"

"
...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

10/12/22

REPUBLICANISMO EN ESPAÑA . ANTECEDENTES II PARTE

 

   

EL HUMANISMO CIVICO CASTELLANO: ALONSO DE MADRIGAL, PEDRO DE OSMA Y FERNANDO DE ROA. 2º parte

Por Cirilio Flórez Miguel (*)

 


La escuela aristotélica de Salamanca

En la segunda mitad del siglo XV se forma en Salamanca una «escuela aristotélica» humanista a partir de la figura de Alonso de Madrigal (El Tostado), que tiene como continuador a Pedro de Osma, su discípulo, y como alguno de sus principales representantes además de los citados a Fernando de Roa, discípulo de Osma y continuador de sus enseñanzas en la línea del nuevo aristotelismo, a Diego Ramírez de Villaescusa amigo de Roa y sustituto en alguna de sus clases, a Pascual de Aranda, profesor de filosofía natural y bibliotecario y a Antonio de Nebrija y sus discípulos14.

 Un acontecimiento importante para la identidad de esta escuela es la llega-da a Salamanca de la traducción que Leonardo Bruni ha hecho de la Ética, la Política y la Económica de Aristóteles, que es el texto que va a servir a Pedro Martínez de Osma como referencia para sus Comentarios a Aristóteles, así como a Fernando de Roa y Diego Ramírez de Villaescusa.

Relacionadas con la Universidad de Salamanca tenemos dos «enciclopedias» del aristotelismo, que deben ser destacadas como tales: la de Lope de Barrientos (1382-1469)15 en el siglo XV y la de Francisco Ruiz16 en el XVI. Entre una y otra se configura un aristotelismo que va a ser el objeto de nuestro estudio.

 Así pues, podemos afirmar que en las universidades europeas del momento se desarrollan tres líneas divergentes del aristotelismo17. Por una parte, la línea que se va a centrar sobre todo en la metafísica y en los comentarios a esta ciencia; por otra, la que va a centrarse sobre todo en la filosofía natural y las cuestiones relacionadas con este saber. Esta última línea del aristotelismo es la que está íntimamente unida al surgimiento de la ciencia moderna. Junto a estas dos líneas nos encontramos también con el aristotelismo ético-político, en relación con el cual va a desarrollarse un humanismo cívico, que discute toda una serie de cuestiones morales y políticas acerca del bien, la sabiduría y la república. Este último humanismo es el que va a ser objeto principal de nuestro estudio. Como ya hemos dicho, el «humanismo cívico» encuentra sus fundamentos en Aristóteles y Cicerón; y podemos dar una caracteriza- ción del mismo a partir de la relevancia que concede a la civitas o república, destacando la importancia de la vida activa. El individuo logra su plenitud en la participación en los asuntos de la república (civitas) tal como defiende Aristóteles en su Política18. Al colocar la «vita activa» como ideal de la vida el «humanismo cívico» se diferencia claramente de la mentalidad medieval, que hacía de la vida contemplativa el supremo ideal.



Esta «escuela aristotélica» humanista de la segunda mitad del siglo XV tiene, entre otros, los siguientes tópicos identificadores: el «humanismo cívico», el caballero letrado y el «gramático» como educador. Tópicos que encontramos en Leonardo Bruni, Guarino Veronese y Angelo Poliziano, entre otros. Esos tres tópicos están presentes en los Comentarios de Pedro de Osma a los libros ético-políticos de Aristóteles y son los que dan identidad a la escuela, que mantiene una confrontación con los bárbaros, tal como el mismo Pedro de Osma explicita en su Comentario a la Ética a Nicómaco. De los tres tópicos identificadores de este humanismo: el humanismo cívico, el caballero letrado y el retórico como gramático nosotros vamos a detenernos en esta ocasión en el primero, que tiene como uno de sus componentes importantes una teoría de la república como gobierno mixto, y en el último, el del gramático como educador. Y lo vamos a hacer a través del análisis de tres figuras claves de la Universidad de Salamanca en ese momento.

