REFUNDACION REPUBLICANA DE LA IZQUIERDA :
Cuando entre las izquierdas más criticas y transformadoras de nuestro país, e incluso internacionalmente, se habla de “refundación” de la izquierda, entendemos, por una parte, y ya desde el inicio, que existe una crisis de la izquierda que con modestia y realismo reconocemos.
.- Realismo que hace que se nos presente como una tarea urgente la de abordar el problema con rigor y profundidad evitando instalarnos cómodamente en repetición de tópicos verbales y agitación repetitiva y gastada de simples consignas antiliberales y anticapitalistas. Este realismo debería dar lugar a una renovación de propuestas, a innovaciones creativas y desinhibidas, porque entendemos que izquierda política no ha sido nunca un programa único, dogmático y continuamente repetible, sino sobre todo, izquierda ha sido el nombre de un movimiento de emancipación que ha adoptado multitud de programas y propuestas según la praxis de cada situación histórica y que las demandas del pueblo exigían. .
.- Modestia, que hace que debamos desterrar, de una vez por todas, la viciosa costumbre de atribución de todos los males y circunstancias adversas de la izquierda, sea a supuestas traiciones y renuncias culpables, sea a la habilidad totalizadora y alienante del enemigo capitalista, con tal de no reconocer las circunstancias propias de incapacidad.
Por otra parte, se hace cada vez mas frecuente cuando hablamos de refundación , la evidencia cada vez mas convencida y a la que se incorpora paulatinamente mayor numero , de que esa “refundación” pasa por ser “republicana” , de manera que la “refundación republicana“ de la izquierda esta siendo uno de los leit-motiv de base del debate que más habitualmente se plantea.
A este ultimo respecto, debe anotarse, que cuando se habla de refundación republicana el debate se esta refiriendo a la necesidad de un cambio político profundo y no se limita a ser una propuesta de cambio constitucional ni de la forma de designación del cargo de la Jefatura de Estado ni de apertura de ningun procesosconstituyente como si este ultimo fuese la panacea legislativa que hubiese de resolver todas las dominaciones, en lugar , quizás, de llevarnos, -al contrario y lo que es mas probable e inoportuno, dada la relacion de fuerzas existente, - a confirmar jurídicamente y consagrar al más alto nivel legislativo el retroceso que social , politica, económica y culturalmente está experimentando la lucha por la emancipación.
Para todos aquellos que proponemos esta fórmula de refundación republicana de la izquierda se está pretendiendo decir que Republica o republicanismo es una visión profunda y alternativa a la forma actual de constituirnos como cuerpo político, de organizarnos y relacionarnos colectivamente y de funcionar social y políticamente. Es precisamente un cambio de visión, profundo, riguroso y alternativo lo que parece que se hace necesario en la situación actual de la izquierda.
I.- La Republica , una visión renovadora
En este marco, al hablar de Republica se parte de que Republica es, previamente, y antes de cualquier definición de contenido:
.- Una visión, una intuición básica, un ethos social. La afirmación de una vinculación esencial entre ética y política. Y esta afirmación no se refiere a una mera denuncia de circunstancias de cohechos urbanísticos o de soborno por trajes sino de un alcance ontológico de consecuencias trascendentes: el convencimiento básico de que la acción política es el ejercicio de la ética y que la política forma parte del desarrollo moral de las personas. Esta posición tiene el alcance de al menos dos consecuencias que deben subrayarse: Primero la intuición inmediata de que la regla de la vida pública no puede ser diferente de que lo mutuamente convenimos como digno para la vida privada: la de un comportamiento guiado por un juicio de razón acertado y libre, un comportamiento recto, decente y justo y una vida buena y dignamente feliz abierta al mundo y a los otros. Que por lo tanto la convivencia colectiva decente y moralmente superior es la basada en un ethos de justicia y fraternidad y no en las razones de provecho propio, beneficio, competencia insolidaria y utilidad individual. Segundo: la incondicionalidad de la dignidad del ser humano y la exigencia de justicia.
