Por José Segovia Martín. (*)
Dicen que Albert Einstein
dijo que “el sentido común son los prejuicios a los 18 años de edad”, en justa
referencia a todas esas interpretaciones subjetivas del mundo que, al cabo,
terminan coincidiendo con las de la gran mayoría, no porque las hayamos pensado
con calma, sino más bien por lo contrario. Damos por sentadas la mayor parte de
las cosas, pero aun cuando dudamos, sabemos que la satisfacción interior de
enfrentarnos a la opinión general por una convicción también supondrá un gran
coste. Esta es una consecuencia inherente, más o menos aceptada, de la lucha de
clases, y una rémora para la transformación de la sociedad. Y es que, a la
manifestación del pensamiento discordante suele imponerse el miedo, la pereza o
la amnesia.
Pero el pensamiento crítico
que nos permite enfrentar o defender con valentía el orden de las cosas no se
desarrolla con salud por sí solo, pues hace falta un medio de cultivo apropiado
que permita el florecimiento de la integridad intelectual de los individuos. Es
evidente que el modelo educativo es un factor determinante en el desarrollo
cognitivo de los ciudadanos. De cómo sea o deje de ser este modelo dependerá,
en parte, la visión del mundo de las generaciones futuras.
Hoy, el organismo
internacional más influyente en la evaluación de nuestros estudiantes y, por lo
tanto, en la percepción de la calidad de nuestro sistema educativo es la OCDE.
La Organización para laCooperación y el Desarrollo Económicos. Sí, sí,
¡económicos! Conviene recordar en este punto que el objetivo de la OCDE es
maximizar el crecimiento económico según los parámetros del actual modelo de
desarrollo global. Es más, “liberalizar progresivamente los movimientos de
capitales y servicios” es requisito indispensable páralos países miembros de la
OCDE. Vamos que, se esté a favor o en contra de tal cosa, de ideología en eso,
como podrán comprobar, no hay nada de nada, qué va.
Pues bien, el informe PISA
(por sus siglas en inglés: Programme Of International Student Assessment) es el
examen que poco a poco nos han colado como método objetivo de medición del
nivel educativo de nuestros adolescentes. Y ya lo habrán imaginado, es la OCDE
quien elabora este informe. Pero, ¿qué se pretende con un informe que
cuantifique el conocimiento de nuestros adolescentes a nivel internacional?,
¿bajo qué criterios se diseña?, ¿es realmente objetivo?, y ¿cómo influye en las
políticas educativas de los países?
Andreas Schleicher es el
subdirector de Educación en la OCDE. Pero se nos juzga por lo que hacemos. Así
que, permítanme un inciso. Andreas Schleicher es también miembro del patronato
de Teach for All, una organización educativa financiada por corporaciones como
HSBC, Visa,DHL o Credit Suisse. Según su propia página web, pretenden combatir
la desigualdad y transformar las escuelas mediante el desarrollo del liderazgo.
Operan contratando personas jóvenes a las que con pocas horas de formación
dicen haber formado en la excelencia. Sin embargo, muchos consideran que el
verdadero propósito de esta organización estriba en infiltrar en las escuelas
públicas una suerte de misioneros de la causa poco formados pero altamente
motivados con el objetivo de inocular una determinada ideología neoliberal.
Solo hay que navegar unos minutos por internet para cerciorarse de lo que
premeditadamente oculta esta organización. Por aportar un último dato, la
filial de Teach for All en España se denomina Empieza por Educar, cuyo patronato
está presidido por Ana Patricia Botín. Es más, en 2011 la Consejeríade
Educación del Gobierno de Esperanza Aguirre concedió subvenciones aesta
fundación para el desarrollo de su programa “Refuerza” en institutos de
Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid, según puede consultarse en la
orden 1556/2011 del BOCM.
El caso es que el pasado año
Andreas Schleicher recibió una cartaabierta firmada por Heinz-Dieter Meyer
(State University of New York)y Katie Zahedi (Principal, Linden Ave Middle
School, Red Hook, NewYork), a la que se han sumado decenas de personalidades
relevantes del mundo de la educación, como Noam Chomsky o Alfie Kohn, entre
otros.
La carta muestra su
preocupación por las consecuencias negativas del informe PISA. En primer lugar,
por su contribución a un incremento de este tipo de pruebas cuantitativas que
etiquetan a estudiantes ,profesores y sistemas educativos según los resultados
obtenidos en un examen necesariamente imperfecto. Estas etiquetas, según los
firmantes, están siendo determinantes en la elección de las políticas
educativas de los países, a pesar de las limitaciones manifiestas dela prueba.
Resulta evidente que quien legisle en función de las orientaciones de PISA
estará legislando según unos pocos aspectos, asumiendo la parte por el todo. Resalta
la carta además que los países han comenzado a aplicar políticas educativas de
corto plazo, diseñadas para escalar en la clasificación, cuando se ha revelado
en diversas investigaciones que los logros educativos derivados de políticas
eficaces tardan años en manifestars e de manera significativa.
Cabe destacar, por otra
parte, cuáles son las áreas que pretende medir el informe PISA. A saber, la
competencia en matemáticas, comprensión lectora y ciencias naturales. ¿Dónde
quedan el resto de facetas?¿Dónde queda la ética o el arte? Inevitablemente,
mientras aumenta la presencia de PISA,
se reduce el “imaginario colectivo acerca de lo que la educación es y debería
ser”, al tiempo que se empuja a losciudadanos a establecer –si cabe aún más–
categorías de prestigioentre las distintas materias y su contenido.
Por último, cuanto más se
impone este sistema de medición, más se estrecha el cerco de lo que debe ser
enseñado y aprendido, y más autonomía pierden los maestros. La libertad de cátedra
es un fenómeno en peligro de extinción.
En un mundo cuyos sistemas
educativos se orientan cada vez más hacia el sistema productivo y el mercado de
consumo, estos modelos de examen prefabricado sirven para fomentar un
conocimiento específico y dirigido, donde la improvisación vital, la
creatividad y la diversidad están siendo aniquiladas en detrimento de la
planificación excesiva, la burocracia y el reduccionismo cultural a nivel
global. El papel dela educación como motor de transformación social e individual
cumple hoy un espacio marginal en el currículo de nuestras escuelas. En muchas
ocasiones, los profesores viven ahogados por una ridícula e inservible carga
administrativa y no disfrutan de las condiciones necesarias para dedicarse a
fondo a lo verdaderamente importante: la agitación de las conciencias y el
impulso del pensamiento crítico y constructivo. Eso, obviamente, excede en
mucho el conocimiento necesario pero meramente instrumental y ordinario de las
materias. Schleicher contestó a la carta pero, como podrán imaginar, no aceptó
ninguna de las consideraciones anteriores. Quizá el sentido común nos lleve a
pensar que sus exámenes de conocimiento son necesarios, y queno hay lugar para
extender la duda sobre lo que miden, lo que dejan de medir, sus efectos o las
intenciones de la OCDE. Pero el pensamiento crítico se inventó para algo, y
también se abona fuera de las escuelas
Fuente. )Rebelión
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