Por Miguel Angel Domenech
“No está claro a
que dios ha de hacerse un sacrificio cuando la tierra tiembla”.-
Aulo Gelio Noches
Aticas. Lib Ii XXVIII
Me
es difícil entender a los que rezan, lo hagan a Dios , a los dioses o los
santos. En uno de los episodios de la
serie de TV de los Simpsons en que van a enfrentarse en una competición
deportiva los hijos de Homer Simpson y
de Flanders, Homer, conociendo la piedad de Flanders, y que rezaría solicitando
la ayuda de Dios a su favor, le
advierte muy sagazmente , “…. y ahora de nada te sirve rezar Flanders, porque yo también lo he hecho”. El astuto Homero, no pensaba otra cosa que lo que decía
Epicuro más de 2.300 años antes.
“
Si la divinidad hiciera caso de las suplicas de los humanos, rápidamente perecerían todos por suplicar
continuamente unos contra otros numerosos y terribles males” (1)
Como
muchos, pienso que los dioses no tienen entre sus divinas ocupaciones la de
entrometerse en los asuntos humanos, y si lo hacen lo harían a su completo,
divino arbitrio y soberano capricho, y que aquellos que les rezan para pedirles
favores no tienen en cuenta el carácter divino, infinitamente omnipotente y
omnisciente propio de la divinidad, por definición.
“ Dei
facientes adiuvant”
“Los dioses ayudan a los que
se esfuerzan”. (2)
Y
“ Dei
fortioribus adsunt”
“Los
dioses se hacen presentes a los más valientes” (3)
Otra razón del orar sería la del ejercicio de un reconocimiento de
obediencia e inferioridad ante el esplendor
de lo divino. En estos casos, su explicación es simplemente de orden psicológico
y subjetivo, y nada garantiza, ni debe de garantizar en rigor, que Dios les haga caso porque si los oyese como consecuencia del ruego,
o bien es que con anterioridad al rezo, no sabía, y deja de ser Dios, o es que
se complace sádicamente con el reconocimiento,
temor, temblor y humillación suplicante de los humanos y entonces es más diabólico que santo. Sin llegar a ser tan malintencionados sospecho que
cuando se ruega a un dios salvador, solo resulta salvado
aquel que, sin necesidad alguna o por su propia culpa , se ha puesto en trance
de tener que ser salvados. .
De ahí que muchos malintencionados ateos – entre los qu eme cuento- piensen que
un pueblo que repite periódicamente y ritualmente
“perdona a tu pueblo Señor” no puede estar compuesto de hombres libres y
el rito no es sino un arma de persuasión para que las víctimas se consideren a
si mismas como causantes del daño y de
las injusticias que sufren y de paso se
vayan acostumbrando a que es este el hacer
habitual de los Señores: el ser
fabricantes de opio.
Por
fin, se sitúa el rezo de adoración gratuita y desinteresada. Gran parte de la
expresión conocida de esta adoración es
equivoca, y vuelve a negar a Dios. Así ocurre en la invocación de una religión, llamémosla “vertical”, por
ser esencialmente de adoración, del Islam.
Su “Alah es el más grande” ( Alah
Uakbar) reconoce que Alah es relativo no absoluto, pues se explica en términos
de comparación aunque sea superlativa: “
el más” entre otros , con los que cabe la comparación. En el
cristianismo esa salmodia de adoración desinteresada se comparte con la otra de petición, ambas cosas
son oficialmente y ortodoxamente
llamadas oración, con lo que no se sabe cual sea su común denominador de
todo ello sino el de que
existen hombres que creen en
divinidades y a ellas se dirigen. En realidad, detrás de cada una de estas formas de oración se encuentra una forma diferente de la
fenomenología de lo religioso y no puede responderse qué es lo que sea la
adoración si antes no hemos respondido a
qué es una religión. Pero la pregunta
sobre qué cosa sea una
religión se complica más aún si
consideramos que cualquier caradura con medios y habilidad como Ron Hubbart, el
inventor de la multimillonaria iglesia de
la cienciologia, puede crear una
por muy disparatada que sea.
