EL
HUMANISMO CIVICO DE LEONARDO BRUNI Y EL DEBATE ENTORNO A FLORENCIA Y VENECIA
Pablo
Ney Ferreira(*)
Podemos
identificar en la Italia tardo medieval y renacentista, un perıodo en el que es
posible encontrar doctrinas y estructuras institucionales que responden al
llamado Republicanismo Antiguo o a su reestructuración renacentista denominada
Humanismo Cívico. Las experiencias históricas que comúnmente se incluyen como ejemplos de puesta en práctica de los ideales
del Humanismo cívico, sin embargo, no constituyen una unidad o existen al menos
dos formas de entenderlo. Para esto se intenta analizar estos temas a partir de
las expresiones teóricas mas relevantes del Humanismo Cívico, tanto de Florencia
como de Venecia, pero tomando como punto de partida al Humanismo Cívico
florentino, y particularmente el expresado por Leonardo Bruni.
1
Introducción
¿Es
posible encontrar en la Italia tardomedieval y renacentista, un periodo en el
que cabe identificar doctrinas y estructuras institucionales que responden al
llamado Republicanismo Antiguo o a su reestructuración renacentista denominada
Humanismo Cıvico?. ¿Las experiencias históricas que comúnmente se incluyen como
ejemplos de puesta en práctica de los ideales del Humanismo cívico, constituyen
una unidad o existen al menos dos formas de entenderlo? En estas páginas nos
proponemos analizar dos formas historica-teoricas de entender al Humanismo cívico
y sus correspondientes defensores, utilizando los dos ejemplos más famosos de
urbes ´renacentistas que experimentaron esta particular forma de entender las
instituciones y la política en la pen ínsula itálica: las ciudades de Florencia
y Venecia.
Para
esto se intentara analizar estos temas a partir de las expresiones teóricas más
relevantes del Humanismo cıvico, tanto de Florencia como de Venecia, pero
tomando como punto de partida al Humanismo Cívico florentino, y particularmente
el expresado por Leonardo Bruni. También se procurara cotejar las estructuras
institucionales de cada expresión política, buscando sus diferencias y sus
semejanzas, intentando encontrar dos formas básicas de estructuras asociativas
y de gobernó, aunque con sus características particulares.
Se
intentara entonces, delimitar dos formas políticas de entenderla Humanismo cívico,
pero que no necesariamente se definen en cada ciudad, sino que en ocasiones una
ciudad puede pasar de una forma política a la otra. A estas dos expresiones las
asociaremos con una forma mas “democrática” y a otra m as “aristocratica”,
´pero ambas pertenecientes a distintas formas de interpretación del denominado
republicanismo clásico. Se tendra en cuenta para estas ´distinciones, tanto las
formulaciones teóricas de los republicanos renacentistas, como las diversas
experiencias prácticas de gobierno ´que se desarrollaron en ambas ciudades
durante el renacimiento.
2
Estructuras políticas de las Ciudades Estado renacentistas
En
lo que respecta a su organización interna, podemos afirmar que muchas ciudades
contaron en su formación, con algunos rudimentos ´constitucionales. En el final
del siglo XI, -Pisa por ejemplo- comenzaron a adoptar gradualmente una forma
consular de gobierno, donde, para evitar el abuso de poder, el cónsul era
sustituido en sus funciones cada un ano. En la segunda mitad del siglo XII, el cónsul
comenzaba a ser suplantado por el “podestá” –un funcionario asalariado, al que se
le otorgaba el poder supremo en las esferas administrativas y judiciales, pero
que no pertenecía a la ciudad que lo contrataba. Este procedimiento objetivaba
implementar una administración publica semejante a su ciudad de origen,
anhelada por los contratantes, y garantir la imparcialidad, esto es, garantizar
que ningún vınculo o lealtad local le
influenciara en la emisión de juicios sobre las partes ´en conflicto. Era
electo por el voto de los ciudadanos por un periodo de seis meses o un año, al
final del cual daba cuenta a dos consejos –uno ˜mayor, de unos seiscientos
miembros de los varios grupos sociales que formaban la ciudad, pero de menor importancia,
y otro mas cerrado, con no mas de cuarenta miembros de la clase social de mayor
destaque ´los nobles), pero de mayor influencia no solo cuando se indicaba el
candidato a podesta, sino también a la hora de juzgarlo. Este ´rudimentario
instrumento constitucional de control del poder entre los principales segmentos
de la ciudad, que en el final del siglo XII pasa a ser adoptado por casi todas
las principales ciudades del norte y algunas del centro de la península, comenzó
a demostrar sus flaquezas ya en ´el siglo siguiente. El motivo se debió a su
incapacidad de asimilar los ´intereses de la nueva burguesía (gente nuova), que
con el crecimiento del comercio y de la actividad financiera alcanzaban una posición
de destaque, balanceándolos con los privilegios gozados por la clase urbana.
A
pesar de su creciente riqueza, sin la cual jamás las ciudades ´podrían hacer
frente a los enemigos externos, la nueva clase continuaba sin voz en el principal
consejo de sus ciudades. El aumento del descontento hizo que estos buscasen el
reconocimiento de los nobles. Esto llevo a los comerciantes y banqueros a crear
un consejo propio, ´presidido por un líder electo directamente, el capitano del
popolo –lo que significaba un desafío directo al gobierno del podesta, cuyas
decisiones eran influenciadas normalmente por la nobleza, celosa de sus privilegios
políticos. Este desafío hizo que esta inquietud inicial diese lugar a la
violencia: impaciente, la nueva clase apelo al uso de la fuerza, procurando a través
de esta restringir o hasta prohibir la participación de los nobles en el
gobierno y, en casos extremos, desterrarlos de la ciudad.
Ante
esta guerra civil que se instauro, a fines del siglo XIII, en la ´mayor parte
de las ciudades del centro y del norte, la solución, casi sin excepción, fue
confiarle a una ´ única persona un poder irrestricto, el signore. La signoria
–el gobierno hereditario de una familia-, en tanto, fue una solución pasajera,
pues, si momentáneamente aseguraba ´cierta tranquilidad interna, en el plano
externo los signori no presentaban tranquilidad,
el deseo de pacificación, ya sea por el emperador o por el Papa aumentaba cada
vez mas. La toma de partido entre gibelinos y guelfos obedecía entonces a
razones, sino ideológicas, al menos practicas (Baron 1993, 9; Colliva 1994,
195-200).
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3
El gobierno popular
En
este contexto, en la segunda mitad del siglo XIV, se inicia una experiencia política
única en toda Italia: Florencia pasa a vivenciar un autogobierno popular. La ciudadanía
estaba constituida por los empresarios, negociantes y artesanos, el popolo –
tanto los nobles (grandi) como la mayor parte de los asalariados estaban
excluidos. Los cargos públicos son adjudicados en dos fases distintas: la evaluación
del candidato a través del voto y el sorteo de los candidatos a los cargos
´restantes, siguiendo el criterio de la rotación. La elecc on se efectuaba
´cada cinco años, cuando dieciséis gonfalonieros de cada uno de los ´dieciséis
gonfalones (compañías armadas compuestas exclusivamente por ciudadanos armados)
inscribían los candidatos, que a su vez, eran sometidos al voto solamente de la
parte de la población inscripta en las ´diversas guildas (arti) –tanto en las
arti maggiori (abogados, banqueros, médicos, mercaderes, etc..) como por las ´
arti menori (panaderos, carpinteros, etc..). Al final del escrutinio, los
nombres de los candidatos que obtienen por lo menos dos tercios de los votos
son introducidos indiscriminadamente en ocho bolsas (borse), por los
accoppiatori.
