Roberto
Gargarella
En el debate ideológico contemporáneo-según asumo- la filosofía
liberal ha ido asumiendo un decisivo protagonismo. Este protagonismo puede advertirse
sobre todo en la difusión y respaldo alcanzado por muchas de sus principales
propuestas: respeto de los derechos individuales, gobierno representativo, equilibrio
de poderes, libre mercado. De todos modos, y a pesar del carácter hegemónico que
aparentan tener estas ideas, el liberalismo ha tenido y aun tiene rivales de importancia-
rivales con los cuales se ha enfrentado hasta alcanzar la supremacía teórica
que hoy disfruta. En lo que sigue, me
ocuparé de caracterizar el liberalismo en primer lugar, para luego hacer lo
propio con una de las principales concepciones que lo ha desafiado: el republicanismo.
(...)
(...)
El liberalismo y el “ muro de separación” en defensa de la
autonomía:
Si existe un rasgo que ha convertido al liberalismo en una
doctrina novedosa y merecedora del mayor reconocimiento, este es el referido a
la defensa de los derechos individuales. De hecho, tano en Europa como en los
Estado Unidos, y durante mucho tiempo, la visión liberal fue identificadaza con el dictado de “declaraciones de derechos”. Un hito
fundamental en este desarrollo de los derechos, lo constituye la lucha emprendida
por muchos liberales con el objeto de separar la Iglesia del Estado: la
idea, entiéndase, era la de impedir que algún grupo o mayoría circunstancial
impusiera sus propias creencias sobre aquellos individ!uos que sostenían
convicciones diferentes.
La disputa en torno a las facultades del estado en materia
religiosa, marcó la vida política inglesa muy notablemente durante el siglo
XVIII-una época en donde las criticas frente al violento accionar del Estado en
esta materia comenzaron a reiterarse y a ganar adhesión pública. En los Estados
Unidos, “tierra prometida” a la que
llegaron muchos ingleses, escapando de la persecución que sufrían en su país de
origen aquel debate sobe el uso legitimo de la coerción estatal llegó a ocupar
el mismo centro de la escena publica. Ello,
hasta que comenzó a consolidarse la ida de que el Estado no debía entrometerse
en las creencias particulares de cada uno... Los liberales, entonces, propusieron con éxito el levantamiento
de un
“muro” infranqueable entre Estado e Iglesia. El “muro liberal” separó
desde entonces, el campo de lo publico
del ampo de lo privado.
La doctrina liberal que desde finales del siglo XVIII
adquirió un acelerado desarrollo, siempre preservo en su núcleo el principio
básico entonces enunciado: se debe respetar la autonomía personal de cada uno,
en tanto el ejercicio de dicha autonomía no implique perjuicios relevantes
sobre terceros. La riqueza de este sintético principio demostró ser
extraordinaria. Ante todo, el mismo tornaba visible el valioso individualismo defendido
por los liberales. Para el liberalismo, cada persona merece ser respetada y
tratada adecuadamente, cualesquiera sean sus concepciones mas intimas. Por otra
parte, dicho principio daba cuenta del tipo de neutralidad que, desde sus
orígenes, el liberalismo reclamaba del Estado. Para esta doctrina, exigirle al
Estado un comportamiento neutral significa exigirle que no utilice su poder coercitivo en nombre de
ninguna religión o filosofía de vida de
modo tal que prohíba algún culto, o para perseguir a quienes defienden
políticas diferentes, o para dar apoyo exclusivo o preferente solo a quienes
comparten las ideas del gobierno de
turno. Lo expresado en el punto anterior nos permite advertir, además, el
igualitarismo que encierra la posición liberal tradicional y que, según entiendo,
es el que convierte ésta en una posición atractiva. El igualitarismo propio del
liberalismo s reconoce, fundamentalmente, en el presupuesto de que todas las
personas nacen libres e iguales. Porque parte de este presupuesto, el
liberalismo puede sostener que nadie se encuentre en una posición moral
privilegiada, esto es, en una condición que
permita dictaminar como es que deben vivir todos los demás. Para el
liberalismo, cada individuo tiene el derecho de escoger su propio proyecto
vital aun cuando dicha elección implique adoptar una concepción del bien que
todos los demás consideren equivocada.
El “ principio de
la distinción”
La defensa liberal de los de los derechos individuales constituye,
seguramente, el ““núcleo duro” de su doctrina. De todos modos, corresponde
señalar que, tradicionalmente, el liberalismo ha venido acompañado de otras
propuestas de relevancia. A continuación, y brevemente, procurare dar cuenta de
dos de estas otras propuestas.
