticamente denominadas “recuperaciones”- como la que relata
en sus memorias Vicente López Tovar:
“Un día nos informan que
los contrabandistas van a hacer un pasaje con bastante tabaco desde Andorra, en
ese momento el tabaco costaba caro, como conocíamos el itinerario preparamos
una recuperación. Nos emboscamos y cuando los vimos cargados con mulos, en un
sitio que no les quedaba más remedio que recular, tiramos algunos disparos con
los fusiles, echaron la carga por tierra y pies para qué te quiero. La venta de
este tabaco nos produjo mucho dinero, y creo que Vallador [sic] pagó el
chantier de Prayols con este dinero, este lugar nos era de gran utilidad, pues
era uno de nuestros pasajes para ir a España” [6].
Otros chantiers, como los
gestionados por el ingeniero George Thomas, servían de refugio estacional –una
vez iniciada la ocupación- para los refugiados sobre los que recaían sospechas
o para los amenazados de deportación. Estos chantiers, abiertos en septiembre
de 1940, se repartían entre Saint Nicoulau, cerca de Foix ; la Peyregade, en
Montferrier –ambos en el departamento de Ariège- ; y Mont Fourcat y
Saint-Hilaire –en el departamento de Aude-. En invierno, el equipo de la
Peyregade bajaba a Saint-Hilaire, y en primavera, los carboneros de
Saint-Hilaire retornaban a Ariège, movimientos estacionales que resultaban
útiles para obstaculizar las pesquisas policiales.
Sin embargo, no faltaban
los chantiers explotados por oportunistas que veían en el aprovechamiento de
una mano de obra que no podía revelar su estancia ilegal la oportunidad para la
obtención de elevados beneficios. A cambio de esconder a los refugiados
españoles, los satisfechos propietarios obtenían una sustancial plusvalía de la
producción aportada por los trabajadores realmente existentes, cuyo número
superaba sustancialmente al de operarios legalmente registrados:
“Existían otros también
que, sin ser comunistas, nos dejaban hacer carbón, estaban encantados, pues
declaraban tres obreros, y tenían el producto de diez o doce que teníamos allí
escondidos, todos estábamos convertidos en leñadores”[7].
Por último, existieron
chantiers de reclutamiento obligatorio, surgidos tras la instauración por el
gobierno colaboracionista de Vichy de los Grupos de Trabajadores Extranjeros
(GTE) en octubre de 1940. Obligado a entregar a Alemania buena parte de su
producción industrial y agrícola para alimentar la máquina de guerra germana,
el gobierno de la “zona libre” intentó paliar la falta de mano de obra -los
prisioneros franceses continuaban aún cautivos- con la movilización de todos
los extranjeros entre 18 y 55 años, y su adscripción a los GTE. Los
trabajadores encuadrados mediante este sistema de conscripción eran entregados
a las empresas que los precisaban o enviados a las fábricas alemanas y, a
diferencia de los pertenecientes a las Compañías del periodo anterior a la
rendición, no percibían retribución alguna. Muchos fueron destinados a la construcción
del “Muro del Atlántico”, en las costas de Normandía; otros hubieron de
trabajar en las bases de submarinos próximas a Burdeos o en el campo de
aviación de La Rochelle, bajos los continuos bombardeos de la Royal Air Force
(RAF) británica. Decenas de miles, por último, fueron remitidos a Alemania y,
posteriormente, a Austria, donde un gran número dejaría sus vidas en los
tristemente célebres campos de exterminio de Mauthausen, Gusen, Dachau,
Buchenwald y Orianemburg [8]
Los aún balbucientes
grupos de la resistencia procuraron infiltrar a sus simpatizantes en las
dependencias administrativas territoriales del los GTE, a fin de obtener
información acerca de las necesidades de mano de obra de los alemanes y de sus
movimientos para reclutarla –especialmente tras la instauración del Servicio de
Trabajo Obligatorio (STO) en febrero de 1943-, dando aviso a los refugiados
para que se pusieran a salvo:
“En San Juan de Verges, de
donde dependíamos administrativamente, se encontraban las oficinas de un Grupo
de Trabajadores Extranjeros, estaba empleado un camarada que se llamaba Aniceto
Pérez, y nos facilitaba documentaciones, informándonos de todo aquello que nos
interesaba, cuando los alemanes pedían obreros para ir a trabajar a Alemania
podíamos evitar que los camaradas que se ocupaban de la organización fueran
deportados” [9].
De todos los tipos de
chantiers, los dedicados a la fabricación de carbón vegetal, que proliferaron
en las regiones pirenaicas (en particular en Aude –Languedoc-Rosellón-, Ariége
y Alto Garona –Midi Pyrénées), adquirieron una importancia significativa a
medida que la escasez de hidrocarburos hizo aumentar la demanda de este
combustible para los vehículos a gasógeno. El Estado Francés decidió enviar a
ellos a una parte importante de los trabajadores extranjeros que aún esperaban
destino en los campos de internamiento. Pero lo que las autoridades
contemplaron como una oportunidad para rentabilizar y controlar al “número
excesivo de extranjeros para la economía nacional” se convirtió, en virtud de
la estructura dispersa y recóndita de los chantiers, en un factor crucial para el surgimiento y
desarrollo de la actividad de los maquis. Los numerosos grupos de leñadores y
carboneros, que en un principio resultaron excelentes refugios para los perseguidos
por la Gestapo alemana y sus colaboradores de Vichy, acabaron por erigirse en la base de la
organización armada contra los ocupantes nazis.
2. Los chantiers y la
Resistencia (1941-1944).
Durante los primeros tiempos de la guerra
mundial, los chantiers funcionaron fundamentalmente como refugio[10]. Los
activistas internados en los depósitos creados por las autoridades del nuevo
Estado Francés para albergar a los miembros dispersos de las compañías de
trabajo difundían la consigna de solicitar “trabajos de bosque” para evitar la
entrega a la policía franquista o eludir el envío a las obras de fortificación
o a las factorías y campos de Alemania[11]. Los comunistas, tanto franceses
como españoles, se encontraban en la clandestinidad, pero aún se abstenían de
participar activamente en la resistencia en virtud del seguimiento del pacto
germano-soviético. Sin embargo, el hostigamiento al que fueron sometidos tanto
por los alemanes como por la administración colaboracionista francesa llevó a
los leñadores y carboneros a albergar a perseguidos por la Gestapo o por la
policía de Petain, a los que ayudaban a pasar a España para que, desde allí,
alcanzaran Londres[12]. Los refugiados comunistas españoles, acostumbrados a la
militancia en condiciones de ilegalidad y fogueados por la experiencia de la
guerra de España, fueron pioneros en activar las redes de solidaridad que ya
habían entretejido desde la época de su internamiento en los campos del sudoeste
francés. Es en este periodo cuando se dieron los primeros pasos desde la
improvisación y las acciones aisladas a formas de resistencia que implicaban el
surgimiento de un cierto nivel de organización[13]. En concreto, se crearon
tanto el aparato de pasos, denominado “de cara a España”, como el de
falsificación de documentos[14]. Los carboneros también se dedicaron a ocultar
armas y explosivos de los que los aliados lanzaban en paracaídas sobre el
territorio ocupado. Las armas iban destinadas, en principio, a la Armée Sécrete
(AS) que obedecía órdenes de De Gaulle. Los militantes de la AS se ocupaban de
ocultarlas hasta que pudiesen ser empleadas en apoyo de los aliados. Cuando los
comunistas, tras la invasión alemana de la URSS en junio de 1941, se implicaron
en los combates contra la ocupación, se originaron enfrentamientos entre la AS
y los maquis españoles, que “recuperaron” algunas partidas con la intención de
emplearlas de inmediato:
“[En febrero de 1944] me
traen información de que se va a efectuar un aterrizaje de armas y que es la AS
la que va a recibirlo, y esconderlo como de costumbre. Esperando el día X. Nos
informamos del día, hora y lugar, y preparamos la recuperación de esas armas
que nos hacían mucha falta. Llegó el día esperado y bien escondidos, dejamos
que cargaran el camión y empezamos a
tirar tiros al aire, cogimos el camión y lo escondimos en el bosque”[15].
