Por IGNACIO
RAMONET
Para
empezar, hay que recordar que el Presidente Nicolás Maduro es el mandatario más
injustamente acosado, calumniado y agredido de la historia de Venezuela. Más
aún que el propio comandante Hugo Chávez, fundador de la Revolución
Bolivariana… Sacar como sea a Nicolás Maduro del palacio de Miraflores ha sido
y es el objetivo enfermizo de la oposición reaccionaria interna y de sus
poderosos aliados internacionales comenzando por el gobierno de los Estados
Unidos de América.
Apenas
empezó el año 2017, los ataques contra el Presidente arrancaron de inmediato.
La primera agresión vino de la Asamblea Nacional, controlada por la
contrarrevolución, que decidió, el 9 de enero, « desconocer » al Presidente. Y
acusó a Nicolás Maduro de haber « abandonado su cargo ». Algo falso y absurdo.
Ante
esa tentativa de golpe de estado constitucional -inspirado en el modelo de
golpe parlamentario que derrocó a Dilma Rousseff en Brasil en 2016-, el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) intervino para señalar que, en virtud de la
Constitución, la Asamblea Nacional no puede destituir al jefe de Estado,
directamente elegido por el pueblo.
Por
su parte, el Presidente respondió a esa tentativa de golpe organizando, el 14
de enero, unas masivas maniobras cívico-militares denominadas « Ejercicio de
acción integral antimperialista Zamora 200 ». Se movilizaron unos 600 000
efectivos entre militares, milicianos y militantes de los movimientos sociales.
Y ofreció de ese modo una imponente demostración de la unidad de las fuerzas
armadas, el Gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y las
masas populares. Esa fue la primera victoria de 2017.
Envalentonada
por la elección, en Estados Unidos, de Donald Trump -candidato de la derecha
suprematista que tomó posesión de su cargo en Washington el 20 de enero…-, la
oposición venezolana trató de intimidar al Gobierno madurista con una gran
marcha en Caracas el 23 de enero, fecha de la caída del dictador Marcos Pérez
Jiménez en 1958. Pero ahí también fracasó de manera patética. Entre otras razones,
porque el Presidente Maduro respondió organizando, ese mismo día, el traslado
popular de los restos de Fabricio Ojeda, líder revolucionario del derrocamiento
de Pérez Jiménez, al Panteón Nacional. Al llamado del mandatario, acudieron en
masa centenares de miles de caraqueños que llenaron las avenidas de la capital.
Y se pudo ver netamente como el chavismo popular domina las calles, mientras
que la oposición exhibía sus divisiones y su escualidez extrema. Esa fue la
segunda victoria del Presidente Maduro.
Poco
después se produjo la intervención del Tribunal Supremo, el cual subrayó que la
Asamblea Nacional se halla en situacion de « desacato » desde 2016. En efecto,
como se recordará, en las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2015,
se denunciaron fraudes en el estado Amazonas. Fraudes demostrados por
grabaciones en las cuales la secretaria de la gobernación del estado ofrecía
sumas de dinero a grupos de electores para votar por los candidatos opositores.
En consecuencia, el TSJ suspendió a esos diputados. Pero la Asamblea Nacional
persistió en juramentarlos. Porque la suma de esos tres asambleistas
suplementarios le hubiera conferido a la oposición una mayoría absoluta
cualificada (dos tercera partes de los diputados) y el poder de derogar leyes
orgánicas y de limitar la acción del propio Presidente…
Las
tensiones entre un Parlamento y un Tribunal Supremo son relativamente
frecuentes en todas las grandes democracias. En Europa por ejemplo, cuando
surge un conflicto constitucional entre poderes, es habitual que el Tribunal
Supremo asuma competencias del Parlamento. Y en Estados Unidos, hasta un
presidente tan esotérico como Donald Trump ha tenido que acatar las decisiones
recientes de la Corte Suprema…
Pero,
en Caracas, la contrarrevolución utilizó ese debate para relanzar una campaña
internacional sobre la pretendida « ausencia de democracia en Venezuela ». Con
la complicidad de la nueva Administración estadounidense, montó una colosal
operación de linchamiento mediático mundial contra Nicolás Maduro. Movilizando
a los principales medios dominantes de comunicación : desde CNN y Fox News
hasta la BBC de Londres, más los medios principales de América Latina y del
Caribe, y los más influyentes diarios globales, pilares de la hegemonía
comunicacional conservadora, así como las redes sociales.