La
martingala de Homer Simpson era pues extremadamente astuta, y aconsejable a
todo participante en algunos juegos olímpicos cristianos pues hacía caer a Flanders y a su dios en sus
propias trampas. Si éste era infinitamente misericordioso y justo , como debe
ser el infinito en todo, con el truco
Homer, debió quedarse infinitamente
perplejo, pues su justicia no podía
permitirse dar a uno lo que se niega a
otro y su misericordia no podía dejar perder a un suplicante. En cualquier caso, el rezo exige siempre un
dios antropológico a imagen y semejanza del humano.
“Los
etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros y los tracios que tiene los ojos azules y son rubios. Si los bueyes, caballos
O leones tuvieran manos y fueran capaces
de pintar con ellas y de hacer figuras
como los hombres, los caballos dibujarían las imágenes de los dioses semejantes
a las de los caballos, los bueyes semejantes a los de los bueyes y harían sus cuerpos y tal como cada uno tiene
el suyo (4)
Solo
escaparía de ese antropologismo ver a
Dios como un absolutamente Otro, no a nuestra imagen. Es el luminoso, misterio
tremendo y fascinante de lo Santo de
Rudolf Otto o de Mircea Eliade . Pero la contemplación de ese inmenso absoluto tampoco
llevaría a acto alguno, ni de palabra ni de obra, sino solo a un absoluto
pasmo. Desde el momento en que se pronunciase palabra del género “Hágase tu
voluntad” o “¿Que quieres que haga?”, u
oración de cualquier género estaríamos
nuevamente derrumbándole de su alteridad total al atribuirle voluntad o, al
menos oídos. Hablar siempre se hace a alguien de quien se espera que escucha. Machado debería leerse así al revés.
No,
“Quien
habla solo espera hablar a Dios un dia” (5)
sino,
mas bien, en un soliloquio de:
“Quien habla a Dios un dia , solo
espera hablar”
Esta
inversión es quizás la razón de ser de
la plegaria y de que la oración haya constituido el hecho cultural
históricamente más permanente. La plegaria es un acto de uso de uno de los instrumentos mas característicos
de la condición humana: la retórica, el uso de la palabra que tiene que
utilizarse para persuadir a un Dios, cosa que es contraría a toda consecuencia
o coherencia teológica verosímil. Que la
divinidad sea susceptible de ser persuadida por los razonamientos que los
hombres le dirigen, exige cambiar el
paradigma de la naturaleza de Dios , de manera a hacer de él una potencia infinitamente
misericordiosa, cosa que nunca es evidente de por si y que se deduzca de la
infinita potencia. Fue la presencia de la retórica de la oración la que
“produjo” dioses buenos y atentos y no al contrario, la constatación
de su naturaleza bondadosa lo que
suscitaba la petición orante. El dios, para el que se ora, debe de tener una forma de comunidad
con el humano para que sea posible el uso de la persuasión con él de la misma
manera que se usa para convivir con los semejantes. Tiene que haber una forma de
agora pública donde se ejerza la palabra para convencer a otro, a imagen de las
formas políticas de organización dela ciudad. La iglesia, el templo cumple esas
funciones , junto con la liturgia, es
decir las de de una retórica, que solo funciona con alguien que es próximo y
que asista a la asamblea donde se exponen las propuestas y razones y que no que
sea absolutamente otro. Ese dios construido a imagen y semejanza de la
organización de las cosas publicas humanas
es el mismo dios del orden cosmológico construido a imagen de la organización espacial humana, con su leyes, jerarquías y normas, que
“ deben de respetarse más que las
murallas en la ciudad” (6)
Jupiter omnipotents,… aspicis haec?
An te genitor, cum fulmina torques, nequiquam horremus,
caecique in nubibus ignes terificant animos et inania jmurmura miscent?..nos
munera templis quioppe tuis ferimus, fammanque fouvemus inanem!”
“
Omnipotente Jove, …¿ ves mi ultraje?, ¿ O es , Padre mío, que al
vibrar tus rayos causas terror vano, y son tan solo ciegas exhalaciones de las
nubes, hueco fragor que sin razón espanta?...mientras dones acumulo en tus
templos y me aferro al vacuo honor de reputarme tu hijo” (7)
.
Aunque
muy bien los dioses paternales exigidos por Yarbas podrían replicarle aquello que decía Epicuro.
