DOS CONCENTRADOS DE Rousseau: “ PARALELO DE SÓCRATES Y CATON” y fragmento sobre Sócrates y Catón en el “DISCURSO SOBRE ECONOMIA POLITCA”
Toca , por fin, traer a este blog al más radical de los republicanos. Imposible traerlo entero, Rousseau es inabarcable para decirlo evitando el epíteto retórico, pero cierto , de inconmensurable. Como dice el propio Jean Jacques en uno de los escritos que reproducimos , evitemos los adornos que no estarían adecuados a su calidad. Lo traemos a este blog tímidamente y por una puerta pequeña de dos escritos poco conocidos. Lo adecuado sería decir con mayor atrevimiento que apenas ha habido desarrollo teórico posterior a la altura de la riqueza , novedad y profundidad de lo propuesto en la totalidad de la obra de Rousseau al contrario de lo que ocurre con casi todos los demás discursos de los otros grandes del pensamiento. Cuando algún pensador lo hace, como lo hizo Kant, los resultados son formidables. Queda aún mucho por hacer siguiendo a Rousseau, hoy y para hoy.
Opina Montesquieu de Rousseau que “dice mucho….dice demasiado” . Pues bien, cuando nos hallamos ante un texto de Rousseau breve, continúa diciendo mucho a pesar de su brevedad, lo cual hace que el texto sea un verdadero concentrado. Esto se percibe en el escrito que presentamos de Rousseau, casi un inédito (solo fue publicado en 1972), que remonta a un Rousseau ya madurado, datado en 1752, en la época de su Discurso sobre la Desigualdad y cercano a su Economía Política y su Manuscrito de Ginebra. De hecho en su Economía Política en una magnifica página vuelve sobre el asunto Sócrates/Platon, y en un extremo realmente puro y “demasiado” republicano, dice Rousseau de Catón , que “ abandona la vida cuando no ve más patria a la que servir”. Traemos asimismo esa página a continuación.
1.- El primer brevísimo texto es un puro Rousseau y se encuentran en él , muchas de sus ideas-fuerza más republicanas: la libertad solo es posible bajo la igualdad, la desigualdad es la primera fuente de todo mal en política, o el enfoque republicano de la libertad recogiendo la consideración del mismo Plutarco en su Vida de Catón de que la libertad no consiste en ser libre sino en ser “libre entre libres”, la corrupción de las costumbres por el abandono de una vida modesta sin lujo, las republicas y las virtudes cívicas que se hunden bajo el peso de las riquezas,........Otra emocionante página de Rousseau.
2.- En el segundo texto, la página de la Economía Política, el autor vuelve al mismo paralelo concentrándose los asuntos tan queridos por Rousseau con la misma intensidad a propósito de las dos grandes figuras Sócrates/ Platón y ampliándolos en unos desarrollos que dan fe ya de un maduro convencimiento y reflexión que será el propio del Rousseau, entre ellos, el del patriotismo republicano y el correspondiente cuidado que debe de tener la república hacia de los ciudadanos.
Para desmentir la raíz totalitaria que se atribuye a Rousseau por muchos, asimismo sirve esta página . Rousseau mismo lo hace de manera brillante y categórica.
En ambos casos, aunque en el segundo de manera más patente, las preferencias de Rousseau , como no podría ser menos en coherencia con su pensamiento, son por Catón. La muerte de Sócrates es hermosa, pero de Catón es , no solo la muerte sino toda la vida la que es bella por su compromiso virtuoso público y lucha por la libertad de todos y no solo por la salvación de su alma. Porque en definitiva, el ejemplo sacrificado de los finales gloriosos pero trágicos de Sócrates y Catón no debería producirse en una república de hombres sabios y felices que es el objetivo de la política. De la misma manera que en esa república no debería haber necesidad de hospitales para pobres ni confiscación de grandes fortunas, sino que ni existiesen pobres ni fuese permitida la acumulación de las riquezas.
1.- “PARALELO DE SOCRATES Y CATON” (1)
“No quiera Dios que tratando un asunto tan grande, manche mi estilo con viles adornos que Sócrates y Catón hubieran despreciado. Sentiría espanto por la imagen de estos dos grandes si me atreviese a alejarme, al hablar de ellos, de esa simplicidad que fue el alma de su carácter y que empeñaron en todos los actos de sus vidas.
La república romana, hundida por el peso de sus riquezas y de sus conquistas se encontraba en ruinas cuando Catón nació. Mario y Sila habían casi echado abajo el edificio aunque el frontispicio subsistiese aún y su antigua forma era todo lo que quedaba de la antigua constitución. Las causas de la destrucción eran evidentes.
