SOBERANiAS Y SOLIDARIDADES EN EL LABERINTO ESPAÑOL
Intervención
del Profesor de Economía Mundial Ramón Franquesa en el Foro Internacional
“No
al Euro”, Italia
Europa
ha sido la cuna y escenario de grandes revoluciones desde 1789, mediante las
que la ciudadanía ha conquistado espacios efectivos de control social, sobre
multitud de ámbitos, incluido el económico. En particular el siglo XX Europa
conoció, la conquista de la jornada de 8 horas, la Revolución Rusa y tras la
Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de un protección pública que garantizaba
un conjunto de derechos económicos, sociales y laborales, muy por encima de
otros lugares del mundo.
Pero
la construcción de la UE ha acabado resultando un proceso perverso, que ha
servido para revertir esas conquistas sociales. La UE se justificó para evitar
la repetición de la confrontación entre pueblos, pero ha acabado siendo la
causa de un nivel de ruptura social y confrontación nacionalista, que nos
retrotrae a los peores momentos de la pasada historia europea.
La
primera trampa de ese proceso fue la creación de un mercado único sin políticas
estructurales, ni armonización fiscal, ni de derechos sociales. Planteado como
algo provechoso para los consumidores, ha terminado por resultar un huracán
para el empleo y las formas productivas de la Europa más pobre y atrasada. Con
ello la polarización entre los territorios y clases sociales aumento. A ello
más tarde se añadió la libertad de circulación de capitales. La liberalización
de mercancías y capitales, sin un marco común de derechos laborales y de
deberes fiscales, ya portaba la semilla de una competencia a la baja entre los
trabajadores, que podía erosionar los avances sociales alcanzados. Pero sería
la perdida de soberanía monetaria a finales de los 90, lo que provocó un salto
cualitativo de los desequilibrios.
Cuando
con la crisis del 2007 los efectos se desvelaron como claramente negativos,
entonces el discurso oficial paso a culpabilizar a las victimas (y no a los
verdugos de este proceso). Se incrementó el racismo entre Estados y dentro de
los Estados. Mientras que los financieros de toda Europa eran rescatados
generosamente de sus aventuras especulativas y evitaban ir a la cárcel por el
saqueo de ahorros e inversiones fallidas, los pueblos del sur eran sometidos al
control de la Troika y sus hombres de negro. A los alemanes sus medios de
comunicación les contarían que era la pereza de los griegos lo que había
causado su desgracia (ocultando que trabajan de media muchas mas horas). Entre
los catalanes su gobierno liberal, culparía a los otros españoles del desastre
de su sanidad, ocultando que esta provocado en su mayor parte por una
privatización salvaje, que ha beneficiado a grandes multinacionales de la
sanidad y subsidiariamente a miembros del gobierno nacionalista.
Para
prevenir una respuesta de la ciudadanía a su clamoroso fracaso, las
instituciones europeas, aún reconociendo a sus súbditos el derecho a votar, se
aseguraron que el Parlamento Europeo no tuviera competencias (ni presupuesto)
para resolver las problemáticas más acuciantes de la ciudadanía. En los
discursos florecían los panegíricos al concepto de ciudadanía europea, pero en
la práctica crearon un entramado institucional que substraía a las personas
comunes las competencias económicas esenciales: el derecho al control de la
moneda, la posibilidad de una política fiscal efectiva, la capacidad de los
gobiernos que eligen para desarrollar políticas económicas y sociales
favorables a las grandes mayorías, etc.
Un
ejemplo bien claro, de esa nula voluntad de transparencia, fue la prohibición
de poder efectuar una recogida de firmas dirigidas al llevar una ILP al
Parlamento Europeo sobre la negociación del TTIP con EEUU.
La
imposición del euro, en particular, es una cuestión de especial importancia en
la sustracción de soberanía. Con el se cerró la posibilidad de promover
políticas dinamizadoras de la actividad económica, se derivó el control de la
moneda desde los parlamentos plenamente competentes de los estados, a un BCE
fuera de todo control democrático. Un BCE independiente de los parlamentos
nacionales y del Parlamento Europeo, pero altamente vinculado a los poderes
financieros privados. Que por cierto, sin ningún tipo de de pudor aportarían la
mayor parte de sus directivos (que hubiesen podido ser funcionarios de carrera,
especialistas de la universidad pública o la investigación, cuadros sindicales,
etc.).
