Cartas de Thomas Jefferson a Dupont de Nemours y a Samuel Kercheval
Thomas Jefferson no encaja completamente en la pretendida como exclusiva tradición liberal del pensamiento de los fundadores de los Estados Unidos. Su clasificación dentro de ella siempre ha sido una pesadilla para sus lectores liberales hasta que el monopolio de la interpretación de la historia americana fue quebrado por una propuesta de lectura que ha dado por anacrónicas bibliotecas enteras. El riquísimo bagaje conceptual del discurso republicano clásico estuvo en la génesis del lo fundadores de los Estados Unidos diferenciándose o entretejiéndose con otra corriente, la que hasta ahora pretendía ser la exclusiva, del liberalismo wigth, individualista y posesivo, proveniente de Locke. Esta lectura ha adquirido carta de naturaleza con la “escuela de Cambridge” con personajes de la talla de Pockock, B.Bailin, J.Dunn, Q.Skinner y ha contribuido a redescubrir la transcendencia del pensamiento del republicanismo y del pensamiento democrático entendido desde una perspectiva diferente a la que ha sido propia de aquella legitimidad constitucional-representativa que hasta la fecha había venido reclamado el monopolio de la totalidad de las manifestaciones del ideario de la democracia y de lo que resultaba que el arquetipo puro de democracia era la democracia liberal U.S.A.
Precisamente la mayor radicalidad democrática que se hace patente en Jefferson confirma aquel entretejido y aquella tradición del republicanismo que aún le sirve de inspiración. No es extrañar que la desconfianza y la sospecha en que se tuvo por la “anomalía Jefferson” por el pensamiento ultra liberal dominante en Estado Unidos provocase que, en realidad, no fuese contado entre los padres fundadores de la patria sino hasta épocas relativamente recientes (cuando el primer Roosevelt).
Muchos aspectos emparentan a Jefferson con el republicanismo: su concepción de las condiciones materiales necesarias de la libertad sin dominación expresadas en la ideal de la pequeña propiedad agraria frente al capitalismo financiero y el afán de lucro naciente, su apelaciones constantes del compromiso y espíritu de la ciudadanía propios del vivere civile y de la virtud republicana clásica, la insistencia en el autogobierno ciudadano participativo y muchos otros. Recordemos solamente una muestra: la Declaración de Independencia de su pluma. Desde el principio se desvía del ideario tópico e inevitable liberal lockiano de manera sorprendente: No son los derechos del lema “vida, libertad, y propiedades” inevitable, sino “vida, libertad, y…. inesperadamente “las propiedades” son sustituidas por “la búsqueda de la felicidad” ¿ Donde fue a parar la propiedad ?.Recordemos asimismo que su versión, muy critica con el comercio de esclavos, fue “censurada” por el Congreso suprimiéndola por influencia de Adams que calificaba que el texto original de Jefferson en que manifestaba su abominación por el comercio de esclavos era una “vehemente filípica” inoportuna.
También son expresivas las propuestas de reformas de la práctica política que, salidas de él, no alcanzaron éxito. Asi, una notable proposición de ley a contrapié de la dura opinión americana, implicaba modificar el código penal de Virginia dando un gran paso hacia niveles humanitarios de justicia criminal. Al parecer los ciudadanos de Virginia preferían su propio Código sanguinario y la proposición no llego a aprobarse. Contrariamente a lo que se le critica, propuso un plan de emancipación gradual de la esclavitud que fue rechazado. Esto le convenció de que “la opinión pública no podía soportar todavía tal proposición” , confiando en que la generación mas joven podría cambia el rumbo en este aspecto.
