Por François Jarrige (*)
Durante mucho tiempo poco
conocido en Francia, la obra del historiador inglés E.P.Thompson es actualmente objeto de un reconocimiento
importante como atestiguan las publicaciones y traducciones recientes (1).
Como uno de los protagonistas mayores de
la historiografía británica y activista incansable, Thompson ha llevado a
cabo una obra original y mantenido un apasionado compromiso político. El eco de sui obra ha
superado rápidamente el ámbito de la
historiografía renovando el estudio de las clases sociales y del derecho,
situando a los actores y su experiencia en el centro de sus reflexiones, explorando
de forma inédita las raíces del capitalismo y de la resistencia popular, ha marcado
con su sello propio las ciencias sociales de la segunda mitad del
siglo XX. Aun siendo objeto de agudas críticas en vida, posteriormente no ha
dejado de ser alabado tras su muerte en 1993. Se impone, por lo tanto un
estudio sobre la trayectoria y el compromiso de uno de las más importantes
figuras intelectuales del siglo XX.
Edward Palmer Thompson nace
en 1924 en Oxford de una familia cosmopolita (su padre era profesor de Bengali
tras haber vivido en la India). La época que discurre entre el frente popular y
la liberación jugó un papel decisivo en su formación política e
intelectual. El lo llamará “ el decenio de los héroes”, un periodo turbio y
difícil pero al mismo tiempo lleno de valentía y esperanza ( 2). Se adhiere al
Partido Comunista británico en 1942
cuando aún es estudiante en Cambridge. Después cumple su servicio militar participando en las campañas militares de
Africa de Norte e Italia. Su hermano mayor también se hace comunista con
ocasión de las atrocidades de la guerra civil española y la depresión de
Hitler. .En 1944, l a muerte de su
hermano mayor cuando actuaba como agente de enlace en el ejército británico y
los partisanos comunistas y antifascistas, le marca profundamente (9).
De vuelta a Inglaterra, se
contagia de la euforia de la victoria y se adhiere a los movimientos
huelguísticos de entonces y las grandes reformas sociales de posguerra. Entre
1946-347, participa asimismo en la construcción del” ferrocarril de la
juventud” en la nueva Yugoeslavia socialista junto a partisanos, obreros y
estudiantes. Esta experiencia, de gran importancia para él, contribuye a
hacerle sensible a la “actividad autónoma del pueblo” ( E.P. Thompson ,
entrevista con E.P.T, por Henri An¡boive, Vision of History, New York, Pantheon
Bocks 1976.p 16). Thompson se instala a continuación en el Norte de Inglaterra al sur de la cadena
de los Pennines, zona que había experimentado
la industrialización del siglo XIX. Es en este lugar saturado por la
memoria del movimiento obrero donde participa en el movimiento de educación
popular y en la educación de adultos en el seno de la Universidad de Leeds, la única
posición posible entonces por un joven intelectual comunista.
Los inicios de la guerra fría
y le recuerdo de la resistencia al nazismo le mantienen próximo al partido comunista.
Thompson milita contra la guerra de Corea, dirige el comité por la paz de Halifax,
y después es nombrado secretario de la federación
de la organización por la paz de Yorkshire, editando el periódico local. En
esta época, se siente en primer lugar atraido por la literatura. Su primera
obra de gran amplitud está consagrada además a la figura de Willian Morris al
quien intenta rehabilitar como pensador socialista y figura olvidada del comunismo
europeo ( 4).Este interés por el socialismo rematico anti-industrial de Morris
le facilita el camino para ir
apartándose paulatinamente de la ortodoxia comunista dominante en la época.
En los años 50, Thompson
forma parte del grupo de historiadores del partido comunista (Communist Party
Historians Group) del que llega a ser una de las figuras destacadas. Sus
primeras obras van tomando cuerpo con el esimulo intelectual que acompaña a la creación
en 1952 de la Revista Pas and Present
por iniciativa de historiadores comunistas como Christopher Hill, Eric
Hobsbawm, Rodney Hilton o George Rude, todos ellos preocupados por romper el
conservadurismo predominante en el mundo académico británico (5). La revista pretende
ser un fórum de debate abierto a historiadores no marxistas. Mientras que en
Francia, los intelectuales comunistas se encuentran fuertemente encuadrados por el partido en
Gran Bretaña los lazos son más flojos y los historiadores además están en
primera línea contra la línea oficial del movimiento. El año 1956, marcado por
el informe Krouschev sobre los crímenes de Stalin y por la sangrienta represión
de la insurrección húngara, supone un vuelco. Thompson rompe entonces con la dirección
del partido y denuncia sin descanso el régimen soviético (6).
