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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

18/12/14

Historias republicanas: La legalización del aborto.





EL ABORTO Y LA IGLESIA CAT0LICA

La doctrina de la Iglesia católica hacia el aborto no ha sido siempre la actual, que considera a cualquier embrión como un “ser humano en potencia”. No fue hasta Pío IX (1869) cuando Roma dejó de distinguir entre faetus animatus e inanimatus, la cesura que dividía lo moral de lo inmoral y, siendo la Ley Divina la ley de los hombres, lo legal de lo ilegal.

Sin embargo, entre el siglo XII y el XIX la idea predominante entre los teólogos era que “el alma humana entraba en el feto masculino alrededor del día número 40, y en el feto femenino en torno al día 80″. Esto es, unas seis semanas para los varones y nada menos que 12 semanas para las hembras aunque, como no era posible conocer el sexo del feto hasta el parto (o hasta el aborto) “tan sólo se excomulgaba por abortos posteriores al día 80″, según cuenta Laura Bossi en su imprescindible “Historia natural del alma”*.
Curiosamente la doctrina actual, consagrada en el derecho canónico en 1917 y de nuevo en 1983, papando Juan Pablo II, es la misma que imperó en el seno de la Iglesia desde el siglo IV, cuando Basilio el Grande y Gregorio de Nisa “defendieron la tesis de origen estoico de la animación en el momento de la concepción (el alma se “inyecta” en el útero con el esperma)”, según recoge la neuróloga italiana. El naturalista Alberto el Grande (fallecido en 1280 y maestro de Tomás de Aquino) también era partidario de la “animación simultánea”, aunque su propio discípulo Tomás y san Agustín se subieron al carro de la animación progresiva del embrión, defendida por Aristóteles.

¿Y cómo es que los embriones masculinos se animaban antes que los femeninos? Una vez más es una idea aristotélica. En su “Historia de los animales” el filósofo griego “afirma que los fetos masculinos se “articulan” con mayor precocidad, de acuerdo con su idea de la superioridad masculina en la scala naturae; y según la tradición del Antiguo Testamento (Levítico, 12, 1-5) la mujer es impura hasta 40 días después del nacimiento de un hijo y 80 días después del nacimiento de una hija“. Lo que quiere decir que, pasada la cuarentena de rigor, las mujeres se van equiparando en lo que al alma se refiere a los hombres. Menos mal.

La unión soviética fue el primer país que despenalizo el aborto  y lo hizo gratuito y asistido, en el marco de la primera  legislación de protección a la mujer, la familia, la infancia y la maternidad.

En 1917 el proletariado tomó el poder en la Unión Soviética y empezó a construir una nueva sociedad socialista. Antes de la revolución las mujeres sufrían una horrible opresión. No era inusual que las mujeres fueran compradas y vendidas como esposas o sirvientas. Eran tratadas como bestias de carga en granjas y hacían trabajos denigrantes en talleres.
La victoria de la revolución cambió de inmediato y por completo la vida de las mujeres. Las nuevas leyes despojaron a los hombres de los derechos sobre esposas e hijos, aseguraron el derecho al divorcio y establecieron salarios iguales para hombres y mujeres. El matrimonio ya no lo legalizaba la iglesia, sino una ceremonia civil. Las mujeres que daban a luz en hospitales no tenían que pagar nada. El aborto se descriminalizó y después se legalizó en 1920. Ya no se castigaba a las prostitutas y más tarde se eliminó la prostitución. Se abolió el matrimonio infantil, así como la compraventa de mujeres. Los lugares de trabajo permitieron que las mujeres se ausentaran por maternidad y aborto.
Lenin, líder de la revolución rusa, dijo: "La experiencia de todo movimiento de liberación ha demostrado que el éxito de una revolución depende del grado de participación de la mujer".