En primer lugar, la necesidad de proteger férreamente
ciertos derechos individuales ha llevado al liberalismo, desde sus inicios a
defender una peculiar organización institucional orientada a asegurar tal
custodia. Típicamente y asumiendo que las personas n se encontraban “naturalmente”
motivadas para ayudar a los demás, muchos de entre los Federalistas norteamericanos
sostuvieron que debería operarse sobre las oportunidades abiertas a cada uno- y
en este sentido principalmente sobre el sistema institucional- para al menor “
cerrar “ y “ obstaculizar “ el desarrollo de ciertos comportamientos opresivos.
Convencidos de tal necesidad, los federalistas se preguntaron cul era la
amenaza que se cernía sobre lo derechos individuales (y por lo tanto cual era la amenaza que debería contenerse a través
del diseño institucional) y encontraron una inmediata respuesta: la principal
amenaza era la ue se derivaba dl accionar de los gupos mayoritarios facciosos
y, muy especialmente, de las facciones mayoritarias que actuaban en el
Congreso. La lógica de este pensamiento expuesta acabadamente por Madison en
The Federalist nº 10 parecía implacable. Los grupos facciosos minoritarios- decía
Madison- pueden ser contenidos fácilmente
a través del voto mayoritario. Pero- se preguntaba- ¿ A los grupos
mayoritarios quien os contiene?. La historia norteamericana, por otro lado, contribuía
a respaldar a ellos temores frente a las mayorías: el periodo preconstitúyete
había sido dominado por legislaturas ambiciosas, dispuestas a imponerse a los
demás órganos gracias al respaldo popular de que gozaban.
La casi totalidad de os miembros de la Convención Federal
se mostraron coincidentes con el tipo de preocupaciones que Madison presentara.
Por ejemplo, Gouvernor Morris proclamo durante los debates constituyentes que
en la mayoría de Estados, la
Cámara de representación popular se caracterizaba por su “
“precipitación , maleabilidad y exceso” . Rufus King sostuvo que le gran vicio
el sistema político era la de “legislar demasiado” Georges Mason aseguro que “debería esperarse
siempre de parte del poder legislativo la aprobación de leyes injustas y
perniciosas”. Ghorum afirmó que los cuerpos tan numerosos “no podían sentirse guiados por ningún principio de
responsabilidad” dando asi “pleno juego a la intriga y a los excesos”, Davis critico a los planes presentados en la Convención “por no prever barreras suficientes
frente a las asambleas tumultuosas”
Teniendo en cuenta convicciones como las citadas, no fue
sorprendente que las primeras creaciones de la Convención Federal
terminaran siendo las siguientes: la consagración de un estricto sistema e
representativo y el hoy popular esquema de frenos
y contrapesos. Ambas iniciativas respondieron a un compromiso común con lo ue denominare “principio de la
distinción”., que reclamaba asegurar un fuerte distanciamiento entre ciudadanía
y política. Dado el fundado temor de que circunstanciales mayorías se “apropiasen
“del sistema institucional ( y en definitiva, del aparato coercitivo estatal)
para utilizarlo en su beneficio, se procuro m por un lado , distinguir y
diferencias a los representantes de los
representados, y por otro, fijar cuidados adicionales sobre la rama mayoritaria
del gobierno que era la ue corriea mas riesgos de resultar atrapada por
aquellas minorías facciosas.
El “principio de distinción” fue claramente defendido por Madison en su
escrito mas importante. The Federalis nº 1º, en su cuidadosa justificación el
sistema representativo. En este sentido, y lego de rechazar las formas mas
directas de democracia, Madison propuso adoptar un sistema de gobierno basado
en la representación, y defendió al mismo por su capacidad “para refinar y
ampliar la voz publica pasándola por un tamiz de un cuerpo es cogido por la ciudadanía”.
Estos representantes- sostuvo entonces- iban
a pensar en mejores condiciones que los propios ciudadanos para
identificar y defender “el bien publico”, La principal defensa de esta separación
entre ciudadanos y representantes, entonces, n estuvo relacionada con la
imposibilidad de$ poner en practica la democracia directa, sino con la decidida
voluntad e dejar el gobierno en anos de unos pocos representantes, libres de las
presiones mayoritarias.
Cabe destacarlo, el “principio de distinción” al que he
hecho referencia era exactamente el mismo que había sido defendido en
Inglaterra por Edmund Burke, en uno de posprimeros y mas notables debates
públicos de la historia inglesa. Enfrentado a Henry Cruger, un político radical
que propugnaba el sometimiento de los representantes a la voluntad de sus
electores ( y mas específicamente al dictado de instrucciones obligatorias para
los representantes) Burke sostuvo que los funcioanri0s electos no debían
ser “esclavos” de su electores, y que
debían tener las manos libres para actuar del modo en que estimaran correcto,
La ciudadanía debía hacerle conocer sus “ males” sus “dolencias”, pero en
definitiva, debían ser los mismos representantes quienes m, como los “ médicos”
deian diagnosticar la enfermedad y encontrar los “ remedios” adecuados” para
curarla.
