Empieza uno juntándose con Montesquieu y se termina en la calle de la rebelión.
Reproducimos una historia breve y políticamente sabrosa, es decir llena de consecuencias y de materia para la reflexión , del imaginario pueblo de los trogloditas .
“Como el pueblo aumentaba cada dia, los trogloditas consideraron conveniente elegir un rey. Convinieron que había que otorgar la corona a quien fuera el mas justo, y todos pusieron los ojos en un anciano venerable por su edad y por una larga virtud. Este no había querido encontrarse en la asamblea, se habia retirado a su casa con el corazón estrujado de tristeza.
Cuando le enviaron delegados para informarle de la elección que habían hecho dijo:“Dios no quiera que haga a los trogloditas el daño de que puedan creer que entre ellos no hay nadie mas justo que yo. Me otorgáis la corona, y si así lo deseáis absolutamente, deberé aceptarla, pero estad seguros de que morire de dolor por haber visto al nacer a los trogloditas libres y verlos hoy sometidos.”
Y con estas palabras derramó un torrente de lágrimas.“¡Día desdichado¡-exclamaba-. ¿ porqué he vivido tanto?”.
Y luego exclamo con voz severa:
“ Ya bien veo lo que sucede , ¡ Oh trogloditas!. Vuestra virtud comienza a pesaros. En el estado en que estáis, sin tener jefe, es necesario que seáis virtuosos a pesar vuestro. Sin eso, no podríais subsistir y caeríais en la desgracia de vuestro primeros padres. Pero ese yugo os parece demasiado duro; preferís estar sometidos a un príncipe y obedecer a reglas menos rígidas que vuestras costumbre. Sabéis que entonces podréis contentar vuestra ambición, adquirir riquezas y languidecer en una cobarde voluptuosidad; y que, con tal de evitar caer en los grandes crímenes, no necesitareis la virtud.”
Se detuvo un momento y sus lágrimas corrieron aún más.
.- ¿ Y que pretendéis que yo haga? ¿ Cómo es posible que yo ordene algo a un troglodita? ¿ Queréis que realice una acción virtuosa porque yo se lo ordeno, él, que de todos modos lo haría sin mi y por la sola inclinación de su naturaleza? ¡ Oh trogloditas!, me encuentro al final de mis dias, mi sangre está helada en mis venas, pronto veré a vuestros sagrados ancestros; ¿? Porque queréis que los aflija y me vea obligado a decirles que os he dejado bajo un yugo distinto del de la virtud?”
Esta Historia la relata Montesquieu, por boca de Ubzeck en sus Cartas Persas ( Carta 14 de Ubzeck a Mirza ). Puede leerse de muchas maneras. Una de ellas es a la luz de la frase comentada de Montaigne:“ Quod me ius cogit, vix volunate impetret” ( lo que no consigo con mi fuerza de voluntad me lo impone la ley),
,o su equivalente en negativo , ilustrado por aquella frase de Solon:“ La religión y las leyes cuando la muchedumbre se comporta bien son inútiles, y cuando se comportan mal, para nada sirven” ,
,o de Antistipo cuando le preguntaban qué ventaja tenían los filósofos, que respondió: “ Si fueran abolidas todas las leyes seguiríamos viviendo del mismo modo”.
Que esto era un tema recurrente nos lo muestra el mismísimo Aristóteles que cuando le preguntaron que había sacado de la filofosia dicen que respondió : “ Hacer espontáneamente lo que otros hacen por miedo a las leyes”.(Esta ultima respuesta nos llevará lejísimos si tiramos de ella, nada menos que hasta el Wittgenstein de : " entender significa saber como comportarse")
En suma, se afrontarían las posiciones que por un lado privilegian la virtud ciudadana como lo más importante constitutivo de la ciudad y la positiva de Montaigne. Para aquella, el peligro es el optimismo ilusorio de creer que todos pueden comportarse como filósofos y el correspondiente objetivo político del uso de la paideia, la educación , como emancipadora, para ésta un pesimismo realista que permite administrar y gobernar pero que puede llevar a un conformismo y abstención resignados.