.- Una intuición básica, concordante con la visión de la que siempre se han reclamado las masas populares en sus luchas históricas por su emancipación. La Republica es res-publica, lo propio del pueblo, su mayor tesoro. Intuición concordante con las luchas históricas de aquellos que se proponen organizar la sociedad desde las demandas de los de abajo , como res-publica, contrapuesta a la visión de los que conciben la organización política esencialmente como para la defensa de los intereses privados de los privilegiados, como res-privata.
.-Un movimiento de signo independiente y emancipado que ha pretendido históricamente que el pueblo debe hacerse cargo y ser protagonista de sus propios asuntos y los hombres de sus propias vidas y no actuar por obediencia ni sometimiento ni consentimiento ni permiso de otros. Movimiento contrapuesto a la visión que reduce la política al ejercicio de demandas de bienes, derechos y servicios dirigidas a instancias superiores de poder y a un conjunto de técnicas que los profesionales ejercen para satisfacerlas. Movimiento contrapuesto a la dejación de las responsabilidades morales de las que depende la democracia y el autogobierno y que constituyen la virtud cívica republicana, para su delegación en otros a cambio de ventajas de enriquecimiento económico en lugar de un autentico vivir civil.
.- Un movimiento que ha atravesado la historia real y se reclama heredero de antecedentes de emancipación y autogobierno dos veces milenarios desde sus primeras expresiones y antecedentes en la democracia griega y república romana, pasando por las ciudades-estado del renacimiento, en los orígenes de las independencias americanas, de la revolución francesa, los primeros movimientos obreros de la era industrial y socialismos, anarquismos y comunismos de los dos últimos siglos.
.-Un movimiento no derivado de pretensiones de encarnar en la tierra, razones, modelos o utopías trascendentes o vislumbradas en el horizonte sino que reaparece constantemente deducida de luchas inmediatas y por lo tanto reivindicándose con diferentes formulaciones en las praxis revolucionarias y mas acusadamente transformadoras donde la deliberación publica, el uso publico de las razones, el debate popular, la asamblea y la plaza ha constituido la circunstancia protagonista. Una exigencia de lo que debe ser justo en la circunstancia del aquí y ahora. La política como arte de lo posible, pero de todo lo posible.
Esta intuición , esta visión básica , la visión republicana, ha sido oscurecida y eclipsada en los últimos tiempos , y no solo sustitutita por la concepción dominante del liberalismo sino en el seno mismo de la izquierda que en detrimento del republicanismo se encauzó con mayor insistencia sea por las vías de socialismos autoritarios, sea por vías socialdemócratas o incluso por liberalismos de signo social- concordando estos dos últimos en la organización del llamado Estado del Bienestar,- sea por vía de marginalidades y grupúsculos que compensaban su ostracismo con un intenso e irreflexivo radicalismo verbal, alejado de las demandas reales populares y repetición autoconvencida de consignas de viejas luchas cuyas circunstancias habían desaparecido.
A pesar de este origen derivado de la praxis política histórica, el republicanismo no desdeña, sino que ha privilegiado también siempre, las aportaciones intelectuales más lúcidas de la teoría política que lo han enriquecido. Estas reflexiones surgen hoy día también en ese ámbito de forma que una buena parte de los más prestigiosos pensadores del campo de la ética y de la política convergen actualmente en la corriente de pensamiento llamada republicanismo que toma protagonismo de manera muy pujante.
En este sentido, República se ha identificado permanentemente con izquierda y esta identificación ha tomado su carta de naturaleza mas patente en el momento de la II República Española en que la noción y la reivindicación misma de República significó más que en ninguno otro momento histórico la lengua común de las luchas de la izquierda. Así permanece aún en la memoria de los españoles.