“ es estúpido pedir a la divinidad las
cosas que uno no es capaz e procurarse a
si mismo”(8)
Tanto
más aquellas en que si se fuese capaz.
Es una de las razones por lo que las creencias
religiosas son necesariamente de ejercicio público y por lo cual las
instituciones religiosas organizadas de la religión en formas de iglesia u o similar, han
desconfiado siempre de los místicos como algo tolerado pero como una excepción
de conducta no predicable para todos. Lo carismático y profético, por su
carácter individual, está al límite de lo permisible por lo eclesiástico, e
incluso estos místicos casi siempre se proponen
una misión de reforma no contentándose con su relación privilegiada
solitaria con la divinidad. El uso de la retórica publica en ese ámbito no
puede evitarse ni siquiera en aquellos a los que de manera excepcional se les
ha aparecido la divinidad, en la cultura popular, pues los pastorcillos de
tantas apariciones de virgenes en cuevas se hacían desde el inicio portadores
de un mensaje retorico dirigido a las autoridades eclesiásticas, de denuncia y
de acusación de pecados que debían de corregirse con urgencia. Es raro que se mantenga solo el que reza solo, Dios
siempre está en alguna forma de aglomeración humana o foro donde pueda escuchar
el turno de palabra de los oradores.
Otra
cosa es cuando los dioses viven cerca, en alguna montaña, o fondo de mares, o
abismales simas, o lugar que incluso no
siendo terrestre, tiene acceso y continuidad con la tierra. En ese caso, la
simple relación de vecindad aconseja la
piedad hacia los dioses como muestra de cortesía, regalo y hospitalidad. Al vecino poderoso debe
tenérsele contento. Asi ocurrió durante algún
tiempo. Los dioses, entonces, vivian
entre nosotros, pero esa costumbre pronto quedo abandonada por los seres
divinos.
Cuenta
Heródoto, en el libro II de sus Historias que en su viaje por Egipto sus
informadores le dijeron que en el transcurso de once mil trescientos cuarenta
últimos años ningún dios se había aparecido en forma humana. Los egipcios
aseguraban que sabían con certeza estas cifras porque siempre habían llevado la
cuenta de los años y llevaban sus registros. Según estas informaciones, el
último dios que había convivido con los hombres había sido Heracles.
Anteriormente estuvo Pan en torno a los 15.000 años antes y, anteriormente
varios años atrás, Dionisio. Estos cálculos no coincidían con los propios que
estimaban los griegos y que expone Heródoto: el dios más reciente que pudo
vivir ente los humanos había sido hacia 800 años, es decir en tiempo de la
guerra de Troya y éste era Pan, hijo de Penélope y Hermes. Con anterioridad se
tuvo a Heracles hacia unos 900 años y anteriormente a Dionisio unos mil años
antes aproximadamente. Como este relato es del año 446 a. C., en la época en
que Herodoto estuvo en aquella tierra, resulta que la horquilla de estimación
de la residencia ultima de los dioses en la tierra se sitúa entre los 17.000
(versión Egipcia), y los 3.258 ( versión griega).
Pero
las estancias divinas en nuestra tierra entre aquellos dioses que se conocían
entre la Hélade y Egipto no tenían el carácter
que posteriormente tuvo. En efecto, se ha dicho que para los dioses del
Olimpo- que por cierto era un monte bien anclado en el terreno- la tierra era
su paraíso. En muchos casos, los dioses venían a compartir los goces terrenales
con los humanos, tanto los sexuales como los gastronómicos. En esta actitud
hasta el mismísimo Zeus podía incluirse.
Así, se relata en la Ilíada, que cuando la hija de Zeus, Afrodita, fue a
buscarlo para requerirle de ciertos servicios que en su opinión debía de
prestar a los humanos, tuvo que esperar su tiempo pues el mismísimo dios que separa las nubes estaba ocupado compartiendo
banquete y honores con los etíopes, los más piadosos de los hombres. En otra ocasión
fue Poseidon que no pudo asistir a una convocatoria de todos los dioses por estar igualmente entretenido con aquellos mismos etíopes.