4. Alonso de Madrigal, El Tostado

La figura de El Tostado, Alonso de Madrigal (1410-1455), sigue una tradición aristotélica, que va a tener importancia en la Universidad de Salamanca de los siglos XV y XVI. Obtiene el título de Maestro en artes el curso 1431-1432, año este último en el que inicia su labor docente en la cátedra de filoso-fía moral, fruto de esta docencia son sus Cuestiones sobre filosofía práctica. En la 11ª cuestión discute cuidadosamente la diferencia entre «ciencias espe-culativas» (filosofía de la naturaleza) y ciencias prácticas (ética). Y siguiendo a Aristóteles distingue entre la sabiduría como virtud noética y las virtudes morales, que tienen que ver con la felicidad del hombre y con su acción, colocando a éstas por encima de aquellas desde el punto de vista del bien, no desde el punto de vista del saber. El Tostado diferencia claramente entre el bien y el saber como fines; y coloca a aquel por encima de éste. El saber no nos hace buenos, de ahí que cuando nos referimos al bien como fin último del hombre desde el punto de vista de su felicidad, tengamos que colocar al bien por encima del saber; lo que quiere decir que para el «humanismo cívico» de El Tostado el hacer y la «vida activa» son reconocidos como valores relevantes, junto a la vida contemplativa (saber), y en algún punto como valores superiores. Esto trae consigo una revalorización de la vida política y de la participación del ciudadano en los asuntos de la república.

En 1529 aparece la edición princeps de una «repetición» que se titula De optima politia, en la que expone una visión aristotélica de la política, y que debió ser presentada como «repetición» el año 1436. Toma como punto de partida la crítica que Aristóteles hace de la República de Platón en el libro segundo de la Política y plantea la política a partir de una teoría de la ciudad. Ésta es el lugar natural para la consecución de la felicidad del hombre en el ámbito de su vida terrena. La ciudad es el espacio de lo político, en cuanto que está ordenada por el orden político, el cual es la causa que hace de la ciudad un cuerpo unificado. El orden político como unificador de la ciudad tiene como contenido material el poder, que es el que gobierna la ciudad.

 La estructura de la «repetición» tiene cinco partes bien diferenciadas19. Una introducción de carácter claramente literario y retórico, en la que invoca a las musas y que manifiesta el matiz renacentista del texto. Una segunda parte en la que se plantea el tema de la repetición. Una tercera parte sobre el origen de las ciudades. Una cuarta parte sobre la crítica del comunismo platónico, en la que trata de las formas de gobierno. Y una quinta y última, que es breve y que es en realidad la conclusión de la repetición, en la que sintetiza los argumentos de la tesis defendida. Nuestro análisis se va a centrar en la tercera y cuarta de las partes.

5. El origen de las ciudades

 La importancia de esta parte reside en que nos ofrece el marco general dentro del cual El Tostado encaja su teoría del poder; marco que no es otro que el de una teoría general acerca de la ciudad. Para explicar el origen de las ciudades discute en primer lugar las cosas que son por naturaleza y las que son creación humana, dentro de las cuales sitúa a las ciudades. Expone luego la tesis de Ovidio en su Metamorfosis; y con ocasión de esto discute pormenorizadamente el tema del diluvio, así como se refiere a las «edades» del mundo. Y finalmente se centra en el relato bíblico, para desde él explicar la verdad de la cuestión tal como él mismo nos dice.


Tomando como referente fundamental la Biblia, de la que es experto intérprete, va a explicar su concepción del origen de la ciudades, que en realidad

Alonso del Madrigal  .El Tostado
él pone en Babilonia, a la que interpreta en primer lugar como obra común del género humano haciendo de ella una especie de paradigma de todas las ciudades; y en segundo lugar como la primera ciudad de la segunda de las edades del mundo, como se desprende de lo que dice al final de esta tercera parte. «Ésta es, pues, aquella gran Babilonia, la segunda de todo el orbe en prioridad de construcción y la primera en la segunda edad. La cual fue por eso la más excelente respecto de las restantes ciudades de todo el orbe, porque se reunió todo el género humano para construirla. Ciertamente, después de ésta se fundaron numerosísimas ciudades en el orbe, acerca de las cuales no es nuestro propósito disertar»20. La ciudad es un espacio creado por el hombre para la convivencia humana. Y dentro de ella es donde hay que plantear el tema del poder.

