Tanja Storlokken (1) (2)
“Los tiempos sombríos (…)
no sólo no son nuevos, ni constituyen una rareza en la historia (…). (…) aún en
el tiempo más sombrío tenemos el derecho a esperar alguna iluminación, y (…)
tal iluminación puede provenir, menos de las teorías y conceptos, y más de la
luz incierta, oscilante y frecuentemente débil que algunos hombres y mujeres,
en sus vidas y obras, harán brillar en casi todas las circunstancias, e
irradiarán por el tiempo que les fue dado en la Tierra (…).”(3)
Rosa Luxemburgo (1871
-1919) y Hannah Arendt (1906 – 1975), vivieron en los “tiempos sombríos” de
Bertold Brecht, que dieron título al libro de ensayos de Arendt, Hombres en
tiempos sombríos (1968). Ambas lanzaron alguna luz sobre sus tiempos sombríos,
y aún nos dan coraje para desafiar el
totalitarismo, la barbarie y las tendencias autoritarias. Hace algunos años la
pensadora antitotalitaria Hannah Arendt tuvo un excepcional y bien merecido
renacimiento. La pregunta que debemos hacer es si una parte de ese renacimiento
no debería caber también a Rosa Luxemburgo, con quien Arendt contrajo una
enorme e indiscutible deuda. A despecho de la crítica de Arendt al marxismo,
hay una gran proximidad entre su pensamiento y el de la marxista Rosa
Luxemburgo.
Arendt tal vez sea más
conocida por el análisis del marxismo y del stalinismo, en el libro que la hizo
conocida, Los orígenes del totalitarismo (1951) y por el concepto de banalidad
del mal, en Eichmann en Jerusalem (1963). Se escribió mucho sobre la relación
bastante íntima, privada y filosófica con su profesor Martin Heidegger.(4) Es
menos enfatizado el compromiso revolucionario de Arendt, sobre todo en el libro
Sobre la revolución (1963), donde argumenta a favor de una revolución política
capaz de bloquear tendencias totalitarias. La gran proximidad de ideas entre
ella y Rosa Luxemburgo es también menos conocida y discutida hoy en día.
Alguno todavía encuentran
provocativa la idea de que Arendt tenía una deuda intelectual con Rosa
Luxemburgo. El historiador Walter Laquear escribió estas palabras ásperas aún
en 1998: “Pero Arendt tiene también admiradores entre los conservadores, a
pesar de su simpatía por la revolución y por los revolucionarios. Esta simpatía
era siempre más emocional y romántica que racional y filosófica. El mejor
ejemplo tal vez haya sido su suceso de amor con Rosa Luxemburgo, hoy recordada
sobre todo por lo que escribió sobre las golondrinas del lado de afuera de las
ventanas de la prisión, sobre el distanciamiento de sus orígenes judaicos (…) y
por sus proféticas palabras sobre el
futuro de la revolución rusa. (…) Y así, en último análisis, los conservadores
tienen razón probablemente al no considerar muy en serio el entusiasmo
revolucionario de Arendt –ella de hecho no se impresionaba con las teorías de
Luxemburgo y sí con su coraje y su estilo”.(5) Laqueur comete un serio error al
contestar el compromiso revolucionario de Arendt, minimizando al mismo tiempo
la contribución la contribución de Luxemburgo para el pensamiento político. El
no apoya su argumentación en ningún tipo de material sobre Arendt o Luxemburgo.
Mi observación inmediata y preliminar es que los alegatos de Laqueur están mal
fundamentados o son infundados. Hannah Arendt tenía un interés genuino por la
revolución, también puede ser llamada revolucionaria, y fue influenciada por el
pensamiento de Luxemburgo.
Cuando aún era muy joven,
Hannah Arendt fue llevada por la madre a un comicio socialdemócrata en su
ciudad natal de Königsberg, durante la revolución alemana, en enero de 1919.
Sin embargo, sólo en la década de 1930, bajo el impacto del avance del nazismo,
es que Arendt se interesó seriamente por política. Y según ella, el hombre con
quien aprendió a pensar políticamente fue su segundo marido, Heinrich
Blücher,(6) él mismo un ardiente admirador de Rosa Luxemburgo que en Berlin,
durante la revolución alemana, había combatido a su lado. Arendt no escondía
que le gustaba ser comparada con Rosa Luxemburgo. En una carta de verano de
1956 al amigo Kurt Blumenfeld, Arendt escribió con orgullo: “En Berkeley, donde
nunca mencioné el nombre de Rosa Luxemburgo (pues suponía que nadie la
conocía), los estudiantes me contaron que en una fiesta con mucha bebida,
habrían dicho unos a los otros: Rosa volvió”.(7)
Pero Arendt estaba
entusiasmada no sólo con el coraje y el estilo de Luxemburgo. Ella concluyó el
ensayo sobre la revolucionaria polaca, “Una heroína de la revolución”, una
reseña de la biografía de Luxemburgo en dos volúmenes publicada por John Peter
Nettl en 1966,(8) con estas palabras: “Es de creer que aún hay esperanzas de un
reconocimiento tardío de quién fue y qué hizo Rosa Luxemburgo, y es de esperar
que finalmente encuentre su lugar en la educación de los cientistas políticos
en los países de Occidente. Pues el sr. Nettl tiene razón: “Sus ideas
pertenecen a todos los lugares en los que se enseñe seriamente la historia de
las ideas políticas”.(9)
Con todo, no queda duda de
que Arendt no leyó todas las publicaciones de Rosa Luxemburgo, sino solamente
las principales, tales como La crisis socialista en Francia (Die
sozialistitsche Krise in Frankreich, 1901), La acumulación del capital (Die
Akkumulation des Kapitals, 1913) y La revolución rusa (Zur russischen
Revolution, 1918), tal vez también Reforma social o revolución? (Socialreform
oder Revolution? 1899), Huelga de masas, partido y sindicatos (Massenstreik,
Partei und Gewerkschaften, 1906) y La crisis de la socialdemocracia (Die Krise
der Sozialdemokratie, 1916)(10). En lo que se refiere a la literatura
secundaria, menciona la biografía de Paul Frölich, Rosa Luxemburg. Gedanke und
Tat (Rosa Luxemburgo. Pensamiento y acción), además de Rosa Luxemburg, de John
Peter Netl.(11)
En la investigación sobre
Arendt y Luxemburgo, la proximidad de Arendt con el pensamiento de Rosa
Luxemburgo no es un tópico muy discutido. Las obras existentes están en gran
parte mejor informadas sobre Arendt que sobre Luxemburgo, lo que frecuentemente
resulta en interpretaciones muy arendtianas de la revolucionaria polaca.
