un revolucionario proceso
orientado
a compensar la desigualdad económica a través de la igualdad
política"
El
asturiano Pedro Olalla se ha convertido en una referencia de primer nivel en
cuestiones relacionadas con el pasado, el presente y el futuro de Grecia.
Residente en Atenas, nombrado recientemente embajador del helenismo, es un
hombre polifacético que trabaja como escritor, profesor, traductor, fotógrafo y
cineasta. Entre sus más de 30 libros, publicados en diferentes idiomas, cabe
destacar su última aportación: "Grecia en el aire. Herencias y desafíos de
la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual", editada
por Acantilado. Mediterráneo Antiguo ha querido acercarse a la obra y el
pensamiento de este autor, indispensable para conocer la realidad griega desde
una perspectiva privilegiada.
Pregunta - Usted lleva desde el año 1994
viviendo en Atenas. Desde su punto de vista, y salvando las distancias
temporales, ¿qué queda en el griego moderno del ciudadano ateniense de la época
clásica?
Pedro Olalla - Lo mismo que en el resto de los
europeos; es decir, casi nada. En cuanto a la condición de ciudadano se
refiere, todos somos hoy mucho más ciudadanos romanos que griegos, es decir,
sujetos pasivos de derechos y obligaciones, pero no portadores activos de la
esencia política de la sociedad.
Pregunta - Dice usted en su libro "Grecia
en el aire" que la historia de la democracia ateniense es el paso
progresivo del poder a manos de los ciudadanos. ¿Estamos en el momento actual
en una involución en este sentido?
Pedro Olalla - Hoy, desgraciadamente, por mucho
que creamos vivir en democracia, las decisiones reales se toman cada vez más y
más lejos de la ciudadanía.
Pregunta - La democracia es la cristalización
de las reformas de Solón, y más tarde de Clístenes y Pericles, miembros de una
de las familias aristocráticas más importantes de la polis, los Alcmeónidas.
¿Podemos decir, pues, que la democracia ateniense es un avance social impuesto
desde arriba, o realmente surge por un interés de la ciudadanía en la
participación política?
Respuesta - La democracia ateniense no surgió de
una revolución, en el sentido de la revolución francesa o la soviética; pero
tampoco fue una dádiva otorgada desde arriba. Surgió de un novedoso consenso
entre las pretensiones de los ricos y las de los pobres, guiados ambos por el
deseo de evitar una guerra civil. Así lo explica en su “Elegía” Solón, que fue
nombrado mediador en aquellos conflictos. Ese consenso se consigió mediante el
incremento de la participación de todos en la defición del intrerés común y en
la toma de decisiones políticas; dicho de otro modo, con ese consenso se puso
en marcha un revolucionario proceso orientado a compensar la desigualdad
económica a través de la igualdad política.
Pregunta - Claude Mossé vinculaba el
surgimiento de la democracia a la necesidad de remeros para mantener la guerra
en el mar contra Persia. ¿Hasta qué punto está de acuerdo con esta afirmación?
Pedro Olalla - No puede señalarse como causa
única, pero sí es cierto que a los ciudadanos hoplitas que remaban en las
trirremes y arriesgaban su vida en defensa de la “polis” no podía negárseles
alegremente, en cuanto se bajaban de las naves, el derecho a intervenir en las
decisiones que afectaban a la ciudad.
Pregunta - Un estudio de Vernant sobre Hestía
pone de manifiesto el peso que esta diosa tenía en la custodia de los bienes comunales.
¿Hasta qué punto podemos hablar de una base religiosa o sagrada en el respeto
de los atenienses hacia lo público?
Pedro Olalla - Este es un tema amplio y muy
interesante. Es un hecho que, dada su importancia, las cuestiones públicas
estaban, en un alto grado, investidas de sacralidad. Lo prueba el propio
carácter de la Tholos como hogar común (Hestía) de la ciudad, o el hecho de que
el Ágora estuviera acotada por mojones como un témenos, un recinto sagrado, del
que quedaban excluidos quienes atentaban contra los intereses de la ciudad o
descuidaban la atención de sus mayores. Para los ciudadanos atenienses, la vida
pública era un espacio de realización personal como seres humanos.
Pregunta - En el discurso que pronunció en su
nombramiento como embajador del helenismo, decía que "Grecia es una patria
espiritual eternamente joven", una manera muy poética de expresar el
legado cultural del país heleno. ¿Parte de los males que nos acontecen hoy en
día se deben al alejamiento de la cultura clásica?
Pedro Olalla.- La cultura griega no señaló dogmas:
señaló fundamentalmente ideales, de ahí que su carácter sea marcadamente
abierto, inspirador –joven, por lo tanto–, y, en gran medida, permanentemente
revolucionario. Negarnos el conocimiento y el cultivo de esa herencia y de esas
actitudes es poner serias trabas a la posibilidad de construir una sociedad más
justa, más ética y más libre.
Más
información en www.pedroolalla.com
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