POR Joan Tafalla (*)
Introito
“Todas
las cosas le parecen naturales al hombre cuando se acostumbra a ellas. La razón
primera de la servidumbre voluntaria es la costumbre. Es lo mismo que les
sucede a los más briosos caballos que al principio muerden el freno y después
juegan con él; si antes resistían bajo la silla, ahora se ponen bajo el arnés y
orgullosos se pavonean bajo la armadura. Piensan que ellos han sido siempre
súbditos, que sus padres han vivido siempre así. Piensan que deben soportar el
mal, se persuaden mediante ejemplos y ellos mismos consolidan el dominio de los
que los tiranizan con el argumento de la duración ese dominio. Pero los años no
dan el derecho a hacer el mal. Por el contrario ellos acrecientan la injuria”.
Étienne
de La Boétie, Discours de la servitude volontaire, 1.548.
Preámbulo:
Mi intervención de hoy
pretende mostrar algunas cosas:
No se puede hablar de la
deuda de/y en el Reino de España si se pierde la perspectiva del secuestro de
la soberanía económica monetaria de los estados europeos por parte de la UE.
Los Tratados de la Unión hacen imposible resolver este problema dentro de la UE
y, aún menos dentro de la UEM.
Lo que impide la
independencia real, no retórica, ya sea de España, ya sea de las naciones que
hoy viven en el interior de ese estado-nación en decadencia, es el yugo de la
EU, de la UEM, y de la deuda.
De lo que se deduce que no
se puede resolver el problema de la deuda sin recuperar la soberanía económica
de los pueblos de España desde una perspectiva nacional-popular.
Pero la liberación de la
servidumbre de la deuda es tarea colectiva de los pueblos que compartimos ese
estado que se llama Reino de España. Las agendas políticas propias de cada uno
de los pueblos debe ser respetada. Pero las oligarquías que nos oprimen a todos
actúan de forma coordinada, aunque no exenta de contradicciones.
Los pueblos del Reino de
España o, incluso, los pueblos ibéricos sólo nos salvaremos de la servidumbre
de la deuda si somos capaces de colaborar y de coordinar nuestras acciones. No
sólo en lo táctico, sino sobre todo, en lo estratégico: ¿Qué tipo de soberanía
deseamos construir? ¿Preferimos ser estados supuestamente independientes pero
no soberanos dentro de la UE y de la UEM? ¿O realmente deseamos la soberanía,
es decir la democracia también en lo económico?
En el actual contexto de
internacionalización del capital, de financiarización de la economía y de
contradicciones interimperialistas ¿es posible resolver el problema de la deuda
sin encontrar formas de colaboración económica entre los pueblos de la
Península Ibérica o, más allá, del Sur de Europa?
Mi intervención consta de
tres apartados: 1, ¿Cómo perdió España su soberanía presupuestaria y su control
de la deuda; 2, Breve comentario sobre las propuestas programáticas de la
izquierda del reino de España sobre la deuda y, 3, Una solución al problema de
la deuda a partir de la recuperación de la soberanía monetaria.
1.-
¿Cómo perdió España su soberanía presupuestaria y su control de la deuda?
En este apartado pretendo
mostrar como la entrada de España en la CEE, en el SME y en el euro han
supuesto la liquidación de cualquier posibilidad de política soberana en la
cuestión de la deuda. Pretendo hacer una brevísima narración de cómo la
transición de 1978 creó un régimen basado en el abandono de los instrumentos
soberanos de financiación del sector público en España para pasar a los
instrumentos neo-liberales de “gestión responsable de la deuda pública”1.
Si seguimos el esquema del
libro de Francisco Comín Comín2, debemos distinguir tres etapas en ese proceso:
1978-1986, es decir entre el principio de la transición hasta la entrada en la
CEE; 1986-2010, es decir desde la entrada en la CEE al inicio de la crisis del
euro y, 2010-2015, es decir el periodo de la llamada crisis de la deuda
soberana.
1.
1.- 1978-1986, es decir entre el principio de la transición hasta la entrada en
la CEE.
Durante el franquismo los
ministros de Hacienda aplicaron criterios presupuestarios liberales: equilibrio
de gastos e ingresos. Eso sólo puede parecer paradójico a quien ignore el
carácter de clase de la política económica liberal. Esa política de búsqueda
del equilibrio presupuestario tenía graves consecuencias: la ausencia del
mínimo estado del bienestar.
La ausencia o la
irrelevancia del déficit permitía una deuda pública mínima. Sin embargo si se
debía buscar financiación a los mínimos déficit el estado podía recurrir a la
monetización de la deuda mediante el Banco de España y a la imposición de un
coeficiente de compra de deuda por parte de los bancos.
Así pues, a la salida del
franquismo, prácticamente no había mercado de la deuda. Ésta seguía colocándose
a la Banca privada mediante coeficientes de compra (o “demanda cautiva” o
“represión bancaria”) o bien el Banco de España, que afortunadamente no era
independiente del gobierno, concedía adelantos a Hacienda. Esto duró hasta
finales de la década de 1980. El sistema bancario español, empezando por el
Banco de España era el principal tenedor de la deuda pública. Ese mecanismo
permitió al estado financiar unos déficit presupuestarios (en ausencia de la
verdadera política fiscal) que permitieron crear el incipiente y tardío (en
relación al resto de Europa) estado del bienestar español.
Pero no hay que idealizar
este periodo. Para nada. La banca compensaba esa “represión financiera”
poniendo condiciones: sólo admitía deuda a corto plazo, cosa que les permitía
solicitar una ampliación de los intereses en cada renovación y que les permitía
combatir los efectos de la inflación (que en aquellos años era fuerte). Los
banqueros podían presionar al estado para conseguir esas mejoras de los tipos
de interés. Y lo hicieron.
Entre 1965 aproximadamente y
1978 se produjo una oleada de demandas sociales y económicas pendientes por
parte de la población por la vía del ascenso de un poderoso movimiento obrero y
popular. La amplia movilización social y política de las clases subalternas
puso en crisis el modo de dominación y exigió el cambio político. Sin embargo,
la potencia del movimiento obrero y popular no fue suficiente para imponer una
ruptura democrática del régimen. Todo cambió para que lo esencial, el poder de
la oligarquía financiera e industrial no cambiase de manos. Se impuso la tercera
revolución pasiva3, una revolución pasiva que exigía el desequilibrio
presupuestario y la ampliación de la deuda.
