Por Miguel Ángel
Domenech Delgado
El viejo topo.
Revista nº 364 Mayo 2018
Del
republicanismo contemporáneo ha tratado
con frecuencia la historiografía más
moderna identificando su
especificidad y señalando sus
antecedentes más lejanos en la praxis e
ideas políticas de la Grecia democrática y de la república romana. Asimismo se
ha puesto en valor su relevante
inspiración en las propuestas y practicas de autogobierno de las repúblicas
ciudades-estado italianas del Renacimiento,
particularmente de Florencia, y los movimientos políticos republicanos de autonomía
e independencia de las provincias
holandesas del siglo XVII. Se ha identificado el enriquecimiento de su
reflexión con las aportaciones del republicanismo inglés del XVII y los
movimientos más radicales ( diggers, y levellers) de su revolución así
como la inspiración en este radicalismo republicano de los founders de la independencia americana. Se le ha estudiado e
identificado en el pensamiento ilustrado más radical que animaba
la Revolución Francesa antes de, finalmente, entrar en el eclipse que
señalaba A.Domenech ensombrecido por lo que resultaría el pensamiento dominante
del liberalismo aunque aun reconocible como herencia legada en los movimientos obreros socialistas y comunistas hasta nuestros días
como el mismo Marx señalaba a propósito
de la Comuna (“organización republicana
de trabajadores” ). Quizás el heroico
empeño ético, educativo, laico y
emancipador de la II República española fuese su última manifestación autónoma antes de su
renovado descubrimiento en nuestros días.
Menos
frecuente es la reflexión que se haga
sobre el anclaje del republicanismo en sus remotos antecedentes en la politeia de Grecia democrática radical
con vistas, no a una intención erudita de historiografía, sino para poner en valor las consecuencias revolucionarias y desarrollos políticos que para la actualidad tiene ese “alma” republicana que como un “germen” se da en ella. (1)
con vistas, no a una intención erudita de historiografía, sino para poner en valor las consecuencias revolucionarias y desarrollos políticos que para la actualidad tiene ese “alma” republicana que como un “germen” se da en ella. (1)
Existen en la
literatura griega dos relatos
mitológicos que son de manera destacada notablemente eficaces y hermosos para describir lo
que puede ser considerado ese alma de
una república. Vaya por delante que cuando se habla en historia o en
filosofía de relato mítico o, mejor, de mito no se está hablando ni de algo falso,
ni de un cuento fantasioso, o de una explicación irracional sino que un mito es
– o al menos ha sido-un verdadero lenguaje que puede tener la misma
funcionalidad comunicativa y proposicional y rigor explicativo que otro lenguaje como puede ser
el científico. Un mito puede dar cuenta de una manera muy acertada de una
institución que existe o que se proponga, con la misma efectividad y rigor – o
quizás mejor- que una exposición de ciencia política o a una proposición
normativa positiva. .El mito no nos desvela el mundo de lo irracional contrapuesto a la
racionalidad de otros lenguajes como si fuese el idioma de lo inconsciente que
se oculta en las fantasías frente al
idioma de la razón y del logos . Hay muchos quilates de logos en un mito. Ya
nos advierte Aristóteles que quien es amigo de los mitos es también filósofo. (2) y nos advierte de la calidad de verdadero
lenguaje del mito al igualarlo a la calidad
proposicional, normativa e incluso legislativa del hombre en sociedad pues el
mito “dicta lo conveniente para la
comunidad” , es decir para el bien común, (3) . El mito es una sabiduría de la doxa- la opinión-
acumulada de los antepasados como un patrimonio, patrios
doxa (4). El mito tiene pues todos los rasgos de ser un auténtico
lenguaje diferenciándose de que no
imperan en él los criterios del lenguaje científico sino los de la analogía.
