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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

2/1/17

PROGRESAR


Por Miguel Angel Domenech


“Quien no sabe poner  su voluntad en las cosas,
pone en ellas al menos un sentido.

Es decir, cree que en ellas ya hay dentro una voluntad”
Nietzsche.-“ Crepúsculo de los sidolos” I,18


Aunque la expresión “progresa adecuadamente“ nos es hoy familiar por su uso escolar que a todos nos afecta  no siempre ha sido así. Ese verbo y su adverbio inseparable sirve hoy para calificar al alumno de corta edad que no parece que presente especiales problemas de aprendizaje, o en general a cualquier  alumno con tal de que no estuviese entre aquellos a los que- con esa calificación o sin ella- había que  transmitir una nota a sus padres alertándoles de algún obstáculo en el desarrollo esperado de sus capacidades. Esta forma de calificar se extiende hasta edades en que parece necesario precisar con grados y puntos los avances o retrasos. Pero cuando yo era pequeño  se calificaba, sin más contemplaciones ni eufemismos, con notas del uno al diez desde la edad más temprana. Es más, en donde yo estudiaba  la calificación se hacía en una ceremonia pública y periódica que comprendía una liturgia muy estudiada. El jefe de estudios o el director se presentaba en la clase con una  caja de lata, objeto central de aquel protocolo, que contenía bolitas de anís y barras de regaliz. El director iba citando a los niños por su nombre y a medida que llegaban decía su calificación global y su posición  con respecto a todo el curso . A continuación le hacía venir a la mesa y le otorgaba el premio. Al primero le atribuía  dos bolitas de anis y dos barras de regaliz, al segundo, una y una respectivamente, al tercero solo una bolita o una barrita – según gustos- , pero todos se iban colocando  en  una cola en el aula clasificados de manera  que se pudiese ver  espacialmente las diferencias.

 No acierto a concluir la finalidad de aquella representación pero es  patente que se trataba de  una exacerbación que se pretendía pedagógica de la competencia  y   una anticipación de los premios y castigos que la sociedad daría posteriormente  según los méritos respectivos. Los menos meritorios serian relegados al menosprecio público y las bajas retribuciones-  esta vez en billetes de banco y no en  bolitas de anis-  y los más destacados en esa competencia serian premiados no solo con el honor  y signos exteriores de aprecio publico sino también con dones materiales.

Haciendo un esfuerzo sobre que han devenido mis compañeros de entonces , no me ha sido confirmado  los resultados de aquella intención sino que mas bien he encortado posteriormente que los hijos de los mas ricos han heredado la posición social y económica de sus padres a pesar de ser habituales en los últimos lugares de la cola del aula y  viceversa. Aunque si  bien es verdad que cuando  coincidían ambas cosas,  la riqueza de origen y el espabile del chico, su posición posterior no  era mala ,tampoco era  diferente a los que con aquella posición de origen habían estado en los últimos lugares. Así he conocido auténticos zoquetes a los que se les podría  haber atribuido en la época un “ no progresa adecuadamente”, que,  herederos de la buena posición económica de sus padres, se han situado en lo más alto de la escala social en puestos sorprendentemente  elevados en cuanto a responsabilidades y fama. Este fenómeno , que teóricamente bien pudiera darse a la inversa, no era sin embargo tan frecuente y he podido comprobar que la  tan elogiada movilidad social por talento que se predica de neustra sociedad  es excepcional y cumple más bien una función prevista de ideología justificador de diferencias  y otra  función de mito movilizador  que da lugar a desencantos posteriores pero  que promueven  el efecto de culpabilizar individualmente a los que fracasan  desviando toda atención  de otras causas que no sean la de un presunto mérito personal. Una reflexión sobre estas últimas causas podría ser desestabilizadora para el procedimiento de generación de diferencias socio- económicas y de reproducción de elites.  

Que el patrimonio con el que se parte es la razón del mérito y el talento más que el trabajo y el esfuerzo va siendo una evidencia cada vez más confirmada y asi lo argumenta  con datos históricos abrumadores Thomas Pyketty. De esta manera es más eficaz y adecuado hacerse con un  patrimonio para obtener más patrimonio que aplicar esfuerzo y estudio. Dicho de otro modo,  progresa más adecuadamente quien sea heredero o se dirija a relacionarse con  familias acomodadas, por amistad, matrimonio, o que quien se esfuerza en otras aplicaciones productivas.
Se da asi, como explica este autor, lo que ya explicaba Balzac  en su novela Le Pere Goriot : “el dilema de Rastignac”. (1)
En aquella novela el  joven Rastignac, que quiere escalar en la sociedad francesa durante la restauración borbónica, debe escoger entre el trabajo y el mérito, que le reportarán unas rentas insuficientes, o buscar mediante el matrimonio una herencia que le sitúe en la cima de la sociedad, aunque sea por medios inmorales. Un cínico  y sin escrúpulos consejero,  Vautrin, ex presidiario, explica a Rastignac que el éxito social por los estudios, el mérito y el trabajo es una ilusión, por lo que le propone alcanzar el patrimonio  por el matrimonio con una rica heredera sirviéndose si es necesario incluso del crimen.