Además de esta visión historica, práctica y teórica compartida entre izquierda y república que ya de por si llamaría a una reconstrucción que refundase la izquierda, el republicanismo puede aportar una visión e intuición especifica, muy propia de su particular dinámica asimismo derivada de la teoría y de la experiencia. De esta manera, Republica es:
.- La afirmación de una radicalidad democrática. Sólo es legítimo el régimen que es republica, cosa publica, cosa de todos, en cuyo cuidado y gobierno todos están comprometidos ejerciendo la responsabilidad de su virtud ciudadana. Esta radicalidad democrática pone en cuestión las insuficiencias de una democracia meramente representativa porque elegir al que ha de gobernar no es sino parcialmente gobernar. Las propuestas republicanas se dirigen a atreverse a más democracia y plantean instituciones como la frecuencia, brevedad, rotacion y mayores incompatibilidades de los cargos policitos, la posibilidad de revocación, la introducción del mandato, las formas de rendición de cuentas políticas ante los electores, la institución de formas de referéndum y de democracia mas participativas, abiertas y deliberativas que hayan de preceder a toda resolución política.
- La denuncia de la desigualdad material como conduciendo infaliblemente a desigualdad de poder y ejercicio de dominación. No existe libertad si no se dan las condiciones materiales que la hagan posible. Los republicanos plantean propuestas de universalización de la propiedad que hagan posible la independencia en la vida de cada uno al mismo tiempo que elevan una reserva crítica sobre la forma de trabajo asalariada.
.- La afirmación antitiránica frente a toda forma de dominación. Esta dominación no esta reservada a los poderes públicos, sino en los ámbitos de cualquier relación social. En los Estados de Derecho actuales no está en los poderes públicos la principal amenaza de las libertades sino en las fuerzas que superan y hacen inoperantes incluso la actuación de esos poderes públicos En estos ámbitos, los dominantes están interesados en la abstención de la intervención pública. Estos ámbitos carentes de Republica, están carentes de igualdad y de justicia y propugna una pretendida libertad que no es sino libertad para dominar a otros. Los republícanos proponemos la implantación de formas de democracia industrial, y de participación y gobierno de las empresas y sociedades que de regirse monárquicamente según un “ancien regime” de carácter económico y laboral han de pasar a experimentar una revolución republicana.
.- Finalmente, república, ha significado siempre la valoración de una convivencia basada en las virtudes cívicas y en la cultura, promoción y educación en esa virtud consistente en hacer promover ciudadanos libres, independientes, críticos, y comprometidos por el bien común y atentos y solícitos con lo que es el interés general. No individuos recluidos atomizadamente en lo suyo y su clan. Virtudes cívicas que se educan y cultivan en la democracia concebida como clima cultural y no reducido a practica privada de un simple procedimiento de urna y voto .Esta virtud cívica se alimenta de una disposición y virtud privada, que también debe ser objeto de educación. La estimación de una vida simple y modesta, no dirigida por el consumo, alérgica a toda opulencia, y que siempre ha desdeñado la cultura del dinero y la motivación del lucro. Un vivir civil republicano que no acepta que la plaza sea enteramente ocupada por un mercado.
…………………
II.- La Republica , una propuesta de acción política para la izquierda
CIUDADANÍA REPUBLICANA. ESTADO REPUBLICANO. ECONOMÍA POLÍTICA REPUBLICANA. EDUCACIÓN CÍVICA Y LAICA.