EL ABORTO: LEGAL Y A QUIEN LO SOLICITARA

En 1920 el gobierno soviético emitió un decreto anulando la penalización criminal del aborto. Fue el primer gobierno del mundo en hacerlo:
“Mientras los remanentes del pasado y las difíciles condiciones del presente obliguen a algunas mujeres a practicarse el aborto, el Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y el Comisariato del Pueblo para la Justicia consideran inapropiado el uso de medidas penales y por lo tanto, para preservar la salud de las mujeres y proteger la raza contra practicantes ignorantes o ambiciosos, se resuelve:
“I. El aborto, la interrupción del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los hospitales del estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la operación.”
—“Decreto del Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y del Comisariato del Pueblo para la Justicia en la Rusia Soviética”, traducido de Die Kommunistische Fraueninternationale [La Internacional Comunista de las Mujeres], abril de 1921, en Women and Revolution No. 34, primavera de 1988
En la Rusia zarista las mujeres eran legalmente esclavas de sus maridos. Según las leyes zaristas: “La esposa tiene que obedecer a su marido, como jefe de familia, permanecer junto a él, amarle, respetarle, obedecerle siempre, hacer todo lo que le favorezca y demostrarle su afecto como esposa”. El programa del Partido Bolchevique de 1919 decía: “En el momento actual, la tarea del partido es trabajar en primer lugar, en el reino de las ideas y la educación, para destruir completamente todos los vestigios de desigualdad o viejos prejuicios, particularmente entre las capas más atrasadas del proletariado y el campesinado. Sin limitarse sólo a las igualdades formales de las mujeres, el partido tiene que liberarlas de las cargas materiales del obsoleto trabajo familiar y sustituirlo por casas comunales, comedores públicos, lavanderías, guarderías, etc”.
La mujer en la Unión Soviética disfrutaba de muchas ventajas, como guarderías sostenidas por el estado, pleno derecho al aborto, acceso a una amplia gama de oficios y profesiones y un alto grado de igualdad económica con sus compañeros de trabajo hombres; en pocas palabras, tenían un estatus que en muchos aspectos era mucho más avanzado que el de las sociedades capitalistas actuales.
La revolución desató una oleada de optimismo y expectativas de una sociedad construida sobre principios socialistas. Entre los jóvenes había muchísimas discusiones sobre las relaciones sexuales, el cuidado de los niños y la naturaleza de la familia en la transición al socialismo.

La legislación soviética de entonces dio a la mujer de Rusia un grado de igualdad y libertad que no ha sido alcanzado ni siquiera por los países capitalistas “democráticos” económicamente más avanzados de hoy
Apenas poco más de un mes después de la revolución, dos decretos establecieron el matrimonio civil y permitieron el divorcio a petición de cualquiera de los cónyuges, logrando mucho más de lo que el Ministerio de Justicia prerrevolucionario, los periodistas progresistas, los feministas o la Duma jamás habían siquiera intentado. En el siguiente periodo el número de divorcios subió a niveles altísimos. En octubre de 1918 el Comité Ejecutivo Central (CEC), el órgano estatal de gobierno, ratificó todo un Código sobre el Matrimonio, la Familia y la Custodia que barría con siglos de poder patriarcal y eclesiástico, y establecía una nueva doctrina basada en los derechos individuales y la igualdad entre los sexos.

Los bolcheviques también abolieron las leyes contra los actos homosexuales y todas las formas de actividad sexual consensual. El director del Instituto de Higiene Social de Moscú, Grigorii Batkis, explicó la posición bolchevique en un folleto de 1923 titulado La revolución sexual en Rusia:

En agosto de 1918 se estableció un comité encabezado por A.G. Goijbarg, un profesor de derecho y ex menchevique, para redactar el proyecto del nuevo Código Familiar. Los juristas describían al código como “no legislación socialista sino legislación del periodo de transición”, así como el propio estado soviético, en tanto dictadura del proletariado, era un régimen preparatorio de transición del capitalismo al socialismo (citado en Goldman, Op. cit.).
Los bolcheviques anticiparon la capacidad de “eliminar la necesidad de ciertos registros, como el registro de los matrimonios, ya que la familia pronto será remplazada por otras diferenciaciones más razonables, más racionales, basadas en los individuos separados”, como dijo Goijbarg con demasiado optimismo. Luego añadió: “El poder proletario construye sus códigos y sus leyes dialécticamente, de manera que cada día de su existencia va minando su razón de ser.” Cuando “los grilletes entre marido y mujer” se hayan vuelto “obsoletos”, la familia se extinguirá, remplazada por relaciones sociales revolucionarias basadas en la igualdad de la mujer. Sólo entonces, en palabras de la socióloga soviética S.Ia. Volfson, la duración del matrimonio “estaría definida exclusivamente por la mutua inclinación de los cónyuges” (citado en Ibíd.). El divorcio se lograría con sólo cerrar una puerta, según lo pronosticaba el arquitecto soviético L. Sabsobich.

