“
En primer lugar , procúrate casa, mujer
y buey
de trabajo.
La
mujer, no casada, adquirida, que incluso siga
a los bueyes”
( Hesiodo.-“ Los trabajos y los días”.- 405
Casarse, en la sabiduría tradicional y ancestral era siempre ligarse de alguna manera con mujer. Digo con mujer y no a la inversa, porque casarse era cosa de hombres. La mujer no se casaba sino que la casaban, por lo tanto no habia lugar a materia de reflexión ni consejo a ella dirigido a este respecto sino únicamente indicaciones de cómo obedecer mejor en la situación en que estaba pues no se piensan ni se meditan las ordenes. Ni la mujer ni los bueyes de trabajo se casaban. Es por eso que la voz habitual enconada en el desprestigio y la burla del matrimonio ha sido casi siempre, culturalmente, solo un discurso masculino. Ahora las cosas ya van de otra manera.
Un
joven e inexperto seguidor de Sócrates le preguntó a su maestro en cierta
ocasión que le resolviese lo que sería mejor para su virtud, si casarse o
permanecer célibe. El filósofo le
repuso:
“ Es
igual, porque hagas lo que hagas te
arrepentirás” (1)
Esta
visión pesimista del matrimonio situada
en la circunstancia histórica y cultural en que se produce le da un sesgo que hoy dia se llamaría “ machista” o de discriminación de género
porque su entendimiento exacto se comprende mejor como menosprecio de la
compañía de la mujer ya que depender de ella,
por un deseo no cumplido en el caso de celibato, o por una convivencia
en el caso de matrimonio no significaba en ningún caso algo virtuoso. La mujer
no era ninguna inspiración razonable. Sócrates mismo así lo entendía expresándolo de manera
inversa en otra ocasión. Así lo relatan muchos,
entre ellos Aulo Gelio cuando dice que
Alcibíades, asombrado del mal carácter
de la mujer de Sócrates, Jantipa, que hacía gala de su ira y mal humor
“característico de las mujeres”,
“irarumque et moilesrtiaurm mulebrium!” le
pregunto al filosofo qué razón tenía para no echarla de casa.
“Quoniam,"
inquit Socrates "cum illam domi talem perpetior, insuesco et exerceor, ut
ceterorum quoque foris petulantiam et iniuriam facilius feram."
“Porque, le dijo Sócrates, al sufrir a
una mujer asi en casa, me acostumbro y ejercito la práctica de sobrellevare más
fácilmente también la petulancia de otros fuera de casa” (2)
Lo
cual es una versión en clave filosófica de la siempre discriminación y menosprecio hacia la mujer.
Con
el mismo humor socarrón, a un vecino mío, solterón convencido de más de 50 años cuando le preguntaban si no
estaría mejor con una mujer, respondía: “lo mejor es vivir con uno mismo,…con tal de llevarse bien”.
Pero, salvando esa intención, tomemos la
anécdota del discípulo de Sócrates y de
mi vecino en otros términos que nos hayan de servir mejor para esta reflexión
sobre el asunto del casarse y de los inconvenientes del matrimonio o de su
contrario. Puede aplicarse hoy día al
casarse sin más, es decir significando
una visión pesimista del compromiso público de compartir vida entre dos personas
y de la obligación sancionada
jurídicamente- matrimonio- de soportarse
mutuamente.
En
todo caso hemos de reconocer que la respuesta de Sócrates es más divertida y
socarrona que la fanática y negra de
aquel Paulo de Tarso de que era
“ mejor casarse que abrasarse”. (3)
Desde este
texto paulino de elogio de la
castidad como mejor condición humana y
especialmente para ministerios
divinos multitud de abrasados
ensotanados andan dedicándose
impunemente y masivamente a la pedofilia
Yo
estoy casado y lo he hecho dos veces pero tanto mi hijo como mis dos hijos mayores no lo han hecho y ni han pasado
por altar ni por juzgado alguno al decidir convivir con sus parejas , cosa que
ocurre cada vez con mayor frecuencia según las estadísticas sociológicas del
fenómeno en nuestro tiempo.