No obstante, debemos reconocer que la República , o al menos la República de ciudadanos que las izquierdas propugnamos está todavía muy lejos; fundamentalmente porque en el Reino de España no existe ciudadanía en sentido republicano, al igual que en el resto de las democracias liberales de nuestro entorno. El pensamiento único liberal parte de un concepto de libertad, garantizada formalmente por unos derechos y libertades individuales en los que el poder no puede interferir, esto es, el individuo y su forma de vida, fundamentalmente la propiedad, tiene que ser protegido frente a las intrusiones del poder estatal, mudando el ideal de la actividad desde la arena política al espacio económico del mercado, con una moral individualista en detrimento de lo público. Los ciudadanos actúan entonces como “consumidores” pasivos y orientan sus votos atendiendo únicamente a las opciones que les aseguren la defensa de sus intereses, escogiendo entre las distintas “ofertas” políticas de modo parecido a como escogen entre los distintos productos del mercado. Los ciudadanos agotan su actividad política en el acto de votar,
Es pues necesario crear ciudadanía republicana, al mismo tiempo que reivindicamos la implantación de la República , salvo que nos conformemos con una República como las de nuestros vecinos franceses, portugueses o italianos, como una mera forma de Estado o de gobierno, concretamente con un conjunto de organismos burocráticos separados de la sociedad civil, en la que una vez elegidos los representantes, la ciudadanía se abstiene de cualquier actividad política Y así un individuo que centralice en su persona el poder ejecutivo del Estado, por el mero hecho de ser elegido es presidente de la Republica y no monarca.
Pero ¿cómo pueden alcanzar arraigo los valores republicanos?, ¿como fomentar una ciudadanía que se autogobierne en lo público y en lo privado?
Estimamos que a través de tres vías fundamentales:
1ª.- Reivindicación de lo público. Defensa del Estado republicano y laico. Democracia republicana.
Frente a las pretensiones de grupos privados, económicos y religiosos, de disputar al estado el monopolio de determinar el interés común, hay que reivindicar la supremacía del poder civil democráticamente elegido.
El Estado republicano debe ser un Estado social y políticamente orientado por objetivos cívico democráticos, que combata activamente la corrupción, que limite los derechos de propiedad privada sobre el capital o la tierra por su función social, que mantenga y profundice la universalidad y gratuidad de los servicios públicos educativos, sanitarios, culturales, financiados mediante un sistema tributario progresivo y redistributivo, que constitucionalice mecanismos institucionales y legales que aseguren la efectividad de los derechos sociales, que mantenga un sistema de protección social y garantice el derecho a la existencia mediante una renta republicana de ciudadanía, que fuerce soluciones cooperativas por la vía institucional, que haga pedagogía política, fomente la ética y los valores cívicos y la austeridad como norma de conducta pública.
Asimismo, ningún sistema jurídico que busque salvaguardar la libertad de los ciudadanos a quienes va dirigido podrá sostenerse, por perfecto que se pretenda, sin una actitud comprometida de éstos en defensa de esa misma libertad, lo que significa ante todo una activa participación en los asuntos de las res publica, puesto que es la arena en la que se juegan las cartas institucionales que permiten el ejercicio de los derechos propios y sin una preocupación permanente por la suerte de los conciudadanos, ya que las instituciones jurídicas por si mismas difícilmente actuaran con eficacia sin el lubricante de una constante cooperación social.
Son necesarias iniciativas que, concediendo un papel activo al Estado, tratan de prevenir cualquier tentación de convertirlo en amenaza a la propia libertad de la Republica de ciudadanos. Se incluyen por ejemplo aquellas orientadas a asegurar cierto nivel básico de participación política, como el voto obligatorio, el servicio social obligatorio, la obligación de tomar parte en ciertos debates, la difusión de practicas deliberativas en áreas hoy todavía poco permeables a la discusión publica y que bajo la excusa de ser “asuntos técnicos” dejan en manos de unos pocos las decisiones, consejos ciudadanos deliberantes, iniciativas de presupuestos participativos, “cupos” obligatorios de representación de segmentos sociales habitualmente excluidos, propuestas destinadas a asegurar que los medios de comunicación incorporen sistemáticamente discusiones de interés colectivos, referenda, iniciativas populares, mecanismos de rendición de cuentas y revocación de mandatos, etc.
2ª.- Economía política republicana.