Th.Jefferson |
La “ mano invisible” como
forma de “ economizar virtudes”
El tercer aspecto del liberalismo sobre el cual quiero
detenerme tiene que ver muy especialmente ( aunque no únicamente) con su visión económica. Como resulta claro
desde la sección anterior, el liberalismo examina los problemas propios de la
esfera pública con los mismos lentes y a partir de los mismos parámetros con
los que examina los problemas atenientes a la “vida privada” de las personas. Adviértase, la
ecuación en juego es siempre la misma: se pretende defender al individuo, al
que se reconoce como plenamente responsable de sus acciones y decisiones, se
asume que la principal amenaza que se cierne sobre la autonomía individual es
la que proviene del poder publico
dependiente, de modo habitual, de la voluntad mayoritaria; y se sugiere,
cono remedio a dicho mal , la limitación del poder del estado.
En el terreno económico, aquel análisis tiene paternidades
muy conocidas que van desde un lejano
Herbert Spencer hasta un mas habitual Adam Smith, con su conocida glorificación
de la “mano invisible”. Como señala Geofrey Brennan, la “mano invisible” con la
que el liberalismo propone organizar la vida económica de la sociedad no s otra
que la misma “mano invisible” con la que los liberales ( y muy destacadamente
los Federalistas americanos) concibieron y siguen concibiendo la política y el
sistema institucional.
En efecto, y como sabemos, los liberales defienden el
mercado libre (y rechazan, en principio todo tipo de intervencionismo estatal
en la economía) bajo el presupuesto de que dicho mercado constituye un medio
optimo para permitir el desarrollo autónomo de los individuos. Notablemente,
sostienen, el mercado libre cumple con sus propósitos ( digamos, ayuda a que se
produzca el “ pan que la sociedad necesita)v sin descansar significativamente
en la benevolencia humana ( el mercado nos permite “ economizar virtudes”), y
proveyendo a los individuos, a la vez, de las señales que necesitan para saber
como actuar en interés publico. . Por todo lo dicho, los liberales consideran
que la política debe seguir al merado en
lugar de remplazarlo) proveyendo el marco mas adecuado para su desarrollo, y en
todo cao corrigiendo las “distorsiones” que amanzana con desvirtuarlo.
Por supuesto, la visión liberal sobre la económica ha sido
objeto de múltiples objeciones ( típicamente
recuérdese la critica acerca de
las dificultades del mercado para producir “ bienes públicos”) sobre las que no
voy a detenerme. Solo diré, por el momento, que al bloquear el accionar del
Estado, el liberalismo tanbien bloquea la capacidad de los individuos para
organizarse colectivamente, a los fines de toar el control de la vida publica.
Y no resulta tan obvio que este bloqueo de la pontica promovido por el
liberalismo resulte coherente con su
elogiada defensa de la autonomía personal. En definitiva podría decirse, asi como
los individuos tienen derecho a acertar o equivocarse en la elección de sus
propios planes de vida, los individuos también deberían tener el derecho de acertar o equivocarse en la organización
de su vida en común. Mas adelante volveré sobre este polémico punto que, según
espero, podrá examinarse mejor luego del siguiente análisis sobre a alternativa
republicana.
El republicanismo y el autogobierno colectivo: el
“consenso de los que viven” frente a la
“ autoridad de los muertos”
La alternativa republicana que analizare de aquí en
adelante reacciona frente a los principios que guían el liberalismo y procura,
ante todo, reparar dos de los principales “males” que serian propios de la concepción
anterior. El primero de tales “males” seria el estado de “alineación” aparentemente
provocado por las políticas liberales. Dicha alineación resultaría tanto del
distanciamiento entre ciudadanos y poliicos promovido por el liberalismo como los
obstáculos impuestos por esa concepción frente a todo posible control publico
según la vida económica o cultural de la comunidad. El segundo de los “males”
citados tenía que ver con los “déficits” igualitarios del liberalismo. Por
ello, según dice, el republicanismo intenta reconstruir una postura igualitaria
allí donde el liberalismo parece abandonarla: el republicanismo pretende que la
via publica resulte de, y sirva a , la voluntad ciudadana. De todos modos ants
de aviene de avanzar con mas detalle en el examen de estas dos criticas
conviene que precise a que me refiero cuando hablo de republicanismo.