En
mi juventud también pensábamos que el no
casarse era la situación óptima y más
coherente con neustra forma de pensar pero a la que nadie recurría por
cobardía, contrastando con la franqueza
con que hoy día se hace. El argumento era solido y aparentemente irrefutable. Si existía amor,
el lazo no necesitaba “ papeles” que nada añadían moralmente ni afectivamente.
Si terminaba la “’afectio maritalis” el vínculo jurídico de “los papeles” era
un incordio difícil de resolver sin un sufrimiento que la burocracia añadía al ya
producido por la ruptura. Todos estábamos de acuerdo, con realismo, que si bien
la hipótesis del amor era cierta, pues nadie se casa hoy día por simple
conveniencia o acuerdo parental, este
amor que se juraba eterno tenía una media entre 18 y 24 meses, según las
estadísticas más verosímiles porque.
“…ser
feliz cansa, y aún abruma/ como cansa y abruma la familia” (4)
Sin
que tenga conocimiento de su
verificación por alguna estadística también se suele decir que a los siete años los matrimonios entran en
crisis. Aunque esto puede ser mas bien
atribuible al habitual poder que se le
concede al número siete que ya desde antiguo se advertía que.
“hay
mucha fuerza y poder en el número siete según se advierte en muchos fenómenos
de la naturaleza”.(5)
El
escritor romano Varron señalaba que se
daban mas riesgos contraer enfermedades en los días que son múltiplos de siete
siendo esos días los mas críticos de
todos de la misma manera que el ultimo
dia de la semana, el séptimo parecía ser entre los más propicios a la
enfermedad.
No
se debe dar crédito a estas predicciones que son contrariadas por nuestra experiencia de la vida
cotidiana donde, además de los divorcios
y separaciones se dan también las
permanencias. Por una razón u otra, pero se dan. Una de las causas puede ser la
transformación de la pasión por otra pasión diferente, incluyendo en el
entendimiento de esto que el sustantivo
pasión viene del verbo padecer que se refiere a un sentimiento pasivo. De la
pasión, como indica el verbo mismo, somos sujetos pasivos no activos. Si en el
enamoramiento se daba la eficacia de la belleza sobre nuestros sentidos, en el
casamiento se da otra forma de impresión
. Aulo Gelio tiene una formula brillante para explicar esto. Llama a la belleza
que encontramos en las esposas ( o en los esposos, a los guie también seria
aplicable aunque no fuese la intención del autor), “ uxoriam forma”, belleza
conyugal , que es una especie de belleza equilibrada que no posee las
desmedidas de las bellezas fuera de la institución matrimonial. También la
llama “ stata forma”, belleza tranquila. ( 6)
Siempre
en aquella interminable protesta
intervenía el sapiente que decía
que el error de ese razonamiento
era nuestra concepción de lo que era amor pues no consistía éste en el enamoramiento de mero alcance
individual y emocional sino en el compromiso de convivencia y que
cualquier compromiso humano en que intervienen dos deja de ser un compromiso privado y apela a
lo público como ocurre en los contratos de todo género en que se comprometen la
palabra y la conducta. Los efectos de
los compromisos son siempre más extensos y no limitadas a ias partes
sino que apelaban a la comunidad como testigo, que daba fuerza al acuerdoy
hasta protegía al más débil del abuso de los compromisos incumplidos o
leoninos. Si no existiese esa dimensión
pública de la palabra dada, toda palabra que se diese no sería sino un hueco
pronunciamiento sin responsabilidad en que el más fuerte sacaba más
partido. El matrimonio era el prototipo
de las obligaciones que se contraen en sociedad, en los que todos se portan
garantes. Esa garantía lo era particularmente para el más débil de manera que no quedase a merced del más
poderoso. Esta última protección se confirmaba
en que la institución del matrimonio era más deseada por la mujer – la
parte débil- que por el hombre.