El republicanismo gira en torno al autogobierno, individual y colectivo, tomando como premisa la autonomía personal. La libertad republicana es la ausencia de dominación, tanto en los ámbitos públicos como privados. Por consiguiente, para el republicanismo democrático igualitario, en el que el socialismo hunde sus raíces, las relaciones de dominación u opresión económica de unos ciudadanos sobre otros en función de la propiedad de los medios de producción es una situación limitativa de la libertad, en la que unos sólo pueden trabajar con el permiso de otros.
Hoy, en el capitalismo globalizado y neoliberal, la clase trabajadora, considerada como conjunto de trabajadores, más o menos especializados, con empleos estables y con vínculos e intereses comunes está en retroceso. Las poblaciones trabajadoras se han segmentado, cada vez es más amplio el estrato de trabajadores en la cuerda floja de los empleos más o menos precarios; cuando no en situación desesperada, que incluye a los working poors o asalariados con ingresos por debajo del umbral de la pobreza, a los parados, a los jóvenes sin posibilidad de emancipación, a las mujeres que encabezan hogares monoparentales y a los inmigrantes, legales o ilegales.
No tener en cuenta esta situación, puede provocar una mayor brecha entre los sectores estables y los inestables de la población trabajadora, incrementando la burocratización de los sindicatos como meros defensores de derechos adquiridos de los trabajadores con empleo estable. Asimismo, podría contribuir a levantar barreras insalvables e innecesarias entre los segmentos de trabajadores fijos y los segmentos precarios de las poblaciones obreras, generando en los primeros la peligrosa impresión de que los segundos, y señaladamente los inmigrantes, son directamente responsables del deterioro de su situación.
El empleo estable ha dejado de ser así la garantía de los derechos sociales reconocidos en el Estado del bienestar. No basta, por tanto, que la izquierda y los sindicatos mantengan una posición "defensiva" destinada a preservar lo que se pueda del Estado social, o, incluso, recuperar lo que se ha perdido en los años de su desmantelamiento por el neoliberalismo.
Desde luego que sigue siendo imprescindible la necesaria lucha presente por la defensa de los indiscutibles logros morales y materiales (universalidad e incondicionalidad de las prestaciones sanitarias y educativas públicas, seguridad social, derechos laborales.) que el advenimiento del Estado social trajo consigo para los trabajadores. Pero si queremos que el nuevo “proletariado”, la amplia y nueva base social de excluidos, de precarios, de antiguos y nuevos desposeídos, de jóvenes y mujeres puedan romper con las situaciones de dominación provocadas por la implacable dinámica de la actual vida económica y social y tomar conciencia de su condición de ciudadanos, es necesario ir más allá.
Y es que la izquierda no pude resignarse a un capitalismo neoliberal contrarreformado, con mercados financieros internacionales sin regulación alguna, derechos sociales recortados, empleos precarios y políticas exteriores descarnadamente belicistas que amenaza con el cambio climático, la destrucción radical de la biodiversidad y del pluralismo cultural, la privatización de recursos naturales básicos como el agua, el crecimiento de imperios económicos incontrolables y la exclusión y el empobrecimiento de la mayoría de la población mundial.
La izquierda debe ofrecer una alternativa a este sistema que va camino de arrojarnos a todos a la barbarie. A esa alternativa seguimos llamándola socialismo para sintetizar las distintas corrientes emancipadoras que han llenado la historia social y política de los últimos ciento cincuenta años. Pero, ante las experiencias de los fracasos del “socialismo real” y de las terceras vías socialdemócratas, la izquierda debe propugnar un socialismo laico y republicano, el “sistema republicano de asociación de productores libres e iguales” al que se refirió Marx.