Ejemplo de esas interpretaciones en las últimas cuatro décadas se encuentran en
el artículo de Ernst Vollrath en Social Research (1973), Rosa Luxemburg´s Theory
of Revolution(12); en Hannah Arendt. For Love of the World de Elisabeth Young –
Bruehl (1982), la major y más completa biografía de Arendt(13); en el artículo
de Ingeborg Nordmann en Die Neue Gesseschaft (1993), Ergahrungsfahijkeit un
Differenz. Rosa Luxemburg und Hannah Arendt über das politische Handeln(14)
(Capacidad de experiencia y diferencia. Rosa Luxemburgo y Hannah Arendt sobre
la acción política); y finalmente en Hannah Arendt, de Einar Overenget
(2001)(15). No es de sorprender que haya sido la propia Hannah Arendt quien en
el ensayo Una heroína de la revolución dio el primer impulso a las
interpretaciones arendtianas del pensamiento de Luxemburgo.
Este ensayo(16) es
particularmente sugestivo e interesante por ser el único texto específico de
Arendt que puede darnos una imagen clara de cómo entendía e interpretaba la
vida y el pensamiento de Rosa Luxemburgo. No voy a detenerme en cada detalle;
lo que más me interesa en el ensayo es como ella interpreta la concepción
luxemburguiana de la revolución.
Causa gran sorpresa la
duda de Arendt de que Rosa Luxemburgo fuese marxista: “En suma, aunque “la
revolución fuese para ella tan próxima y real como para Lenin”, no la colocaba
como un artículo de fe, ni tampoco al marxismo. (...) Esto, evidentemente,
significa admitir que ella no era una marxista ortodoxa, y era de hecho tan
poco ortodoxa que hasta se puede preguntar si, finalmente, era marxista. El sr.
Nettl afirma correctamente que para ella, Marx no era sino “el mejor intérprete
de la realidad entre todos ellos”, y es revelador de su falta de compromiso
personal el hecho de poder escribir: “Tengo ahora horror al tan elogiado primer
volumen de El Capital de Marx, debido a sus elaborados ornamentos rococós a la
Hegel”. Según su punto de vista, lo más importante era la realidad, en todos
sus aspectos terribles y maravillosos, más aún que la propia revolución.(17)
Arendt no menciona su
aparente total discordancia con el biógrafo John Peter Nettl, quien enfatiza
que “aunque (Luxemburgo) estuviese totalmente comprometida con el marxismo, la
validez de sus ideas trasciende la estructura marxista”.(18) Arendt afirma que
la realidad era más importante para Luxemburgo que la revolución. Es un alegato
peculiar en la medida en que realidad y revolución se encontraban íntimamente
ligadas en el pensamiento de Luxemburgo. Si, me parece que Luxemburgo “en la
realidad” veía a las dos casi como una sola cosa. Prueba de esto es una de sus
frases favoritas: “Como decía Lassalle, la acción más revolucionaria es y será
siempre decir alto y bien aquello que es”.(19) Ser capaz de captar la realidad
del mundo era un pre-requisito esencial para un desarrollo revolucionario
exitoso. Así como Luxemburgo llegó a ver en la barbarie una alternativa posible
al socialismo y a la revolución,(20) lo que resultaba de su pensamiento
realista, tampoco se puede decir que para ella la realidad fuese más importante
que la revolución, o que la revolución no fuese “para ella un artículo de fe,
ni tampoco el marxismo”. Una revolución “ausente”, una revolución socialista
que no ocurra de forma alguna, o que falle, destruirá, como sabemos, toda la
realidad, en la forma de barbarie y de caos.
La duda de Arendt sobre el
marxismo de Luxemburgo es en gran medida influenciada por su propia
interpretación del marxismo.(21) La crítica arendtiana de Marx fue desarrollada
en estrecha relación con su análisis de la vida activa en cuanto conteniendo
tres actividades fundamentales: labor, trabajo y acción.(22) Arendt quería
rehabilitar la vida activa, en relación con la vida contemplativa
(pensamiento), de manera que no hubiese ninguna relación jerárquica entre
ambas. En The Human Condition (1958), ella distingue la necesidad de la labor y
el pensamiento medios – fines del trabajo, de la capacidad de la acción para
comenzar algo nuevo y de manera espontánea, con consecuencias imprevisibles
debido a la pluralidad de los hombres.
La interpretación de
Arendt de la concepción luxemburguiana de revolución, alcanza su punto
culminante cuando afirma: “su compromiso con la revolución era básicamente una
cuestión moral, y esto significaba
permanecer apasionadamente alistada en la vida pública, en los asuntos civiles
y en los destinos del mundo. (...) Fue en realidad la cuestión republicana, y
no la cuestión nacional, lo que la separó más decisivamente de todos los otros.