Su fundamento es, como todo lenguaje,
una comunicación proposicional con una fuerte función político- social, es
decir un lenguaje pragmático que se emplea para el discurso compartido e
intersubjetivo del hombre en sociedad con fines político- sociales. El mito es
un lenguaje, es decir una retórica, un
acto proposicional de persuasión y no debe engañarnos su apariencia de
fingimiento poético pues en realidad es
“una
historia fingida que reproduce la verdad” (5)
Desde
estas clarificaciones conceptuales previas pueden leerse dos mitos que
sirvieron para aquella función en su día y que hoy pueden servirnos para la
reflexión sobre el contenido y alcance del republicanismo mas allá de la teoría
política para llegar a su
consistencia de filosofa moral y visón
antropológica. Uno de estos mitos formaba parte del acervo cultural de la
antigua Grecia desde su invención
por Hesíodo en Los Trabajos y Los días, vers 282-285.(6) El otro es una- creación del sofista Protágoras,
si hemos de creer a Platón que hace
hablar a este rival suyo en el dialogo del mismo nombre.
1.-El halcón y el ruiseñor
El
mito del halcón y el ruiseñor relata las
quejas del ruiseñor atrapado en las garras de un halcón que justifica su acción
de disponer de él a su antojo por ser el más fuerte. “Necio es el que pretende oponerse a los fuertes”. El mundo de la
naturaleza, como el de las bestias, es, en efecto, un mundo que no se detiene ante las
consideraciones humanas, ajeno a los posibles intereses de quienes pretendan
que haya cosas justas e injustas, bellas o feas. El mito que introduce la
fábula es que entre los humanos, a diferencia de la naturaleza, se hace
presente una voz, la de una potencia diferente: la Justicia. Esta Justicia la
presenta el mito personalizada en
divinidad (la Dike), protegida y
amparado por Zeus. La justicia dicta que el mundo humano no debe
de ser así, tal como predica el halcón. El orden humano debe de ser justo. Las cosas como deben ser están contrapuestas a las que son para que adquieran la calidad de humanas. La misma Dike
en la mitología griega es hija de Zeus y de Temis ( el Orden) y hermana
de Eirene ( La Paz) y de Eunomia ( la
recta ley), es decir un mundo y un orden político-social que tiene en cuenta al
otro, es intersubjetivo. Esa Dike es
la que propondrá como inspiradora el primer legislador antecedente de la
politeia democrática griega: Solón. El mundo de lo humano se manifiesta
privilegiadamente en la construcción de una ciudad en la que
“ no tengan igual lote los buenos que los malos” (7).
Es pues, en la politeia, en la república de los hombres
donde se practica y hace patente la diferencia entre lo que es y lo que debe de ser, donde aparece la ética como razón propia de lo humano.
El mito antecedente de Hesíodo y sus
desarrollos posteriores decía a los griegos que
“los atenienses no encontraban la democracia
entre otras flores salvajes que crecían
en la Pnix” (8) (La Pnyx era el foro publico- político de la ciudad), sino
que era una cosa construida por los humanos. Para los republicanos de hoy, como para
aquellos antecesores que hacían suyo lo que les decía el mito, la democracia no viene dada
por la naturaleza sino que es una creación histórica, azarosa y contingente.
Como define el republicanismo a la democracia: un régimen dependiente de la
responsabilidad y compromiso político (virtud) de los ciudadanos y no de los
gobernantes ni de los expertos. Anotemos, esta primera conclusión y desarrollo:
se crea la república cuando los hombres
toman sobre si la responsabilidad ética de dotarse de normas e instituciones que no les son dadas por la naturaleza sino que se
dan ellos mismos. El experto, el técnico
competente, el que indaga con pericia
los mecanismos de lo que es, no es la fuente de la cosa publica .Es la decisión
de los ciudadanos de darse lo que ellos creen que debe de ser justo y bueno la razón de la política en republica. No
es el selecto, electo por sus capacidades quien expresa lo que debe tener esa
calidad ética de bueno para todos, de bien común, sino la opinión y decisión del vulgo común.
