Por GARIKAI CHENGU.
El ex primer ministro británico, David Cameron, definió hace
un par de años a Winston Churchill como “el mejor
primer ministro de la historia”. Según las encuestas sus
compatriotas lo consideran como el británico más grande que
nunca haya existido. Los libros de texto no se quedan atrás y describen
a Churchill como “el bulldog británico”, y como
un hombre de una extraordinaria moral patriótica, que fue capaz de derrotar a
los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y "llevó
la civilización a las poblaciones indígenas de todo el globo"
Pero
¿qué es lo que hay de cierto en toda esa hagiografía? La verdad es que
desde el punto de vista de la historia ese perfil no podía estar más
lejos de la realidad. Para la gran mayoría del planeta, el Imperio donde
no se ponía al sol, recuerda tan solo al símbolo racista del tiránico
imperialismo occidental.
El mito de Churchill ha sido la gran herramienta
propagandística de Gran Bretaña para intentar blanquear los
crímenes de lesa humanidad del pasado imperialista británico. El mito
de Churchill también ha servido para encubrir el neocolonialismo y el
neoliberalismo de los políticos británicos, que todavía hoy en día continúa
constituyendo una amenaza dañina para los pueblos a los que Churchill
presuntamente ayudó a civilizar.
Churchill el
hombre cuya efigie preside las repisas de muchas salas de estar británicas como
símbolo de todo lo que fue Gran Bretaña, era simplemente un
racista sin complejos y un ferviente defensor de la supremacía blanca.
“Yo odio a los indios, son bestias con religiones bestiales”. “Los palestinos
eran simplemente hordas bárbaras que comían estiércol de camello”, se
atrevía a decir.
En 1937 dijo a la Comisión
Real de Palestina
“No admito que
ningún mal se haya hecho a los nativos indios de Norteamérica o a los
aborígenes australianos. No admito que se haya hecho ningún mal a esta gente
por el hecho de que una raza más fuerte, superior, una raza más sabia,
por decirlo de alguna manera, haya llegado y tomado lo que le pertenece" .
Aparte de un empedernido imperialista, Churchil fue también fue un
acérrimo defensor del uso del terrorismo como arma de guerra. Cuando se
produjo, en 1920, la rebelión kurda, durante la colonización británica, Churchill comentó
desconcertado que no entendía la negativa a que se usara el gas como un
eficaz arma de terror.
“Estoy totalmente a favor del gas mortal contra las tribus incivilizadas y
salvajes”.
Ese mismo año, ocupando el cargo de Secretario de Estado para la Guerra,Churchill envió
a los infames “Black and Tans” para combatir la
rebelión irlandesa. La actuación de estas tropas paramilitares se hizo notoria
por sus numerosos ataques contra la población civil, una actuación
que Churchill no sólo toleró, sino también alentó.
Mientras en la actualidad los británicos siguen celebrando el legado de
Churchill, la mayoría del mundo no Occidental aborrece la herencia de
un hombre que siempre tuvo como objetivo la invasión y el saqueo de los
países extranjeros porque, según sus propias palabras “la raza
aria está obligada a vencer”.
Winston
Churchill se jactaba de haber creado Jordania con un
dibujo a lápiz, durante una aburrida tarde de domingo. De este modo situó a
muchos jordanos bajo el brutal dominio del destronado príncipe hachemí
Abdullah.
El
historiador Michael R. Burst recuerda cómo el enorme zigzag trazado
en la frontera este jordana con Arabia Saudí fue denominado “el hipo
de Winston” o , también “el estornudo de Winston”,
porque descuidadamente lo dibujó después de un copioso y bien condimentado
almuerzo.
Winston
Churchill fue también el creador de Irak. Después de
entregarJordania al príncipe Abdullah, Churchill, como
gran demócrata que era, entregó al hermano del príncipe Abdullah, Faisal, arbitrariamente
una parcela de desierto que se convirtió en Irak.
Faisal
y Abdullah fueron compañeros de guerra del gran amigo de Chuchill, el
famoso T.E Lawrence, más conocido por “Lawrence de
Arabia”.
La verdad es que la política de Churchill en esa área del
mundo ha causado décadas de inestabilidad en Iraq, un país
atenazado por la existencia de etnias que desde entonces no han dejado de
guerrear entre ellas.
Si se preguntara quién o quiénes son los responsables de la inestabilidad
iraquí fuera del propio país, seguramente muchos contestarían que esta se
debe a las intervenciones estadounidenses encabezadas por George
Bush. Sin embargo, si la misma cuestión se le preguntara a alguien dentro
del propio Irak, contestaría inequívocamente que el responsable
fue Winston Churchill.
Fue Churchill el que convocó la Conferencia de El
Cairo de 1912, para determinar los límites o fronteras del mandato
británico en el Oriente Medio. En esa conferencia T.E.
Lawrence fue el delegado más influyente. A la misma no fueron
invitados los árabes, lo cual resulta cuando menos chocante, pero no
sorprendente, ya que el mismo Churchill cuenta en sus Memorias
que nunca consultó con los árabes cuales eran planes que tenía destinados para
ellos.