Aquí ella estaba completamente aislada, tal como estuvo aislada, aunque de modo
menos evidente, en su énfasis sobre la absoluta necesidad de libertad no solo
individual sino pública, en todas las circunstancias”.(27) En esta
interpretación de la concepción revolucionaria de Luxemburgo, hay varias
indicaciones de que Arendt a apartó completamente del marxismo. A su entender,
el compromiso de Luxemburgo con la revolución era primordialmente de tipo
moral, en el sentido del enganche en la
vida pública y en los destinos del mundo. El republicanismo y la libertad individual
y pública como objetivo distinguían a Luxemburgo de los otros. John Peter Nettl
intenta defender un abordaje un poco diferente: “La doctrina dominante en Rosa
Luxemburgo, no era la democracia, la libertad individual, ni la espontaneidad,
y sí la participación que llevaba a la energía revolucionaria que a su vez
llevaba a la madurez de la conciencia de clase y la revolución”.(28)
Pero Arendt concuerda con
Nettl al enfatizar que la percepción de Luxemburgo “sobre la naturaleza de la
acción política” era su contribución más importante para la teoría
política.(29) Arendt retrata la forma luxemburguiana de la acción política,
prefiriendo a la organización la espontaneidad, de acuerdo con su propia visión
de la acción política, pero el concepto de Luxemburgo parece estar mucho más
orientado hacia fines de lo que Arendt está dispuesta a admitir. En su
exposición sobre lo que Luxemburgo aprendió en la revolución rusa de 1905 –
1906, Arendt focaliza unilateralmente las perspectivas venidas de abajo, sin
prestar ninguna atención a lo que ella escribió sobre la relación entre el
partido y el proletariado, o sobre la estrecha relación entre las luchas y las
esferas políticas y económicas.(30) Con todo, enfatiza correctamente que
Luxemburgo no creía en una revolución en la que la mayoría del pueblo no tomase
parte, y que ella “tenía mucho más miedo de una revolución deformada, que de
una revolución fracasada”.(31)
Young – Bruehl afirma que
“la reseña de Arendt de la biografía de Nettl fue un epílogo de On
Revolution”.(34) Concuerdo que esta reseña sea un epílogo para On Revolution en
más de un sentido. Aquí podemos finalmente vislumbrar la probable influencia de
Rosa Luxemburgo sobre Arendt, en tanto esta redacta el libro sobre la
revolución. Tal referencia, sin embargo, falta en el propio libro, particularmente
por Young – Bruehl enfatiza que el proyecto titulado On Revolution se le
ocurrió a Arendt en Berkeley, durante la lectura de Zur russischen
Revolution,(35) y que “la noción de Rosa Luxemburgo de “revolución espontánea”
tuvo un papel en el pensamiento de Arendt durante algunos años, antes que la
revolución húngara le diese una sorprendente concretización”.(36)
Pero esta reseña es
igualmente un epílogo a On Revolution en el sentido de que Arendt parece
interpretar la concepción revolucionaria de Luxemburgo a la luz de su propia
concepción de revolución. No hay duda de que aquella suena casi idéntica a la
visión arendtiana del republicanismo y de la revolución. Dicho de manera más
precisa, se puede conjeturar que esto sea consecuencia de una interacción
iniciada con la interpretación arendtiana de Zur russischen Revolution, y con
la influencia de este escrito en el desarrollo de la propia concepción de
Arendt en On Revolution.(37) Todo indica que esta última predominó en el
encuentro siguiente con la revolucionaria polaca. La interpretación arendtiana
de la visión revolucionaria de Luxemburgo, en Una heroína de la revolución,
parece más un eco de la visión propia que tiene Arendt de la revolución, tal
como está descrita en On Revolution, que de la concepción de Luxemburgo
desarrollada en sus publicaciones a partir de 1890 hasta la muerte en 1919.
Hannah Arendt fue muy
lejos en el intento de apartar a Rosa Luxemburgo del marxismo. Ernst Wollrath
va aún más lejos. Él no tiene ninguna duda sobre la dirección a la que nos
conduce la revolución de Luxemburgo: directamente a la democracia
representativa y a la libertad arendtiana.(38) La visión marxista de Luxemburgo
y la necesidad de una revolución larga y basada en la experiencia a fin de
evitar la barbarie, desaparecen tanto del horizonte de Arendt como del de
Vollrath, y así desaparece también el contenido principal de la concepción
revolucionaria de Luxemburgo. El hecho de que ella no esté tan próxima de la
concepción arendtiana de revolución, tal como Arendt y Vollrath parecen creer,
no indica evidentemente que no exista ninguna conexión entre ciertos elementos
del pensamiento de ambas.
Revolutionärer Geist un
republikanishe Freheit. Über die verdgränte Nähe von Hannah Arendt zu Rosa
Luxemburg (Espíritu revolucionario y libertad republicana. Sobre la proximidad
recalcada entre Hannah Arendt y Rosa Luxemburgo), de Ralf Kulla (1999), es por
lo que sé, la primer publicación que discute Hannah Arendt y Rosa Luxemburgo
sin estar mejor informada sobre la primera que sobre la segunda.(39) Kulla
escribe correctamente que el pensamiento de Luxemburgo puede ser visto como una
respuesta preliminar a la crítica de Arendt a Marx.(40) Pero ella para ahí y no
continúa el razonamiento en esa dirección. El pensamiento de Rosa Luxemburgo
puede ser visto como una respuesta crítica de Arendt a Marx, pero lo que es más
importante, puede ser visto como un marco luminoso en la historia del
pensamiento político occidental y en la teoría política en general, acusada por
Arendt de tener una predilección por las categorías medios – fines del trabajo,
que vuelven la política más manejable. Tal manera de comprender teórica y
prácticamente la política, solapó y destruyó las condiciones de la acción
política genuina, reduciendo la política a medios para un fin y olvidando que
la política precisa ser siempre un fin en sí misma. Arendt admitía que la
comprensión luxemburgiana de la naturaleza de la acción política era su más
importante contribución a la teoría política, pero no menciona una potencial
deuda con Rosa Luxemburgo en el desarrollo de su propio concepto de acción
política, que el investigador de la obra de Arendt y Heidegger, Dana Villa,
considera a su vez la posible contribución original de Arendt al pensamiento
político. “De hecho, pienso que el grado de originalidad de Hannah Arendt como
pensadora política, sólo puede ser percibido por medio de un estudio
sistemático de su teoría de la acción política, y del modo como esta rompe con
la tradición del pensamiento político occidental”.(41)
Arendt no sólo critica a
Marx, sino también a toda la filosofía política occidental después de la muerte
de Sócrates, por haber creado una oposición innecesaria entre filosofía y
política, pensamiento y acción.(42) Desde el pensamiento político de Platón, que se desarrolló como una reacción a la muerte
brutal de Sócrates, la filosofía y el pensamiento tuvieron predominancia sobre
la política y la acción, y de esta predominancia nunca consiguieron liberarse
realmente. La acción también fue dividida en dos componentes distintos: “saber”
y “hacer”. La base para el desarrollo de tendencias totalitarias, se fundaba no
solamente en Marx, sino también en la mayor parte del pensamiento político
occidental, en la medida en que éste se desarrolló a una considerable distancia
de la práctica política genuina, entendida como guiada a las condiciones de la
acción. Siendo así, Arendt deseaba muy fuertemente poner la filosofía y la
política, el pensamiento y la acción en una relación muy estrecha, enfatizando
por ejemplo su relación no jerárquica. Me parece que esta manera de pensar en
cuanto tal, podría ser vista como pre-requisito para evitar tendencias
totalitarias, pues tal modo de comprender el mundo y de escribir sobre él ya es
en sí antitotalitario.