“Una clase de expertos está,
inevitablemente, tan alejada de los intereses comunes como para convertirse en
una clase con intereses privados y un conocimiento privado, que en materia
social no es conocimiento en absoluto” (9)
Es
útil insistir en la calificación de Aristóteles del mito como doxa , sabiduría sedimentada de las
opiniones de los que nos precedieron y no
de los saberes teóricos ni ciencia. Es
el mismo valor ejemplar de las doxas
que inspirará su Ética a Nicómaco como ética en tanto que moralidad de la vida
buena. La ética es una prudencia, una phronesis, no tanto una deducción categórica, sino que debe de estar atenta, para
formularse, al ejemplo de modo de vida de lo que la opinión común considera
gente virtuosa.
Hasta
aquí el primer desarrollo republicano del primer mito que insiste en el peso
normativo, de lo que debe ser humano,
frente al bruto y violento hecho de lo
que es o está
dado y en esa construcción ética subraya el peso del saber público, común, de todos, que
crea una comunidad política. Al lector corresponde ir más lejos en otros
desarrollos.
2.- El mito de Prometeo
La
Clave de bóveda de la filosofía y la praxis política del republicanismo es el
concepto de virtud pública. La virtud, la virtú,
el vivere civile, es la disposición de comprometerse en la construcción del mundo
común de nuestra libertad. Para nuestra cultura
dominante nos es extraño que el concepto mismo de virtud que parece
referirse, por su carga religiosa cristiana a la perfección personal y a la superioridad
de lo contemplativo, sea la acción y el compromiso por lo publico, lo común y
de todos, el contenido de esa virtud. No ha sido así para el dos veces milenario
republicanismo. El ser humano solo alcanza
su calidad moral construyendo el mundo común de la libertad y el deber
ser, y ese mundo se desempeña en el
espacio de lo público y lo político. La corrupción, por ejemplo en Maquiavelo,
no es una modalidad de delito tipificado, como ente nosotros, el cohecho o la
prevaricación sino que corrupción quiere decir desinterés por la cosa común y dejadez de ella en otras manos. Una ciudad es
corrupta - y ha perdido su libertad- cuando los ciudadanos se ocupan sólo de su
propio interés y no la gobiernan. Robespierre era “incorruptible” no solo por
un banal y evidente “no dejarse comprar” sino por su compromiso de alianza cotidianos
con la voluntad popular la actitud consecuente
de su seguimiento sin reservas por la cosa publica que el pueblo
protagoniza en la voluntad general.
Lo
contrario, la vida sin virtud, es la propia de quienes están juntos “como vacas
paciendo en el mismo prado” por razones de utilidad, comercio o alianza militar
sin ninguna creación de un mundo humano, es decir sin traer un mundo moral al mundo natural, sin participar en la definición de orden que defina lo que es justo, bello y bueno, es
decir renunciando a su condición
especifica humana de ser que
posee lenguaje y palabra ( logos), a la misma racionalidad. Este es
también el desarrollo de Aristóteles (10)
¿Pues
qué? replica entonces Platón en el diálogo que introduce el mito, si para conducir un navío apelamos a los buenos navegantes,
si para hacer una obra a los buenos albañiles y así sucesivamente, a los profesionales de
cada cosa ¿la política no deberíamos dejarla
en manos de los que saben en la materia? ¿Deberíamos ver con buenos
ojos, que en las asambleas, sean abucheados por el pueblo sin cualificación, como es
costumbre, los ciudadanos selectos y más ricos? Protágoras le relata entonces
su mito.
Cuando
nacieron los hombres, lo hicieron de manera tosca propia de seres nacidos de la tierra. Conscientes de esa
bárbara insuficiencia, los dioses
ordenaron a Prometeo que les dotase de capacidades distribuyéndoselas de mamerta diferente. Unos tuvieron la fuerza,
otros la rapidez, otros diferentes astucias,…. planeándose con una especie de división del
trabajo originaria, dictada por la precaución de que la raza humana no fuese aniquilada. A
continuación distribuyó las capacidades para subsistir, facilitarse alimento,
construir hogares, cazar, cultivar, etc. , como habilidades de especialidad a
los albañiles, cazadores, campesinos, artesanos,…. Tras esto, continuó
distribuyendo la habilidad de tejer,
fabricar armas, y la del uso del fuego. Los hombres fueron dotados entonces de los otros saberes para vivir. Pero se dio cuenta
Prometeo que le quedaba sin dotar del saber político, de modo que sin ello se dispersarían y perecerían. Perplejo, Prometeo preguntó a Zeus y a Hermes cómo debería repartir esa capacidad. “¿ También la justicia y el sentido moral debo infundirla a los humanos de manera especializada como los
otros saberes o los reparto por igual a todos?.” “A
todos- dijo Zeus sin dudarlo- y que
todos sean participes. Pues no habría
ciudades, si solo algunos de ellos participaran
como de los otros conocimientos. Además impón una ley de mi parte: que al
incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como una enfermedad
ciudad”.