Ante todo, conviene decir que bajo el concepto de
republicanismo es posible agrupar una enorme diversidad de autores activos en épocas
diferentes, y orientados a partir de las ideas, en muchos casos bastante disímiles
entre si. De allí que cualquier “recorte” que se haga al respecto en materia
temporal, espacial, o tematica, puede ser visto como arbitrario. Mi peculiar “recorte”
( que no pretende por lo tanto resultar incuestionable) , se basa , en todo
caso, en la relativa homogeneidad que unifica a los autores en los que pienso,
en su vecindad temporal y en la influencia que han tenido en la creación de
instituciones como las que aun distinguen las sociedades modernas. La “tradición
republicana” en la que pienso es, fundamentalmente, la vertiente anglosajona de
la misma. Aunque como puede apreciarse se trata de de autores muy
influidos decisivamente por el
radicalismo roussoniano. Incluye, en la Inglaterra de 1700 a los miembros de las
asociaciones tales como la Consitutional Society ,
la Societey of
the Supporters of de Bill of Rignts y
la de los Radical Dissenters, y a
figuras como Joseph Priestley, Jonathan
Price, James Burgh, Jhon Cartwrigt y Thomas Paine. En los estaos Unidos dicha
tradición agruparía a la mayoría de los políticos radicales que
aparecieron hacia finales del siglo
XVIII, a algunos de los llamados
antifederalistas”- críticos de la Constitución de 1878-
y a algunas figuras importantes y aisladas, mas difíciles de clasificar como es
el caso de Thomas Jefferson.
En lo que sigue identificare a la doctrina republicana muy
particularmente con una especial reocupación
por elídela del autogobierno colectivo, si se quiere, con una especial
preocupación por la libertad positiva o de hacer, en contraste con la defensa
de la libertad negativa liberal o ausencia
de interferencias. Esta descripción mas bien habitual el republicanismo ha sido
lucidamente desafiada en los últimos años, pero a los fines de este trabajo, la
tomare como una descripción adecuada de tal postura. Por otra parte, también es
cierto que dentro de la peculiar visión
del republicanismo por laque he optado la noción de autogobierno ha jugado un
papel efectivamente relevante. Por ejemplo la asociaciones radicales inglesas
arriba mencionadas se preocuparon muy especialmente por rescatar el valor del autogobierno
luego de la llamada “ crisis de Wilkes”- una crisis que puso en cuestión a todo
el sistema político inglés-y a cuyo calor nacieron las principales
asociaciones radicales de finales de
siglo. Los influyentes religiosos radicales, Price y Priestley organizaron su
prédica, tambien alrededor del mismo valor del autogobierno. Inspirados de este
modo, los religiosos citados defendieron ardientemente la Revolución Francesa
en una actitud que a la vez origino un duro contraataque del conservador Edmond Burke( desde entonces, y no
casualmente, Burrke comenzó su famosa reivindicación de las tradiciones históricas).
Polemizando con Edmond Burke, Thomas Paine defendió a Price y el valor del
autogobierno: según Payne debía defenderse ante todo el “consenso de los que
viven y no, tal como parecida proponer Burke “la autoridad de los muertos”.
Sabemos muy bien que muchos políticos norteamericanos- y Thoms Jefferson de
modo muy particular- se deslumbraron con escritos como los de Paine. The Rights
of Man, de hecho, llegó a tener un impresionante record de ventas en
America. Este resultado puede explicase mas o menos fácilmente si tenemos en
cuenta que la defensa que hacían los radicales ingleses del ideal de
autogobierno encajaba exactamente con el
principal reclamo de los norteamericanos enana epoca en que luchaban por su
independencia. Finalmente destacaría la importancia que los antifederalistas le
atribuyeron al ideal de “autogobierno local” en sus escritos sobre la Constitución. Fue
invocado dicho valos, justamente que construyeron sus principales desafíos ante
el modelo de Constitución americana propuesto por sus rivales , los
federalistas.
Este vago pero políticamente significativo reclamo a favor
del autogobierno encierra, a su vez, un fuerte contenido igualitario que los
republicanos siempre se preocuparon en destacar. este igualitarismo resultaba
evidente en la mayoría de los escritos de los Radical Dissenters para quienes todas las personas tienen un título
igual a los derechos que se derivaban del orden natural del universo. Orientado
a partir de principios idénticos, Paine defendió la idea según la cual “todos
los hombres nacen iguales y con derechos naturales iguales”.Convencido también
de las iguales capacidades de la ciudadanía ( algo que no era nada obvio para
el pensamiento político de la época teñido de elitismo conservador) , Jefferson
predijo el éxito del “experimento del
autogobierno en los estados Unidos. Este mismo igualitarismo quedo explicito,
asimismo, y de modo muy claro en la Declaración de Independencia norteamericana en cuya
redacción Jefferson tuvo un papel protagonista.