El
razonamiento se sustentaba en una lógica de
un orden más amplio que la
refutación que apelaba a razones de orden
psicológico. Su fundamento era el mismo que el de la propia sociabilidad
humana. Practicar una buena sociabilidad que garanticé por una obligación
jurídica la debilidad del lazo afectivo, no es mucho al lado de un compromiso ante la conciencia leal y
virtuosa que debería seguir a la palabra dada de amor pero tal vez sea lo único
accesible a los seres humanos falibles y
necesitados tanto de esa ilusión de amor eterno como de garantías que lo
apuntalen. Finamente el matrimonio se hace “ como si” hubiese de ser
indisoluble por razones de comprender y
compensar la debilidad de nuestros
deseos y requerimientos contradictorios
. Se produce por una necesidad
de aseguramiento que va precedido de la comprensión realista y tolerante de nuestras pasiones. Aseguramiento propio de
la debilidad, y debilidad que compartimos precisamente entre dos en ese momento
del juramento de pareja. Como decía Rousseau para referirse, esta vez no solo a la
sociedad de dos sino a la entera
sociedad humana.
“
lo que hace sociable al hombre es su debilidad,
quienes ligan nuestros corazones
a la humanidad son nuestra miserias comunes” (7)
Este
reconocimiento de fragilidad mutua, no implica una negra resignación sino una muy
íntima felicidad de reconocerse mutuamente indefensos y falibles
El
matrimonio, en este sentido, sería la institución cultural extrema que por
antonomasia realiza de la manera más
aguda el carácter artificial de las creaciones humanas. La cultura contra la
naturaleza. La metáfora como recurso más
humano. Los biólogos se las ven y se las desean para encontrar en el mundo
natural no ya una institución- el animal no instituye- sino un símil
de pareja estable. Solo es
característico de lo humano, la metáfora, y el matrimonio es la metáfora
institucional de un amor eterno que
solo excepcionalmente debe quebrantarse.
Ahora
quiero extenderme sobre una de las
objeciones más comunes. No todos compartirían los párrafos anteriores. Para
aquellos que, como las instituciones humanas, o la moral misma, debe de estar
fundamentada en la naturaleza, las cosas
se ponen complicadas al enfrentarse al matrimonio. Diderot, por ejemplo, con
Helvetius, sostenía que la moral esta fundamentada en la naturaleza, ambas
cohabitan en el mismo escenario: el de ser guía de comportamiento. La verdad de nuestra conducta
está en la naturaleza no en la moral, que es “artificial”. Las relacione
sexuales deberían ser libres. Pero si
es así, se pregunta Diderot, ¿ que pasa cuando no hay acuerdo en la relación y uno no
quiere relación sexual cuando el otro si lo desea?. Pues Diderot y los “ naturalistas” no vacilan y siguen con
si tesis: la naturaleza dicta que el hombre
es más fuerte y por lo tanto su violencia y su voluntad son propias de la
naturaleza y su comportamiento justo. Si la violencia está en la naturaleza, la
violación misma es justa no es un crimen. En su caso extremo, la vinculación de
la moral a la naturaleza no es sino
identificar pura y simplemente el derecho y la fuerza. Al igual que Helvetius,
está en la naturaleza humana obedecer a su propio interés ( incluso llega a constatar como universal y natural
por lo tanto que el hombre prefiera- si
no existiese la amenaza de la vergüenza- guardar su fortuna y bienes antes que
dejar morir a sus hijos y mujer.) La vida social entera se somete a esa ley
“natural”. Los personajes de Sade, de su
“Philosophe dans le boudoir”, que encuentran
en la naturaleza humana que lo propio es
hacer sufrir a otro, no serían , pues,
más que la continuación de esta posición.
“La
destrucción es una de las primeras leyes de la naturaleza, nada que destruya
puede ser un crimen” dice el marqués de
Sede, “ No tengáis otro freno ni otra
moral que la de la naturaleza”
(8)
¿Dónde
hay que pararse? ¿Cómo se descubre que es esa naturaleza? Diderot responde que por el estudio escrupuloso de los hechos.
Diderot dirige su mirada hacia la observación y sobre todo a la del mundo animal.
La primera observación en ese sentido es la naturales animal de los humanos. La
verdad en la sociedad seria expresada por la zoología. Diderot recomienda a los especialistas en animales la
observación y conocimiento de la especie humana. Es conocido el peligro de esa perspectiva: tras
haber comparado a los hombres con los
animales se corre el riesgo de tratarlos como tales. :
“No
hay nada sino delirio fuera de creer que en el universo haya otra cosa
separable de las leyes de la naturaleza” (9 )
El
hombre está enteramente determinado por la naturaleza, no goza de ninguna
libertad personal y no tiene manera de escapar a ese destino. La pertenencia a su destino natural está dada de
una vez por todas. De ello se seguiría la facilidad de reconocer lo bueno de lo
malo, que es tarea de la ciencia.
