Entrevista a Francisco
Delgado, presidente de Europa Laica
Es
un luchador nato desde sus inicios laborales como tipógrafo en su Albacete
natal, como sindicalista de la UGT, como organizador del PSIE en su provincia
antes de ser diputado, senador y teniente de alcalde, hasta que, decepcionado,
abandonó el partido en 1999. Las peleas de Francisco Delgado Ruiz contra las
injusticias le llevaron a presidir la Confederación Española de Asociaciones de
Padres de Alumnos (CEAPA), siendo también miembro durante 15 años del Consejo
Escolar del Estado y del Consejo Escolar de Castilla-La Mancha. Ahora es
presidente y portavoz de la asociación Europa Laica que entiende por laicismo
el establecimiento de las condiciones jurídicas, políticas y sociales idóneas
para el desarrollo pleno de la libertad de conciencia y defiende el pluralismo
ideológico en pie de igualdad como regla fundamental del Estado de Derecho, así
como el establecimiento de un marco jurídico adecuado y efectivo que lo
garantice y lo proteja frente a interferencias de instituciones religiosas que
implique ventajas o privilegios.
Tantos años de lucha personal por el laicismo le habrán traído grandes alegrías
y decepciones. ¿Puede contarme las más significativas?
–
En cuanto a la cuestión de la neutralidad del Estado en materia de religión, he
percibido muchas más decepciones que alegrías. Aun con la tibieza con la que se
expresa la Constitución de 1978, en materia de laicidad, los incumplimientos de
no confesionalidad de las instituciones del Estado han sido una constante en
estos casi 40 años. Ya que se han mantenido (e incluso aumentado) los enormes
privilegios tributarios y económicos o las actuaciones institucionales
simbólicas, la religión continúa en la Enseñanza y en los ámbitos públicos,
etc. La coartada han sido los “Acuerdos concordatarios de 1979”, de muy dudosa
constitucionalidad, en dos planos fundamentales: por un lado, “que todos somos
iguales ante la Ley”, y por otro, que “ninguna confesión tiene carácter
estatal”. Es evidente que técnicamente no hay “religión de Estado” (si
descontamos la Corona), pero sí, en cambio, se mantiene una confesionalidad
institucional en la práctica, que se asemeja bastante, desde un punto de vista
jurídico, administrativo y político a un Estado confesional.
Por
supuesto, las decepciones más grandes han sido: los compromisos adquiridos en
campañas electorales parte de algunos partidos, que luego se incumplían en los
Gobiernos. Dirigentes políticos que se reclaman “de la izquierda” y apoyan
simbolismos religiosos o promueven la beneficencia de entidades religiosas, frente
a la justicia social de las instituciones del Estado. Dirigentes de sindicatos
que se dicen “de clase” y apoyan la religión en la escuela y la financiación de
escuelas ideológicas (católicas)…
En
cuanto a las alegrías, se han dado en dos ámbitos fundamentalmente que tiene
que ver con el “Derecho a la libertad de conciencia”, sobre todo en el plano
social. Por un lado, la enorme y progresiva secularización de la sociedad
española es un hecho muy evidente y, por otro lado, alcanzar jurídicamente
derechos cívicos que la Iglesia católica ha combatido (y combate), relacionaos
con la familia o la sexualidad y en donde se han dado pasos muy importantes,
desde el divorcio, hasta los matrimonios de personas del mismo sexo, por
ejemplo.
–
Pasan los años y todo indica que el poder de la Iglesia, directo o indirecto
permanece, ¿es así?
–
La sociedad se ha secularizado enormemente, ahora le toca a las instituciones.
Y para ello es básico que políticos y políticas de todo “pelaje y color” tomen
conciencia de la magnitud del hecho. Pero de verdad. Que no lo vayan dejando
“porque ahora no toca” (que en el fondo son simples excusas). La anhelada
regeneración democrática pasa, también, por secularizar las instituciones y por
eliminar los privilegios de las corporaciones religiosas. A éstas hay que
tratarlas, desde el Estado, igual que a cualquiera otra asociación privada. Ya
que sólo son una simple asociación de creyentes en una determinada fe y
doctrina. No tienen porqué disfrutar de leyes específicas y protección especial.
Entre ellas se les permite la opacidad económica y jurídica.
La
religión católica -en particular- ha perdido el control espiritual de una
amplia parte de la ciudadanía, los símbolos, rituales y doctrinas sólo lo
cumplen y aceptan una de cada cuatro personas, como máximo. Les queda el enorme
poder económico y político que atesoran desde hace siglos. Y, claro, los
enormes ‘lobbys’ que desde dentro de la política actúan en su favor, en una
“oculta” -cuando no expresa- corruptela generalizada, y ello hace que la
situación continúe prácticamente igual que hace 30, 50 o 100 años… en el plano
político e institucional.