Supongo que la mayoría de
los lectores están al tanto del concepto gramsciano de revolución pasiva. Sin
embargo, quizá convenga explicitarlo mediante una cita. Aplicando ese concepto
como propuesta metodológica de interpretación de la constitución del estado
italiano en la época del Resurgimiento decía Gramsci: “Tanto la
‘revolución-restauración’ de Quinet como la ‘revolución pasiva’ de Cuoco
expresarían el hecho histórico de la falta de iniciativa popular en el
desarrollo de la historia italiana, y el hecho que el ‘progreso’ tendría lugar
como reacción de las clases dominantes al subversivismo esporádico e inorgánico
de las masas populares con ‘restauraciones’ que acogen cierta parte de las
exigencias populares, o sea ‘restauraciones progresistas’ o
‘revoluciones-restauraciones’ o también ‘revoluciones pasivas”4.
Aunque la génesis del
concepto de revolución pasiva se remonta al análisis gramsciano del
Resurgimiento italiano, creo que ayuda a comprender el caso de la transición de
la dictadura fascista al actual Reino de España durante los años 1976-1986.
Volvamos a nuestro tema.
Para Comín: “El crecimiento
del déficit y de la deuda de la transición refleja el precio que la Hacienda
pública tuvo que pagar, precisamente, para evitar la ruptura política y la
inestabilidad social... Como sucedió en la Europa de la posguerra mundial, esta
concertación social, destinada a prevenir los conflictos sociales, tuvo un alto
precio presupuestario que fue reflejo de la creación del Estado del bienestar
en España”5. Era la cultura política que nació con los Pactos de la Moncloa.
Todo ese déficit presupuestario fue financiado a través de los anticipos del Banco
de España.
Evolución del déficit en el Reino de
España entre 1980 y 1986
|
||
Año
|
Millones de €
|
% del PIB
|
1980
|
- 2.176
|
- 2,25%
|
1981
|
- 2.901
|
- 2,64%
|
1982
|
- 7.357
|
- 5,82%
|
1983
|
- 7.279
|
- 5,05%
|
1984
|
- 9.283
|
- 5,74%
|
1985
|
- 12.985
|
- 7,21%
|
1986
|
- 12.972
|
- 6,32%
|
Fuente: http://www.datosmacro.com/deficit/espana
|
Comín explica el crecimiento
del déficit entre 1975 y 1984 por la introducción de los llamados
estabilizadores económicos: el seguro de desempleo y el IRPF. El descenso entre
84 y 89 se debe, según él, a la entrada en la CEE, a la reforma tributaria y a
la reconversión industrial.
La deuda pública aumentó en
esos mismos años. En 1976 la deuda era el 8,20 % del PIB, según Comín. Veamos
cómo evolucionó entre 1980 hasta la firma del Tratado de adhesión de España a
la CEE.
Evolución de la Deuda Pública del Reino
de España, 1980-1985
|
|||
Año
|
Millones €
|
% PIB
|
€ Per Capita
|
1980
|
15.997
|
16,58%
|
425
|
1981
|
22.017
|
20,02%
|
581
|
1982
|
31.769
|
25,14%
|
834
|
1983
|
43.817
|
30,38%
|
1.145
|
1984
|
59.926
|
37,08%
|
1.560
|
1985
|
75.769
|
42,06%
|
1.966
|
Fuente: "http://www.datosmacro.com/paises/espana"
|
Ese aumento de la deuda se
debió a la necesidad de financiar el déficit, al aumento de los tipos de interés,
a la utilización generalizada de la deuda a corto plazo y a la voluntad de
financiar la hacienda pública a través del mercado. Otro elemento a tener en
cuenta es el aumento de la carga financiera del gasto del estado que pasó del
1,9 % en 1981 al 27,7 % en 1989, mientras que la deuda flotante pasaba del 7%
de la deuda en 1983 al 61,4 % en 1989. Los bancos presionaron para la subida de
los intereses ya que debían comprar la deuda obligatoriamente. Fruto de esa
presión, los tipos de interés aumentaron, incrementando, por tanto, la carga de
la deuda.
Tasa
de interés real (%) en España 1981-1990
|
|||||||||
1981
|
1982
|
1983
|
1984
|
1985
|
1986
|
1987
|
1988
|
1989
|
1990
|
2,6
|
1,2
|
2,8
|
5,2
|
4,5
|
1,2
|
9,8
|
6,1
|
8,4
|
8,1
|
Fuente: http://datos.bancomundial.org/indicador/FR.INR.RINR/countries?page=5&display=default .
La tasa de interés real es la tasa de interés activa ajustada por inflación
según el deflactor del PIB.
|
Los títulos con vencimiento
inferior a un año pasaron del 5,8 % en 1980 al 66,5% en 1990. Los bancos
presionaron para que se crease un mercado de la deuda con las características
actuales. La creación durante estos años del mercado de la deuda español supuso
ceder la soberanía sobre la deuda al capitalismo. Los españoles nos íbamos
acostumbrando a la servidumbre. Las cadenas que se nos imponían servían para
financiar el tardío e insuficiente estado del bienestar. ¿Para qué preocuparse
de donde salía el dinero si había alguien dispuesto a prestárnoslo?
Resumiendo, entre 1976 y
1986 se produce un incremento de las gastos del Estado para crear el mínimo y
tardío estado del bienestar español como contrapartida a un cambio lampedusiano
de la forma de dominación. Pero este proceso produjo un incremento de los
gastos del estado que en un primer momento se gestionó mediante los avances del
Banco de España y mediante los coeficientes de compra por parte de la banca
privada. En 1982 el 82 % del déficit fue cubierto mediante anticipos gratuitos
del Banco de España. Los préstamos del Banco Central a Hacienda pasaron del
17,7 % de sus activos en 1977 al 63,2 % en 1983. Pero esa forma de financiación
soberana, se acabó con la entrada en la CEE y con la financiarización de la
economía.