“La
ley civil no debería ser sino el enunciado de la leyes de la naturaleza”. (10)
Otra forma de decirlo sería expresando que la mejor sociedad es la que
dispone de menos leyes y que siga en todo a la naturaleza.
“Que
breves serían los códigos de las naciones si nos conformásemos rigurosamente al
código de la naturaleza”
(11)
Es, en realidad una versión del laissez- faire
económico desregulado pero en
materia moral: “desconfiad de todo aquel
que quiera poner orden”.
Esta
deriva es adonde nos lleva la argumentación contraria a lo que vengo diciendo,
que el matrimonio es una institución cultural y es por esta condición, como
otras instituciones culturales humanas, que es digna porque es “artificial”, es decir una creación
del cosmos del hombre libre y no es “natural” es decir no es nacida
de la necesidad irresistible de
la biología y otros cosmos que las trasciendan. Diderot y Helvetius al maldecir
de lo artificial, estaban maldiciendo paradójicamente de la libertad. Rousseau,
más perspicaz, condenaba la
“artificialidad” de las artes y las costumbres como crítica a las
circunstancias sociales desiguales e injustas de su época, pero su hombre había
devenido frágil al devenir hombre, “carente de instinto” y necesitaba de toda la institución social.
Incluida la república y la voluntad general que la legitimaba en la igualdad
con justicia. Aplíquennos esto al matrimonio y tendríamos una pequeña república
de dos iguales compartiendo el riesgo de
lo libre y, como contingente como tal libre, de lo susceptible de
disolverse.
Quizás
por esto haya llegado el momento de que por tener que
insistir en esta necesaria ausencia de otros mundos trascendentes haya
que insistir exageradamente y como reacción, en
exigir que ningún público intervenga como sospechosos que son de haber sido
siempre e históricamente cómplices de la alienación de nuestras relaciones y
dejar estas relaciones al arbitrio de dos únicamente. En esto
entiendo perfectamente a mis hijos jóvenes no pasados por altar ni
juzgado y otros tantos como ellos. Dejar que el minicosmos cultural de la
mini-comunidad pareja elija su institución y forma dada la traición de las otras comunidades en abandonarnos y
entregar estas relaciones en las manos de dioses , catecismos, teólogos
juristas y psicólogos que han querido hacer dogmas absolutos de algo cuya
dignidad es compartir un compromiso de fieldad frágil, en que entrasen , pero ya
sin funciones de una autoridad de
la que abusaron, sino como simples invitados al banquete en la alegría de las bodas todos los demás. De igual manera que dejaron de regularse
contractual y jurídicamente las dotes
matrimoniales- obsesión jurídica y moral que dominó una buena parte de la historia del derecho durante tantos años-
para dejarlo a la generosidad de los amantes, o dejaron de establecerse
reglamentitos sobre obligaciones
derivadas de noviazgos y prenoviazgos e incluso sobre la obligación misma de
casarse .(11) Quizá fuese hora de dejar mudas las leyes y las instituciones en
este asunto y dejar que cada cual vaya con su cada cual. La única imposición,
como todo lo que pone en relación a dos, es la de que las condiciones nunca
sean de dominación sino siempre entre iguales. Ahí, entonces si debe de
intervenir la república.
Pero hablar de igualdad en una sociedad que dejó ya descolgada
la fraternidad de aquella trilogía
revolucionaria, parece cada vez más utópico, siendo más verosímil, al paso que
vamos, que se descuelgue a continuación también la libertad.
Que
la relación estable de pareja en la forma de matrimonio esté
vinculado a lo institucional más que cualquier otra relación
también estable de orden afectivo, como
la amistad ha hecho que históricamente por más esfuerzos que se hayan hecho
para dotar al matrimonio de un lazo afectivo similar al que tienen las
relaciones no legalmente reguladas hayan
fracasado o solo se mantenga con un
esfuerzo movilizador de propaganda desorbitado. Así el amor en el seno de la
amistad, de la camaradería, ha gozado desde siempre de un fundamento más estrecho, más cercano a lo cierto y no a
lo convencional que el matrimonio.