Sus lecturas favoritas fueron los clásicos de la antigüedad, Plutarco, Cicerón, y la gran causa a la que se entregó fue la educación. Kenneth Clark señala la inspiración que encontraba Jefferson y su afición por el renacimiento florentino, con su vivere civile republicano, y sus humanistas del siglo XV. Concibió un sistema de educación publica desde la escuela elemental hasta la universitaria, que fue igualmente rechazado en 1814, nada elitista, sino muy al contrario señalando que “es mas seguro tener a todo el pueblo respetablemente ilustrado que a unos pocos en un elevado nivel científico y a muchos en la ignorancia. Esta última es la situación más peligrosa en que puede encontrarse una nación”. Esta insistencia en el protagonismo del poder público en el fomento activo de las instituciones educativas le llevó a establecer en Virginia un sistema de reserva de terrenos públicos para el mantenimiento de escuelas y universidades que luego se extendería por Estado Unidos
En las cartas que reproducimos a continuaron se subraya otro de los aspectos: su radicalidad democrática en propuestas típicas de instituciones republicanas: los mandatos breves, la revocación de los representantes, la desconfianza en la fuerza de la riqueza sobre la consideración del interés general, el compromiso ciudadano, la elección popular y revocación de jueces, la confianza en el pueblo,…que le llevan a propuestas atrevidamente innovadoras)
(Nota: Se han traído estos textos al blog porque sorprendentemente, no se ha reeditado nada de Jefferson en España desde “Autobiografía y escritos”.-Tecnos 1987, libro agotadísimo e inencontrable)
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1.-Gobierno representativo y revocación
(El subrayado es nuestro)
Para P.S. DuPont de Nemours
Poplar Forest , a 24 de abril de 1816
He recibido, estimado amigo, la carta suya que trata de la Constitución de su república equinoccial, justo en el momento que me disponía a venir aquí. La he traído conmigo y la he leído con gran satisfacción.
Supongo que está concebida para aquellos para los que estaba destinada ya que lo excelente de todo gobierno es su adaptación a la situación de aquellos que se gobierna. A nosotros, no nos sería conveniente. Vd. distingue ente la estructura de un gobierno y los principios morales sobre los cuales se basa su administración. Con estos últimos estamos cordialmente de acuerdo, con aquellos no.
Nosotros, en los Estados Unidos, como Vd. sabe, somos demócratas por la Constitución y por conciencia. Consideramos la sociedad como una de las necesidades naturales con las cuales el hombre ha sido creado; que está dotado de facultades y de cualidades para su satisfacción con concurso de otros que están en su misma situación; que, cuando en el ejercicio de estas facultades, ha construido una sociedad que tiene derecho a regular y controlar solidariamente con todos aquellos que han concurrido a conseguirlo y a los que no puede excluir ni de su disfrute ni de su gobierno de la misma manera que los demás no pueden excluirle a él. Pensamos que la experiencia ha demostrado que es menos peligroso para la masa de individuos que compone la sociedad, el reservarse para si personalmente el ejercicio de todos los poderes legítimos para los que son competentes y delegar aquellos para los que no lo son en representantes nombrados por ellos mismos y revocables inmediatamente por una conducta desleal. Por lo tanto, para nosotros, el pueblo (que equivale a la masa e individuos que compone la sociedad), al ser competente para juzgar los hechos que se producen en la vida corriente, conserva las funciones de juzgar sobre hechos recibiendo el nombre de jurados; y al no estar cualificados para la gestión de los asuntos que exigen una inteligencia por encima del nivel común pero si siendo competentes sobre todo lo humano, elige, para su administración, a representantes. Unos nombrados directamente por ellos mismos, otros por intermedio de electores, elegidos a su vez. De hecho, nuestro Presidente se elige por nosotros mismos directamente pues no votamos a A como elector más que a condición que éste vote a B. Elegimos directamente a nuestros representantes y al Senado, y a los jueces a través de electores. Y creemos que la opción de proximidad y el poder de revocación son la mejor garantía que la experiencia ha sancionado para asegurar una conducta honrada por parte de los funcionarios de la sociedad. Las tres o cuatro destilaciones tienen, efectivamente, una apariencia seductora. Podríamos concebir, prima facie, que el ultimo extracto seria el alcohol puro la sustancia, rectificado tres o cuatro veces. Pero a media de que son cada vez mas sublimados, se hacen también más alejados del control de la sociedad; y el carácter humano, creemos, exige en general un control constante e inmediato que impida que se desvíe del bien por las seducciones del egoísmo.