“La legislación soviética se basa en el siguiente principio: declara la absoluta no interferencia del estado y la sociedad en asuntos sexuales, en tanto que nadie sea lastimado y nadie se inmiscuya con los intereses de alguien más.”
El código de 1918 eliminó la distinción entre los hijos “legítimos” e “ilegítimos” usando en su lugar la formulación cuidadosamente redactada “hijos cuyos padres no estén en un matrimonio registrado”. Así, una mujer podía reclamar la manutención infantil de un hombre con el que no estuviera casada.
El Código también establecía el derecho de todos los niños a la manutención por parte de los padres hasta la edad de 18 y el derecho de cada cónyuge a conservar su propia propiedad. Al llevar a cabo las medidas del Código, los jueces favorecían a las mujeres y a los niños sobre la base de que establecer la manutención del hijo tenía prioridad sobre la protección de los intereses financieros de la parte masculina. En un caso, un juez dividió la manutención de un niño entre tres, pues su madre se había estado acostando con tres hombres diferentes.

LA PROTECCIÓN DE LA MATERNIDAD

Se tomaron medidas para liberar a las mujeres de tareas como el cuidado de los niños, cocinar y limpiar. Se establecieron guarderías y cocinas comunales en barrios y en grandes factorías. Hacia 1920-21, 12 millones de personas comían en cafeterías comunales (más del 80% de la población de Petrogrado y 93% de la población de Moscú). Los niños comían gratis.
Inmediatamente después de la revolución, el gobierno lanzó una campaña para brindarle a las trabajadoras instalaciones sociales y culturales y servicios comunales, y para atraerlas a programas educativos y de capacitación. El Código Laboral de 1918 garantizaba un receso pagado de media hora al menos cada tres horas para alimentar a un bebé. Para su protección, durante el embarazo y la lactancia las mujeres tenían prohibido el trabajo nocturno y las horas extras. Esto implicó una lucha constante contra algunos administradores estatales que veían en estas medidas una carga financiera adicional.
La mayor conquista legislativa de las mujeres trabajadoras fue el programa de seguro de maternidad de 1918 diseñado e impulsado por Alexandra Kollontai, primera Comisaria del Pueblo para el Bienestar Social y presidenta del Zhenotdel de 1920 a 1922( Posteriormente A.Kollontai pasaría al servicio diplñomartico siendo la  primera mujer embajadora de la historia)  La ley otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo. El programa estaba administrado por una Comisión para la Protección de Madres e Infantes —adjunta al Comisariato de Salud— y encabezado por una doctora bolchevique, Vera Lebedeva. Con su red de clínicas de maternidad, consultorios, estaciones de alimentación, enfermerías y residencias para madres e infantes, este programa fue quizá la innovación más popular de todas las del régimen soviético entre las mujeres rusas.

LICENCIA MENSTRUAL

En las décadas de 1920 y 1930, frecuentemente se permitía a las mujeres tomarse un descanso de unos cuantos días en forma de licencia menstrual. En la historia de la protección a la mujer obrera, la URSS fue probablemente única en esto. Los especialistas investigaban los efectos del trabajo pesado en la mujer. Una académica escribió: “Mantener la salud de los obreros parece haber sido una preocupación central en la investigación relacionada con la protección laboral en este periodo (Melanie Ilic, Women Workers in the Soviet Interwar Economy: From “Protection” to “Equality” [Trabajadoras en la economía soviética de la entreguerra: De la “protección” a la “igualdad”], Nueva York: St. Martin’s Press, 1999). El trabajo extenuante podía llevar a la interrupción o el retraso en el ciclo menstrual especialmente entre las campesinas.

Stalin revocó parte de las medidas que garantizaban la plena igualdad de la mujer y su emancipación completa. Fueron penalizados nuevamente la homosexualidad (1934) y el aborto (1936); se reactivó la propaganda en favor de la familia; y se reintrodujo la educación separada entre los sexos; el divorcio no se prohibió, pero se cobró por los trámites e hizo mucho más difícil; la moral tradicional volvió a imponerse en la relaciones familiares y personales. Fue sólo la masiva participación de las mujeres soviéticas en la guerra contra el nazismo la que les devolvió los derechos conculcados.

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