Es evidente que la deuda
pública empezaba a ser un pastel creciente y apetecible para la oligarquía del
dinero. Había que crear el mercado de la deuda para poder privatizar esos
beneficios. La presión de la banca y la tendencia hacia la internacionalización
y hacia la financiarización de la economía así como la gestión del gobierno del
Felipe González, favorable a la gran banca, permitieron varios fenómenos
sumamente negativos: tipos de interés brutales: entre el 5 y el 8 %;
crecimiento de la deuda flotante del 5,8 % en 1980 al 66,5 % en 1990, así como
un crecimiento de la carga financiera de los gastos del estado desde el 7 %
(1983) al 27,7 % en 1989. También y no menos importante, el incremento de la
deuda flotante entre el 7% (1983) y el 61'4 % de total de la deuda.
Los gobiernos españoles
entre el inicio de la transición en 1978 y el fin de la autonomía del Banco de
España con respecto al Banco Central Europeo en 1994, trabajaron en el sentido
de crear un mercado de la deuda: regularizaron las emisiones de deuda, crearon
nuevos tipos de deuda a corto plazo (bonos del Tesoro, certificados de
depósito, certificados de regulación monetaria) y adoptaron nuevas formas de
colocación de la deuda incluida la subasta. Se adaptó el mercado de la deuda a
las nuevas tecnologías ( anotaciones en cuenta, mercado telefónico y
electrónico), además, se intentó financiar los déficit sin monetizarlos,
separando la política monetaria y la política fiscal. La Ley de Fiscalidad de
los Activos Financieros de 1985 permitió la cesión de los pagarés del Tesoro
que tenían los bancos a su clientela a cambio de hacer esta cesión opaca
fiscalmente. O sea: yo me endeudo contigo y a cambio, yo no te cobro impuestos.
Negocio ruinoso para la hacienda pública. De paso, la banca rebajaba la
cantidad de deuda pública que figuraba en sus balances.
Es lo que tienen las
revoluciones pasivas: la absorción de las reivindicaciones de las clases
subalternas, además de ser un mecanismo de cooptación, se transforma en un
motor de desarrollo de nuevos mecanismos de expropiación de las mismas.
1.
2. 1986-2010. De la entrada en la CEE al inicio de la crisis del euro.
Este cambio de la forma
tradicional de financiación del déficit hasta transformarlo en un suculento
negocio para la oligarquía financiera fue conducido por el PSOE y será elevado
a su máxima expresión con la entrada en la CEE, y con los Tratados de Maastricht.
El apartado 1 del artículo 104 del Tratado de Maastricht reza del siguiente
modo: «Queda prohibida la autorización de descubiertos o la concesión de
cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por los bancos
centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo "bancos
centrales nacionales", en favor de instituciones u organismos
comunitarios, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales, u otras
autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los
Estados miembros, así́ como la adquisición directa a los mismos de instrumentos
de deuda por el BCE o los bancos centrales nacionales”.6
A partir de ahora el Banco
de España tenía prohibido financiar el déficit del Estado. La imposición de la
servidumbre por la deuda se hizo entre las oleadas de ilusoria ilusión vendidos
por los medios de comunicación y por los partidos del régimen. La religión
europeísta actuaba a modo de opio del pueblo. La costumbre transformaba en
natural y lógica la esclavitud por deuda del conjunto de los pueblos que viven
y trabajan en el Estado Español. Sólo Izquierda Unida se impuso a este
dislate.7
El paso a la llamada
“gestión responsable de la deuda”, consistió en crear tres novedades: a-
alicientes para ampliar una demanda de la deuda, b- establecimiento de las
instituciones para un mercado de la deuda, c- nuevos títulos que permitieran la
llegada de capitales extranjeros y el alargamiento de los plazos de vencimiento
de la deuda. Aquello que los neo-liberales que llaman “gestión responsable de
la deuda” sólo fue plenamente posible tras la entrada en el Sistema Monetario
Europeo y tras el Tratado de Maastricht. La política de convergencia hacia el
euro obligó “independizar” el Banco de España desde 1994. Se copiaba de ese
modo el modelo del Bundesbank8. El modelo consiste en tener un banco “nacional”
independiente del gobierno pero no de la gran banca. Un banco que tiene tanto
poder en la fijación de objetivos como el propio gobierno y el parlamento
juntos a los que no debe dar ningún tipo de explicación ni cuentas. En el caso
del Banco de España esa “independencia” del gobierno pasó a ser una dependencia
del nuevo Banco Central Europeo. Nuestro principal mecanismo de soberanía
económica, había sido secuestrado. La deuda pública podía crecer a satisfacción
de la gran finanza. La servidumbre de la deuda pasaba a ser considerada natural
tanto para la población como por sus representantes.
Como consecuencia de estas
decisiones políticas la deuda pública siguió subiendo.
Evolución de la Deuda
Pública del Reino de España, 1986-2010
Año
|
Millones
€
|
%
PIB
|
€ per
cápita
|
2009
|
568.700
|
52,70%
|
12.234
|
2008
|
439.771
|
39,40%
|
9.511
|
2007
|
383.798
|
35,50%
|
8.404
|
2006
|
392.168
|
38,90%
|
8.757
|
2005
|
393.479
|
42,30%
|
8.941
|
2004
|
389.888
|
45,30%
|
9.005
|
2003
|
382.775
|
47,60%
|
8.996
|
2002
|
384.145
|
51,30%
|
9.184
|
2001
|
378.883
|
54,20%
|
9.233
|
2000
|
374.557
|
58,00%
|
9.211
|
1999
|
362.224
|
60,90%
|
8.950
|
1998
|
346.417
|
62,50%
|
8.595
|
1997
|
331.630
|
64,40%
|
8.261
|
1996
|
324.301
|
65,60%
|
8.113
|
1995
|
295.604
|
61,70%
|
7.426
|
1994
|
249.508
|
58,68%
|
6.294
|
1993
|
225.627
|
56,16%
|
5.718
|
1992
|
174.047
|
45,42%
|
4.433
|
1991
|
152.672
|
43,09%
|
3.910
|
1990
|
136.775
|
42,51%
|
3.518
|
1989
|
117.061
|
41,03%
|
3.013
|
1988
|
100.796
|
39,63%
|
2.598
|
1987
|
98.919
|
43,14%
|
2.554
|
1986
|
88.955
|
43,30%
|
2.302
|
Fuente:
"http://www.datosmacro.com/paises/espana"
La entrada en el euro se nos
vendió mediante la ficción de que las recurrentes crisis de la deuda soberana
española habían pasado a la historia. Se había creado una ilusión propia para
ilusos y crédulos. La entrada ingente de capitales alemanes, franceses y en
general de los países centrales de la UE, entre la creación del euro y 2008
hinchó la deuda privada hasta niveles desaforados. El crédito al consumo y en
especial hacia la vivienda fluía sin límites ni control. La banca transformaba
su carácter y su operativa dedicándose a la especulación más brutal y
despiadada.
