A propósito del libro de
Marcus rediker, Un activista de Las
Luces. El singular destino de Benjamin Lay. (*)
por Marie-Jeanne Rossignol
(*)
El cuáquero americano Benjamin Lay fue uno d elos primeros militantes antiesclavistas. Al trazar su biografía, el historiador de la esclavitud Markux reddiker Con Un activiste des Lumières. Le destin singulier de Benjamin Lay intenta renovar el estudio del movimientabolicionista norteamericano mostrando su relaciones con el pensamiento radical de al revolución inglesa del siglo XVII.
Con
este fin toma a uno d e los primeros militantes
del pensamiento abolicionista, Benjamin Lay, un cuáquero de Pennsylvania al que
asocia con ciertas tácticas como el “ teatro de guerrilla” , un concepto que el autor roma prestado al San Francisco Mime
Gruop, compañía de teatro de los años
1960 que practicaba la sátira política con fines revolucionarios ( nota 5, pag 212). Rechazado pro su comunidad
y personaje siempre controvertido, no dejará de llamar la atencion y atraerse
la simpatía de los abolicianistas
posteriores (Benjamin Rush, Roberts Vaux, Lydia Maria Child) a ios que se deben
la so primeras biografías a finales del XVIII y primera mitad del XIX. Pero Reddiker,
biógrafo apasionado intenta ponerle en un lugar o preponderante en la hazaña
antiesclavista norteamericana de la que Benjamin Lay fue un profeta revolucionando
al movimiento.
Un hombre de disputas y
querellas
Lay nace en 1682 en Essex,
región d e Inglaterra caracterizada por
su industria textil, levantamientos populares (relacionados con la disputa
sobre los terrenos comunales) y por una tríadico de radicalismo religioso. Reddiker
recuerda oportunamente los origines
subversivos del movimiento cuáquero fundado por el soldado James Nayler, el mismo Lay siendo un adepto, durante la revoluicon inglesa,
de lo que mas tarde se llamaría “ teatro de guerrilla” ( entró en Bristol, desvestido
para imitar la entrada de Jesucristo en Jerusalén).
Para Reddiker, Lay , por medio de su militancia, se relaciona con los los origines
radicales del cuaquerismo que Nayle encarnaba.
Se trata de las tesis del historiados Christopher Hill que traza un retrato de Lat tal como el mismo
Rediker lo pinta: para Hill en su El mundo trastornado. Las ideas radicales
dela revolución Inglesa 1640- 1650, los decenios
entre 1640 y 1650, desde la caída
d e la monarquia hasta su restauración constituyen un campo de experimentación eocnomica, política y religiosa revolucionarias
sin que se distingan netamente las
fronteras entre estas categorías. En ese mundo donde de pronto se cuestionaron
todas las jerarquías, incluyendo las religiosas, , los primeros cuáqueros
afirmaron que cada cual, hombre o mujer,
podía encortara a Dios por vía de la “ luz interior” y predicar, sin necesidad de pastores que le guiasen.
Creyentes en la igualdad de todos los hombres, los cuáqueros adoptaron el tuteo
(thee) para dirigirse a otro y rechazaron
quitarse el sombrero para saludar a nadie. Intransigentes en la fe, dispuestos
a interrumpir los sermones d e los anglicanos, Geoge Fox, cofundador de la religión cuya
quera, organiza el movimiento pero mitigando los aspectos mas rebeldes al pilcar
su “testimonio de paz” en 1661 que es el origen del pacifismo cuáquero. Aunque
los ricos continuasen siendo denunciados
por los cuáqueros en Inglaterra, al rico
William Penn, adepto a la nueva religión, se le confía la colonia de Pensilvania
en 1681 donde sus correligionarios podrían
encontrar refugio, lo que constituye una nueva etapa para el grupo religioso. A pesar
del decreto de tolerancia dictado bajo el reinado de Guillermo de Orange
en 1689, por el que cesa la persecución, Pensilvania continua siendo en el
siglo XVIII el destino principal d e los cuáqueros ingleses, como da testimonio
el itinerario personal de Benjamin Lay.
De Christofer Hilll , saca
asimismo Rediker la idea de que los que
parecen locos son quizás mas sanos de espíritu
que la sociedad que les rechaza. Es este
paradigma paradójico el que inspira el retrato que hace de Lay. A los veinte almos, aunque obstaculizado por
su pequeña estatura, se embarca en Londres como marino. En tanto que miembro de
un “ proletariado cosmopolita” del
mar, se da cuenta con otros muchos
miembros de la marinería, de la realidad de la trata de esclavo. Vuelve
a Inglaterra en 1712 donde con rapidez
pone en cuestión a sus correligionarios
y a la autoridad de su Iglesia.