Siempre
que un cargo se encontraba vacante, se realizaba un sorteo público eliminándose
sucesivamente a aquellos que ocuparon ´recientemente un cargo; ası se aseguraba
la rotación de los cargos. La reelección solo estaba permitida cada dos o tres
años. La idea de que el mayor número de ciudadanos aptos (los miembros de las
guildas que están al dıa con sus impuestos) pudiesen participar directamente de
la vida pública de la ciudad, estaba presente en esta instancia ´de
autogobierno popular. Los cargos para las tres magistraturas superiores,
responsables de la administración de la ciudad y del ´territorio florentino
eran cubiertos del siguiente modo: nueve priori(seis representantes de las
guildas mayores, dos de las menores y un gonfaloniere, jefe temporal de la república
y comandante del ejército), ´que componıan la signoria, ocupaban durante los
dos meses de su trabajo el Palazzo della Signoria y recibían un modesto salario
para cubrir sus necesidades básicas: el Colegio de los Doce Ancianos ´(Dodici
Buonomini) era renovado cada tres meses; y el Colegio de los Gonfalonieros
(Seidici Gonfalonieri), formado por cuatro representantes de cada uno de los
cuatro barrios (cada barrio estaba formado por cuatro gonfalones), electos cada
cuatro meses.
La
signoria era asesorada por los dos Colegios en sus decisiones, que eran válidas
si estaban aprobadas por mayoría de dos tercios, en las dos asambleas, el
Consejo del Pueblo y el Consejo de la Comuna, electas cada cuatro meses –el
gobierno, por lo tanto, era colegiado. Excepcionalmente, cuando la ocasión lo exigía,
todos los florentinos mayores de catorce anos eran convocados para formar en la
Piazza della Signoria un Parlamento, para, con la aprobación de dos tercios de los
presentes, crear una comisión de emergencia ( Balıa), una suerte de dictadura
provisoria, que tenıa una duración preestablecida e investida de plenos poderes
para enfrentar la crisis. Ciertamente, este sistema era mucho mas complicado, y
los mejores historiadores tienen muchas dificultades en describirlo en detalle
(Rubinstein 1997, 44-55; Tenenti1973, 17-19; Hibbert 1993, 17-25).
4
La imitatio como procedimiento
La
conjugación de tres hechos –la amenaza externa, el sentimiento democrático de
los florentinos (prácticamente inexplorado por Baron) y el desarrollo del
humanismo hicieron que, por primera vez en Italia, fuese buscado en el ideal de
la imitación ( imitatio) de los griegos y los romanos antiguos, una base ideológica
sólida para la crisis política del
momento.
Entre
tantos otros precursores, el florentino Leonardo Bruni, se destacó en este
emprendimiento. La obra del primer humanista cívico italiano comprende dos
momentos: en una primera fase, ligada a la crisis externa, su preocupación era
la de inculcar el espíritu cívico en sus conciudadanos para hacer frente al
enemigo externo, una monarquía absoluta cada vez mas aceptada por los
italianos; en una ´fase posterior, ahora ligada a una crisis interna, la tónica
de su discusión era institucional, o sea, el desarrollo de este mismo espíritu,
en la práctica democrática de su ciudad, que comenzaba a deteriorarse.
En
el Elogio a la Ciudad de Florencia (1400) y en los Diálogos ´ (1401)se descubre
una nueva visión del pasado: Bruni procura rehabilitar el ´ideal de la
republica, en particular, de la virtud cívica, contra el ideal vigente del
imperio, que a partir de entonces estaba siendo asociado a la corrupción y a la
tiran ´ ´ıa. El alcance de esta revisión de la historia de Roma solo puede ser
evaluado si tenemos en consideracion que uno de los escritores mas respetados
de Italia y el mayor orgullo ´de Florencia, Dante, fue un tenaz defensor del
ideal feudal de la monarquía universal.
En
su tratado de la Monarquía (1310) es defendido el otorgamiento total e
irrestricto del poder al emperador porque él es la única fuerza ´unificadora
capaz de vencer a las facciones que dividían a Italia y detraer la paz. Dante
separa, de una forma radical para la época, dos metas finales para el hombre:
una es la salvación en la vida por vivir, que se alcanzara por la filiación a
la Iglesia; la otra es la felicidad en esta vida presente, que se lograra
únicamente bajo la dirección del ´imperio –concebido como un poder paralelo a la
Iglesia e independiente de ella. Pero su obra de mayor impacto, que todavía
impregnaba profundamente el espíritu de los italianos de la epoca
–particularmente de los florentinos –era la Divina Comedia (1313). En su
Inferno los asesinos de Cesar, Bruto y Casio (“traidores del emperador
humano”),están postrados en el estomago de Lucifer, lado a lado con Judas ´(“el
abominado traidor del emperador divino”). Dante compartía el dogma medieval de
la Roma Aeterna, la idea de que Cesar fue el fundador de un imperio universal estático
deseado por Dios, y que en su época habıa sido transferido a los emperadores germánicos,
lo que hizo que cualquier tentativa de cambio fuese vista como una traición. Tan
grande es la tensión entre estas dos concepciones, que Bruni ´justificara los
juicios de Dante diciendo que este, en realidad, no es ´su pensamiento, que,
por lo tanto, se trata de figuras poéticas, que no se corresponden con los
personajes historicos de Roma; y completa su justificación afirmando que Dante,
sin duda alguna estaba bien consciente de la importancia histórica de la acción
virtuosa de Bruto ´(Baron 1993, 48-9, 65-152).
Fruto
del momento de crisis externa por la cual atravesaba Florencia, esta nueva visión
del pasado abrir a para el presente una nueva
opción en la discusión que se encadenar a, al retomar la historia de Roma enfatizando
la Republica por sobre el Imperio. En una época en que el ideal de imperio –ideal
difundido por mas de un siglo como parte de un proyecto divino –recrudecerá,
debido al sentimiento general de los italianos de que un juez supremo y
soberano serıa la única solución para las continuas guerras entre los peque ´
nos poderosos de la península, la afirmación de que la ruina de Roma se debía a
la destrucción de la “ virtus” romana por el imperio, fue revolucionaria en su
efecto sobre el espíritu de la época.
La
crıtica al imperio desde el punto de vista republicano emprendida por Bruni,
cuyo significado histórico fue decisivo para el desarrollo ´del humanismo cívico
italiano, fue fortalecida por el redescubrimiento de varios textos clásicos de
historia antigua, que solamente a partir ´de mediados del siglo XIV comenzaran
a tener una divulgación mas amplia. En las obras rescatadas de Tacito, que fueron
llevadas a la ciudad del Arno por Boccaccio, Bruni busca el testimonio de que, a
pesar de los grandes hechos personales, Cesar y Augusto instituir a una tiranía, cuya consecuencia mayor fue la
de sofocar el carácter del pueblo romano - el fundamento mismo de gloria que
Roma había alcanzado-, causando su ruina (Baron 1993, 54-61).