En consecuencia, su procedimiento genera una estructura de gobierno donde se excluye el principio fundamental del nuestro. Vd. concibe como ceros a todos los individuos que no poseen tierras, que son el mayor número en toda sociedad constituida hace tiempo. Los poseedores de tierras están autorizaos a administrar personalmente los asuntos menores de su municipio o de su corporación y para elegir un delegado por cantón. En esta elección, además, el voto de cada uno cuenta como una voz, varios votos, una fación, en proporción a sus propiedades inmobiliarias. Posteriormente las asambleas de cantón eligen a las de los distritos, las de los distritos a los círculos, y los de los círculos, a las asambleas nacionales. Muchos de los consejeros superiores, son en un grado considerable, auto-elegiods. Así el de Regencia, parcialmente, el judicial íntegramente, y algunos con carácter vitalicio. En consecuencia, cada vez que un esprit de corps o de partido les habita- lo que la experiencia muestra como inevitable- no hay medio alguno para quebrantarlo porque nunca elegirán a los que no comparten sus ideas. Los jurados no están autorizados mas que para casos criminales. Reconozco me siento fuertemente inclinado por nuestra forma propia y sin embargo ambos pensamos partiendo de la misma motivación, o sea, considerando a la gente como hijos nuestros que amamos con un afecto paternal. Pero Vd. los quiere como niños a los teme darles confianza sin amas de cría, y yo, como adultos que dejo gobernar libremente. Tiene razón en el caso de que Vd. haya sido sometido, mi crítica se basa en un estado de sociedad que Vd. no contempla Es, de hecho, como una crítica de Homero basada en las leyes del drama.
Pero cuando llegamos a los principios morales desde los que debe administrarse el gobierno, tocamos ya a lo que conviene a cualquier condición de la sociedad. Aquí, ya coincido con toda la buena voluntad y rectitud innata de su carácter, y es entonces cuando estoy de acuerdo con Vd.cuando más me aprecio.
La libertad, la verdad, la honradez, el honor, constituyen los cuatro puntos cardinales de su sociedad. Creo, igual que Vd., que la moralidad, la compasión, la generosidad, son elementos innatos de la constitución human; que existe un derecho independiente de la fuerza, que un derecho de propiedad se fundamenta en las necesidades humanas, en los medios de los que nos dotamos para satisfacer nuestras necesidades, y el derecho a la adquisición de propiedad por esos medios sin violentar los derechos de nuestros semejantes dotados de razón; que nadie tiene el derecho de molestar a otro en el ejercicio sin mala de sus facultades para satisfacer aquellos sentimiento que forman parte de su naturaleza; que la justicia es la ley fundamental de la sociedad; que la mayoría , cuando oprime a un individuo es culpable de un crimen, abusa de su fuerza y obrando conforme a la ley del mas fuerte esta destrozando los fundamentos mismos de la sociedad; que la acción de los ciudadanos personalmente, en los asuntos que están a su alcance y competencia y en todos los demás por intermediario e sus representantes elegidos de manera directa y revocables por ellos mismos, constituye la esencia de una republica; que todos los gobiernos son mas o menos republicanos en la medida que este principio entra en la misma proporción en su composición; y que la forma de gobierno representativo es capaz de extenderse sobre una gran extensión mejor que de otra forma. Esto, amigo mío, es lo esencial sobre lo que ambos, Vd y yo, estamos de acuerdo, no obstante en nuestro celo por mantenerlo, podemos discrepar en cuanto a la estructura social que pueda asegurarlo de la manera mas adecuada.
En la Constitución española, tal como fue propuesta en las últimas Cortes, había un principio completamente nuevo para mi, y que no he observado tampoco en la suya, y es que nadie, nacido a partir de esa fecha, podría obtener los derechos de ciudadanía hasta que no aprenda a leer y escribir. No puede ser mas sabía esta disposición. De todas las medidas que se han imaginado para asegurar la lealtad en la administración del gobierno, una coherencia permanente con los principios de la Constitución , y con las enmiendas que progresivamente hayan de hacerse ya sea conforme avanza el espíritu humano o porque se produzcan cambios en sus asuntos, es la mas eficaz. Ilústrese a la generalidad del pueblo y la tiranía y toda opresión de espíritu y cuerpo desaparecerá como la oscuridad con la llegada del alba. Aunque no crea, como hacen algunos entusiastas, que la condición humana evolucionara hasta alcanzar un día tal grado de perfección que no exista ni dolor ni vicio en el mundo, creo que es susceptible de muchísima mejora y sobre todo en materia de gobierno y religión; y que la difusión del conocimiento entre el pueblo debe ser el instrumento con el cual debe llevarse a cabo.