“Pero
este se había ido a visitar a los etíopes que habitan lejos- a los etíopes que están divididos en dos grupos, los más
remotos de los humanos, unos por donde se pone Hiperion, los otros por donde
sale., y allá asistía a una hecatombe en su honor de toros y carneros. Mientras él disfrutaba del festín
presenciándolo, los otros dioses se habían reunido en el palacio de Zeus
Olimpico”. (9)
Hubo
ocasiones en que los propios dioses se quejaron de la injusticia que hacia su
consideración cometían los humanos al atribuirles males de los que no eran
responsables sino los hombres mismos. Así en la Odisea.
“
¡Ay, ay! ¡ Como les echan las culpas los mortales a los dioses!.¡ Pues dicen
que de nosotros proceden las desgracias cuando
ellos mismos ,por sus propias locuras tienen desastres más allá de su destino!”
(10)
Otro
lugar lleno de dioses, y también lleno de vino y rosas y gozo de vivir son las
odas de Horacio. Bien es verdad que su presencia
es literaria y esta vez llena páginas, alusiones y menciones en vez de
materializarse, pero los dioses hacen lo que quieren y como lo quieren pues tal
es su potente naturaleza.
Para
la versión de los cristianos, a un dios se le había visto llegar en el año uno,
hace hoy solamente, por lo tanto, dos mil diez y seis años. Pero en este caso
se da la circunstancia que vino y se quedó para siempre. Aunque bien es verdad
que por tercero interpuesto, es decir por la Iglesia que los propios cristianos
que constituía el mismísimo cuerpo -
aunque místico- de Cristo. Nadie había
pretendido anteriormente tanto.
En
la versión egipcia se añadía- continúa Herodoto- otros cómputos milenarios,
tales como que en el transcurso de aquellos 11.300 años el sol había cambiado
cuatro veces de posición: en dos ocasiones había salido por donde ahora se pone
y en otras dos por donde ahora sale. Con el paso de de esos años, nada en
Egipto se había alterado por aquellos hechos divinos o astrológicos, ni los
beneficios del rio Nilo, ni, entre los humanos, sus enfermedades o las
condiciones de la muerte.
Cosa
diferente ocurrió entre los cristianos, que con la llegada de aquel dios, dados
sus celosísimos sentimientos que no consentían competencia alguna, todos los
otros, los antiguos, los presentes y los por venir, fueron rechazados y
borrados de la foto oficial debiendo considerarse los que hubo antes como
inexistentes a la manera como Stalin hacía con sus oponentes. Las circunstancias
en solo esos 2.000 años se alteraron por lo tanto muchísimo. Particularmente en
lo que se refiere a las condiciones de la muerte porque también se procedió al
exterminio de los que creyeran en otros dioses que no fuera ese último recién
llegado.
Bertrand
Russel ya nos señalaba el carácter más bien antipático de aquel Jesús. Así se
lee en los propios evangelios en los que se relata la vida de un Jesús fundamentalista,
que
consideraba que los que no estaban con él estaban contra él, clamaba advirtiendo
de que a sus contrarios se les tenía
reservado un lugar que sería el “ llorar
y crujir de dientes”, déspota con sus apóstoles, respondón desde niño con su padre , su madre y hermanos,
malencarado con quienes le contradicen o se equivocan, soberbio y prepotente.
Endiosado de si mismo sería la palabra
más oportuna .
Este
dios en la tierra era hasta caprichoso y irascible , siendo presa de cóleras violentas que le llevaban a esterilizar una higuera al no obtener los higos
cuando los deseaba fuera de temporada o
precipitar sin más miramientos hacia su propietario, a todo un rebaño de cerdos al mar tras meter
en sus cuerpos a los demonios, o lanzarse como un loco a destruir chiringuitos de vendedores
ambulantes por juzgarlos no autorizados a vender donde lo hacían como si de un
municipal celosísimo contra los
top-manta se tratase….Hubo un tiempo , en la literatura filosófica, en que se trazaba un paralelismo entre Sócrates
y Jesús porque ambos habían sufrido una
muerte injusta y por su coherencia y
consecuencia en la conducción de su vida. Pero no es comparable el gozo de
vivir de Socrates, sus afectuosa relación con los amigos, su amor por el
dialogo tolerante y modesta pedagogía,
con el malhumor permanente del otro, soberbia y autosuficiencia
intolerante, que si, como hijo, debiera,
como es normal, parecerse a su divinio
padre, muy mala información nos estaría dando del carácter de este último
de quien habría heredado su temperamento desabrido y mal encarado.