Al
mismo tiempo, la derecha venezolana maniobró con la intención de
internacionalizar el conflicto interno trasladándolo al seno de la Organización
de Estados Americanos (OEA), « ministerio de las colonias de Estados Unidos »
según Che Guevara. Obedeciendo a consignas del nuevo gobierno de Donald Trump y
con el apoyo de varios regímenes conservadores de América Latina, Luis Almagro,
secretario general de la OEA, asumió entonces el miserable rol de liderar esa maniobra
reclamando la aplicación de la Carta Democrática contra Venezuela.
Pero
Caracas contraatacó al momento, y consiguió la solidaridad diplomática de la
mayoría de los Estados latinoamericanos y caribeños. A pesar de los deshonestos
ardides y de los falsos argumentos del Secretario General de la OEA, Venezuela
jamás pudo ser puesta en minoría. Venció de manera irrefutable. Y los enemigos
de la Revolución Bolivariana, entre ellos Washington, se rompieron los dientes
contra la sólida estrategia imaginada por el Presidente Maduro, basada en la
realidad de los hechos, la honestidad política y la ética. Finalmente, en
abril, Caracas decidió retirarse de la OEA, acusando a esa organización de «
acciones intrusivas contra la soberanía de Venezuela». Con imaginación y
audacia, en ese complejo escenario internacional, Nicolás Maduro consiguió así
su tercera gran victoria de 2017.
Entretanto,
las tensiones aumentaron en Caracas cuando, el 29 de marzo, la Sala
Constitucional del TSJ declaró que “mientras persista la situación de desacato
y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala
Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas
directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el
Estado de Derecho”. Anteriormente, el TSJ ya habia señalado también que la
inmunidad parlamentaria de los diputados « sólo se ampara durante el ejercicio
de sus funciones », lo cual no era el caso al hallarse la Asamblea Nacional «
en desacato »…
La
oposición antichavista puso el grito en el cielo. Y con la ayuda, una vez más,
de las fuerzas conservadoras internacionales pasó a propulsar un plan sedicioso
contrarrevolucionario. Empezó entonces la larga y trágica « crisis de las
guarimbas ». Durante cuatro interminables meses –de abril a julio- la
contrarrevolución lanzó la más desesperada y brutal ofensiva bélica contra el
Gobierno bolivariano. Financiadas en dólares por la derecha internacional, las
fuerzas antichavistas –lideradas por Primero Justicia y Voluntad Popular, dos
organizaciones de extrema derecha- no dudaron en utilizar a paramilitares, a
agentes terroristas y a mercenarios del crímen organizado en un despliegue de
tácticas irregulares simultáneas, así como a una élite de expertos en guerra
psicológica y propaganda “democrática”. Con la finalidad patológica de derrocar
a Nicolás Maduro.
Ebrias
de violencia, las hordas ‘guarimberas’ se abalanzaron al asalto de la
democracia venezolana. Atacaron, incendiaron y destruyeron hospitales, centros
de salud, guarderías, escuelas, liceos, maternidades, almacenes de alimentos y
de medicinas, oficinas gubernamentales, cientos de negocios privados,
estaciones de metro, autobuses, mobiliario público… Mientras multiplicaban las
barricadas en las urbanizaciones burguesas que controlaban.
Los
violentos, arrojando decenas de cócteles molotov, se cebaron particularmente
contra los efectivos de los cuerpos de seguridad. Cinco uniformados fueron
asesinados a tiros. Por otra parte, muchos ‘guarimberos’ dieron muestra de un
terrible salvajismo cuando tensaron finos cables de acero en las vías públicas
para degollar a motociclistas... O cuando, rebosantes de odio y de racismo,
quemaron vivos a jóvenes chavistas. Veintinueve en total, de los cuales
fallecieron nueve. Resultado: ciento veintiuna personas asesinadas, miles de
heridos y pérdidas millonarias.