6. Teoría del poder y del gobierno

El Tostado considera que el origen del poder está en Dios, en el cual sola-mente puede hablarse de poder absoluto; mientras que en el caso del hombre el poder es recibido de Dios y es preciso distinguir dos grandes apartados: el del dominio y el de la potestad. El dominio es un tipo de poder despótico, que es el que el hombre puede ejercer sobre las cosas y los animales, y algunas veces sobre las personas, como es el caso de la esclavitud. La potestad, en cambio, es un poder rector entre iguales, y es el que tiene que ver con el orden político. Entre uno y otro poder cabe hablar de un poder de dominio que El Tostado aplica, también, al poder del varón sobre la mujer.

 Y a partir de aquí trata de los distintos regímenes políticos o formas de gobierno, para acabar optando, siguiendo a Aristóteles, por la democracia. En esta reflexión que hace El Tostado sobre lo político es importante distinguir entre el orden político como la causa formal que ordena la ciudad; y la ley como una norma (regla) que se impone a los ciudadanos una vez que los mismos se han constituido como tales. De manera que esta distinción nos da pie para hablar de la constitución de la ciudad como algo primero; y de su gobierno como algo posterior.

Asume la posición de Aristóteles de seis formas de regímenes políticos teniendo en cuenta que los tres que propone Aristóteles pueden ejercerse de forma buena o mala. Es decir, que cada régimen político tiene su reverso: la monarquía tiene como reverso la tiranía, la aristocracia la oligarquía y la politeia o república equilibrada a la que El Tostado llama la timocracia tiene como reverso la democracia. La timocracia está gobernada por los hombres medios, que sin ser pobres tampoco son muy poderosos o muy ricos. El Tostado expone esta idea de Aristóteles sin tomar partido por ella. Y por eso llega a decir que «la democracia es conveniente para la ciudad, porque no es un régimen sedicioso, dado que el poder se halla y reside en el pueblo y todos los ciudadanos gobiernan por igual»21. Más adelante insistiremos en este mismo tema. En este punto mantiene una cierta ambigüedad, aunque da a entender que la política (politia) como él la llama es una combinación de las diferentes funciones que desempeñan los miembros de la comunidad política, y por lo tanto en lo que Aristóteles denomina república puede apreciarse una armonización de valores particulares, que es favorable para la paz, que para El Tostado es el estado perfecto de la ciudad.


 En la segunda de las conclusiones plantea El Tostado uno de los puntos importantes dentro de la tradición del «humanismo cívico», como es el caso de qué es lo que caracteriza a la ciudad; y que para El Tostado, que sigue a Aristóteles, consiste en lo que él denomina «politia», que es lo que los griegos denominan «politeia» y nosotros «política», que podemos entender como un «orden» u organización, que es el que da forma a la ciudad, cuya materia son los individuos y grupos que la integran. La política, pues, es la forma que organiza y coordina la materia de la ciudad, dándole una cualidad determinada, que se encarna en el gobierno, el cual, dentro de esta tradición, podemos entender como el ejercicio de una determinada «potestas»22, que puede ser ejercida de diferentes formas, que son las distintas formas de gobierno, que siguiendo a Aristóteles pueden resumirse en seis: tres rectas: monarquía, aristocracia y timocracia; y otras tres menos rectas: tiranía, oligarquía y democracia23.

 En la discusión de la mayor o menor bondad de estos regímenes de gobierno El Tostado dice que aunque «en sí» el mejor de ellos es la monarquía real, en cambio, atendiendo a la peculiaridad de las ciudades o repúblicas el más conveniente es el democrático, tal como defiende Aristóteles en el capítulo final del tercer libro de la Política. «La democracia es conveniente para la ciudad, porque no es sedicioso, ya que la autoridad reside en todo el pueblo y todos los ciudadanos gobiernan por igual. Por tanto concluye Aristóteles que ésta es la mejor forma de gobierno para las ciudades, aun cuando de suyo sea una forma viciosa, porque en ella llegan a ser gobernantes algunos ignorantes que, naturalmente, serían más aptos para servir (que para gobernar)»24

