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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

18/7/13

HANNAH ARENDT: La banalidad del mal


Hace años, en mi reportaje sobre el proceso de Eichmann en Jerusalén, hablé de la “banalidad del  mal”, y con esta expresión no aludía a una teoría o a una doctrina, sino a algo absolutamente fáctico, el fenómeno de los actos criminales  cometidos a gran escala, que no podían ser imputados a ninguna particularidad de maldad, patología o convicción ideológica del agente, cuya única particularidad distintiva es quizá una extraordinaria superficialidad. Sin embargo, a pesar de lo monstruosidad  de sus actos, el agente no era un demonio, ni un monstruo, y la única característica especifica que se podía detectar en su pasado, así como en su conducta a lo lago del juicio y el examen policial previo fue algo enteramente negativo: no  era estupidez, sino una curiosa y absolutamente incapacidad para pensar. Funcionaba en su papel  de prominente criminal de guerra del mismo modo que lo había hecho bajo el régimen nazi: no tenia la mas minima dificultad en aceptar un conjunto enteramente distinto de reglas. Sabia que lo que antes era su deber ahora era  definido como un crimen, y aceptó este nuevo código de juicio como si fuera mas que una regla del lenguaje distinta, A su ya limitada provisión de estereotipos había añadido algunas frases nuevas y solamente se vio totalmente desvalido al ser enfrentado con una situación  en la que ninguna de estas era aplicable como, en el caos mas grotesco, cuando tuvo que hacer un discurso bao el patíbulo y se vio obligado a recurrir a los clichés usados en las oraciones fúnebres, inaplicables a su caso porque el  superviviente no era el. No se le había ocurrido pensar en como deberían ser sus ultimas palabras en caso de sentencia de muerte que siempre había esperado, del mismo modo que sus incoherencias y flagrantes contradicciones a lo largo del juicio no le habían incomodado. Clichés, freses, hechas,  adhesiones a lo convencional, códigos estandarizados de  conducta y de expresión  cumplen la función socialmente reconocida de protegernos de la realidad, es decir, sobre los requerimientos que sobre nuestra atención pensante ejercen los acontecimiento y hechos en virtud de su misma existencia. Si siempre fuéramos sensibles a este requerimiento, pronto estaríamos exhaustos. Eichmann se distinguía únicamente en que paso por alto todas estas solicitudes.

Esta total ausencia de pensamiento atrajo mi atención. ¿Es posible hacer el mal, los pecados de omisión y también de comisión cuando falta no ya solo los “ motivos reprensibles” ( como los denomina la ley) sino cualquier otro tipo de motivo, el mas mínimo destello de interés o volición? La maldad, como quiera que la definamos, ese  “estar resuelto a ser villano” ¿ no es una condición necesaria para hacer el mal?. Nuestra facultad de juzgar, de distinguir ll o bueno de lo malo, lo bello de lo feo, ¿depende de nuestra facultad de pensar? ¿Hay coincidencia entre la incapacidad para pensar, en si misma,  y el fracaso desastroso de lo que comúnmente denominamos conciencia? Se imponía la siguiente pegunta: la actividad  de pensar, en si misma, el habito de examinar y de reflexionar acerca de todo lo que acontece y llama la atención, independientemente de su contenido especifico y de sus resultados, ¿ puede ser de tal naturaleza que “ condicione” a los hombres contra el mal?. La misma palabra con-ciencia, en cualquier caso apunta en esa dirección, en la medida que significa  “conocer consigo y por mi mismo”, un tipo de pensamiento que se actualiza en cada proceso de pensamiento. Por ultimo ¿ no se refuerza la urgencia de estas cuestiones por el hecho bien conocido y alarmante te de que solo la buena gente es capaz de terner mala conciencia, mientras que ésta es un fenómeno muy extraño en los auténticos  criminales. Una buena conciencia no existe sino como ausencia de la mala.

“ El pensar  y las reflexiones morales”.- en Social Research 1971 Hanna Arendt


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