Jose Solana Dueso .(1)
Coincidiendo con los momentos más esplendorosos y creativos
del mundo helénico, las ciudades griegas contemplaron un singular renacimiento:
lo que ha venido a llamarse “ “movimiento
sofistico”. Los trágicos Sófocles y Eurípides, los historiadores Heródoto de
Halicarnaso y Tucidides, los cómicos Cratino, Eupois y Aristófanes, los
escultores Fidias y Policleto, los pintores
Polignoto y Zeuxis, son todos ellos testigos de este renacimiento.
Un singlar cúmulo de circunstancias hizo que los primeros
sofistas hallasen en Atenas el fulcro
para consolidar un movimiento que ya no tendría fronteras ciudadanas.
La primera de estas circunstancias tiene que ver con el
periodo de cincuenta años ( pentecontecia) que va del final de las guerras
contra Persia( 479 a
.c ) hasta reinicio de la guerra del peloponeso ( 431 a .C.). En esta época la
liga de Delos, encabezada por Atenas, en algunos momentos llego a incluir hasta
doscientos miembros, entre ellos la mayoría de las islas del Egeo y de Asia menor. Progresivamente la hegemonía
ateniense se incrementaba, las ciudades aportaban cuantiosos tributos que
Atenas administraba y loso tribunales atenienses asumían competencias en asuntos
importantes de otras ciudades. La pujanza económica se convierte en factor de
atracción para intelectuales del mundo griego, si bien por si sola no podría
explicar el fenómeno de los sofistas.
La segunda circunstancia, más decisiva, tiene que ver con
el sistema político, la democracia, que, aun cuando no era exclusivo de una
ciudad concreta, puede decirse que el ateniense era el caso mas ilustre y emblemático.
La democracia aceptaba como principio constitucional la creencia en la igualdad política
( isonomia) de todos los ciudadanos, y, en consecuencia, la creencia de que el
gobierno de la ciudad debía fundarse en el voto de la mayoría, cuya decisiones constituían
la ley ( nomos) que obligaba a rodos
por igual. Condición de posibilidad y exigencia de stos principios es que
existiera la mayor libertad posible y en particular, la libertad de palabra ( isegoria , parreshia). En consecuencia
la mayoría de los cargos públicos ( en particular el sistema judicial) eran
designados por sorteo, siendo sometidos a examen previo ( dokimasia) y a una rendición de cuentas ( euthyna) tras el año de mandato.
Este sistema político abría a rodos las puertas de la participación en la gestión publica y exigía, al mismo
tiempo, dicha participación por cuanto que todo ciudadano era, como tal,
miembro de la Asamblea. La
palabra se convertía asi en el instrumento principal de la política. Como mínimo, cada ciudadano era una voluntad que
ganar mediante la persuasión para cualquiera que presentara una propuesta en la Asamblea. Por otra parte,
cualquier propuesta podía verse enfrentada a otra contraria, lo que exigía la
puesta en escena de medios de argumentación adecuados.
Cuando los sofistas comenzaron a llegar a Atenas desde
Abdera, Leontinos o Ceos, ofreciendo unas enseñanzas que apuntaban en su conjunto a cuestiones de naturaleza
política, un amplio publico de jóvenes, ávidos de aprendizaje, los acogió con
entusiasmo. Las primeras escenas de Protágoras
( 310ª-311) platónico son una muestra de la seducción que los sofistas despertaban en los jóvenes atenienses.
Una tercera circunstancia fue también decisiva para el
prestigio del movimiento sofistico: personajes adinerados de Atenas pusieron
sus casas y su dinero a disposición de los sofistas. El rico Calias es el mas
famoso. Los gimnasios, especialmente el Liceo, eran igualmente escenarios para
escucha sus lecciones y demostraciones. El mecenazgo era un fenómeno conocido en el mundo griego: tiranos y reyes
rivalizaban en acoger a poetas en sus cortes. La ciudad de Atenas, en el siglo
V, al promover festivales musicales y múltiples trabajos y encargos en el
programa d obras publicas, ofrecía amplias posibilidades a poetas y artistas.
En este contexto la actitud de Pericles y Aspasia ante los
intelectuales fue un factor que impulsó el movimiento sofistico mas que cualquier mecenazgo.