Entre las primitivas acciones de resistencia se
encontraba la práctica del sabotaje. Muchos chantiers de los GTE se dedicaban
casi en exclusiva a la producción de carbón vegetal para los vehículos
alemanes, lo que motivó que grandes cantidades del combustible destinado a los
gasógenos se entregasen húmedas y mezcladas con piedras. A Valledor, en
concreto, los alemanes acabaron pagándole el carbón a mitad de precio, e
incluso le amenazaron con la deportación, debido a la mala calidad del material
que suministraba [16].
A medida que aumentaba la
presión sobre los trabajadores extranjeros, los chantiers fueron llenándose de
huidos y hubo problemas para mantenerlos. No resultaba fácil conseguir recursos
para alimentar a una población laboral muy por encima de la legalmente
declarada sin delatar su presencia, lo que dio lugar, en ocasiones, a episodios
insólitos:
“La llegada de nuevos camaradas
aumentaba y estábamos un poco justos, cuestión comida, teníamos hambre y
decidimos comprar un cerdo. Estábamos en una casita y solo circulábamos de
noche, para que los campesinos no nos vieran, por esta causa decidimos matar el
cerdo por la noche. Vaya problema para matar al pobre cerdo, aquello fue peor
que la inquisición, golpe de martillo por aquí, golpe de hacha por allí,
cuchillazos por todos lados, a tal extremo que el animal lleno de sangre y
enloquecido se nos escapa. Quince o veinte de nosotros detrás del cerdo, en
plena noche, los campesinos que encienden las luces; en fin, una verdadera
catástrofe. Al día siguiente se dio la orden de evacuar, por si a los
campesinos se les ocurría comentar esta famosa noche y llegaba a malas orejas,
vale más prevenir lo que pueda ocurrir”[17].
A finales de 1941 los
refugiados comunistas españoles decidieron pasar a la resistencia armada. En
agosto de ese año el Comité Central del PCE
había lanzado el manifiesto de “Unión Nacional”. El objetivo, de cara al
interior de España, era unir a toda la nación -desde la clase obrera a la
“burguesía nacional”- para evitar que Franco entrara en la guerra al lado de
Hitler; y, en el exilio, contribuir a la lucha activa para la derrota del
nazismo en el marco de la alianza con las potencias occidentales.
En una reunión convocada
en Carcassonne por Jaime Nieto, miembro de la delegación del PCE en Francia, se
decidió la organización de los guerrilleros en la zona sur, que tomó el nombre
de “XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles” en homenaje a la unidad homónima
creada por el Ejército Popular de la República Española en 1937. La lucha de los republicanos aparecía así
enlazada, sin solución de continuidad, con la guerra de España, conforme a la
línea mantenida por los comunistas bajo los “gobiernos de la resistencia” del
doctor Negrín. Nieto celebró otra reunión en la presa en construcción de
Larroquebrou (Cantal), en la que se acordó organizar los primeros núcleos de
guerrilleros de la zona central. Entre noviembre de 1942 y mayo de 1943 el PCE
impulsó las guerrillas de Pirineos Orientales, Altos y Bajos Pirineos, y la
consolidación de sus organizaciones urbanas en Toulouse, Foix, Pamiers,
Tarascón y Lavelanet[18].
El principal teatro de
operaciones de los guerrilleros españoles estuvo comprendido en el territorio
de los departamentos de Ariège y Aude, y entre sus responsables se encontraban
Jesús Ríos, Cristino García, Luis Walter (a) “Manolo el mecánico”, Luis
Fernández, Vicente López Tovar y José Antonio Valledor [19].Las primeras
acciones se llevaron a cabo en mayo de 1942, y consistieron en “recuperaciones”
de dinero y armas lanzadas por los aliados, y en el sabotaje de vías férreas.
Al mismo tiempo se produjo el lanzamiento de un órgano de expresión propio,
“Reconquista de España”, editado con una pequeña imprenta “Minerva” por un
grupo de carboneros en el departamento de Vaucluse[20].
Valledor y López Tovar
fueron encargados de visitar los chantiers existentes para unificar la acción
de los maquis residentes en ellos. Se trataba de combinar el mantenimiento de
la vida legal de los leñadores, carboneros, mineros y constructores de presas,
cuya integración con la población francesa no planteaba problema alguno, con
las actividad clandestina, que exigía una ejecución rápida de las misiones
asignadas y el retorno al lugar de trabajo antes de que la ausencia fuera
percibida. Al contrario que sus camaradas franceses, que incurrieron en
ocasiones en el error de formar grandes unidades partisanas para buscar la
confrontación frontal con el enemigo, los españoles, según Sixto Agudo,
cultivaron “el arte de reunirse y de dispersarse. Reunirse, condensarse, para
caer como la lluvia sobre un objetivo dado. Dispersarse, desparramarse, para
escapar a la persecución”[21]. La preocupación por preservar al máximo tanto la
integridad de los grupos de combatientes como su independencia orgánica no era
ajena a la concepción de la resistencia que tenían los comunistas españoles,
para quienes la lucha contra el ocupante nazi era no solo una continuación de
su combate anterior en España, sino un episodio que presagiaba la lucha por la
liberación de su propio país que habría de producirse en el porvenir[22].
La estructura de los
maquis españoles en del Midi francés antes de 1944, era sumamente flexible y aticulada
en tres niveles:
- Los maquis “de primer
nivel”, “maquis blancos” o “maquis del llano”, que, dispersos por los
chantiers, aún no habían participado abiertamente en acciones de la
resistencia. Entre ellos se encontraban los capataces de las explotaciones, que
aparecían como la cara legal del entramado, encargados de la contratación de
las obras y de la administración de los recursos.
- Los maquis “de segundo
nivel” o “de nivel intermedio”, que eran los amenazados o puestos bajo sospecha
que debían cambiar frecuentemente de localización.
- Los maquis “de tercer
nivel” o “maquis verdadero”, guerrilleros móviles que se mantenían
habitualmente aljados de los chantiers para llevar a cabo sus acciones[23].
El paso de un nivel a otro
era dinámico, pero procurando no romper nunca el cordón umbilical que unía a
los guerrilleros con el centro de trabajo de procedencia. Como afirma Victorio
Vicuña, “en cualquier momento un destacamento guerrillero podía verse obligado
a dispersarse. Entonces escondíamos las armas y la ropa, y cada guerrillero se
fundía con leñadores, los mineros o los constructores de embalses” [24].
Con la creación del Comité
Militar de la Mano de Obra Inmigrada (MOI) a finales de 1943[25], y sobre todo
a partir de la formación de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) en
mayo de 1944, la mayor parte de los maquis pasó a integrase en el tercer nivel,
el del “maquis verdadero”, jugando un papel fundamental en la liberación del
sur de Francia, desde Oloron, en los Pirineos Atlánticos, a Dordogne, el Ariége
y Aude[26].
Una empresa para la
“Reconquista de España”: la Enterprise Forestier du Sud-Ouest (1946-1950).
Tras la liberación del
Mediodía francés y la fallida intentona de invasión del valle de Arán, en
octubre de 1944, el PCE se encontró con miles de militantes en Francia que, una
vez desmovilizadas las unidades de la resistencia, carecían de recursos
propios. El partido adquirió bosques en la zona pirenaica, con el objetivo de
financiarse y de proporcionar, al mismo tiempo, entrenamiento a los militantes
cuyo destino era engrosar las filas de la guerrilla antifranquista en el
interior de España.
En 1946 se fundó la
Enterprise Forestier du Sud-Ouest, conocida por la policía franquista como
“Fernández, Valledor y Cía”[27]. Su origen se encontraba en la empresa forestal
abierta el 20 de diciembre de 1940 por José Antonio Valledor en Saint Hilaire
(Aude), y que desde 1942 se había convertido en el primer centro político
militar del maquis español. La política de adquisición de propiedades
forestales había continuado durante la guerra, favorecida por la galopante
devaluación del franco, cuya cotización se aproximaba cada vez más a la
sardónica definición dada por Goering: una divisa que “no tenía más valor que
un cierto papel reservado para cierto uso”.
La empresa había adquirido
unas importantes dimensiones y, a la finalización del conflicto, sus tajos se
situaban en diferentes municipios (Mirepoix, Quillan, Brassac, Millau, Izaut,
Pamiers,…) de los departamentos de Aude,
Ariège, Alto Garona, Altos y Bajos Pirineos. Contaba, además de con los
chantiers propiamente dichos, con depósitos, almacenes, serrerías y garajes,
donde trabajaban unos doscientos cincuenta encargados y mil empleados[28].