En 1718, tras su casamiento
con Sarah Smth, Benjamin Lay se va cine
ella a Barbados , primera colonia azucarera británica donde ya existe una
comunidad cuáquera. Abre alli una tiendecilla. Es en Babados donde Lay se
enfrenta directamente a la realidad d e la esclavitud y quedará para siempre
marcado como atestiguan las escenas de su libro que publicara en 1738 en
Filadelfia: Todos los eslavistas que
mantienen encadenados a inocentes son apostataras
De vuelta a Inglaterra entre 1720 y 1732 , Lay vuelve a si u
profesión de marroquinero que había aprendido en su juventud. En Londres, y después
en Colchester, interrumpe las reuniones de los cuáqueros ocales e incluso de otras
confesiones. Criticado y desautorizado (
excluido) por sus correligionarios, tensina excusándose en 1726 diciendo: “ mi
mare me hizo nacer hombre de disputas y querellas”. Pero su arrepentidito no
basta y durante varios años, él y su
mujer se mantienen al margen del culto cuáquero.
Solamente en 1731, son reintegrados, poco antes de zarpar para Filadelfia,
capital de los cuáqueros americanos del
norte, forman una parte importante de la población y dominan la asamblea.
En Filadelfia, la
prosperidad d e las elites cuáqueras que estan implicadas en el comercio
atlántico, salta a los ojos. Lay, establecido como librero encuentras a Ralp Sandiford, otro cuáquero rebelde que
ha publicado en 1729, contra la opinión de las autoridades religiosas, un
panfleto antiesclavista denunciando la complicidad de las elites cuqueras con el
comercio de esclavos por su apego a intereses materiales. Perturba nuevamente
los actos de culto y comienza una nueva carrera de provocador publico cuyos
episodios constituyen gestas del movimiento antiesclavista norteamericano. Por
citar solamente la mas espectacular: con
ocasión de una importante reunión de cuáqueros,
llevando disimulado encima un libró ahuecado con una vejiga de animal
llena de un zumo rojo , denuncia la condición de los esclavos que equivale a
una muerte, y atravesando la vejiga escondida, Riega a los asistentes d e un
liquido de color de sangre. De nuevo termina siendo expulsado por sus correligionarios
en 1735
Se lanza entonces a la
redacción de un panfleto d e mas de 200 páginas.
Un Diógenes de Filadelfia:
Con razón Marcus Rediker
califica cuidadosamente ese texto de “ curioso”, nacido de “ la Ilustración
desde abajo” ( p 39), fórmula que define mas lejos como la experiencia de
autores abolicionistas de origen
popular lo que les permitiría “ elevarse
por encima de las convenciones de su
tiempo” ( p 197-98. Además, para el autor se trata de descompartiomentar la historia de las ideas
integrando en la historia, la “ historia
desde abajo” de la que E.P. Thompson fue
uno de los pioneros. Los textos abolicionistas del XVIII norteamericanos, escritos la mayoría d e las veces por gente humilde, tiene , en efecto, tienen su lugar en toda nueva evaluación del corpus de
Las Luces en lengua inglesa y el Todos los esclavistas apostatas merece quizas
ser incluido en ese nuevo
canon. En el análisis del panfleto de
Lay, Marcus Rediker ha sido
precedido en 2012 por Brycchan Carey,
especialista en la retorica abolicionista del XVIII. Carey a pesar de su buena voluntad aporta una
mirada critica sobre el libro señalando
en particular la ligereza del su
argumentario abolicionista que
recogiendo esencialmente los
argumentos ya de siempre conocidos.
En este libro, Lay da
testimonio a través de algunas paginas de su experiencia en Barbados,
aunque sostiene la plena igualdad de
los esclavos, el origen único d e los seres humanos ( monogenismo) y
denunciça la trata atlántica y sus preceptos racistas, pero pone lo esencial, en otro sitio. Se alimenta esencialmente de referencias a la Biblia y de
autores religiosos os, retomando la
constante de las amenazas apocalípticas ( infierno, Satan, dragones,
serpientes, pecado,…), denunciando la riqueza y clamando contra los poderosos,
pero reprende a los cuáqueros con
vehemencia y les recuerda su martirologio reciente exhortándoles a limpiarse del pecado d e la
esclavitud y reencontrar su pureza original.
Rediker, a diferencia de Carey, no encuentra sino virtudes en esta obra
que según él “redactado en un lenguaje familiar” ( p 105) , Lay, autodidacta,
consigue mnostrar al hilo de sus
paginas, sus referentes en filosofía, teología e historia. La publicación del
libro en 1738 da lugar a su condena definitiva por los cuáqueros de
Pensilvania. De todas formas ya desde 1734 Benjamin Lay llevaba una vida de
asceta al margen de la sociedad. ¿Fue Lay un Diógenes de Filadelfia?. Marcus Rediker profundiza en esta pista pero parece preferir
mejor la versión de un Benjamin Lay
fiel descendiente d e los radicales de
la revolución inglesa (.p. 155) porque al final de su vida da la espalda a la economía
d e mercado, tejiendo su s propios vestidos, alimentándose de su propia
producción de frutas, miel y verdura de una parcela que encima no le pertenece,
creando una especie de “ común”.
