Las primarias son
aristocracia, el sorteo democracia.
Por Miguel Angel Domenech
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El rito sagrado de las primarias se hace cada vez más refinado y exige progresivamente un conocimiento cada vez mas profundo de su propio latín: dominio de una habilidad sintética en twits, experiencia en mecanismos web de autopresentación, elocuencia oportuna y adaptada , astuta practica de manejo de redes sociales, retorica hábil de redacción del currículo ….. Existen partidos y movimientos nuevos cuya novedad se basa principalmente en el uso masivo de ese medio en cuyo funcionamiento pasan buena parte del tiempo de su praxis política, como si se tratase de un onanismo sagrado. El ejercicio del narcisismo colectivo en una celebración de si mismos, de conmemoración de su democracia interna, sustituye otros ejercicios más penosos como el de integrarse en las pacientes luchas diarias de los movimientos cotidianos, trabajadores despedidos de Coca Cola, limpiadoras de la hostelería, moribundos de hepatitis a quienes se deniega tratamientos, acampados de la dignidad, manifestantes y huelguistas frustrados por centésima vez, penados de los centros de internamiento,… Actividades , todas ellas, dificiles de llevar a cabo por una militancia web .
No olvidemos que las primarias tienen solamente una finalidad electoral, no son más que una mecánica destinada a proveer las urnas del mayor número de papeletas adecuadas. En ese camino electoral se produce una selectiva destilación. Primero destilamos los “mejores” de entre nosotros, de nuestro partido, para que, a su vez, formen parte de otra elección que se hará para destilar- ¡ oh purísimo néctar!- a los mejores, de entre los ya mejores, de todo el país.
Es de USA, de donde proviene el uso. Alli ese onanismo
que se ejerce narcisistamente en torno a su propio ombligo como sustitutivo
de un potencial compromiso ciudadano en otros menesteres más críticos y
mas desestabilizadores del orden, alcanza la modalidad del triunfalismo,
confeti y desfiles incluidos. A ese espectáculo no llegamos aquí, sirviéndonos más
cómodamente del mecanismo de redes sociales. Esto es aún más fácil. El individuo
no tiene ni siquiera que desplazarse a la calle o al estadio para aclamar al
vencedor de la primaria. Ni siquiera ese simulacro de ejercicio de ciudadanía se lleva a cabo. Es demasiado esforzado, basta
con hacerlo desde la pantalla del ordenador.
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Lo que está en juego es la
elección de los mejores, los buenos, los competentes, los capacitados. De eso
se trata en unas primarias. Ese es su simbolismo y su eficacia. Las primarias son el mecanismo de la
consagración de la aristocracia. El
demos , no capaz, incompetente, desconocedor de la administración de las cosas públicas
y de la técnica política es llamado, - por una vez si se reconoce paradójicamente
lo acertado de su criterio- a nombrar a la aristocracia de los mejores. Ante él
van desfilando y exhibiendo su currIculum
de experiencia y buenas intenciones los candidatos a esa aristocracia
inevitable que habrá de pastorearlos a todos y tomar las complicadas decisiones
en que consiste lo público. La exhibición más astuta es la que no cae en
la inmodestia impúdica sino que argumenta que es “ uno de ellos”, forma parte de
la “ gente corriente”, pero no puede evitar la no menos impúdica pretensión de
considerar – con lo implica la propia
presentación de candidatura- que debe de estar entre los “ elegidos”. Al
consistir la politica, no en un autogobierno , una expresión de la libertad humana como facultad de darse su propia vida y
espacio publica, sino en una técnica de
administración de cosas , al no consistir en
algo propio y necesario en el desarrollo moral de la personas sino en una capacitación de ordenar y mandar sobre
la conducta de los demás, la política se convierte en un ámbito de los expertos,
los mejores, los capacitados, los meritorios. La política no es una actividad
humana indispensable a la dignidad sino
una techne indispensablemente ejercida por los dignos técnicos. No se entiende
en que debería apelarse al pueblo bajo para esa elección puesto que si el
pueblo bajo no puede gobernar y lo
propio es que lo hagan los competentes, no es comprensible porque ese mismo
pueblo bajo si que sabe distinguir
quienes son los competentes. El pueblo
bajo, no posee la facultad de discernimiento moral y no sabe decidir ni
decir lo que haya de ser bueno y justo,
todo lo más se le atribuye- democracia
obliga- una presunta facultad de saber quiénes poseen esa sabiduría. ( extraño
atributo).
Elegir a otros para que
actúen en política en nombre del común es
situarse forzosamente en dos supuestos alternativos
.
,a) .- O bien suponer que la política, no es una forma de moralidad,
es decir acividad cuyo ejercicio forma parte del desarrollo de la persona y por
esa razón no es un agravio excluir de las decisiones a todos,
B ).-O bien creer que la política , es en efecto una
ética, pero no todos son capaces de discernimiento moral suficiente y son solo
unos pocos - sabios- los que lo tienen.
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Los que así pensamos, somos
partidarios de unas primarias, no primarias, es decir de sortear los cargos,
para que el ámbito de un partido sea una república de iguales si es que ese
partido pretende crear una república de iguales. Si su pretensión, promesa y
propuesta política, por el contrario, es de instaurar una monarquía, que
practiquen las primarias. Los que asi pensamos en la democracia, creemos que las primarias,
el sistema de elección de presuntos capacitados , debe de limitarse a elegir a aquellos
cargos subordinados en que sea
inevitable el uso de capacidades y no de dignidades. Alguien tiene que hacer
los trabajos menos deseables - menos políticos-
que exijan una profesionalidad técnica.
Recogida de basuras, policía, extinción de incendios, oficinistas, contables, vigilantes nocturnos,
enterradores,…oficios que hacían en la democracia griega los esclavos. Hoy,
emancipados los esclavos, pueden ser objeto de selección – estos si- por primarias
o por concurso/ oposición si se tercia. Esto último ahorraría esfuerzos
colectivos a la militancia, esfuerzos que pueden ocuparse en luchas politicas
mas genuinamente emancipadoras que la de fabricar máquinas electorales.
Pero las monarquias están por todas partes, disfrazadas. Como denunciaba el digger Gerrard Winstanley. "Hay dos formas de monarquía, la ejercida por el rey y la ejercida , sin rey, pero por sus principios".
Pero las monarquias están por todas partes, disfrazadas. Como denunciaba el digger Gerrard Winstanley. "Hay dos formas de monarquía, la ejercida por el rey y la ejercida , sin rey, pero por sus principios".
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