–
Usted ha militado en el PSOE e incluso fue parlamentario, ¿le ha decepcionado
el partido en este aspecto de la lucha por el laicismo?
-Rotundamente,
sí. En cuanto a las raíces laicistas y republicanas el PSOE (oficial) ha caído,
desde Suresnes, en una dinámica monárquica y confesional (e incluso
pseudo-liberal en lo económico). Aunque -sin embargo- algunos derechos cívicos
han estado acertadamente planteados, hecho que hay que reconocer en su justa
medida. Pero, por desgracia, también una parte importante de la izquierda (no
PSOE), se han alejado de postulados laicistas. La lucha interna en este terreno
de muchos compañeros del partido socialista fue muy potente, pero minoritaria.
Siempre tuvimos la esperanza de tratar de cambiar el rumbo. Incluso en los
Congresos se aprobaban resoluciones esperanzadoras, algunas de las cuales se
plasmaban en los programas electorales.
Pero
en la práctica ha sido un “dejarse llevar” por los ‘lobbys’ católicos que
campaban (y campan) dentro del partido, con mucho más poder que los laicistas.
Con la excusa, para mi banal, de que si se enfrentaban al poder eclesiástico,
perdían votos. Por cierto, hoy muchos de los muy nuevos dirigentes políticos
tienden a actuar en esa misma clave electoralista. Grave error.
Liberalismo
económico, enorme falta de democracia interna, carencia de postulados
laicistas, titubeantes y negativas políticas en la Enseñanza, falta de una
determinante política a favor del municipio y los graves casos de corrupción
destapados en los noventa, fueron las causas principales de mi abandono del
partido en 1998. Ya había ido dejando de ser el proyecto político que yo
anhelaba. Aún pienso que aguanté mucho tiempo. Pero no me arrepiento en
absoluto de haber participado del proyecto, en recuerdo y homenaje a mis
familiares republicanos y socialistas, algunos desterrados y algún otro
asesinado por el fascismo sedicioso en 1939.
–
Por cierto, ¿cómo ve ahora la problemática situación del partido, al que
también se le critica que en lo económico nunca fue de izquierdas?
–
Con mucha preocupación. Esta deriva se venía venir hace tiempo. La hemos
anunciado. Aún conservo muy buenos amigos y amigas dentro, que militan. Gente
muy honrada que “aguantan” para ver si “cambian los vientos”. Pero yo lo dudo a
corto plazo. Hay mucha gente que llegó al “olor de la sardina” en los años
setenta y ochenta, con intenciones personales de “vivir de ello” y colectivas
de “aprovecharse” del poder. Y aún siguen estando ahí (con fuerza y cámaras),
además de que han entrado nuevos jovenzuelos, con los mismos propósitos. Hasta
que quede poco que “repartir” y si un día no les “sirve” el PSOE, se irán a
otras siglas. De hecho, ya lo están haciendo, hay un “goteo” muy curioso, por
si acaso, suena la flauta en otros “lares”.
Pero,
desgraciadamente, pasa en todos los partidos que “tocan” poder, sean de un lado
u otro del escenario. Lo vemos cada día. No voy a citar siglas que están en la
mente de todos. Quizá éste haya sido uno de los principales problemas de la
socialdemocracia y de la izquierda en general en España y en Europa. Además de
la existencia de un capitalismo depredador que la izquierda ni sabe
interpretar, ni -por supuesto- combatir.
O,
en el peor de los casos, no están dispuestos a ello, que de todo hay… Además de
una Era Digital compleja que ha pillado a la izquierda en otra órbita, que
tampoco la están sabiendo interpretar. Hacen aceptables diagnósticos, en
general, pero apenas aportan soluciones posibilistas. De ahí que se hayan
gestado los nuevos populismos, fascismos, etc. La democracia líquida es una
realidad, desgraciadamente.
–
Y a Podemos, muy antieclesiástico al principio del 15-M cuando surgió, también
parece que se le ha olvidado, ¿no?
–
No sé. Llevan muy poco tiempo. ¡Un suspiro, como quien dice! Y andan con líos,
tiene su parte de lógica dada la diversidad ideológica interna y las
“militancias” previas de algunos y algunas de sus líderes. Aunque se apacigüen,
externamente, las aguas tras Congresos… las cuestiones no se cierran con
mayorías y minorías. Y menos en política.
Surgieron
como un movimiento algo engañoso y premeditado, para pasar a ser partido muy
rápidamente y eso no es nada fácil. Además participan de “confluencias”
políticas e ideológicas muy complejas, que van a pasarles factura, más tarde o
más temprano. Por ello, todavía no podemos juzgar demasiado. Hay que dar tiempo
al tiempo. Habrá que analizar dentro de una década o dos si fueron un
disolvente ideológico o, realmente, el inicio de una forma nueva de hacer
política, como los nuevos tiempos predicen.