Al año siguiente funda con su amigo John Saville
la New Reasoner (tomando el nombre de un periódico radical del siglo XIX) con
el fin de contribuir a la reflexión que se inicia sobre el futuro del
socialismo. Igual que la experiencia de Socialismo o Barbarie iniciado en
Francia en la misma época en torno a Lefort y Castoriadis, el proyecto de la
revista era restaurar la credibilidad
moral del proyecto comunista denunciando el catecismo estalinista, sus
desviaciones y aporías. Desde el primer número,
Thompson defiende un “socialismo humanista” que reconozca la autonomía critica
de los individuos contar la abstracción de las fuerzas productivas y combate el
“estalinismo que, como el capitalismo, reduce al ser humano a no ser más que
una cosa, pura mercancía o apéndice de la maquina” (7). En 1980, participa en
la creación de la New Left Review en torno a la cual cristaliza el movimiento
de la Nueva Izquierda que trata de elaborar un marxismo leído al margen de la ortodoxia
estalinista. No obstante abandona el comité editorial en 1962 tras su ruptura con la nueva línea
impulsada por Perry Anderson que considera a la vez demasiado abstracta y teórica
y sobre todo demasiado desconectada del movimiento obrero.
Cuando publica “La formación
de la clase obrera en Inglaterra” en 1963, Thompson se encuentra aislado por lo
tanto en el plano político. Sin embargo es la gran obra que le da a conocer y
le consagra de inmediato como teórico
del marxismo y pionero de una historia social renovada. Redactado entre finales
de los años 1959y 1963, la obra fue reconocida pronto como una obra mayor.
Hobnsbawm la compara a un “volcán en erupción”. En efecto, la obra lleva
consigo las huellas del compromiso teórico y político del autor e introduce
varias reconsideraciones decisivas para
la reflexión histórica. En primer lugar
propone una “ historia desde abajo”( from below)”, es decir una historia
del pueblo y de la marginalidad de la revuelta y de la resistencia, atenta a la
autonomía de pensamiento y de acción del pueblo ( 8). A través de 16 capítulos
muy densos, en los que cada uno de ellos
ilumina un aspecto de la Inglaterra de la “ revolución industrial”, las
tradiciones populares del XVIII , el metodismo, la lucha social de los ruditas hasta
los primeros sindicatos,…Thompson hace revivir la “ cultura heroica” de los que
buscaron mantener vivo “ el árbol de la libertad”. Contra el economicismo y el determinismo
transmitido por un marxismo simplificado, Thompson privilegia la noción de experiencia y “agency” de los actores.
Contra el reduccionismo ecomomicista, reconceptualiza el materialismo histórico
y la manera de repensar las clases sociales ( 9).
Para él “la clase” no era ni
una estructura, ni una “ categoría” sino “ algo que ocurre de hecho- y que puede
mostrarse, que sucede- en las relaciones
humanas”. Una clase social es pues la expresión social y política de un proceso
conflictivo fundado en las experiencias de los hombres y las mujeres en tanto
que actores de la historia. Por “conciencia de clase” Thompson designa la
manera como estas experiencia se traducen
“en términos culturales y se encarnan en tradiciones, en sistemas de valores,
ideas y formas institucionales”. Su manera de escribir la historia es original
porque ya no transcurre por la apelación
única a las organizaciones y porque rehúsa
considerar a los actores como receptáculos pasivos de ideas que les
superan. “Ninguna ideología es totalmente absorbida por sus adeptos- escribe-
sino que s e transforma en la práctica en mil mareas diferentes bajo los
efectos de la acción espontánea y la
experiencia. “ En estas condiciones, la historia de la formación de la clase obrera
no puede reducirse a un simple proceso mecánico, “resulta tanto de la historia política
y cultural como de la historia económica. No nace por generación espontánea a
partir del sistema fabril (…) la clase obrera se crea al mismo tiempo que es
creada” ( 10).