Y cuando no había otra cosa mas que la corrupción general de las costumbres, el lujo de los ricos, la miseria de los pobres y la avaricia de todos, ¿ que más se hubiera necesitado para hacer perecer incluso a un gobierno fundado en el horror del vicio y mantenido por amor a la virtud?. La batalla de Farsalia no hizo más que entregar a su amo a pueblos enteros que apelaban desde su propio corazón a la servidumbre, pues no es cuando se vende la libertad cuando se pierde sino mas bien desde el momento que se es capaz de ponerla un precio. Hacia mucho tiempo que aquella tropa de esclavos no esperaba sino un comerciante que les comprase.
Ambos nacieron libres y no seria elogio de la fortuna si hubiera estado en su poder hacerles esclavos. Pero bajo un yugo arbitrario las almas de Sócrates y Catón hubieran sido asfixiadas casi al nacer y pronto hubieran bajado a una clase ordinaria de grandes hombres. Es en vano lo que los Marios proclaman. La energía de la virtud nunca se encuentra en la dependencia, pues no podríamos llamar hombre virtuoso a aquel al que puede obligársele a actuar mal.
Si sois filósofos, vivid como Sócrates, si no sois mas que hombres de Estado, vivid como Catón.
Sócrates podía vivir bajo los tiranos, pues estaba seguro de que podía conservar su propia libertad, Catón aborrecía la tiranía porque no le bastaba ser libre él, quería que lo fuesen todos los ciudadanos.
No hay en el mundo una muerte mas hermosa que la de Sócrates, pero no hay una vida tan bella como la de Catón.
2.- SÓCRATES Y CATÓN EN EL “DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLÍTICA”.- fragmento (1)
“ Atrevámonos a oponer a Sócrates y Catón. : uno era más filósofo, el otro más ciudadano. Atenas ya estaba perdida y Sócrates no tenía ya más patria que el mundo entero; Catón tenía siempre la suya en el fondo del corazón, no vivía más que por ella y no pudo sobrevivirla. La virtud de Sócrates es la del más sabio de los hombres, pero entre Cesar y Pompeyo, Catón parece un dios entre los mortales. El uno instruye a algunos particulares, combate a los sofistas, y muere por la verdad; el otro defiende al Estado, la libertad las leyes contra los conquistadores del mundo, y abandona finalmente esta tierra cuando no encuentra patria a la que servir. Un digno alumno de Sócrates sería el mas virtuoso de sus contemporáneos, un digno émulo de Catón seria el más grande. La virtud del primero haría su felicidad, la del segundo busca su felicidad en la de todos. Estaríamos instruidos por uno, y conducidos por el otro y es esto lo que decidiría la preferencia puesto jamás se ha hecho un pueblo de sabios pero no es imposible hacer feliz al pueblo.
¿ Queremos que los pueblos sean virtuosos? Comencemos pues por hacerles amar a la patria; pero ¿cómo la amarán si la patria no es para ellos algo mas que lo que es para los extranjeros y ella no les concede algo mayor que lo que no puede rehusarse a nadie? Estaría bueno que no pudieses beneficiar ni siquiera de la seguridad civil o que sus bienes , su vida y su libertad estuviesen a disposición de los poderosos sin que les fuese posible ni permitido atreverse a reclamar leyes. Sometidos a los deberes de su estado civil, san gozar ni siquiera de los derechos del estado de naturaleza y sin poder emplear las propias fuerzas para defenderse, se encontrarían en la peor condición en que puedan encontrarse los hombres libres, y la palabra patria no tendría para ellos mas que un sentido odioso o ridículo. Es inconcebible que pueda herirse o cortar un brazo sin que el dolor llegue a la cabeza; y no es mas creíble que la voluntad general consienta que un miembro del estado , cualquiera que sea, hiera o destruya a otro, como no lo es el que los dedos de un hombre con uso de razón la revienten sus propios ojos. La seguridad particular está tan íntimamente ligada a la confederación pública que sin las consideraciones debidas a la debilidad humana, este convenio se disolvería de inmediato si pereciese en el estado un solo ciudadano que hubiera podido socorrerse y no se ha hecho, si se enviase injustamente a uno solo a prisión, y si se perdiese un solo proceso con evidente injusticia; porque lal quebrantarse las convenciones fundamentales, no se ve con que derecho ni porque interés puede mantenerse el pueblo en la unión social, a menos que esté siendo retenido por la fuerza.
En efecto, el compromiso del cuerpo de la nación, ¿ no es el de procurar la conservación del último de sus miembros con tanto cuidado como a la de todos los demás? Y la salvación del ciudadano ¿ es menos causa común que la de todo el Estado? Que no se nos diga que es bueno que uno s solo perezca por todos, admiraría esta sentencia en la boca de un digno y virtuoso patriota que se consagre
voluntariamente y por sentido del deber dando su propia vida por la salvación de su país, pero si se entiende como que está permitido al gobierno el sacrificar a un inocente para salvar a la multitud, esta máxima es lo mas execrable que la tiranía ha inventado nunca, lo más falso que se pueda proponer, lo más peligroso que pueda admitirse y la más directamente opuesta a las leyes fundamentales de la sociedad. Lejos de creerse que uno solo debe perecer por todos, todos comprometen sus bienes y sus vidas en la defensa de cada uno de los otros con el fin de que la debilidad particular esté protegida por la fuerza publica y cada miembro por todo el Estado. Supongamos que apartamos del pueblo a un individuo tras otro, preguntemos a los partidarios de esa máxima que nos expliquen mejor lo que significa el cuerpo del Estado, y veréis como en realidad lo reducen al final a un pequeño grupo de hombres que no son el pueblo sino oficiales del pueblo y que habiéndose obligado entre ellos mismos por un juramento particular a protegerse, pretenden probar que son los otros los que deben perecer por ellos.
¿Quieren encontrarse ejemplos de la protección que el Estado debe procurar a sus miembros y del respeto que debe a sus personas? Se encuentran entre las más ilustres y más valerosas naciones de la tierra y no hay más que en los pueblos libres donde se sabe lo que vale un hombre. En Esparta es sabido en que estado de perplejidad se encontraba la república cuando se trataba de castigar a aun ciudadano culpable. En Macedonia, la vida de un hombre era un asunto tan importante, que con toda la grandeza de Alejandro, este poderosos monarca no hubiera osado tener la sangre fría de condenar a a muerte a algún macedonio criminal que no hubiera comparecido defendiéndose ante un tribunal , ante sus conciudadanos y no hubiese sido condenado por ellos. Pero fueron los romanos los que se distinguieron por encima de los demás pueblos de la tierra por la consideración de los gobiernos hacia los particulares y por la atención escrupulosa para que fuesen respetados los derechos inviolables de todos los miembros del Estado. No había nada más sagrado que la asamblea de todo el pueblo para condenar a uno solo, ni el senado mismo, ni los cónsules con toda su majestad, tenían este derecho, y para el más poderoso pueblo del mundo el crimen y el castigo de un ciudadano era una desolación pública. Pareció tan duro hacer verter la sangre por cualquier crimen que pudiese cometerse, que por la Ley Porcia la pena de muerte fue sustituida por la del exilio para aquellos que preferían sobrevivir antes que perder la dulzura de la patria.
Todo en Roma y en su ejercito respiraba este amor de los conciudadanos unos por otros y el respeto por el nombre de romano levantaba el coraje y animaba la virtud de quien tenia el honor de llevarlo. El tocado de un ciudadano liberado de la esclavitud, la corona cívica de quien había salvado la vida a otro, eran lo que se miraba con el mayor placer en las ceremonias de los trofeos; y es notable que de las coronas con las que se honraba en la guerra los actos nobles, solamente la corona cívica y la de los triunfadores eran de hierba y de hojas, las restantes eran de oro. Es así como una Roma virtuosa devino dueña del mundo. ¡ Jefes ambiciosos! Quien gobierna sobre rebaños y perros no es sino un pastor , el último de los hombres. Si es hermoso mandar, mas hermoso es cuando los que nos obedecen pueden honrarnos: respetad pues a vuestros conciudadanos y os haréis respetables; respetad la libertad y vuestro poderío a aumentará día a día; no excedáis nunca vuestros derechos, y pronto serán sin limites.
Que la patria se muestre como la madre común de los ciudadanos, que las ventajas de que gozan en su país se lo hagan querido, que el gobierno les deje participar en la administración pública para sentir que es cosa suya, y que las leyes no sean a ojos de todos sino la garantía de esa libertad común. Esos derechos, tan hermosos, pertenecen a todos los hombres, pero sin que parezca que los atacan directamente, la mala voluntad de los que mandan los reducen a la nada con facilidad. La ley de la que se abusa sirve a la vez de arma ofensiva y escudo contra el débil, y el pretexto del bien publico es siempre la plaga mas peligrosa para un pueblo. Lo que hay de más necesario y probablemente lo más difícil para un gobierno, es una rigurosa integridad haciendo justicia a todos y sobre todo proteger al pobre de la tiranía del rico. El peor de los males ya esta hecho cuando existen pobres que haya que defender y ricos a los que contener. Es solamente sobre el termino medio cuando funciona todo el poder de las leyes, éstas son tan impotentes igualmente contra los tesoros de los ricos como contra la miseria de los pobres, el primero las elude, al segundo no le llegan; uno rompe la tela, el otro pasa a través de ella.
Es pues una de las mas importantes tareas del gobierno, prevenir la extrema desigualdad de las fortunas, no quitando los tesoros a sus poseedores sino impidiendo a todos los medios de acumularlas, no en construir hospitales para los pobres sino garantizando a los ciudadanos que no lo sean. “
(1).- Ambos textos son traducción mía de: J.J. Rousseau .- “Oeuvres Completes”.- Tome III.- Gallimard .La Pleiade.- Paris .-1964. pag: 1896-1898 del primer texto y pag 254-258 del segundo .
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