"No basta con obtener brillantemente los diplomas de Derecho; hace falta normalmente intrigar durante muchos años sin garantía de resultados. En estas condiciones, si se percibe en el vecindario inmediato una herencia del cantil superior, mejor será sin duda no dejarla pasar", (2)

Mis antiguos alumnos herederos progresaron por esta vía y tuvieron su mérito. Casi son excepciones he podido comprobar que los de familias pudientes  pudieron seguir en ese status y aumentarlo aunque se situasen pertinazmente en los último lugares del reparto  de bolitas de anís y en la pared del aula. Pero no encontraba yo entonces tantos aficionados a la vía Rastignac como se dan actualmente y tan premiados socialmente  por su habilidad y astucia en el arte de multiplicar el dinero  a cualquier precio y a costa de lo que sea.
Es esta  una característica comprobable tanto en el curso de la mayor parte de las biografías  individuales de los jóvenes ricos de hoy  como en el curso de la historia reciente  tomada en su conjunto. Si bien es algo que se acentúa en nuestros días, no ha sido extraño al proceso general   cuando miramos  en el tiempo algo mas atrás de los jóvenes lobos  que hoy son los magnates y ejecutivos.  En lo que se refiere a biografías  de seres excepcionales, algo más maduros,  es precisamente remarcable su interés biográfico  por su carácter de excepción. En buena parte de esa ejemplaridad, y con el fin de que tenga ese carácter de invitación, se omite la cruda realidad de conductas sin escrúpulos ni miramientos en unos  casos, de explotación  sin piedad de  las necesidades ajenas,  o bien, en otros,  se oculta todo aquello de lo que fueron deudores- patrimonio cultural y científico común oportunisticamente cuando no inmoralmente  particularizado,  y se apropiaron para su ventaja personal. En otros casos ocultando los siniestros antecedentes del origen de los eficaces   contactos  de las que partieron como capital  relacional. Todo ello es habitual  y se  hace  desde los T. A.  Edison hasta los  Bill Gates  o desde  los  Amancio Ortega a los  Carlos Slim-  (3)..No es habitual conocerlo abajo otras luces que las de un mérito de esfuerzo  y ahorro  sacrificado., pero el poder económico, incluye el poder de modificar en beneficio propio la propia biografía. De todas formas, algún posible mérito del padre o el suegro no  debería extenderse  a un yerno que será su sucesor y que  recibe como  regalo de noviazgo, además del puesto en la dirección  de una empresa multimillonaria, un caballo de carreras valorado en un millon de euros para entretener sus preocupaciones y responsabilidades. . 

 En nuestro país sabemos del origen de grandes fortunas empresariales y sus sucesores  en  los sectores economicos de la  construccion , la energía eléctrica, la siderurgia,  infraestructuras  civiles, comunicaciones, la banca y las finanzas,  en  la utilización como esclavos de presos políticos de la guerra y del provecho de corrupciones, saqueos, exclusividades,  y otras patentes de corso  engendradas en las ventajas políticas de los vencedores  de los años del hambre del franquismo . Son los hijos y nietos de aquellos los que darán a luz nuevas empresas que dirigirán  otros igualmente herederos, igualmente seleccionados por el mismo criterio del mérito y capacidad de ser hijos ricos  de otros ricos en un adecuado progreso incesante. Con el paso de los años es natural que esta generación y reproducción endógena de elites se multiplique en la misma medida en que se están multiplicando aceleradamente las desigualdades y diferencias sociales y económicas en los últimos años.

El lector que este irritado por las radicales implicaciones  en las que me  he extendido a partir de la sugerencia simple que me ofrece el concepto de progresar, puede tranquilizarse, no insistiré por esa vía y voy a trasladar mi reflexión a otro contexto, relacionado con lo anterior, pero más amplio y menos circunstancial. Debo  dejar esta historia anecdótica para alcanzar otra reflexión que era la verdadera intencion del título de este capítulo. De  esta inicial historia y antecedentes se puede intuir , a manera de conclusión provisional , en suma, que es conveniente desconfiar de hecho del  progreso como confirmación de la legitimidad del presente, pues los que hoy dominan son los herederos de los  que han vencido  con anterioridad.


