JEAN
SALEM Y LA CULTURA INTEGRAL
Por
Miguel Urbano Rodrigues
Desde
la Antigüedad surgieron hombres que han concebido la idea del Estado Universal.
Los primeros fueron el persa Darío y el macedonio Alejandro. Más numerosos
fueron aquellos para quien la tentación del saber absoluto ha sido tema de
meditación. En un libro importante y bellísimo, que debería ser editado en
muchos idiomas, el asunto es aflorado de paso por Jean Salem.
Es
un raro libro-entrevista, resumen de una conversación de largos días con
Ayméric Monville*. Salem habla de su vida, de la primera infancia en Argel, de
la preadolescencia en Provenza, tutelado por una abuela y una tía ancianas
(cuando el padre, Henri Alleg, se encontraba en la cárcel, condenado y
torturado por dirigir un periódico que defendía la independencia de Argelia ),
de su permanencia en Ivanovo, URSS, de un corto regreso a Argel, y después, de
París, aterrizaje de una correría por la vida y el mundo.
En
Les Confessions, Jean Jacques Rousseau afirma que nadie antes fue tan lejos al hablar
de su vida. Exageró. Muchos lo hicieron. Entre ellos, transcurridos mas de dos siglos,
Jean Salem, un intelectual muy diferente del autor de Contrato Social.
Resistances
es una reflexión ininterrumpida sobre la aventura humana, el pensamiento, lo cotidiano,
el amor, el saber, el arte, la diversidad de culturas, la idea de revolución,
la busca de la felicidad posible de un altermundista marxista.
En
su dialogo con Ayméric Monville, Salem se confiesa sin pudor. Polemiza a veces,
aunque ambos convergen en lo fundamental. Ayméric es también filosofo y
marxista. La lluvia de citas, la referencia a decenas de autores, clásicos y no
clásicos (elogio yreparo), casi perturba. La erudición es torrencial; el lector
no consigue siempre acompañar a Salem en sus transposiciones. De Epicuro pasa a
Alejandro, de Lucrecio, Petronio y Cicerón a autores de nuestro tiempo, con
Maupassant -escritor «sublime» para Salem- omnipresente, atravesando
Resistances como referencia inevitable. En la critica a Marchais invoca a Platón.
En
los capítulos sobre el amor, muy densos, Jean hunde el pasado en el presente
para iluminar la relación amorosa en una contemporaneidad en transito hacia un
futuro impredecible.
Casado
durante mas de un cuarto de siglo, después divorciado, continua persiguiendo el
amor (y la felicidad epicuriana) con tenacidad refinada. Epicuro, Demócrito y
el romano Lucrecio no abren puertas a la depravación, subraya. Al contrario.
Pero tampoco aconsejan la monogamia, enaltecida por el romanticismo como virtud
en el amor. En la busqueda de la felicidad, optan por la amité amoureuse;desaprueban
la pasión y la entrega permanente a una única mujer durante toda la vida.
¿Porqué
optó Salem por la filosofía griega como tema de su tesis académica? Él lo explica.
Pensó inicialmente en Marx, pero ¿que podría escribir mínimamente original si ya
había unas 6000 tesis sobre el autor de El Capital y su obra?
En
esa época, el comunismo en la universidad francesa era además mirado como cosa obsoleta.
Se dedicó entonces a los clásicos. Estudió griego, latín y el idioma del Egipto
faraónico. Tomó la decisión de dedicar su tesis a los materialistas griegos que
le surgieron como precursores del marxismo.
SIONISMO
Y MARX
Judío,
hijo y nieto de judíos por vía materna y paterna, Salem fue desde la juventud (como
sus padres) lo que Trotsky llamó «un judío no judío». Sin embargo, como pasó el
inicio de la preadolescencia en Francia (ocupada por los nazis alemanes desde
1940), en los años en que la abuela era obligada a usar la estrella hebrea, no
fue fácil su convivencia con la temática del sionismo. El Estado de Israel, no
se olvide, se había implantado en Palestina.
Son
bellas las paginas en que resume la evolución de su postura frente al problema
hasta la opción de condenar frontalmente el engranaje neofascista que deviene
hoy en poder en esa monstruosa sociedad teocrática sionista.
Algunos
de los capítulos mas interesantes son aquellos en que Salem, en su diálogo con Ayméric
Monville, recuerda la creación en la Sorbonne del Seminario «Marx en el Siglo
XXI». Cuando esbozó el proyecto, la mayoría de sus amigos y camaradas concluyó
que no tenia piernas para andar. Recuperar en el viraje del siglo el interés
por el marxismo, en un país en que la mayoríade los antiguos intelectuales
comunistas, en piruetas de oportunismo, había marchado hacia una adhesión mas o
menos explicita al capitalismo neoliberal, era un tremendo desafío. Jean Salem
lo enfrentó y venció. El Seminario, ahora semanal, en que actúa comopromotor y
moderador, alcanzó un prestigio inesperado. A cada sesión asisten entre 150 a
200 personas y es acompañado en Internet por unas 30.000. Por allí pasaron académicos
marxistas de múltiples tendencias, algunas casi incompatibles. Entre ellos Domenico
Losurdo, Remy Herrera, David Harvey, Slavo Zizek, Alain Badiou, Michel Löwy,
Samir Amin, Enrique Dussel, André Tosel, Annie de Lacroix Riz y un gigante del
pensamiento ya fallecido, Georges Labica.