Como indica correctamente
Margaret Canovan, estudiosa de Arendt, la yuxtaposición hecha por ésta entre
nazismo, stalinismo y barbarie, es un reflejo del pensamiento de Luxemburgo
sobre la barbarie: “Para Arendt, tanto el nazismo como el stalinismo
representaban la barbarie, en un sentido más que retórico. Con todo, por detrás
de su análisis, resuenan las palabras de Rosa Luxemburgo (ella misma recordando
un dicho de Engels), escritas durante la Primera Guerra Mundial: “Esta guerra
representa un retorno a la barbarie. El triunfo del imperialismo lleva a la
destrucción de la cultura”.(43) Pero la semejanza entre Hannah Arendt y Rosa
Luxemburgo no para aquí. También cuando se trata de “prescribir el trabamiento”
para contener las tendencias totalitarias, Arendt resuena como un eco de
Luxemburgo. Para ambas, la revolución es necesaria a fin de detener tendencias
bárbaras y totalitarias, pero ellas no estaban de acuerdo en lo que se refería
al contenido y extensión de esta revolución antibárbara y antitotalitaria. En
cuanto Hannah Arendt apenas deseaba una revolución política, y pensaba que una
revolución social podría implicar tendencias totalitarias y terror
introduciendo la necesidad, el pensamiento medios – fines y la compasión en la
arena política, Rosa Luxemburgo pensaba en una revolución mucho más amplia
–política, social, económica, y existencial- para evitar la barbarie. Según
Luxemburgo y Arendt, la cuestión de la revolución no era apenas relativa a cómo
queremos organizar las cosas en el futuro desde el punto de vista político,
económico, social y existencial, sino en gran medida era una cuestión acerca de
la posibilidad de sobrevivencia cultural de la humanidad en cuanto tal.
Revolución y acción política eran una cuestión de ser o no ser.
La acción política, tal
como era entendida por Luxemburgo y Arendt, representa para ambas la mejor
posibilidad de detener tendencias bárbaras y totalitarias. Lo que Arendt
criticaba en particular en el pensamiento político tradicional, era la falta de
un concepto de acción política según el cual hacer política no significase
hacer historia. Rosa Luxemburgo ofrece precisamente ese concepto que ella pide,
considerándolo la “más importante contribución (de Luxemburgo) para la teoría
política”.(44) El concepto de acción política de Luxemburgo trasciende una
relación jerárquica rígida entre teoría y práctica, trascendiendo así
igualmente la filosofía política occidental, tal como Arendt la describe. El
énfasis del totalitarismo en la idea de que “todo es posible”, se contrapone a
la revolución luxemburguiana, como evento de larga duración basado en la
experiencia, una vez que aquí la práctica y la experiencia deben corregir la
teoría en el interior del proceso revolucionario. Las experiencias hacen la
mediación entre la teoría y la práctica, de tal modo que la teoría
revolucionaria y la práctica revolucionaria están siempre en mutua interacción.
En la revolución de Luxemburgo, no todo es posible, las experiencias colocan
límites a lo que se puede y a lo que no se puede hacer. Rosa Luxemburgo
introduce un concepto antitotalitario de acción política y revolución, que da
espacio a la espontaneidad, pero en el que la importancia del a experiencia y
la apertura para nuevas experiencias, constituyen la esencia de la cuestión.
Actuar políticamente implica imprevisibilidad. Las experiencias adquiridas por
medio de la acción política, sólo pueden ser sistematizadas posteriormente, y
debe intentarse aprender con ellas.
Arendt introduce un
concepto de acción política que tiene muchas semejanzas con el de Luxemburgo.
No hay dida de que en el concepto de Arendt resuena el de Luxemburgo.(45) En
esta perspectiva, el marxismo tuvo un papel en la creación de lo que Hannah
Arendt consideraba el más importante elemento antitotalitario en la lucha
contra las tendencias totalitarias. Con todo, el concepto de acción política de
Arendt es diferente del de Luxemburgo; por ejemplo, está menos orientado para
fines. Arendt criticaba a Marx por tener una comprensión instrumental de la
política. Ella misma tenía tanto miedo de caer en la valla instrumental, de
pensar la política en términos de las categorías medios – fines, que podemos
sospechar de que haya caído en la valla opuesta, en la que los fines políticos
tienen un sentido subordinado, política y acción política se vuelven un fin en
sí mismas. En tanto para Luxemburgo la acción política consistía tanto en los
medios para alcanzar el fin socialista como en un medio en sí misma, una vez
que los seres humanos se desarrollan actuando políticamente, Arendt parece en
gran medida reducir la acción política a un fin en sí misma. La acción política
está unilateralmente caracterizada por la espontaneidad, el comenzar de nuevo y
las consecuencias imprevisibles debido al a pluralidad de los hombres. Mientras
tanto, Arendt tiene conciencia del hecho de que las acciones políticas en la
mayor parte de las veces tienen fines, pero que sus resultados frecuentemente
se vuelven un poco diferentes de lo pretendido. Ella correctamente advierte
contra la comprensión de la acción política solamente como un medio para
alcanzar un fin, debiendo la acción política ser también un fin en sí misma. En
ambos, los tipos de acción política –de Arendt y de Luxemburgo-, es posible
colocarse un fin, sin necesariamente caer en la valla instrumental.