Pero, evidentemente, los
chantiers de Valledor no constituían una empresa fabril al uso. Se trataba de
la cobertura legal para la consolidación de un aparato de entrenamiento y apoyo
a la penetración guerrillera en España desde territorio francés. Miembros del
Comité Central del PCE con responsabilidades sobre el aparato de pasos, como
Antonio Beltrán (a) “El Esquinazau” –a cuyo control estaba encomendada la región
fronteriza del Pirineo Central- aparecían como empleados de la Enterprise
Forestier du Sud-Ouest[30]. Amparándose en ella, el PCE abrió una escuela de
capacitación guerrillera, donde se instruían durante uno o dos meses los
militantes que iban a ser enviados a España. Los alumnos recibían instrucción
de campo -topografía, aprovechamiento del terreno y táctica-, ejercicios de
tiro, manejo de explosivos -las municiones y explosivos provenían de depósitos
ubicados en Toulouse, Pau, Nimes y Perpignan-, y técnicas de sabotaje[31]. La
formación política consistía en teoría (historia del Partido Comunista de la
Unión Soviética) y actualidad de España (donde no se descuidaban temas
relativos a la vida cotidiana extraídos de la lectura de la prensa[32]), y las clases
corrían a cargo de Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, Ignacio Gallego,
Fernando Claudín, Modesto, Líster, Luis Fernández y Manuel Azcárate[33].
Los chantiers de Valledor
ocultaban también una cara menos épica: eran los lugares donde se llevaban a
cabo las depuraciones –y, en ocasiones, la ejecución- de quienes en aquel
periodo de paranoia estalinista, liquidación de disidentes y obsesión por la
infiltración policial eran juzgados y condenados por el partido. La segunda
mitad de la década de los 40 conoció un rebrote de las purgas en el campo
comunista. La guerra fría se desplegaba en toda su intensidad (bloqueo de
Berlín en 1948, imposición del rechazo al Plan Marshall en Europa oriental,
“golpe de Praga” e instauración de los gobiernos de partido único en las
“democracias populares”, revolución en China y guerra entre las dos Coreas…)
con el telón de fondo de un conflicto nuclear. Bajo el pretexto de garantizar
el monolitismo en el campo socialista, se desencadenó una redistribución brutal
del poder en el interior de los partidos comunistas, con la purga de los
dirigentes que habían encabezado la resistencia antifascista, y su sustitución
por funcionarios de acreditada fidelidad estalinista. Lo que algunos militantes
desengañados bautizaron como “espionitis” y los dirigentes más conspicuos
calificaban como “vigilancia revolucionaria” llevó al enjuiciamiento y a la
liquidación física de camaradas a los que se consideraba –especialmente tras la
ruptura entre Tito y Stalin- como “esbirros del imperialismo”, “perros
titistas”, o simplemente “agentes provocadores enviados a nuestra filas por el
enemigo”[34]. En sus memorias, Enrique Lister hace alusión en varias ocasiones
a sucesos de esta índole, llevados a cabo en los chantiers fronterizos:
eliminaciones de antiguos resistentes y ex deportados de los campos nazis, como
Luis Montero; de guías del aparato de pasos, entre quienes cita a los conocidos
como Lino y José el Valenciano; o de militantes caídos en desgracia, como José
San José (a) Juanchu, antiguo alumno de la escuela del partido enviado desde
México en misión especial. Él mismo, según cuenta, recibió de Vicente Uribe la
confidencia de que en 1948 se manejó la posibilidad de su liquidación, junto
con Modesto, durante una visita de inspección –como responsables del aparato
militar – a uno de los chantiers, so pretexto de un accidente durante el examen
de algún arma o explosivo[35].
Los historiadores
franquistas se empeñaron en presentar a la “Valledor y cía.” como un boyante
emporio del “terrorismo comunista”[36], pero lo cierto es que la empresa,
regida por criterios políticos mucho antes que económicos, se encontraba sumida en una gravísima crisis, económica y
política, mucho antes de que la ilegalización del PCE en Francia, en 1950, le
asestara el golpe de gracia. Crisis económica derivada de que el excesivo
tamaño de la red de chantiers –motivado por la voluntad política de cubrir la
mayor extensión posible de frontera- llegó a suponer una pesada carga económica
para el PCE. Se enviaban numerosos militantes a trabajar en las explotaciones,
pero la carencia de buenas vías de comunicación y de sistemas eficaces de
transporte del material producido contribuyó a su falta de
rentabilidad[37]. Asimismo, según Tovar,
se extendió el descontento entre los empleados debido a las numerosas
cotizaciones que se deducían de las mensualidades, y al elevado número de
liberados del partido que había que mantener:
“Esta empresa no fue ni
mucho menos un ejemplo de administración socialista (…) Los obreros no estaban
contentos, los sueldos no eran en relación con el esfuerzo consentido, es
verdad que en ese momento era difícil encontrar trabajo, pero a medida que el
tiempo pasaba los obreros desaparecían, pues estaban mejor pagados al exterior.
Cuando llegaba el momento de cobrar era un escándalo: la cotización al Partido,
al Socorro Rojo, ayuda a la Juventud, a la Unión de Mujeres, a los presos de
las cárceles en España, a las Guerrillas, etc. […] Esta empresa murió falta de
mano de obra, malos salarios, y muchas cotizaciones a pagar, y sobre todo la
mucha gente que comía de ellos sin trabajar” [38].
Los beneficios, sin
embargo, apenas daban para mantener a los propios gerentes de la empresa. Según
el propio Tovar, “Valledor y yo teníamos una miserable habitación, y cada
semana estábamos cada uno de cocina, pues no teníamos bastante dinero para ir
al restaurant, esto ocurría en los años 1946, 1947 y 1948”[39]. Como en otros
casos, el entramado diseñado para la captación de recursos no sirvió para el
objetivo de nutrir económicamente a la guerrilla, sino para subvenir a los
gastos de sostenimiento del aparato político del partido[40]. Cuando en 1948
Valledor fue trasladado a Checoslovaquia, Tovar apenas podía sostener a su
familia con su salario de supervisor de la Enterprise Forestier, y hubo de
agenciarse una cámara fotográfica de ocasión para completar sus parcos ingresos
haciendo retratos por calles y ferias. A medida que la caída del franquismo se
postergaba en el horizonte, los chantiers fueron vaciándose de hombres que
buscaban, a partir de ese momento, integrarse en la vida civil en el que
suponían iba a ser durante mucho tiempo su país de acogida.
La otra cara de la crisis
de los chantiers fue política. Desde que la agudización de la guerra fría dejó
constancia de la nula voluntad de las potencias occidentales por derribar a
Franco, muchos dirigentes y cuadros comunistas atisbaron la evidencia del
fracaso de la táctica guerrillera en el interior de España. Beltrán “el
Esquinazau”, responsable de pasos del Pirineo central, constataría desde 1946
la fragilidad de un movimiento guerrillero erróneamente orientado, falto de
apoyo y arrasado por la represión de las
fuerzas policiales franquistas. Ello le costaría la marginación dentro del
partido y hasta un frustrado intento de liquidación[41]. No sería el único
desengañado: Vicente López Tovar daba un paso más y culpó a la dirección del
partido de enviar a un sacrificio inútil a decenas de los militantes más
valiosos por desconocimiento culposo de las verdaderas condiciones políticas en
el interior de España:
“Era la desaparición
sistemática de todos los Jefes y responsables que se habían distinguido en
Francia. Faltos de puntos de apoyo, sin dinero, sin enlace con otras fuerzas,
que no existían nada más que en los papeles de Carrillo. Así murieron atacando
estancos, almacenes, pagadores y otras operaciones de ese género para poder
subsistir, porque de Francia no recibían nada”[42].
A esta situación de
marasmo habría que sumar las depuraciones que los responsables del PCE,
encabezados por Santiago Carrillo y Fernando Claudín, llevaron a cabo con
quienes habían liderado la delegación en Francia durante la época de la
Resistencia. El aterrizaje de los dirigentes procedentes de Sudamérica y la
URSS tuvo como consecuencia el desplazamiento de quienes habían sido los
impulsores de la “Unión Nacional” y de la resistencia española contra el
nazismo, materializado en la desautorización y expulsión de Jesús Monzón, la
liquidación de Gabriel León Trilla, la penitencia impuesta a Manuel
Azcárate y la marginación de Vicente
López Tovar.