La constitución de las Cortes tenía bastantes defectos; pero cuando he visto esa disposición, me he convencido que en el transcurso del tiempo todo volvería al orden bajo el sano funcionamiento de aquella. Nadie tiene tanta necesidad de esto como aquellos por los que Vd. manifiesta tanto interés. Ningún mortal desea obtener éxito más que yo pero si lo que he oído de la ignorancia y sectarismo de esa multitud es cierto, dudo de su capacidad para sostener y comprender un gobierno libre y temo que la emancipación de la tiranía extranjera en España derive en un despotismo militar. Palacios quizá sea grande, habrá otros que lo serán más, pero es la multitud la que posee la fuerza, y la sabiduría será vencida ante ella. Para una sociedad en tales condiciones, la Constitución que Vd. ha imaginado es probablemente la mejor posible. Está hecha para estimular los mejores talentos, pero quizás no este suficientemente protegida contra el egoísmo de sus funcionarios. Y aún este egoísmo será ligero en comparación con la presión de un déspota militar. Igual que Solon lo concedió a los atenienses , Vd. da a los colombianos, no el mejor gobierno posible, sino el mejor que pueden soportar. Por cierto, seria deseable que las llame republicas colombianas para distinguirlas de nuestras republicas americanas. Su nombre les ha de parecer mas honorable y son ellos los mas adecuaos para recibirlo puesto que Colon descubrió su continente pero nunca vio el nuestro.
Ellos merecen la libertad y la felicidad, Vd. la recompensa por su sabiduría y su bondad al mostrarles como alanzarlas.
Con mi respeto afectuoso y mi amistad
Thomas Jefferson.
2.-Reforma de la constitución de Virginia: rotación de cargos, mandatos breves, revocabilidad de electos, elección y revocación popular de jueces, necesidad de reforma permanente de las instituciones políticas, reforma periódica de la Constitución cada 20 años, contraposición pueblo/ricos.
A Samuel Kercheval
Monticello, a 12 de julio de 1816
Señor,
He recibido su honrosa del 13 de junio con opia de los escritos de convocatoria para una convención, sobre la cual os place pedirme mi opinión. No tengo la costumbre de guardar ninguna misteriosa reserva sobre ningún asunto, ni de encerrar mis opiniones en la cartera. Al contrario, especialmente cuando yo estaba en funciones públicas, pensaba que el público tiene derecho a la franqueza y a saber de forma íntima a quien empleaban. Pero actualmente estoy retirado; me entrego confiadamente, como un pasajero, a los que están actualmente en el oficio y lo único que pido es tranquilidad, paz y buena voluntad. La cuestión que me plantea sobre la igualdad de la representación ha llegado a ser una cuestión de partidarios en la que no quiero tomar públicamente partido. Sin embargo, si me Vd. me la plantea únicamente para su propia satisfacción y no para citarme en público, no tengo razones para abstenerme y aún menos con Vd. pues mi opinión coincide con la suya.
Al inicio de nuestra república he expuesto esta opinión al mundo entero, en el proyecto de una Constitucion que se adjunta a “ Notas sobre Virginia” , donde se insertaba una disposición proponiendo una representación igual y permanente. La novedad del tema en aquel momento, y nuestra inexperiencia de gobierno entonces, han llevado al proyecto a carencias notables y flagrantes con respeto a los verdaderos cánones republicanos. En verdad, los abusos de la monarquía habían hasta tal punto absorbido tanto el espacio de la reflexión política que imaginábamos que todo lo que no era monarquía era republicano. Es por ello que neustras primeras constituciones no contenían en realidad principios directivos. Peor la experiencia y la reflexion me han llevado a confirmarme la importancia particular que tiene la representación igualitaria que se proponía entonces. Sobre este punto por lo tanto, estoy completamente de acuerdo cobn su carta; y deploro unicamente que los dercehos de autor de su prospecto impidan su publicación en los periódicos, unico sitio donde podrian ser leídos de manera general para producir efectos generales. La ausencia actual de otro asunto además, le daría un buen lugar en todos los periódicos y presentarían la cuestión a la conciencia de todos.
Pero la desigualdad de representación en ambas cámaras de neustros legisladores no es la única herejía republicana en esta primera tentativa de nuestros patriotas revolucionarios de redactar una Constitución. Pues debe admitirse que un gobierno es republicano en la medida en que cada miembro que compone la republica tiene la misma voz en la gestión de los asuntos (en realidad no personalmente, lo que seria impracticable mas allá de los limites de una ciudad, o de un municipio pequeño) por medio de representantes elegidos por él y responsables ante él en breves intervalos de tiempo. . Sometamos al test de esta regla cada rama de nuestra Constitución.