1.
3. 2010-2015. La crisis de la deuda soberana.
El acontecimiento clave en
ese periodo fue la conversión de la deuda privada en pública. Ramon Franquesa
nos hablará de este tema en su intervención de la tarde.9 Para someternos a la
servidumbre de esa deuda privada se modificó el artículo 135 de la
Constitución, con veraneidad y alevosía por parte los dos partidos que compiten
por ser los más leales gestores de la oligarquía financiera: el PSOE y el PP.
La velocidad del crecimiento
de la deuda pública en España desde 2008 hasta hoy (mayo de 2016) puede
provocar una nueva gran crisis de la deuda y ahora sin ningún instrumento que
permita combatirla).
Evolución de la Deuda del
Reino de España, 2010-2015
Año
|
Millones
€
|
%
PIB
|
€ Per
Capita
|
2015
|
1.072.183
|
99,20%
|
23.045
|
2014
|
1.033.738
|
99,30%
|
22.172
|
2013
|
966.041
|
93,70%
|
20.655
|
2012
|
890.726
|
85,40%
|
18.899
|
2011
|
743.530
|
69,50%
|
15.731
|
2010
|
649.259
|
60,10%
|
13.758
|
Fuente:
"http://www.datosmacro.com/paises/espana"
Podemos preguntarnos ¿Por
qué crece la deuda soberana a la velocidad que crece? En mi opinión eso se da
por dos factores:
a.- La transformación de la
deuda de la banca privada en deuda pública. Esa deuda no debería ser reconocida
como deuda de los ciudadanos y aún menos, ser pagada por las administraciones
públicas, o sea, por los ciudadanos.
b.- La segunda razón del
crecimiento de la deuda son los mecanismos que permiten a la finanza
internacional especular con nuestra deuda.
La conclusión de este
apartado es fácil y viene en forma de preguntas y respuestas:
¿Por qué hacer depender la
financiación del estado de los mercados? ¿Por qué hay que aceptar la subasta
permanente (que encarece los intereses) de la deuda pública? Es preciso abolir
la especulación de la oligarquía financiera sobre la deuda pública. Hay que
cerrar el mercado de la deuda pública.
¿Por qué motivo dejar de
usar el recurso a la emisión de moneda soberana como mecanismo de controlar la
deuda? ¿Por qué motivo se deben aceptar los chantajes de la banca en forma de
intereses usurarios o bien de incremento brutal de la deuda flotante? ¿Por qué
aceptamos el dogma de que algunos bancos son “demasiado grandes para caer”? La
gran banca debería ser coherente con su adoración por la mano invisible del
mercado, que todo lo resuelve. Nosotros no deberíamos temer la quiebra de estos
bancos. Debemos saber que es posible pilotar esas quiebras si existe un
gobierno con el coraje político para defender los bienes comunes. La deuda
privada deben pagarla los accionistas de los bancos.
Sea cual sea el gobierno que
se pueda crear tras las elecciones en el reino de España el próximo 26 de junio
ese será uno de los problemas mayores.
2.
Breve comentario sobre las propuestas programáticas de la izquierda del reino
de España sobre la deuda
El problema que hoy tenemos
en el reino de España es que ningún programa de la izquierda significativa
electoralmente hablando, propone un crecimiento del déficit para conseguir el
relanzamiento de la economía, ni la recuperación del rol que le corresponde a
España en la División Internacional del trabajo, ni el avance hacia el pleno
empleo. Ningún programa de la izquierda significativa electoralmente hablando
propone una auditoria de la deuda, aún menos un default de la parte rechazable
e impagable de la misma. En consecuencia, las propuestas de carácter social
presentes en los programas no pueden ser financiadas si no es incrementando la
deuda pública
En este punto es siempre
imprescindible recordar que quien quiere los fines debe querer los medios.
Resumamos y comentemos
algunos de los puntos de la política europea del programa de Unidos Podemos
acordado hace unos días10:
El punto no 2, titulado Nueva
senda de reducción del déficit, consiste en la aceptación del objetivo de la
reducción del déficit, aunque negociando el ritmo de esa reducción, aceptando
el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y aceptando al Ley de Estabilidad
Presupuestaria.
En el punto nº 9, titulado
Banca pública se habla de renegociar el Memorando de entendimiento para
conseguir que la UE nos permita poner en marcha una potente Banca Pública.
Ninguna mención a la recuperación de un Banco de España independiente del BCE
y, en cambio, dependiente del estado, como posible instrumento para monetizar
la deuda y para financiar a coste cero el déficit presupuestario.
El punto nº 40, titulado
Reforma de la gobernanza económica en la UE, habla de la reforma de los
estatutos del BCE con objetivos que son exactamente los contrarios de los
objetivos de dicha institución, incluido “que pueda actuar como prestamista en
última instancia de las autoridades fiscales”. Objetivo loable, salvo que se
opone a los objetivos básicos de toda la construcción de la UE desde el Acta
única y desde Maastricht. Para ello debiera abolirse el Tratado de Maastricht i
el Tratado de la Unión aprobado en Lisboa. Un político realista debería
preguntarse: ¿con que mayorías europeas se puede conseguir este objetivo? ¿Cuantos
años de servidumbre de la deuda, cuantos años de sufrimiento deberán
experimentar los ciudadanos para conseguir ese objetivo? ¿No se acortaría
notablemente el sufrimiento si se propusiera la reconquista de la soberanía
económica y monetaria?
El punto 41 titulado Reforma
del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y del Pacto Fiscal renuncia a la
abolición de ese instrumento mediante el cual se estrangula a nuestros pueblos.
Aún si se aceptase el limitado objetivo de la reforma podemos preguntar,
teniendo en cuenta la actual correlación de fuerzas, en que sentido se va a
reformar esos pactos, y también a fuer de ser realistas ¿con qué mayorías?