La salida del PCF del
gobierno francés, en 1947, dejó desprotegida a la organización del PCE en el
país galo. Arruinada, desmoralizada y debilitada por las purgas, la estructura
política y económica del PCE en Francia sería desmantelada en julio de 1950,
mediante un operativo en el que no faltaron los ingredientes (oscuros ajustes
de cuentas, inspectores de policía narcotizados y armas escondidas obedeciendo
a un supuesto plan de apoyo a la toma de los Pirineos por tropas paracaidistas
soviéticas…) de una paradigmática
historia ambientada en la guerra fría[43].
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· PIKE, D.W: Journes de gloire, journes
de honte. Le Parti Communiste d´Espagne en France depuis son arrivée en 1939
jusqu´à son départ en 1950. Sedes, Paris, 1984.
· VICUÑA, Victorio: Combates por la
libertad, Ayuntamiento de Lasarte-Oria, 1995.
[1] “Casi todos los
días –relata el dirigente comunista Sixto Agudo- visitaban nuestro islote [en
el campo de Gurs] patronos de diferentes localidades vecinas en busca de mano
de obra. Era un espectáculo vergonzoso; más que como un contrato entre personas
humanas, parecía un mercado de bestias. Los patronos, antes de dar la
conformidad, examinaban detenidamente la boca, la musculatura la características del obrero”. AGUDO, Sixto:
En la Resistencia francesa. Memorias. Anubar Ediciones, Zaragoza, 1985, p. 24.[2]
Otras fuentes coinciden en los 55.000 españoles adscritos a los CTE, pero
señalan el destino de unos 40.000 a la agricultura y la industria de guerra, y
cifran entre 8.000 y 9.000 los enviados a la fortificación del frente.
PESCHANSKI, Denis: Des étrangers dans la résistance. Les éditions de l´Atelier,
Pari, 2002, p. 32.[3] VICUÑA, Victorio: Combates por la libertad, Ayuntamiento
de Lasarte-Oria, 1995, p. 165. La ley sobre “extranjeros indeseables”, que
preveía su reclusión en campos de detención, había sido promulgada por el
gobierno de Daladier el 12 de abril de 1938.[4] “Llegamos a Clerac,
departamento de Charente Marítima, el 10 de mayo de 1940. El patrón nos había
preparado una vivienda de su propiedad con dos habitaciones y cocina-comedor.
El mobiliario se reducía a cuatro camas, una mesa y cuatro sillas. La vivienda
estaba situada fuera del pueblo, en medio de un prado salpicado de árboles,
cerca de la fábrica y yacimientos de la empresa de arcillas y minerales
Argirec. Al día siguiente visitamos el tajo. A la pareja más joven nos
asignaron el trabajo más duro: descubrir la cantera. A la otra pareja, uno de
los dos era minero, el arranque de la piedra. El trabajo era adestajo. La
experiencia de dos semanas no nos cubrió ni el 60% del salario establecido”.
AGUDO, Sixto: En la Resistencia…. p. 27[5] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía de
Vicente López Tovar, coronel de los guerrilleros españoles en Francia.
Manuscrito inédito, mecanografiado,
Toulouse, 1986, p. 69. El chantier de Valisou
fue le origen de la “Sociedad Valledor”, una de las principales bases del
maquis, denominada así por figurar a su
frente José Antonio Valledor, uno de los responsables de la organización de los
guerrilleros comunistas españoles en el sudeste francés.[6] LÓPEZ TOVAR,
Vicente: Biografía…, p. 80.[7] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía …, p. 69.[8]
Solamente en Mautahusen perecieron 4.854. También hay que destacar que los
conscriptos españoles desarrollaron iniciativas de resistencia allí donde
fueron recluidos: los enviados a las islas anglo-normandas, por ejemplo,
construyeron una antena para captar las
emisiones de la BBC y de Radio Moscú, e
incluso editaron un periódico clandestino, Acero. PIKE, D.W: Journes de gloire,
journes de honte. Le Parti Communiste d´Espagne en France depuis son arrivée en
1939 jusqu´à son départ en 1950. Sedes, Paris, 1984, 12-13.[9] Íbid., p. 71.[10]
“Noviembre de 1942. Traslado a Ariége. El punto de destino, dado por Vallador,
estaba situado en plena montaña, en un pueblecito abandonado, llamado San
Nicoleau, allá vivía escondido un comandante del ejército francés, no nos
fiábamos de nadie, y no entablamos ninguna relación con él. Estábamos a 7
kilómetros de Foix, y me puse a fabricar carbón de madera con dos o tres camaradas,
yo no conocía en absoluto este trabajo, poco a poco llegaban más, y se
fabricaba mucho carbón para los pocos que estábamos declarados”. LÓPEZ TOVAR,
Vicente: Biografía…, p. 77.[11] VICUÑA, Victorio: Combates…, p. 153-154.[12] En
el País Vasco francés actuaba la red Comète, que recogía y escondía a pilotos
británicos derribados sobre Bélgica y Francia, ayudándolos a cruzar los
Pirineos clandestinamente y, una vez en España, llegar al territorio británico
de Gibraltar. Su primer impulso se lo dio una joven belga, miembro de la Cruz
Roja, Andrée de Jongh, cuyo nombre de guerra era Dédée.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=5767[13] DOUZOU, Laurent : «
Organisations et modes de fonctionnement de la Résistance », Les cahiers de
l´Institut d´Histoire du Temps Présent, nº 37, Paris, 1997, págs. 110-111.[14]
El aparato de pasos se localizaba en la región de los Altos Pirineos. Según
Agudo, “el paso de numerosos resistentes a España [se realizaba] en contacto
con las organizaciones de la Resistencia francesa. El lugar de recepción era
Tarbes, que les llevaba a Bagneres y, de aquí, a la Cruzette, en el Col de
Aspin, donde eran recogidos por Jimeno, conductor de uno de los camiones de la
empresa de Saint Lary, que los transportaba escodidos entre materiales de las
obras, ante las propias narices de los ocupantes nazis”. AGUDO, Sixto: En la
Resistencia…. p. 65.[15] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 99. Sixto Agudo
también refleja en sus memorias la competencia establecida con los otros grupos
de resistentes por el acceso al escaso armamento disponible: “En este periodo
continuaba siendo un serio obstáculo para nuestro crecimiento la escasez de
armamento. Disponíamos ya de una cantidad respetable cogida al enemigo; pero
era insuficiente para cubrir los efectivos humanos que teníamos. No había otra
solución que conseguirlo de la forma que fuera, incluso apoderándose de los
depósitos precedentes de los parachutajes aliados, retenidos para la hora H”.
AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p. 85.[16] El propio Valledor
intentó poner coto a la escalada del sabotaje para evitar poner en peligro la
coordinación de los maquis en el área pirenaica, pero la adulteración del
carbón vegetal continuó de forma espontánea. LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…,
p. 78-79.[17] Ibíd., p. 80-81.[18] AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…,
p. 49 y 56.[19] Ríos había sido comandante de la 234 Brigada durante la guerra
de España; Walter, profesor de instituto, había dado clases sobre el uso de explosivos en la escuela de
capacitación del XIV Cuerpo en Valencia; Cristino García, héroe de la
Resistencia, moriría fusilado en España en 1946, tras el infructuoso intento de
crear en Madrid un núcleo de “guerrilleros de ciudad”; Luis Fernández y López
Tovar se encontrarían en octubre de 1944 al frente de la fracasada invasión del
valle de Arán; y Valledor, como se verá después, figuró hasta 1948 como el principal
encargado de las empresas-tapadera que encubrían los campamentos de formación y
entrenamiento de guerrilleros destinados a España.[20] AGUDO, Sixto: En la
Resistencia francesa…, p. 64.[21] AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p.
85.[22] DOUZOU, Laurent : « Organisations et modes de fonctionnement… », p.