Después
de invertir el juicio corriente sobre Cesar
y sus sucesores, Leonardo Bruni, en estas dos obras, expone otra tesis
subversiva. Durante toda la edad media, varias ciudades italianas de proyección,
como Florencia, hasta entonces se vanagloriaban de haber sido fundadas por
Cesar. Segun la leyenda medieval, Cesar persiguió y derroto a Catilina y su ejercito
rebelde, acantonados en las colinas de Fiesole, fundando Florencia, una fortificación
contra los enemigos del Imperio.
En
el siglo XIV, cuando la ciudad del Arno se destacó definitiva- mente entre las
otras, las crónicas de época asociaban su gloria al hecho de que los
florentinos descendieran de los colonos de Cesar. Bruni, con el acceso a las
fuentes antiguas que antes no era posible (en particular Salustio), buscó establecer
las condiciones históricas exactas de su existencia: según Bruni, fueron los
victoriosos veteranos de Sila que colonizaron su ciudad, en el inicio del
primer siglo A.C. O sea, la fundación de Florencia por los romanos sucedió antes de que los efectos viciosos del gobierno
tiránico de Cesar hubiesen alterado el carácter cívico del pueblo romano.
Por
lo tanto, Bruni concluye, la misión política de Florencia, heredera de la
virtus de la respublica romana, es ser el baluarte contra el imperio. Su
proyecto es regenerar la moral cívica de su pueblo, para que la amenaza
enfrentada por Florencia pueda ser superada. Para esto, celebra la acción de
Bruto como uno de los más dignos ejemplos
de virtud; pues al conspirar contra la tiranía de Cesar, coloco a la salvación
de la patria por encima de su propia salvación y de ´la de sus propios hijos. Y
es justamente esta cualidad del pueblo florentino, en cuyas venas corre todavía
la sangre de los colonos de Sila, la que más se debe apreciar: el auto
sacrificio por la patria, pues ´no hay amor comparable al amor por la propia
patria. El destino de un pueblo no está inexorablemente preso de la Providencia
(para aquellos que conciben el imperio dentro del cuadro conceptual medieval) o
la necesita (para quien ve en la monarquía absoluta nacional la única alternativa
al caos), pero s´ı de su propia fuerza moral. Así como el ascenso de Roma se
debe a la virtud cívica de los ciudadanos y su decadencia a la imposición de
una tiran ´ ´ıa –por inhibir y destruir justamente esta fuerza dinámica, o sea,
por corromper al pueblo, ´desviando sus intereses de la vida pública para la vida
privada -, también Florencia y las otras ciudades italianas deberan cuidar de
las cualidades de sus ciudadanos, unico modo seguro de prevenirse contra ´el
invasor (Baron 1993, 61-4).
Esta
revisión de la historia de Roma permitió que se hiciese frente a otra amenaza
de rehabilitación del ideal republicano: el humanismo clasicista que, con base
en la rehabilitación de los textos antiguos, pregonaba el desprendimiento de la
cuestiones mundanas, en vista dela superioridad de la contemplación filosófica,
de la vita contemplativa, sobre la vita negotiosa (que engloba tanto a la vida
privada de los placeres y del comercio como a la vita activa). El mayor
representante de esta amenaza fue el florentino Petrarca, el padre del
humanismo clasicista y una de las mayores autoridades italianas de esta época.
Para
el, como para toda la edad media, Cicerón fue tenido como un filosofo estoico,
dedicado exclusivamente a la contemplación solitaria. Ávido por nuevas fuentes
clásicas, descubre en 1345, en la catedral ´de Verona, las Cartas a Atico de
Ciceron, donde el autor aparece como un patriota republicano, enemigo del
imperio, dispuesto a abandonarla vida retirada, a la cual fuera obligado a
llevar en su vejez, para enfrentar, arriesgando su propia vida, la guerra civil
que se instaló en Roma con el asesinato de Cesar. Este descubrimiento lo dejo profundamente
consternado, pues, ası como Dante anteriormente, Petrarca había, como tantos
otros en esta epoca, depositado en el emperador germano, Carlos IV, toda su
esperanza de la pacificación de Italia. Para el, la conducta de Ciceron
representaba una afrenta a la tradición política medieval, en la cual estaba
inmerso, y a la filosofja estoica, fundamento de su humanismo clasicista.
El
Imperio propiciaría la tranquilidad pública necesaria para que el filosofo se
pudiese dedicar exclusivamente a la lectura solitaria de las obras que tratan
acerca de las cosas superiores, y que no se ocupan de las cuestiones meramente
mundanas. Petrarca, que optara por vivir bajo la protección de una tiranıa,
garantıa de paz y sosiego para su actividad, reprueba vehementemente a Ciceron,
en sus Cartas Familiares, por morir “indignamente” por la causa republicana, en
lugar de continuar siguiendo la vida “digna” de un filósofo, distante de las
cuestiones humanas, una vida que solo Cesar y sus sucesores podrían propiciar.
Leonardo Bruni, siguiendo a Aristoteles, reafirma la dignidad de la vita activa
incentivando a los ciudadanos, a través de su revisión de la historia de Roma,
a cargar ellos mismos con el peso de la responsabilidad cívica (Baron 1993, 119-123).
En
el otono de 1402, muere Giangaleazzo, vıctima de una epidemia que asolaba el
norte de Italia. A pesar de que otros príncipes, durante las décadas
siguientes, intentaran retomar la iniciativa del duque de Milan, este hecho fue
decisivo para que Bruni se volcase hacia las cuestiones internas de Florencia,
iniciando una segunda fase en su pensamiento político. Durante los proximos a nos, Bruni hizo algunas rectificaciones a sus
afirmaciones anteriores y continuo su elocuente ´defensa del humanismo cívico
contra la amenaza persistente de la tiranía, enfatizando el papel histórico de
Florencia en este debate.
En
1427, Nanni degli Strozzi, comandante de las tropas de Ferrara y de
descendencia florentina, que fue uno de los más valerosos ´líderes de la coalición
antimilanesa formada después de la muerte de Giangaleazzo, no resiste a las
heridas que le provocaron en la batalla de Ottolengo, y muere poco después de
la misma. A Bruni, que en esta época ya habıa alcanzado un reconocimiento, incluso
fuera de Toscana, le solicitaron desde Ferrara que escribiese un elogio en
honor del héroe muerto. Un año después
–debido a sus ´múltiples ocupaciones como canciller- Bruni elabora un panegírico
que ejercerá una gran influencia sobre el pensamiento político italiano.
Rehabilitando una forma literaria típica de los grandes estadistas republicanos
del pasado culmina su Oracion fúnebre para Nannidegli Strozzi; la misma toma como
base a la famosa oración fúnebre ´publica de Perıcles en honor a los primeros caídos
atenienses en la guerra del Peloponeso, relatada por Tucidides en su Historia
de la Guerra del Peloponeso, donde es realzada la prominencia cultural y política
de la ciudad en razón de su forma de gobierno y de la virtud ´cívica de sus
ciudadanos (Baron 1993, 412-14). Según el historiador ´griego, la superioridad
de Atenas sobre sus oponentes se debe entre otros factores, principalmente a
sus instituciones y al carácter de sus ´ciudadanos: sus instituciones democráticas
–una creación original (el ´sorteo y la rotación de los cargos son sus características
principales),no copiada de sus vecinos, y que por el contrario, han servido de
ejemplo para otras ciudades griegas (Libro 2. cap. 37); la bravura en el
momento de actuar –al contrario de otros, que tienen que recurrirá preparativos
y estratagemas, los atenienses estan siempre dispuestos a enfrentar a los
peligros y no se perturban en los momentos de tensión, pues, conscientes de que
el coraje en la lucha por la patria ´debe con justicia sobreponerse al resto,
ellos de buen grado están´ dispuestos a sacrificarse por ella (Libro 2. cap.