El temor de Arendt era que
la revolución tuviese que transformarse de revolución política en revolución
social, pues tal desarrollo solaparía las posibilidades de la acción política y
de la libertad, y por lo tanto, también su potencial antitotalitario. Acción
política y libertad política son dos lados de la misma moneda. “Pues la
libertad política, en general, significa el derecho de ser un participante del
gobierno, o no significa nada”.(46) Una revolución política exitosa debe
establecer y mantener arenas en que la acción política y la libertad política
se vuelvan dos lados de la misma moneda, una vez que “la razón de ser de la
política es la libertad, y su campo de experiencia es la acción. (...) Los
hombres son libres –diferente de poseer el don de la libertad- en cuanto
actúan, ni antes ni después; ser libre y actuar son lo mismo”.(47) Así como la
libertad sólo se actualiza por el actuar, el poder sólo existe cuando las
personas actúan en conjunto, pero entonces el grupo de personas actuando en
conjunto es potencialmente muy poderoso. “El poder corresponde a la actividad
humana, no solamente para actuar, sino para actuar conjuntamente. El poder
nunca es propiedad de un individuo, él pertenece a un grupo y continúa
existiendo mientras el grupo permanece junto”.(48) En contraste con el poder,
la violencia depende de las categorías medios – fines, y nunca puede sustituir
el poder, apenas destruirlo. El poder potencial de los seres humanos actuando conjuntamente
es así formidable, aunque se enfrenten con un aparato de violencia aplastante.
Los revolucionarios no
deben contentarse con establecer arenas políticas donde la política pueda ser
practicada en las condiciones de la acción, sino deben igualmente ser capaces
de mantenerlas durante un período de tiempo. Arendt espera una revitalización y
un papel más importante del sistema consejista, que representó un papel
temporario en muchas revoluciones. Sin embargo, no pensaba que todos debían
tener una participación política. Aquellos que quieren participar eligen tal
cosa, mientras que los que no quieren participar eligen dejar las cosas como
están. La revolución política de Arendt debería proveer un dividendo claramente
democrático y antitotalitario, en la medida en que ofrecería a un mayor número
de personas la posibilidad de actuar políticamente, en el sentido arendtiano,
impidiendo así tendencias totalitarias. Sin embargo, ella no era muy optimista
en relación al establecimiento y manutención de instituciones políticas más
abiertas a la participación política, “pero tal vez al final –en el curso de la
próxima revolución”(49) esto fuese posible.
La libertad política
también es extremadamente importante para Rosa Luxemburgo, sobre todo por ser
un pre-requisito que permite a las personas tener la oportunidad de hacer
experiencias, y quien sabe aprender con ellas durante el curso en dirección a
una sociedad socialista y democrática. La libertad es simplemente un
pre-requisito importante y necesario para el desarrollo exitoso de una
revolución. Las famosas palabras de La revolución rusa: “libertad es siempre la
libertad de quien piensa de forma diferente”,(50) son proferidas en asociación
con la importancia de hacer experiencias en el proceso revolucionario. Sin esas
experiencias no se puede crear una sociedad socialista. La revolución precisa
tener una duración larga porque es en la propia lucha que los seres humanos
aprenden por medio del intento y el error lo que precisan saber para ser
capaces de gobernarse a sí mismos. Es por la fricción con la sociedad
existente, nacional e internacionalmente, económica y políticamente,
individualmente y junto con otros, que es posible crear una sociedad mejor. La
barbarie no puede ser evitada si la mayoría de las personas no quiere luchar
por una alternativa mejor. El poder proviene del hecho de los seres humanos
actuando en conjunto, como Arendt también enfatiza, siendo esta forma de poder
decisiva en la concepción revolucionaria de Luxemburgo, y decisiva para que la
revolución sea exitosa o no. Pero en el momento crucial de la conquista del
poder en la sociedad, Luxemburgo también afirma que el uso de la violencia
puede ser necesario, en el caso en el que los gobernantes se nieguen a abrir la
mano de sus posiciones privilegiadas y utilicen la violencia para protegerse en
la lucha contra un poder superior basado en la mayoría del pueblo.
El marxismo ofrece una
visión de fines elevados y generales, pero la manera como esos fines deben ser
alcanzados tiene que ser descubierta por los seres humanos por medio de la
acción política en el proceso revolucionario, siendo que este proceso de
experiencias no debe cesar en la sociedad socialista. La democracia socialista
no deja de funcionar en la tierra prometida, según Luxemburgo, y esa democracia
no puede existir sin la posibilidad de hacer nuevas experiencias. Ni puede el
socialismo, en la prometida sociedad sin clases, emanciparse a sí mismo de las
condiciones de vida y de la necesidad de adquirir constantemente nuevas
experiencias en el Gólgota de la vida.
Si Arendt hubiese aceptado
por completo que Luxemburgo fue de hecho y continuó siendo marxista la vida
entera, tal vez hubiese re-evaluado de algún modo su propia relación con el
marxismo. Hannah Arendt es competente al investigar los elementos totalitarios
y antitotalitarios en la tradición revolucionaria como un todo, pero cuando se
trata de la tradición marxista, ella parece optar por excluir a Luxemburgo del
marxismo, en vez de admitir que el concepto de acción política y la perspectiva
revolucionaria de Luxemburgo constituyen importantes elementos antitotalitarios
dentro de la propia tradición marxista, elementos que parecen a su vez haberla
influenciado fuertemente en su propio concepto de acción política y en su
abordaje de la revolución. La crítica de Arendt a Karl Marx la conduce por un
camino que la aparta del marxismo, pero al mismo tiempo la gran proximidad de
ideas con la marxista Rosa Luxemburgo, la reaproxima a su vez a la tradición
marxista.