114.[23] DELPLA, Claude : « Les Guérilleros Espagnols (dans la Zone Pyrénéenne) »,
http://www.ceibm.org/claudedelpla1111.html[24] VICUÑA, Victorio: Combates por
la libertad,…, p. 175.[25] La MOI constituía la sección de extranjeros del PCF,
creada para encuadrar a los inmigrados laborales llegados a Francia durante la
reconstrucción posterior a la primera guerra mundial. Los españoles mantuvieron
unas difíciles relaciones con la MOI, al negarse en repetidas ocasiones a
integrarse en ella, prefiriendo mantener sus propias organizaciones
independientes. DELPLA, Claude: “Les Guérrilleros…”.[26] Poblaciones liberadas
por los maquis españoles comandados por Vicuña fueron Arudy, Louvie-Jucon,
Vielle, Laruns, Gavas, Eaux-Bonnes, Bedos, Lées-Athes, Sarrance, Escot, Castet,
Iceste Pau. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis, la guerrilla vasca (1938-1962),
Txalaparta, Navarra, 2001, p. 37-38.[27] El policía franquista Comín Colomer
fecha la fundación de la “Valledor” en 1948, cuando su domicilio social se
traslada a Paris, 10 rue de la Trousseau, con un capital social de un millón de
francos (antiguos). COMÍN COLOMER, Eduardo: La República en el exilio, AHR,
Barcelona, 1957, p. 417. Pero su funcionamiento es, al menos, dos años
anterior, pues en mayo de 1946 el diario The Daily Worker le había dedicado una
portada. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis, la guerilla vasca (1938-1962), Txalaparta,
Navarra, 2001, p. 120. En 1948, Valledor fue relevado al frente de la
Enterprise Forestier y enviado por el PCE a Checoslovaquia. LÓPEZ TOVAR,
Vicente: Biografía…, p. 181.[28] COMÍN COLOMER, Eduardo: La República…, p. 422.[29]
AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis en España, San Martín, Madrid, 1975, p.169.[30] GASCÓN, Antonio: Beltrán, el
Esquinazau. Pirineum Editorial, Zaragoza, 2002, p. 240.[31] Según el coronel de
la Guardia Civil , Francisco Aguado, la capacitación “práctica (militar) era
[muy] intensa. En cuanto a los
explosivos disponían en abundancia, entre los que destacaban el “Nobel 808”, el
“plástic” y la tolita. Con ellos preparaban artefactos entonces desconocidos en
España, como los lápices de tracción, el “clam” o carga magnética, el “popeye”
a base de cargas de plástico, manera de hacer volar locomotoras, vías férreas,
puentes, minas contra personal en terreno de bosques, utilización de la pinza
encendedor, etc. Se convertían en consumados expertos en el manejo de
explosivos, cuyas cargas por artefacto oscilaban entre quinientos gramos y kilo
y medio” AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis en España, San Martín, Madrid,
1975, p. 169.[32] “Se daban lecciones de Actualidad Española con informaciones
sobre la Liga de balompié, el cine, la música o forma de vestir, para que los
exiliados no se delatasen llevando el cuello de la camisa por fuera de la
americana o ignorando las glorias de Quincoces y Juanito Valderrama. Algo que
se recalcaba para Navarra era no cambiar la boina por el sombrero hasta abandonar
los valles pirenaicos, porque esa prenda llamaba poderosamente la atención”.
RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis…, p. 120 y 123.[33]
Según recuerda alguno de los que participaron en ellas, como Eduardo Aparicio,
“en nuestro tiempo libre jugábamos a balonvolea con Carrillo, Núñez, Zoroa…
todos menos Líster, que siempre estaba muy serio”. Íbid, p. 123[34] “La vista de los procesos contra los espías y
agentes policíacos descubiertos en las democracias populares, así como el
desenmascaramiento del verdugo del pueblo yugoslavo, el repugnante Tito, como
viejo provocador al servicio de la burguesía imperialista, ponen sobre el
tapete, ante la clase obrera, y especialmente ante los comunistas, el problema
siempre actual y candente de la vigilancia política de la lucha contra la
provocación (…) De cada uno de estos miserables y de otros parecidos que hoy,
por orden de los servicios policíacos de quienes dependen, se cobijan bajo la
bandera pirata del titismo, dignos cofrades del despreciable provocador que tan
arteramente engañó al pueblo yugoslavo, iremos dando algunos de sus rasgos
característicos y de sus actividades, que conocemos muy de cerca.” Comentario
escrito por Santiago Carrillo para Radio España Independiente y publicado en
Mundo Obrero del 15 de septiembre de 1951;
LISTER, Enrique: Así destruyó Carrillo el PCE, Planeta, Barcelona, 1983,
p. 75.[35] LISTER, Enrique: Así destruyó Carrillo…, , págs. 58-59 y 86-93. Victorio Vicuña argumenta:
“Esto es difícil de entender ahora, pero en esta época, otra manifestación del
estalinismo era que a las gentes que venían huidas de España no se les admitía
directamente en el partido, había que estudiar cada caso, interrogando la
fugitivo y pidiendo informes. Había miedo de que se infiltrasen agentes de la
policía franquista, provocadores. Sin querer justificarlo, hay que decir que
vivíamos en la clandestinidad, en la represión, jugándonos la vida a cada
instante y que eso provocaba excesos”. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis…, p. 209-210.[36]
COMÍN COLOMER, Eduardo: La República…,
p. 417-422; y AGUADO SÁNCHEZ,
Francisco: El maquis…, p. 169.[37] “En el verano de 1945 en Saint Engrace
operaban sólo tres pasadores, cuando los supuestos leñadores pasaban de la
docena. El Partido calculaba que en Drepel sobraban doce trabajadores. En San
Maitin d”Arrose, 20 kilómetros al norte, ocho y en Retharran, once”. RODRÍGUEZ,
Mikel: Maquis… p.121.[38] LÓPEZ TOVAR,
Vicente: Biografía…, p. 177.[39] Íbid, p. 178.[40] Cuando refuta la supuesta
financiación extranjera de la guerrilla antifranquista, Francisco Moreno
sostiene que “no sólo es irreal [dicha financiación], sino que ni siquiera la
dirección del PCE envió financiación digna de mención, sino todo lo contrario.
Fue la guerrilla la que a menudo envió dinero para las necesidades de la
dirección de Madrid o de otros comités clandestinos”. MORENO GÓMEZ, Francisco:
“Huidos, maquis y guerrilla: una década de rebeldía contra la dictadura”, Ayer, número 43, Marcial Pons, Madrid, 2001, p. 133.[41] GASCÓN, Antonio: Beltrán…, págs.
258-260.[42] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 175.[43] COMÍN COLOMER,
Eduardo: La República…, p. 421-422; y PIKE, D.W: Journes de gloire…, p. 238 y
siguientes.Fuente:
http://laestaciondefinlandia.wordpress.com/2014/01/15/carboneros-lenadores-y-maquis-los-guerrilleros-espanoles-en-francia-1939-1950/
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27/9/2012. 35 ANIVERSARIO DE LOS ÚLTIMOS ASESINATOS DE
FRANCO
27 de septiembre de 1975: Cinco revolucionarios asesinados
por el franquismo

El 27 de septiembre de 1975 cinco hombres fueron
asesinados. Y decimos asesinados, no ejecutados ni ajusticiados, porque la Justicia no tuvo nada que
ver con este crimen. Cuando nos negamos a llamar Justicia a la legalidad
española del franquismo, no la contraponemos a ningún modelo ideal de lo que
debe ser la Justicia
sino, simplemente, al derecho positivo ya existente en aquel momento en los
países que podían considerarse democráticos y en el seno de la comunidad
internacional. El Estado español no cumplía ninguno de los estándares en
materia de Derechos Humanos. Incluso hoy, 36 años después de aquellos crímenes,
la legalidad española sigue estando, en la práctica, muy alejada de lo que
exige el derecho internacional, aunque éste Estado suscriba, sobre el papel,
todos los convenios sobre Derechos Humanos habidos y por haber.
Jon Paredes “Txiki”, Ángel Otaegi, José Humberto Baena,
José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz fueron juzgados y condenados por
unos tribunales cuya única “fuente de legitimidad” era la victoria de los
sublevados en la rebelión militar del 18 de julio de 1936. La nueva legalidad
se había construido en base al aniquilamiento físico o a la anulación y
sometimiento de todos aquellos que no encajaban en el proyecto de la “España
Una, Grande y Libre”. Los fascistas mataron para arrogarse el “derecho” de
poder seguir matando.