39); y también los lazos ´de fraternidad que caracterizan a la relaciones entre
los ciudadanos atenienses –unos ayudan a otros sin medir las consecuencias, y los
individuos que cuidan exclusivamente de sus propios intereses sostenidos como inútiles
(Libro 2. cap. 40). Estas caracterısticas hicieron que Atenas sobresaliera
entre las demas ciudades griegas también en ´belleza y en sabiduría (Libro 2
cap. 40-1). Ella es, como afirma Pericles, la escuela política y cultural de
Grecia (cap. 41)1.A estas tres características, y dicho de modo elocuente en su
Oración´ , Florencia debe su superioridad sobre las demas ciudades ´italianas.
Entretanto, la afirmación de un joven historiador florentino ´–que su ciudad
debe su particularidad al hecho de haber sido fundada por romanos antes de que
se dejaran corromper por Cesar y sus sucesores- no tenía en cuenta que otras
colonias fueron fundadas en la misma época en otras regiones de la península, y
que, por lo tanto, deberían contar con las mismas cualidades. Esta dificultad
puede ser disimulada a partir de su Historia del Pueblo Florentino (1415), con
el descubrimiento de que, antes de que llegaran los romanos, ya había en
Toscana un pueblo libre de sujecion tiranica: los etruscos. ´En su panegírico,
Bruni funde estas dos visiones: Florencia debe su particularidad al hecho de
que desciende de estos dos pueblos, siendo en su origen una colonia de romanos
que se mezcló con los ´habitantes etruscos. Como Atenas, también Florencia,
debido a su ´originalidad, ha servido de escuela para las otras ciudades italianas.
Su eminencia cultural seria una prueba de que sus instituciones políticas y el carácter
de su pueblo primaban en toda Italia 2.La constitución florentina, conforme con la Oración, promueve la libertad y la igualdad de
todos los ciudadanos. Ella es definida como una forma popular de gobierno, en
la medida que los cargos publicos ´son ocupados a través de un sistema de
rotaci on y sorteo (instituciones ´que, sumadas, caracterizan a una forma de
gobierno democrática). ´El acceso a estos cargos está abierto a todos, agrega ´
el, teniendo en cuenta que los candidatos estén cualificados para ejercerlos,
pues ´esta república requiere de sus ciudadanos ´ virtus y probitas (Baron1993,
414-15, 418-19 y 424; Pocock 1975, 87-91). Para Bruni, siguiendo la concepción aristotélica,
la virtud cívica exige la igualdad
1Una
descripción que se aproxima mucho más al ideal de republica de Arist ´ oteles
que a la ´democracia ateniense que conocemos de otros textos. 2De ah´ı la
necesidad de Bruni de matizar en sus escritos el credo político autocrático de
cuño medieval, que propugnaban dos de los mas ilustres letrados florentinos,
Dante y Petrarca. ´política, así como la participación directa de todos los
ciudadanos en el gobierno exige que todos comulguen esta misma disposición ética.
Esta concepción, que a partir de la ´ Oracion´ conocerá una divulgación sin
precedentes en toda Italia, ya había sido expresada anteriormente en su famosa epístola
Ad magnum príncipe imperatorem ´
(1413):“El régimen popular, que los griegos llaman democracia...encuentra su metáfora
en el relacionamiento fraterno. Los hermanos son pares e iguales entre si. El
fundamento de nuestro gobierno es la paridad y la igualdad de los
ciudadanos...Todas nuestras leyes tienden unicamente ´a esto: que los
ciudadanos sean iguales, porque es solamente en La igualdad que se enraíza la
verdadera libertad” (Garin 1996, 33). Es incuestionable el avance con relación
al texto de 1400, donde la ´ única referencia a la forma de gobierno florentino
nos habla de un limite constitucional a los que detentan el poder –el poder
supremo esta ‘dividido entre nueve pares, electos cada dos meses; y los nobles
de las antiguas familias feudales tienen su poder pol´ıtico limitado por leyes.
La
intención de Bruni, en esta segunda fase de su pensamiento pol ´ ´ıtico,es
realzar la interdependencia entre la igualdad etica y pol ´ ´ıtica, pilaresde
la república.
5
Redescubriendo a los clásicos
La
interdependencia entre pensamiento político y las circunstancias políticas de
una época, llave para la comprensión tanto del origen del humanismo cívico
italiano como de su impacto en el plano de las ideas y de las acciones de esta época,
se torna más clara si tomamos dos ´ejemplos de contacto con la literatura
antigua en un contexto político radicalmente diferente del de Florencia en el
1400.
Lejos
de apuntar a descubrir una nueva alternativa al mundo político de entonces, el
redescubrimiento de la Política, en la mitad del siglo XIII,- como atestiguan
los comentarios de los principales Doctores de la Iglesia de la primera traducción
latina de Guillermo de Morbeke, - corroboro los valores de entonces. Esto se
debe a un error típico de interpretación de la Edad Media (tan típico que los
medievalistas acunaran la expresión de interpretatio medieaevalis): la proyección dela experiencia
y de los valores políticos de su época en los autores clásicos que, a partir de
entonces, pasaran a ser estudiados.
Un
clásico ejemplo de este error podemos extraerlo de los comentar- ios de Tomas
de Aquino (el más influyente de los Doctores de la Iglesia), ´del primer capıtulo
del Libro I de la Política, donde es comparado el regimen pol ´ ´ıtico
democrático con el régimen monárquico. Gobernar y ser gobernado por turnos es
lo que caracteriza al primero, en oposición al segundo, donde uno gobierna y
los otros son siempre gobernados.
Como
vimos, esta distinción presupone un tipo de virtud a cada una de las formas de
gobierno: la virtud cívica, de la cual participan todos los ciudadanos, está
asociada a la igualdad política; por otro lado, la virtud del monarca, que,
como la del buen padre, se debe a su capacidad de tutelar a aquellos que, como
los hijos inmaduros, son incapaces por si solos de promover su propio bien.
Esta última virtud aparece asociada ´a la desigualdad política. La preferencia
de Aristóteles es nítida, y no parece necesario repetirla. En tanto, esta
distinción aristotélica entre el régimen democrático y el monárquico fue
totalmente desoída con la finalidad de adecuar su pensamiento al ideal medieval
de sus comentadores. En el comentario de Tomas de Aquino, tal adecuación llevo a
apagar completamente la propia noción de un régimen democrático.
Según
el, este pasaje del inicio de la Política,
se refiere a un régimen en que el rey en parte gobierna (a todos sus súbditos),
y en parte es gobernado (por la voluntad de Dios). En su comentario, politicus
es una calificación positiva del régimen monárquico –el régimen regale que obedece a la ley de Dios
serıa un régimen politicum et regale; ası como despoticus es la calificación
negativa -el régimen regale que sigue exclusivamente
el arbitrio del soberano seria un régimen despoticum et regale (Sternberger
1978. V. I, 45-53 V. II, 30).
En
este contexto político –donde la Santa Sede procuraba coloca al Sacro Imperio
Romano Germánico bajo su tutela.- e intelectual ´–donde la obra de Aristóteles asumía
una autoridad casi absoluta, al punto de merecer ser rigurosamente traducido y
comentado como la Biblia- no podríamos esperar otra interpretación. También el
silencio sobre algunos conceptos es significativo: en la primera traducción de
la Política al latín, el termino ´ politia (traduccion de Guillermo de Moerbeke
para el griego politie) no es comentado en ningún pasaje por el Doctor de la
Iglesia. Solamente en 1438, en el contexto de una ciudad que valoraba
positivamente la democracia, podra Buni concluir su traducción latina de la Política, en la cual el termino griego politie
estara traducido correctamente por su equivalente latino de ´ respublica(Meier
1984, 565-67).