Llegamos al punto nº 42: la
Conferencia Europea de la Deuda. El texto de este punto es crucial para la
cuestión que tratamos en este debate. Hagamos un ejercicio de lo que en los
maestros de primaria llamamos “comprensión lectora”. Leamos el texto:
“Impulsar una Conferencia
Europea de Deuda que ponga en la agenda política de la Unión Europea la
reestructuración coordinada de las deudas públicas en el marco de la zona euro.
Proponemos una modificación en los plazos de vencimiento de las deudas europeas
en circulación, mediante un canje de bonos que facilite que los viejos títulos
sean sustituidos por nuevos títulos que se mantengan a perpetuidad. El BCE
sería la institución que debería adquirir, al valor nominal, los viejos títulos
y canjearlos por otros nuevos, a tipo de interés del 0% y con el objetivo de
mantenerlos en su balance. El BCE debiera reestructurar las deudas públicas de
las economías de la zona euro que excedan el 60% del PIB. El BCE debería
desarrollar esta operación de supresión de deuda pública para todos los países
de la zona euro, mutualizando de este modo la deuda.”
Para resumirlo en pocas
palabras, el programa acepta los mecanismos de gestión de la deuda provenientes
del Tratado de Adhesión de España a la CEE y del Tratado de Maastricht, aunque
proponga la reforma o la modificación de algunos de ellos.
Nos encontramos ante la
reiteración del programa de Syriza. Ello podría ser normal si la experiencia
griega hubiera resultado vencedora o, al menos hubiera iniciado un camino de
liberación del pueblo griego respecto de la servidumbre de la deuda. Pero esa
estrategia ha fracasado completamente. Tropezar dos veces con la misma piedra,
es humano. Lo grave es tomarle cariño a la misma piedra.
En la crítica a este punto
42 que sigue, recojo algunos de los argumentos principales explicados por
Albert Medina en su artículo La izquierda ante las políticas de austeridad:
lecciones y mitos de la deuda alemana 11 así como valoraciones propias.
La propuesta de una
Conferencia Europea de la Deuda, constaba en el programa de Salónica que
permitió a Syriza acceder al gobierno heleno el pasado 25 de enero de 2015.
Esta propuesta fue acogida con una risa sardónica por parte de las autoridades
de la UE12. Ante la negativa cerrada a ni tan sólo poner sobre la mesa dicha
propuesta13, el 20 de febrero de 2015, el negociador griego Varoufakis renunció
a ese proyecto y aceptó que Grecia debía pagar la deuda, aunque siguiera
pidiendo una mejora en las condiciones de pago. El 13 de julio Tsipras aceptó
un memorando peor que los memorandos que había criticado desde la oposición.
La propuesta de una
conferencia Europea de la deuda, la propuesta de la mutualización de la deuda y
de los eurobonos, parten de diversas premisas erróneas a mi parecer. En primer
lugar ignora el contexto de la Conferencia de Londres de 1953 en que, por
imposición de los USA y por razones geo-políticas ligadas a la guerra fría un
montón de países condonaron la mitad de la deuda alemana. La otra mitad debía
ser perdonada tras el Anschluss (anexión) de la RDA, pero Kolh adujo que estaba
prescrita. Donde hay patrón no manda marinero. En segundo lugar la propuesta
desconoce que la gran banca francesa y alemana, los mayores tenedores de la
deuda de los países del sur no están dispuestos a ceder en este punto. La
prueba del algodón: como se ha dicho, el gobierno griego abandonó esa propuesta
electoral en un tiempo de récord de 25 días.
Veamos ahora un ejemplo que
nos explica por qué motivo, es imposible que la Conferencia tenga lugar. El
estado alemán ha ganado a costa de la crisis de la deuda griega 100.000
millones de euros en el periodo que va de 2010 a julio de 2015. Lo afirma el
Halle Institute for Economic Research (IWH) – Member of the Leibniz Association
en un informe publicado el 10 de agosto de 2015, justo en el momento en que el
Parlamento griego, el Eurogrupo y el Parlamento alemán aprobaban el tercer memorando14.
Según el IWH, el equilibrio del presupuesto alemán es en gran parte el
resultado de la crisis de la deuda griega. En el periodo que media entre 2010 y
2015, el precio de los bonos alemanes descendió 300 puntos básicos, lo que
permitió un ahorro de 100.000 millones de euros; o, dicho de otra manera, el 3%
del Producto Interior Bruto. El mecanismo por el que se produjo este trasvase
de dinero ha sido estudiado en concreto por el IWH. El informe contiene un
histórico de la evolución del bono alemán en este periodo comparando sus
subidas y bajadas paralelamente a los acontecimientos de la crisis de la deuda
griega. Las malas noticias (desde el punto de vista del inversionista, claro)
sobre Grecia redundaban en la huida hacia el bono alemán y, por tanto, en la
caída de su tasa de interés. Las buenas noticias (de nuevo, desde el punto de
vista del inversionista) sobre Grecia significaban un movimiento en sentido
contrario. En fin, la deuda griega con Alemania sea vía FMI, vía BCE o
directamente ascendía en julio de 2015 a 90.000 millones de euros y Grecia
hubiera decidido no pagar, los contribuyentes alemanes aún hubieran salido
ganando.
Por su parte, el economista
francés Guillaume Duval hace ascender este ahorro de los contribuyentes a una
cifra superior. Habiendo estudiado el diferencial entre 2008 (y no 2010, como
el IWH) y 2015, estima ese ahorro en 193.000 millones. Duval no tiene dudas
acerca de que la intransigencia del gobierno de Merkel se debe también a
factores culturales, como la cultura protestante alemana. Pero va más allá y
señala causas mucho más prosaicas: “Hasta ahora, la crisis de la zona euro ha
sido, en la práctica, un buen negocio para Alemania. Y en particular para el
Estado alemán (...) ¿Por qué? Porque la crisis de la deuda hace de los títulos
de deuda alemán un valor refugio, lo que asociado a la política laxista del
BCE, permite a Alemania gozar de tasas de interés excepcionalmente bajos (...)
Mientras nuestros vecinos pagaban 69.000 millones de intereses sobre su deuda
pública en 2008, sólo deberán pagar 48.000 este año (2015), aunque su deuda
haya crecido 490.000 millones de euros. Si los alemanes hubieran debido pagar
los intereses de la deuda al precio de 2008, ellos deberían pagar 92.000
millones, el doble, según las cifras suministradas por la Comisión Europea
(...)15.