La farsa de juicio a la que fueron sometidos aquellos
cinco hombres no tenía las mínimas garantías procesales y, a día de hoy, se
sabe a ciencia cierta que varios de ellos ni siquiera eran responsables de los
hechos por los que fueron juzgados. El régimen franquista ya lo sabía entonces,
pero necesitaba matar para someter a cualquier disidencia. Había nacido matando
y se había perpetuado matando. El baile de muertos se había iniciado el mismo
día del alzamiento militar. Las cunetas y las tapias de los cementerios fueron
sus primeros escenarios. Los tribunales que se fueron creando después solo
serían una escenificación para justificar los crímenes.
Los cinco asesinados habían emprendido el camino de la
lucha armada como forma de enfrentarse a una dictadura que, para vencer y
mantenerse en el poder, había causado la muerte de centenares de miles de
personas. Las distintas formas de lucha, en un contexto de falta absoluta de
libertades, era apoyadas, justificadas o, al menos, comprendidas, con todos los
matices que se pudieran establecer, por el conjunto de la oposición
antifascista. Clara prueba de ello es la respuesta a la noticia de las
sentencias de muerte y a la “ejecución” de las mismas. Una oleada de protestas
sacudió el Mundo, primero para intentar evitar los asesinatos y más tarde para
servir como condena de los mismos.
Quienes, en su día, compartieron la militancia
antifascista con los cinco asesinados aquel 27 de septiembre han evolucionado
en direcciones muy distintas: algunos continuaron con las mismas formas de
lucha, otros las cambiarían pero mantendrían los mismos objetivos políticos.
Algunos no tuvieron presencia destacada en la vida pública en los años
posteriores. Hubo quienes, incluso, acabaron situándose en posiciones que, al
menos a nuestro entender, son diametralmente opuestas a las que mantenían en
1975, y como consecuencia de este profundo cambio, ahora se encuentran entre
quienes niegan la condición de víctimas a sus antiguos compañeros de lucha.
Claros ejemplos de todos estos caminos por los que
transitaron los que un día participaron en la lucha antifascista lo encontramos
entre otras personas que fueron condenadas a muerte, en el conocido como
“Proceso de Burgos”, de 1970. En este caso, las sentencias no se llevaron a
efecto. Estos condenados tuvieron la posibilidad de evolucionar, de cambiar,
incluso de venderse a cambio de un cargo público. Tuvieron la opción de ser
coherentes con su pasado o de dejar de serlo.
Los asesinados el 27 de septiembre de 1975 no tuvieron la
posibilidad de seguir caminando en ninguna de estas direcciones. Su imagen
quedó congelada en el momento de su muerte. El fascismo les negó cualquier
posibilidad de futuro, tanto en lo personal como en lo político, en la
realización de los proyectos por los que luchaban. Sus verdugos quisieron,
también, arrebatarles su condición de luchadores por la libertad y la justicia
social, pero la sociedad vasca, haciendo de ello su bandera, recuerda a toda
esta generación de militantes antifascistas, en la coherencia de su lucha, ante
la actual monarquía constitucional, hija maquillada de franquismo, cuyas
responsabilidades continúan impunes.
___________________________________________________________________________
Por Cesar Castañon Ares
El pasado 2 de octubre del presente 2013 la Sra. García Cuevas,
diputada del Partido Popular en el Parlament de Catalunya, (1) se permitió el
lujo de lanzar -en el marco de un pleno de la Comisión d’Afers
Institucionals- una diatriba sobre la memoria histórica del siglo XX en España
y Cataluña de esas que, aunque escuchemos poco, ilustran con claridad el fondo
político sobre el que se construye el PP. Habiendo comprobado que nadie en la
sala respondió debidamente a tales declaraciones, y como no estoy dispuesto a
concederle el beneficio que siempre otorga tener la última palabra, aquí va mi
respuesta:


3) No debe usted olvidar -estoy seguro de que no lo
olvida-, que la tan aireada Ley para la Reforma Política
es un texto de página y media, impulsado por quien hasta la fecha había sido
Secretario General del Movimiento [Nacional Fascista], y que dejaba muy poco
clara cual sería la naturaleza de ese régimen “reformado”. No debemos olvidar
que la Ley de
marras fue una más de las Fundamentales del Reino con las que se gobernaba la
dictadura, perfectamente compatible -y así lo sabían Suarez, Fraga, Martín
Villa o Fernández Miranda-, por tanto, con el mantenimiento de la norma
jurídica franquista. Y es que es difícil afirmar, aunque fácil sospechar, que
cuando Fernández Miranda hablaba de llevar el cambio “de la Ley a la Ley ”, no tenía en mente más
que la voluntad de mantener cuantos principios fundamentales del Movimiento
Nacional fuese posible.
4) Es importante recordar que la convocatoria de las
elecciones a cortes de 1977 se produjeron en un clima lejano a lo que podríamos
definir como libre, en el que muchos partidos políticos seguían ilegalizados, y
en el que las posibilidades de los que se presentaron de hacer campaña fueron
notablemente limitadas -el PCE fue finalmente legalizado el 9 de abril y las
elecciones fueron el 15 de junio. Sin embargo, el resultado electoral
sorprendió a propios y extraños, otorgando a los partidos claramente alineados
con el movimiento antifranquista un 43% de los votos, en un mapa que recuerda
curiosamente a los de las elecciones republicanas. Es este un factor
definitivo, imposible de explicar sin la existencia de una movilización de
masas y una desafección soterrada y permanente a la dictadura, para entender
las particularidades -sus virtudes y también sus limitaciones- de la Constitución
elaborada posteriormente. Los derechos sociales y laborales garantizados por
esa Constitución, que su partido está pisoteando sin piedad, son el mayor de
los tesoros de esa Constitución. Las limitaciones en los derechos de las
diferentes naciones del Estado se demuestran hoy una de sus mayores taras.
5) Quienes hemos nacido en Europa en los siglos XX o XXI
no debemos olvidar nunca nuestro pasado, porque éste nos recuerda qué, en la
medianoche del pasado siglo, hubo personas que defendieron con su vida la vieja
triada republicana -libertad, igualdad, fraternidad-, hubo personas que
lucharon por el progreso y la emancipación de la humanidad independientemente
de cual fuera su sexo, su raza o su religión. Pero también hubo quienes humillaron
esos principios, quienes oprimieron y exterminaron sistemáticamente a las
personas diferentes, quienes afirmaron la superioridad de su esencia nacional
frente al resto. Hubo -y hay- fascistas, y las fuerzas sociales que se
levantaron el 18 de julio de 1936 contra la República , defendieron
con su vida la particular forma del fascismo español, y ejercieron el
“revanchismo” que usted menciona durante, al menos, los 38 años que duró la
dictadura. Obvio debería ser decir -pasados los años y moderadas las pasiones-
que la transición no “restituyó” la memoria de todas las víctimas, y que esta
es la principal necesidad de nuestra memoria pública hoy día.
6) A pesar de lo que pueda parecer entre los estrechos
muros del Parlament de Catalunya o del Congreso de los Diputados, nuestras
Universidades públicas están llenas -cada vez menos llenas, después de los
recortes que su partido, y el gobierno de CiU y ERC en Catalunya, aplica a los
presupuestos universitarios- de buenos investigadores sobre la historia más reciente.
Los debates historiográficos respecto de los temas que aquí he ido señalando
son ricos y complejos. Lo que aquí he expuesto son sólo algunas posiciones,
refrendadas por una parte de las investigaciones publicadas. Su intervención
parlamentaria, Sra. García Cuevas, no es más que una nueva muestra del
autoritarismo que caracteriza la política de su partido, queriendo establecer
una única memoria pública, ante la que el resto debemos asentir y obedecer. Una
sola forma de pensar y de actuar, aunque esta signifique miseria, paro y
exclusión para la mayoría. Aquí se nota que ustedes, en el fondo y en la forma,
no son muy diferentes de los “reformadores” franquistas.
@CastAres
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Nota (1)
El vídeo con las declaraciones que se citan (4 min. 21s.) está aquí: http://www.parlament.cat/web/actualitat/canal-parlament/sequencia/videos?p_cp1=6766165&p_cp2=6766735&p_cp3=6766698.
No obstante , es ocioso escucharlas puesto que es el
argumento tipico y topiuco de la derecha española ante este asunto, escuchado
hasta la saciedad.