Lay muere en 1758 , en el mismo monumento en que dos cuáqueros
de Filadelfia comienzan una campaña abolicionista que les hará celebres hasta
en Francia, porque se encuentran referencias a sus decisiones colectivas virtuosas en
la Historie
de des Indes y en otras publicaciones
de los años 1780.
A diferencia d e los demás abolicionistas
norteamericanos la apariencia física de Lay nos es conocida por un retrato suyo
a pie, como explica Marcus Rediker al
final de su biografía. La historia de
ese magnifico cuadrito ( en la portada del libro) es muy interesante, dado que reproducido en forma d grabado, da buena cuenta de la extensa difusión de la imagen de este
pionero del abolicionismo.
Para Marcus Rediker, es
necesario redescubrír a Lay por su capacidad
de “ agitador” , su recurso a la “ acción directa” ( p 194) que le
distinguen e hicieron paradójicamente
posibles las estrategias mas pacificas de sus sucesores, John Woolman, y
Anthony Benezet, a los qué según Rediker, los historiadores permitieron
robar protagonismo a Lay. Estos últimos, en efecto, se desmarcaron de los métodos de Lay. Propine
indo la paz, la fuerza d e las convicciones y el dialogo sin renunciare a sus principios abolicionistas, Woolman y Benezet supieron imponerse
en su comunidad argumentando de una manera
mas positiva y mas elaborada que la de Lay.
Mientas que Lay criticaba este método en su Todos los esclavistas, Woolman se puso a redactar testamentos de cuáqueros animadores a liberar a sus esclavos
al morir hastía que el año 1758, la comunidad cuquera de Filadelfia decidió
romper progresivamente con la trata de esclavos.
Benezet , por su parte, en lugar de
abrumar a los cuáqueros en sus escritos, rompió con una imagen de una Africa
“ bárbara” para hacer el elogio d ela
civilización africana, integrar a su “
Ilustracion desde abajo” la “desde arriba” incorporando ideas de Montesquieu a
su argumentaría cristiano.
Un falso desconocido: .
Aunque Rediker demuestra que
Lay ocupó siempre un lugar importante en la historia del movimiento
abolicionista norteametcano, no se resiste a presentárnoslo cono un “ gran “
desoconocido hoy” ( p 196) y reprocha a la historia burguesa del abolicionismo le haya marginalizado. Lay venia de una “ mala
clase social” ( p 196) al tiempo que señala que uno de sus sucesores John
Woolman fue también un critico del capitalismo globalziado y apóstol de la simplicidad
de vida llevando igualmente una vida modesta. . Al tratar de poner en un lugar
preponderante a Lay, el cuáquero “ excéntrico “ pero sincero,. Rediker hace un héroe del personaje simplificando la situación
local. En efecto, desde finales del XVII, la comunidad cuquera de
Filadelfia no había parado de debatir sobre la cuestión de la esclavitud y de elaborar
un argumentario anolicionista compartido como ha señalado Bryccan Caredy. Esta dimensión
colectiva no está lo suficientemente presente en la biografía del autor que
insiste en el carácter excepcional de Lay.
El libro de Rediker se
inscribe en una producción historiografía
que desde el principio de los años 2000 en particular, se interesa al movimiento antiesclavista norteamericano
desde finales del XVIII hasta comienzos del XIX. David Brion Davis,
recientemente desaparecido, abrió esta vía en 1975 en una gran síntesis pionera y mas
recientemente Geooffrey Plank o Maurice Jackson han consagrado biografías a otros
humildes cuáqueros antiesclavistas. Benjamin Lay esta lejos de ser el único martir a favor d la causa abolicionista en
Amertica del Norte en el siglo XVIII. El gran historiador norteamericano Gary
Nash que ha consagrado numerosas obras a la historia d e l a esclavitud en la época
revolucionara ha escupirte en 2017 la biografía de Warner Mifflin, un valiente
cuáquero vilipendiado por los electos sudistas por sus campañas antinorteamericanas contra la
trata de esclavos de los años 1790. Además, otros historiadores se han
preocupado de los primeros militantes abolicioncitas negros: se puede leer ( desgraciadamente
solo en inglés) la biografía del pastor Richard Allen de Filadelfia, antiguo
esclavo que luchó toda su vida por la libertad estructurando una comunidad en los
años 1780-1839. Un activista de las Luces,
viene a completar la serie de obras que
Rediker ha consagrado a la cuestión de la esclavitud ((À bord du
négrier, 2013, Les
révoltés de l’Amistad, 2015), subrayando los orígenes “ radicales”
del cuaquerismo y haciendo notar su relación con la causa abolicionista. Redioker
elabora una obra original y útil. Al intentar abrir el corpus tradicional de la ilustraicon
a otras alternativas, participa en un indispensable movimiento de
cuestionamiento de los cánones
intelectuales.
.
(*) Marcus Rediker, Un
activiste des Lumières. Le destin singulier de Benjamin Lay. Paris, Le
Seuil, Univers historique, 2019. Traducción del e inglés por Aurélien Blanchard.
(*) Fuente: La vie des
idées.
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