Alemania, ¿va a renunciar
graciosamente a ese mecanismo de expropiación de los países periféricos? Ningún
partido con posibilidades de ganar las elecciones en Alemania o en Francia
lleva en su programa una propuesta similar a la del punto 42 del programa de
Unidos-Podemos. ¿Llegará un día en que ganen en Francia y Alemania partidos que
propongan ese programa? ¿Faltan para ello décadas, siglos o nunca llegará ese
momento? ¿Hasta cuándo deberemos esperar para liberarnos de la servidumbre de
la deuda? ¿Cuantos sacrificios deberemos realizar entre tanto?
Notemos, finalmente la
ausencia en el programa de cualquier referencia a la auditoria de la deuda para
determinar que parte de la misma es ilegítima, que parte de la deuda es ilegal
y que parte de la misma es odiosa. Que en el caso de España, como se ha visto,
hay de todo ello.
Uno de los argumentos con
los que se nos quiere convencer cuando se defiende este programa es que la UE
no puede tratar a España como trató a Grecia. Por el tamaño de España, por su
porcentaje sobre el PIB de la UE, por su población, por la salud (sic) de su
sistema bancario y por otros factores, España no puede ser tratada como Grecia,
nos dicen. No hay más ciego que el que no quiere ver. España tiene unos índices
de paro estructural equiparables a los de Grecia. España tiene una deuda
pública que va camino de la griega. España cambió su Constitución bajo la orden
imperativa de la UE. España aplica las órdenes de la troika sin necesidad de
escribir un memorándum. España privatiza al ritmo con que se está privatizando
en Grecia. España, como dice Ramon Franquesa, está siendo intervenida en
silencio, suavemente, al modo astuto y sibilino de Rajoy, con la aceptación de
los dos grandes partidos del sistema bipartidista, al que se le ha unido
Ciudadanos. El problema es el silencio con que se está dando esta intervención
por parte de una izquierda que no la denuncia con la energía necesaria.
3.-
Una propuesta de solución al problema de la deuda a partir de la recuperación
de la soberanía monetaria.
¿Por qué no se debe pagar la
deuda pública española? La respuesta es obvia: porque aun siendo legal no es
legítima. Las leyes que han dado cobertura jurídica a esa deuda son leyes
pensadas, redactadas y aprobadas por un régimen al servicio de la oligarquía
financiera española, alemana y francesa. Un régimen y unas instituciones que
actúan al servicio de intereses y grupos sociales ajenos y extranjeros a los
intereses de nuestros pueblos. Esa deuda es producto de la financiarización de
la economía, común a toda la economía capitalista y de la política fiscal
creada por el régimen del 78.16
Esa deuda es también
producto de la imposición a partir de los años 80 del siglo pasado de la
sumisión de la deuda pública española a la especulación de los mercados. El
régimen del 78 optó por la creación de un mercado de la deuda pública, optó por
aceptar las condiciones impuestas por la banca. Y, cómo hemos visto, dejó que
proliferara la deuda para que de ella comieran los buitres y las hienas. No era
el único camino posible. Había un camino alternativo. El régimen podría haber
seguido financiando el déficit mediante los avances gratuitos del Banco de
España (monetización de la deuda) y mediante la imposición de coeficientes de
compra obligatoria de deuda a la banca en las condiciones (plazos de
amortización e intereses) impuestos por el estado. Pero no quería hacerlo y no
lo hizo.
En el libro Librarse del
euro, diversos autores exponen planes y escenarios concretos para la salida de
esa servidumbre. Citemos a Ramón Franquesa, Luciano Vasapollo, Vincent
Brousseau, Joel Périchaud, Andrés Piqueras, Stuart Medina, Jorge Amar, Moreno
Pasquinelli17. Estas propuestas surgidas de culturas económicas y políticas
diversas, son notablemente convergentes y proporcionan una solución al problema
de la deuda. Hace dos semanas, el reputado economista australiano Bill Mitchell
ha presentado en diversas ciudades españolas su libro La distopia del euro.18
En sus capítulos 21 y 22 presenta la Financiación Monetaria Directa (FMD) y la
recuperación de la soberanía económica y monetaria de manera convincente como
alternativa real a la política austeritaria del ordoliberalismo de la UE y de
la Europa alemana. Teniendo en cuenta todas estas aportaciones expongo a
continuación una breve propuesta de solución a la deuda desde la perspectiva
del soberanismo monetario o sea desde la democracia económica.
Pero
antes de leer esta propuesta el lector deberá tomar algunas precauciones.
En primer lugar conviene
asomarse a esta propuesta abandonando el sesgo cognitivo (Mitchell lo define
como pensamiento gregario) impuesto durante sesenta o setenta años de hegemonía
del federalismo europeísta ordoliberal que predomina en la academia y en la
política.
En segundo lugar conviene
desprenderse de la idea del imperio de la ley y de la norma. La ley no se
legitima por su simple existencia. Las leyes expresan relaciones de poder,
correlaciones de fuerzas. Las leyes que no han sido legisladas por el pueblo
soberano son tiránicas y ante la tiranía el pueblo tiene el derecho
imprescriptible y el deber ineludible de la insurrección. Esa es una de las enseñanzas
de la Gran Revolución francesa. Las leyes tiránicas deben ser denunciadas y
combatidas hasta lograr cambiarlas.
En tercer lugar hay que
quitarse de la cabeza idea religiosa del equilibrio presupuestario. Se trata de
una doxa impuesta por la secta ordoliberal que impera en las instituciones de
la UE por lo menos desde el Acta Única. Por el contrario, para levantar un
programa de desarrollo social sostenible económica y ecológicamente hablando19
que permita acercarse a la satisfacción de las necesidades sociales básicas
(enseñanza, sanidad, derecho a la existencia, cuidado a la dependencia, pleno
empleo, sostenibilidad...) será necesario recurrir al déficit.