Ahora bien, el igualitarismo propio del republicanismo
parece tener poco en común con el igualitarismo que, según dijéramos,
distinguía al pensamiento lieal. En las próximas secciones procuraré clarificar
esta diferencia, mostrando el modo en que el pensamiento republicano reaccionó
frente a las principales or fpropuestas formuladas por el liberalismo.
El “ principio de la conexión”.
Contradiciendo el principio liberal sobre la necesidad de
separar al pueblo y sus gobernantes, los
republicanos se incorporaron a la política reclamando un papel mas protagónico
de los ciudadanos en los asuntos públicos. Antiguamente, este reclamo a favor
de la ciudadanía activa se habia fundado en la necesidad de fortalecer las
instituciones nacionales impidiendo asi la caida de las mismas en manos de
potencias extranjeras. Hacia finales del siglo XVIII el clamor de una mayor
participación tuvo como objetivo
principal el de sujetar a las autoridades publicas a un mas estricto control
por parte d el a comunidad. El origen de esta demanda era bastante obvio: en
Inglaterra era extendida la percepción de que el sistema político se encontraba
fundamente corrompido y que los supuestos representantes del pueblo actuaban
discrecionalmente, sin ninguna
preocupación por dar respuesta a los reclamos de la he. La
Society of
Supporters of The Bill of Rights
nació , por ello, con el único propósito de cuestionar al sistema político
fraudulento. Junto con la Constitutional Society
– y mas adelante junto con el grupo de los Radical
Dissenters- se ocupo de promover
reformas al sistema político dirigidas, en todos los casas, a “ re-conectar” a
los ciudadanos con sus instituciones. Entre sus propuestas figuraron algunas
como las siguientes: asegurar una representación mas plena de los ciudadanos en
el Parlamento; establecer un sistema de elecciones anuales; eliminar los cargos
públicos “de favor, etc. Algunos de los Radical Dissenters fueron todavía mas
lejos en la defensa de este tipo de
convicciones. Joeph Priestley, por ejemplo, dfendio la adopción de
instrucciones obligatorias havia los representantes con el claro fin de
estrechar la relación entre electores y elegidos. Esta vinculación tan cercana-
pensaba- iba a obligar a que los representantes
“por un sentido del pudor ( se abstuvieran) e proponer o consentir
cualquier tipo e medidas que los electores no aprobaban” . Siguiendo las
propuestas hechas por James Harrington en su famoso libro Oceana, publicado en 1656, Priestley defendió la obligatoriedad de la
rotación en los cargos públicos.( Una propuesta que en verdad ya habia sido
empleada en la antigua Grecia y en el republicanismo florentino con el fin de
impedir que los ciudadanos electos
pudieran llegar a abusar de sus posiciones de poder.) El radical James Burgh y
su discípulo Jhon Catwrigt se pronunciaron de modo idéntico, a favor de medidas
como las citadas, convencidos de la necesidad de asegurar una estricta
subordinación de los representantes frente a sus representados
La preocupación por re-conectar a los ciudadanos con sus
gobernantes apareció también como una preocupación distintiva en los
trabajos de Thomas Paine. Así pudo
evidenciado fundamentalmente, en el proyecto de Constitución elaborado por
Paine para Pensilvania, proyecto que termino plasmado, en buena medida en la Constitución de 1776 y que inauguró el período de “constitucionalismo
radical” en los Estados Unidos. El
proyecto de Paine, ente otras novedades,
exigía sesiones legislativas abiertas al público ( una curiosidad en los
momentos en que predominaban las
sesiones seretas), abría a la ciudadanía la posibilidad de participar en el
procedimiento de creación legislativa, incluía , notablemente, los derechos de instruir a los representantes y de revocar
sus mandatos, proponía la rotación obligatoria e los cargos y concentraba el
poder político en un legislativo unicameral, a partir de la idea de que la voluntad
del pueblo era una sola.
Muchos radicales norteamericanos se
basaron en esta tradición de pensamiento para fundar sus criticas a la Constitución federal.
La Constitución
Propuesta- afirmaban-
tenia una inspiración aristocrática que se reflejaba en la mayoría de
las instituciones ue creaba (y muy especialmente en el Senado). Por ello, a la
hora de ratificar el texto exigieron, entre otras medidas, la vuelta al
principio de las elecciones anuales (“cuando
se terminan las elecciones, sostenían., comienza la esclavitud”); un
legislativo unicameral como el que había
sido incluido en las constituciones de Pensilvania, New York. Delaware,
Virginia, carolina el Norte, Georgia o Maryland; la elección popular para la
mayoría de los cargos; un ejecutivo
elegido por la legislatura (como se había decidido en las dieciocho primeras constituciones estatales);
la ausencia de poderes de veto del ejecutivo; la revisión de las leyes
concentrada en un Consejo de base popular ( como se había organizado en Pensilvania
o Vermont).