No obstante  vivimos ¡impregnados de una idea de progreso  que nos dictaría que el tiempo presente es el mejor de los que ha habido y es una etapa para el sucesivo que  lo mejorará. Es como si la historia tuviese una finalidad  inagotable de mejora, como un estímulo inscripto en lo que fueran sus genes y que dirige los acontecimientos siempre hacia algo mejor, particularmente  en beneficio del ser humano, pues su seria ésta la  finalidad de ese  progreso  constante de la humanidad. Desde ese guion, lo que hoy es, es resultado de una evolución hacia lo mejor y por lo tanto, lo que existe es lo óptimo, solo superable por lo que haya de venir. Asi se justifica como legitimo todo lo existente que solo se discutiría por ser una etapa y un medio para la siguiente fase histórica. 
Muchos hacen valer esta opinión histórica del progreso como fundamento de lo real como lo mejor en lo expuesto por  Hegel que proponía un predicado  de que  “ todo lo real es racional”. Es decir que lo que existía daba razón de si mismo por el hecho de existir en el mejor momento posible  por ahora.  As su vez, el futuro tendría la misma justificación y cualidad una vez llegado , con lo que en cada momento, el presente   que se daba era lo más racional  y conseguido. No es esta la buena lectura de aquella frase de Hegel sino que debe de  entenderse como la posibilidad racional de acceder a lo real pero no una afirmación de ningún juicio de valor del género de “lo que es , es como debe de ser “ o hacerlo equivalente a  “todo lo que ha sucedido ha sucedido necesariamente y no había otra alternativa”. Que lo real es racional es un presupuesto de entendimiento de todo pensamiento y filosofía, pero no  significa ni puede decirse que la situación que tengamos como dada, más reciente es el resultado exitoso de una evolución progresiva que sería  su razón de funcionamiento  ni que lo haya de venir será una superación obligada de lo que hoy es que deberá dar el paso,  sacrificándose,  para que surja lo siguiente. No obstante,  los interpretes de Hegel en el sentido de una historia que consagra lo real resultante sin detenerse en reparos  de la historia precedente, que, con todos sus  viajeros, ha sido un simple medio provisional, no dejan de tener razón cuando  sacan a relucir aquella calificación de “astucia de la razón” con la que llamaba Hegel a la marcha implacable por tortuosos- y hasta sangrientos-  caminos de la historia.     

La idea de progreso incesante de la humanidad posee una racionalidad que es insoportable con la contingencia del individuo y el lugar ínfimo que ocupa en ese proceso infinito. La idea de progreso infinito e incesantemente creciente niega un estado de madurez a cualquier cosa histórica, el infinito siempre subrayara  una situación de carencia. Pero, opera de manera paradójica, pues al mismo tiempo que en el presente legitima sin critica  todo lo que es como exitoso e indiscutible en ese momento, autoriza a servirse del presente  y de los insidiados presentes y pasados como medio, instrumento y precio a pagar por otra humanidad que será mejor. Se producen dos efectos perversos. Los individuos pasados  y derrotados lo fueron justificadamente para dar a luz o que hay y de la misma manera, nosotros mismos, en este presente, seremos medio e instrumento utilizable para generar lo que será. Solo un absoluto infinito  tiene valor de fin, el resto son medios.  Dándose esa finalidad absoluta de la historia la regulación del presente queda en manos de quienes saben esa finalidad y que apelan a ese fin. La idea de progreso es una continua autojustificación del presente como medio necesario para ese futuro que se anticipa.



Es una implicación consecuente de  esta idea de progreso  aceptar que el mal en el mundo no sea visto desde una óptica moral sino instrumental. El curso de los acontecimientos en la historia son un plan bueno  del que el mal debe, lamentable pero ciertamente,  formar parte. La secularización de esa providencia misteriosa e incomprensible es la aceptación  de la legitimidad de medios reprobables. Solo la marcha del progreso, que es constatable indica el buen camino a seguir:el del sentido del progreso. Ese progreso  obedece a la ley natural y dicta que debe desembarazarse el camino de obstáculos sociales que impidan una acción genuina de aquella. Las manos invisibles siempre han actuado con eficacia. Alcanzar esa  finalidad es la racionalidad absoluta. La idea de progreso se convierte  en elproyecto de la Humanidad de espaldas y con independencia de los hombres.  Hablar de retraso de los anteriores con respecto  de los posteriores- cosa que hacemos siemrpe en neustra cultura dominante-  implica una indiferencia no solo hacia los pasados sino hacia todos los que habitan los estadios intermediarios, que son utilizables como medios. Incluyendo, por lo tanto los presentes y coetáneos, pues son, a su vez, intermediarios de lo que va a alumbrarse después.
Es desde esta perspectiva desde la cual debe de verse el argumento de “ no remover heridas” de los contrarios a que se haga justicia de los muertos injustamente con la celebración reparadora de su memoria. La posición “ no remover hewriodas” es  la de una inmoralidad perversa, pues supone que los de hoy, debemos de ser tratados como medios despreciables, igual que se trata a los de ayer.