Durante
esos cuatro meses de arrebato contrarrevolucionario, la oposición también llamó
a atacar bases militares, y trató de empujar a las fuerzas armadas a marchar
contra el Gobierno legítimo y a asaltar el Palacio presidencial. La extrema
derecha golpista lo intentó todo para generar una guerra civil, fracturar la
unión cívico-militar, y destruir la democracia venezolana.
Al
mismo tiempo, a escala internacional, seguía la frenética campaña mediática
presentando a los que incendiaban hospitales, asesinaban a inocentes, destruían
escuelas y quemaban a gente viva, como « héroes de la libertad ». Era el mundo
al revés, el de la ‘post-verdad’ y de los ‘hechos alternativos’...
No
fue fácil resistir a tanto terror, a tanta agresión, y controlar el órden
público con una visión de autoridad democrática, de proporcionalidad y de
respeto a los derechos humanos. El presidente Nicolás Maduro, constitucional y
legítimo, lo consiguió. Y logró hallar lo que parecía imposible : la salida del
laberinto de la violencia. Con una idea genial, que nadie esperaba. Y que
descolocó y desconcertó a la oposición: volver al poder constituyente
originario.
El
pretexto del terrorismo ‘guarimbero’ residía, en efecto, en el desacuerdo entre
dos legitimidades : la del Tribunal Supremo de Justicia y la de la Asamblea
Nacional. Ninguna de las dos instituciones quería dar su brazo a torcer. ¿Cómo
salir del impasse? Basándose en los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución
chavista de 1999, y apelando a su estatus de Jefe del Estado y de árbitro
máximo, el Presidente Maduro decidió reactivar un proceso popular
constituyente. Era el único modo de hallar, por la vía del diálogo político y
de la palabra, un acuerdo con la oposición. Y de regular el conflicto
histórico, para idear soluciones a los problemas del país. Lo pensó muy bien y
esperó el momento adecuado. Hasta que, el 1° de mayo, se dieron todas las
condiciones. Ese día, el Presidente anunció que la elección de los delegados a
la Asamblea Constituyente se efectuaría el 30 de julio. Era la única opción
para la paz.
Pero,
de nuevo, confirmando su desesperante torpeza política, la oposición rechazó la
mano tendida. Entre vítores de la prensa mundial, como parte de la campaña
brutal e inclemente contra la Revolución Bolivariana, los partidos opositores
acordaron no participar… Y se dedicaron, al contrario, a sabotear las
elecciones, a impedir el acceso al sufragio, a poner barricadas, a quemar urnas
y a amenazar a quienes deseaban ejercer su derecho a elegir.
Fracasaron.
Fueron incapaces de impedir que, el 30 de julio, la gente saliera masivamente a
apostar por la democracia contra la violencia y el terror. Más de ocho millones
y medio de ciudadanos acudieron a votar. Venciendo toda suerte de obstáculos.
Afrontando paramilitares y ‘guarimberos’. Franqueando calles bloqueadas.
Cruzando arroyos y ríos. Haciendo lo imposible para cumplir con su deber
cívico, político, ético, moral... Superando las amenazas de adentro y de
afuera.
Pocos
esperaban tan alto grado de movilización popular, esa afluencia de votantes y
el rotundo éxito electoral. Al día siguiente, como lo había vaticinado el
Presidente, las ‘guarimbas’ se dispersaban. La violencia se desvanecía. La paz
volvía a reinar. Con sutileza, paciencia, coraje y decisión, y una fina
inteligencia estratégica, el Presidente Maduro logró de ese modo derrotar a las
‘guarimbas’ y abortar la evidente intentona golpista. Se plantó con firmeza
frente a las amenazas, y lo hizo sin alterar lo sustancial de su política. Esa
fue su victoria más espectacular del año 2017.
«
La llegada de la Constituyente -comentó Nicolás Maduro- significó, sin lugar a
dudas, la llegada de un clima de paz que permitió impulsar la ofensiva política
de la Revolución Bolivariana. » Y esa ofensiva favoreció lo que muchos creían
imposible : otras dos sensacionales y rotundas victorias electorales. La de los
gobernadores de los estados, el 15 de octubre, con la conquista de 19
gobernaturas sobre 23 posibles… Entre ellas, la de Miranda y la de Lara, dos
estados cuya política social estaba casi en extinción en manos de la oposición.