A pesar de ser un desconocido fuera de los medios de la izquierda radical,
el libro le empuja en pocos años al centro
de la historiografía mundial. Al inaugurar una investigación histórica no
reduccionista sobre las clases sociales, la obra contrarí8a a la tradición
intelectual dominante.. Se opone tanto a la historia económica, alimentada por la economía política
clásica, como a los análisis marxistas que reducían las clases a relaciones
eocno0mcias d e producción. Al rechazar los determinismos simplificadores, Thomson inaugura
un enfoque más reflexivo respecto de las grandes categorías y conceptos de las
ciencias sociales, al tiempo que vuelve a dar autonomía de juicio a los actos y
a los actores que intenta “salvar de la inmensa condescendencia de la posteridad”.
Cuando aparece, el libro está muy lejos de conseguir una opinion unánime, algunos
lo denuncian como “romántico” y
atacan los “supuestos teóricos” de
Thompson, sus interpretaciones son consideradas frecuentemente excesivas, su
lectura de la revolución industrial “catastrofista”.
A despecho de la polémica, avivada por la radicalidad de sus interpretaciones y
por la virulencia de su prosa, el libro
deviene rápidamente un clásico. Se reedita en edición de bolsillo desde
1968 para después ser traducido y comentado en numerosos países (11). L a obra
circula primeramente en el mundo anglosajón,
es muy leído y comentado en los campus americanos. En los años 70 influye también
en los jóvenes historiadora indios- que se agruparan mas tarde bajo la etiqueta
de Subalktern Studies”-que se comprometen
en investigaciones sobre la resistencia popular al imperialismo y al
capitalismo. En los años 80, Thomson se convierte en uno de los historiadores
del siglo XX mas citados en el mundo (12). Incuso si la lógica de asimilación de su obra pueda
variar según las disciplinas y países como lo muestra particularmente el
caso de Francia donde la Formación dela clase
obrera en Inglaterra no se traducirá hasta 1988.
Los años que separan la
publicación de le Formación de la clase obreras en Inglaterra y el retorno de
Thomson a la arena política en 1980 son particularmente prolijos y fecundos en
el aspecto intelectual. En 1965, abandona su Yorkshire natal y se instala en
los Middlands donde es nombrado director del “ Center of the Srtudy of Social
History” de la joven y reciente universidad de Warwick que se hace pronto un
lugar de atracción para jóvenes historiadores de talento. Aunque esta posición
institucional no dura mucho, porque dimite
ruidosamente para protestar contra la subordinación creciente de la universidad
a los intereses privados. Ella le permite no obstante iniciar numerosas
investigaciones.
Tras 1965, Thompson continúa
su trabajo investigando el periodo anterior a la formaci0on de la clase obrera. En numerosos textos que harán
época, renueva la historiografía del siglo XVIII inglés y profundiza el estudio
del capitalismo industrial. Demuestra como
este no se limita a la explotación
económica sino que moldea también la organización del tiempo y crea una
nueva subjetividad ( 14). En otros muchos artículos igualmente muy influyentes
reexamina las culturas populares del XVIII tal y como se muestran en prácticas
como los amotinamientos alimentarios o el bandidaje.
La noción de “economía moral”
que introduce desde 1963 pero explicada de un manera mas extensa en un
artículo de 1973, constituye sin duda la propuesta de Thompson más discutida.
Esta noción contempla la acción de las multitudes que se rebelaron como una reivindicación popular reflexionada y disciplinada más que
como una simple reacción instintiva ante la miseria (15). El mérito intelectual
del autor consiste en introducir una dimensión “moral” en el análisis marxista
de las relaciones sociales. Esta “economía moral” de los pobres o de la multitud
designa una “visión tradicional de normas y obligaciones sociales de toda
función económica apropiada que pertenecen a la comunidad”, lo que implica que
hay un sistema de normas y de deberes que moldean la actividad popular. Desde hace cuarenta
años, la noción, tan criticada como alabada, no ha dejado de ser objeto de
debate. El primero que la utiliza es el antropólogo James C.Scott que investiga
buscando la “economía moral” que se dio en los agricultores del sudoeste
asiático. Tras él, muchos otros investigadores han aplicado este concepto para describir
la actividad de los agricultores ingleses del siglo XVIII en otros contextos. a
los países denominados en vias de desarrollo,
incluso a los obreros de la industria, y a la producción científica.