Esta racionalidad  incluye que el  progreso es cruel para las historias inmediatas pero benévolo para la historia en su totalidad y en su  final previsto. La naturaleza siempre ha tenido una falta de consideración a lo largo de miles de años respecto a todos los que viven en un momento determinado pero  cuya vida debe de ser omitida  por la fuerza que nunca se equivoca de la selección natural . Se impone como una  apabullante y cruel  constatación, como una  representación orgánica de la realidad a la manera de  un organismo cruel en crecimiento. Pero esa crueldad contiene una tranquilizarían en cierto sentido  por cuanto  nos hace confiar en  una nueva providencia de seguridad   frente al riesgo del que libremente está expuesto. El hombre- según la historia concebida como progreso-  llevaría  un camino más cierto siguiendo esa mano invisible natural  frente a las torpes manos visibles y contingentes de los seres humanos que solo son funcionalmente un servicio para el paso omnipotente del progreso. 
Para nuestra suerte, el hecho de que no haya en la historia ninguna finalidad nos libra de orientarnos hacia ella, de ser exhortados de ponernos a su servicio como simples medios a costa de los que nacieron demasiado pronto.
El imperativo Kantiano de no servirse de otras personas o de la humanidad en ninguna persona como mero instrumento queda descalificado con esta forma de marcha del progreso. Los mecanismos selectivos de la historia producen un ethos, una ética que niega valor a los que perdieron.  Afortunadamente para nosotros, el que la historia no tenga finalidad ni que se vaya acercando a ella de manera privilegiada  nos hace que  no seamos  medios “ provisionales” de esa finalidad..

“Es una dimensión típica de la época dar por sentado, como una forma de autocomprension que el progreso- siendo igual como uno se lo imagine-  deja inevitablemente en un estado de retraso a los anteriores respecto a los posteriores o que cada forma temporal con que se reviste la “ astucia de la razón” implica y ordena una actitud de indiferencia respecto a todos sus estadios intermedios y transitorios e incluso con respecto a la actualidad en cuanto tal” ( 4)

Y cuanto se predica de esta marcha implacable de la historia se puede hacer extensiva a la geografía, pues los individuos situados en otros lugares , caracterizados por vidas diferentes a la neustra y que la neustra explota para su aprovechamiento , son considerados “atrasados” históricamente .Por lo tanto son  condenables necesariamente , o bien a la extinción e indiferencia de los vencidos y  exitosos o bien a la esperanza de que se incorporen a la forma de vida de los vencedores como expresión de mas acercamiento ese absoluto final que es ley de la historia. Son subdesarrollados y en el más optimista de los casos deben de seguir el  “super- desarrollo” que sigue  al inferior desarrollo  y que  neustra progreso dicta. En el peor de los casos  están destinados a  extinguiréis.
La sacralización de lo dado por este sistema produce  otros muchos efectos perversos como  aquel  que aconseja que en caso de dudas y de estar perdido siempre hay que dirigirse en la misma dirección que aconsejaba Descartes, y en este contexto de lo que vamos diciendo significa que debemos de atenernos sin dudar al tiempo historico  tomado una vez para que siempre sea así.  También es esa sacralización de lo dado la que es producida por la idea del progreso incesante puesto que con ella siempre encontramos que neustra tiempo es el mejor de los que han sido  con lo que es inútil referirse a esperanzas por muy bellas y dignas que sean si ya han sido una vez frustradas, es decir castigadas como no validas  fáctica ni moralmente por el hecho de no haber conseguido el éxito. Es esta la razón por la que me atrevería a afirmar  que la idea de la superioridad de neustra tiempo  no es el resultado  de ninguna comparación  sino de una enseñanza. De esta enseñanza se encargan los poderes dominantes no interesados en cambio alguno.
La idea de progreso es aprovechable  también para otros promotores del absoluto. Porque puesto que el mundo ha de tener siempre una finalidad nunca presente sino siempre mas allá, se reivindica una salvación  y una esperanza de salvación en aquello que no es de este mundo. Es por este hueco por el que se permite penetrar  a los  interpretes de ese absoluto que propugnaban   históricamente que para salvar el alma absoluta , infinita e inmoral del hombre había  que matar o perseguir su cuerpo ( o quemarlo) por demasiado mundano y contingente, y no se tuvieron   remilgos en proponer las pérdidas humanas  que se hacían  necesarias para la salvación. El predominio de la idea de progreso y salvación en el más allá, suprimió y nos hizo olvidar que no ha sido solo las promesas de inmortalidad del alma en otro mundo  la forma  esperadas de inmortalidad que la humanidad ha tenido en mente. Hubo un tiempo  en que era en la no trascendencia,   y contingencia y aprecio  de este mundo, que por lo tanto no se rechazaba, donde se encontraban fórmulas de inmortalidad inmanente como la gloria publica reconocida o quedarse en la memoria de los hombres. 

Desde la perspectiva del tiempo, la injusticia  ya no afecta a los que han existido con anterioridad. Pero en el fondo, la injusticia cuando se toma  con indiferencia es una corrupción sin importar quien la inflige o a quien se le inflija, sean gentes del pasado o del presente. Cuando en  las únicas pretensiones de relevancia que sirven de pautas de conducta y validez de la moralidad solo cuenta  lo que resulta eficaz, volverá a repetirse la injusticia tomándose victimas en el presente y ,como una corrupción inagotable, se producirá en todos los futuros que recorra la humanidad. 