Es
normal por lo tanto, que no todos lo cuenten entre las personalidades divinas
que nos han visitado, y en efecto, Celso se hace eco de otro relato sobre el
origen de ese Jesus, que es más verosímil, si hemos de tomar en cuenta aquellas
malas maneras y tan poco divino
carácter.
“
Comenzaste por fabricar una filiación fabulosa,, pretendiendo que debías tu nacimiento
a una virgen. En realidad eres originario de un lugarejo de Judea, hijo de una
pobre campesina que vivía de su trabajo. Esta, culpada de adulterio con un soldado llamado Pantero, fue rechazada
por su marido, carpintero de profesión. Expulsada asi y errando de acá para
alá, ella dio a luz en secreto. Más tarde, impelida por la miseria a
emigrar, fuese a Egipto. Alli alquilo seis
brazos por un salario mientras tanto, tui
aprendiste algunos de esos poderes mágicos de los que se ufanan los
egipcios. Volviste después a tu país, e, inflado por los efectos que sabias provocar, te proclamaste dios. “(11)
Desde
otro punto de vista también las diferencias de presencias divinas entre el
grupo helénico y el dios bíblico, evangélico y teológico, son muy grandes. Ya
se ha señalado que la motivación de los primeros en venir a tierra era de orden placentero, la
del otro es de orden, por asi decir, notarial.
En efecto, las andanzas del hijo de dios por la tierra se justifican teológicamente
para redimirnos de un pecado original cometido por nuestros ancestros Adan y Eva,
que había quedado registrado como si de un notario celosísimo se tratase, en la
memoria de dios. No se entiende muy bien porque había de venir el hijo de aquel
que había sido , a la vez,
agraviado, juez , notario y registrador
,para cambiar esta rencorosa herencia, en
vez de hacerlo directamente su padre mismo.
Por
otra parte, parece que dejó su misión a medias, puesto que dejó la redención de
nuestra humanidad caída, y retornó al paraíso,
para más tarde, para una segunda venida que nunca se produjo por mas que
sus apóstoles y Paulo de Tarso mismo la creyese inminente. Ni entonces ni en el
año 1000, segunda ocasión en que se consideraba oportuna, se produjo esta
vuelta.
La
entronización del cristianismo como religión del Estado fue el sucedáneo que
sirvió para olvidar el retraso y posteriormente el doloroso incumplimiento del
retorno del Mesías. “Jesucristo anuncio el reino, fue la Iglesia la que vino” dijo
Alfred Loisy. De ahí el aferramiento
histórico de la Iglesia a constituirse
en poder temporal. Si la asimilación Estado-Iglesia faltase, quedaría al
descubierto y resucitaría ese dolor de lo incumplido. No quedaría sino esperar
el fin de los tiempos. De alguna manera
la Iglesia se condena a si misma a ser,
ya que no Estado, porque se le ha hecho
imposible, influencia en los Estados.
Las
consecuencias de las idas y venidas por la tierra de aquellos otros dioses, que
venían sin mensaje, ni prédica , ni dogma ni libro alguno, ni intermediarios
sacerdotales jerárquicamente organizados, ni iglesias, nunca
fueron políticamente tan desastrosas ni por su duración, ni por intensidad ni por tanto empeño
tozudo y rencorosa permanencia.
La venida del ultimo dios, sin embargo , la estuvimos sufriendo tanto en
guerras, como en persecuciones y condenas que nos
hicieron, por el contrario e inexplicablemente detestar y no desear
nunca más que otro ser de los cielos viniese nunca salvo para esperar salutíferas llegadas que corrigiesen
el desastre . Los partidarios del ultimo
llegado- Josua , el del año I- dicen que
esta última y definitiva venida será
precedida de un apocalipsis de monstruos
y fuego. Dado lo que se produjo a causa de esta ultima ,y con posterioridad a
ella, es muy verosímil que así suceda esta vez.