Publicado en la revista
Crítica marxista. Nº 23
Notas
(1) El presente texto fue presentado en la
Conferencia de la Sociedad Internacional Rosa Luxemburgo, 21 -22 de noviembre
del 2004 en Guangzhou, China. Traducción de Isabel Loureiro al portugués,
revisión de Marcos Barbosa de Oliverira. Del portugués al español, Claudia
Korol.
(2) Tanja Storlokken es cientista política. Publicó
diversos artículos sobre la cuestión nacional, república monarquía, Rosa
Luxemburgo, marxismo feminista y Hannah Arendt.
(3) Hannah Arendt. Men in Dark Times. Harcourt,
Brace & World, New York 1968, ix. Traducción brasilera: Homens en tempos
sombrios. Sao Paulo: Compañia das Letras, 1987, pp 8-9
(4) Dana R.Villa. Arendt and Heidegger. The Fate of
the political. Princeton: Princeton University Press, 1996. Taminiaux, Jacques:
The Thracian Maid and the Professional Thinker; Arendt and Heidegger. Nueva
York; State University of New York Press, 1997. Ettinger Elzbieta; Hannah
Arendt. Martin Heidegger. New Haven: Yale University Press, 1995. Cf. también Arendt,
Hannah/ Heidegger, Martin: Briefe 1925
bis 1975 und andere Zeugnisse, Frankfurt am Main: Vittorio Kostermann, 1998.
(5) Walter Laqueur. “The Arendt Cult: Hannah Arendt
as a Political Commentator”. Journal of Contemporary History. Vol. 33, Nº 4.
1994, p. 485
(6) Arendt a Jaspers, 29 de enero de 1946. In:
Arendt, Hannah/ Haspers, Karl. Briefwechsel 1926-1929. Munique: Piper, 1985, p.
67.
(7) “... in keinem Besitz verwurzelt”. Hamburgo:
Rotbuch Verlag, 1995, pp. 151-52. Cf. Blumenfeld a Arendt, 6 de agosto de 1956,
p. 155 y Blumenfeld y Arendt, 1 de febrero de 1957, p. 177. Cf. También Arendt
a Blücher, comienzo de julio de 1958. En: Arendt Hannah/ Blücher, Heinrich:
Briefe 1936 –1968. Munique: Piper, 1996, p. 485
(8) John Petter Netl, Rosa Luxemburg, volumen 1 y 2.
Oxford: Oxford University Press, 1966
(9) Hannah
Arendt. La heroína de la Revolución. The New York Review of Books, 6 de
octubre, Vol 7, nº 5, 21 – 27. Esta reseña también fue publicada con el título
“Rosa Luxemburg 1871 –1919”. En: Arendt, Hannah. Men in Dark Time. Nova York;
Harcourt, Brace & World, 1968, pp. 33 – 56. Cuando me refiero al ensayo de
Arendt sobre Luxemburgo utilizo la versión Men in Dark Times. La cita es de las
páginas 55 – 56. Traducción brasilera. P. 55
(10) Arendt se refiere a las siguientes
publicaciones de Luxemburgo en sus libros: En Hannah Arendt, The Origins of
Totalitarianism (1951: nota 16, p. 94, nota 33, p. 100, notas 43 y 45, p. 148)
ella se refiere a Luxemburgo, Rosa: “Die socialistische Krise in Frankreich”
(1901, y Rosa Luxemburg: Die Akkumulattion des Kapitals (1913). En: Hannah
Arendt. On Revolucion (1963: p. 264 y nota 82, p. 327 –28) se refiere a una
traducción inglesa de Zur Russischen Revolution (1918) y en el ensayo: “Rosa
Luxemburgo 1871 –1919)” (1966) en Men in Dark Times (1968: nota 16, p. 54)
también mencioa tres traducciones inglesas de Sozialreform oder Revolucion?
(1899), Massenstreik, Partei und Gewekschaften (1906) y Die Krise der
Sozialdemocratie (1916).
(11) En la versión alemana de Hannah Arendt, Ubre
die Revolution (1963: 340, nota 90, p. 403) Arendt se refiere a la segunda
edición de la biografía de Paul Frölich publicada en 1949 por la Editora
Friedrich Oetinger, Hamburgo. La primer edición fue publicada en 1939 por las Editions
Noufelles Internationales, Paris.
(12) Ernst Vollrath. “Rosa Luxemburg`s Theory of
Revolution”. Social Research, Vol. 40, Spring 1973, 83 –109.
(13) Elisabeth Young – Bruehl. Hannah Arendt. For
love of the world. New Haven: Yale University Press, 1982.
(14) Ingeborg Nordmann. “Erfahrungsfähikeit und
Differenz. Rosa Luxemburg und Hannah Arendt über das politische Handeln”. Die
Neue Gesellschaft,Vol 40, cuaderno 5, 1993, p. 459 . 64. Ver también la
interpretación de Kulla en: Ralf Kulla: Revolutionäerr Geist und
republikanische Freiheit. Ubër die verdrängte Nähe von Hannah Arendt zu Rosa
Luxemburg. Hannover: Offizin Verlag, 1999, p. 16. “Ingeborg Nordmann muestra
que en el pensamiento de Rosa Luxemburgo la experiencia pública es tan
importante como en Hannah Arendt. Pero ella lee a Rosa Luxemburgo con los ojos
de Hannah Arendt, cuando evalúa como peso muerto marxista el apego al objetivo
de la revolución social, sin preguntar si aquì las posiciones de Rosa
Luxemburgo no remiten a una debilidad de Hannah Arendt”.
(15) Einar Overenget. Hannah Arendt. Oslo:
Universitetsforlaget, 2001. Una discusión sobre la interpretación arendtiana de
Luxemburgo hecha por Overenget puede encontrarse en Storlokken, Tanja
“Revolutionary and conservative”, en Kvinneforskning Nº 3, 2004, pp. 123-34.