El conjunto de requisitos y
convicciones arriba enunciados llevaron a os radicales americanos al rechazo de
dos de las mas notables características del constitucionalismo liberal: el
sistema representativo ( tal y cmo era concebido por el liberalismo) y el
sistema de “ pesos y contrapesos”. En los
casos mas extremos, algunos radicales de
inspiración roussoniana rechazaron directamente las formas representativas
afirmando que”un vez delegado el poder no se vuelva aganar nunca mas”, o “ que
na vez que se delega el poder, se establece algun grado de tiranía”. Sin llegar tan lejos, fueron
muchos los que defendieron el sistema representativo, simplemente como un
“segundo mejor” o un “ mal necesario”. Esta defensa condicionada del sistema
representativo distaba mucho de la defensa privilegiada del mismo, hecha por
los liberales”.
La posición de los radicales sobre
el sistema de frenos y contrapesos tambien es muy conoocida. Como sostuviera
M.Vile, a la hora de proponer una constitución, todos ellos “ rechazaron en
mayor o menor medida el concepto de frenos y contrapesos para proponer
frente a él el sistema basado en la
separación estricta de poderes. En algunos casos el motivo que se dio para
fundar esta posición fue el de la “simplicidad”- una idea tradicional en el
republicanismo- que Paine había defendido en contra de la Constitu ¡cón mixta, a la
que consideraba inentrendible. Otro argumento habitual, vinculado con el
anterior, decía que “los frenos y contrapesos” al no distinguir claramente etre
ls diferentes poderes, abria la puerta a los abusos de cada rama del poder sobe
las demás. De todos modos, y según entiendo, el principal argumento a favor de
la separación de poderes fue el vinculado con la defensa de la voluntad
popular. Con cierta razón, muchos radicales sostuvieron que el peculiar sistema
de “ mutuos” controles” propuesto por la Constitución Federal
se orienaba fundamentalmente a debilitar el poder legislativo hasta conertorlo
en un poder sin poder.
Propuestas como las examinadas
hasta aui venían, en todos los casos, a remediar la alineación politica que-según
el republicanismo- constituía un resultado inevitable dl sistema institucional
liberal. En este sentido, el modelo republicano
procuro cerrar la brecha (
abierta por el liberalismo) entre la ciudadanía y la política: los propios ciudadanos
debían ser los primeros responsables de
la vida política d ela comunidad.
El republicanismo agrario:
La estructura institucional defendida por los republicanos
tuvo su obvio correlato en sus propuestas sobre la organización económica de la
sociedad. Así como muchos de ellos consideraban razonable sujetar el poder
político a la voluntad ciudadana, también consideraron razonable someter la
vida económica de la comunidad al control publico. La economía no podía
simplemente ser el resultado azaroso de
múltiples decisiones individuales descoordinadas entre si. Por el contrario
había poderosas razones para orientar a la misma hacia la obtención de algunos resultados particulares. Un
resultado importante, claramente, era el logro de una comunidad igualitaria, en
donde las brechas sociales no fueran significativas, y en donde todos tuvieran
a su alcance lo necesario para asegurar
su propia subsistencia. Esta comunidad igualitaria, en definitiva,
aparecía como una condición necesaria para el logro de una comunidad
autogobernada, Otro resultado importante, como veremos mas adelante, se
vinculaba con la promoción de ciertas virtudes cívicas, que iba de la mano con
el desaliento de ciertos “vicios”. Naturalmente- asumían- en una comunidad
marcada por las grandes disparidades sociales se intensificaban los conflictos,
las envidias, el odio mutuo, y por lo tanto el deseado autogobierno pasaba a
convertirse en un objetivo imposible.
Motivados por las razones sugeridas algunos republicanos
defendieron el establecimiento de una “república agraria” o, en otros casos de
una “república de artesanos”, en donde los individuos pudieran llegar a tener
una relación mas cercana con los medios de producción, y en donde iba a
resultar mas fácil- asumían- que prevalecieran los valores que apreciaban. Por
razones similares, los republicanos acostumbraron a mirar críticamente a las
sociedades que gravitaban en torno al comercio o a la industria. Dado que-
según entendían- en ellas iba a prevalecer ciertas cualidades indeseables, como
lo hacia la codicia o el afán de lucro.
