A
principios de 1929, el Presidente H. Hoover hacia las declaraciones siguientes:
“ “Nosotros en America de hoy estamos mas
cerca del triunfo final sobre la pobreza de lo que ninguna tierra lo ha estado
nunca en la historia”. En lo que al presente concernía probablemente quería
referirse al 5% de la población más rica
que acumulaba el 40% del total de la renta USA. En lo que al futuro del
“triunfo final” se refiere, estaban al
borde de una de las eras peores de pobreza de la historia contemporánea. En octubre
de ese mismo año la quiebra de fueron a compartir la peor condición de los mas proletarizados y acudían, haciendo colas interminables, a las instituciones de caridad publica En la agricultura las granjas se abandonaron y los arrendatarios y propietarios eran desahuciados, emigrando masivamente por millones a las chabolas de latas y cartón de las ciudades uniéndose a los parados y pobres de las urbes que se hacinaban ya en aquellos “Hoovervilles” como fueron llamados en honor de la riqueza futura que él había profetizado.
A la
falta de clarividencia se unía la mala fe ideológica que lo justificaba. Así, en
marzo de 1931, Henry Ford declaraba que la crisis era debida a que “El
hombre medio no trabaja realmente ni una jornal a menos que se vea atrapado y no
pueda escapar. Hay infinidad de trabajo si la gente lo quisiera”. Una semana
después de estas declaraciones, despedía a 75.000 trabajadores de sus fábricas sin más contemplaciones.
Probablemente lo hizo con la sana intencion moralizante de que
los trabajadores al quedarse “atrapados”
valorasen realmente el trabajo.
Uno de
los acontecimientos mas sonados al que tuvo que enfrentarse el clarividente Presidente Hebert Hoover fue la ira de los veteranos de
Ante tal peligro de desarrapados
indefensos se reunió nada menos que un ejército de cuatro compañías de
infantería, cuatro regimientos de caballería, un escuadrón de ametralladores y
seis tanques. Al mando de ese ejercito estaba el que sería héroe de
MacArthur
condujo sus tropas hasta el lugar, rocío con gases lacrimógenos a todos, e
incendió todo el campamento del que
huyeron despavoridos, en desbandada, quemados y asfixiados las mujeres, los niños, y los veteranos
soldados, completamente desarmados.
Aquellos
fueron los gloriosos antecedentes de los brillantes generales americanos de
(1)
Patton: “Soy un soldado , lucho donde me dicen”.-La misma justificación dada
por el nazi Eichmann al tibunal que le
juzgaba en Jerusalén sobre su responsabilidad en los campos de exterminio.
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