(16) La reseña fue escrita en Palenville, en el
verano de 1966, después de una lectura ávida y de muchas anotaciones en la
biografía de Rosa Luxemburgo escrita por Nettl. Ese ejemplar con las
anotaciones de Hannah Arendt se encuentra en la biblioteca del Bard College en
Nueva York. Lamentablemente aún no pude consultarlo, una mirada más atenta
sobre lo que Arendt escribió aquí sería de gran interés en lo que se refiere al
modo como interpretaba el pensamiento de Luxemburgo. Algunos de los comentarios
de Arendt fueron publicados en Elisabeth
Young Bruehl. Hannah Arendt. For Love of the World, p. 399.
(17) Hannah Arendt. “Rosa Luxemburg 1871 – 1919”.
En: Men in Dark Times, p. 38 9. Traducción brasilera, p. 41 – 42. Cf. la
intención de Hannah Arendt de dedicar a Rosa Luxemburgo la edición alemana del
escrito “Die Ungarische Revolution un der totalitare Imperialismus” (1958) y lo
que escribió a Klaus Piper y Hans Rössner el 9 de septiembre de 1958 cuando
tuvo que marcar la dedicatoria: “La dedicatoria no puede ser formulada porque
sería preciso explicar que Luxemburgo no era realmente socialista ni comunista,
sino “solamente” a favor de la justicia, de la libertad y de la revolución como
única posibilidad de una nueva forma de Estado y de sociedad”. (Arendt, Hannah.
In der Gegenwart. Übungen in politischen Denken II. Munique: Piper, 2000, p.
424).
(18) John Peter Netl: Rosa Luxemburgo, p. 12
(19) Rosa
Luxemburgo: “In revolutionärer Strunde: Was weiter?” (1906). In Luxemburg,
Rosa. Gesammelte Werke 4. Berlin: Dietz Verlag, 1974. p. 62, 441. Cf. Norman
Geras. “Barbarism and the Collapse of Capitalism”. In The Legacy of Rosa
Luxemburg. Londres: NLB, 1976, p. 13 –42. Manninen, Virve: Sozialismus oder
Barbarei) Suomen Historiallinen Seura, Helsinki 1996.
(20) Ver en particular Rosa Luxemburgo, Die Krise
der Sozialdemokratie (1916) y “Was will der Spartakusbund?” (1918). In: Rosa
Luxemburg: Gesammelte Werke 4. Berlin: Dietz Verlag, 1974, p. 62, 441. Cf.
Norman Geras: “Barbarism and the Collapse of Capitalism”. In Ther Legacy of
Rosa Luxemburg. Londres: NLB, 1976, p. 13 –42. Manninen, Virve: Sozialismus
oder Barbarei? Suomen Hisoriallinen Seura, Helsinki, 1996.
(21) En su biografía Hannah Arendt. For Love of the
World, p. 401, Young Bruehl escribe sobre la interpretación arendtiana de la
relación de Luxemburgo con el marxismo: “Ella pensaba que Luxemburgo había
abandonado “la teoría de las crisis” marxista, que su ruptura con el marxismo
era tan económica como política, y que “su compromiso con la revolución era
primordialmente moral”... (...) Arendt veía el programa político de Luxemburgo
–el republicanismo- como corolario de su rechazo de la dialéctica económica
marxista, la relación antitética entre capitalistas y proletarios. En los
términos de Hannah Arendt, el republicanismo era un ideal político que
trascendía todas las visiones marxistas del capitalismo y del socialismo”. Si
Young Bruehl tiene razón, Arendt no sólo dudaba que Luxemburgo fuese marxista,
sino también creía que ella había roto política y económicamente con el
marxismo. Arendt alega, por ejemplo, en el ensayo “Rosa Luxemburgo 1871 – 1919”
(Men in Dark Times, p. 39 –40), que en la Acumulación del Capital (1913)
Luxemburgo rompe con el marxismo porque insiste que la existencia del capitalismo
depende de los sectores y áreas no capitalistas y, a su vez, Arendt desarrolla
este insight en su propio análisis del imperialismo en Ther Origins of
Totalitarianism, p. 148.
(22) Desde 1952 Arendt trabajó en un proyecto
titulado: “Elementos totalitarios en el marxismo” que debería ser publicado
como libro. Con todo, este libro sobre Marx nunca fue terminado, pero algunas
de sus ideas sobre Marx aparecen en The Human Condition (Chicago: University of
Chicago Press, 1958), Between Past and Future (Nova York: The Viking Press,
1961, edición ampliada 1968), y en On Revolution (Nova York: The Viking Press,
1963, nueva versión 1965). Muchos de los manuscritos de Arendt respecto de Karl
Marx no fueron publicados, por ejemplo, es muy interesante “Karl Marx and the
Tradition of Western Political Thought” (dos borradores de 1953). Margaret
Canovan (Hannah Arendt. A reinterpretation of her political thought. Cambridge:
Cambridghe University Press, 1992, capítulo 3: “Totalitarian Elements in
Marxism”, p. 63 – 98) da un panorama de la crítica de Arendt a Marx, basada
tanto en el material publicado como en lo no publicado. Resulta evidente que es
muy difícil, si no imposible, captar claramente la crítica de Arendt a Marx,
sin conocer también el material no publicado referente a Marx. Algunos de los
manuscritos no publicados de Arendt, sólo ahora accesibles en Internet en The
Hannah Arendt papers en la Biblioteca del Congreso. La colección entera de
estos manuscritos no publicados está disponible en la Biblioteca del Congreso
en Washington, en The New School University en Nueva York y en The Hannah
Arendt Center en la Universidad de Oldenburg.
(23) Hannah Arendt. The human condition. P. 7.
(24) Ver especialmente Hannah Arendt. “Tradition an
the Modern Age”. In: Between Past and Future, pp. 17 – 40.