Y más tarde el triunfo en Zulia, un estado estratégico, de gran peso
demográfico y poseedor de importantes yacimientos de petróleo y gas…
Asimismo,
la Revolución Bolivariana ganó las elecciones municipales del 10 de diciembre,
con la obtención de 308 alcadías sobre 335, o sea el 93% de los municipios… El
chavismo se impuso en 22 (de 24) ciudades capitales, incluyendo Caracas.
Mientras que la contrarrevolución confirmaba su impopularidad con un descenso
en picada de sus electores, perdiendo más de 2 millones 100 mil votos…
Mostrando
al mundo la vitalidad de su sistema democrático, Venezuela fue el único país
que organizó, en 2017, tres grandes elecciones nacionales… La tres ganadas por
el chavismo. Mientras la derecha, desmoralizada por tantos desastres sucesivos,
quedaba atomizada, desunida, groggy... Sus lideres enfrentados. Sus seguidores
aturdidos. Aunque conservó el apoyo de sus protectores internacionales. En
particular el del más agresivo de ellos : el nuevo presidente Donald Trump de
Estados Unidos.
A
lo largo de 2017 -en continuidad a la orden ejecutiva del 8 de marzo de 2015,
firmada por Barack Obama, en la que se declaró a Venezuela "amenaza
inusual y extraordinaria a la seguridad de EE.UU."-, Donald Trump emitió
una lista de sanciones contra la Revolución Bolivariana.
En
particular, el 11 de agosto, amenazó con una acción militar. Hablando a
periodistas en su campo de golf de New Jersey, Trump dijo: « Tenemos muchas
opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar, si es
necesario. » Luego, el 25 de agosto, en el marco del bloqueo financiero contra
Caracas, Trump prohíbió que "cualquier persona, entidad, empresa o
asociación, legalmente radicada o que realice actividades en Estados Unidos,
pueda efectuar negocios con nuevos bonos de deuda que sean emitidos por
cualquier instancia del Gobierno venezolano, a saber, bonos de la República
emitidos por el Banco Central venezolano o la empresa estatal Pdvsa".
Esas
sanciones apuestan a que Venezuela caiga en default (impago de su deuda
externa) porque le cierran al Estado y a Pdvsa las puertas de los mercados
financieros asociados a EE.UU. Impidiéndole ofrecer allí bonos, y poder obtener
divisas.
Ya
Lawrence Eagleburger, ex-Secretario de Estado del presidente George W. Bush,
había reconocido abiertamente, en una entrevista a Fox News, que la guerra
económica contra Venezuela había sido efectivamente diseñada en Washington : «
Debemos usar las herramientas económicas –afirmó el ex-Secretario de Estado–
para hacer que la economía venezolana empeore, de tal manera que la influencia
del chavismo en el país y en la región se vaya a pique (…) Todo lo que podamos
hacer para que la economía venezolana se hunda en una situación difícil, está
bien hecho. » El actual secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, confirmó
oficialmente que las nuevas sanciones tienen por objetivo « estrangular a
Venezuela ».
Frente
a tan insolentes agresiones, Nicolás Maduro declaró que el default « nunca
llegará ». Primero porque Venezuela es el país suramericano que más ha pagado
su deuda. En los últimos cuatro años, Caracas canceló unos 74 mil millones de
dólares… Y porque el gobierno bolivariano “siempre tendrá una estrategia clara”
enfilada hacia la renegociación y reestructuración de la deuda externa. El
mandatario denunció que lo que buscan los enemigos del chavismo es aislar
financieramente a la Revolución Bolivariana hasta que no tenga posibilidades de
crédito. Para ir ahogándola poco a poco. Quieren generar temor en los
inversores privados, para que no compren bonos, no participen en la
renegociación de la deuda y no haya inversión. Nicolás Maduro explicó que más
allá de un bloqueo, lo que enfrenta Venezuela es una auténtica « persecución »
en la que también participan países como Canadá y los de la Unión Europea. Una
persecución activa al comercio, a las cuentas bancarias y a los movimientos
financieros.