Puesto
que este último recién llegado, se ha atribuido poderes temporales, de regulación
de conductas como si un Cesar, un gobernante de los asuntos humanos se tratase, no conformándose como los anteriores
en regir las cosas celestes podemos pensar que la diferencia entre aquellos
dioses antiguos y este ultimo sea aquello que decía Maximo Valerio.
“
reliquos enim deos accepimus, Caesares dedimus.
“ Los otros dioses los hemos recibido, los
Cesares los hemos dado nosotros” (12 )
En
los monoteísmos, la razón del rezar se complica. El cónsul romano Marco
Marcelo, en el año 222 a.C. se apodero
consecutivamente de las ciudades de Clastidio y de Siracusa y quiso construir
un templo al Valor y al Honor,
divinidades a las que había rogado la vitoria tal como había prometido
en sus oraciones. El colegio de
pontífices, no obstante, se lo prohibió
estimado que no podía hacerse un solo templo a dos divinidades distintas
ya que si acaecía alguien prodigio como
consecuencia de haberse rogado o rezado en el templo o solicitado algo ofreciendo sacrificios y
ritos en aquel lugar sagrado no se sabría a cuál de las dos atribuírselo. En
las Iglesias cristianas no parece que ocurra esto porque el monoteísmo que suponen da a entender que el favor viene
de un solo dios a pesar de que se haya dirigido la oración a alguno de sus
santos como intermediario abogado.
Pero entonces- y aquí viene la complicación,
el milagro no es atribuible a la misericordia del dios único sino a la elocuencia
del intermediario en el ejercicio de sus oficio de abogacía. Y vuelve a
plantearse el mismo problema que vio aquel colegio de pontífices cuando el
orante ha solicitado el favor de varios santos patrones, poniéndoles en santa
competencia. No tengo noticia de si algún colegio episcopal ha debido dirimir
tan peliaguda cuestión.
No
he mencionado otra generación de dioses, esta vez laicos, es decir populares,
venidos en el siglo XX y aunque no se encuentran testimonios tan dignos de
crédito como en los anteriores grupos, no son menos abundantes los documentos
que dan cuenta de ellos. Relatos de ciencia ficción, películas, comics, nos
relatan las hazañas divinas de estos, generalmente llamados superheroes.
Algunos de origen celestial como Superman, otros de orígenes más modestos pero
poderes iguales o mayores, pero cuyo nacimiento se debe a algún accidente natural, una
mutación, una radiación, generalmente nuclear, o una invasión de otro mundo Con
poderes tales como invisibilidad a
voluntad, cuasi-ubicuidad por su vertiginosa rapidez, traspaso sin daño de paredes, encendido abrasador ,
lanzamientos diversos de proyectiles ,y otros sobrehumanas facultades
milagrosas, podría calificárseles de divinos si o fuese porque ellos mismos no
se pretenden ese calificativo. El primero en aparecer, fue un llamado Superman,
de nombre kriptonitiano Kal-El. Vino a
los Estados Unidos en los años 30, coincidiendo con las consecuencias socioeconómicas del crack financiero, lo cual explica su
venida porque.
“adversae
res admonent religionem”
“Las adversidades llaman a la
religión”
“Timor fecit deos”
“el temor hace a los dioses”
(13)
Afortunadamente
no se les reza, sino como mucho que se
les solicita, normalmente por via periodística o policial, según cada guion.
Casi siempre , ellos mismos, como corresponde a su omnisciencia, y con mas
rigor que el dios a quien se reza, ellos mismos se dan cuenta de las
miserias humanas y acuden raudos en
cuanto tienen conocimiento de ello.
Con
mayor acierto, por lo tanto, deberíamos llamar a la última generación de estos
seres, santos, más que dioses. Pero hoy estos santos, o héroes o dioses, tienen
una gran ventaja moral sobre aquel Dios de la Biblia y del catecismo cual es
sus inofensivas consecuencias sociales y
políticas dado que carecen de propuesta en ese campo. ( salvo un cierto aroma
capitalista de Superman por su obsesion
por proteger la propiedad privada). No ocurre asi en el monoteísmo
judeocristiano. Porque es impensable que una comunidad de creyentes que repite
rezando de manera incansable, como mas
arriba digo, “perdona a tu pueblo Señor” pueda reivindicar
adhesión a la más mínima autonomía y autoafirmación de la voluntad popular
sobre los Señores o sobre cualquier Señor que les ordene y mande. Ya vienen
preparados.
