Nuestras creencias no se vinculan ni se fundamentan en un objeto independiente del pensamiento o del lenguaje, ni son más estables o eternas que éstos. Por eso la vida buena hay que buscarla en los discursos, opiniones y propuestas humanas que existen o que ellos produzcan. Las creencias no son valores supremos como objetos eternamente válidos con independencia de lo que los humanos digan. La vida buena no está más allá ni fuera de la existencia humana. Nosotros mismos, los hombres y nuestra existencia terrena no somos contrarios al valor ético, que por esa razón debiera imponérsenos desde fuera de nosotros por otro, sino que somos el núcleo mismo de lo que tiene valor. Nuestra vida y nuestro mundo valen y no otra vida u otro mundo mas alla de la existencia que construimos o que nos propongamos construir.
26/2/14
LA FILOSOFIA COMO FORMA VIDA
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