Un muy temprano ejemplo de lo señalado puede
encontrarse en los escritos del ingles
James Harrington, quien ya en 1565 propuso organizar la vida económica de su
comunidad de modo tal de ponerla al servicio de la republica. Su idea de
república, manifestada en su obra Oceana, era el de la sociedad
igualitaria compuesta de ciudadanos dedicados fundamentalmente a la
agricultura. Para llegar a dicho objetivo, y entre otras medidas, Harrington
defendió la adopción de estrictas normas destinadas a limitar la adquisición de
tierras y, así las desigualdades profundas de la riqueza. Como es sabido el
pensamiento de Harrignton ejerció una poderosa influencia sobre el
republicanismo inglés. Thomas Paine, por ejemplo, fue uno de los pensadores que
suscribieron de modo entusiasta el modelo agrarista imaginado por aquel.
En el ámbito americano tanbien es posible encontrar a
muchos republicanos que, de un modo u otro, mostraron su preferencia por un
modelo económico como el esbozado por Harrington. Conviene citar en este
sentido, y notablemente, el caso de Thomas Jefferson, quien bregó activamente
por la organización de una república
agraria. En sus Notas sobre el Estado de
virginia, escritas en 1788 Jefferson critico el desarrollo industrial
incipiente de su país y aconsejó, en cambio, la importación de bienes manufacturados.
De lo contrario- asumía- el país se vería azotado por la corrupción moral y las
formas de comportamiento egoísta que normalmente aparecian asociadas con la
producción de manufacturas.
Para Jefferson , como para muchos republicanos, la defensa
de la economía agraria (alejada de la
industria y del comercio) no solo iba a ayudar en el desarrollo de ciertas
virtudes, sino que también iba a favorecer el desarrollo de relaciones mas o
menos igualitarias dentro de la sociedad.
“Si hubiese algo así como una igualdad en la distribución de la
propiedad- afirmaban algunos antid¡federalistas norteamericanos- ello ayudaría
muchos a la preservación de la sociedad cxivil”. 2 el lujo- agregaban- es
siempre proporcional a la desigualdad de la riqueza”. En este sentido el
antifederalista Charles Lee proponía alcanzar una “Esparta igualitaria”, una
sociedad simple, agraria, y libre de los efectos perniciosos del comercio. Los
republicanos veían en este igualitarismo agrario una via segura hacia el
establecimiento de una sociedad mas unida y homogénea.
El “cultivo” del ciudadano virtuoso y el derrumbe del “
muro liberal”
Aparentemente todo el andamiaje anterior- destinado a
colocar la política y la economía bajo el más firme control popular-necesitaba,
como prerrequisito, una ciudadanía activa interesada en los asuntos públicos.
Esta fue al menos la imagen de ciudadano que los republicanos reivindicaron y
trataron de promover. Sin un ciudadano identificado con su comunidad y
preocupado por la suerte de sus conciudadanos- asumían- la estabilidad del
proyecto republicano se tonaba imposible.
La propuesta republicana descrita implicaba obvias
demandas sobre los ciudadanos y, al mismo tiempo, fuertes riesgos, para la vida
común. Como dijera John Pocock, para los republicanos:
La comunidad debia presentar una perfecta unión de
todos los ciudadanos y todos los valores dado que, si fuera menos que eso, una
parte gobernaria en nombre del resto (consagrando asi el despotismo y la
corrupción de sus propios valores. El ciudadano debía ser un ciudadano perfecto
dado que si fiera menos ue eso impediría que la comunidad alcanzase su
perfección y tentaría a sus conciudadanos
la injustita y la corrupción. La negligencia de uno solo de los
ciudadanos, reduciría las chances de todo el resto, de alcanzar y mantener la
virtud, dado que la virtud aparece ahora politizada, consiste en un ejercicio
compartido donde cada uno gobierna y es gobernado por los demás.
Ahora bien, para comprender los verdaderos (y mas bien
preocupantes) alcances de las demandas del republicanismo conviene explicitar
lo que en ellas estaba implicado. Ante todo cabe decir que las virtudes
reivindicadas por aquella concepción no
nacen de modo espontáneo, ni surgen de la decisión súbita de un grupo de
personas. Tales virtudes requieren ser”cultivadas” por el poder publico lo cual
implica, de un modo u otro, la persistente y amplia utilización de los poderes
coercitivos del Estado. Para el republicanismo resulta aceptable, por ello, que
el Estado se comprometa activamente con ciertos modelos de excelencia humana.
Este reclamo, debe advertirse, implica un directo desafío a la concepción
liberal examinada que nos decia que las instituciones políticas y económicas de
la sociedad deben de ser compatibles, en principio, con la posibilidad deque las personas
adoptasen cualquier modelo de virtud personal. Para volver sobre la metáfora
liberal arriba expuesta, podríamos decir que para las autoridades republicanas tenia sentido
“derribar el muro” liberal, de modo tal
a permitir una actividad mas intrusia del Estado en (lo que le liberalismo
llama) la “esfera de lo privado”.