Habermas plantea otra perspectiva de acercarse al asunto. La ley legítima cumple una doble función: por una parte es el resultado del acuerdo y consentimiento de los implicados que se conviene tras discursos públicos racionales. ( lo que implica participación responsable y discurso racional, es decir virtud, vix voluntate ) Por otra parte , su carácter imperativo, cogens, hace su operatividad y estabilidad , permitiendo la administración de las cosas públicas evitando que tenga que repetirse en permanencia aquel acuerdo , absolviendo de esa obligación( me ius cogit) y ahorrando esfuerzo y energía social. A la larga , llegaríamos al mismo insoluble dilema puesto que si los participantes en estos discursos racionales son capaces de acordar , reunirse de manera equitativa , ( dándose mutuamente la equidad, interesados en participar, capaces de discurso racional publico, atfribuyendose mutuamente valores de persuasión natural, etc .. ) ya poseen la virtud que hace que el dialogo no sea mas que un juego floral ocioso y fácil entre ejemplares ciudadanos. a los que les sobraría la imperatividad de la norma.
La única óptica que permitiría salir del dilema es la que considera que no se puede confundir la deliberación y el juego político democrático como un intercambio apacible de virtuosos y que esta deliberación y aquella virtud desencarnadas son ajenas a la dominacion económica y no reflejan desigualdades de poder. Toda la política, sea deliberación democrática o no , esta marcada por la asimetría de los participantes: desde la desigual distribución de recursos hasta las habilidades retoricas, pasando por todas las formas de dominación derivadas de la desigualdad material Los comportamientos políticos no dependen solo de la persuasión racional pues la fuerza y el poder han de intervenir necesariamente. La fuerza y la violencia tambien estan presenten en los procesos de deliberación democráticos cuando se invoca a la mayoría para resolver el impasse de la unanimidad. Porque la medida de la fuerza impondrá siempre limites finales a la deliberación, es por lo que la legitimidad de los procesos democráticos gravita mas en que la forma del proceso de deliberación que conduce a la mayoría y a lo que se convenga haya sido equitativo , simétrico y en condiciones de igualdad antes que en que haya sido mayoritario. Las condiciones del proceso de deliberación desempeñan un papel fundamental para establecer la legitimidad del resultado., y la lucha política es esencialmente lucha , y no solamente aplicación de virtudes, para obtener ese puesto de equivalencia y simetría emancipada de cualquier dominación previa susceptible de deslegitimar la necesaria posición igual de los interlocutores. En otras palabras, deberá haber codazos para situarse a la mesa deliberativa para que , una vez todos sentados en la mesa del banquete pueda existir el discurso de la razon publica desinteresada.
En ese marco , la virtud es necesaria en dos momentos. Un primero, la virtud como conciencia de emancipación, compromiso por el autogobierno, valoración de la igualdad , para hacer posible asumir la necesidad de esa lucha, pues sin esta conciencia y responsabilidad siempre los poderosos aprovecharan y promoverán de muchas y astutas maneras la “servidumbre voluntaria” de los desposeídos para hacerse cargo en exclusiva de la definición del bien común y de la ley. Una segunda, para que lo convenido sea fruto de una deliberación de discursos racionales inspirada por la disponibilidad de dejarse llevar por razón de interés común antes que la corrupción del mero pacto y transacciones de intereses facciosos . Es la virtud que deriva de considerar la polis como un cuerpo moral no como un simple “ bueyes paciendo en el mismo prado” que censuraba Aristóteles. Con posterioridad a la adopción de los acuerdos, en el funcionamiento del mecanismo de la ley , vuelve a aparecer la doble dimensión de violencia y fuerza ( coactividad igual para todos de la ley) e interés cívico virtuoso por su eficacia. Y ese doble momento del funcionamiento volverá a aparecer en la dinámica del tiempo pues el propio fundamento de la norma- la voluntad general- será la que inspire su quebrantamiento por una nueva legalidad que haya de imponerse. Porque raramente las nuevas legalidades que responden a emancipaciones clamorosas han nacido históricamente de las urnas sino que han sido dadas a luz por el uso de la fuerza
Para el rey de los trogloditas esta dicotomía suponía un desgarro trágico. Porque era un hombre sabio.
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