Un
segundo ejemplo, para mostrar mas claramente la interdependencia entre
pensamiento y contexto político y la importancia de ella para la comprensión
del pensamiento político renacentista, es el del De Regimine Principum ad Regem
Cipry. Dedicada al príncipe de Chipre, esta pequeña obra permaneció inacabada hasta la muerte de su autor, Tomas
de Aquino, en 1274- probablemente, debido a la muerte prematura del joven príncipe.
Cerca de treinta años después de su inicio, ella fue completada por uno de sus discípulos
mas allegados, ´el italiano Ptolomeo de Luca. Las diferencias entre las dos
partes de esta obra son bien claras. En la primera, sobresalta el rigor lógico
y la ausencia de experiencias históricas; en la segunda, la argumentaciónes mas
frágil, desordenada y suplida frecuentemente por varios ejemplos bíblicos y de
historia antigua y de la Italia de su epoca. Pero hay otra ´diferencia
interesante: mientras que en la primera se discute exclusivamente dentro de la visión
normativa teológico medieval, las ventajas de ´la monarquía; encontramos, en la
segunda, una definición y una discusión –bastante desordenada- sobre la república.
La politia –Ptolomeo utiliza la traducción latina de Moerbeke- deriva de ´
polis, que significa la totalidad de los ciudadanos. Encontramos la politia,
continua, donde: ´los muchos se gobiernan a si mismos (ella es un dominium
plurium): los trabajos son limitados en el tiempo; ellos se reúnen
frecuentemente en ´asambleas para deliberar sobre las cosas publicas; los
gobernados son ´virtuosos, y los que gobiernan están sujetos a puniciones. La
forma de gobierno que posee estas características es denominada régimen politicum.
En su caracterización de la republica dos ejemplos –sorprendentes para la
epoca- son constantemente citados: la Republica Romana e Israel. Según el,
gracias a su forma de gobierno, los ro- manos y el pueblo de Israel pudieron
seguir plenamente un modo de vida político (politice vivunt) (Sternberger 1978,
V.I, 58-70).
La
preocupación central de Ptolomeo de Luca fue, en este caso, completar la obra
inacaba de su maestro, describiendo formas de gobierno que su época no conoció,
y deshacer su error, anteriormente ´citado –al interpretar el régimen politicum
como un régimen regale que obedece a la ley de Dios, esto es proyectar valores
de su época ´en un concepto aristotélico. Ptolomeo vive en una época en que las
ciudades italianas no eran autónomas y ni siquiera deseaban la autonomía política,
y nuestro autor en ningún momento pretendió alterar semejante situación. De su
parte, no hay una crıtica al orden vigente ni señal alguna del ideal de imitatio renacentista. No hay por lo tanto, en
esta obra ninguna ruptura entre las dos partes, pero si una complementacion: el
discípulo continúa fiel a la ideología de su maestro. Es por eso que ella no podría
tener ningún efecto ´revolucionario, sea en el plano de las ideas o en el de
las acciones.
Si
las afirmaciones de Bruni, en sus primeros escritos, contenían una buena dosis
de exageración –que los florentinos habrían heredado de sus antepasados
republicanos el espíritu cívico y la forma de gobierno democrática- era debido
a su intento de persuadir a sus ´conciudadanos, a través de la fundación mítica
de Florencia, de La excelencia de la república. Mas tarde, el fue obligado a constatar que la situación
real de su ciudad distaba bastante de la que preconizaban sus obras, tornándose
mas pesimista que en su propósito inicial. Un hecho fue de crucial importancia
para su inquietud.
6
Las virtudes cívicas
Vimos
que en la Oración´ , inspirado en la descripción de la Atenas mıticade Tucidides,
la bravura de sus ciudadanos es uno de los factores determinantes de la
superioridad de su ciudad sobre las otras. El énfasis en esta cualidad se debe
no solo a la amenaza externa, sino que también la concepción republicana
–proveniente principalmente de Aristóteles, de quien el florentino fuera lector
asiduo y traductor esmerado- de que el coraje es la virtud cívica por
excelencia. Siendo así, el ciudadano armado, que ama a la patria por encima de
su propia salvación, y cuyo ejemplo m ´ as digno fue Strozzi, tema central de
esta obra, se debería constituir en la espina dorsal de su ciudad. Por lo tanto,
así concluye su obra, ella jamas podrıa contar para su defensa con tropas
mercenarias.
Cuando
en 1439 le fue pedido, una vez mas que describiese brevemente la constitución
de Florencia, sus juicios fueron expresados ´en un panfleto escrito en griego,
Sobre la Politeia de los Florentinos .Bruni va a decir aquí que su ciudad se había
transformado hace mucho tiempo, al perder el espíritu cívico y al dejar de ser
un gobierno democrático (que como ´ el ya había enfatizado anteriormente, depende
de este mismo espíritu). Según su análisis, Florencia ser a nuevamente una república democrática –donde
todos son no solo libres, sino ´guales, por tener el acceso a todos los cargos públicos
a través del sorteo y la rotación- solamente cuando sus ciudadanos asuman ´el
deber cívico de defender a la republica con sus armas. Apenas ´su ciudad comenzó
a contratar mercenarios –una decision tomada ´voluntariamente por los
ciudadanos florentinos-, los nobles y los ricos comenzaron a ser más
influyentes; pues una vez que el auto-sacrificiopor
la patria pasa a ser desconsiderado por ser un precio muy alto a ser pago por
la ciudadanıa, una vez que el amor propio supera al amor por la patria, el
conocimiento para confeccionar las estrategias militares delos nobles y los
recursos financieros de la burguesía pasan a tener un valor preponderante
(Baron 1993, 427-32, 435-39).