J.Madison |
Los problemas del republicanismo:
Procurando remediar los “males” del liberalismo, los
republicanos propusieron un modelo de organización institucional, que, como el
de sus rivales, fue objeto de severas criticas. Ante todo, sus críticos
concentraron sus objeciones en dos riesgos que encontraron íntimamente
asociados al republicanismo. Me refiero a los riesgos de el populismo y el perfeccionismo,
que ex aminaré a continuación.
La idea de que los gobiernos basados fuertemente en la
voluntad mayoritaria degeneraban rápidamente en gobiernos populistas- opresivos
sobre las minorías- resultaba, para muchos absolutamente indiscutible. Basta
leer al respecto las “reflexiones” de
Burke en toro a la revolución francesa. Obviamente también en el contexto
americano la critica al populismo jugó un papel político primordial en los ataques
de los federalistas a sus oponentes. Asi, fue muy habitual que los federalistas
hicieran referencia al “ espíritu de locura republicana” aparentemente fomentado
por sus adversarios, o que aludieran a grupos
desaforados que identificaban a “voz del pueblo con la voz de Dios”., o que
señalaran acusadoramente a ciertas “ mayorías circunstanciales” que asumían “
que anda era tan sagrado como su propia voz”.
Esta primera critica liberal al republicanismo ( la
critica a sus rasgos populistas) resultaba, cuanto menos , exagerada. Ocurre
que ne realidad, los republicanos estaban lejos de pregonar un gobierno sin
limites ya que- según asumían- los gobernantes siempre tendían a preocuparse mas por su propios inters au
por el interés público. Ej todo caso, lo que los republicanos rechazaron fue el
peculiar tipo de controles defendido por sus adversarios: aquellos destinados a
desvirtuar los contenidos democráticos de la Constitución. Esto
es lo que se advierte, por ejemplo, en la critica republicana a la Constitución inglesa,
en las criticas de Paine y una mayoría de antifederalistas frente a
instituciones como el Senado ( al ue consideraban un órgano obviamente aristocrático);
o en las críticas de Jefferson o John Taylor al poder que se le había
adjudicado al Poder Judicial.
Resulta mas difícil en cambio defender el
republicanismo frente a quienes ven en
el una concepción perfeccionista. Según vimos, el republicanismo no oculta ue
entre sus principales propuestas se encuentra siempre la de romper con la neutralidad
liberal, para comprometer la fuerza publica estatal en la promoción de ciertos
modelos e conducta. Esta actitud, distintivamente perfeccioncita, convierte al republicanismo
enana alternativa extremadamente arriesgada. Con cierta resignación, un
destacado republicano de nuestro tiempo Michael Sandel, reconoce cuales don los
peligros en juego:
“La política republicana,
es una política de riesgo, una política sin garantías (…) Otorgarle a la
comunidad política un rol en la formación del carácter de sus ciudadanos es
conceder la posibilidad de que malas comunidades formen malos ciudadanos. La dispersión
del poder y la existencia de tales sitios para dicha formación cívica pueden
reducir tales riesgos peo no pueden eliminarlos. Esta es la verdad en la queja
liberal sobre la política republicana.”
Frente a Sandel, otros autores, mas o menos cercanos al
republicanismo han tratado de disolver o tornar menos preocupantes dichos
temores. Algunos, por ejemplo, han señalado que los riesgos del perfeccionismo
no afectan exclusivamente al republicanismo
ya ue, en definitiva, todas las concepciones político-filosóficas (aun las liberales) resultan en la práctica perfeccionistas. Otros,
en cambio han señalado que el republicanismo puede y debe abdicar del uso de la “mano de hierro” estatal, asumiendo
que es básicamente suficiente para el desarrollo de una ciudadanía virtuosa con
el establecimiento de una organización democrática
diferente (una democracia que por ejemplo dé un amplio espacio a la ciudadanía
para desafiar las decisiones tomadas por sus representantes). Mi intuición al
respecto es que esta ultima es una estrategia interesante y Atractiva pero a la
vez una que el republicanismo no esta bien equipado para adoptar. El republicanismo
ha crecido rechazando sus principales señas de identidad. De todos modos, por
el momento dejare de lado esta discusión, que requeriría un análisis mucho mas
extenso.
(…)
(1) Fuente: Extracto de “ La comunidad igualitaria y sus enemigos.-Liberalismo, republicanismo e
igualitarismo” en “Republicanismo contemporáneo”.-Siglo el
Hombre editores.-CIDER Bogota .-Universidad de los Andes
No hay comentarios:
Publicar un comentario