Pericles, el personaje político mas
destacad o e influyente en Atena desde el 451 a .c. hasta su muerte en el 429 tuvo como
maestros y consejeros a Damon y Anaxagoras. Entre sus amistades se encontraban
las personalidades mas celebres de su tiempo : Fidias, uno de os mayores
artistas de la antigüedad dirigió el programa
de obras impulsado por el estratego, Sófocles el trágico fue compañero
suyo en el generalato del 441. Herodoto de Halicanaso tuvo relación con
Pericles y se sumó posteriormente a la fundación de Tuios (443 a .C.) impulsada por los
atenienses; Hipodamo de Mileto, el mas famosos urbanista griego, que ya habia
planificado el Pireo, contribuyo a diseñar los planos de l citada colonia;
conocida es también la estrecha relación que mantuvo con Protágoras.
De Pericles, educado en los nuevos ideales del siglo V,
hombre de integridad moral a toda prueba, conocedor de la ciencia, al filosofía
y el arte de la época, maestro de la palabra justa, recibieron os sofistas
estimulo y aliento, todo ello en un clima excepcionalmente favorable a la
crearon artística e intelectual, a la audacia teórica y a la estima de la
verdad.
En síntesis, los sofistas venían a satisfacer una demanda
social de formación superior, exigida principalmente por el sistema político
participativo e igualitario y alentada por el circulo de Pericles.
1.- Los sofistas, profesionales de la enseñanza.
La irrupción de estos personajes en las ciudades
griegas fue la causa de que el término
“sofista” pasase a tener una
significación mas restringida. El sofista en el sigo V es un profesional que se define por dos rasgos:
los programas de enseñanza que ofrece y los honorarios que cobra.
En efecto, cada sofista ofrece su propio programa de
enseñanza: si Protágoras se centra en la teoría y la practica de la política, Hipias ofrece as cuatro
disciplinas del quadrivium medieval. Pródico es un experto en lingüística y
Antifonte en psiquiatría. Sin embargo la enseñanza mas característica de los
sofistas es la retórica.
Por otra parte el sofista cobra por su enseñanza unos
honorarios cuya cuantía es difícil de determinar aunque en algunos casos, por
el prestigio de algunos sofistas y por la gran demanda exigente, la enseñanza
llegó a ser una actividad muy lucrativa.
La mala fama que ha acompañado a los sofistas en la
cultura occidental tiene que ver con estos rasgos que acabamos de enunciar. Lo
que por fuerza ha de resultar sombroso a
cualquier lector moderno. En efecto, ¿que tiene de reprobable que un privo que un profesor cobre por sus
lecciones? ¿Cual es la maldad de un programa educativo que ofrece, entre otras
disciplinas como matemática o astronomía, el estudio del lenguaje en todas de
sus formas y la retórica en particular. Responder a estas inocentes
preguntas exige bucear en una de las páginas mas apasionantes de nuestra
historia intelectual; tal es la polémica que Platón y Aristóteles libraron con
los sofistas. Quine desee hacer esta experiencia habrá de prepararse para no
dejarse arrastrar por viejos prejuicios que lastran la investigación.
Deberá, en primer lugar, persistir en las inocentes
preguntas contra poderosas corrientes presentes en esta polémica de ayer y de hoy, que , tras
levantar el polvo para cegarse los ojos del indagador, se apresuran a ofrecer
un camino facil y seguro de salida a la luz. ¿ En ue radica, habremos de
repetir una y otra vez, la maldad de la
retórica? ¿Porqué Platon y Hegel proclaman al unísono la inferioridad del orador?
Deberá, en segundo lugar, atenerse rigurosamente al
principio metodológico que exige, en el caso de una polémica, conocer las posiciones de los dos bandos.
Exigencia tan necesaria como difícil, pues la voz de los sofistas, como sus
obras, han desaparecido del escenario. No obstante, el estudioso tiene muchos
caminos para eludir esa fatalidad histórica. Pese a todo, poseemos textos
(fragmentos y testimonios) y tenemos huellas del pensamiento de los sofistas en
los documentos, muy numerosos y significativos, de sus adversarios.
Deberá, finalmente, mantener bien anclado en su mente el
sentido común: si dos grandes filósofos como Platón y Aristóteles, desplegaron
una actividad teórica, vasta, reiterativa e insistente, que rayaba incluso en
la obsesión, contra sus adversarios ( en especial Protágoras), henos de suponer
a fortiriori que vieron en los sofistas una filosofía rival sólida y difícil de
refutar. Rescatarla es nuestro trabajo; repetir los argumentos y anatemas
platónicos y aristotélicos, como todavía ocurre con frecuencia, una reiteración
inútil y tediosa.