Walter Benjamin tiene las páginas más hermosas escritas  en defensa de aquellos con los que se produjo injusticia y contra los avasalladores derechos de los que vencieron. Son textos  que hacen valer el derecho  que tiene al respeto la humanidad venidera y la presente cuando se insiste en la humanidad pasada aunque no haya sido viable.  

 “ ..Pero los cada vez poderosos  son los herederos de los que siempre han vencido. La empatía con los  vencedores siempre beneficia por consiguiente a los cada vez más poderosos” ( 5)


Hay  entonces una cita secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra… a nosotros se nos ha dotado de una débil fuerza mesiánicas  a lo que el pasado posee un derecho” ( 6 ) 

La inmortalidad inmanente que se pronuncia y mantiene en la rememoración , el homenaje, la gloria duradera y   la presencia a la que he aludido  como alternativa existencial como concepción de los griegos no aparece desde esta perspectiva como una mitología  irracional sino como una afirmación  de ese ethos de justicia . Se trata de un radical  rechazo  de lo que de corrupción contiene el olvido de los vencedores y de su dominación soberbia de lo que es como estado superior para  cuyo fin era válido el sometimiento de todos los inferiores que no sobrevivieron al empuje inevitable de un  pretendido progreso y a cuyo absoluto todo debía de funcionalizarse.


Es curioso cómo, a pesar de esto, se sigue reclamando como un título honorífico político o  social, el ser “progresistas” , dirigido como posicion critica frente a  todas las formas de contrailustracion que siempre han erigido los conservadores. Porque en efecto,  se han reclamado de la memoria y del pasado las corrientes  más reaccionarias en  cada uno de los acontecimientos históricos en que despertaba la autonomía de lo humano, en la modernidad, en la ilustración y en las épocas revolucionarias.  Pero es esta una reivindicación de lo irracional  como arma que señalaba el valor normativo  del pasado sobre el presenté y la obediencia de los vivos a los muertos: la sangre, la tierra, la tradición, la religión de los ancestros , la raza, la nación.


Contrariamente a esta perspectiva, la reivindicación de una memoria que contraría la marcha triunfal de un progreso autopraclamado necesario, no ha de pasar por las formas  del conservadurismo. Al contrario, una lectura abierta del pasado incluye la  necesidad de entender la tradición como una creación más y la memoria del esclavo que se rebela contra la esclavitud, de los marginados y de los excluidos , es siempre una denuncia contrafáctica que amenaza la autoridad  de los hechos dados, sean anteriores o  posteriores. No es cualquier memoria colectiva la que puede funcionar como  crítica de lo factico sino la que se opone a  todos los absolutismos  tanto  los de las fuerzas del pasado como los de  la finalidad irrefrenable del futuro. Es la presencia de la voluntad soberana del ser humano autónomo y contingente no sometido ni a trascendencias naturales  que le tiren hacia atrás ni hacia delante  en nombre una superioridad que no es su misma soberanía. En cualquiera de las dos dinámicas se cae en la obediencia a progresos o regresos que no tienen por qué garantizar que se hagan a favor del hombre, su razón no siendo de este humano y relativo mundo.  

Es por esto que los otros “ progresistas”- cuyo término ha derivado en una banalidad que trata de evita ¡r eufemísticamente el término “ izquierda”- no son menos ajenos a los intereses humanos y aferrados a lo factico  puesto que continúan  dando razón a las fuerzas irremediables del desarrollo que solo ellos sabrían propiciar, poniendo en el mismo saco de opuestos al sentido de la historia  (  y como hemos visto , también de la geografía)  a los que plantean formas de vida y de cultura no apoyadas necesariamente en una sociedad de consumo, productividad, trabajo  y renta que  constituirían casi el fin de la historia si no hubiese pequeñas rectificaciones y correcciones que se darán  y que permitirán  el seguimiento de ese progreso .   Pienso, que el éxito culturita del término progresista no es sino una coartada ya casi irrelevante cada vez más incoherente y limitada a lo electoral.  Afortunadamente, salvo en esta palabrería  política , sucedáneo de lo uqe nio se osa decir, Nadie se atreve a  presentar la marcha de la historia como una experiencia que no sea deprimente y lo que levanta el vuelo en los atardeceres no es el buho de Minerva de Hegel sino un ocaso  cada vez más enrojecido antes de caer en la tiniebla.   

  Escribe Prmo Levi.

Hoy pienso que solo por haber existido un Auschwitz nadie debería hablar en nuestros días de una Providencia” ( 7)

pero este reproche  se dirige más alla que adonde Dios  esté sino a todas las predicas que escriban una Providencia y fuerzas metafóricas  de igual función, incluyendo las seculares  “astucias de la razón” en su despliegue histórico,  o las biológicas y todas las manos invisibles de todos los ámbitos. 