Entre
el final del siglo XIV y el inicio del siguiente, esta es la conclusion que
podemos sacar de este análisis un tanto m as realista de Bruni: Florencia se convirtió
en un régimen mixto de preponderancia oligárquica, donde el pueblo generalmente
acepta y raramente veta las leyes, cuya preparación y formulación están en las
manos de unos pocos pero muy influyentes. Situación que no agrada a Bruni y que
espera ver corregida luego de que sus advertencias sean escuchadas. La evolución
de la constitución de los florentinos descrita por Bruni se contradice con los análisis
mas minuciosos que hoy disponemos ´–a pesar de la escasa y confusa documentación
que los historiadores ´modernos heredaran. En este sentido, las consideraciones
de la Politeia son importantes para poder avanzar algunas conclusiones. Como Bruni
destaca en su panfleto, la participación del ´ popolo (básicamente ´los
artesanos que formaban las guildas menores) fue reducida; pues, los criterios
iniciales para calificar para un cargo (formar parte en la milicia y ser
miembro de una guilda) se transforma radicalmente cuando la necesidad de
acumular recursos para costear mercenarios, frente a la amenaza de los
enemigos, pasa a ser la prioridad central de los florentinos. Es cierto que
esta transformación se dispuso definitivamente a lo largo del siglo XV, cuando
los accoppiatori pasaron a tener la función de confeccionar bolsas exclusivas
de ´los representantes de las guildas mayores para las tres principales
magistraturas y de los representantes de las guildas menores para las
magistraturas menores, los dos Consejos, cuyo único poder es ´el velo a las decisiones
que les eran entregadas. En otra fase, los grandes mercaderes y banqueros,
debido a su mayor disponibilidad de recursos para el erario publico, acabaron
destacandose de los demás representantes de las guildas mayores, aumentando todavía
mas su poder en el gobierno. Ası, la frágil forma de gobierno popular, bastante
´distante de la Florencia mítica de Bruni, se transformó en pocas décadas en un
gobierno mixto de preponderancia olig arquica. A pesar de la exageración de los
primeros escritos de Bruni, su ´repercusión fue muy grande y traspaso con
creces los lımites de su ciudad. A partir de 1430, su Elogio y su Oracion
pasaron a ser leıdos en toda la pen ínsula, y hasta 1460 fueron las principales
referencias para las ciudades libres en su lucha contra la tiranía, pero jamás
fueron ´suficientes para concretar su propósito original, la creacion de una ´república
democrática.
´
7
El momento veneciano
Durante
todo el siglo XV, tanto con el gobierno de los Medici como durante todos los
cambios que la constitución florentina sufrió a lo ´largo de estos años, las
descripciones de estas dos obras siempre ˜se mantuvieron vivas en el espirito
de los florentinos. En el siglo XVI, mientras tanto, la ciudad del Arno conocerá
una transformación radical: en el plano de las ideas, la constitución de
Venecia pasar a inspirar el pensamiento político
florentino, sustituyendo al mito cívico de Bruni; en el plano político, la elevación
de Venecia a modelo ´para imitar para los florentinos tendrá como consecuencia
el ascenso ´definitivo de los Medici al poder –un nombre que estará hasta la
mitad ´del siglo XVIII definitivamente asociado al gobierno de esta ciudad.
Estecambio radical es al mismo tiempo sorprendente, pues los florentinos que
hasta entonces se vanagloriaban por tener una forma de gobierno única, eran, en
esta época, enemigos acérrimos de los
venecianos, a quienes atribıan una forma de gobierno oligárquica.
Inicialmente,
los florentinos esperaban que Venecia fuese su aliada natural, teniendo en
cuenta que solamente las dos repúblicas habían sobrevivido a las envestidas de
Giangaleazzo. Esta, mientras tanto, adopto una política aislacionista confiando
en la protección natural ´de sus lagunas, en la eficiencia de su diplomacia y
en las buenas relaciones comerciales con las principales fuerzas de la época
que hasta ´entonces le habıan garantizado su autonomía política. El hecho de que
algunos pactos fueran firmados entre el Duce y el duque reforzó todavía mas en
los florentinos el sentimiento de traicion que sentían por la Republica de San
Marco (Baron 1993, 435-6; Gilbert 1977, 180-2). ´Hasta entonces, Venecia permanecía
distante e impasible al desarrollo de estas luchas interminables que se sucedían
en el centro y el norte de la pen ínsula. Fue la enemistad entre las dos ciudades,
sumada a la gran repercusión que el mito florentino alcanzaba en toda ´la pen
ínsula, la que llevo a los venecianos y sus simpatizantes a salir de ´esta
inmovilidad, buscando una alternativa, en esta mitad del siglo XV, para aquella
que paso a ser considerada la mejor forma de gobierno, la ´única digna de un
pueblo libre.
En
el auge del Renacimiento, las principales familias del patriciado veneciano,
que hac´ıa casi dos siglos gobernaban incuestionablemente la ciudad, se
empenaron en identificar la constitucion de Venecia con ´los modelos clasicos
del republicanismo. Su inter es en
combatir la ´idealizada republica florentina, necesitaba además una base ideológica
de legitimación tanto externa (para sus propósitos diplomáticos) como ´interna
(para mantener a sus gobernados unidos y justificar los sacrificios de estos
por la ciudad). Los gobernantes venecianos ya contaban, para su propaganda, con
dos autoridades de un peso enorme: Tomas de Aquino, que en su ´ Opusculo sobre
el Gobierno ´de los Príncipes considera al pueblo veneciano libre, pues de todos
los gobernantes del norte de Italia solamente el Duce ten´ıa su poder limitado
y no podía ser por lo tanto un tirano; y Petrarca, quien en su obra elogia la
estabilidad del gobierno veneciano.
Entretanto,
el debate ideológico exigía, para su legitimación, alg ´ un parecido con la tradición
greco-romana.; lo que provoco que los ´gobrnantes venecianos buscasen
ansiosamente, humanistas que reescribieran la historia de Venecia, enfatizando
la singularidad de sus instituciones políticas y el espíritu cívico de sus
gobernantes, causas de su armonía interna y , por lo tanto, de su durabilidad.
El primero que asume esta tarea, al punto de crear definitivamente el mito
veneciano, que tanto va a influenciar el debate futuro sobre el republicanismo,
fue el filólogo griego Giorgios Trapezuntios. El fue contratado por ´Francesco
Barbaro, uno de los mas influyentes patricios venecianos ´de su tiempo, para
venir a Venecia a ensenar griego. En 1451, le ‘escribió una carta a Barbaro
donde afirmaba que los fundadores de ´la Republica veneciana se habían
inspirado seguramente en Las Leyes de Platon (en esta epoca, la lucha ideológica
antiflorentina debía ser también antiaristotelica). Segun el, el motivo por el
cual la vida de ´esta ciudad hab´ıa sido tan duradera y tan feliz era por el
hecho de ser una república mixta de preponderancia aristocrática. Esta afirmación
´era lo que precisamente necesitaban los patricios venecianos, y tan es así,
que Barbaro le encargo, prometiéndole una suculenta recompensa, una introducción
a su traducción de ´ Las Leyes, en la cual se destacara el extraordinario
parecido entre la teorıa de Platón y la practica política veneciana.
A
partir de 1460, con la publicación del libro dedicada al Duce, y ´con la
nominacion, por el Senado, de Giorgios Trapezuntios para la ´catedra de
humanidades y retorica de la Escuela de San Marco, esta ´idea pasa a ser parte
de la propaganda oficial de Venecia. Evidentemente, la idea de que la mejor
forma de gobierno está asociada a la mezcla entre monarquía, democracia y
aristocracia, representados por el Duce, por el Consiglio Maggiore, y por el Senado,
respectivamente, no se puede confundir con el intrincado e ingenioso sistema de
lımites y controles institucionales descritos por Polibio. Lo que interesaba a
las familias patricias venecianas era el hecho de que Platon, en el Libro II de
´ Las Leyes, describiera el gobierno mixto como aquel que esta entre la monarquıa
y la democracia, o sea, una forma de gobierno donde el elemento aristocrático
es determinante. Ası,estas familias del patriciado veneciano, van a utilizar la
oportunidad de encubrir su regimen oligarquico bajo el manto legitimador de la
´aristocracia, asociada, en la tradición, al ideal de virtud (los aristoi, los ottimati, son los mejores, los virtuosos
por excelencia). (Gilbert 1977,183-5).