Creemos en un socialismo continuador de la idea de libertad del republicanismo democrático fraternal, esto es, aquella según la cual libertad es independencia respecto de la voluntad arbitraria de otro, ya sea el Estado o un particular, y que esa independencia se funda siempre en la posesión de bases materiales suficientes para asegurar la existencia social de todos los ciudadanos. Desde esta perspectiva se proponen las siguientes medidas:
No tener en cuenta esta situación, puede provocar una mayor brecha entre los sectores estables y los inestables de la población trabajadora, incrementando la burocratización de los sindicatos como meros defensores de derechos adquiridos de los trabajadores con empleo estable. Asimismo, podría contribuir a levantar barreras insalvables e innecesarias entre los segmentos de trabajadores fijos y los segmentos precarios de las poblaciones obreras, generando en los primeros la peligrosa impresión de que los segundos, y señaladamente los inmigrantes, son directamente responsables del deterioro de su situación.
El empleo estable ha dejado de ser así la garantía de los derechos sociales reconocidos en el Estado del bienestar. No basta, por tanto, que la izquierda y los sindicatos mantengan una posición "defensiva" destinada a preservar lo que se pueda del Estado social, o, incluso, recuperar lo que se ha perdido en los años de su desmantelamiento por el neoliberalismo.
Desde luego que sigue siendo imprescindible la necesaria lucha presente por la defensa de los indiscutibles logros morales y materiales (universalidad e incondicionalidad de las prestaciones sanitarias y educativas públicas, seguridad social, derechos laborales.) que el advenimiento del Estado social trajo consigo para los trabajadores. Pero si queremos que el nuevo “proletariado”, la amplia y nueva base social de excluidos, de precarios, de antiguos y nuevos desposeídos, de jóvenes y mujeres puedan romper con las situaciones de dominación provocadas por la implacable dinámica de la actual vida económica y social y tomar conciencia de su condición de ciudadanos, es necesario ir más allá.
Y es que la izquierda no pude resignarse a un capitalismo neoliberal contrarreformado, con mercados financieros internacionales sin regulación alguna, derechos sociales recortados, empleos precarios y políticas exteriores descarnadamente belicistas que amenaza con el cambio climático, la destrucción radical de la biodiversidad y del pluralismo cultural, la privatización de recursos naturales básicos como el agua, el crecimiento de imperios económicos incontrolables y la exclusión y el empobrecimiento de la mayoría de la población mundial.
La izquierda debe ofrecer una alternativa a este sistema que va camino de arrojarnos a todos a la barbarie. A esa alternativa seguimos llamándola socialismo para sintetizar las distintas corrientes emancipadoras que han llenado la historia social y política de los últimos ciento cincuenta años. Pero, ante las experiencias de los fracasos del “socialismo real” y de las terceras vías socialdemócratas, la izquierda debe propugnar un socialismo laico y republicano, el “sistema republicano de asociación de productores libres e iguales” al que se refirió Marx.
Creemos en un socialismo continuador de la idea de libertad del republicanismo democrático fraternal, esto es, aquella según la cual libertad es independencia respecto de la voluntad arbitraria de otro, ya sea el Estado o un particular, y que esa independencia se funda siempre en la posesión de bases materiales suficientes para asegurar la existencia social de todos los ciudadanos. Desde esta perspectiva se proponen las siguientes medidas:
Reconocimiento legal de la eficacia vinculante para poderes públicos y particulares de los derechos sociales e implantación de mecanismos institucionales, como
Potenciar la economía social y nuevas formas de propiedad social-republicana.
Repolitizar las relaciones laborales, estableciendo el control republicano-democrático de las decisiones empresariales.
Defender el Estado democrático frente al asedio de los grandes poderes económicos transnacionales y luchar por su democratización radical.
Asegurar la titularidad pública de sectores estratégicos, así como la universalidad y gratuidad de los servicios públicos educativos, sanitarios y culturales.
Desarrollar una decidida política de gasto público y de redistribución de la riqueza mediante sistemas tributarios progresivos.
Reconstituir fraternalmente los hoy fragmentados intereses del sector social productivo en una nueva acción colectiva que incluya a trabajadores estables, precarios, desempleados e inmigrantes, solidariamente unidos contra los efectos del capitalismo neoliberal.