En una visión  providencialista que excluye la acción de las gentes y el riesgo propio se  sitúa  aquella en la que coinciden hoy todos los que piensan en una inevitabilidad del progreso y que lo mejor sucederá siempre a lo malo. Incluso entre los que aceptan que la historia no es el resultante de fuerzas ciegas sino de la acción  humana, se sigue afirmando que esa acción humana desemboca en la finalidad- ¿ por quién diseñada?- de ir a lo mejor.  Nuevamente Walter Benjamin nos puede sacar del error  recordándonos  que la idea que es el hombre quien hace la historia no es ninguna garantía de progreso

Quien espere que las cosas no sigan así se enterará más tarde o más temprano de que el sufrimiento del individuo y de las comunidades tan solo tiene un límite más allá  del cual nada se sigue: la aniquilación.” (8) 

En rigor, cuando aceptamos, que el hombre es un ser contingente, debemos aceptar también la posibilidad de que podría  ser obsolescente.

La fe en un progreso inevitable no tiene, sin embargo, forzosamente un origen religioso, como si hubiera sido una secularización de la idea de Providencia, porque esta idea de Providencia religiosa, a su vez, fue una sacralización de una antecedente visión estoica de una razón del mundo  cósmicamente providencial.  No quedaría lejos de las causas de la hegemonía de esta forma de pensar  que es hasta instintivamente confirmada en la opinión más habitual, la aparición del espíritu científico con la modernidad y su reivindicación acentuada en la ilustración.

En efecto, la primera constatación existencial y vivencial del conocimiento científico  es que la finitud y brevedad de nuestras vidas no puede abarcar el conocimiento de la infinitud del mundo y  no podemos dejar de sentir una desproporción entre el tiempo del mundo y el tiempo de vida que tenemos cada uno de nosotros. Somos históricos, tenemos un momento. Esta experiencia de nuestra contingencia nos produce una desazón  que nos hace llamar a un sentido en el que  progresar ,que adecuadamente debería significar no detenerse y que la muerte no desmienta. Los conocimientos adquiridos en la contemplación del mundo deben de ser salvados y la única manera es   aferrándonos a la sucesión y transmisión de ellos .Esto termina  convenciendo de que debe de darse una  intemporalidad del prgreso de la humanidad como especie. Así nosotros contribuimos aunque no estemos. Se produce, via conocimiento, una acumulación solo propia de lo humano.

Que esta forma de concluir se deriva de una perspectiva científica lo muestra que el pensamiento científico opera de manera diferente al filosófico o simplemente al del pensar corriente.  El hombre naciente es siempre un inicio, cuya  actividad prevista no está dictada de antemano por instinto o determinación natural  y es susceptible de poner en tela de juicio todo lo existente.  El científico es como un Sisifo que sube a la montaña cargado de conocimientos que el va adquiriendo y otros adquirieron antes que el normalmente como en una carrera de relevos de escalada y salvo momentos excepcionales de revisión  que se denominan revoluciones científicas, el paso y transmisión de la herencia es regular  hacia la cima.  Al llegar a la cima , este Sísifo  se da cuenta de que no es cima sino que  la cumbre está más allá y debe de continuar. Es una tarea incesante  y desesperante pero de otra naturaleza que la de la tarea del Sísifo filósofo.  Al filósofo, como le ocurría al verdadero Sisifo, llegando a la cumbre, se le cae la carga y debe volver a empezar pues lo adquirido como certeza en su mochila , es una contingencia provisional que debe de confirmarse y volverse a recorrer en la vida del próximo. En el conocimiento científico queda  la herencia transmitida y trasmisible de lo adquirido como un soporte que puede  servir para ir más lejos en la etapa siguiente y así sucesivamente se va dibujando un recorrido  que tiene un sentido acumulado. Pro no ocurre asi en la facultad human  del pensar vinculado a  tomar decisiones y vivir, o sea a filosofar. La viabilidad del ser humano está condicionada por la carencia de pautas de conducta que hayan sido dictadas por su biología, y en el hueco que deja esa carencia de instinto y de soporte surge la libertad. Asimismo la libertad del ser humano  está caracterizada por la misma carencia de necesidad de obediencia  irresistible a pautas dictadas por  la comunidad en que nació. Anquera estas últimas se le presente a su opción como una segunda naturaleza, su irresistibilidad es tan quebrantable como la irresistibilidad de su condición biológica de animal. De inmediato aparece  la llamada a un proyecto de hacerse uno mismo y de que cada vida sea otra cosa posible que pueda discutir  y buscar razón de lo que encuentra dado.  No es posible, sin renunciar a la opción d e libertad, no volver a pensar y arriesgarse a tomar un camino  nuevo y razonarlo o legitimarlo para si mismo. La conciencia de muerte en este caso no suscita la necesidad de   transmitir una herencia. 

