La
derrota del gobierno griego, dirigido por la coalición antes del Eurogrupo ha llevado la izquierda europea a preguntarse qué posibilidades tiene un gobierno
encabezado por un partido de izquierda o un gobierno en el que un partido de
izquierda está involucrado como socios de la minoría, a seguir una política de
mejorar la condición social de los trabajadores y los jubilados, pensionistas y
pequeñas y medianas empresas, en el marco de la Unión Europea y de los tratados
europeos.
La respuesta es clara y brutal: no hay ninguna
posibilidad de una política destinada a mejorar la condición social de la
población, mientras que el BCE más allá de cualquier control democrático, es
capaz de paralizar el sistema bancario de un país conforme a los tratados
europeos. No hay ninguna posibilidad para poner en marcha políticas de izquierda si un gobierno en el que la izquierda participe no tiene ningun acceso a las
herramientas tradicionales de control macroeconómico, tales como las tasas de
interés, tipo de cambio y una política de presupuesto independiente. Para
mejorar la competitividad relativa de su país bajo el paraguas del euro, el
país queda sujeto a los términos de los tratados europeos sobre política economica, politica social y políticas de mercado de trabajo. Cuando la economia más fuerte, Alemania, practica el dumping salarial en una unión monetaria, los otros
países miembros no tienen otra opción sino la de mermar los derechos de los trabajadores, tal como
quiere la ideología neoliberal. Si la economía dominante goza de tasas de
interés reales más bajas y los beneficios de una moneda subvaluada, sus vecinos
europeos prácticamente no tienen posibilidades. La industria de otros países
perderán más y más cuotas de mercado en Europa y fuera de Europa. Mientras que la
industria alemana produce hoy tanto como lo producido antes de la crisis
financiera, según datos de Eurostat, Francia ha perdido cerca del 15 por ciento
de su producción industrial, Italia en el 30%, 35% en España y Grecia en el
40%.
La extrema derecha europea se ha fortalecido también porque pone en cuestión el Euro y los
tratados europeos y porque allí los países miembros tienen una conciencia creciente
que los tratados europeos y el sistema monetario europeo tienen algunos
defectos. como lo demuestra el ejemplo alemán. Pero esta la derecha europea no tiene preocupacion alguna acerca del abuso empresarial, de disminuiciones salariales, ni por el desmantelamiento de los derechos de
los trabajadores o por más estrictas políticas de austeridad. Esta derecha unicamemnte quiere
volver al estado de la nación, al tiempo que ofrece soluciones rentables que
representan una variante nacionalista de las políticas neoliberales y que
conduciría a los mismos resultados: aumento del desempleo, aumento de
inseguridad en el empleo y la decadencia de la clase media.
La izquierda europea no ha encontrado ninguna
respuesta a este desafío, como lo demuestra sobre todo el ejemplo griego.
Esperar a la formación de una mayoría de izquierdas en los 19 Estados
miembros es un poco como esperar a Godot, un autoengaño, particularmente
porque los partidos socialdemócratas y socialistas en Europa han tomado el
modelo de política neoliberal. Un partido de izquierda debe poner como
condición de su participación en el gobierno el fin de las políticas de austeridad.
Sin embargo esto sólo es posible si Europa opta forma de una Constitución
monetaria que preserva la cohesión europea, pero abierta a los países la
posibilidad de recurrir a políticas de crecimiento y el empleo de manera que la
economía no opere en condiciones de dumping salarial. Esencial prerrequisito para
ello es el retorno a un sistema monetario europeo (SME), permitiendo nuevamente poder recurrir a la devaluación y revaluación. Ese sistema devolvería a
los países un amplio control sobre sus bancos y les ofrecería el necesario
margen de maniobra para lograr un crecimiento constante y creciente empleo mediante
una mayor inversión pública, con el fin de impedir, a través de la devaluación,
el dumping de salarios injustos de Alemania u otro Estado miembro. Este sistema funcio0nó durante muchos años e impidió el surgimiento de graves
desequilibrios económicos, como los que actualmente se producen en la Unión Europea. Al dirigirse a
los sindicatos italianos, me gustaría hacer hincapié en que el SEM nunca ha
sido perfecto, al estar dominado por el Bundesbank. Pero con el Euro el
sistema da como resultado una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores con sdalarios cadavez mas bajos (devaluación interna) . Para un observador alemán, es muy difícil de entender por qué la Italia oficial soporta más o menos pasivamente la pérdida del 30% de la cuota de mercado de
sus industrias. Aunque Silvio Berlusconi y Beppe Grillo han puesto en tela de
juicio el sistema del Euro, esto no ha impedido que el Eurogrupo imponga el modelo neoliberal a la política italiana. Hoy una verdadera izquierda italiana es mas necesaria qu enunca. La pérdida de cuotas de mercado, aumento del
desempleo y trabajo precario, dando por resultado la reduccion de los
salarios, puede complacer intereses cortoplacistas de las empresas italianas,
pero la izquierda italiana ya no puede desentnderse de este proceso de
desindustrialización. El desarrollo en Grecia y España, en Alemania y en Francia,
demuestra cómo la fragmentación de la izquierda se puede superar no sólo un proceso
de unificación entre los partidos de izquierda existentes sino también con la
energía innovadora que se manifiestan en tantas accio0nes politicas fuera del circuito político tradicional.
Sólo una izquierda bastante fuerte en sus
respectivos Estados nacionales puede cambiar la política europea. La izquierda
Europea necesita sostener la izquierda en Italia.
Desde
Alemania recibid mis saludos y mis deseos de éxito en la labor del proceso de
construcción de una nueva izquierda italiana.
Fuente. Il Manifesto.
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Oskar Lafontaine fue Ministro de Finanzas de Alemania y es el ex Presidente del
partido socialdemócrata de Alemania (Spd y el partido de izquierda (die Linke)
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