Hace
tiempo que no he vuelto a tener ninguna discusión con algún creyente sobre la
existencia de dios, costumbre frecuente cuando se era joven. Deje de hacerlo
por imposible. Cuando se discute sobre Dios, la radicalidad de las preguntas
cesa en el límite en que el que afirma su existencia decide que es un
sinsentido preguntar ni discutir dado
que en ese momento , oportunamente se apela al
carácter misterioso e inalcanzable del objeto que se pretende conocer. Dicho
de otra manera, el atributo de infinitud destruye la posibilidad de justificar
a Dios partiendo de la razón humana que estamos usando al hablar de él porque lo
finito no puede contener lo infinito.
Esto
es como un infantil romper las reglas
del juego porque se va perdiendo al jugar. Antes de haber aceptado la
posibilidad de hablar de Dios y no simplemente
rezarle se hubiera debido pensar en que iba a hacerse esa trampa en el
curso de la polémica. Mas honrado hubiera sido desde el principio advertir de un credo quia absurdum, pero no se
puede practicar la “ eutanasia de la
razón” a mitad de camino, cuando el niño está ya nacido y aparece como un niño
rebelde. Dios , al final
actúa con aquello de .
“sic
volo , sic iubeo, sit pro ratione voluntas”
“Lo
quiero , lo deseo, en lugar razón, voluntad” (14)
Por
todo ello, quedamos obligados, una vez más,
a callarnos y se nos obliga a que de Deo semper silemus y solo le recemos.
Lo
bueno de la creencia es precisamente que es inexpugnable.
Hace
poco recibí la llamada a mi puerta de
una señora que debía de ser testigo de Jehová o de cualquier otro grupo
similar que se ponen como obligación la salvación del prójimo. No pude diferenciar
a cual de ellos pertenecía, cosa que es
una labor imposible y de matices tan
sutiles que están lejos d mi entendimiento del asunto. Ante su insistencia en querer hablar conmigo
para salvarme, con el fin de deshacerme
de ella no se me ocurrió preguntarle de
que perdición iba a salvarme sino símplemente le dije que
se ahorrase el esfuerzo pues era completamente ateo. Aquello- ¡ ay de mi ¡- le estimulo aún más, y de inmediato su ánimo
polémico se encendió preguntándome con un paternalismo enternecedor y benevolente como quien se dirige a un niño perdido e ignorante de las evidencias . “ ¿ Entonces quien
ha hecho esta luz?” y me mostraba en un
gesto amplio todo lo alrededor. Afortunadamente para ella, hacia un tiempo muy
bueno y soleado y no se había dado cuenta de que soy casi ciego. Le respondí –
no se si inspirado, molesto por considerarme un ignorante, o deseoso por
desprenderme de ella-. “ ¿Y eso es todo lo que puede hacer Dios?”. Como no se esperaba
esa respuesta terminamos la conversación
y cada uno se fue por su lado.
“
la raison ne trouvera jamais de rapport entre Dieu et nul autre être
quelconque, entre Createur et Ouvrage, entre fini et infini
La razón una encontrara relación entre
Dios y otro ser cualquiera, entre Creador y su Obra, entre finito e infinito” (15)
Algo parecido le sucedio a Agustín de Hipona
al preguntarle que en qué se ocupaba
Dios antes de crear el mundo. Pero Agustín no se amilanó sino que respondió. “En
imaginar el castigo que habría de merecer los
blasfemos que plantean
descaradas peguntas” .
No
es demérito de aquella señora que me presentaba a su manera las cosas divinas
porque su planteamiento era nada menos que el mismo del filosofo Agustin de Hipona
, es decir buscar antes el reconocimiento
que el conocimiento, y como el mismo Tertuliano que elogiaba como sabia
al anima idiotica. Lo que debemos conocer,
esencialmente, es lo que Dios nos revela y lo que no está revelado por él no es
cognoscible o no merece la vana curiosidad humana.