En el caso del conocimiento científico, la finitud humana frente a la infinitud de lo por conocer y la limitación de la vida por el truncamiento que la muerte supone,  posibilita el machismo de confiar en una labor  colabórate  y asociada a través del tiempo quepro0duce, en efecto, un progreso. Es esta seguridad la que ha tratado de hacerse paradigma de la restante actitudes humanas ante la conciencia de su muerte y finitud que da la libertad, construyendo la falacia  de que todo- y el ser humano mismo, no son sino la historia de una razón que supera a cada uno y en la que cada uno es medio para consecución de lo siguiente. El modelo epistemológico  científico es el que ha pretendido servir de guijón para la vida misma olvidando que el sujeto  no puede ser objeto de conocimiento de la misma manera que el mundo. La fragilidad y contingencia de lo posible que representa la libertad del  ser humano impide ese refugio seguro de previsiones, leyes y relaciones necesarias.  Solo al hombre le esta dado  poder ser inhumano. El impulso científico exacerbado  puede fácilmente contemplar como “funcionarios” del progreso a los seres humanos todos igual que en el progreso del conocimiento los científicos sirven  como transmisores de la totalidad del proceso pero sin que los hayan tenido voz ni voto  en el camino de  esa totalidad . Al individuo se le impone el interés por la especie.  El humano  debe poner su interés más allá  de sí mismo y de su existencia, haciendo que la propia humanidad que haya de alumbrarse sea superior a la que es hoy y a la pasada. El significado de tal trasposición  genera una historia regulada por una ley presuntamente superior.

 El predominio de ese modelo epistemológico no es ajeno a la aparición de una verdadera “epistemocracia” en el campo de lo social  que propone” todo el poder para los competentes” en lugar de ” todo el poder para el pueblo”.  También se engancha a esta derivación  la cuestión de que buena parte de las los lectores de Marx, los que lo hacen a la manera de Althusser, por ejemplo,  al confiar en el marxismo como un método  de interpretación y previsión científica de la realidad y subrayar  la previsible marcha del sentido de la historia en la forma en que revolucionariamente  se encauzará son herederos del positivismo  cientifista  postilustrado  .

 Pero  eso son  otras historia y al sacar otra cereza del cesto, se están  amarrando demasiadas para un apetito razonable.  
En   todo este asunto y sus implicaciones, yo me voy situando  en las posiciones de aquellos pensadores de los que podría decirse que  parten de una ontología de  la finitud y en una antropología del reconocimiento de la fragilidad,  el riesgo, el azar y la contingencia  como constitutivo de lo humano.

Uno de estos pensamientos, el de Hannah Arendt lo expresa así:

“Cada acto, visto no desde la perspectiva del agente sino del proceso en cuyo entramado ocurre y cuyo automatismo interrumpe, es un “milagro”, esto es, algo inesperado. Si es verdad que la acción y el comenzar son esencialmente lo mismo, se sigue que una capacidad para realizar milagros debe estar asimismo dentro del rango de las facultades humanas. Esto suena más extraño de lo que en realidad es. Está en la naturaleza de cada nuevo comienzo el irrumpir en el mundo como una “infinita improbabilidad”, pero es precisamente esto “infinitamente improbable” lo que en realidad constituye el tejido de todo lo que llamamos real. Después de todo, nuestra existencia descansa, por así decir, en una cadena de milagros, el llegar a existir de la Tierra, el desarrollo de la vida orgánica en ella, la evolución de la humanidad a partir de las especies animales.

Desde el punto de vista de los procesos en el Universo y en la Naturaleza, y sus probabilidades estadísticamente abrumadoras, la aparición de la existencia de la Tierra a partir de los procesos cósmicos, la formación de la vida orgánica a partir de los procesos inorgánicos, la evolución del hombre, finalmente, a partir de los procesos de la vida orgánica, son todas “infinitas improbabilidades”, son “milagros” en el lenguaje cotidiano. Es debido a este componente milagroso presente en la realidad que los eventos, sin importar cuan anticipados estén en el miedo o la esperanza, nos impactan con un shock de sorpresa una vez que han sucedido. (9)