Esta discusión de El Tostado hay que entenderla en el contexto de la discusión entre el «bien en sí» y el «bien de la ciudad», que también se ha plan-teado Aristóteles en su Política. Cuando tratamos de la ciudad lo relevante no es el bien como uno de los trascendentales del ser; sino el bien de la ciudad como un bien empírico, que tiene que ver con aquello que es lo más conveniente para el pueblo o conjunto de ciudadanos de que se trate. En este caso la noción de bien tiene que ver con un fin asequible temporalmente. Y lo mismo que decimos del bien tenemos que decir de la ley, que en el caso de las ciudades no tiene que ser aquella que es «buena en sí» (la ley evangélica), sino la que es buena para el conjunto de los ciudadanos, dadas sus particularidades. En definitiva, en el tratamiento que El Tostado está haciendo de las dos ciudades: la divina (eterna) y la humana (temporal); de los dos bienes: el bien en sí (trascendental) y el bien de la ciudad (empírico); y de las dos leyes: la buena en sí (ley evangélica) y la buena para la ciudad (ley de la república), está presente el tema de la secularización, que va a caracterizar a la modernidad.

 El Tostado está pensando la ciudad (civitas) y el gobierno republicano de la misma en términos seculares y temporales; y por eso escribe: «Dios esta-bleció rectamente los preceptos judiciales del Antiguo Testamento; pero ninguna de las repúblicas posteriores debió recibir tales preceptos, aun pudiendo hacerlo»25. Es decir, que una cosa es la ley de Dios, que es la norma a la que tenemos que ir aproximándonos constantemente; y otra, las normas seculares y temporales de las ciudades, que tienen que ser dadas de acuerdo con la prudencia política. Por eso escribe: «A esto responde que todo legislador —como se ha dicho antes— debe dar leyes que sean, no las mejores simplemente, sino las mejores para aquella república que él pretende dirigir. Por ello Dios, aunque es simplemente bueno y prudentísimo, dio a los judíos unos preceptos judiciales que no eran simplemente buenos, puesto que el pueblo judío no era simplemente bueno por disposición propia, ni tenía una disposición próxima para la bondad»26.

 El Tostado está planteando la «politia» o «política» ateniéndose al ámbito de lo contingente, que es el ámbito propio de las cosas humanas y temporales, dentro de las cuales impera la sabiduría política como prudencia, basada en la deliberación tal como expresa Aristóteles en su Ética a Nicómaco. La teoría política de El Tostado se centra sobre la ciudad considerada no como «una unidad en sí» lograda gracias a la ley del amor fraterno, sino como una comunidad en la diversidad dentro de la cual hay peculiaridad de personas y una diversidad de oficios y de virtudes

14   La figura de Nebrija es la que ha sido considerada siempre como el referente del huma-nismo en Salamanca. Este punto ha sido bien estudiado en F. Rico, Nebrija frente a los bárbaros, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1978; y El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Alianza, Madrid, 1993. La figura olvidada en este punto es Pedro de Osma, que en realidad pode-mos considerar como uno de los miembros más destacados de la escuela.15Lope de Barrientos, Clavis sapientiae, Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 1795.16F. Ruiz, «Index locupletissimus duobus tomus digestus», in Aristóteles Stagiritae Opera, Sahagún de Campos, 1540.17Ch. Schmitt, Aristote et la Renaisance, trad. L. Girard, PUF, Paris, 1982, 85.

18   Puede verse el cometario de Pedro Martínez de Osma al capítulo primero del tercer libro de la Política de Aristóteles.

19Alfonso de Madrigal, El gobierno ideal, introducción, traducción y notas de N. Be-lloso, Eunsa, Pamplona, 2003, 91. Este es el título que la traductora da al texto de El Tostado: De optima politia.

20   Ibidem, p. 91.

21   Ibidem, p. 96.22F. Hernández Tejero, «Sobre el concepto de ‘potestas’», en Anuario de Historia del Derecho Español, XVII, Madrid, 1946, pp. 3-24. El significado clásico de «potestas» es el de «ejercicio de un poder», cuya titularidad puede estar en otro.23Aristóteles, Política, III.24J. Candela Martínez, El «De optima politia» de Alfonso de Madrigal, El Tostado. Publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia, 1954, 39. Se trata de otra traducción, no completa, del texto de El Tostado que venimos comentando. Esta traducción puede consultarse en la Biblioteca Saavedra (http://saavedrafajardo.um.es)

25   Ibidem, p. 41.26   Ibidem, p. 43.

 

(*) Fuente : Res Pública., 18, 2007 https://revistas.um.es/respublica/article/view/61171

No hay comentarios: