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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

22/1/13

ACTUALIDAD. Sobre la corrupción de los políticos




Miguel Angel Domenech


La pregunta sobre las causas de una   más aguda critica y  desafección hacia los políticos que se registra hoy día en nuestras sociedades  debería estar precedida por  esta otra: ¿Porque ahora? .No es aceptable la respuesta de la provocación que haya supuesto la aparición súbita y abundante de casos de políticos corruptos porque  ni es súbita ni es nueva  ni es  mas abundante que en otros tiempos. La práctica de ejercer  las funciones publicas obteniendo de ello un  beneficio personal, ni es  un fenómeno actual  ni sorprendente. No poseemos encuestas realizadas en  época del aprovechado  Alcibiades  del siglo IV y aunque poseemos los discursos indignados de Ciceron contra  Catilina, no fue anotado históricamente  que ello condujese una desafección hacia  los responsables políticos sino al contrario, suscitaba un discurso orgulloso y republicano de valoración de la virtud cívica y elogio  del compromiso político virtuoso y de aquellos que lo practicaban e incluso de insistencia en la necesidad  de  una vida ciudadana más política.  La mayor presencia de ciudadanos airados  y mayores indignaciones de hoy  no nos explica  sino que  nos  hace retornar  a la misma pregunta formulada de otra manera ¿Porque la corrupción  es hoy  menos tolerada?

El Estado y la actividad política, para el liberalismo que rige nuestros destinos colectivos, se legitima, de hecho, no  por lo jurídico sino por   económico. Es la economía lo que permite afirmarse al Estado y al gobierno de las cosas públicas. El buen funcionamiento de la economía  producía  un acuerdo permanente .Los agentes sociales, a titulo de inversores, de trabajadores, de empleados, a título de sindicatos o de consumidores, todos estos socios de la economía producen un consenso permanente en la reproducción de la riqueza y de la economía que da lugar a un pacto  que  se hace político. El subproducto óptimo que da a luz el liberalismo económico no es el económico, no es solamente  el Estado de Bienestar sino el Estado mismo, la política misma y la actividad de los políticos. En una sociedad capitalista de mercado lo que legitima la política es la economía política. En ella, la economia produce signos politicos que permiten la justificacion del poder. Nada más expresivo de esta función que el cinico consejo que entre si se daban los socialdemocratas gobernantes el  " Consigue un buen ministro de economia y échate a dormir" de W.Brandt a Felipe Gonzalez.

Según Max Weber  el enriquecimiento  -para el protestantismo calvinista- era signo de la elección de un individuo por Dios. Este fue el motor moral  del capitalismo.  El rico, por su ahorro y trabajo, si había obtenido riqueza, obtenía no solamente legitimidad por  su riqueza sino que además  esta misma prosperidad   era un signo de que alcanzaría la salvación. El enriquecimiento global en el Estado del  capitalismo liberal es hoy  un signo- ya no de elección divina- sino signo de legitimidad del Estado  mismo que motiva  la adhesión cotidiano de los  ciudadanos al hacer de los políticos .El individuo de la sociedad liberal estima a sus políticos  no por ser agentes de la democracia sino agentes de la eficacia . No por ser mandatados  de la  razón y la voluntad colectiva   sino por ser  agentes comerciales de la voluntad y de la racionalidad del mercado. La moralidad política no deriva del cumplimiento de la ley convenida  y de la producción de la norma como resultado  de la decisión del pueblo sino del cumplimento de las leyes naturales  del mercado y de  la formulación de las normas humanas según la exigencia de aquellas leyes consideradas  naturales.   El hacer del político no se fundamenta en un agere civile sino en un agere económicamente exitoso. Por el lado del gobernado, la ciudadanía no  se preocupa por ningún vivere civile sino por un vivere consumidor y de enriquecimiento.   Es el “Enrichissez-vous” de Guizot y  el  “Somos el pais donde mas rápido puede uno enriquecerse” de Solchaga. El Estado, el gobierno y los políticos  representantes  mandatados por el pueblo no son  preferibles ni justificados en la medida en que cumplan   la voluntad del pueblo y el mandato  por el que son elegidos a ejercer su magistratura sino porque son  útiles. Lo imperdonable no era que fuesen injustos o corruptos, sino que fuesen desacertados. El político óptimo no es el que representa la voluntad del pueblo sino el que es útil, hábil, inteligente,… y enriquece más. (A los otros como a si mismo).

De la misma manera que el mercado ya no se situaba en la plaza , es decir, en un lugar publico, sino en oficinas técnicas, la política- a imagen de este nuevo mercado- no se situaba en ningún ágora público sino en las oficinas de los ministerios, con puerta de acceso a los empresarios y los negocios.  Nadie reprochaba a los políticos que se ocultasen en sus despachos y pudiesen enriquecerse oscuramente utilizando aquella puerta. Este era su trabajo. Si el Estado se justificaba, no por el derecho  y la justicia sino por la economía,  la promoción de las ventajas de los intereses individuales, y la protección del juego libe de esos intereses, entonces  los políticos debían hacer lo mismo. Aquellos que estuviesen en el poder, se les decía: “dejad hacer – laissez faire- a los libres juegos del interés y  dedicad vuestra  función publica a garantizar las condiciones del provecho individual, incluido, ejemplarmente, el vuestro propio. Los que estéis  en la oposición  denunciad el desacuerdo con los errores funcionales y  reclamad el turno del mismo ejercicio.”

El esquema político del liberalismo  produce lo público y la ley como un contrato social – a imagen del jurídico contrato de negocios-  de intereses individuales o corporativos  contrapuestos. Lo publico, lo político, debe limitarse a la garantía del funcionamiento sin interferencias de esos intereses, para lo que debe utilizar de manera privilegiada los instrumentos  de orden judicial, y  policial.  La libertad es que nadie intervenga en mi vida. Competitivamente, mi libertad termina donde empieza  la de los otros. La libertad de los otros es la frontera de la mía   por lo que estoy interesado en que la de estos  otros acabe pronto y las fronteras de espacio de libertad  del otro sean mínimas. La desigualdad forma parte útil y necesaría del procedimiento. La economía  no solo es el paradigma de ese esquema (contrato, intereses individuales, beneficios, competencia,…) sino que su buen funcionamiento es la prueba ultima de su verdad. Se tienen los políticos que ese esquema demanda.: Competitivos, atentos a su interés individual, desiguales, inclinados a lo  represivo,  orientados al beneficio. Sus lugares favoritos: la empresa y la cárcel.  Son destacados  mercaderes, gerentes  apoderados. Por último, se tienen los ciudadnos que se merecen: desiguales, consumidores, peticionarios de servicios que prestan sus votos a aquellos otros como pago y los justifican por su habilidad.

En el esquema republicano, la ley  y lo público es un producto de la voluntad popular, no de contrato. Es resultado de la actividad política de los ciudadanos que se comprometen en darse sus propias normas y autogobernase. El Estado, no es una estructura técnica instrumental  diferente sino que es la propia comunidad, la  asociación igualitaria  de  los ciudadanos  gobernándose. El mecanismo que garantiza el funcionamiento es el compromiso civil de los ciudadanos, su educación y motivación por la suerte de lo común y de los otros.  La condición de toda esta arquitectura es la igualdad  tanto material como  jurídica. Su motivación no es los intereses particulares sino el ejercicio de la libertad. Mi libertad comienza donde empieza la de los otros, por lo tanto  estoy interesado en que los otros tengan temprana y abundante la libertad. La igualdad es necesaria. Se tiene los políticos que ese esquema pide: ciudadanos iguales a los demás,  obligados a la voluntad popular, sensibles a lo que es de todos, preocupados por la igualdad, solidarios. Su sitio  preferido: la escuela. Son ciudadanos, iguales mandados y  brevemente mandatados. Finalmente se tienen los ciudadanos que se merece: todos son políticos,  iguales, participantes,  solidarios, que se turnan brevemente en las funciones de mandar y obedecer. (1)