2- La polémica contra los sofistas en los escritos platónicos
y aristotélicos:
La critica platónica a los sofistas comienza por los dos
rasgos mencionados. En efecto, la disciplina mas común a todos era la retórica;
sobre ella existen dos versiones- la platónica y la moderna- de un mismo
prejuicio, según el cual la retórica seria un conjunto de recursos destinados a
conseguir el éxito a costa de cualquier valor intelectual o moral. Platón la
condenó como un medio para “seducir a las almas” y granjearse la simpatía de la
multitud. La referencia ultima de la retórica sería la apariencia y no la
naturaleza de las cosas, y su objetivo, la verosimilitud y no la verdad.
Los modernos han hecho suya esta critica platónica y nos
han dado una versión actualizada, como expresa Guthrie al sostener que “se le
podía asignar a la retorica el lugar que ahora ocupa la publicidad” .
Sin embargo la critica platónica a la retórica prueba que
es mucho mas qe un conjunto de sutilezas formales. La retórica se presenta como
rival de la dialéctica y en el pasaje crucial del Teeteto, el orador y el filosofo constituyen dos paradigmas radicalmente antitéticos, lo mismo que en el Gorgias. En el Fedro,
Platón conecta la retórica con el arte de las antologías, que se aplica a “ todo
lo que se dice”, no solo el bien y la justicia, o los tribunales y la asamblea,
sino el discurso científico en general, es decir, la filosofía.
Platón entiende que hay solamente un arte, la antilógica,
con pretensiones de generalidad, es decir con vocación de filosofía, de la que
la retórica no seria sino una de sus partes. El que Platón use en general el
termino “ retórica” se debe a que es el tópico mas conocido y quizás su
manifestación social mas importante. Vista así, la retórica, como parte de un
planteamiento filosófico mas general, se entiende que Platon oponga su propia
filosofía, la dialéctica, tanto en sus tesis teóricas mas importantes como en
los procedimientos metodológicos, a otra filosofía, en este caso, la
pitagórica.
Si la conexión con la antilógica de Protágoras es una
prueba de que, a los ojos de Platón. La retórica era una disciplina con carga teórica,
su papel en la practica democrática ateniense abundaría en la misma línea, pues
una de las destrezas esenciales del político democrático es precisamente la retórica.
No en vano, Pericles, el político mas influyente, es también “el hombre mas
perfecto en la oratoria” ( Fedro). En el Criton las leyes insisten en que el
ciudadano en su acción política solo tiene dos alternativas: obedecerlas y
acatarlas o persuadir a la ciudad para cambiarlas, pues las leyes democráticas, como dirá Aristóteles no son sino “opinión de la mayoría”. La retórica,
era, por lo tanto, un elemento decisivo
para todo lo relacionado con el cambio constitucional ue tanto preocupaba a Platón.
En cuanto al cobro de honorarios, un hecho obvio en
nuestros días, Platon y Jenofonte lo tomaron como uno de los rasgos diferenciales
entre la activad de los sofistas y la socrática.
Primero, Sócrates enseña lo que sabe, mientras que los
sofistas como traficantes de mercancías del alma las den
con el animo de lucro sin saber si son buenas o malas, es decir , Sócrates no
tiene ningún interés adicional que no sea le valor intrínseco de sus
enseñanzas. En segundo lugar, en la
medida que Sócrates no cobra honorarios, no contrae ningún compromiso, y en
consecuencia puede elegir a sus discípulos. De este modo, mantendría su condición
de hombre libre en tanto que los sofistas serian es clavos de sus clientes,
hasta el punto que Jenofonte los compara con las prostitutas (recuerdos de Sócrates).
En torcer lugar, al no hipotecar su posibilidad d elección mediante honorarios,
puede previamente analizar las almas de os que se le acercan, siendo su “demonio”
el que decide a quien debe de tomar como discípulo y a quien rechazar.
La critica por cobro tiene que ver, por tanto, con la
selección de los discípulos, tema que se encuentra teorizado en los diálogos platónicos
de madurez. Si, efectivamente, es imposible que la masa llegue a ser filosofa (Republica
494 a ,
Politico292,e), si la prudencia es propia de una
clase minima por naturaleza ( Republica 428 e), la educación consistirá
en aislar a esas pocas naturalezas filosóficas y salvaguardaras de los peligros
de la educaron sofistica( República 492).
La critica platónica a los honorarios de los sofistas
tiene de este modo un fondo teórico: si
todos los ciudadanos participan de la
virtud pública, como sostuvo Protágoras, es natural que la educación esté
abierta a todos. Por el contrario, si son escasas las naturalezas
filosóficas, como opinaba Platón, la
tarea educativa deberá ir precedida de una selección minuciosa.