A
esta concepción oficial de la constitucion veneciana, los florentnos
reaccionaran formando dos grupos antagonicos. Es lo que se desprende del debate
ocasionado a partir de la muerte de Cosimo Medici,en 1465. Sin duda alguna este
debate fue, en esta época, conducido por razones mas que nada emocionales, y no
por lo que realmente ´diferenciaba a las dos constituciones. Las dos repúblicas
como dijimos anteriormente eran enemigas. De un lado estaban aquellos que, reforzando
el mito florentino, afirmaban que la gloria alcanzada por su ciudad se debía a
la preponderancia del elemento democrático en su forma de gobierno, en la
medida que los cargos públicos estaban disponibles para todos y que eran
completados teniendo en cuenta el antiguo precepto democrático de la constante rotación
on y el sorteo, a lo que cabía sumarle el espíritu cívico de sus ciudadanos,
dispuestos en cualquier momento a sacrificarse por la patria. Bruni, como dijimos,
se había entronado como ideólogo oficial de la ciudad. Del otro ´lado, entre
los defensores de la constitución veneciana, tenemos un ´único humanista
florentino de destaque, el canciller Poggio Bracciolini ´(que tenía razones
personales para no estar del todo satisfecho con su ciudad, llegando a amenazar
con dejarla para irse a vivir a Venecia, debido a las tasas, injustas en su opinión,
que el gobierno le obligaba a pagar) y algunos integrantes de las grandes
familias, provenientes de las guildas mayores y de la nobleza (responsables
mayores por la divulgación del mito veneciano en su ciudad). Entre estas, a su
vez, ´dos grupos se destacaran: uno, circunscrito a los admiradores de los Medici,
imaginaba imitar la constitución veneciana con un miembro ´de esta casa como
Duce al lado de un consejo limitado a las familias leales a el, como una forma
de garantir la estabilidad y la permanencia ´de los Medici en el poder; el otro
de los grupos sonaba con un Duce florentino, no necesariamente un Medici, como
un primus inter pares allado de un consejo representado por las principales
familias florentinas(Gilbert 1977, 187-191; Pocock 1975, 100-4).
Mientras
tanto, por razones pragmáticas (tanto la diplomacia, preocupada en buscar alianzas
que debilitaran la política externa veneciana, como la naciente oligarquía,
preocupada en cubrir su distanciamiento con la mayoría de los ciudadanos, que permanecían
fieles al ideal republicano democrático, se beneficiaban del mito ´florentino),
el rechazo al mito veneciano duro hasta el final del siglo ´XV.
Mas
tarde, con la expulsión de los Medici, en 1494, todavıa podemos constatar la
fidelidad a este ideal con el ascenso de Savonarola, que pregonaba en sus
sermones la sustitución del sistema de gobierno por ´el que el designaba antico vivere popolare, a traves de la creacion
de ´un Consiglio Grande (reuniendo representantes de todas las esferas sociales)
y de la conversión moral (exhortando a todos los ciudadanos ´a colocar el bien
comun por encima de sus intereses privados) al igual ´que Bruni, su objetivo
era instituir la igualdad ética y política. Envalentonado por el clamor general
de regeneración religiosa y por su carisma, Savonarola, mientras tanto, había
ido demasiado lejos en sus pretensiones políticas: la implantacion del ´
Consiglio Grande provoco que las principales familias de las guildas mayores y
los ´nobles reaccionaran y, en nombre de un pretendido perfeccionamiento institucional,
exigiesen la constitución de un Senado, compuesto por ´las principales familias
y centro de las decisiones políticas, y de un Duce. As´ı, siguiendo el modelo
veneciano, en 1502, fue creado el gonfaloniere vitalicio, eligiendo a un noble,
y en 1512 finalmente fue creado el Senado. Para esto, no fue derramada una sola
gota de sangre: Savonarola no comprendera que el pueblo estaba dividido entre
su sentimiento republicano y la necesidad de ceder el poder a los mas ricos y a
los de mayor habilidad militar. Luego de un corto periodo de duración, la “república
democratica” de Savonarola fue sustituida por una “republica aristocrática”, en
verdad, un regimen mixto que concentraba en el Senado, ocupado en forma
vitalicia por los miembros de las familias más ricas y prominentes, las
principales funciones políticas (entre estas, elegir a los encargados de los
principales cargos públicos y de las embajadas, nombrar administradores para
´los territorios ocupados y administrar las finanzas públicas) y que ´concedía
al Consiglio Grande, ahora compuesto exclusivamente por los representantes de
las guildas menores, funciones secundarias (dentro de todas, la mas relevante
era el poder de veto por mayoría simple a los proyectos de leyes financieras
elaboradas por el Senado, con la aprobación de tres cuartas partes de sus
miembros). Quince años ˜después, otro cambio de régimen sacude a Florencia,
nuevamente ´los Medici toman el poder, manteniendo solo la fachada de las
instituciones anteriores, como escudo ideológico de su tiranía (Gilbert1977,
193-7).
Una
vez mas, medio siglo después de la publicación de ´ Sobre laPoliteia de los
Florentinos, se completa el ciclo analizado por Bruni en su panfleto: la
“republica democrática” (centrada en el ´ Consiglio Grande)es sustituida por un
régimen mixto de preponderancia “aristocrática” ´(inspirada en el modelo
veneciano, en el cual la parte menor y económicamente mas influyente de la
sociedad tenga una participación mayor en el gobierno), que, a su vez, es
sustituida por una tiranía(también encubierta bajo el manto legitimador del
mito veneciano). ´Cabe recordar, en relación con estas consideraciones, que,
desde ´nuestro punto de partida, a pesar de la interdependencia de los tres
pilares de una república, su elemento determinante es la ´homogeneidad de la
conducta ética de sus ciudadanos. Sin la igualdad ´político y socio-económica,
ciertamente, la virtud no sobrevive. Esta es el alma de la república. Es decir,
una república que desconsidera la ´igualdad político y la igualdad
socio-economica es imperfecta y no dura ´demasiado; una república que no se
preocupa por mantener el espíritu cívico de sus ciudadanos no puede existir
como tal, ser´ıa una forma de gobierno donde el principio que posibilita la
igualdad no estaría presente.
En
el final del siglo XVI, el mito de Venecia estaba tan difundido entre los políticos,
publicistas y escritores de las dos principales ciudades de Italia –“el mas
bello y mejor gobierno no solo de nuestro ´tiempo, sino que probablemente de
todos los tiempos”, el gobierno que “dura hace siglos, sin conocer sediciones
ni discordias”, son afirmaciones comunes en esta epoca-, que el republicanismo
pasa a asumir definitivamente rasgos aristocráticos. En el siglo XVII, este
mito trascenderá las fronteras de la penınsula y encontrara resonancias en toda
Europa. Entre una serie de importantes autores republicanos de pretendida inspiración
platónica (Niccolo Sabellico, Giasone de
Nores, Pompeo Caimo, Bartolomeo Cavalcanti, etc...) , vale la pena destacar
algunos nombres por la repercusión que tuvieron en Italia y ´en Inglaterra, en
particular para James Harrington.
Quebrando
el paradigma que hasta entonces reinara en Florencia,luego del inicio del siglo
XVI, Francesco Guicciardini, en su DelRegimento di Firenze ´, propone para su
ciudad una forma de gobierno mixta en la cual la signoria representaría el
elemento monárquico; el Consejo de los ottimati (los mejores en cuanto a su
virtud cívica, que, en realidad, coinciden con los mas ricos y con los nobles),
´compuesto de ciento sesenta a ciento ochenta miembros, el elemento aristocrático;
y el Gran Consejo, electo por los ciudadanos con derecho ´al voto, el elemento democrático.