¿Donde, entonces, se promueve al corrupto? ¿De donde viene el político corrompido? ¡Siempre ha estado ente nosotros! El político corrupto era el político, a secas ¿Porque es ahora censurado? ¿Quae fuerant mores vicia sunt? ¿Porqué lo que fueron costumbres  ahora son vicios? ….Simplemente porque en esta sociedad liberal de mercado  el lugar de la verdad de lo político está en la economía y en el mercado  y si éste no marcha lo político y todos sus agentes  quedan en el campo de la mentira.

Si es el mercado, el interés, el lucro , el que debe decir la verdad de la practica de gobierno, si el éxito en la riqueza y el beneficio  es  el criterio  de lo público, cuando esto cesa y los mercados se derrumban, todo lo público es un embuste y lo político deslegitimado. Siendo  el mercado y sus beneficios el lugar de verificación y falsificación de la práctica política, cuando no produce lucro,  toda la política es una falsedad.

Pero ni los políticos son ahora más perversos que antes ni  en los ciudadanos  ha surgido una nueva sensibilidad moral de la que antes carecían. El político sigue siendo el mismo, el que una vez agotado el hecho democrático  en el voto  y con el nombramiento en mano y con perspectivas de prolongarse, va a lo suyo. Es, y era, el político-mercader. El ciudadano sigue siendo igual: el que juzgaba al gobierno según la eficacia en la asignación de recursos para ser consumidos.  Fallida la economía política, fallida la política. Es, y era el individuo-consumidor. Nadie es  menos culpable  que ayer ni ninguno más  meritorio hoy.

Es la propia racionalidad del sistema capitalista liberal. . El  mercado,  a quien se le  ha consentido  ser el juez ha dictado su veredicto y  ha expuesto y su verdad.  Ha dejado al  rey desnudo de razones  y al político  con el culo al aire. Pero aquél nunca ha estado  vestido y éste sierre habia sido   un corrupto.  Ahora nos damos cuenta. ¡A buenas horas mangas verdes!



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(1) No siempre el concepto de corrupción  ha tenido el mismo significado que el que hoy tiene de delito tipificado penalmente en la forma de cohecho, malversación, etc. Para lo republicanos  florentinos del XV-XVI, los corrompidos políticamente eran los que ponían sus intereses personales prevaleciendo por encima del interés común y esa corrupción incurrían para Maquiavelo, tanto gobernantes como gobernados. Políticos o  ciudadanos podían ser corruptos si descuidaban su interés por lo público, hasta el punto que una población entera podía  volverse corrupta de manera casi irreversible si se prolongaba su sometimiento a una tiranía y la  gente  se acostumbraban hasta tal punto a ella, a obedecer sumisamente conformándose con sus ventajas individuales, que olvidaban el gusto   por la libertad. Esa población podía quedar así  tan gravemente dañada  en su vivir civil que eran ya  para siempre incapaces de vivir libres. Corruptos igualmente y degeneradas-se señalaba entonces y por los revolucionarios ingleses del XVII y franceses del  XVIII- eran las costumbres que ocasionaron la caída y decadencia de la republica romana, el ansia de vivir opulento, el olvido de la vida moderada y sobria, el afán de lucro. El ejemplar Cincinato  de Tito Livio , abandonaba la vida privada donde le encontraban labrando la tierra con sus bueyes para atender  a la llamada de la Republica y volvía de nuevo a su  humilde trabajo  y no a ningún Consejo de Administración, cuando terminaba la labor que se le había encomendado. Los ciudadanos y los políticos debían de  reencontrarse  iguales, disponibles y desinteresados en los surcos de  labranza. Existía  asimismo el mito politico ejemplar de una Esparta  hecha de ciudadanos virtuosos y pobres pero libres.  Con estos mimbres los políticos de hoy, acusados de corrupción, podrían puerilmente replicar a sus  airados conciudadanos:” ¡Y tu más!”. 

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