En el cuerpo legislativo, la Cámara de representantes se elige por menos de la mitad del pueblo y de ninguna manera en proporción a los que la eligen. El Senado esta todavía mas desproporcionado y durante largos mandatos de irresponsabilidad. En el ejecutivo, el gobernador es completamente independiente de la voluntad del pueblo y de su control; su consejo también lo es y en el mejor de los casos no es mas que la quinta rueda d euna carroza. En el poder judicial, los jueces superiores no dependen de nadie mas que de si mismos. Em Inglaterra, donde los jueces eran numerosos y revocables a voluntad de un ejecutivo hereditario, por lo que se temía el peor gobierno y una prolongación del mismo, fue una conquista , al establecerlos de por vida, que fuesen independientes de ese ejecutivo. Pero en un gobierno fundado sobre la voluntad popular, este principio actúa en una dirección opuesta y contraria a esa voluntad. Allí, entonces, aún eran revocables por común acuerdo del poder ejecutivo y el legislativo. Pero nosotros los hemos hecho independientes de la nación misma. Son inamovibles, salvo que lo haga su propio cuerpo, por cualquier depravación de su conducta. Y ni siquiera por su propio cuerpo, dada la imbecilidad de los seniles. Los jueces de las instancias inferiores se eligen por ellos mismos, lo son de por vida y perpetúan su propio cuerpo sucediéndose eternamente de manera que una facción que tome una vez posesión de un tribunal de un condado no será jamás removido sino que tiene para siempre al condado entre sus indisolubles cadenas. Sin embargo esos jueces son un verdadero ejecutivo, lo mismo que el poder judicial, en todos nuestros asuntos menores y ordinarios. Nos tasan a voluntad, realizan el oficio de sheriff, el más importante de los funcionarios ejecutivos del condado, nombran a casi todos los jefes militares, jefes que una vez nombrados no son revocables mas que por ellos mismos. Los jurados, jueces de y cualquier hecho y cualquier ley, según lo quieran ellos, no son seleccionaos por el pueblo, ni a él sometidos. Son elegidos por un funcionario nombrado por el tribunal y el ejecutivo. ¿ Elegidos, he dicho? Recogidos por el sheriff entre los que vagan en las salas de los tribunales una vez que todos los que son respetables se han marchado. ¿ Donde se encuentra entonces nuestro republicanismo?. No en nuestra Constitución sino simplemente en el espíritu de nuestros ciudadanos. Esto obligaría incluso a un déspota a gobernar de manera republicana. Gracias a este espíritu, y no en la forma e la Constitución , todo ha funcionado bien. Pero este hecho, tan triunfalmente citado e forma incorrecta por los enemigos de la reforma, no ha sido fruto de la Constitución , ha prevalecido a su pesar. Nuestros magistrados han obrado bien porque generalmente son personas honradas. Si algunos no lo eran, temían mostrarlo.