Aunque
hay gente dentro que me consta que lo del laicismo lo tienen muy claro (como
pasaba en el PSOE, inicialmente). A nivel institucional y “por arriba” en esta
materia se les ve algo confusos. Algunos lobbys católicos y de otras religiones
también medran dentro y tratarán de jugar sus bazas. Quizá Izquierda Unida fue
la coalición que mejor supo interpretar esta cuestión. Pero, hoy por hoy,
también anda sumida en una compleja situación que no sabemos en qué va a
acabar. De todas formas son los que más están haciendo por el proyecto
laicista, hasta ahora. En el 15-M y en los círculos de inicio de Podemos, había
una cierta tendencia a no debatir sobre temas ideológicos complejos, como
laicidad, república, feminismo… Y eso fue un gran error. Que lo están pagando,
posiblemente.
–
Le he oído y leído que todavía sufrimos en España un indudable franquismo
sociológico y también católico. ¿Desaparecerá alguna vez el miedo?
Sí, lo hay y de mucha solera. En una parte importante de la administración del
Estado, de la judicatura, de la milicia y de las fuerzas de orden público… En
las cofradías y hermandades. Luego están a través de potentes lobbys religiosos
como el OPUS, los Kikos, Comunión y liberación… que andan en la política, en
los servicios sociales (bancos de alimentos, organizaciones católicas de
caridad…), en la Sanidad, en la Educación, en la Universidad y en el mundo de
la gran empresa. Ello constituye una fuerte barrera para avanzar en la
construcción de un Estado laico, si el poder legislativo, además, sigue prisionero
de ello.
–
La Iglesia, acusada de haber hecho mucho daño ideológico ahora, lo hace también
económico con las in-matriculaciones, ¿qué opina?
Ha hecho, ha hecho también en este asunto, pero ya se ha parado. La nueva “ley
hipotecará” aprobada por el PP en junio de 2015, ha eliminado la posibilidad de
que la Iglesia siga “robando” patrimonio público y privado. Era una gran
aberración. Pero lo que toca ahora es que esa apropiación vuelva a la situación
registral anterior, caso a caso. Y para ello, el poder legislativo se ha de
“mojar”.
–
¿Exageraba Carlos Marx con la frase de que ‘la religión -cualquiera- es el opio
del pueblo’?
En parte no. Príncipe y Chamán. Se confabularon hace miles de años, cuando la
sociedad se dividió en clases. Cuando en su evolución ya el ser humano comenzó
a tomar conciencia de su yo, comenzó a preguntarse de donde venía y hacia donde
iba, tras la muerte. Hasta hoy. El Príncipe se encargaba de la parte de la
organización social y el Chamán del enlace con el “más allá” Se confabularon,
para ejercer un potente control social. Dominaban en perfecta comunión. Hoy, la
religión utiliza la política para obtener beneficios ideológicos y materiales,
y la política como una potente forma de control social.
Hoy
utilizan las religiones, cada una de forma diferente, el miedo, la
desesperanza, la enfermedad, la pobreza… también los ritos de paso, las
alegrías, los boatos, las fiestas… para hacer valer sus ritos, sus dogmas… Y,
claro, eso cala en una parte importante de la sociedad. De ahí la afirmación de
Marx. Hoy también hay otros “opios”, como el fútbol, por ejemplo… que la
política lo utiliza muy bien.
–
¿Cómo valora personalmente que un partido tan ligado a la corrupción como el PP
siga siendo el más votado? ¿No se entera la gente o no le importa?
La gente busca seguridad. La izquierda española, sumida en múltiples
conflictos, no transmite confianza. También en tiempos de graves crisis los
votos se vuelven conservadores. Además la sociedad española ha sido despojada
de ideología, de conceptos solidarios, de compromiso social y político. Los
grandes medios de comunicación, parte de las redes, están controladas por el
capitalismo depredador y hacen muy bien “su trabajo”. Todo esto, en mi opinión,
son causas varias por las que una mayoría vota a ese partido.
–
Dígame, por último ¿qué te parece el papa Francisco?
Un gran embaucador. Un populista de tomo y lomo. Gerencia la mayor fortuna de
patrimonio del mundo. Participa de un gran paraíso fiscal. Acoge a
congregaciones de fanáticos religiosos. Esculpa a los delincuentes… Llama
asesinas a las mujeres que deciden sobre su maternidad. Condena la muerte
digna… Predica todo lo contrario de lo que sus diócesis implantadas en todo el
mundo hacen. Combate, duramente, el laicismo en América Latina. Es un verdadero
encantador de serpientes. Creo que el inquilino del Vaticano debe de ser
consecuente con quien es, con lo que representa y con lo que hace. No ser un
mentiroso. Ya que eso es un gran “pecado”.
Fuente. https://laicismo.org/
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