(16). En 19891 Thompson vuelve sobre el uso de este concepto y sobre la
polémica que ha suscitado. “nada parece provocar una mayor ira entre mis
críticos que la noción de que un alborotador
por hambre podía tener mayor “moralidad”
que un discípulo de Adam Sm,th”, y sin embargo, - añade-“ no es este el
sentido que yo le doy a la palabra”. La economía moral designaba ante todo la forma de organización de la antigua
sociedad agraria, el hecho de que cada
parte está ligada al todo y cada miembro reconoce deberes y obligaciones quie le son propias “ ( 17). Ante la proliferación del término,
Thompson mismo restringe su sentido. El debate
no ha cesado después, continuando sobre el alcancen, lo límites y los supuestos
posibles del concepto (18)
En sus obras, Thompson
continua incesantemente intentando “salvar de la inmensa condescendencia de la
posteridad” a los actores del pasado. Esta es la ambición que le anima también a llevar a cabo una amplia investigación
sobre el bandidaje a través del cual propone una novedosa reflexión sobre su papel en la sociedad. En su libro
Whigs ans Hunters (1975), se opone a una interpretación reductora transmitida
por “ciertos teóricos (…) incapaces de considerar el derecho de otra manera que
bajo la forma de policía reprimiendo a fumadores de cannabis o contra
manifestantes inofensivos”. Contra estas perspectivas demasiado formalistas o
instrumentales. Thompson anticipa la renovación epistemológica que vendría después mostrando que “la gente
no es tan estúpida como ciertos filósofos estructuralistas tienen
frecuentemente tendencia a creer”, sino
que saben movilizar el derecho a
su propio favor de manera que el
derecho” es menos un instrumento de poder de clase que un terreno de conflicto”
(19)
Toda esta investigación
histórica, rica y fértil en el plano teórico están indisoluble te ligadas a las
luchas que él emprende paralelamente contra el “marxismo estructuralista” .
Durante los años 60, Thompson formaba parte de los vencidos y minoritarios en
el plan político. Peor e aprovechando su
creciente reputación y el reconocimiento
mundial a su labor como historiador, persigue su batalla en el terreno de las
ideas (20). Polemiza con las figuras de moda de la Nerw Left Review, defiende
la herencia del radicalismo político ingles contra aquellos que lamentan la
ausencia de pensamiento marxista en Gran Bretaña (21). La polémica también es historiográfica
y alcanza por ejemplo a la descripción de la burguesía inglesa del XVII o a la
interpretación de las tradiciones reformistas del movimiento obrero
británico. Thompson crítica
particularmente las ilusiones teóricas de Perry Anderson, victima, según él, de
la fascinación por la filosofía francesa. Lucha contra la seducción que ejerce
el “idealismo” de Althusser y el marxismo de corte estrfuicturfali9sta entre la
izquierda intelectual británica (22). Al
contrario de lo que a veces se ha dicho, Thompson no se opone a la teoría sino que exige que sea confrontada a la dinámica
histórica. Pide a los filósofos que “desciendan de sus altas esferas de la teoría
y desarrollen conceptos adecuados al análisis histórico de lso procesos”. (23).
Sin embargo, a diferencia
del disidente polaco Leszeck Kolakosky al que se opuso en una controversia
famosa a mitad de los años 70 a propósito de la interpretación del marxismo.
Thompson sigue reclamándose socialista y reivindicándose marxista lo cual no puede
recdufcirse, según dice, a su caricatura
en el siglo XX y a los crímenes de Stalin (21). Insiste sobre la existencia de
una tradición disidente y sobre las alternativas posibles al marxismo
estalinista. En esa época está cercano del sociólogo Raymon Willinas y
participa en la redacción del May Dat¡y Manifesto ( 1967-68), celebre texto de
la nueva izquierda que se distancia respecto de los mitos de ‘la modernización
y del modelo “ tecnocrático de sociedad, no conflictiva y políticamente neutra,
que disuelve los auténticos problemas y conflictos sociales en las abstracciones
de una “ revolución científica”, de “” consenso” y “ productividad” ”. En los años
90, Michel Lowry propone interpretar la obra de Thompson como un intento de “ reformular
en términos marxistas heterodoxos la tradición romántica de critica d el a
civilización capitalista industrial (25). Su originalidad y aislamiento
político vienen de su rechazo del modernismo, sea d e izquierda o de derecha,
su rechazo en adherirse fácilmente a la
ideología de un progreso lineal e inevitable
que ha servido de cimiento a las sociedades industriales desde 1945.