Pero
el mandatario supo esquivar esos ataques. Y sorprendió, una vez más, a sus
adversarios cuando anunció, el 3 de noviembre, la creación de una Comisión para
consolidar el refinanciamiento y la reestructuración de la deuda externa, con
el propósito de superar las agresiones financieras. « Vamos a hacer un
reformateo completo de los pagos externos para lograr el equilibrio –declaró-
Vamos a romper los esquemas internacionales. » Y así fue. Unos días más tarde,
desafiando el bloqueo financiero, y como parte del primer acercamiento para la
renegociación y reestructuración planteada por el Presidente, llegaba a
Caracas, a reunirse con el Gobierno bolivariano, un grupo de tenedores de deuda
venezolana procedentes de Estados Unidos, Panamá, Reino Unido, Portugal,
Colombia, Chile, Argentina, Japón y Alemania. Lo cual constituyó una indudable
victoria para el Presidente Maduro.
Aquí
conviene precisar que el conflicto de cuarta generación contra la Revolución
Bolivariana tiene varios frentes e incluye de manera simultánea y continuada
cuatro guerras : 1) una guerra insurreccional diseñada por expertos en
subversión, saboteo y psicología de masas, con empleo de mercenarios, explosión
cíclica de ‘guarimbas’ criminales y ataques terroristas contra cuarteles,
objetivos militares e infraestructuras globales (red eléctrica, refinerías,
distribución del agua, etc.) ; 2) una guerra mediática, con la prensa, la
radio, la televisión y las redes sociales convertidas en nuevos ejércitos de
conquista mediante el empleo planificado de la propaganda orientada a
domesticar las mentes y a seducir los corazones ; 3) una guerra diplomática con
acoso en algunos foros internacionales, en particular en la OEA, y ataques de
los países del llamado “grupo de Lima » a los que se suman regularmente los
Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea ; y 4) una guerra económica y
financiera con acaparamiento y desabastecimiento de los alimentos y de los
medicamentos, manipulación del tipo de cambio de la moneda por oficinas
ilegales, inflación inducida, bloqueo bancario y distorsión del riesgo país.
A
propósito del riesgo país, no hay que olvidar que, en los últimos cuatro años,
como ya se dijo, Caracas honró todos sus compromisos de pago de deuda, sin
excepción, por más de 74.000 millones de dólares. Lo cual debería haber hecho
disminuir drásticamente el riesgo país. Pues no se corre ningún riesgo
prestándole a Venezuela ya que paga religiosamente todas sus deudas. Sin
embargo, el riesgo país ha seguido aumentando... Actualmente, según el banco JP
Morgan, su riesgo país se sitúa en 4.820 puntos, o sea treinta y ocho veces más
alto que el de Chile, país que tiene el mismo ratio de deuda/PIB que Venezuela…
Se le hace pagar así, muy caro, a Caracas por haber optado, democráticamente,
por un sistema político socialista.
En
cuanto al bloqueo bancario, a lo largo de 2017, y en particular después de las
sanciones de Donald Trump, las cancelaciones unilaterales de contratos se
multiplicaron. En julio, por ejemplo, el agente de pago Delaware informó que su
banco corresponsal, el PNC Bank de Estados Unidos, se negaba a recibir fondos
procedentes de Pdvsa. En agosto, Novo Banco de Portugal notificó a Caracas la
imposibilidad de realizar operaciones en dólares por bloqueo de los bancos
estadounidenses intermediarios. Más tarde, el Bank of China Frankfurt, aliado
de Caracas, tampoco pudo pagar 15 millones de dólares adeudados por Venezuela a
la empresa minera canadiense Gold Reserve… En noviembre, más de 39 millones de
dólares -por pago de 23 operaciones de compra de alimentos para las fiestas
navideñas- fueron devueltos a Caracas porque los bancos intermediarios de los
proveedores no aceptaron dinero de Venezuela…
Por
otra parte, a principios de septiembre, se conoció que la empresa financiera
Euroclear, filial del banco estadounidense JP Morgan, bloqueó un pago de 1.200
millones de dólares efectuado por el gobierno bolivariano para adquirir
medicamentos y alimentos. Eso impidió la adquisición de 300.000 dósis de
insulina… Al mismo tiempo, un laboratorio colombiano, perteneciente al grupo
sueco BSN Medical, se negó a aceptar el pago por Venezuela de un cargamento de
primaquina, medicamento para el tratamiento del paludismo y la malaria.