La
introducción del euro, en un proceso iniciado con el Tratado de Maastricht,
supuso el final del papel regulador de los bancos centrales y la privatización
del control de la política monetaria. Pero su capacidad de gangrenar el tejido
productivo de los países del sur de Europa no se manifestaría hasta casi 10
años más tarde. Durante unos años, hubo un enorme flujo de capital especulativo
hacia el sur de Europa, lo que provoco aumento de precios y disminución de la
inversión productiva. A pesar de que los salarios quedaron congelados, el nivel
de consumo no se resintió a corto plazo, porque fue muy fácil acceder al
crédito por un tiempo, Ese descontrol bancario y financiero, provocaría una
expansión de las actividades especulativas, que irían secando las posibilidades
de inversión generadoras de empleo y riqueza material.
Cuando
con la crisis del 2007 todo salto por los aires, los pueblos empezaron a sentir
crudamente las consecuencias de la trampa en se les había colocado. Fue
entonces cuando las gentes (y muchos supuestos expertos que se limitaban a
actuar de papagayos del discurso oficial), advirtieron que la perdida de
capacidad de los estados para regular la economía, en ningún momento fue
acompañada de ningún intento para que las instituciones comunitarias asumieran
ese papel. Al contrario, esas instituciones renunciaban explícitamente a
hacerse responsables de atender los problemas que el modelo podía provocar:
paro, radicalización de los ciclos económicos, regresión de la distribución de
la renta…
Entonces
fue evidente, no solo que los ciclos económicos seguían existiendo bajo el
capitalismo, sino que los estados al perder la capacidad de emisión monetaria,
habían perdido un instrumento publico para equilibrar ingresos y gastos, un
instrumento para frenar la economía especulativa y un instrumento para
recuperar la competitividad sin sacrificios salariales ni de empleo.
Los
ciclos no habían desaparecido y la recesión se adueñaba de la situación con una
dureza superior a la de 1929. Entonces se desveló que el sistema monetario
europeo, al sustraer la emisión monetaria del control y servicio de las
instituciones publicas, implicaba la perdida de un mecanismo fundamental de
protección de la producción interna y ponía el estado a los pies de los
financieros. Si con la emisión monetaria soberana son los bancos los que están
en una situación de debilidad (al poder ver devaluados por la inflación, los
créditos que dieron), con el euro seria el Estado quien quedase al albur del
precio del préstamo de dinero. Con ello los gobiernos de esos Estados, las
instituciones que los ciudadanos podían elegir y controlar, quedaban en manos del
poder financiero.
Gracias
a este mecanismo, el poder financiero conseguiría que fuesen los representantes
del pueblo teóricamente soberano, quienes se viesen obligados a imponer
terribles sacrificios a sus gentes.
Por
supuesto esto iba a provocar grandes conflictos políticos y de legitimidad a
esos gobiernos.
Si
volvemos al tema de la soberanía popular y entendemos por ella la capacidad de
la ciudadanía para decidir sobre todo aquello que afecta la vida social, es
fácil intuir que uno de los problemas que plantea su ejercicio, es el enorme
campo que ello puede afectar.
Efectivamente,
dado que la vida social implica potenciales decisiones sobre infinidad de
aspectos, una forma de secuestrar la la soberanía en la práctica, en su sentido
profundo, es introducir ruido y ocultar las potenciales decisiones mas
importantes, bajo miles de opciones entre cuestiones banales. Es decir,
desorientar a los ciudadanos sobre el orden de prioridades de los problemas que
sufren, dimensionando los de menor envergadura, para ocultar aquellos que
tienen mayor incidencia en la vida social.
Si
compartimos la apreciación que el eje central del conflicto social es la
distribución de la riqueza, es fácil deducir que las mayores tensiones en el
ejercicio de la soberanía deberían situarse entorno a esta cuestión.
Pero
quienes se benefician de una posición de privilegio a costa de perjudicar a
mayorías, tratan de evitar la lucha de clases, en particular en el ejercicio de
la soberanía en aspectos que les pueden perjudicar. Ellos son conscientes de
que las amplias mayorías. si disponen de la adecuada información, exigirían el
ejercicio de su soberanía. Para evitarlo buscarán mecanismos para tratar de
obstruir su ejercicio, por diversos caminos, que eviten una rebelión ciudadana.
Una
vía puede ser narcotizar la sociedad con sexo, cotilleo, fútbol, telebasura o
videojuegos: lograr que los jóvenes parados cacen pokemons en lugar de
banqueros. Pero si la recesión golpea duro es posible que ello deje de
funcionar. Los romanos que eran muy sabios recomendaban “panem et circenses”,
pero el circenses a solas no parece que funcione, porque la gente piensa y
tiene necesidades de las que no se puede siempre olvidar.