Este aspecto del marxismo
romántico de Thompson es, en efecto, una d las claves esenciales para entender
u obra y sus compromisos así como la renovación de las incomprensiones y críticas
que volvió a suscitar. Igual que otros pensadores de ese socialismo romántico anti
industrialista, como Lewius Munford en los Estado0s Unidos en la misma época,
Thompson intenta diseñar una vía alternativa. La ha buscado en el pasado, en
las tradiciones intelectuales olvidadas como fueron las resistencias populares al capitalismo. Es
en uno de sus últimos textos donde hace más explícito su proyecto. El hombre
económico y la modernidad capitalista han remodelado las necesidades y abierto
una trayectoria que “puede amenazar a la misma especie humana (tanto en el sur
como en el norte) con la catástrofe ecológica. Los presupuestos de ese mundo
que comparten tanto los liberales de derecha
y “ comunistas estatales” son los que deben de ser discutidos. “Nosotros no
volveremos nunca a la naturaleza humana pre capitalista, pero la apelación a
sus necesidades, esperanzas y códigos morales alternativos pueden renovar
neustra sensibilidad respecto al aabanico de posibilidades”. L ahistoria puede
servirnos para imaginar una nueva condición humana que habrá que inventar en el
momento en que se están agotando los modelos del capitalismo y el “comunismo de
estado”. (26)
Después de 1968, Thompson es un historiador
muy frecuentemente leído y elogiado. Sus escritos encuentran eco entre los renovadores
políticos y teóricos que aparecen en los años 70. Su crítica de la ilusiones
del industrialismo particularmente está en la misma longitud de onda que la
ecología política. Su interés por lo cultural, los actores y sus experiencias,
ofrece muchos recursos para la renovación de las ciencias sociales. En América
del Norte es leído een todos ls campus universitarios por los estudiantes contestatarios
que tratan de reconstruir la historia
social y defienden una aproximación novedosa al movimiento obrero. Igualmente
durante esos años viaja y da numerosas conferencias por todo el mundo. En
1976-77, viaja a la India donde influye en los jóvenes historiadores radicales
que se agrupan mas tarde con la denominación
de “ Subalter Studies” (27).En Francia, participa junto a Eric Hobswam
en mesas redondas sobre historia social organizadas por Clemens Heller en
Paris. Al final d elos 70 aparece no
obstante una ruptura aparente en la trayectoria de Thompson, quien decide dejar
de lado su obra de historiador para
dedicarse al movimiento anti-nuclear. En un hermosos testimonio, Eric Hobswam-
otra de las grandes figuras de la historiografía marxista anglosajona- ha lamentado
esa opción que le apartó de la historia
y dejar inacabada “una gran obra histor5ica que podría marcar toda una época” (
29).
Pero el compromiso
antinuclear de Thompson no tiene nada de nuevo y su activismo se inscribe en la
continuidad de sus posiciones y trabnajos anteriores. En 1079-60, mientras que
la guerra fría parece experimentar una renovación, Thomson acentúa su pesimismo
y participa en la “Apelación por un
desarme nuclear europeo” como reacción a la decisión de la Otan de instalar
misiles en Gran Bretaña y en el continente europeo. En dicho texto reclama una
Europa desnuclearizada y se muestra inquieto
pro “la difusión cada vez más acelerada de las centrales atómicas y la
expansión de la industria nuclear”. Cuando la derecha liberal y militarista
alcanza el poder en Inglaterra y en Estado Unidos, Thompson se hace militante activo, sin respetar la
prudencia habitual de la profesión de historiador. Un movimiento nace en Gran
Bretaña y se extiende rápidamente por toda Europa dando lugar a una vasta
campaña pacífica y antinuclear. Thomson se comprometo en él fogosamente desde la primera mitad de los 80.
Redacta decenas de artículos para la prensa europea y americana, aparece
frecuentemente en televisión, multiplica las conferencias y las entrevistas en Inglaterra
y en el extranjero (30). Se enfrenta a los dos bloques, lo que le supone ser
denunciado tanto como agente d ele CIA como agente de le URSS, y exhorta a sus
contemporáneos a abandonar la lógica de la guerra fría para crear una
sociedad pacífica. Igual que los obreros
ingleses de inicios del XIX s erebelaban contar el nuevo sistema de explotación
del capitalismo industrial, los ciudadanos del Este y del Oeste beberían, según
el, rebelarse contra la ciega evolución
que conduidce directamente al desastre termonuclear. La idea de agency, o capacidad de obarr, que habai
estado siempre en el corazón de su
reflexión como historiador, sigue siendo ahora el motior de su
compromiso,. Contra todo fatalismo, llama a la insurrección de las poblaciones
para resistirse al abismo que ser asoma e inventar una nueva Europa democrática.