A
la apostólica señora evité conducirle por la vía de replicarle a su argumento
de quien había hecho la luz con la
repregunta de quien había hecho a Dios porque ya sabía su respuesta. “Dios es eterno y se hace a si mismo”.
Y también sabia la respuesta a mi segunda posible réplica. “¿ Y porque la luz
no sería omnipotente y se hiciese a si mismo?” porque réplica y tras replica
terminaríamos estancándonos en la réplica total de la señora si es que la
habían preparado bien como parecía ser el caso. “Es inexplicable porque no
puede entenderse a Dios siendo infinito
por una inteligencia y razon finita”. Ya lo dijo San Agustin en su celebre
parábola del niño que trataba de entrar todo el mar en un hoyo de la playa.
Dios exige la eutanasia de la razon. Y permanecer oculto es el truco que
permite a Dios sobrevivir.Los nominalistas medievales lo habían repetido sin
cesar. Dios es lo que quiere porque lo quiere y es lo que es por un “porque si”
absoluto e irrefutable ante el que no hay más que callar.
En
su esfuerzo por que yo reconociese la verdad, la predicadora de Jehova estaba
más cercana a la patrística que el párroco católico de mi pueblo en cuya
sacristía se organizaban las listas electorales y redactaban las verdades que el
programa político de un
partido presuponía que debían conocerse.
“Praestat
per deum nescire, quia non revelaverti, quan per hominem
scire, quia iose praesumserit”
“Es
mas importante para Dios no saber, porque no lo ha revelado, que para el hombre saber porque el mismo lo supone”
(16).
Como
señala Blumenberg al hablar de aquellos filósofos del primer cristianismo:
“Una
ignorancia libremente elegida podía convertirse, así pues, en un acto de
reconocimiento del derecho exclusivo de Dios sobre la verdad y su libre disposición” (17)
La
única convergencia de mi párroco en el secreto de su sacrista y la predicadores
que traen la luz a colación de una demostración de la existencia de un Dios que
la creó, es que, paradójicamente deben de anunciar, desdiciéndose, que no es en la luz donde se encuentra la
verdad sino en los oscuros arcanos
misteriosos de la razón divina como un tesoro escondido reservado a él de lo que – como topos en la oscuridad-
sólo vislumbramos las dosis de revelación que
él se ha dignado darnos a conocer.
(1).- Epicuro, en Epicuro “Obras completas”. Ed. Catedra
Madrid 1995.-p 117
(2).- Varron. De re rustica (1, 1, 4, 4)
(3).- Tacito- Anales
4).-Jenófates.de Colofon.- Kirk y Raven frag 171,172.- Fr 14 y 15 Clememte. Strom. “Los filosofo9s presocráticos”.-Gredos 1970.-Madrid.
(5).-Antonio Machado.-Retrato
(6).-Heraclito
(7).-) Virgilio.-Eneida.- Lib IV,208- 210, 217-18
(8).- Epicuro.-Op. Citada p 104
(9).- Iliada.- Canto I 23-30.
(10).- Iliada, Canto I, 33- 36
(2).- Varron. De re rustica (1, 1, 4, 4)
(3).- Tacito- Anales
4).-Jenófates.de Colofon.- Kirk y Raven frag 171,172.- Fr 14 y 15 Clememte. Strom. “Los filosofo9s presocráticos”.-Gredos 1970.-Madrid.
(5).-Antonio Machado.-Retrato
(6).-Heraclito
(7).-) Virgilio.-Eneida.- Lib IV,208- 210, 217-18
(8).- Epicuro.-Op. Citada p 104
(9).- Iliada.- Canto I 23-30.
(10).- Iliada, Canto I, 33- 36
(11).- Celso.-“El
discurso verdadero contra los cristianos”.- Alianza Ed. Madrid 1988 I, 7.
(12).-Maximo Valerio .-
Hechos y dichois memorables.- I, Prefacio
(13).- Tacito.-Annales
3.6
(14).-.-Juvenal Sátiras, VI ,223
(/15).- ( Rousseau.-Carta
al Conde de Charmettes 1742)
(16) .-Tertuliano.-De
anima 1,6
(17).-´Hans Blumenberg-.-
“ La legitimación de la edad moderna”.-Pre-textos Valencia 2008.-p 302d
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