Se me dirá que es más fácil encontrar defectos que poner remedios. Yo no pienso que censurarles sea tan fácil como se supone. Plantead solamente principios veraces, adheríos a ellos de manea inflexible. No os dejéis intimidar, hasta abandonarlos, por las alarmas de los pusilánimes o por el croar de los ricos contra la preeminencia del pueblo. Si apelamos a a experiencia remitiros a cualquiera de los quince o veinte gobiernos durante cuarenta años y mostradme cuando el pueblo ha hecho en esos cuarenta años la mitad de los perjuicios que un solo déspota habría hecho en un solo año. O mostradme la mitad e motines y rebeliones, crímenes y castigos que se hayan producido en cualquier nación durante un gobierno monárquico durante el mismo periodo. El verdadero fundamento del gobierno republicano es el derecho igual de cada ciudadano a su persona, a su propiedad y a su gestión. Comprobad para esto, como cuando se cuentan puntos, cada disposición de la Constitución , y ved si ella se liga directamente a la voluntad del pueblo. Reducid nuestros legisladores a un número conveniente para una discusión completa pero ordenada. Permitid a cualquier hombre que combata o que pague impuestos a ejercer su derecho legítimo e igual a ser elegido. Sometedles a aprobación o rechazo en breves intervalos. Que el ejecutivo sea elegido de la misma forma y con la misma duración. Y no dejéis subsistir la pantalla de un consejo detrás del cual disimulen su responsabilidad. Se piensa que el pueblo no es competente para elegir sus jueces. Pero no sé si esto es cierto y, en caso que hubiese duda, hubiéramos de seguir ese principio. En esto, como en otras numerosas elecciones, se guiaran por la reputación, lo cual no tendría porque ser mas equivocado que la modalidad actual de designación. En al menos un Estado de la Unión , esto ha sido probado desde hace mucho tiempo y con un éxito mas que satisfactorio. Los jueces en Connecticut han sido elegidos por el pueblo cada seis meses, desde hace dos siglos y creo que casi no ha habido nunca un ejemplo de cambio, tan potente s la brida de la responsabilidad permanente. Por el contrario, si los prejuicios que derivan de una institución monárquica deben prevalecer contra el vital principio electivo, que es el nuestro, y si el ejemplo que existe entre nosotros de elección periódica de los jueces por el pueblo, no inspira aún confianza, al menos no adoptemos el mal y rechacemos el bien que hay en el precedente inglés. Conservemos la revocabilidad como acuerdo de los poderes ejecutivo y legislativo y el nombramiento solo por el ejecutivo. Confiarle al legislativo, como hacemos, es una violación del principio de separación de poderes. Esto hace desviarse a sus miembros de un comportamiento adecuado por la tentación de intrigar ellos mismos con el fin de obtener cargos y de oto de vender su voo de forma corrupta; destruye la responsabilidad dividiéndola entre la multitud. Dejando el nombramiento en su lugar apropiado, en el poder ejecutivo, el principio de división de poderes se respeta y la responsabilidad gravita con todo su peso sobre una sola cabeza.
La organización de la administración de nuestros condados puede encontrarse que sea más difícil. Pero seguid este principio y el nudo se desanuda él solo. Dividid los condados en circunscripciones de una dimensión tal que cada ciudadano pueda asistir cuando sea llamado y actuar en persona. Atribuidles el gobierno de sus circunscripciones en todo aquello que le concierte exclusivamente. Un juez elegido por ellos en cada una de ellas, un oficial de policía, una patulla, una compañía militar, una escuela, el cuidado de los pobres, las vías publicas, la elección de uno o varios jurados para servir como tribunales, y que se deposite en cada una de la circunscripción los votos para la elección de funcionarios electivos de categoría superior. Estas medidas descargarán a la administración del condado de casi todas sus responsabilidades, harán que se ejerzan mejor y haciendo de cada ciudadano un miembro activo del gobierno con cargos que le sean más próximos y de mayor interés para él, le ligarán con sentimientos poderosos al autogobierno de su país y a su Constitución republicana. Los jueces electos de esa manera por circunscripción constituirán el tribunal del condado, se encargarían de los asuntos judiciales, de la gestión de puentes y caminos, de la recaudación de impuestos del condado y la imposición para pobres, y administrarían todos los asuntos e interés común para la generalidad del país. Estas circunscripciones, llamadas Comunas en Nueva Inglaterra, son el principio vital de su gobierno y han dado pruebas de qe son la mas sabia institución concebida por la inteligencia humana para el ejercicio de un gobierno autónomo y su preservación. Deberíamos organizar así nuestro gobierno en: 1º.-La Republica Federal general, para todo lo que compete a los asuntos extranjeros y federales 2º.-La del Estado, para todo lo que concierne exclusivamente a nuestros propios ciudadanos 3º.-Las republicas de los condados, para los deberes y derechos el condado y 4º.-la republicas de las circunscripciones, para los asuntos menores y no obstante numerosos y de interés para la vecindad. Y en el gobierno, como en cualquier otro asunto de la vida, es únicamente por división y subdivisión de los deberes cuando todos los asuntos, grandes y pequeños, pueden tratarse a la perfección. El conjunto se cimienta dando a cada ciudadano , personalmente, participación en los asuntos publicos.
El resumen de las enmiendas es: 1º-Sufragio universal 2º.-Igualdad de representación en el poder legislativo 3º.-Un ejecutivo elegido por el pueblo 4º.-Jueces electos o revocables 5º.-Jueces, jurados y sheriffs electos 6º.-División en circunscripciones 7º.-Enmiendas periódicas a la Constitución.
Lanzo estas ideas como rúbricas generales de enmienda para que sena consideradas y corregidas. Su objeto es garantizar el gobierno autónomo republicano de nuestra Constitución, tanto como el espíritu popular, y alimentar y perpetuar ese espíritu. No soy de los que tienen miedo del pueblo. Es de él y no de los ricos de quien dependemos para continuar a ser libres. Y para preservar su independencia no debemos dejar a nuestros gobernantes cargarnos con una deuda perpetua. Debemos optar entre economía y libertad o prodigalidad y servidumbre. Si nos endeudamos hasta el punto que debemos imponer tasas sobre la bebida y el alimento, sobre nuestras necesidades y nuestro confort, sobre nuestros trabajo y nuestras diversiones, para nuestras vocaciones y creencias, como ocurre con la ente de Inglaterra, nuestros ciudadanos, igual que ellos, deberán trabajar diez y seis horas sobre veinticuatro y ceder la renta de quince de esas horas al gobierno para sus deudas y gastos corrientes, y como la decimosexta no es suficiente para procurarnos el pan, viviremos – como ellos ahora- de sopa de avena y patatas; sin tiempo para pensar y medios para obligar a los malos dirigentes a rendir cuentas , contentándonos con obtener nuestra subsistencia alquilando nuestros servicios para fijar sus cadenas en los cuellos de nuestros compañeros de sufrimiento. Nuestros propietarios agrícolas, también, como los suyos, que conservan en efecto los títulos y la gestión de la propiedad que se dice ser suya pero que en realidad está como prenda de pago al Tesoro Publico, deberan aventurarse, como los nuestros, en países extranjeros y contentarse con penuria, obscuridad, exilados de la gloria de la nación. Este ejemplo nos da la una lección de que las fortunas privadas se destruyen tanto por el exceso público como por el privado. Y es la tendencia de todo gobierno humano. Separarse de ese principio en un caso particular constituye un precedente para un segundo cas, el seundo para oto tercero y así sucesivamente hasta que la masa e la sociedad se reducida a no ser mas que simples autómatas sufrientes y no tener mas sensibilidad que para soportar y sufrir. Entonces, comienza, efectivamente, la bellum omniium et omnia, que ciertos filósofos, observando que esta tan generalizada en este mundo, han tomado como si fuera un estado natural y no un estado abusivo de la humanidad. Y la punta de lanza de este yugo es la deuda pública. Le siguen los impuestos y a continuación, la miseria y la opresión.
Algunos contemplan las constituciones conuna piadosa reverencia, y piensas que son como el Arc de la Alianza , demasiado sagradas para tocarse. Atriuyen a los homres de las epo as precdentes una sabiduria mas que humana y suponen que lo que hicieron esa fuera del alance de toda enmienda. Yo he conocido esa época; he pertenecido a ella y en ella he trabajado. Se ha hecho digna de su pais. Era muy semejante a la actual pero sin experiencia; y cuarenta años e experiencia en el gobierno valen por un siglo de lectura de libros. Esto, lo dirían de ellos mismos, si surgiesen de entre los muertos: Yo no soy de ninguna manera el abogado de cambios frecuentes y no probados en las leyes y las constituciones. Pienso que mas vale tolerar las imperfecciones moderadas, porque, desde el momento en que las conocemos, os adaptamos a ellas y encontramos los medios prácticos para corregir sus nefastos efectos. Pero también se que las leyes y las instituciones deben ir de la mano del progreso del espíritu humano. A medida que deviene mas desarrollado, más ilustrado, que se hacen nuevos descubrimientos, que nos son desveladas nuevas verdades, y que cambian las costumbres y las opiniones con las circunstancias, las instituciones deben igualmente cambiar y caminar con su tiempo. Podríamos de igual manera pedir a un hombre que llevase el vestido que le iba bien cuando era niño qe si pedimos a una sociedad civilizada mantenerse bajo el régimen de sus ancestros bárbaros. Esta idea ridícula es la que ha inundado recientemente a Europa de sangre. Sus monarcas, en vez de ceder sabiamente a un cambio gradual de las circunstancias, favoreciendo un acomodo progresivo a una progresiva mejora, se han agarrado a sus viejos abusos, se han atrincherado tras sus sólidas costumbres y han obligado a sus súbditos a buscar con sangre y violencia innovaciones temerarias y ruinosas, que si hubiesen estado