(25) La validez de la crítica de Arendt a Marx no
será discutida aquí. Sobre este tema ver Bikhu Parekh: “Hanna Arendt´ s
critique of Marx” in Hill, Melvyn A. (org.). Hannah Arendt: The recovery of the
Public World. New York: St. Martin´s Press, 1979, p. 67 – 100; Gert Schäfer:
“H. Arendt und der Marxismus”. In: Gert Schäfer. Macht und öffenliche Freiheit,
Hannover; Materialis Verlag, 1993, p. 31 –74.
(26) Hannah Arendt. On Revolution. P. 61
(27) Hannah Arendt, “Rosa Luxemburgo 1871 – 1919”.
In: Men in Dark Times. P. 51 – 52.
(28) John Peter Nettl. Rosa Luxemburgo, p. 13.
Lamentablemente Nettl no consigue fundamentar esta interpretación ya teórica ya
empírica, y cae en muchas contradicciones. Ver por ejemplo la interpretación
del panfleto de Luxemburgo, Zur russischen Revolution (1918), pp. 701 – 05.
(29) Hannah Arendt. “Rosa Luxemburgo 1871 – 1919”.
In: Men in Dark Times. P. 52.
(30) Ibidem. P. 52.
(31) Ibidem p. 53.
(32) Rosa Luxemburgo. Sozialreform oder Revolution?
(1899). In: Rosa Luxemburgo. Gesammelte Werke 1/1. Berlim: Dietz Verlag, 1970,
pp. 440 - 445
(33) Elisabeth Young – Bruehl. Hannah Arendt. For
Love of the World. P. 401
(34) Ibidem, p. 402
(35) Ibidem, p. 294
(36) Ibidem, p. 293. Pienso que la caracterización
hecha por Young Bruehl de la revolución en Luxemburgo como espontánea, está
distorsionada y completamente equivocada. Cf. también la propia caracterización
de Arendt. Ella escribe sobre “la revolución espontánea en Rosa Luxemburgo”, en
el “Epilogue: Reflections on the Hungarian Revolution”. In: Hannah Arendt. The
origins of Totalitarianism. Londres: George Allen & Unwin Ltd, 1958, p.
482. Aunque para Luxemburgo la espontaneidad desempeña un papel en la revolución,
ella no es definitivamente el factor decisivo.
(37) Cf. También Hannah Arendt, “Epilogue:
Reflections on the Hungarian Revolution”.
(38) Ernst Vollrath: “Rosa Luxemburg´s Theory of
Revolution”. Social Research, vol 40. Spring 1973, pp. 83 – 109.
(39) Kulla, Ralf. Revolutionärer Geist un
republikanishe Freheit. Über die verdgränte Nähe von Hannah Arendt zu Rosa
Luxemburg. Hannover: Offizin Verlag, 1999. Este hecho no impide a Kulla
concluir que Rosa Luxemburgo se habría vuelto anti democrática en la revolución
alemana de 1918 – 1919. El se apoya fuertemente en Manfred Scharrer (Die
Spaltung der deutschen Arbeiterbewegung. Stuttgart: Ed. Co. edition Cordeliers,
1985) sin fundar sus alegatos en su propia investigación. Aquí o es el lugar
para profundizar esta discusión, pero pienso que los alegatos sobre las
concepciones anti-democráticas de Luxemburgo son infundadas si leemos sus
artículos y discursos de la época de la revolución alemana. Ver Rosa
Luxemburgo, Gesammelte Werke 4, p. 397 – 536. Cf. Tambien Ottokar Luban
(“Demokratische Sozialistin oder ¨blutige¨ Rosa? Rosa Luxemburg un die KPD-
Führung im Berliner Januaraufstand 1919.” Internationale Wissenschafiliche
Korrespondenz, 35, 1999, Heft 2, p. 176 –207) que responde directamente a los
argumentos de Manfred Scharrer. Ver también Manfred Scharrer “Rosa Luxemburg –
Die Revolution ist grossartig, alles andere ist Quark”. Jahrbuch für
Historische Kommunismforschung, 2000/ 2001, Aufbau – Berlag, Berlin, 2001. p.
391 – 408; Luban Ottokar. “Rosa Luxemburg – demokratische Sozialistin oder
Bolschewistin? Jahrbuch für Historische Kommunismforschung, 2000/ 2001, Aufbau
– Berlag, Berlin, 2001. pag. 409 – 20.
(40) Ralf Kulla, Revolutionärer Geist und
republikanische Freiheit, p. 21
(41) Villa, Dana R. Arendt y Heidegger. The fate of
the political, xi. Como era de esperar, Villa discute el concepto de acción
política de Arendt, sin relacionarlo con el de Luxemburgo.
(42) Ver Arendt, Hannah. “Philosophy and Politics”.
Social Research, Vol. 57. Spring. 1990, p. 73 –103. cf también Margaret
Canovan. Hannah Arendt. A reinterpretation of her Political Thought. Capítulo
7: “Philosophy and Politics”. P. 253 - 74
(43) Ibidem, p. 22. Cf. Rosa Luxemburg. Die Krise
der Sozialdemokratie (1916). In: Rosa Luxemburg. Gesammelte Werke 4, p. 62.
(44) Hannah Arendt. “Rosa Luxemburgo 1871 –1919”.
In: Men in Dark Times, p. 52
(45) Con todo, Arendt también se inspiró en otras
fuentes al desarrollar su concepto de acción política. Margaret Canovan. Hannah
Arendt. A reinterpretation of her political thought, p. 136 – 149, hace un
relato interesante de este tópico, pero no menciona el concepto de acción
política de Rosa Luxemburgo en esta discusión.
(46) Hannah Arendt, On Revolution, p. 218.
(47) Hannah Arendt, Between Past and Future, pp 146
y 153.
(48) Hannah Arendt, On Violenci. Nova York: Harcourt
Brace & Company, 1970, p. 44
(49) Hannah Arendt. “Thoughts on Politics and
Revolution” (1970). In: Crises of the Republic. Nova York: Harcourt Brace &
Company, 1972, p. 233
(50) Rosa Luxemburoo. Zur russischen Revolution
(1918). In: Rosa Luxemburgo. Gesammelte Werke 4, p. 259, nota 3.
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