Regular los mercados financieros nacionales e internacionales, con medidas como
Frenar la oligopolización de los mercados con una legislación que erradique los monopolios y los paraísos fiscales y que suprima los sistemas de patentes biotecnológicas.
Planificar del desarrollo para que sea sostenible, preserve el medio ambiente y garantice el derecho de todos a disfrutar de los recursos naturales que forman el patrimonio común de la humanidad.
3ª.- Educación cívica y laica.
Obligar a las gentes a ser virtuosas es la peor de las tiranías, de ahí el afán republicano por confiar en las posibilidades didácticas de la democracia para habituar a la mayor parte posible de la ciudadanía a la practica de la participación política.
Es por ello que la democracia debe ser escuela de civismo, como formación continuada del ciudadano que de aprendizaje moral y cívico, No se trata solo de aprender a votar, a expresar opiniones divergentes, a tomarle las cuentas al gobierno, sino también de que participe en la enmienda permanente de la vida publica.
Debemos recuperar una parte de la tradición de la izquierda española que ha sido lamentablemente abandonada, y que no es otra que la gran labor pedagógica realizada desde casas del pueblo, clubes republicanos y ateneos populares que consiguieron crear una cultura libre y humanista frente al catolicismo dominante a principios del siglo XX.
Por tanto, la educación para la ciudadanía ha de venir de la praxis democrática, pero también la escuela ha de tener la función moralizadora de enseñar a elegir libremente y enseñar hábitos y sentimientos para evitar la manipulación. “La democracia es una operación activa de engrandecimiento y bienestar moral, la democracia que solo instituye los órganos políticos elementales como son los comicios, el parlamento, el jurado, no es más que democracia aparente. Si a quien se le da solo el voto, no se le da escuela, padece una estafa. La democracia es fundamentalmente un derivado de la cultura” (Manuel Azaña. Apelación a la República ).
En este sentido, la escuela pública, universal y laica, que respete y promueva el pluralismo ideológico y la libertad de conciencia, debe educar para conocer, o mejor para incitar conocer, para valorar y razonar. Una persona que es capaza de juzgar moral y estéticamente el mundo en el que vive es más probable que sienta la necesidad de comprometerse activamente en su mejora y a participar: en el sentido de tomar partido, ante las cuestiones públicas que consideramos importante mediante el voto, o ejerciendo el derecho a la manifestación o la libertad de expresión y tomar parte, en el sentido de implicarse cotidianamente en la vida democrática: para decidir, cooperar y deliberar como consumidores, como habitantes de una ciudad, como usuarios, como miembros de asociaciones, como trabajadores .
III.-Conclusion
El resultado más exitoso del los movimientos emancipadores se ha producido siempre cuando han conseguido socializar en la izquierda a la mayoría y nunca olvidar el contrapoder necesario de una labor política-cultural que propicie la construcción de un bloque cultural hegemónico o que al menos sea capaz de enfrentarse al pensamiento único liberal dominante.. En definitiva la labor de crear una vigorosa ciudadanía. Los republicanos creemos que así se construyen las Republicas y así debe refundarse la izquierda.
Creemos que la aportación republicana debe ser uno de los pilares fuertes de ese edificio de proyecto coherente, ya que, ideológicamente, se apoya y permite el apoyo en ella, tanto de tradiciones históricas de las izquierdas emancipadoras, como de las nuevas corrientes transformadoras, con el objetivo esencial de enfrentarse y tender a rebasar el sistema actual de dominación de las fuerzas del capital y el arbitrio de los poderosos.
Creemos que la aportación republicana debe ser uno de los pilares fuertes de ese edificio de proyecto coherente, ya que, ideológicamente, se apoya y permite el apoyo en ella, tanto de tradiciones históricas de las izquierdas emancipadoras, como de las nuevas corrientes transformadoras, con el objetivo esencial de enfrentarse y tender a rebasar el sistema actual de dominación de las fuerzas del capital y el arbitrio de los poderosos.
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