Mientras que la mayoría de los
intelectuales de su generación se desinteresan por la cuestión nuclear, o al
menos guardan un prudente silencio al
respecto, Thompson se lanza a una extensa reflexión para ilustrarla. En un célebre texto, muy
comentado rápidamente traducido para
después ser de igual manera rápidamente
olvidado, compara los “molinos de Satan” de la edad nuclear a las primeras fábricas
de la revolución industrial.
Se pregunta por “el género
de sociedad que produce medios de exterminio de la humanidad” y propone el
concepto de “ exterminismo” para explicarlo ( 30). Esboza un análisis histórico
y sociológico de la tecnología nuclear y de la industria de armamento que tienden
a estructurar la sociedad en suco9njunto: “ el exterminismo indica las
características de una sociedad ( expresada en diversos grados en su economía, sus instituciones políticas,,
su ideología), quye empuja en una dirección alk cabo de la cual se encuentra el
exterminio de las masas” (32). En un tono profético y catastrofista que le ha
sido reprochado posteriormente, Thompson analiza la dinámica irreversible y autónoma
del desarrollo industrial de la era atómica que tiende a contaminar toda la
sociedad, a militarizar a los civiles, a imp0oner un marco modernizador que
haga imposible todo discurso crítico. Para él
“ las divergencias secundarias”
deben olvidarse ante el imperativo de la supervivencia ecológica de la humanidad
“ ( 32).
Cuando el movimiento antinuclear
pierde aliento, a finales de los 80, Thompson se retira de manera definitiva de
la política. Parece que renuncia igualmente al marxismo y se confiesa fatigado
por los interminables debates sobre este tema. Sin embargo no es de los
que reniegan de sus ideales para
abandonarse al liberalismo triunfante entonces en aquellos años. No cesa de criticar
las ideologías autoritarias y nunca se le encuentra junto a los profetas del “fin
del a historia” y del triunfo universal del capitalismo liberal y del modo de
vida americano. Por mucho que se le
denomine “humanista”, “romántico” o “ pacifistas”•, su socialismo no cesa de
adaptarse a lo que está en juego en cada momento atacando el desarrollo
capitalista y sus desastres. Combinando rigor y exigencia de una lectura
histórica a la pasión de polemista, Thompson ha intentado mantener unidos el
trabajo intelectual y el compromiso político sin oponerles sino alimentándose
uno del otro y reforzándose mutuamente. Más
de veinte años después de su muerte, y cuando la crisis financiera y medioambiental
acompaña a nuevas guerras imperialistas, el horizonte reivindicativo que
muestra su obra merece que sea el
nuestro.
(*).-
Fuente y Notas. : La vie des idees.-
http://www.laviedesidees.fr/E-P-Thompson-une-vie-de-combat.html
Bibliografía de E.P. Thompson e n español.
“La formación de la clase obrera en Inglaterra”
Capitán Swing Libros
“ Más allá de la frontera” Ediciones de Intervención
Cultural /
E. P. Thompson
esencial.-Crítica
La guerra de
las galaxias.-Editorial Crítica
Las
peculiaridades de lo inglés y otros ensayos.-Universidad Nacional de Educación
a Distancia. Centro Asociado de Alzira
/978-
Nuestras libertades y nuestras vidas.-Editorial
Crítica
Opción
cero.-Editorial Crítica
Tradición, revuelta
y consciencia de clase.-Editorial Crítica
/
Las
cencerradas.- con Caro Barroja, Montesinos Gonzalez.. PEditorial Límite
Miseria de la
teoría.-THEditorial Crítica
Los orígenes de la ley negra. Uneopisodico de la
guerrta crimi9nal inglesa.Editorial: , CRITICA, 2002
Willian Morris de romántico a
revolucionario.-.-Institución Alfonso el Magnánimo (Valencia) = Institució
Alfons elMagnànim (Valencia) /
Agenda para una historia radical.-Critica/978
Tradición,
revuelta y consciencia de clase.-Editorial Crítica /
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