El
objetivo de todos estos bloqueos es impedir que el Gobierno bolivariano pueda
utilizar sus recursos para adquirir los alimentos y los medicamentos que necesita
la población. Todo ello con la intención de empujar a la genta a la protesta y
de generar caos en el sistema de salud, poniendo en peligro la vida de miles de
enfermos.
En
este caso, gracias a sus relaciones internacionales, el Presidente concretó, en
noviembre, la llegada urgente al país de importantes cargamentos de insulina
procedentes de India. Centenares de pacientes, en peligro de muerte, pudieron
salvar su vida. Lo cual, sin duda, constituyó una nueva victoria de Nicolas
Maduro.
Para
quebrar el bloqueo financiero, el Presidente anunció, en noviembre, otra
iniciativa: la creación de una moneda digital, el petro. Ese anuncio despertó
un fuerte entusiasmo en la comunidad de inversores de las criptomonedas, colocó
a Venezuela en la vanguardia de la tecnología y las finanzas globales, y generó
enormes expectativas. Tanto más cuanto que el precio del petro no estará
vinculado a los caprichos y a la especulación de los mercados, sino que se
asociará al valor internacional de activos reales como el oro, el gas, el
diamante y el petróleo. Venezuela dio así un paso enorme para poseer un
mecanismo revolucionario de financiamiento al que ninguna potencia extranjera
podrá imponer sanciones, ni boicotear la llegada de capitales. En ese sentido,
el petro es una clara victoria más del Presidente Maduro.
Hay
que añadir que, en medio de todas estas batallas, y a pesar del quiebre total
del modelo de dependencia petrolera, el Presidente se preocupó muy
particularmente de que el socialismo bolivariano no se detuviese y que a los
más humildes no le faltase escuela, trabajo, techo, cuidados médicos, ingresos,
alimentos… El Gobierno revolucionario no dejó de financiar obras públicas
fundamentales. Ni de edificar viviendas : en 2017, se entregaron más de 570 mil
viviendas... Se mantuvo la Misión Barrio Adentro y todas las Misiones sociales.
Se consolidó el Plan Siembra. Se extendió la Misión Abastecimiento Soberano. Se
multiplicaron las Ferias del Campo Soberano… Se hizo de tripas corazón y en
medio de tantos tormentos, el Presidente Maduro consiguió un milagro social de
salvación del país. La contrarrevolución no pudo detener el avance del
socialismo.
En
esa perspectiva, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP),
modelo centralizado de distribución directa, continuaron desarrollándose en
todo el país y ya alcanzan a cuatro millones de venezolanos de los sectores
populares a los que protegen del desabastecimiento causado por la guerra
económica.
Además,
el Presidente Maduro lanzó, a lo largo de 2017, nuevas iniciativas sociales. La
más espectacular fue la del Carnet de la Patria, nuevo documento de
identificación que permite conocer, mediante un sistema de códigos QR, el
estatus socioeconómico de los ciudadanos. Y favorece de ese modo el acceso de
las familias necesitadas a las ayudas sociales de las misiones socialistas. A
fines de diciembre de 2017, un total de 16 millones y medio de ciudadanos se
habían registrado en el Carnet de la Patria.
El
Presidente impulsó también la creación del movimiento ‘Somos Venezuela’ con la
finalidad de agilizar el proceso de asignación de las ayudas sociales. Los
doscientos mil brigadistas de ‘Somos Venezuela’ tienen por tarea la
identificación, casa por casa, de las necesidades de las familias registradas.
Después, asignan las ayudas a las familias de acuerdo a las verdaderas
necesidades. Otro de los objetivos importantes del movimiento ‘Somos Venezuela’
es garantizar el 100% de pensionados en todo el país, como lo prometió Nicolás
Maduro.
