Los historiadores de la escuela de Cambridge a quienes se debe la resurrección académica del republicanismo: Baron, Pockock, G.S. Wood, Baylin,Squinner,... han mostrado como el republicanismo de Maquiavelo llegó a Inglaterra desempeñando un papel importante en el pensamiento político británico del XVII y XVIII y cómo fue exportado a la naciente Revolución Americana. La figura central de recepción de esta influencia fue James Harrington. Su utopía Océana describía lo que sería una república clásica en la Inglaterra de 1656.
A Harrington le motiva, igual que a Maquiavelo, cómo conseguir la estabilidad de los gobiernos en un equilibrio de un elevado grado de permanencia que no fuese a costa de la libertad . Harrington encuentra que son dos instituciones fundamentales que hacen posible una republica justa y perdurable: Una de ellas , la que establece que todos los que ocupen cargos públicos deben turnarse en esos cargos y ser elegidos por votación secreta que todas las medidas legislativas deben de ser aprobadas antes de aplicarse, dividiéndose los que han de adoptar la ley y los que la han de ejecutar. La otra rige la posesión de la tierra.
La forma equitativa de posesión de la tierra es la a base , hoy diríamos socio-económica, que hace posible la republica. La comunidad republicana esta fundada en una igualdad agraria y si el reparto de la tierra es equilibrado, la balanza de la justicia lo será igualmente. Pero tampoco sería estrictamente necesaria la posesión igual de la tierra, sino su equivalente: aquellos que no posean tierras deben tener la garantía d e poder vivir decorosamente aunque no gocen de posesiones. Este fundamento de posesión de una base material sobre la cual asentar su vida es particularmente necesario para los cargos públicos, de manera que tengan tiempo suficiente para dedicarse a la república. Y en general este equilibrio de posesión de la tierra garantiza la preponderancia del interés general, derivado de la razón, sobre los intereses particulares, derivados de la pasión.
El reparto justo de la propiedad y la división de las decisiones entre los que dictan las leyes y los que las ejecutan no plantea gran dificultad a la razón de manera que hasta unas simples campesinas sabrían como hacerlo:
“Por ejemplo: dos tienen, aun sin partir, un pastel que se les dio para ambas, para que cada cual tuviera su mitad correspondiente. “ Parte tu- dice una- y yo elegiré. O déjame partir y tu eliges... Aquello que hace disputar en vano a grandes filósofos lo manifiestan dos inocentes niñas y así todo el misterio de una republica que solo consiste en dividir y elegir.
No es la estricta igualdad lo que interesa a Harrington sino el procedimiento. Para Harrington el fundamento de las instituciones y el procedimiento de su funcionamiento lo son todo, de manera que estructurada así una república, con aquellos dos medios d e las instituciones democráticas y el igual reparto de la tierra y la fortuna, se generarán las acciones apropiadas de los ciudadanos. Estos adquirirán la virtud necesaria de buen ciudadano. Si las leyes y las políticas de la republica son sensatas, los ciudadanos también han de serlo no precisándose una virtud ni un carácter previo . Frente al “ dadnos hombres buenos y nos harán buenas leyes”, Harrington sostiene: “ dadnos buenos procedimientos y nos harán hombres buenos”. Al contrario de Hobbes que sostenía que la prosperidad de los reinos no se debía a sus leyes sino a los grandes hombres que imitasen a ejemplos. Harrington replica: “ Como si tan grande emulación pudiera engendrarse sin una grande virtud, tan grande virtud sin la debida educación, la debida educación sin las mejores leyes”.
Esta posición recuerda un debate antiguo de un necesario equilibrio para constituir las repúblicas: la de los que afirman – con Rousseau - que “ningún pueblo será otra cosa que lo que la naturaleza de su gobierno haga de el (1)“ o ”que los pueblos son a la larga lo que el gobierno les hace ser “ ( 2), o incluso “ los vicios no pertenecen tanto al hombre como al hombre mal gobernado” (3) y la de los que proclaman- como también el Rousseau que dice que debe establecerse la republica en los corazones antes de conseguirla: (4)- que las buenas republicas existen , antes y previamente , en la virtud de sus ciudadanos.
El eco de este equilibrio casi imposible se encuentra hoy en las posturas de la democracia procedimental y democracia como ética y forma de vida. La primera mas próxima a un republicanismo de corte liberal o viceversa ( Habermas, Rawls ), la segunda a un republicanismo desde el fuertemente ético ( Arendt ) hasta otro de moderadas exigencias de virtud ( Viroli) .
Harrington se sitúa entre los primeros. Pero el planteamiento sigue abierto y constituye, además de otras consecuencias que se deduzcan de las dos concepciones teóricas contrapuestas, una de las claves para una estrategia de la izquierda en los tiempos adversos, como hoy.
(1).- J.J. Rousseau : « Confesiones »
(2).- J.J. Rousseau “Economía Política.”.-
(3).- J.J. Rousseau « Narciso »
(4).- J.J. Rousseau “Consideraciones sobre el gobierno de Polonia”
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