“
praestat amicitia propinquitati”
“Vale mas la amistad que la parentela”
(13)
Cicerón
sabía muy bien distinguir el fundamento de cada ámbito, el amistoso, el
religioso y el societario ( donde se encurta la sociedad conyugal)
“veritate
amnicitia, fide societas, pietate
religió colitur”
“ La
amistad se alimenta de la verdad, la
sociedad de la fidelidad, la religión de la piedad (14)
Aristóteles,
no obstante, distinguía de entro lo societario, lo político, pues el fundamento
de la polis y de la civilidad ya no era un mutuo acuerdo o convenio, sino un
verdadero afecto: la philia.
Pero
en toda la antigüedad ,de las tres sociedades, la única reconocida como sincera- se alimenta de
la verdad ( “ veritate amicitia”) y propia
de los sentimientos de amor es la amistosa.
En
cualquier caso en ningunos de los grandes pensadores se ha puesto el matrimonio
entre las cosas que se nutren de amor
sino de respeto mutuo, fidelidad y cierta condescendencia hacia el otro y
complicidad con sus intereses que
proporciona el hábito de convivir. Ni siquiera con la revalorización
individualista del amor mundano, el amor cortesano de la lírica de la baja Edad
Media , que fue como un precedente lejano del amor romántico, el amor se situaba
con todas naturalidad y sin que constase ningún chirr¡amiento
moral, no en el matrimonio sino fuera de él. El matrimonio, e incluso la
familia misma- como lugar privilegduiado
del amor es un fenómeno relativamente moderno.
Quizás
habría de situarlo el final del
romanticismo, como un consuelo del amor romántico frustrado y refugiado en su huida , como mal menor, en el
casamiento. En esto terminó abundando la
condición cada vez más agresiva y dura
del hombre en nuestras sociedades industriales, separado de vinculos afectivos
con la inmediatez de la polis y del grupo por la alienación del trabajo, del
ocio comercializado, del consumo , del régimen frenético , lucrativo e inhumano
del curso de nuestras vidas que solo podían encontrar un refugio
consolador al margen de la
rentabilización económica y empresarial de todo en el matrimonio. Como un Havre de paz, un
puerto alejado de las tempestades y de la rentabilización de toda relación
humana a imagen del mercado económico. Por eso la exigencia que pesa sobre el matrimonio lo excede dado
que no está hecho para soportar ese peso y esa responsabilidad. El matrimonio no puede ser más de lo que es: una
institución societaria de estabilidad y promesa responsable avalada por contrato,
es decir por la presencia de una sociedad testigo garante. Pero no es el lugar sagrado del amor y tampoco
este último sentimiento basta para
resolver la situación de enajenación del producto del trabajo, la enajenación
del tiempo de vivir, el sometimiento, la desigualdad, la “corrosión del
carácter”(14) que podrece neustra civilización occidental. Para toso eso, l´amour ne suffit pas, y el matrimonio aún
menos.
Solo,
por la inyección masiva de publicidad y promoción de la imagen de celular afectiva se sostiene y resiste la presión que le haría
explotar sin remedio. Basta ver la falsedad flagrante las películas americanas
de serie B exaltando empalagosamente e inverosímilmente los lazos de afecto familiares y su “love you” repetido hasta la indigestión para
darse cuenta del carácter publicitario- y de mala calidad- añadido de la cosa. Al final de cada film
empalagoso de esos es cuando con más
fuerte es la tentación del grito de Gide.
“
Familles je vous hais!”
"¡ Os odio, famnilias !"
(16).
(1).-Jenofonte.-Memorabilia
(2).- “ (Aulo Gelio.-Noches Aticas, Lib I, cap XVII.