En
el curso del diálogo es de destacar que a Platón le preocupa ,no solo que todos
tengan las mismas atribuciones de virtud cívica y moralidad sino el que
se dé un fenómeno inquietante
para él, como avispado reaccionario : que al concurrir a la tribuna pública no solo pretenda hablar con igual autoridad el pobre que el rico, sino que a este ultimo “se le suele abuchear y es objeto de burlas” (319,b).
El mito no olvida, en efecto, que la
política posee una dinámica de lucha de clases y la democracia contiene
necesariamente e inevitablemente un
predominio de los pobres. El eco de las definiciones de democracia de Aristóteles
y Platón mismo como el régimen en que los pobres y muchos gobiernan expulsando
del poder a los pocos (oligoi) ricos y nobles ( aristoi) es patente. Pertinaz constatación de todos los tiempos
como lo expresaba la réplica sarcástica de
Rainsborough al republicano radical
Ireton en los debates de
Putney en 1647:
“Señor, me doy cuenta de que
es imposible obtener la libertad sin derogar necesariamente la propiedad” (11)
Efectivamente, se encuentra
también en torno al mito el germen de la relación poder-propiedad y su
desarrollo y reflexión política inevitable en república. Como explicitaría en la misma época G. Winstanley, hay dos
formas de monarquía, la del dominio jurídico
de un rey sobre los otros y la del dominio de los principios
monárquicos , de dominación de hecho sobre los obligados a trabajar para
otro , incluso en ausencia de rey.
Además
de este eco de lucha de clases parece en
la respuesta de Protágoras a Sócrates un eco anticipado de lo que hoy J. Rancière, con cierto tono provocador
postula como sujeto político de la democracia: el poder de quienes no tiene ningún
atributo, ni riqueza ni excelencia. “El
poder propio de los que no tienen ningún titulo” (12)
Pero
el núcleo del mito es el que sigue: La política, está diciendo el mito de Protágoras,
forma parte de la ética, por cuánto que es la construcción y gobierno
libre de nuestras conductas. Siendo esto
así, renunciar a la virtud, al desempeño
de la política, confiándola en otros, es renunciar a nuestra moralidad y
nuestra condición de dignidad humana de seres
libres. La política no es la construcción de las cosas, ni la gobernación de un
barco, ni la administración de objetos, sino una labor de emancipación,
desarrollo moral y obediencia fiel a la
voluntad general. Al que se le niegue
esa facultad, esa virtud, se le está negando la propia y misma condición
humana. Discriminar entre los que deben ocuparse de la política y los que no es
discriminar entre seres con moralidad y seres sin ella, es negar el discernimiento
moral a unos, dándoselo únicamente a
los expertos en lo que haya de ser bueno y justo. Los primeros habrían de
obedecer a los segundos y vivir alieni
iuris, sometidos a ley ajena. Unos
serian libres y otros no. No podría existir ni la casa ni la ciudad, concluye
el mito. No podría ser posible la polis republicana.
