Zygmunt
Bauman nunca para. El nonagenario sociólogo polaco que desde hace décadas
–desde que sufrió la persecución antisemita del gobierno comunista de su
Polonia natal– vive en el Reino Unido, muestra una vitalidad inagotable
convertido en lo más cercano a una estrella del rock del pensamiento
contemporáneo. Con nueve décadas a las espaldas, Bauman da conferencias por
todo el mundo y hoy y mañana está en Barcelona para presentar esta vez no un
libro sino un documental: In the same boat (En el mismo barco), un filme del
italiano Rudy Gnutti que reúne a grandes nombres de la política y el
pensamiento actuales.
Junto a Bauman intervienen en él desde José Mújica, ex
presidente de Uruguay, a Erik Brynjolfsson, del MIT, o Serge Latocuhe, teórico
del decrecimiento, para hablar de la sociedad que se nos viene encima debido al
fin del trabajo, a la falta de empleo para todos en una época de
computarización acelerada. Bauman, creador de la popular metáfora de la actual
sociedad líquida –una sociedad en la que los valores sólidos de la primera
modernidad, la religión, la familia, una pareja o un trabajo para toda la vida,
se han desintegrado–, ha intervenido hoy ante la prensa explicando que el mayor
peligro del mundo hoy, de entre los muchos que nos llevan a la destrucción, es
que seguimos abordando los problemas globales desde instancias locales
incapaces de afrontarlos. Y ha dicho que necesariamente habrá que desligar
empleo de supervivencia en una sociedad donde no hay ni habrá suficiente
trabajo para todos. Cada vez menos. Este miércoles presentará junto a Gnutti el
documental -producido por Pere Portabella- en el Auditori del Macba (19 horas;
la charla, a partir del as 20.30 horas, se puede ver en streaming).
Bauman,
que hace escasas fechas publicó en España el ensayo Estado de crisis (Paidós),
en el que aborda muchas de las ideas de In the same boat, ha explicado a la
prensa barcelonesa que por primera vez en la historia la idea de la humanidad
es real, pero que hacen falta los remos y motores para llevar el bote en la
dirección correcta. Para lo cuál hay que revisar los fundamentos de nuestra
sociedad, enfrentada a problemas ecológicos, económicos y sociales. De modelo.
“Este documental es una afirmación poderosa de que estamos todos en el mismo
barco, interconectados, interdependientes, de que lo que incumbe a Barcelona
también le incumbe a Nueva York y Bangladesh. Pero sobre todo es una afirmación
de lo que nos va a suceder a todos nosotros, ciudadanos del mismo barco, si
remamos en la misma dirección que hasta ahora. No es una profecía, no tengo la
calificación de profeta, es la conclusión de mirar muy de cerca cómo vivimos
hoy. Y no es una profecía porque aún tenemos elección, pero si seguimos así
llegado un punto podemos acabar destruyéndonos. No sé cuánto hace que leen
ustedes la Biblia o si la han leído nunca, pero en ella están los profetas
hebreos, gente muy interesante. No son profesores de universidad que diseñan
predicciones para ser confirmadas para su mayor gloria. ¡Qué listos son! Por el
contrario, querían que sus profecías fallaran, fueran negadas, intentaban
preocupar a la gente, y es lo que Gnutti hace en este documental. No es una
profecía sino un aviso”.
“En
la base de los problemas de hoy es que somos interdependientes pero hoy todas
las instituciones de acción colectiva fueron hechas por nuestros ancestros para
servir a la tarea de ser independientes, son ineptos para condiciones de
interdependencia. Hoy los problemas más importantes superan el marco de los
Estados y las decisiones que se toman no pueden enfrentar su gravedad. Esto es
lo más peligroso. O intentamos adecuar nuestra política, local, con los
problemas, globales, o no podremos actuar con éxito”, subraya. Además, dice,
“no quiero espantar a nadie pero el mundo está cambiando de cara”. “Antes los
medios de subsistencia estaban ligados a tener un empleo. De hecho hace 30 o 40
años en los países llamados desarrollados se prometía el empleo total. La
palabra ‘desempleado’ subrayaba que eso estaba fuera de la norma, que la norma
era el empleo. El desempleo era anormal. Hoy en los países anglosajones ya se
utiliza la palabra ‘redundant’, redundante, para hablar de los desempleados. La
palabra ya no precisa que la norma sea el empleo, sino que es un veredicto en
el mercado laboral, de que es gente inútil, un problema de ley y orden más que
un problema social”, subraya, para remarcar que hoy las finanzas se mueven
libremente por el mundo pero los trabajadores no. “Los que tiene el capital son
sabios, están orientados al beneficio, y piensan que si en África pueden
encontrar a alguien que trabaje por un dólar al día por qué deberían pagar más
a los mimados occidentales”.
A
lo que se añade, concluye, un último factor para el futuro del trabajo: la
computarización de todo. “Las habilidades de muchos trabajadores manuales han
sido transferidas a ordenadores y estos hechos redundantes. Si no se ha
extendido más es porque hay países pobres donde el trabajo es aún más barato
que fabricar el producto sólo con máquinas. Cuando sea más caro, la
computarización del trabajo será completada. También la del trabajo
intelectual, la de periodistas o profesores universitarios. Seguro que hay
gente en Silicon Valley, en las grandes corporaciones, trabajando en eso ya.
Saben cómo hacerlo. Así que estamos a punto de conocer un mundo nuevo y la
única posibilidad que nos queda en él es cortar la conexión entre empleo y
medios de subsistencia. Que el ingreso de toda la sociedad se divida para que
todos sean mantenidos con vida, que los medios de subsistencia sean
independientes de la compañía para la que trabajas. Que conste que la
robotización del trabajo duro es una bendición. Es algo con lo que soñamos. Y
es un bonito sueño aún. Pero hay que hacer algo con los actuales mecanismos de
la sociedad para hacerlo vivible”.
Fuente. Justo Barranco.- LA
Vanguardia.
http://www.lavanguardia.com/cultura/20160216/302211659733/zygmunt-bauman-empleo-supervivencia.html
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