También hay que quitarse el
terror impuesto por el ordoliberalismo a la inflación. Operar prudentemente con
la inflación es un instrumento más de la política económica. Los ordoliberales
nos quieren aterrorizar con la gran inflación de los años 1921-1923 en
Alemania. Quieren que olvidemos que esa inflación era el corolario necesario de
la financiación de la guerra mediante bonos de guerra y las injustas cláusulas
de los Tratados de Versalles.20 La gran inflación fue consecuencia de la deuda
contraída por el estado alemán y sirvió a la derecha y a la extrema derecha
para desacreditar a la República de Weimar. Nosotros sabemos que en nuestras
condiciones actuales, muy diferentes de las de la Alemania de 1921-23, unas
inyecciones prudentes y dosificadas de dinero en la economía no tienen por qué
crear una inflación incontrolable.
También hay que desprenderse
de toda idea religioso-moral con respecto a la deuda. La deuda puede ser de
muchos tipos: legítima o ilegítima, justa o injusta, moral o inmoral, correcta
o corrupta, aceptable o rechazable. En nuestro caso es en su inmensa mayoría
ilegítima, injusta, inmoral, corrupta y rechazable, por las razones expuestas
más arriba. Hay que tener el valor político de decirlo y de actuar en
consecuencia. Además, la deuda pública es un apunte contable en las cuentas del
estado o del sector público, fruto de una determinada opción política. Y hay
otras políticas perfectamente posibles.
También habrá que
desprenderse del fetichismo monetario. Hoy el dinero no se corresponde con las
reservas de oro depositado en las arcas de los bancos centrales. La mayor parte
del dinero que consta en la contabilidad del Banco Central Europeo o de un
Banco central nacional no se “imprime”. Ese dinero adquiere hoy la forma de
asientos contables. Esos asientos contables pueden y deben ser sometidos a las
decisiones políticas que sean convenientes para el interés común.
En definitiva, la izquierda
de los pueblos de España debe experimentar una revolución en su cultura
política. Debe desprenderse del conjunto de clichés i de tics asumidos desde
hace décadas. Debe ponerse a la altura de los tiempos y de las necesidades de nuestros
pueblos.
Vayamos
ahora a la propuesta:
El estado español debe
recuperar su soberanía monetaria, debe desvincularse unilateralmente de los
Tratados de Maastricht, del Six Pack, del Two Pack, del Mecanismo europeo de
Estabilidad, del Fiscal Compact, del semestre europeo y debe salir del euro
para contar con mecanismos soberanos con que gestionar la deuda. Esa gestión
tendría dos tiempos:
Primer tiempo. La deuda
acumulada.
Realización de una Auditoria
de la Deuda Pública, que permitiera deslindar qué deuda es legítima de la deuda
injusta, odiosa, ilegal o ilegítima.
Paralelamente, la
recuperación de una moneda propia permitiría, aplicando la lex monetae
redenominar la deuda contraída en euros a la nueva moneda española. Una vez
redenominada la deuda podría sufrir quitas unilaterales mediante el uso
prudente de la devaluación.
Ese mecanismo podría ser
complementario con un default parcial de la deuda ilegal, inmoral, injusta u
odiosa según los resultados de la auditoria.
En esas condiciones sería posible,
posteriormente una reestructuración pactada del resto de la deuda, condicionada
a un default total en caso de negativa de los acreedores.
Nadie puede pensar que se
trata de un programa radical o utópico. Los ejemplos de Argentina y Ecuador
avalan una propuesta de este tipo. Los acreedores están obligados a negociar,
ya sea el nominal de la deuda, ya sean los intereses y los plazos, si se les
coloca con coraje político y valor cívico ante el hecho consumado de la
soberanía.
Segundo tiempo. La gestión
fiscal tras la recuperación de la soberanía monetaria.
Pero la deuda, una vez
reducida y re-estructurada de ese modo, podría reproducirse al cabo de un
tiempo, si no se transforman los mecanismos mediante los que se produce y
crece. Así pues, una vez recortada drásticamente la deuda mediante la propuesta
anterior, debería empezar una gestión fiscal radicalmente diferente, para poder
aplicar un programa de desarrollo social y económico de nuestros pueblos.
Una vez recuperada la
soberanía monetaria, es preciso contar con un banco central dependiente del
poder legislativo e independiente del BCE y de la gran finanza. Sin ese recurso
soberano es imposible evitar caer de nuevo en la espiral de la deuda.
Una política de desarrollo
económico, social y ecológico necesitará de reformas profundas que se escapan
del tema que trato aquí. Pero lo que es bien seguro es que durante un tiempo
necesitaremos recurrir prudentemente al déficit, desoyendo y desobedeciendo al
FMI y a la OCDE. Ese déficit que deberá ser financiado mediante la monetización
de la deuda a cargo de un Banco de España fuerte y soberano que recupere y
actualice las competencias que tenía antes de Maastricht.
También será necesario
recurrir a la imposición democrática de cuotas de compra de deuda pública a la
banca privada en las condiciones (intereses y plazos) que dicte el bien común.
Una política económica democrática y popular, es decir soberana, debe abolir el
mercado de la deuda pública, debe impedir la especulación financiera con la
deuda del estado.21
En resumen, ante una deuda
tan formidable como la deuda actual del Estado español, existen dos actitudes
políticas posibles:
a.- El miedo religioso a los
poderosos. Quedar paralizados ante la idea religiosa de que los acreedores
tienen todo el poder sobre nosotros. Quedarse paralizados ante el shock de la
experiencia griega en el marco el pensamiento “no hay alternativa” (TINA).
b.- La serenidad, la
determinación y el coraje. Quien tiene la sartén por el mango es el pueblo
soberano. En el momento que decidamos recuperar la moneda nacional, redenominar
la deuda, devaluar la nueva moneda y empezamos a financiar el estado y la economía
mediante un Banco de España independiente del BCE y de la banca privada pero
dependiente del poder legislativo nacional, la correlación de fuerzas cambia
radicalmente. El poder lo recuperamos nosotros y la correlación de fuerzas da
un vuelco. El chantaje, la humillación y la esclavitud por deuda son abolidos.
Ante la enorme distancia
existente entre las medidas que se proponen aquí y el sentido común popular, la
izquierda sólo tiene un camino: decir siempre e incesantemente la verdad al
pueblo trabajador. El sentido común popular sobre estas cuestiones es un
producto acumulado durante cuatro décadas de un régimen, el del 78, que está en
crisis. Ese sentido común es producto de una cultura material de vida, de una
determinada civilización cuya crisis estamos viviendo. Las propuestas de cambio
institucional deben ser expresión del cambio en la cultura material del pueblo
trabajador. Y la función de la izquierda no puede ser otra que ayudar a ese
cambio cultural, empezando por si misma.