Las
fronteras que se dibujaron arbitrariamente en el Oriente Próximo por
el imperialismo británico han atrevesado las fronteras del tiempo. Hasta hoy en
día, las acciones de Churchill han imposibilitado que
los jordanos, iraquíes, kurdos y palestinos hayan podido
disfrutar de estabilidad nacional y una democracia real.
El conflicto palestino-israelí encuentra también sus
orígenes en el número 10 de Downing Street, mientras Churchill lo
habitaba. Su decisión de ceder “la Tierra Prometida” a
judíos y árabes fue el gran error de la política exterior británica en
el Oriente Próximo.
El legado de Churchill en el Africa subsahariana,
y en Kenya en particular, es también una de las cicatrices
físicas y psicológicas que aún hoy perduran.
Lo más importante para la verdad histórica deben ser las acciones de un hombre
y no solo sus palabras. Mientras que Churchill ha llegado a ser una de las
personas de habla inglesa más citadas en el mundo, especialmente cuando se
habla de democracia e igualdad, la verdad es que este hombre se definió a sí
mismo cuando refiriéndose a su trayectoria biográfica dijo que la resumiría en“una
gran cantidad de pequeñas y felices guerras contra los pueblos bárbaros"
Una de esas guerras fue provocada por el mismo Churchill cuando
aludiendo a los Kikuyu de Kenia, - el grupo étnico
más numeroso de este país - que se habia rebelado contra el Reino Unido, les
llamó “niños brutos y salvajes”. A consecuencia de este
enfrentamiento, 150.000 de ellos fueron encerrados en los
“Gulag” británicos.
La economista y ganadora del premio Nobel, Amartya Sen, ha
probado como en Bengal, en 1943, Churchill gestionó y tramó
una de las peores hambrunas de la historia humana con fines nítidamente
lucrativos. Más de tres millones de personas murieron de hambre,
mientras que Churchill se negaba a enviar comida para ayudar a la India.
Alegaba que “la hambruna era solo culpa de ellos por reproducirse
como conejos”. Intencionadamente el Reino Unido acumuló
grano para venderlo en el mercado europeo después de la II Guerra
Mundial , con fines lucrativos en vez de desviarlo a los hambrientos
habitantes de una nación bajo el dominio de la Gran Bretaña. Los
crímenes deChurchill en la India fueron incuestionablemente
incuestionablemente de lesa humanidad.
Churchill fue
también uno de los grandes defensores de la desastrosa política exterior
británica del divide y vencerás. La administración de Churchill
creó deliberadamente fisuras en el movimiento para la independencia de la India
entre los hindues y los musulmanes indios. Sus efectos han sido devastadores en
la región hasta hoy en día.
Hasta antes de la independencia de la India del imperio
británico, Winston Churchill deseaba que se produjera allí un
intenso derramamiento de sangre para con ello probar que la Gran
Bretaña era benevolente y actuaba como argamasa para mantener unida a
la nación . Para Churchill el derramamiento de sangre era una
ventaja añadida a su objetivo de provocar la partición entre India
y Pakistán, que quería que ambas quedaran bajo la esfera de influencia
británica. Esto, a su vez, permitiría que sus maniobras en contra de la Unión
Soviéticacontinuasen, sin importar el coste de vidas de inocentes de indios
y pakistaníes. La partición entre India y Pakistán causó la
muerte del alrededor de 2.5 millones de personas y 12.50 millones de
desplazados.
Según el escritor Ishaan Theroor, el secretario de Estado en
India, Leopol Amary, comparó los problemas con la India con
los que tuvo el rey Jorge III en América. En sus diarios
privados Amery, revela que “en el caso de la India,
Churchil actuó como un loco” y no veía diferencia entre la
perspectiva deChurchill y la de Hítler.
Según la mayoría de los historiadores, la ideología de Churchill tenía
mucho en común con la de Hitler. Por ejemplo, Chuchill era
un convencido defensor de la eugenesia - aplicación de las leyes de la herencia
para la mejora de la especie humana - algo que compartía con los nazis quienes,
se estima, mataron a200.000 discapacitados y esterilizaron a casi medio
millón .
Creía a pie juntillas en las jerarquías raciales y en la eugenesia. Bajo su
punto de vista los cristianos protestantes blancos se situaban en la parte alta
de la pirámide, debajo los católicos blancos, los judíos blancos y los Indios
estaban un poco más altos que los africanos.
La verdad es que ni los discursos y las celebraciones que se celebran en la
Gran Bretaña en el día del aniversario de Winston Churchill, el mundo
no podrá olvidar la dictadura ejercida por Churchill contra personas de
color. Lejos de ser el"corazón de león británico" que
se destacó en la defensa de la civilización, su figura será recordada por
la gente de este planeta como lo peor que pudo haberle sucedido a la
historia contemporánea.
(*). Fuente :
Traducido
para Canarias-semanal por MARÍA DOLORES BETANCOR MORENO
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