Tomando al mito veneciano como ´modelo, Guicciardini concentra en los ottimati
la mayor parte del poder, alegando que la ruina de la Republica de Savonarola
se debio a la constitución de un gobierno popular, al contrario de Venecia.
Para el ´florentino Donato Giannotti, en su obra Della Repubblica de Veneziani,
publicada en 1540, el motivo que hizo de Venecia una Republica “eterna” debe
ser encontrado, en primer lugar, en el Senado (la parte principal de la
mezcla), cuya función es el discernimiento sobre las principales cuestiones públicas
(sobre la guerra, la paz, las leyes....etc); ´en seguida, el Consiglio
Maggiore, cuyas tareas son el decidir acerca de lo que fue ponderado en el
Senado y nombrar los magistrados; y finalmente el Duce, que posee como función
dar fuerza a la ejecuciones las leyes (Battaglia 1927, 298-302; Fink 1945,
18-19; Mattei 1973636-7).
Para
el famoso e influyente teórico del gobierno mixto Gasparo ´Contarini, que en
1543 edita De Magistratibus et Republica Venetorum, Esparta es muy semejante a
Venecia. En esta, la representación de la republica le corresponde a la parte
regia, al Duce, en nombre del cual son publicados los principales documentos públicos.
Ademas de esta actividad, el Duce divide las otras atribuciones menores entre seis
consejeros, electos cada cual por una de los seis sectores, en que fue dividida
la ciudad. Estando presente en su mayoría, los consejeros pueden proceder sin
el Duce, mientras que este no puede actuar sin la presencia de cuatro de sus
consejeros. Las atribuciones mayores del Duce y de sus consejeros están
divididas con el Collegiodi Savii, un comité
formado por dieciséis miembros del Senado. ´Otras importantes funciones están
distribuidas entre el Senado (la ´elaboración de las leyes) y el ´ Consiglio
de’ Dieci (cuya principal funcion´es evitar que las diversas instituciones
usurpen sus atribuciones).
Además
de la ratificación de las leyes elaboradas por el Senado, la ´mayor competencia
de la parte popular, el Consiglio Maggiore, en el cualtoman asiento todos
aquellos cuyas familias constan en el Libro d’Oro yque poseen más de
veinticinco anos, es la elección de los magistrados, ´en particular, el Duce
(en forma vitalicia), los senadores (anualmente) ylos miembros del Consejo
(anualmente) y del Colegio (cada seis meses).
En
tanto, los verdaderos y propios magistrados de la Republica son los ´ottimati,
la parte aristocrática, la mejor parte (electos por su virtud, y ´que
pertenecen a las familias más ricas o al patriciado, justamente las ´ue mas
aprecian el cultivo de las habilidades espirituales), con asiento en el
Colegio, en el Consejo y en el Senado. Venecia tenıa ordenadas sus
instituciones para la verdadera finalidad del gobierno civil: la felicidad y la
prosperidad del hombre; en tanto, la felicidad solo era alcanzada con la
virtud, que a su vez, es un privilegio de pocos. Otro influyente autor Paolo
Paruta, en sus obras, Della Perfettione della Vita Politica (editada cuatro
veces en Venecia, entre 1579 y 1600) y Discorsi Politici (1599), sigue, con
alteraciones de poco significado, las mismas descripciones de su coterraneo
Contarini, y llega a la misma conclusion respecto de la primacía de los
ottimati en el gobierno mixto para conseguir estatuir un régimen estable y prospero.
Su preocupacion´central es mostrar que, primeramente, la mezcla entre las
formas de gobierno, entendida como un sistema de pesos y contrapesos, no basta para
evitar la revolución, como, según´ el, deducimos de la experiencia ´de Roma,
cuya caıda se debió a la distribución equitativa del poder ´entre las tres
instancias, privilegiando indebidamente a los cónsules y ´a la Asamblea del
Pueblo (los elementos monárquicos y democráticos);´y que en segundo lugar,
Venecia, al proporcionar la “vida cívica” para sus ciudadanos, consiguió
aquello que Roma no pudo evitar –el ciclo de corrupciones-, al colocar la
virtud en el centro de su gobierno. (Fink1945, 19-20, 28-31 y 36-9).
8
Algunas conclusiones
Estas
consideraciones nos llevan a las siguientes conclusiones. En relacion a
Florencia, podemos decir que sus experiencias políticas no escaparon al drama
que persiguió a las demás ciudades italianas del ´Renacimiento: inestables,
estas sucumbirán a una oligarquía, que posteriormente se transformara en una tiranía.
La excepción a esta regla general fue Venecia: único caso en la península. Un
grupo pequeño de familias de patricios se mantenía establemente en el poder, evitando
las revoluciones polticas.
Con
relación a las principales doctrinas políticas, podemos decir que el primer teórico
no medieval en elaborar una teoría política consistente y que se tornó paradigmática
en las discusiones políticas subsecuentes fue el republicano Bruni. Su preocupación
central no era descriptiva sino que se trataba de tratados fundamentalmente
normativos: la grandilocuencia del Elogio, de los Dialogos y de la Oración, pretendían
realizar una tarea primordialmente educativa, realzando el espirito cívico y
las instituciones democráticas de sus antepasados; su preocupación central era
la creación del mito democratico-republicano florentino, modelo a ser
perpetuado por las generaciones venideras. Por otro lado, el relanzamiento del
ideal republicano, era para Bruni a única solución para la crisis política por
la que pasaba Florencia. En suma, la pregunta de Bruni era la siguiente: ¿cómo
hacer para ´rehabilitar la virtud cívica y la igualdad política, - valores
entrelazados– donde impera el comercio y la especulación financiera?. Sin una
igualdad de base, sin una igualdad material efectiva (a través de la cual la autonomía
económica y el ocio aparecen como garantidos para todos los ciudadanos), tanto
la educación cívica como la superestructura republicana (a través de la participación
directa de todos en el gobierno ´está garantizada), no tiene su sustento básico.
Igualmente, podemos ´decir, de los humanistas cívicos, que veían en la constitución
veneciana ´el ejemplo de una forma de gobierno perfecta e inmortal. También
ellos, rompiendo con el mundo medieval, veían a Venecia como el punto de
referencia de su pensamiento político, no solo en la Italia de su época sino también
en los siglos siguientes en buena parte de Europa; también ellos van a olvidar
y a menospreciar a la igualdad de base como condición previa de la virtud cívica.
Pero además, debido a la lucha ideológica que sostenían contra el mito
florentino, se vieron obligados a despreciar la igualdad política y la educación
pública para la formación de la personalidad cívica de los ciudadanos.
(1).-
El título de este texto “Los dos Republicanismos II, se entiende como otra parte de un título general sobre los dos republicanismos, que ya tuvo
otra parte – I- en este mismo blog. (Ver “los dos republicanismos, desde Francia 1848”. (Ver más abajo, entrada anterior de este
mismo blog)
(*) . Licenciado en Ciencia Política-
Departamento de Ciencia Política Facultad de Ciencias Sociales de laDEA
(Diploma en Estudios Avanzados) Universidad de Santiago de Compostela Candidato
a Doctor en Ciencia Política y de la Administración-Universidad Complutense de
Madrid.
.-Fuente Critica Contemporánea.
Revista de Teoría Política, No4 Dic. 2014 -
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