Tras la lectura de reflexiones como la anterior no puede dejar de pensarse que si hubiese una Historia (con mayúsculas), ésta se reduciría a ser una naturaleza más. Asumir la historia como un conjunto de eventos siguiendo leyes regulares progresando hacia un fin significa tratara los hechos del mundo humano  de manera análoga a como se trata el mundo físico y biológico. Si la historia pusiese en evidencia leyes, no habría espacio para la acción de seres libres que no sean absorbidos en su naturaleza común ciclo más. Lo que se manifiesta como  irremisible, necesario y arrollador, es decir como absoluto, no es el mundo de los hombres sino el de la naturaleza. El universo no tiene ni  fundamento ni propósito, y se comporta de una manera desposada e indiferente  frente a los propósitos humanos 
Otros muchos pensadores, que son los de mi predilección, como Blumenberg o como M. Nusbaum, siguen insistiendo en esa antropología de la fragilidad y contingencia. Con ellos  me inclino a pensar que no hay finalidad que pueda atribuirse un   absoluto justificador porque pensamos que el mundo dado y lo existente  no es más necesario que si no existiese. La verdad y la totalidad del mundo –incluiodo  en ellas nosotros mismos -no es más que un trozo casual en lo posible infinito. Los hechos naturales no permiten ninguna justificación superior ni finalidad de lo existente.. Pero esto, que podría ser la fuente de miedo y pánico, es al contrario, lo que nos permite criticar toda cantidad y toda realidad sin amedrentarnos ante ella a partir de la presencia permanente de lo posible.  Pero además,  esta contingencia y debilidad  nos estimula a construir otros posibles alternativos que podemos superponer a lo factico con nuestras facultades de invención  e imaginación. Los que asi pensamos nos hacemos los más partidarios del mundo de la culturas como lo mas específicamente humano. No somos destructores de mundos sino constructores de mundos humanos en la conciencia de su contingencia. Podemos incluso proponernos esa contingencia con la fuerza de un absoluto, imitando a lo que hace la naturaleza, o más bien “perfeccionándola” como decía Rousseau (10)

 Cuando los hombres se autoafirman rompen la imposición de una realidad que se quiere imponer absoluta ajena a él  y en esa ruptura  hacen un mundo dándole el sentido cultural que acuerdan   y en el que encontrar una morada propia. Esta morada es aún más amplia que la que presentan los absolutos dados pues se reclama de la infinitud de lo posible frente a la finitud de lo factico.

Pero la conciencia de esa contingencia con la que construimos nuestros absolutos humanos no permite de ellos nada  que contraríe  neustra emancipación aprovechándose de neustra debilidad.

 Hans Blumenberg, es también de esa raza de pensadores que aprecio  y un resumen de la idea central de su pensamiento  bien puede ser la de la finitud del hombre con su contrapartida en el carácter insoportable de cualquier absoluto; y la idea de que ser hombre consiste precisamente en “descargarse de los absolutos”. Cuenta Oto Marquard que Blumenberg  aceptaba  que se redujese su pensamiento a dos ideas fundamentales: la de la finitud del hombre con su contrapartida en el carácter insoportable de cualquier absoluto; y la idea de que ser hombre consiste precisamente en “descargarse de los absolutos” (Entlastung vom Absoluten).

Esa finitud contingente de lo humano  se contrapone al carácter prepotente de lo real, a su soberana indiferencia para con nosotros,

para los dioses todas las cosas son  buenas, bellas y justas…” (11)

, indiferencia que hemos de distanciar si es que queremos autoafirmarnos en la existencia y sobrevivir. El hombre se descarga del absolutismo de la realidad a través  de los medios culturales y se distancia de  la realidad para poder autoafirmarse como hombre,

“…mientras que los hombres suponen que unas cosas son   injustas y  otras justas” (11)

Revistiendo de significado humano lo que esta privado de ese sentido  y siendo solo prepotencia inhumana  sin sentido. Entre esas realizaciones culturales, la del lenguaje, la metáfora y el mito son las armas privilegiadas. Es el análisis de estos mundos y su evolución y el progreso de estos medios que sean   más adecuado  a la libertad  lo que me interesan más que las eternas revoluciones de los astros y los progresos adecuados  de la evolución  porque estas últimas, como trotad la realidad las he de ver  y entender, siempre, como humano, por la intermediación  del lenguaje, la metáfora y el mito de mi  hogar humano. 
(1) Honore de Balzac.-“Le Pere Goriot”-Discours de Vautrin.- Gallimard Poche Paris 2004
(2) Thomas Piketty .-“El capital en el siglo XXI” .-FCE  2014
(3) Linda McQuaig- Neil Broocks.-“El problema de los supermillonarios”. Capitán Swing libros.-Madrid 2014
(4) Hans Blumenberg. “Las realidades en que vivimos”. Paidos.  Barcelona 1999.” pag  170.
(5) W.Benjamin . “Tesis sobre el concepto de la historia”.´-teis VII
(6)W.Benjamin  ídem, tesis  II.
(7) Primo Levi.-“Si esto es un Hombre”.Mutchnick. Madtrid  1988.p g 165
(8) Walter Benjamin.-´ Calle de dirección única”
(9 ) Hanna Arednt “¿Que es política?. Introducción a la política II ”.-“ Paidos 1997.-pp64-66
(10).J.J. Rousseau.-“Manuscrito de Ginebra” en  Cap II,.-“J.J.Rousseau .escritos políticos”.-Trotta  Madrid 2006.-p 143.
(11).-Heráclito._ DK 22B102 

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