Otro
camino es intentar demostrar que no hay alternativa, amparándose en el recurso
a la ciencia económica, social o biológica. En la historia reciente hemos visto
como las clases dominantes se han amparado en el racismo, en la genética o la
economía, para tratar de demostrar que no había alternativa. En el pasado la
justificación de esta ausencia de alternativa tenia un carácter ideológico o
religioso (Dios ha creado un mundo de ricos y pobres, etc.), hoy sin embargo la
supuesta falta de alternativa se sustenta en sesudas disquisiciones de carácter
económico, que repetidamente la historia demuestra no tienen validez empírica,
pero que la academia y los medios de comunicación hegemónicos persisten en
defender como verdades absolutas.
Otro
recurso para el poder es la represión de la ciudadanía. Se crea una situación
de alarma permanente, inventando o impulsando si es necesario un enemigo
externo, que inevitablemente recurre a un terrorismo que justificara el terror
de Estado contra su propio pueblo. Así, se reprime la contestación, se
controlan las redes sociales y los medios de comunicación. Se limita la
libertad de expresión. Se llega a encarcelar o secuestrar a aquellos que
filtran informaciones, a la vez que se somete a silencio los datos sobre
paraísos fiscales y los privilegiados. También se prohíben o limitan las luchas
laborales por antipatrioticas. Se recurre al terrorismo empresarial, las listas
negras, las detenciones de sindicalistas y estudiantes. Sospechosamente, en
ningún lugar los recortes se han aplicado al ejercito o la policía. Nada nuevo
bajo el Sol, los europeos ya vieron esa película antes de la primera y segunda
guerras mundiales en el siglo XX.
Pero
también tienen otro recurso: tratar de disimular las contradicciones
económicas, potenciando conflictos de distinta naturaleza. Para ocultar los
problemas mas acuciantes para las personas, un buen método es resaltar otros
conflictos con el fin de provocar en el plano subjetivo una desorientación de
prioridades.
Desde
el punto de vista económico debería estar claro que el primer problema que
tiene la ciudadanía es asegurarse sus condiciones de subsistencia material. Se
trata del primum vivere mas elemental. Por supuesto, ello no justifica que las
personas renuncien a decidir sobre otros aspectos menos perentorios, como puede
ser la religión que profesan o la prioridad entre las lenguas que emplean en su
vida cotidiana. Pero debería resultar evidente, que para poder ejercer la
soberanía en cuestiones de esa naturaleza, es condición previa para poder
ejercer su decisión, tener asegurado comida, vestido, vivienda o salud.
Pero
el sistema no esta en absoluto por resolver las contradicciones y conflictos
sociales en el seno del pueblo, sino en el divide et imperia. Es decir, en
estimular cualquier conflicto. Tampoco nada nuevo bajo el Sol. En los últimos
decenios hemos visto en el Tercer Mundo como se financiaba alternativamente
todo tipo de bandería religiosa o nacionalista desde los lobbies del poder, a
veces contra movimientos emancipatorios, a veces simplemente para vender armas
y apropiarse de los recursos de pueblos devastados por al guerra. La CIA, la
OTAN, los grandes bancos apoyan y financian frecuentemente simultáneamente
grupos enfrentados, o a grupos que más tarde serán catalogados de enemigos
irreconciliables y encarnación absoluta del mal.
Quienes
piensan que Europa esta fuera de esta escalada se engañan. Cuando el sistema se
descompone y los pueblos amenazan con empoderarse, los poderes económicos no
renunciaran a estimular conflictos en el el ámbito cultural, en aspectos como
la religión o el nacionalismo. No es casual que problemas que los pueblos de
Europa creían superados por el desarrollo de la historia, reaparezcan ahora con
una extraordinaria virulencia, precisamente en este momento.
Por
supuesto, hay que dejar claro, que ese empleo perverso, no supone la
ilegitimidad de esos sentimientos. Al contrario, minorías nacionales o
religiosas son objeto de trato injusto, provocativo, de marginalizacion o de
agresiones, lo que retroalimenta la desorientación y el conflicto en el seno de
las clases populares.
La
crisis ha provocado un creciente malestar en el seno de nuestras sociedades.