La izquierda debe hacer un
lento trabajo de esclarecimiento, de aculturación con respecto a sus propios
esquemas y a los esquemas imperantes en el sentido común popular. La izquierda
debe partir del sentido común imperante para acompañar la experiencia popular,
debe, desde la modestia y la capacidad de escucha, contribuir al cambio de ese
sentido común por un el buen sentido nacional-popular. Como condición necesaria
debe siempre decir siempre la verdad, no alimentar falsas ilusiones en la
vuelta a los “viejos y buenos tiempos”, que sabemos que no volverán si es que
alguna vez existieron. Las prisas, sobre todo si son las prisas por gobernar
este sistema sólo pueden alimentar ilusiones imposibles de cumplir.
Construir lentamente desde
abajo. No destruir desde arriba por el apresuramiento estéril.
Semper festina lente
(Apresurarse siempre lentamente, como dice el sexto emblema de la universidad
de Salamanca).
Conclusión.
Nada mejor, para concluir
que volver a La Boétie:
“... los tiranos, cuanto más pillan,
cuanto más exigen, cuanto más arruinan y destruyen, cuanto más se les acata,
cuanto más los servimos, más se fortalecen y más fuertes y más frescos para
aniquilar y destruirlo todo devienen; pero si no se les acata en nada, si no se
les obedece en absoluto, quedan desnudos y deshechos, sin combatir, sin
golpear, y no son nada, así como cuando la raíz no tiene ya humus o alimento,
la rama acaba seca y muerta”
(*).- Intervención de Joan Tafalla en el acto organizado por Izquierda Republicana en Madrid el 25 de noviembre de 20 2017
(*).- Intervención de Joan Tafalla en el acto organizado por Izquierda Republicana en Madrid el 25 de noviembre de 20 2017
1[1] Esa es la expresión
con la cual Francisco Comín Comín denomina la gestión neo-liberal y europea de
la deuda en su libro Las crisis de la deuda soberana en España (1500-2015),
Madrid, Los libros de la catarata, 2016. Comín llama también “represión
bancaria” a la aplicación por parte de los gobiernos de los primeros años de la
transición de coeficientes obligatorios de adquisición de deuda pública
aplicados a la banca española.
2[1] Francisco Comín
Comín, ob.cit.
3[1] Para el tema de la
interpretación de la historia de la España como tres revoluciones pasivas y un
genocidio intercalado, véase Joaquín Miras y Joan Tafalla, la izquierda como
problema, Barcelona, El Viejo Topo, 2013.
4[1] Antonio Gramsci,
Cuadernos de la cárcel, 8 § 25, México, Ediciones Era, 1981, Tomo 5, p. 235.
Para el tema revolución pasiva, puede leerse con provecho el texto de Pasquale
Voza Rivoluzione pasiva, en AAVV, La parole di Gramsci, Per un lessico dei
Quderni del carcere, a cura di Fabio Frosini e Guido Liguori, Roma,
Carocci/International Gramsci Society-Italia, 2004, pp. 189-207.
5[1] Ob. cit, pp.
259-260.
6[1] Tratado de
Maastricht, aprobado el 7 de febrero de 1992, entrada en vigor 1 de noviembre
de 1993. Consultable en:
http://europa.eu/eu-law/decision-making/treaties/index_es.htm
7[1] El País, Madrid, 9
de septiembre de 1992, http://elpais.com/diario/1992/09/09/espana/715989603_850215.html
8[1] David Marsh, El
Bundesbank. El banco que gobierna Europa, Colegio de Economistas de Madrid,
1992.
9[1] Véase la
intervención de Ramon Franquesa en este mismo libro.
10[1] Cambiar España. 50
puntos para gobernar juntos, Madrid, 13 de mayo de 2016, Se puede leer entero
en : https://podemos.info/wp-‐content/uploads/2016/05/acuerdo26J_final.pdf
11[1] Albert Medina, La
izquierda ante las políticas de austeridad: lecciones y mitos de la deuda
alemana , http://amedcat.blogspot.com.es/2016/06/la-izquierda-ante-las-politicas-de.html.
En catalán : L’esquerra davant les polítiques d’austeritat: lliçons i mites del
deute alemany, publicado en Espai Marx, 7 de mayo de 2016 :
http://www.espai-marx.net/ca?id=9952
12[1] El Economista, 5 de
febrero de 2015,
http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/6451545/02/15/Schauble-Algunas-medidas-del-nuevo-Gobierno-de-Grecia-no-van-en-la-buena-direccion.html
13[1] Consejo Europeo, 20
de febrero de 2015,http://www.consilium.europa.eu/es/meetings/eurogroup/2015/02/20/
14[1] Véase el resumen de
prensa del informe en http://www.iwh-halle.de/e/publik/presse/30-15.pdf
15[1] Guillaume Duval
http://www.alterecoplus.fr/infographies/lallemagne-profite-de-la-crise-de-la-zone-euro-
depuis-2008-elle-y-a-gagne-193-milliards-deuros-201507161243-00001799.html
16[1] Véanse las
condiciones de la creación de esa deuda en el primer apartado de esta
intervención. Sobre la financiarización de la economía capitalista véase Costas
Lapavitsas, Crisis en la eurozona, Madrid, Capitán Swing, 2013.
17[1] Véase: AAVV, Ramon
Franquesa ( editor) Librarse del euro, Encuentro de movimientos emancipatorios
de los pueblos del sur de Europa, Barcelona, Editorial Icaria, 2016.
18[1] Bill Mitchell, La
distopía del euro, Pensamiento gregario y negación de la realidad, Berlín, Lola
Books, 2016.
19[1] Como se observará,
digo desarrollo social y no crecimiento económico. Ese es otro debate en el que
no puedo entrar hoy y aquí.
20[1] Véase John Maynard
Keynes, Las consecuencias económicas de la paz (1919), Barcelona, Editorial
Crítica, 2002.
21[1] Para una propuesta
de abolición del mercado de la deuda, véase Jacques Nikonoff, Sortons de
l’euro! Restituer la souveraineté monétaire au peuple, Paris, Arthème Fayard,
abril 2011.
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