El
Presidente propuso también el plan ‘Chamba Juvenil’ dirigido a los jóvenes de
entre 15 y 35 años de edad, con el propósito de incorporarlos al empleo en
áreas orientadas a la satisfacción de necesidades humanas identificadas a
través del Carnet de la Patria, y enmarcado en el movimiento ‘Somos Venezuela’.
El plan se dirige, en particular, a los jóvenes universitarios desocupados, los
jóvenes no escolarizados, las madres solteras con carga familiar, y los jóvenes
en situación de calle. Se estima que este nuevo Plan generará unos 800 mil
empleos.
Todos
estos avances sociales constituyeron, sin ninguna duda, algunas de las más
preciadas victorias del Presidente Maduro en 2017.
Podríamos
citar también los éxitos obtenidos en el campo de la política extranjera, en
particular la extraordinaria gira internacional del mandatario, en octubre, por
Bielorrusia, Argelia, Rusia y Turquía que culminó con importantes acuerdos
bilaterales destinados a ganarle la batalla a la guerra económica y social. O
las incesantes negociaciones mantenidas por el Presidente con los países
productores de petroleo (OPEP y no-OPEP) que permitieron, en 2017, un
espectacular incremento de los precios del barril en más de un 23% !
Citar
igualmente la gran ofensiva contra la corrupción iniciada, por fin, en
noviembre con el anuncio de varias decenas de detenciones espectaculares entre
los altos mandos gerenciales y directivos de Pdvsa y de Citgo, incluyendo
dirigentes de primera línea. Nada parecido había ocurrido en cien años de
industria petrolera venezolana. Esta fue sin duda la victoria más comentada del
Presidente Maduro a finales de 2017.
Para
terminar, hay que volver a señalar que la destrucción de la imagen de Nicolás
Maduro es la finalidad principal de las campañas mundiales de propaganda
pilotadas por las grandes corporaciones de la comunicación. Sin olvidar la
permanente guerra digital en la esfera de Internet mediante multiples
plataformas en la Web, y las redes sociales como Facebook, Twitter, WhatsApp,
Youtube, Instagram, etc. Todas estas armas de manipulación masiva tratan de
degradar la figura del Presidente y manipular la realidad venezolana.
Invisibilizan el nivel de respaldo real de amplios sectores de la población
hacia el mandatario, y ocultan las violencias de la oposición. El objetivo es
político : doblegar a la Venezuela bolivariana, actor clave del sistema-mundo,
no sólo por sus cuantiosas riquezas sino, sobre todo, por su modelo
revolucionario y social. Y obviamente por su importancia geopolítica en tanto
que potencia anti-imperialista de influencia regional.
Hasta
ahora, todos esos planes para defenestrar a Nicolás Maduro han fracasado. Como
él mismo afirmó: « El imperialismo no ha podido asfixiarnos, ni podrá contra la
Revolución Bolivariana en ninguno de los campos que nos busque. » Al contrario,
el Presidente se ha fortalecido en 2017.
Eso
le ha permitido retomar la iniciativa estratégica para la pacificación del
país. Preocupado por la defensa de los grandes intereses nacionales, y apegado
a los principios de honestidad y de máxima humildad, Nicolás Maduro le ha
propuesto a la oposición sentarse a la mesa de negociación y retomar el
diálogo. Esta vez en el escenario neutro de Santo Domingo. Sobre la base del
respeto y del reconocimiento mutuo. Con la idea de restablecer una negociacion
nacional permanente como método democrático para defender el interés superior
de la nación y para regular el conflicto que surge naturalmente de las
diferencias políticas en medio de una revolución. Semejante avance hacia la paz
ha sido quizás la victoria más apreciada del Presidente.
En
este año heróico de brutales ataques e infinitas agresiones, el chavismo ha
demostrado su fortaleza y su capacidad de superación. Y ha conseguido ampliar
su base de apoyo, incrementando las fuerzas políticas y sociales en favor de la
revolución. Ahí está, más sólido que nunca. Lo cual significa un alivio y una
luminosa esperanza para toda América Latina. Mal que le pese a sus enemigos, el
Presidente Nicolás Maduro ha confirmado –con sus doce brillantes victorias de
2017- que sigue siendo, como dicen sus admiradores, « indestructible ».
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