(3).-San Pablo “Epístola a los Corintios” I, 7 9
(4) .-Luis Alberto de Cuenca “ Vamos a ser felices yotros poemas”.-Lucena 2003
(5).- Aulo Gelio “ Noches Aticas”.- Liub III, X
(6).-Aulo Gelio Ibid. V,XI
(7) Rousseau.-“·Emilio”- IV.IVC, 503
(8).- Marquis de Sade.-“Le philosophe dan le boudoir”.- Oeuvres Completes.-J:J:Prevert 1968.-p 243
(9).- Diderot.-“Supplement au voyage de Bouganville”.-Ouvres philosphioes.- Garncier 1964.- Pag 482
(10).-Diderot.- ibid. p 510-505
(11).-Las mas antiguas leyes romanas estabklecian la obligación de casarse y esto era vigiladio para su cumplimiento, con mayor op menos celo, según las épocas, por los censores. El matrimonio romano era regulado minuciosamente y su fundamento era el poder casi absoluto del “ pater familiae”sobre todo lo ue consoitituia la familia esposa, hijos, esclavos, clientes y la sumisión de la mujer.. El más antiguo era el matrimonio "cum manu". En virtud de este matrimonio el padre renunciaba a la patria potestad sobre su hija para asumirla el esposo. La mujer estaba sometida a la autoridad de su marido "filiae loco", i.e., a manera de una hija, por lo que su esposo podía castigarla incluso con la muerte en caso de faltas graves (infidelidad, ...).El matrimonio "cum manu" fue sustituido a partir del siglo II a.C. por el matrimonio "sine manu", en que el padre, a pesar del matrimonio, conservaba la "patria potestas" sobre la hija. Esta circunstancia daba cierta independencia a la mujer, y más cuando la dote que aportaba al matrimonio era cuantiosa, ya que el marido hacía lo posible para no contrariarla y no perderla con un divorcio.
(12).- “Ciceron. Lelius De amicitia 19
(13) ( Cicerón Pro Quintio 6,25).
(14).- La corrosión del carácter.-Richard Sennet.-Anagarma 2206 Madrid.
(15).-Andre Gide.-Les nourriture4s terrestres
(2).- “ (Aulo Gelio.-Noches Aticas, Lib I, cap XVII.
(3).-San Pablo “Epístola a los Corintios” I, 7 9
(4) .-Luis Alberto de Cuenca “ Vamos a ser felices yotros poemas”.-Lucena 2003
(5).- Aulo Gelio “ Noches Aticas”.- Liub III, X
(6).-Aulo Gelio Ibid. V,XI
(7) Rousseau.-“·Emilio”- IV.IVC, 503
(8).- Marquis de Sade.-“Le philosophe dan le boudoir”.- Oeuvres Completes.-J:J:Prevert 1968.-p 243
(9).- Diderot.-“Supplement au voyage de Bouganville”.-Ouvres philosphioes.- Garncier 1964.- Pag 482
(10).-Diderot.- ibid. p 510-505
(11).-Las mas antiguas leyes romanas estabklecian la obligación de casarse y esto era vigiladio para su cumplimiento, con mayor op menos celo, según las épocas, por los censores. El matrimonio romano era regulado minuciosamente y su fundamento era el poder casi absoluto del “ pater familiae”sobre todo lo ue consoitituia la familia esposa, hijos, esclavos, clientes y la sumisión de la mujer.. El más antiguo era el matrimonio "cum manu". En virtud de este matrimonio el padre renunciaba a la patria potestad sobre su hija para asumirla el esposo. La mujer estaba sometida a la autoridad de su marido "filiae loco", i.e., a manera de una hija, por lo que su esposo podía castigarla incluso con la muerte en caso de faltas graves (infidelidad, ...).El matrimonio "cum manu" fue sustituido a partir del siglo II a.C. por el matrimonio "sine manu", en que el padre, a pesar del matrimonio, conservaba la "patria potestas" sobre la hija. Esta circunstancia daba cierta independencia a la mujer, y más cuando la dote que aportaba al matrimonio era cuantiosa, ya que el marido hacía lo posible para no contrariarla y no perderla con un divorcio.
(12).- “Ciceron. Lelius De amicitia 19
(13) ( Cicerón Pro Quintio 6,25).
(14).- La corrosión del carácter.-Richard Sennet.-Anagarma 2206 Madrid.
(15).-Andre Gide.-Les nourriture4s terrestres
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