Hoy nuestra ciudadanía está sometida a una terrible presión psicológica:
aceptar que vamos vivir peor que nuestros antecesores. Y las personas buscan
explicaciones a ello y muchas desgraciadamente, las encuentran en los
conflictos de identidades culturales. Y ello, a pesar de que la explicación
objetiva de su malestar es sencilla y evidente: vivimos peor porque se ha
secuestrado la capacidad de controlar a los mas ricos. Y esta oligarquía ha
sido capaz mediante el recurso a los medios de comunicación que poseen, de
introducir en la agenda de la vida cotidiana de una parte de la ciudadanía
otras prioridades. Han logrado alterar la percepción de la realidad de amplios
sectores de las clases populares.
En
el caso español, la perdida de nivel de vida y derechos, ha favorecido el
incremento del secesionismo, particularmente en Cataluña. Pero no ha sido el
único factor. Los recortes del Tribunal Constitucional al Estatuto de Cataluña
que había sido refrendado por el voto popular y por el parlamento español, el
desprecio por la lengua y la cultura catalana desde el gobierno del estado, que
la percibe no como una riqueza sino como un problema y que busca apelar al patriotismo
español frente al separatismo, para legitimarse en tiempos de turbulencia, han
sido factores que han estimulado el secesionismo sin duda.
Pero
¿Cual ha sido el motor determinante de esa ruptura social? El pueblo de
Cataluña, como zona industrial de sectores devastados por la globalización, ha
sufrido con la recesión graves recortes en sus niveles de vida. Entre 2008 y
2011 se produjo una creciente reacción social: Fue en Cataluña donde nacieron
la Plataformas de Afectados por las Hipotecas que acaban poniendo cerco a los
desahucios, donde surge una fuerte contestación estudiantil a la subida de las
matriculas, donde sus maestros realizaron enormes manifestaciones que colocaron
al gobierno entre las cuerdas, fracasando en su intento de oponer los padres a
los maestros, también en Barcelona el 11 de mayo en solidaridad con Madrid, se
iniciaria un proceso de ocupación publica de las plazas contra el sistema… Todo
ello culminó en una movilización autónoma, que desbordó a las viejas fuerzas
políticas de la izquierda, que rodeó el Parlamento de Cataluña y obligó a su
Presidente a pasar en helicóptero el 15 de junio de 2011.
Es
en este momento que el partido nacionalista conservador, que había apoyado el
pago de la deuda, que repetidamente había apoyado las medidas ordoliberales de
los partidos estatales (populares o socialistas), plantea la opción
independentista, como formula de salir de la crisis.
Para una parte de la población de Cataluña (en
especial los profesionales, los habitantes de las zonas rurales, pero también
los jóvenes), esto resultaría una opción atractiva. No era necesario pelear en
la calle, el enemigo estaba a centenares de kilómetros, y ahora la policía iba
a proteger las manifestaciones en lugar de apalearlas. Sin duda resultaba más
atractivo resolver ese conflicto mediante un referéndum, que no continuar en
las duras luchas desarrolladas de 2008 a 2011. rápidamente un sector de los
empresarios locales, incluidos los medios de comunicación de empresas catalanas
(que en el pasado glorificaban la dictadura que prohibía el uso del catalán) se
pusieron al servicio del proyecto. En unos meses, el independentismo paso del
10% a casi el 50% y se convirtió en el eje de la política catalana. Por
supuesto, ello fue aprovechado por el partido popular, para pedir a la
ciudadanía harta de sus corrupciones y recortes, que era imprescindible darles
apoyo para salvar a la patria española.
Hoy
en Cataluña tenemos abierto un proceso de secesión que divide por la mitad a
nuestra población. El independentismo se alimenta de la reivindicación del
derecho a decidir y la soberanía popular. Pero la paradoja la encontramos en
que el partido nacionalista conservador que lidera el actual proceso, ha
impuesto que sus socios renunciaran a cuestionar la UE o la permanencia en el
euro. independencia de España, publicitariamente para alcanzar un país mejor,
pero renunciando a devolver a la ciudadanía su soberanía monetaria, fiscal y de
decidir sobre política económica. Es decir apelación retorica a una soberanía
limitada a las banderas que no resolverá los problemas reales, que están en la
base del malestar.
¿Como
intervenir en una situación tan complicada? Desde luego no hay soluciones
fáciles en el marco de la vida social real, en que los sentimientos están
profundamente acentuados en las personas. Sin embargo, es posible actuar desde
una perspectiva de inclusión, de búsqueda de creación de unidad popular, de
superación de los conflictos culturales, situando enérgicamente en un primer
plano los conflictos económicos de clase y buscando formulas inclusivas que
permitan una convivencia común y solidaria, que sea totalmente respetuosa con
las culturas de cada persona.