LA
DESERCION DE LA «IZQUIERDA», EL FIN DE LA URSS Y EL IDEALCOMUNISTA
La
IV Parte de Resistances, dedicada a la Política y la Ideología, es la más polémica
por la reflexión de Salem sobre la deserción de lo que en Francia llamaban
«izquierda». El filósofo marxista arrasa con el Partido Socialista Francés.
Pero es severo también con el PCF, cuya galopada hacia la derecha a partir de
Georges Marchais critica con dureza. La renuncia a sus principios y valores se
acentúa dramáticamente después del fin de la URSS, aunque empezó antes. Con
Robert Hue el anti-sovietismo lo encamina a la socialdemocracia.
Salem
no veía ya en el PCF un partido revolucionario. Se alejo entonces de la
militancia después de un debate íntimo muy doloroso. No renovó el carnet del
Partido, pero no rompió oficialmente. Como decía GeorgesLabica,
se distanció para poder continuar comunista. Fue sin sorpresa, mas con un
sentimiento de repulsa, que en los años de plomo registró la transformación de
ex camaradas en colaboradores del sistema.Intentando justificar la metamorfosis
invocaban la revolución científico-técnica que había cambiado el mundo.
Paradójicamente, los que mas se habían destacado cuando militantes por un
sectarismo exacerbado, pasaron en rapidísima transición a satanizar a la URSS,
a Lenin y al comunismo.«Todos ellos- le dice a Ayméric – en los mitines del
Partido, como boy scouts formateados, gritaban en la época “Viva la Unión
Soviética”. Levantando el puño bien alto y mirando al lado para ver si el
compañero hacia lo mismo con idéntico entusiasmo».
No
falta en Resistances un capitulo sobre el «estalinismo». Salem no coincide con Losurdo
en olvidar lo negativo, pero no acepta tampoco las tesis de los historiadores anticomunistas
que presentan Stalin como un monstruo, tesis inseparables de la satanización de
la Unión Soviética. Desde luego cita elogios, hoy olvidados, de Churchill a
Stalin, hechos ya en plena guerra fría. Como el siguiente, durante un discurso
pronunciado en la Cámara de los Comunes el 21 de Diciembre de 1959: «Era un
personaje extraordinario, que nos impresionaba mucho(...) Poseía un gran
sentido del humor y del sarcasmo, y la capacidad de conocer exactamente
nuestros pensamientos(…) Poseía una sabiduría profunda, reflexiva y lógica,
exenta de pánico (…)».
En
el anexo que cierra Resistances, Jean Salem publica el discurso que, al lado de
su hermano André, pronunció en el sepelio de su padre el 29 de Julio de 2013.Leí
con profunda emoción ese texto. Henri Alleg no fue para mi solamente un amigo y
camarada maravilloso. Ya lo afirmé y repito: fue el revolucionario comunista
más próximo a la perfección humana, al hombre nuevo del futuro, imaginado por
Marx y Lenin, que he conocido.
Transcribo
el párrafo final de ese adiós de Salem al padre. Después de subrayar la ineluctable
convicción de Henri de que el capitalismo, provisoriamente triunfante, será erradicado
del mundo, afirmó: «Fue en la fidelidad a esas ideas que, según él, tenían la marca
de la evidencia, que nuestro padre deseaba ardientemente ver la idea comunista continuar
inseparable de una doctrina de combate en una organización sólida, coherente.
Fue
en la adhesión a esas ideas que consiguió hasta el fin no apartarse de la
fidelidad a su ideal, a sus sueños de juventud, así como a todos los combates a
que nosotros hoy, aquí, rendimos homenaje. A todos esos combates que, en un
mundo donde las nubes seacumulan incesantemente, daremos continuidad».
Identifico
en Jean Salem un gran humanista revolucionario, especie en vía de extinción. Consciente
de que la cultura integral es inalcanzable hace lo posible para acercarse a ella.
Es uno de los raros intelectuales de nuestro tiempo que, en lucha interior permanente,
camina por la vida, como su padre, aproximándose al mítico hombre nuevo.
*Jean
Salem, Resistances, entretiens avec Ayméric Monville, Editions Delga, París
2015
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Vila
Nova de Gaia, 26 de marzo de 2015
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