________________________________________________________________________________
A las felicitaciones de Hitler y de Musolini por la victoria de Franco al entrar en Madrid en marzo de
1939 deben unirse las felicitaciones de Juan
de Borbón, padre de Juan Carlos ,
"Uno
mi voz nuevamente a la de tantos españoles, para felicitar entusiasta y
emocionadamente a V.E. por liberación capital España. La sangre generosa derramada
por nuestra mejor juventud será prenda segura del glorioso porvenir de España.
Una, Grande y Libre ¡Arriba España!",
MUSSOLINI, HITLER, PIO XII Y JUAN DE BORBON FELICITANDO A FRANCO


Y los parabienes que compartía el papa Pio XII en su felicitación por el
mismo hecho:
"Levantado
nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente con V.E. deseada victoria
católica España, hacemos votos porqué este queridísimo Madrid, alcanzada la
paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas cristianas tradiciones, que tan
grande le hicieron. Con estos sentimientos efusivamente enviamos a V.E. y a
todo el pueblo español nuestra apostólica bendición"
___________________________________________________________________________
España es una anomalía
histórica. Es el único país europeo con 200.000 desaparecidos y unas leyes que
garantizan la impunidad de sus verdugos. Naciones Unidas reclama al Estado
español que elabore un “plan nacional de búsqueda de desaparecidos”, anule la ley
de Amnistía de 1977 y enjuicie a los autores e implicados en el exterminio
sistemático de fuerzas políticas de izquierdas perpetrado entre julio de 1936 y
noviembre de 1975. Ante la pasividad del gobierno español, la justicia
argentina prepara una querella contra 300 responsables de la represión
franquista. Entre los imputados, se encuentran Rodolfo Martín Villa, que ordenó
la masacre de Vitoria-Gasteiz, José Utrera Molina, ministro franquista y uno de
los firmantes de la condena a muerte de Salvador Puig Antich, Juan Antonio
González Pacheco, alias Billy el Niño, brutal agente de la Brigada
Político-Social, Jesús Muñecas Aguilar, guardia civil golpista y notable
torturador, y Fernando Suárez, que participó en el consejo de ministros que
firmó las últimas ejecuciones del régimen en septiembre de 1975. Es improbable
que estos criminales acaben en un tribunal, pues el gobierno español
–neoliberal o socialdemócrata- se inventará cualquier argucia legal para evitar
su extradición. La Transición española no fue una ruptura con el franquismo,
sino una Reforma del franquismo, que agravió nuevamente a sus víctimas,
condenándolas a ser polvo y olvido en algunas de las 2.500 fosas clandestinas
excavadas por falangistas, requetés, guardias civiles, católicos devotos, aristócratas
y militares.


Se afirmó que las cifras
de Gabriel Jackson eran una exageración incapaz de soportar el contraste con la
realidad. Sin embargo, hace pocos años Paul Preston calculó que había 180.000
desaparecidos en fosas clandestinas. A esta cifra espeluznante, hay que sumar
las ejecuciones con sentencia y las muertes en la cárcel por torturas,
enfermedad o malos tratos. El periodista norteamericano Charles Foltz,
corresponsal de la Associated Press en Madrid durante los últimos años de la
Segunda Guerra Mundial, publicó en 1948 una obra titulada The masquerade in
Spain. Foltz sostiene que el número de ejecutados o muertos en prisión entre el
1 de abril de 1939 y el 30 de junio de 1944, según datos oficiales facilitados
por el Ministerio de Justicia, asciende a 192.684. Esta cifra, que se ha
considerado improbable y desorbitada, coincide con las impresiones del conde
Galezzo Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Asuntos Exteriores de la Italia
fascista. Tras recorrer diferentes regiones de España en julio de 1939,
escribe: “Sería inútil negar que sobre España pesa todavía un sombrío aire de
tragedia. Las ejecuciones son aún muy numerosas; sólo en Madrid, de 200 a 250
diarias; en Barcelona, 150 y 80 en Sevilla, que en ningún momento estuvo en
manos de los rojos”. No me atrevo a dar una cifra total, pero entre las
víctimas del franquismo hay que incluir a 30.000 niños y niñas separados
forzosamente de sus familias, la mayoría hijos de presas republicanas. Hay
otros 6.000 casos de bebés robados durante el tardofranquismo y la primera
mitad de la actual democracia, casi siempre por motivos de “higiene social”
(hijos de madres solteras o de familias con un perfil marginal). En La guerra
civil española, Antony Beevor especula que “la represión franquista durante la
guerra y la posguerra podría situarse alrededor de las 200.000 víctimas”.
Beevor apunta que esta estimación –para muchos, inferior a la realidad-
confirma las amenazas del el general Gonzalo Queipo de Llano: “juro por mi
palabra de honor y de caballero que por cada víctima que hagáis, he de hacer
por lo menos diez”. Las cifras de Gabriel Jackson han sido avaladas por los
hallazgos de nuevas fosas clandestinas. Hace dos años, se calculaba que
existían 1.000 fosas sin exhumar. En ese tiempo, se han descubierto otras
1.500. Con estos datos, no se puede negar que el franquismo cometió un
genocidio.
La exhumación de las fosas
y la imputación de los culpables son tan importantes como un relato objetivo de
los hechos. El sentido de la justicia exige una perspectiva ética, que permita
dilucidar la posición moral de los contendientes. Por ejemplo, ¿cuál es el
punto de vista más adecuado para hablar de la lucha del maquis? El maquis actuó
entre 1939 y 1965. Su ofensiva de más envergadura fue la invasión del Valle de
Arán en octubre de 1944, donde 4.000 guerrilleros se enfrentaron a un
contingente de tropas franquistas compuesto 50.000 hombres bajo el mando de los
generales Juan Yagüe y José Moscardó. La ofensiva fracasó. Los maquis sufrieron
588 bajas y los franquistas 248. Este descalabro no evitó que el maquis
mantuviera su desafío, pero a una escala más pequeña, empleando la táctica de
guerra de guerrillas. En el artículo publicado en el diario YA el 12 de octubre
de 1971, el teniente coronel José María Gárate, adscrito al Servicio Histórico
Militar, publicó un artículo titulado “Veinte años del hundimiento del maquis”.
Gárate escribe: “No hay un balance completo de bajas, pero la Guardia Civil
tuvo 276 muertos. Los muertos y heridos de los bandoleros fueron más de 5.500 en
unas 8.000 acciones terroristas”. En un reportaje publicado en el ABC en 1994
para conmemorar el ciento cincuenta aniversario de la Guardia Civil, se
proporcionan cifras más precisas: “Bajas de bandoleros, 5.548. Bajas del
Cuerpo, 624. Detenidos como enlaces, cómplices y encubridores, 19.407”. ¿Eran
los maquis bandoleros, terroristas? ¿Se puede considerar a los guardias civiles
abatidos víctimas del terrorismo? En mi opinión, el maquis fue un ejemplo de
resistencia y dignidad. La represión ejercida por el Ejército y la Guardia
Civil sólo puede interpretarse como una prolongación del genocidio perpetrado
por el régimen franquista. Sin embargo, el partidista y vergonzoso Diccionario
Biográfico Español de la Real Academia de la Historia llama “terroristas” y
“bandoleros” a los combatientes del maquis. Al mismo tiempo, elogia la figura
de los generales golpistas y el “Glorioso Alzamiento Militar”. Semejante
planteamiento sería inaceptable en Francia, que honra los héroes de la
Resistencia, o incluso en Alemania, que prohíbe cualquier forma de exaltación
de la dictadura nazi.
En España, se considera
“enaltecimiento del terrorismo” homenajear a José Miguel Beñarán Ordeñana,
“Argala”, pero Luis Utrera Molina, suegro de Alberto Ruiz-Gallardón y ex
ministro de Franco, puede escribir tranquilamente: “Franco murió cristianamente
en la cama de un hospital público, después de 40 años de buen gobierno rodeado
del cariño de su pueblo y fue ensalzado y homenajeado por su sucesor, el hoy
Rey de España”. Imagino que entre los logros y cimas de ese “buen gobierno” hay
que incluir las fosas clandestinas que albergan aún los restos de un número
creciente de desaparecidos, pues cada vez que se realizan trabajos de
exhumación aparecen más víctimas de las esperadas. José María Pemán, en una
arenga que retransmitió Radio Jerez el 24 de julio de 1936, expresó
inmejorablemente el espíritu de la sublevación: “La guerra, con su luz de
fusilería, nos ha abierto los ojos a todos. La idea de turno o juego político
ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio y de expulsión”.