Para
avanzar algunas propuestas en esta dirección podríamos señalar:
1.
Explicando cuales son las causas objetivamente reales del malestar, es decir la
dictadura del capital financiero mediante la instrumentación de la comisión
europea y artilugios como su sistema monetario o el TTIP.
2.
Planteando recuperar soberanía popular en estos terrenos, con propuestas argumentadas
y articuladas. Especialmente en el ámbito económico: ruptura con el sistema
euro, impago de la deuda ilegitima, oponerse al TTIP-CETA-TISA, etc.
3.
Articulando complicidades en el marco europeo para plantear formulas de
cooperación entre pueblos, en una dirección opuesta a la competencia, para
afrontar las agresiones de los grandes poderes financieros y los estados y
organismos multilaterales que les amparan.
4.
Promoviendo desde el reconocimiento del derecho a decidir sobre todo (incluidas
las fronteras que se otorga cada colectivo humano) y desde el reconocimiento de
la soberanía popular, propuestas de convivencia y cogestion para controlar
desde la sociedad, desde la mayoría social hoy excluida, la gestión de la
política económica.
Si
se trata de votar entre quedar igual o independizarse, hoy el pueblo de
Cataluña esta dividido por la mitad. Pero en cambio hay una posición muy
mayoritaria de partidarios de un proceso constituyente federal, si ello fuera
posible. Ni los nacionalistas españoles, ni los nacionalistas catalanes admiten
que eso pueda ser una opción. Unos prohíben cualquier tipo de referéndum, otros
en sus referendums informales solo dejan escoger entre todo igual o
independencia. Pero sigue siendo posible construir una mayoría amplia por una
salida constituyente, conjuntamente con el resto del pueblo español.
Las
ultimas elecciones dieron el mejor resultado a las fuerzas de nuevo tipo (En
Comú Podem) que sobrepasó de largo a los nacionalistas de todo tipo y permitió
situar de nuevo en el primer plano la contradicción económica, el conflicto de
clase.
Por
otra parte los movimientos sociales siguen manteniendo su pulso perseverante y
paciente en la defensa de escuelas, hospitales, pensiones, parados, contra los
deshaucios, etc. mostrando que la lucha es el camino, que no hay atajos que nos
permitan una salida fácil y glamurosa al despòjo que estamos sufriendo. Nuestra
separación no es entre quienes hablamos preferentemente catalán o castellano,
sino entre quienes sufren los recortes y quienes se benefician de ellos. Las
gentes de los comunes y de la CUP-CC comparten cotidianamente la lucha y la
represión. Es más duro, porque obliga a seguir peleando en las calles, a
quedarse frente los medios de comunicación del sistema (en manos de ambos
nacionalismos), a pelear con plutocratas que viven en nuestro territorio y hablan
como nosotros, pero no son de los nuestros. Es mas duro, pero es el único
camino efectivo para recuperar la soberanía y emanciparnos.
Si
un estado admite una deuda externa ilegítima, que alcanza el 100% del PIB, su
pueblo no es soberano. Ese estado se convierte en un verdugo de su pueblo, para
extraer una renta eterna e impagable, que tenderá a aumentar por el peso de los
intereses que genera. El euro ha convertido a los estados soberanos de antaño,
en gobiernos coloniales de una metrópoli residente en los parquets financieros
y los bancos privados que controlan el BCE. Cambiar las fronteras y crear
estados nuevos que se sometan al dictat del sistema monetario europeo, no es
alcanzar ninguna soberanía. Es mantener la esclavitud de la mayoría bajo distintas
formas.
Cualquier
ejercicio de soberanía que atienda al primum vivere esta obligado a poner en
cuestión la deuda y el sistema monetario, que la provoca y mantiene. Para
efectuar ese ejercicio de soberanía y sobrevivencia sera necesario un altísimo
apoyo social y complicidades con los ciudadanos de las naciones vecinas. En el
caso de Cataluña, incluidas las otras naciones que componen España. Por tanto,
si queremos romper esa jaula en que nos han encerrado, en el caso español es
necesario alcanzar formulas de cooperación y solidaridad entre sus pueblos y
naciones en primer lugar; y además con los pueblos vecinos que compartimos
condena de cárcel en el seno de la UE y su sistema monetario.
16
Set 2016
(*).-Fuente.
Plataforma Salir del Euro. https://salirdeleuro.wordpress.com/2016/09/29/soberanias-y-solidaridades-en-el-laberinto-espanol/
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