Por Pere Ortega, Centre Delàs d’Estudis per la
Pau
El
12 de marzo se celebran 30 años del referéndum sobre la permanencia de España
en la OTAN. Aquel referéndum fue motivo de una gran campaña de movilización social
de los partidarios de salir de la organización militar más potente del bloque
capitalista occidental. Hoy, 30 años después, los partidarios del NO a la OTAN
podemos continuar diciendo que España debería salir de esa alianza militar.
Veamos por qué.
En
1981 el gobierno de la UCD de Calvo Sotelo incorporó España a la OTAN. Los
argumentos de los políticos de aquel gobierno fueron que la pertenencia a la
OTAN daba seguridad y consistencia a la integración de España en el bloque de
la Europa occidental y abría el paso a una posible integración en la Comunidad
Europea.
Este
fue el argumento principal, y a este respecto el Preámbulo del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) aprobado en 1949, afirma que la Alianza viene destinada
a preservar para los Estados miembros el modo de vida que les es propio:
“Pertenecer a una civilización común, basada en los principios de democracia,
libertad individual y el imperio de la Ley”. Así, el Tratado no se muestra
reducido al simple aspecto defensivo en el marco internacional, sino que adopta
una ideología política bien definida, y en consecuencia, apunta como enemigos
potenciales a aquellos países cuyo sistema político se apoya en principios
diferentes. Resulta evidente que se trataba de defender las conquistas llevadas
a cabo por el capitalismo en el marco de las democracias liberales, en contra
de la supuesta amenaza que entonces suponía el auge de las ideas comunistas en
la Europa de la postguerra surgidas de la revolución de Octubre de 1917 en
Rusia.
De
hecho, esos altos valores que se proclaman en el Preámbulo del Tratado y que
debería de reunir cualquier futuro Estado signatario de la OTAN, fueron una
falacia, pues ni en el momento de la firma del Pacto Atlántico, Portugal reunía
esos requisitos ya que era una dictadura; ni tampoco los reunían Turquía y
Grecia, cuando se adhirieron en 1951, pues en ambos Estados no se respetaban
las libertades ni los derechos individuales de su ciudadanía. Países, Turquía y
Grecia, que posteriormente sufrieron dictaduras con sendos golpes militares que
derrocaron sus precarias democracias: Grecia, en 1967, con el “Golpe de los
coroneles”; y Turquía, en 1971 y 1980, a través de dos golpes de Estado
llevados a cabo por los militares. En ambos casos, la OTAN no puso ninguna
objeción a esas dictaduras y por el contrario incrementó su presencia en las
bases militares de ambos países.
Pero
prosigamos, había en España otra razón de peso no explicitada pero evidente: la
entrada en la OTAN era una concesión a los militares españoles después del intento
del golpe de Estado militar de febrero de 1981. Es decir, los militares se
vieron premiados con la incorporación al organismo militar que defendía los
“valores” del bloque occidental capitalista frente al bloque oriental
socialista, en unos años en que la Guerra Fría que enfrentaba a los dos bloques
era muy virulenta, pues en aquellas fechas se había puesto en marcha la
instalación de los “euromisiles” (misiles Pershing y Cruise de EEUU y los SS-20
de la URSS) en suelo europeo que posibilitaban una guerra nuclear limitada.
Además, los militares de entonces habían sido educados en el anticomunismo, uno
de los pilares doctrinales de la dictadura franquista.
La
entrada en la OTAN fue rechazada por los movimientos sociales y toda la
izquierda política, incluido el PSOE, que solicitaron la celebración de un
referéndum para salir de la OTAN. Los argumentos contrarios a la permanencia en
la OTAN fueron: que la OTAN contribuía al enfrentamiento y a la división de
Europa en dos zonas enemigas, el bloque socialista del Este y el capitalista
del Oeste; que al tratarse de un organismo militar, la OTAN, abogaba por el uso
de la fuerza y, en ese sentido, acrecentaba el militarismo al dar mayor peso a
los aspectos militares que a los políticos y diplomáticos para favorecer la
distensión y la resolución de los conflictos; que la OTAN no era ningún buen
ejemplo de democracia, sino al contrario, pues había apoyado dictaduras
(Portugal) y permitido golpes de Estado (Grecia y Turquía); que había
practicado la violencia contra la ciudadanía a través de una red clandestina,
denominada Gladio, que estuvo implicada en atentados terroristas para
desestabilizar la democracia e impedir que los partidos comunistas llegaran al
gobierno; que contribuía a la carrera de armamentos y a la nuclearización del
territorio europeo.
Posteriormente,
con la llegada al gobierno del PSOE y con Felipe González como presidente, el
PSOE cambió de posición y apoyó la permanencia de España en la OTAN, pero ante
la presión social, aceptó la celebración del referéndum. Pero el referéndum se
perdió, el gobierno de Felipe González utilizó toda la fuerza del Estado y los
medios públicos para doblegar la voluntad de la población que, en las
encuestas, se mostraba favorable a la salida de la OTAN.
Pero
aquel referéndum contemplaba unas condiciones que después no fueron respetadas.
Recordémoslas, la primera era que España no se integraría en la estructura
militar integrada. Esta condición tendría que haber sido respetada, pero en
cambio fue vulnerada el 1997, cuando el gobierno del Partido Popular presidido
por José María Aznar, de acuerdo con el partido de la oposición, el PSOE,
acordaron la incorporación de España a la estructura de mando integrada de la
OTAN. La segunda era prohibir instalar, almacenar o introducir armamento
nuclear en territorio español, esta condición no está sometida a ninguna
obligatoriedad de control dado que el Convenio firmado con EEUU no obliga a
informar al Gobierno español de qué tipo de armamento transporta en sus buques
y aviones en tránsito por España. Por último, la tercera pregunta contemplaba
la reducción progresiva de la presencia militar de EEUU en España, que también
se puede considerar vulnerada con un incremento importante de efectivos en las
bases de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla) contemplados en el Convenio bilateral
firmado en julio de 2015, también aceptado por el PSOE.
Estos
hechos demuestran el poco respeto de los dos principales partidos del Estado
español, PSOE y PP, a la voluntad popular expresada mediante el voto en las
urnas. El incumplimiento de las condiciones pactadas en el referéndum
justificaría hoy un nuevo referéndum o la salida de la OTAN. Podemos, CUP,
Mareas, Compromís, IU, En Común, deberían tomar nota y preguntarse para qué
sirve hoy estar en la OTAN.
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