sometidas a la deliberación pacifica y la sabiduría de una nación, se hubieran alcanzado en formas aceptables y saludables. Nosotros no seguimos tales ejemplos, y no tengamos la debilidad de creer que una generación no es capaz de cuidar de si misma y de poner orden en sus propios asuntos. Aprovechemos, como nuestros Estados hermanos han hecho, nuestra razón y experiencia para corregir las groseras tentativas de nuestros primeros consejos inexperimentados aunque fuesen sabios, virtuosos y bienintencionados. Y en fin, prevengamos en nuestra Constitución su revisión a intervalos específicos. Lo que dean ser estos intervalos, la naturaleza misma lo indica. Según las tablas e mortalidad europeas, sobre el total de adultos existentes en un momento dado, una mayoría estará muerta en diez y nueva años aproximadamente. Al final e este periodo, pues, una nueva mayoría se instala; o dicho en otros términos, una nueva generación. Cada generación es tan independiente como la precedente, como era el caso de las que le precedieron a su vez. Estas, como las aquellas , tienen el derecho a elegir por si mismas la forma de gobierno que crea la mas apta para promover su propia felicidad; por consiguiente a adaptarse a las circunstancias en las que se encuentra, las cuales ha recibido de sus predecesores y es por la paz y el bien de la humanidad que una ocasión en solemne de hacerlo cada diez y nueve o veinte años, debería estar prevista por la Constitución ; de manera que pueda ser transmitida, con reptaciones periódicas de generación en generación hasta el final de los tiempos si es que algo humano puede durar largo tiempo.
Hace ya cuarenta años que fue formulada la Constitución de Virginia. Las mismas tablas nos informan que en este periodo, los dos tercios de los adulos que vivían entonces, han muerto. El tercio restante, ¿tienen el derecho e tener sometidos a su voluntad y a las leyes hechas entonces a los otros dos tercios que, como ellos, componen la masa actual de adultos? Y si no lo tienen ¿quien lo tiene? ¿ Los muertos? Pero los muertos no tienen derechos. No son nada y nada pueden poseer. Donde no hay substancia no puede haber accidente. Ese conjunto material, y todo lo que hay sobre él, pertenece a sus habitantes actuales durante la duración de su generación. Ello solos tienen el derecho de dirigir lo que son sus propios asuntos y de decir la ley de esta dirección; y esa declaración no puede hacerse sino por la mayoría. Esta mayoría, por lo tanto, tiene el derecho de delegar sus representantes a una Convención y hacer la Constitución que piense ser la mejor para ellos. Pero, ¿como recoger su voz? He ahí la dificultad. Si son invitaos por una autoridad privada, o a reuniones de comité o distrito, estas divisiones son tan extensas que pocos asistirán a ellas y su voz será expresada e manera imperfecta o errónea. Esta seria una de las ventajas de la división por circunscripciones que propongo. El Alcalde de cada circunscripción lo transmisión, para tratar una cuestión como esta, reunirla a toda la circunscripción, registraría el simple si o no de sus miembros, lo transmitiría al tribunal el condado, los cuales a su vez transmitirían lo del acordado en sus circunscripciones a la autoridad general mas apropiada y la voz el pueblo entero sería así honradamente, plenamente y pacíficamente expresada, discutida y decidida por la razón común de toda la sociedad. Si esta avenida se cierra a la emana de la tolerancia se hará entender por la vía de la fuerza, y continuaremos, como ocurre en otras naciones, en el circulo sin fin de la opresión, la rebelión, la reforma, y de nuevo la opresión, la rebelión, la reforma, y así para siempre.
Tal es, Señor, mi opinión sobe los gobiernos que vemos entre los hombres y sobre los únicos principios por los cuales podemos impedirnos caer en el mismo temible camino. Los he expuesto más ampliamente de lo que su carta invitaba. Pro no puedo decir las cosas a mitad; y tengo confianza en su honor, para que lo utilice de manera que se me preserve de la parrilla de los diarios. Si Vd las aprueba y las imponen, como se ha hecho a favor de la igual representación, harán mucho bien. Si no, guárdelas para si como la efusión propia de la edad marchita y de l ociosidad.
Con no menos sinceridad, le transmito mi gran respeto y mi consideración.
Thomas Jefferson
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