El republicanismo que desarrolla el mito es un anticipo de la
emancipación que operaría la ilustración. La ilustración, en la conocida
definición de Kant, es “la salida del hombre
de la minoría de edad”, utilizando una metáfora de la misma categoría de razonamiento
que el mito de Protágoras: frente a un
mundo desigual de menores de edad sometidos a exhortos, sacerdotes, técnicos o sabios,
la ilustración opera una emancipación donde todos entran en la mayoría de edad
de la libertad republicana. La ilustración es otro de los hijos de ese hermoso
mito liberador que la república introduce .El “germen” republicano que nos ha sembrado la politeia
como emancipación aún no ha terminado de dar sus plenos frutos cuando contemplamos el funcionamiento de una democracia responsabilidad de “electos”, -selectos por
el voto-en la que quizás vivamos como electores herederos de la servidumbre voluntaria de
aquellos menores cuya edad moral aun no ha sido reconocida.
Uno
de los posibles desarrollos de este
discurso que desde el mito de Prometeo puede
originarse es preguntarnos y buscar la respuesta de si no vamos en nuestro tiempo a contrapié de aquella ilustración parece que
olvidada, a contrapié de esa radicalidad igualitaria que se deriva de la
radicalidad moral que propone el republicanismo. Como denunciaba aquel ilustre republicano
romano recluido y frustrado al servicio de un imperio, Tácito:
“Nerone
tempore, inertia pro sapientia fuit.” (13)
En tiempos de Nerón, no
hacer nada, ser un ciudadano sin virtud era tomado por sabiduría. Los nuestros,
donde un pueblo delega
y vota en sabios y competentes representantes y recibe inerte el pan de su
gobierno, son los nuevos tiempos de la corrupción y de las monarquías. Corrupción de la ausencia de virtud y oligarquías
sutiles compatible con una definición de ciudadanía empobrecida conceptualmente como la atribución y posesión de pan y derechos. Posesión ampliada de derechos civiles, políticos y derechos sociales, según la ya clásica
categorización de Marshall (14) . Es esta una cultura muy alejada de la definición republicana de la ciudadanía como ejercicio del autogobierno sin sometimiento, voluntad popular sin espacios sociales y económicos de monarquía, mandato sin representación,
deber y virtud cívica sin la corrupción del predominio de intereses y causas privadas.
“En su ignorancia llamaban a esto civilización
cuando no era mas que un aspecto de su esclavitud” (15)
(1) Tomo la expresión “germen” de C. Castoriadis que lo utiliza a este respecto subrayando
precisamente con este concepto
este sentido inspirador que evita
malentendidos de nostalgia. p. e.
en Democracia y relativismo .Trotta. Madrid
2007.
(2). Aristóteles .Metafísica
982 b 18,
(3)-Aristóteles .Metafísica
1074 b3
(4).-Aristóteles. Metafísica 1074 b 1-14
(5) Elio Teon.-Progymnasmata. Ejercicios de retorica 3. Gredos
Biblioteca clásica.-Madrid 1991
(6) En rigor, el famoso
pasaje de Hesíodo puede mejor calificarse de fábula en lugar de mito. Así lo
hace p.e. C. García Gual, No obstante seria una fábula arropada por el mito al incluirse
coherentemente con la genealogía de
otros dioses que la visten y con cuyo relato se emparentan sus personajes: el
propio Zeus, Dike, diosa entronizada entre los mayores dioses y garante del
equilibrio social, Temis, madre de Dike,
hija a su vez de Gea y Urano,
divinidad de la primera generación de dioses, Eurene, etc
(7) Solón de Atenas. 17 (23 D).-
Antología de la poesía lirica griega.-Alianza
1980 p 59
(8) Cornelius Castoriadis. La institución
imaginaria de la sociedad vol. I, p.231 Tusquets Barcelona 1981
(9) John Dewey. The Public and Its Problems [1927].
Athens, OH, Swallow Press and Ohio University Press Books, 1954, p. 207.
(10) Aristóteles Política
1253 a, 1280 b
(11) Los debates de Putney. Capitán Swing libros. Madrid
(12)
J. Rancière. El odio a la democracia. Amorrortu ediciones Buenos Aires 2007 p 71
(13) Cornelio Tácito .Vida
de Publio Agrícola 6
(14)T.H. Marshall. Ciudadanía y clase social.-Alianza 1999
(15) Cornelio Tácito.- Vida de Julio Agrícola 21
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