Pero con esto la crítica platónica a los sofistas no ha
hecho sino comenzar. Apuntaba certeramente a cuestiones filosóficas de primera
importancia. Todavía es frecuente hoy ver formulada la siguiente pregunta: ¿
fueron los sofistas filósofos? . A menos que estemos dispuestos a forjar una
noción excluyente y yi arbitraria de filosofía, la respuesta es obviamente
afirmativa. Nos bastara el hecho de que Aristóteles, precisamente en el cuarto
libro de la Metafísica , vea en
Protágoras y los sofistas sus principales adversarios.
Nuestra apreciación va mucho mas lejos. No sólo fueron
filósofos, sino que lo fueron en sentido
constituyente. En efecto, lo que hoy llamamos filosofía, en su
estructura conceptual e , incluso, en su organización administrativa, seria
inconcebible sin la reflexión de los sofistas, con ellos se produce una
importante ampliación temática: si los milesios habían iniciado su reflexión sobre, el tema de la physis ( realidad, ser) y otros filósofos sobre todo Heráclito y
Parménides, habían tomado como núcleo el problema del conocer ( las sendas de
la investigación) introduciendo la
problemática derivada de la intervención del sujeto, los filósofos del siglo V
, y los sofistas como pioneros, se aventuraron en un terreno hasta el momento
apenas explicado por la reelección filosófica: la teoría del estado, la polis,
las relaciones sociales, junto con todo
el universo temático y conceptual que le rodea. No puede hablarse propiamente
de un cambio de rumbo, sino de un descubrimiento, de alcanzar una nueva posición
que además de merecer un estudio propio, resulto que ofrecía un punto de
observación nuevo desde el que contemplar los viejos senderos anteriormente
transitados, el de la física y la epistemología.
Platón y Aristóteles son conscientes e esta situación y
consecuentes con ello: corregir e incuso erradicar algunas perspectivas de los
sofistas fue para ambos tarea primordial. La mayor parte de la tradición
filosófica occidental s fruto de aquella erradicación, hasta el punto de que
ambos pueden ser considerados en buena medida, para bien o para mal,
refundadores de la filosofía.
3.-El horizonte relativista:
Tales perspectivas en tormo a la cuestión del relativismo,
una de las señas de identidad de la filosofía de los sofistas. Si bien es
Protágoras su teórico, otros sofistas, como Gorgias, lo presuponen. El
relativismo no parte de cero con los sofistas, sino que se había iniciado con
los presocráticos. El descubrimiento del sujeto y de la epistemología había
llevado a Herclito al relativismo ornitológico que le permitía explicar y
justificar la visión monista, ingenua y expuesta a graves objeciones, de los milesios.
A su vez la relativización ontológica implicaba cierto grado de absolutización del sujeto, es decir, del
logos.
Los sofistas, oor el contrario, están anclados en el
escenario de la polis, un escenario definido por dos parámetros fundamentales:
los valores (teoría política) y el lenguaje ( gramática, lógica, retórica).
Pues bien, ambos constituyen el dominio de lo relativo. En efecto, el estudio
empírico de la relatividad de las costumbres, en el que los persas estuvieron
en primera línea, como afirma K. Von Fritz y acepta Untersteiner tiene una
larga tradición que se remonta a Hecateo de Mileto y Jenófates. Se sumaba a
ello la experiencia democrática, en la que las leyes se elaboraban y decidían
en un escenario publico estrictamente humano, es decir, plural y
diafónico.
Si además, añadimos el postulado democrático de que todo
sujeto humano tiene sentido de la justicia y, por lo tanto rodos deben ser
oídos cuando se trata d cuestiones sobre virtud política, es decir, si
admitimos el principio de igualdad de los sujetos, y queremos expresar esa
situación en una formula, tendremos el enunciado protagónico “el hombre es la
medida de todas las cosas”. El agora es el escenario desde el que los sofistas
nos dan su visión de las cosas. Hay, en efecto, otros escenarios posibles, el
aula de la academia, la corte de un tirano o la torre del marfil del filósofo
puro
Las descripciones empíricas de la diversidad cultural
tuvieron, entre otras, una consecuencia
decisiva para la filosofía de los sofistas: evidenciaron la necesidad de
introducir modificaciones sustanciales en los esquemas lingüísticos habituales
de la filosofía presocrática. Descubrir lo que ocurre en el dominio de la
política y las costumbres solo podía hacerse en un lenguaje de relaciones; lo
malo para los griegos es bueno para los indios calatias según escribe Homero
(III, 38). El lenguaje monódico resultaba insuficiente y perturbador. Hay en
los textos sofísticos una lógica de relaciones subyacentes que hubo que esperar
mucho tiempo para su formalización. Buena parte de las criticas sofisticas a
Parménides tiene que ver con las iferencias en los esquemas y usos
lingüísticos.