Desgraciadamente, este espíritu no se ha extinguido y sigue impidiendo que
España se convierta en un país realmente democrático, donde se prohíba el
ensalzamiento o justificación de la dictadura franquista, se borren
definitivamente sus símbolos, se enjuicie a los responsables de sus crímenes y
se exhumen los restos de los miles de hombres y mujeres asesinados por su
compromiso con una sociedad más libre e igualitaria. Hasta entonces, España
será una anomalía, una estructura opresiva que no cesa de inventar leyes para
criminalizar las protestas sociales, amordazar a los disidentes, frustrar los
anhelos independentistas y pisotear la memoria de los que perdieron la vida
ante un pelotón de ejecución o en el infame garrote vil. Tal vez la muerte del
joven anarquista Salvador Puig Antich, lentamente estrangulado por un verdugo
ebrio y esmirriado un lúgubre 2 de marzo de 1974, simboliza de forma
particularmente trágica la brutalidad de una dictadura que aún contamina el
presente, recordándonos que los canallas duermen tranquilos y las víctimas aún
claman justicia desde las entrañas de la tierra.
(1).-Fuente:
http://rafaelnarbona.es/?p=5981
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El héroe valenciano que liberó París
El capitan Raymond Dronne y Amado Granell preparando el ataque en Paris. / ARCHIVO EVELYN MESQUIDA
Su tenacidad lideró uno de los episodios clave de la Segunda Guerra Mundial. El 24 de agosto de 1944, el teniente Amado Granell fue el primer oficial del Ejército francés en llegar al Ayuntamiento de París para liberarla del dominio de las tropas alemanas. Siete décadas después de aquel hecho heroico, símbolo de la liberación de Francia, la asociación 24 août 1944, presidida por la periodista alicantina Evelyn Mesquida, homenajeará en París a los soldados españoles de la Novena Compañía integrada en la Segunda División Blindada del general Leclerc, conocida como La Nueve, con unas jornadas divulgativas del 22 al 24 de agosto que culminarán con la primera marcha en memoria de los combatientes y republicanos españoles.
Aunque la instrucción de los aliados dictaba rodear París, Leclerc, por orden de De Gaulle, decidió obviarla y asignar en su lugar la entrada en la capital a una de sus secciones de soldados españoles, cuyos carros de combate, que llevaban por nombre las principales victorias republicanas en la guerra civil española, acababan de derrotar a los alemanes en la población cercana de Longjumeau. El teniente Granell, al mando de la unidad, recibió la consigna de estudiar la posición germana en la ciudad sin otra orden que la de avanzar.
Acostumbrado a estar siempre en la primera línea, Granell no se limitó a inspeccionar la situación del ejército alemán en París, cuyo despliegue superaba los 12.000 soldados. Al atardecer del 24 de agosto, desde la Puerta de Italia, su centenar de hombres se adentró en la capital con la decisión de liberarla, sin mapas y con carros Sherman y half-tracks, orientados hasta el Ayuntamiento por una guía Michelin y la ayuda espontánea de un ciudadano. En un trayecto que no levantó violencia ni oposición, La Nueve fue recibida por una marea humana enloquecida de emoción al ver a sus salvadores.
Bajo el mítico titular de Ils sont arrivés, el diario Libération publicó el 25 de agosto la fotografía histórica del encuentro en la Alcaldía de Granell, el presidente del Comité Nacional de la Resistencia, Georges Bidault, y el prefecto del Sena. Pero el texto nunca mencionó al teniente castellonense, al asumirlo “oficial francés”. “Se publicó que el primero en llegar fue Bronne, refiriéndose al capitán Raymond Dronne. De manera deliberada, le habían dejado de lado al borrar su nombre”, sostiene Evelyn Mesquida, autora de La Nueve, obra de referencia de la compañía española del Ejército de la Francia Libre, y una de las organizadoras de los actos conmemorativos de La Nueve en París. “Este año celebramos por primera vez el 24 de agosto para homenajear a los españoles. Esperamos que el discurso del Presidente de la República el 25 por la noche reconozca su presencia enorme durante el combate francés contra los nazis”.
Tras 10 años de investigación, a Mesquida le costó meses localizar aquella portada, que vio por primera vez reproducida en la única entrevista a Granell en España publicada en el diario Pueblo en 1970, en la que el teniente, de 71 años y retirado en Alicante, declaraba no extrañarle el silencio de su hazaña: “Si me hubiese nacionalizado francés, mi lugar en los episodios del 24 de agosto estaría claro, pero como español no es extraño que me han hayan pospuesto y olvidado. No reivindico nada, si acaso el respeto a tantos españoles heroicos y desconocidos. De la guerra mundial me ha quedado el dolor de tantos millares de vidas españolas truncadas”.
Aquel oficial español, que De Gaulle invitó a liderar el desfile de la Victoria, había nacido en 1898 en Burriana, principal enclave de la exportación de naranja. Criado en Valencia, a los 21 años se enroló, aún menor de edad, en el tercio español de la Legión Extranjera. En el desastre de Annual, en Marruecos, donde se graduó de sargento, vivió como legionario su primera experiencia con las armas.
Instalado en Orihuela, donde regentó una tienda de bicicletas, se afilió a la UGT y fue concejal por Izquierda Republicana. Hombre de acción y luchador por la libertad, al estallar la guerra civil se alistó en el bando republicano, con el que llegaría a combatir en las principales batallas, fraguándose en un auténtico líder al mando de la 49ª Brigada Mixta del Ejército Popular como comandante, responsabilidad equivalente al actual general de brigada. “Con la liberación de París, todos han olvidado su relevancia en la guerra civil, cuando su actuación fue muy importante”, señala Ricardo Pardo, coronel retirado y director del Museo Militar de Castellón, el primero en exponer material del oficial castellonense.
Aficionado a la historia, el coronel Pardo ha sido el único militar español en reconocer en público la figura de Granell. “Es una obligación cuando España no tiene ningún problema en olvidar su historia y vive feliz en la ignorancia. Granell fue decisivo, pero estoy convencido de que si De Gaulle hubiese podido, nunca habría elegido a un español para liberar París”, sostiene.
Aurora Granell, la mayor de los tres hijos del oficial, destaca “la gran vocación militar” de su padre, quien prefirió la trinchera a la vida tranquila del comerciante, explica. De 83 años, tenía nueve cuando su padre partió al acabar la contienda como pasajero del carguero Stanbrook rumbo a Orán. “Mi madre lloraba, y mi padre no quería marcharse, pero unos amigos le obligaron. Nunca dejó de escribirnos cartas, y no lo volví a ver hasta 1948, cuando fui a verlo a París”, evoca su hija. “Fue un hombre de un encanto especial, pero para muchos sigue siendo un desconocido”.
Desde su ingreso en el Cuerpo Franco de África en 1942, luchando en la guerra de Túnez contra las tropas del general Rommel, hasta su simbólica despedida de la guerra lavándose la cara y las manos con agua del Rin al abandonar las trincheras en Estrasburgo para ser hospitalizado por sus heridas, la persistencia del teniente de La Nueve fue calificada por el Ejército francés de “valentía temeraria” y laureada con la Cruz de Guerra con palmas y la Legión de Honor francesa.
De carácter sereno y reservado, Granell también destacó como hombre político. Al final de la gran guerra, cuando trabajaba de gerente en una agencia de noticias en París, inició contactos con personalidades como Largo Caballero, Indalecio Prieto y Don Juan de Borbón, para formar un gobierno de oposición que devolviera la libertad a España. Frustrado en su intento, volvió en 1952, primero instalándose en Santander y después en Alicante, donde abrió un comercio de electrodomésticos.
Superviviente de tres guerras y con el mérito de haber ganado galones desde abajo del escalafón, Granell perdió la vida en 1972 en un accidente de tráfico, cuando se dirigía al Consulado francés en Valencia para tramitar su pensión de excombatiente. Enterrado en Sueca, su lápida fue sufragada por el Gobierno francés, a modo de reconocimiento a su heroica contribución. Su muerte dejó pendiente un esbozo de memorias que tituló La guerra hecha por un civil: Recuerdos de un combatiente, un enunciado que atestigua la vocación por la libertad de este héroe de la liberación de París, que en septiembre contará con la primera plaza en su nombre, ubicada en el Instituto Francés de Valencia.
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