La generalización del lenguaje relacional, intuición ya
presente en Heráclito, proporciona el instrumento lógico que permite formular,
tras el cultural, un segundo nivel de relativismo, el ontológico, cuyo
contenido se puede formular con términos
de Nietzsche “Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una
ficción vacía: el mundo “aparente” es el
único: el mundo “verdadero” no es mas que un añadido mentirosos”. ( el crepúsculo
de los ídolos)
El relativismo ontológico considera el concepto de ser en
si como una vacuidad que puede llenarse mediante el desvelamiento del
conjunto siempre abierto de relaciones que
permite fundar la diferencia entre los seres. Defiende, por tanto, la prioridad
de la categoría de relación frente a la de la sustancia o la idea.
La asociación que hallamos en Platón, Aristóteles y Sexto Empírico
entre la teoría protagórica y el flujo heracliteano nos da la medida del
relativismo ontológico y abre el camino al tema capital de la verdad. Para
Protágoras la verdad es una relación de correspondencia con un carácter
peculiar y en apariencia paradójico, pues si es cierto que debe reposar en el
objeto, también lo es que el “ criterio” o
“medida” de la verdad solo puede serlo del sujeto, en cuanto que es el
único que es capaz de decidir si existe o no tal correspondencia. No solo el
hombre, cada hombre, es la medida sino que, queramos o no, estamos
obligados a serlo, como replica
Protágoras a Sócrates (Teeteto, 167 d).
En la discusión del tema de la verdad hemos de distinguir
dos problemas frecuentemente confundidos: el primero se refiee a la
arbitrariedad y se resuelve con la apelación a los hechos (correspondencia). El
segundo, mas complejo, afecta a la diafonía que se da tanto entre las gentes de ciencia como entre la gente común.
Este segundo problema, mas persistente, muestra que, si
con el recurso a los hechos podemos evitar la arbitrariedad, no por ello se
resuelven las discrepancias. Ocurre que, sin arbitrariedad, con buenos
argumentos, se pueden sostener opiniones divergentes, lo que se confirma tanto
en la experiencia d e la vida ordinaria como en el ámbito de la historia de la
ciencia. En este contexto, el relativismo alético afirmaría que el sujeto, cada
sujeto, es el juez ultimo. No cabe pues
recurso ulterior alguno no a los dioses, ni al experto, ni al objeto. Como el
sujeto es juez y parte,( esta es la gran intuición del relativismo) se sigue,
que el conflicto, la diafonía, es consustancial a los humanos y su resolución
solo es viable en el marco de sujetos que no pueden renunciar a su doble
realidad de juez y parte.
Las consecuencias del relativismo son especialmente
notorias en la teoría política y moral,
en la que la dicotomía nomos/physis desempeña un papel esencial. Para Guthrie,
los sofistas “todos por igual creían en la antitesis entre naturaleza y convención”.
Sin embargo, los distintos sofistas mantienen a este respecto posición es muy
diferenciadas que tienen que ver con el problema del fundamento sobre el que se
asientan los valores.
Protágoras sostiene un punto de vista convencionalista,
según el cual, el código moral es una institución de la polis. ( Teteto,167 d ).
Por esta razón el código es variable diacrónicamente en la misma ciudad y sincrónicamente en diferentes
ciudades. Esta doctrina es el resultado de aplicar a los valores la teoría
relativista del hombre-medida. No es la naturaleza sino la polis la que proporciona
el codigo moral. Por ello puede decirse que Protágoras es el sofista que mas
insistió en la desnaturalización de la moral, es decir, en su
relativización. Nomos y Physis
representan dos ámbitos diferentes e irreductibles, no antitéticos, sino complementarios, como lo son también la técnica y la política (Protágoras
321c-322d). Si el código moral no puede fundarse mas que en la propia estructura
social del hombre, la educación será el factor decisivo de moralización y, por
lo tanto , de humanización. Demócrito había recogido un pensamiento similar al
afirmar que “la enseñanza remodela al hombre, y al remodelarlo, actúa como
naturaleza”.
El Gran discurso de Protágoras que recoge las ideas políticas
mas importantes del sofista, es la más encendida defensa de la necesaria
participación de todos en la vida política, la enseñanza y el aprendizaje de la
virtud y de la igualdad como categoría fundadora de una sociedad bien ordenada.
En la misma línea de Protágoras se mueve el análisis de
Trasímaco (Republica 338), en tanto que otros sofistas entienden la dicotomía
como antitesis, si bien con enfoques diferentes como ocurre en Antifonte o Hipias.
(…)
(1).-
Fuente: Los sofistas: testimonios y fragmentos.-Alianza editorial 2013
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